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CAPÍTULO 30

Al ver que Antagon no responde nada ante la agresividad de Blake, y que el último se acerca de forma amenazante a él, decido interponerme y frenar cualquier cosa.

—¿En serio harás esto ahora? —le reclamo al ojinegro.

—Pues sí. Ya que mi presencia no es bien recibida, al menos quiero oírlo de frente —comunica con cierto dolor.

—No confío en ti, es un hecho. Pero no soy quién para juzgarte, Blake —explica Antagon imprimiendo calma y elocuencia en su tono—. Siento si piensas que tu presencia no es bien recibida, pero lo cierto es que me alegra que también decidieras acompañarla.

Sonrío por inercia al escuchar sus palabras. Me alegra saber que cuento con él, que, a pesar de que no confíe en Blake, como el mismo dice, no intente arrancarlo de mi corazón o apartarlo de mi camino. Sé que se preocupa por él y que también quiere lo mejor, y eso solo corrobora la grandiosa persona que en realidad es.

—No hay por qué preocuparse. —acaricio los nudillos de Blake que estaban apretados.

—También me alegra que la apoyes.

—Siempre. —Antagon sonríe ampliamente.

El ruido de Amantora hablando animadamente interrumpe el pequeño encuentro. Me giro en busca de la mujer, pero me encuentro con una pantalla —como las que usaban en los campamentos— que emite imagen y sonido del gran auditorio situado en este mismo nivel del castillo. Todas las gradas que había al rededor del escenario fueron removidas, ahora todo está despejado.

Amantora comienza a anunciar el comienzo de la celebración, introduciendo los diferentes puntos a seguir, y dándole la bienvenida a los Psyques que ya están dentro del salón.

Aprieto las manos de cada uno de mis acompañantes con ímpetu y emoción. Mentiría si digo que no estoy nerviosa, pero esto es algo tan importante y emocionante para mí que no le presto mucha atención. Es la primera celebración oficial a la que asistiré en la Academia, y no puedo evitar sentir la presencia de mis padres tras de mí, indicándome que tomé la mejor decisión al invitar a los dos hombres que ahora forman parte de mi vida, que juegan un papel protagónico y vital.

Siento que en el momento en que cruce esas grandes puertas, al fin seré parte de la Gran Academia, al fin seré una Psyque.

Amantora le entrega el micrófono a la directora Kimera, que comienza a anunciar la entrada de las casas Défteros. Primero, veo a algunas familias que no reconozco entrar, pero puedo decir que al menos a los hijos los he visto por los pasillos. Llega el turno de la casa Musk: la familia de Elektra; ella se adentra al salón en compañía de sus padres y un chico más pequeño que ella, sin embargo, veo que camina muy por delante del resto de su familia mudando su semblante a uno mucho más sombrío y rencoroso. Ella es fría y distante, pero su aura nunca había estado tan llena de repulsión.

Tras los Musk, se anuncia la entrada de la casa Limitus. Daerien cruza el umbral en medio de una pareja muy opuesta a él. Los Limitus tienen el cabello rojizo y la piel pálida, mientras que Daerien tiene una apariencia muy normal, con el cabello castaño. Él anda con la cabeza gacha, se le nota incomodo al estar junto a los que son sus padres adoptivos. No imagino lo duro que debe ser para él tener que portar un apellido que no es el suyo, más aún cuando él si conoció y convivió con sus padres por tanto tiempo. Pero me alegro que haya encontrado a personas que le brindaran amor y cariño, que lo acogen en su nombre.

La casa de Antagon no es mencionada, dado que su familia hace años murió, según lo que me cuenta; además, se presentará a mi lado.

El conteo de las casas Próta comienza, y mi ansiedad se acrecienta como la noche que ya viste sus plateadas y doradas galas. La primera casa en ser mencionada es la Kimera; por el umbral se asoma una señora de avanzada edad junto a un hombre, de la edad de Antagon, que solo parece estar ayudando a la señora a entrar. La siguiente casa es la de los Magnum: los cuatro integrantes caminan por la entrada del salón deslumbrando a los asistentes. Sus vestidos verdes hacen que su poderío se sienta aún más presente, incluso cuando todos tienen la cara larga. Sus pasos son majestuosos y potentes, sin dudas son una de las familias más temidas y respetadas de la Academia, y eso se ve cuando los presentes comienzan a hacer asentimientos y reverencias, causando que Nicolá se hinche de orgullo.

Después de algunas otras casas, se menciona el apellido Thronus, y por el umbral solo aparece una pareja algo mayor. Entonces recuerdo la preocupación de Cassandra, los gemelos no están, desaparecieron, es por eso que la casa Thronus no tiene a sus herederos en punta. Es horrífico pensar que alguien podría continuar con una gala de semejante calibre teniendo a sus nietos perdidos, en verdad nadie debería estar aquí. Pero la realidad es esa, al menos para nosotros, perder Psyques es algo tan común como ver el anochecer.

Mencionan la casa Grantios, y aparece el general junto a su esposa y su hijo: el insoportable Demetrio. Toda la familia va vestida de plateado, parecen haber imitado al coronel en eso, pero debo decir que el color los hace a todos resaltar con sus cabellos platinados.

Algunos minutos pasan y es hora de avanzar hacia el portón. La casa Winters es la última en ser anunciada, pero hay una particularidad en la forma en que Cassandra nos presenta:

—La casa Winters y Cad: dos casas unidas por una Psyque que es escoltada por el heredero de la casa Défetros Khamos y un soldado elite Tritós.

Mi corazón retumba ante la mención de dos casas. El peso de ese hecho me golpea con violencia, sacando todo el aire de mis pulmones, haciendo que me detenga en medio del auditorio. Soy la descendiente de dos de las casas más importantes para la raza. Soy la única esperanza de mis apellidos, y ahora sé lo importante que eso es para conservar el legado de la madre, para conservar la pureza de mi sangre.

Soy un cáliz vacío que está destinado a llenarse con la sangre de dos legados sagrados.

Blake toma mi rostro obligándome a mirarlo. En sus ojos está la comprensión y la calma en forma de llameantes orbes. Me transmite la paz que necesito, me deja arrebatarle la calma, me deja robarle lo que yo necesito. Respiro de forma controlada y pausada, y con la valentía de la naturaleza me vuelvo al frente, solo para encontrar ojos escandalizados que nos señalan con desvergüenza y acusación.

Los murmullos se hacen presentes: «Está loca». «Está dejando a sus padres en ridículo». «Vergüenza debería darle, manchar de esa forma sus apellidos».

La mayoría de murmullos vienen de las casas Défteros y Próta, de esas familias que están en el poder. Los Grantios, los Moon, los Musk, los Onorix... Ellos me señalan, pero poco a poco su sangre se recompone al ver mi determinación.

—¡Les presento al legado de los Winters y los Cad, sangre pura y diversa! —canturreo captando su atención.

Algunas pocas caras aún permanecen contraídas, pero la mayoría cede al entender mis palabras: somos unidad.

—¡Lehia Winters Cad, la heredera de la unión, el futuro de la unión! —me apoya Nicolá sorprendiendo a todos, incluida su propia familia.

—¡Lehia Winters Cad, la promesa de nuestro triunfo en unidad! —corea Elektra, ganándose malas miradas por parte de su familia, pero consiguiendo que el resto ceda recitando sus palabras.

«¿Por qué hacen esto?» me pregunto un poco horrorizada y desorientada. Se siente tan... diferente... poderoso.

«—Porque serás nuestro futuro, pero ahora eres lo que muchos Défteros y  Tritós anhelan: igualdad» escucho la voz de Megana en mi mente. Me toma desprevenida causando que me remueva presa de un escalofrío. Trato de buscarla entre la multitud, y cuando veo sus ojos violetas me estremezco ante la profundidad de estos. Por lo visto no le importa que la atrapen usando su poder, al contrario, quiere que la vean.

—Gracias, Lehia, por tan valeroso y bondadoso acto de tu parte —entona la directora desde la tarima—. ¡Que este sea un recordatorio de lo que significa ser un Psyque, de que solo en unidad podremos ganar la Guerra Final!

Todo el auditorio se enfunda en sonoros aplausos y vítores, todos los Psyque parecen estar unidos y en armonía, sin importar su rango o poder, como debe de ser.

—La Celebración Anual de Vidas y Almas Nuevas: para celebrar la existencia de nuestra raza y conmemorar la vida y obra de nuestra madre. Para recordar nuestros valores y propósitos, y apuntarle a mejorar y perfeccionar nuestras acciones y voluntades. Para recordar los sacrificios del pasado y los que se harán en el futuro. Para celebrar un año más de vida, tanto individual como colectivamente. Para darle la bienvenida a un nuevo año. Para oficialmente crecer.

»A todos los Psyques: !Feliz nueva vida, feliz nueva alma, feliz nuevo año, y que sean muchos más CAVAN junto al recuerdo de la sagrada madre y nuestro gran santuario!

—¡Feliz CAVAN! —vociferan muchos al unísono.

—Efectivamente. Damos oficialmente comienzo a la celebración —vocifera la directora—. Los invito a tomar asiento en sus lugares asignados para comenzar el primer banquete.

Todos nos comenzamos a mover. Voy buscando la mesa designada y me encuentro con que tendremos que compartir lugar con los Magnum; nada adecuado considerando que las personas aquí sentadas podrían comenzar la cuarta guerra mundial.

—Nos organicé de tal forma que estuvieras también con nuestra casa, Lehia. —Amantora toma mi mano sobre la mesa de forma tierna y cariñosa—. Así no te sentirías tan sola y apartada.

—Ella no está sola —comenta Antagon con la voz templada, sin demostrar amabilidad, pero tampoco imprimiendo molestia.

—Mamá no quiso decir eso —constata Kaeil.

—Sabemos que no, pero también deben estar seguros de que ella no va a estar sola. —Blake entrecierra sus ojos.

—Gracias, Amantora, es un gusto compartir con ustedes —resuelvo antes de que todo avance por mal camino.

—Todo un honor servirle al futuro de nuestra raza —formula Nicolá, mirándome y haciendo sentir incomoda.

Quil rueda los ojos hacia su padre, pero me sonríe para anunciar que también me recibe con los brazos abiertos.

—¡Demos gracias a la madre por permitirnos celebrarla a ella y a nosotros en este último día del año! —invita Cassandra y todos comienzan a recitar palabras en nombre de la sagrada mujer:

—Madre diosa de nuestras plegarias
salúdanos con bendiciones
y recuérdanos de nuestros dones
ilumina nuestras almas
muéstranos la verdad
y danos la valentía
para a la guerra marchar
y vencer con las manos en alto
para alargar tu descendencia
y a la naturaleza recompensar.

—¡Y que la madre nos acompañe en los tiempos oscuros! ¡Y que la madre nos otorgue un alma nueva y limpia, tan pura como el día en que nacimos! —sigue diciendo Kimera—. Ahora que la madre nos bendice, llenen su alma de felicidad. Este es mi discurso, yo que soy la enviada de la madre en la tierra hasta que su legado se propicie, hasta que la leyenda se vuelva realidad. Anímense, este es un día de sabiduría, para celebrar nuestro paso en esta tierra de mundanos y tratar de convertirla en cosecha de dioses. Amigos y hermanos míos, no hay mejor vida que la de la naturaleza, y nosotros somos parte de ella. Hoy no hay guerra, pero mañana volverá el sueño de conquistar. ¡A disfrutar el banquete!

Todos comenzamos a comer de los ricos y extravagantes alimentos. Hay un montón de platos en la mesa, acompañados de bebidas muy ostentosas y ricas. Las horas comienzan a pasar entre conversaciones y risas. Nos contamos anécdotas y recordamos enseñanzas. Seguimos pidiendo por un alma pura y por un futuro brillante. Al final de la cena comenzamos a bailar en medio del gran auditorio, cuando la noche ya está en su clímax. Bailamos durante un gran rato, hasta que los minutos nos anuncian el término de un año. Todos gritamos al unísono:

—¡Tres!, ¡dos!, ¡uno!

—¡Feliz nueva alma, feliz nuevo año! —se unen todos en coro haciendo vítores y aclamaciones. Aplausos, besos y abrazos ruedan por doquier celebrando que un año se fue y otro comenzó.

—Subamos a la terraza. ¡A disfrutar lo que nos queda de noche, a darle bienvenida a una nueva vida! —indica Cassandra.

La terraza está hermosamente decorada con colores rojos y dorados, acompañada de mesas con mucha comida, una pequeña tarima al fondo, sillas y solo algunas mesas, y una fantástica vista de la noche estrellada.

Todos comienzan a dispersarse.

—Eres tan valiente como ella lo era, me enorgullece caminar por donde tu caminas. Gracias por convencerme de venir a tu lado. —Antagon me abraza con cariño. Acto seguido le hace una seña a una mujer que reconozco como perteneciente a la casa Défteros Raena—. Ella es Elena Raena, profesora y médica jefe de la sección científica de medicina energética. Además de una gran amiga desde la infancia, mi familia.

Cuando extiende su mano yo la tomo apretando con suavidad. La primera impresión que me llevo de su aura es una sensación de caridad y ayuda. Se nota que es muy colaboradora y servicial, y que siempre se preocupa por los demás. Me siento más que satisfecha al reconocer que mis habilidades han aumentado, aunque sea un poco, pues ahora me es más fácil reconocer el aura de las personas.

—Es un gusto, profesora Raena.

—El gusto es mío, pequeña Winters. —Se acerca un poco más a mí, envolviéndome en un sutil abrazo—. Llámame Elena.

Alguien vocifera su nombre, requiriendo su presencia, por lo que ella hace un ademan para despedirse.

—Espero verte pronto, cuando quieras saber más sobre tu pura alma.

—Esperare con ansias, Elena.

—Si no te molesta, me lo llevo. —Toma a Antagon del brazo y yo me despido.

Me alegra que Antagon la haya tenido durante todo este tiempo, y que aún sea tan cercana a él. Se les nota muy unidos y fraternales, que se preocupan en extremo el uno por el otro.

Me giro para encontrar a mis amigos reunidos, llamándome con gestos extraños. Me río y camino hacia allí.

—Es tu primer CAVAN y ya estás marcando historia, chica —resalta Rosa refiriéndose a la gran entrada que realicé y a lo que provoqué.

—No tengo idea de por qué hicieron eso.

—Tus padres eran muy queridos aquí, Lehia —informa Kaeil—. Era de esperarse que tu siguieras cumpliendo las expectativas de todos. Eres igual de valiente y bondadosa a ellos.

«Lo dudo» la voz en mi mente me molesta.

—Además, nadie había integrado a ningún otro rango en sus casas —aclara Elektra sorprendiéndome. ¿Cómo es posible que sea algo tan raro? El concejo sagrado casi se infarta, pero no debería ser extraño.

—Te lo agradezco mucho, no tenías que contrariar a tu familia para apoyarme.

—No me agradezcas, lo hice en parte para contrariarlos —comenta con la voz teñida de amargura—. Bueno... también lo creo, muchas cosas han cambiado con tu llegada, aunque no lo creas, el ambiente es distinto, hay más esperanza, solo necesitamos la oportunidad.

—Incluso los científicos estamos investigando más cosas, estamos avanzando y encontrando teorías que antes parecían impensables y tratando de conectarlas con la naturaleza demostrable —afirma Daerien desenvolviéndose de maravilla. Despues de todo, ese es su campo.

—¿Qué esperabas, primor? Eres lo más increíble que nos ha pasado en mucho tiempo. —Me aprieta a su torso, quemando mi piel con la suya, aunque no de forma literal.

—Y ustedes lo mejor que me ha pasado en toda mi vida.

La música comienza a sonar, creando ecos y susurros con sus melodías. La música es incesante, parece querer ahogarme, matarme y revivirme, todo al mismo tiempo. Rodeada de el cielo y sus colores, del aire que corre penetrando en mi piel en la desnuda terraza, de las luces tenues alrededor, de las personas vestidas de galantes trajes, de la música adictiva que inunda mi cuerpo entero, siento que puedo volar en medio de un infierno y morir en un cielo centellante.

Una risa nos hace girar, y nos encontramos con Quil bailando eufóricamente con el Tritós, bajo la atenta y violenta mirada de su padre, que no puede decir nada después del discurso que lanzó al aire sobre la unidad.

Blake agarra mi cintura y me conduce al centro del salón, donde todos los demás bailan. Comenzamos una danza cálida y tierna, al compás de la música retórica y poderosa. Me recuesto en su pecho y nos convertimos en una fusión, en uno solo bailando entre las nubes. Las pequeñas llamas se acrecientan formando torrenciales chispas e incendios a nuestro al rededor, en tanto la danza muta siendo tan parecida a la musicalidad de la canción. Siento que morimos en un clímax imposible.

Damos giros. Él me guía y no me detengo a pensar en el espacio, parece que tenemos de sobra. Puedo sentir cómo floto entre sus brazos, siendo él mi salvavidas y yo la corriente que lo mantiene cuerdo y en su cauce. Dos locos que se dejan llevar por un sonido magistral, majestuoso, primoroso, benditamente deleitante. Me desarmo y me vuelvo a armar, me derrito y me congelo, me muero y no pienso revivir de este dulce sueño que me ata a la llamarada que me quema y me alimenta.

La canción cesa, pero la cercanía de Blake no se aleja. Me arrebata los labios reclamando cualquier tacto como suyo, como si pudiera apoderarse de mi alma en el proceso. Al separarnos me guía hasta el borde y nos apoyamos ignorando el paisaje, y deleitándonos sosteniendo la mirada del otro.

—Elektra ya va a cantar, pongan atención, tortolos —informa Rosa.

Veo que Daerien está tras ella, y cuando bajo mi mirada encuentro que sus manos están unidas en un apretón fuerte pero tierno. Me deshago de ternura. Ellos sí que merecen felicidad, sobre todo Daerien, y sé que ella se la dará.

Elektra sube al escenario con la cabeza en alto, a pesar de que la noto un poco nerviosa. Se acomoda frente al micrófono y los instrumentalistas comienzan a trabajar regalándonos el cielo en forma de canción. La voz de Elektra comienza a hacerse presente. Es suave, pausada, pero se siente segura y fuerte. Ella nos deleita con letras que nos llevan a otra realidad, una realidad mágica y de color rosa, o naranja, como sus ojos centellantes y dadores de vida.

Me giro solo para encontrar a Daerien bailando con Rosa, muy juntos y acaramelados. Me contraigo de ternura, pero eso se esfuma al ver a Kaeil, quien los mira con nostalgia y pesar. Se nota que la ama, la adora, pero ya no como antes, ahora parece ser un recuerdo preciado, atesorado, un dulce recuerdo del pasado y de sus restos, pero nada más. Parece que siempre va a querer protegerla, pero que quiere que esté con él, con Daerien.

Elektra termina su canción, desencadenando una gran oleada de aplausos entre los espectadores que ansiosos esperan por otra canción. Esta vez, ella accede cantando uno de los himnos a la madre. Se nota su devoción y admiración hacia ella, se nota que ama y atesora su historia y antepasados.

Todos cantan junto a ella, generando un avasallante sentimentalismo entre muchos de los presentes.

—Ese vestido me da la mejor vista del lugar: tu cuerpo —susurra Blake acariciando mi cuello y mis hombros, interrumpiendo cualquier otro pensamiento en mi mente—. Pero quiero una vista mucho más de cerca, que me ilustre por completo...

Respiro con dificultad ante su toque y sus palabras que me dejan sin habla. Solo Blake sabe cómo desencadenar mis facetas más infames y deseosas. Mientras su toque se dirige a cada centímetro de mi espalda, acariciando y trazando mi figura, siento que me falla el cuerpo entero, temiendo desfallecer entre sus brazos, aunque sé que no me importaría consentir una pequeña muerte bajo su cuerpo.

—¿Y no harás nada para acceder a una mejor visión... de mí? —inquiero socarrona.

—Planeo una travesía para la que estás personas no están preparadas, un viaje y un monumento que no tienen permitido ver. Solo yo.

—Solo tú...

Siento su profunda respiración en mi nuca, causando que me erice por su llameante aliento, como un soplo de fuego en mi piel desnuda. Y me quiero quemar.

—Deberíamos irnos —sugiero al ser consciente de la multitud a nuestro alrededor.

—No podría estar más de acuerdo.

Me toma suavemente de la muñeca indicándome el camino, pero yo apenas y puedo caminar, sintiendo el peso de mi propio deseo abarcando cada parte de mi cuerpo, acorralándome entre la razón y la sensibilidad. Aun así, me las arreglo para salir de la terraza. Blake nos adentra en el ascensor, y, a pesar de que trato de contener mis impulsos, Blake solo saca lo peor de mí, haciéndome una débil y sedienta loca, que urge el tacto de su ser contra el mío.

Me lanzo hacia él con fiereza, sin tregua ni remordimiento, reclamándolo a él esta vez como mío, devorando su alma con mis caricias cargadas de demanda. Él me sujeta levitándome del suelo, y acapara mis glúteos consiguiendo que me estabilice y siga en mi trabajo de jalar su cabello ante la necesidad que me avasalla. Besos con mordidas y fuertes apretujones, que causan un dolor que solo aviva nuestra llama, pues, aunque es su poder, yo se lo arrebato demostrándole que yo también puedo encenderlo a él.

No sé en qué momento llegamos a su habitación, pero la puerta cerrándose y Blake colocando el seguro me regresan al aquí y ahora. La instancia se encuentra en una eclipsada y excitante oscuridad que me hace querer revelar mi alma. Pero Blake se encarga de encender algunas velas con su poder, siempre manteniendo su mirada en mí.

—No puedo creer que te veas más hermosa aún. Parece que la oscuridad y tú combinan a la perfección. —Se quita el moño del color de mi poder y retira su saco acercándose a mí una vez más.

Me besa con prisa y en desorden, sin importarle nada más que nuestro secreto ritmo, ese que no se tiene que concretar, sino que se sabe de memoria. Una vez más me esfumo de este plano para deleitarme en el plano que compartimos él y yo. Mi vestido comienza a estorbarme cuando caigo en la blanda cama, así que lo desabrocho consiguiendo mayor movilidad, pero Blake me detiene y me levanta tomando mi lugar. Yo, sin embargo, no mantengo el equilibrio, por lo que me resbalo terminando en el piso, sentada y con él de rodillas, pues también cayó al tratar de retenerme.

Ambos nos reímos de la situación, notando lo torpes que nos volvemos estando juntos, especialmente yo. La vergüenza trata de corroerme, pero Blake me mira como si fuera una estrella divina, acechando cualquier mal sentimiento en mí.

—No me pude resistir a ti —bromeo.

—Y eso que no has visto nada —me sigue la corriente besando mis labios, volviendo a componer el aura de la habitación.

Los minutos pasan y me olvido de cualquier incidente, al punto en que me dejo llevar por los impulsos.

Ahora, estando yo parada frente a él que me mira sentado sobre la cama, me siento poderosa y libre. Me olvido de las confianzas, las traiciones, me olvido de los rangos, las divisiones, las familias, el futuro. Me olvido de todo menos de su nombre y la sensación de su toque.

Con suavidad comienza a bajar mi vestido, tocando cada vértice de mi piel con la intención de aniquilarme con sus armas de tortura, porque quiero más. Involuntariamente comienzo a estremecerme, todo esto es mucho como para aguatar, y él lo nota, por lo que con malicia sigue en su tarea. Finalmente, mis pechos están al aire, y lo único que cubre mi cuerpo es el fragmento de tela blanca que Blake comienza a tocar, acariciando mi intimidad bajo esta.

—Exquisita obra de arte. —Gruñe—. Y no te he probado aún.

Suspiro sin ser capaz de pronunciar ni una sílaba. Solo quiero ser la presa de sus garras que me apuntan con suavidad y deseo recorriendo y trazando mis dos prominencias, mi cintura, todas mis curvas. Sus ojos se encienden y es la señal que necesita para comenzar a desnudar su torso, mientras se acomoda como si me estuviera alabando, como si fuera su diosa. Me agarra de la cintura acercándome a él; sus labios se posan en la parte más sensible de mí, causando que me desplome rodeándolo con los brazos, incitándolo a que traspase los límites desdibujados de mi inocente cuerpo.

Sus pulgares acarician mis muslos internos, subiendo sin escrúpulos, lentamente, causando que el almíbar en mi interior se vierta sin tapujos ni dirección, mandando una descarga de placer a cada nervio del que soy consciente. El cosquilleo no cesa, necesito soltarme, soltar toda la miel que me implora por ser liberada como un río: sin restricción. Mis ojos se aprietan en busca de control, pero el disfrute es imposible de omitir, así que lo dejo seguir.

Entonces me doy cuenta de que ya no hay vuelta atrás, estoy al borde y mi cuerpo solo me pide que siga caminando, que me lance. Sé que estoy envuelta por completo, y sé que no voy a parar, porque así me urge todo mi ser, mi existencia.

—No m-me... hagas esto —trastabillo sin poder controlar mis palabras. Solo le imploro que me deje liberar.

—Tendrá que ser inolvidable —susurra alejándose de mí, por lo que de inmediato, y sin ser consciente de ello, me arqueo hacia él pidiendo más.

—Ya lo eres.

—Tú eres mi musa, debes dejarme explorarte y complacer tus deseos para retratarte de forma perfecta en mis versos.

—Intérnate en mí, explórame y dame tus palabras...

Respiro con pesadez cuando muerde la zona de mi pelvis, bajando hasta tomar entre sus dientes la tela transparentosa que ahora yace impregnada de la azucarada miel que lo posee. Comienza a bajar, acariciando mis piernas en el proceso, hasta que al fin mi desnudez lo deslumbra. No pierde el tiempo para impregnarse él también de mí, haciendo que la prenda le dé una pequeña prueba de lo que soy y seré. Su acto me enardece aún más, por lo que debo sostenerme en sus hombros para no decaer y el me recibe gustoso de saborear mi piel.

Al fin me sostiene recostándome en las sábanas negras, dejándome ver cómo comienza a desabrochar su pantalón. Pero lo detengo devolviéndole el favor, comenzando a quitar yo misma la prenda.

—Tú me haces esto. —Respira de forma entrecortada señalándose.

No pierde tiempo para perpetuar mi pequeño paso, alistándose para internarse en mi piel. Me mira con la intensidad de todos sus demonios, esperando a ver algún indicio de duda, pero en mis ojos están todos mis propios demonios que han permanecido escondidos por tanto tiempo, en mis ojos se están permitiendo salir y cazar para ser casados. Mis demonios danzando con los suyos, en una coreografía candente y deseosa, que sin dudas enardece la llama del infierno en el que ambos disfrutamos calcinarnos.

—Mereces suavidad —afirma mientras se empuja dentro de mí.

Un dolor espantosamente placentero me recorre de puntas a píes, acompañado de un pequeño espasmo que hasta a mí me impresiona y me obliga a cerrar los ojos disfrutando de la sensación, pero él me obliga a mirarlo con sus ojos rojos, demandando únicamente que le sostenga la mirada a él.

Pero no es suficiente su suavidad, quiero y necesito más, quiero fundirme con su piel a través del delicioso dolor que nos envuelve.

—No quiero suavidad, dame tu poder —constato.

—¿Segura, primor?

Le respondo clavando mis uñas en sus hombros y mordiendo mi labio, preparada para otra oleada de tortura carnal. Y así lo hace, como le pido. Su ritmo se acopla a mis demandas y comenzamos una danza peligrosa en medio de las sábanas. Sus ataques son fuertes y constantes, causando que nuestras pieles se derritan y se consuman al compás del calor que hay en la habitación.

Seguimos batallando en medio del campo, en el que nuestra piel es nuestra única armadura y nuestros cuerpos la única arma, en el que las palabras sobran, pero mis gemidos y sus gruñidos son todo lo que se necesita para conquistar esta incesante guerra que me deleita al mismo tiempo en que me da mi primera pequeña muerte en batalla, coronándome como la deseosa serpiente que se enamoró de su presa y su captor.

—Bl-Blake...

—D- dime más.

Dos cuerpos en llamas que dejan de ser tangibles para fusionar sus almas en medio del más profundo acto de satisfacción y placer. Y es que me entrego a él, estando en sus brazos, habiendo acabado por acuerdo mutuo la danza que nos deja exhaustos y sedientos de más.

Irónico que cuando pruebas la muerte por primera vez, solo quieres que te persiga por la eternidad, que te ataque sin piedad y te inunde por completo.




Este es un capítulo muy importante para mí, como escritora en proceso, pues me siento más que satisfecha con el resultado que logré en esta interacción decisiva entre mis personajes. Logré plasmar lo que mi mente retrataba, y me encanta el desarrollo de cada parte.

Obviamente tengo que reconocer que muy probablemente habrán cosas a mejorar que aún no puedo ver, pero espero de todo corazón que les guste tanto como a mí; así que:

¿Cuéntame, que te ha parecido este capítulo? Y si tienes alguna observación soy feliz de recibirla. 🥰

¡Nos iremos leyendo, almas de esta tierra! ✨🤍


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