CAPÍTULO 22
El sueño me abandona de forma impulsiva y repentina, mis ojos se abren con rapidez; pero carentes de alarma y miedo. Por primera vez en toda mi vida me levanto con paz y tranquilidad, sin ningún sueño que me atormente con un oscuro secreto. Me levanto de la cama y al ver al exterior me percato de que aún el cielo está decorado con la oscura madrugada que no cede ante el sol y su luz. Estoy acostumbrada a la vida rápida y temprana, siempre me he despertado a cortas horas de la mañana por lo que es algo mecánico en este punto.
Con una sonrisa apacible en el rostro me dirijo al gran ventanal y diviso todo el exterior. Mi habitación está al fondo del castillo, por lo que tengo una amplia vista al bosque en el que ayer estuve sumida, y a todo el horizonte que se abre paso encima de la línea que los árboles dibujan. El sol es apenas un rayo que se esconde con timidez y que poco a poco comienza a destaparse. Respiro la calma y el silencio mientras mi corazón se hincha en disfrute.
Al cabo de varios minutos, el amanecer al fin se permite salir y la luz comienza a llenar mi habitación invadiéndola de calidez. Cierro los ojos y recuerdo sus caricias y sus palabras. Ya sellé nuestro destino, sólo me queda esperar e implorar que sepa bajar sus barreras, y que yo no me pierda en su mirada por siempre y sin remedio alguno.
Me dirijo al baño y tomo una ducha rápida con la intención de visitar a Rosa y que me preste algo de su ropa mientras consigo la mía. Una vez me he aseado, me coloco el pantalón y la blusa que había en el armario; pero me percato de que me quedan en extremo pequeños por lo que me apresuro a salir de la habitación y conseguir algo más cómodo.
Una vez estoy en el pasillo me doy cuenta de que no sé en qué habitación está instalada la rubia; y justo cuando creí estar perdida, encuentro a Kaeil caminando por aquí así que me acerco.
—Hey, Kaeil —vocifero con un tono elevado mientras muevo mi mano en el aire tratando de captar su atención—. Buen día.
—Hola, Lehia, ¿Qué tal dormiste? —pregunta mientras eleva sus cejas.
—Muy bien, gracias. ¿Tú?
Él asiente mostrándome una amplia sonrisa que me confirma que también durmió bien
—Me alegro. ¿Puedes decirme dónde está Rosa? —inquiero y en su mirada veo la incomodidad.
—No tienes que acompañarme, entiendo que prefieras no verla —digo en medio de una sonrisa nerviosa ante la situación—. Sólo piensa en la ruta para llegar allí y yo la leeré en tu mente.
—¿Cómo? —pregunta con el ceño fruncido mostrando su incomprensión.
—Oh no te preocupes, sólo debo entrar a tu consciente y leer tus pensamientos.
—Bien.
Comienzo a entrar a su mente y cuando llego a ese mariposario que vi hace tiempo me lleno de tranquilidad. Respiro y elevo mi mirada para buscar todos sus pensamientos, entonces me encuentro con el que busco, que se presenta por medio de una mariposa que sobrevuela el espacio. La tomo entre mis manos y entonces comienzo a divisar la academia a través de los ojos de Kaeil.
La habitación de Rosa está en una esquina del castillo, al final de este pasillo. Así que teniendo lo que necesito comienzo a cortar la conexión.
—Gracias —digo mientras abro mis ojos.
—No es nada.
Él se va con una sonrisa y yo comienzo a caminar en dirección a Rosa. Una vez estoy frente a su puerta noto que está abierta y que su voz junto a la de Daerien están entablando una conversación.
Me debato entre entrar e interrumpir, tocar la puerta para alertar o simplemente quedarme a escuchar hasta que sea buen momento para pasar. Entonces escucho algo que me hace querer fisgonear como chismosa.
—Eres muy valiosa, Rosa, no te preocupes por lo que dijo, sabes que no eres nada de eso —dice Daerien con un tono ensoñador y cálido, con demasiada emoción, cosa que no suele suceder—. Yo lo sé y también lo tienes que saber tú.
—Ay, Dae, gracias, eres mi salvación —dice con cansancio—. Eres lo más maravilloso que he conocido.
Alzo las cejas.
«Qué está pasando aquííí» pienso.
No sé, pero me gusta. Me hace querer reír.
—Contigo todo es más fácil, más simple. Pero sin duda tú no eres simple, eres increíble —afirma con la timidez inundando su tono.
«Awwwww» digo en mi mente. Esto es demasiado tierno.
Cuando no escucho ninguna voz decido adentrarme al fin a la habitación.
—Buenos díassss —digo en un cantico que refleja mi emoción.
Daerien se levanta enseguida y su semblante vuelve a ser el de siempre. Me río mentalmente ante su reacción.
—Hola, Lehia —saluda la rubia con los ojos un poco rojos; pero con emoción en su tono.
—Ya debo irme, Rosaura —informa Daerien dándole un corto abrazo, comienza a caminar hacia la salida y cuando llega hasta mi coloca su mano sobre mi hombro—. Buen día, Lehia.
Cuando sé que Daerien ya está lejos me siento en la cama al lado de Rosa, justo el puesto que el castaño ocupaba hace un momento y le propicio un suave golpe con mi codo en su costado mientras la miro con una expresión de inquisición bañada de picardía.
—¿Qué fue eso?
—¿Estabas espiándonos? —pregunta elevando su tono y mezclándolo con una risa.
—¿O sea que esconden algo? —digo con un tono sugerente y suelto una carcajada.
Rosa me mira con advertencia sin borrar la sonrisa de su rostro.
—Bien —digo mientras alzo las manos en señal de rendición—. Sólo estoy jugando... a menos que sea cierto.
—No es nada, Lehia —suplica riéndose.
—Está bien, sabes que no hablo en serio.
—Eso espero.
—Mejor cuéntame, ¿por qué llorabas?
Su semblante camia junto a su expresión que se contrae en una mueca de cansancio.
—Rabia.
—¿Tú con rabia?
Ella asiente.
—Escuché a Kaeil hablando con Demetrio —dice con el entrecejo fruncido—. Le decía que últimamente piensa que hubiera sido mejor no estar juntos, que fueron tres años llenos de dolores de cabeza.
—¿Eso dijo? —pregunto sintiendo el cólera subir por mi garganta. Es complicado imaginar a Kaeil diciendo eso, más por la forma en la que trata a Rosa; sin embargo, supongo que todos pueden fingir cuando les conviene.
—Si, no quise seguir escuchando así que me retiré sintiendo como poco a poco se arrancaba de mi pecho.
Me quedo en silencio un momento; si hay algo que no miente es el aura de las personas, la forma en que las percibo, y definitivamente Kaeil se siente como una persona noble y gentil. Tal vez Rosa malinterpreto la situación, tal vez le falto seguir escuchando.
—¿No crees que tal vez estaba fuera de contexto? A lo mejor no se refería a eso.
—Tal vez, pero de cualquier forma necesitaba escuchar eso ¿sabes? —reflexiona con la cara serena y una sonrisa de medio lado, nostálgica—. Ya llevábamos varios meses en el vaivén del sí y el no, y ahora todo se siente tan real. Claro que no quita que duela, pero duele menos el escuchar eso y saber que valgo y que puedo vivir sin él. Necesitaba escuchar algo duro para poder reconocerme.
—Este es el punto en que comenzaras a salir de ahí, concuerdo contigo; a veces necesitamos esos putos de inflexión, esos pequeños sucesos que generen grandes cambios. Porque de esa pequeña conversación, sacas una gran ventaja a todos esos malos sentimientos.
—Exacto, y no pienso retroceder.
Atraigo su cuerpo al mío y la envuelvo en un abrazo protector y reconfortante, aunque tal vez no lo necesite.
Rosa se levanta y va a su tocador, de allí saca algunos contenedores pequeños y la veo aplicándose un polvo sobre su rostro.
—Bien, cuéntame a qué debo tu maravillosa visita, Lele.
—Vengo a asaltar tu armario y tus cosas —digo apenada con una pequeña risa saliendo de mi garganta.
—Pero claro, ayer incluso me puse a revisar mis cosas y encontré muchas prendas que no son exactamente mi estilo y que al final nunca usé. Así que son todas tuyas.
Ensancho una sonrisa, Rosa es tan noble y altruista.
—¿Dé dónde sacas tanta ropa? Se supone que estamos en el final del mundo —comento con sarcasmo, aunque es algo triste.
—Nosotros los Psyques somos toda una civilización, linda, tenemos los poderes de la naturaleza, con eso podemos hacer de todo. Hay varios costureros aquí y en las colonias, también tenemos sentido de la moda.
—Oh, entonces tendré a mi propio diseñador.
—¡Claro! También crearan tu traje de combate —dice con emoción.
Todo esto es tan nuevo para mí, se siente extraño, pero de una forma perfecta, acogedora. Rosa me pasa una bolsa con un montón de ropa dentro y la recibo casi cayendo al suelo por la cantidad.
—Seguro que después de esto no necesitaré más ropa.
—Siempre se necesita más ropa —afirma con una expresión maniática y luego se lanza a reír.
—Mira lo que hay y pruébate algunas cosas, ansío ver cómo te quedan.
Asiento y comienzo a sacar prenda por prenda. Por cómo va vestida Rosa deduzco que su estilo es bastante suave y colorido; pero siempre se mantiene estilizado con muchos accesorios. En cambio, lo que hay en la bolsa es bastante monocromático a diferencia de los muchos estampados que la rubia parece usar.
Entre toda la ropa encuentro una falda color vino y una pequeña blusa color crema. Me miro al espejo de Rosa y al encontrar mi reflejo en el, comienzo a buscar todos los ángulos de mi cuerpo para tener una mejor vista de las prendas. Se ciñen a mi cuerpo de forma exagerada, pero no me aprieta, a pesar de eso me siento bien, cómoda. Me calzo con unas botas negras y tomo un jersey para completar mi vestuario.
—¡Te ves preciosa! —chilla Rosa con emoción—. Sin dudas ese estilo te queda.
—Gracias, linda —digo y acto seguido la abrazo.
—Con que acá estás.
Me giro con dirección a la puerta y encuentro a Elektra con el ceño fruncido.
—Hola, Elektra —saludo con el tono cargado de ánimo mientras le muestro mi sonrisa.
—Qué tal —dice de forma desinteresada, con la expresión neutral y los ojos tan fríos como su tono.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —pregunta una Rosaura extrañada.
—Lo supuse, dónde más iba a estar si no con su nueva mejor amiguita —responde con desdén imprimiendo molestia en su tono.
—Ay, Ela, sabes que eres bienvenida siempre que quieras una tarde de chicas.
Elektra frunce aún más su entrecejo y sus ojos demuestran que el comentario de Rosa le parece de lo más ridículo.
—No gracias, para aguantar circos ya vivo en la academia —refuta con sarcasmo curvando sus labios en una sonrisa de superioridad—. Como sea, vámonos nueva que no tengo todo el día para tu paseíto.
Ensancho la sonrisa cuando a pesar de sus palabras duras y cargadas de desagrado, encuentro calidez en su aura y una timidez que no sabía que la chica poseía. Salimos de la habitación no sin que antes Rosa me asegure que ella llevara la ropa a mi habitación pidiéndome la llave para entrar.
Elektra me lleva a las cavernas primero, que se encuentran tres pisos bajo el castillo, y dónde están las cenizas de la mayoría de los Psyques y las estatuas de todos los directores, alrededor de la imponente figura de la Madre de los Psyques. La mujer en la piedra se ve esbelta, sus curvas se asemejan a las de Rosa que igualmente son pronunciadas y sensuales, su cabello llega hasta sus rodillas, sus facciones son afiladas y puntiagudas, es literalmente la mujer más perfecta que he visto; y eso que solo la estoy viendo a través de la piedra, he de suponer que cuando camino por estas tierras su color de piel brillaba con el sol y que sus ojos poseían algún hermoso color que no podría jamás llegar a imaginar.
Me pregunto si mis padres estarán en algún lugar de esta oscuridad; pero recuerdo que aquel día los científicos quemaron todos los cuerpos, o al menos eso es lo que me muestran mis sueños; por lo que lo más probable es que desaparecieran para siempre.
Luego subimos al segundo sótano que actúa como bunker para emergencias y donde también hay varias habitaciones para los soldados más viejos. Finalmente llegamos al primer sótano y allí está la armería y la carpintería. Muchos Psyques pasan sus días aquí trabajando para darnos las mejores armas y para mantener la gran estructura a flote después de tantos años.
En el primer piso no tardamos mucho, pues aparte de la cocina y la cafetería hay algunos salones especiales para los Psyques que se desempeñan en diferentes actividades de producción, por ejemplo, los que confeccionan la ropa y los que la diseñan, entre varias otras actividades.
En el segundo piso están los salones y los diferentes laboratorios al igual que en el tercero. Después llegamos al cuarto en el que se encuentra la biblioteca y algunas salas en las que se muestran diferentes mapas antiguos y otras obras para guiarse en el mundo Psyque y el humano. En el quinto como ya sé se encuentran todas las habitaciones así que nos saltamos ese. En el sexto están algunas salas de entrenamiento que están equipadas con diferentes equipos gráficos que permiten la creación de ecosistemas dentro de las mismas; además de implementos para hacer ejercicio y otras cosas.
En el séptimo está el salón comunal que parece un teatro, en el centro hay una tarima, y al rededor hay muchas sillas que se alzan como escaleras; es gigantesco. Aparte de eso también está el salón de docentes y sus habitaciones. En el octavo están las oficinas de los directivos y de los diferentes comités que deciden e influyen en la toma de decisiones de los asuntos de la academia. En el noveno está la oficina de la directora Kimera junto a su habitación, y hay una biblioteca avanzada a la que los alumnos no tenemos permitido ingresar.
Finalmente, y después de varias horas recorriendo el castillo, llegamos a la última planta. Aquí no llega el ascensor, por lo que una Elektra seria y erguida las sube junto a mí que parezco querer caerme al suelo del cansancio. Sin dudas ellos están muy bien entrenados, y yo estoy peor de lo que pude pensar.
Al final de las escaleras nos espera un gran portón y Elektra lo presiona causando que se abra. Lo primero que veo es un cristal justo enfrente que cubre de manera pulcra a las mariposas que vuelan de aquí a allá alrededor de las plantas. Un mariposario. Me recuerda al consiente de Kaeil y una sonrisa se instala en mi rostro.
—Bienvenida al refugio de Kaeil —dice Elektra con la voz suave, más serena de lo que nunca ha estado.
Sonrío al reconocer ese deje de familiaridad en su voz al hablar de Kaeil. Ella es dura y ruda; pero sus sentimientos son tan puros como los de los demás, lo puedo ver en su aura.
Nos adentramos al cristal y mis ojos se cierran un segundo respirando la calma que se siente aquí arriba, donde el oxígeno parece más puro y limpio. Como nuestras almas.
Cuando vuelvo a abrir mis parpados veo una sonrisa en la cara de Elektra y por inercia también sonrío yo.
—Es hermoso.
—Lo es, Lehia —dice mirándome como si la hubiera descubierto haciendo algo malo porque enseguida sus facciones se vuelven a endurecer.
—No siempre tienes que ser tan ruda, Elektra, ¿sabes?
Ella niega con la cabeza y una media sonrisa se vuelve a plantar en sus labios.
—No es que sea una amargada o una mala persona; es que no lo puedo evitar, así soy, siempre he sido así; huyéndole al cariño y los sentimientos, luciendo dura por fuera. Pero sé cuándo es momento de dejarme llevar.
—Debo admitir que me intimidas —confieso entre risas y veo como ella se une a mí.
—Es una de las ventajas de tener una personalidad tan fuerte, a veces el miedo es mejor para ser respetado. A veces infundir miedo te puede salvar la vida, ser ruda puede salvarte de los monstruos del interior —explica con la misma sonrisa sin cambiar su expresión. Parece que ella ha luchado con cosas duras, aun así, puedo ver en sus ojos que lo ha ido superando y que ahora mismo se siente ella misma.
—De todas formas, me caes bien, eres única.
—Tú también me caes bien, debo admitir que no eres tan difícil de soportar como los demás.
Abro los ojos con notable sorpresa ¿Elektra acaba de decir algo lindo sobre mí? ¿De verdad estoy despierta? En lo poco que la conozco no la he oído regalarle palabras bonitas a nadie, y a mí me ha dicho algo menos brusco de lo normal. Es un gran avance.
—Tú...
—No te acostumbres, brujita —me interrumpe al deducir la causa de mi asombro por lo que me río por lo bajo.
La miro con cariño al usar ese nombre de una forma más suave y dulce que cuando lo usó por primera vez en la ciudad perdida. Aun así, ese tono condescendiente nunca abandona su voz.
Elektra es bastante más seria y madura que Rosa, lo cual es paradójico porque la segunda es un año mayor que nosotras. Daerien es quien sigue, portando veintiún años, luego Blake con veintidós y por último está Kaeil con veinticinco.
Luego de un rato escuchando mis pensamientos Elektra por fin rompe el silencio.
—Por cierto, siento haberte juzgado mal, se ve que eres muy noble —dice la disculpa con recelo e incomodidad, definitivamente esto no es lo suyo, y me imagino que años atrás no hubiera sido capaz de hacerlo; pero se nota que ha tenido un gran cambio, a pesar de que no la conocí antes.
—No te preocupes, tu aura es honesta siempre, te creo y te perdono.
Después del pequeño momento Elektra sale del mariposario con afán y sale cerrando la puerta para que las mariposas no se escapen así que hago lo mismo. Es increíble cómo las mariposas aún están aquí, vivas, según lo que sé todos los animales se extinguieron o están mutados en el exterior de las barreras, a excepción de los que los científicos tomaron con el fin de la experimentación. Un dolor se instala en mi pecho así que con la esperanza de borrarlo termino de salir para encontrarme con el cielo azul exhibiéndome los colores.
La terraza es de piedra y tiene algunos pequeños jardines que la decora, mientras tanto, los pilares que impiden que las orillas estén desprotegidas se alzan de piedra también en forma de picos y hacen que el lugar se vea medieval y rustico, que se vea imponente.
Sigo a Elektra que se apoya al borde de la piedra y mira al horizonte.
—El cielo es hermoso, ¿no crees? —dice más como una afirmación y mantiene su tono serio y neutro, es sólo gracias a su mirada que puedo ver la admiración.
Sonrío.
—Lo es —le doy la razón—. Parece que al fin quieres mostrarte de verdad diciendo lo que pasa por tu cabeza —digo para molestarla, y al ver que rueda los ojos y me mira con reproche me doy cuenta de que lo logré.
—Puedes creer lo que quieras, tampoco es que me afecte, brujita.
—Sólo bromeo, no puedo asegurar nada sin conocerte del todo.
—Qué bueno que lo tengas presente, porque no pienso contarte mi vida entera ya mismo. Estás lejos de eso —afirma con superioridad, pero sin dejar de mostrar su característica imponencia y seriedad.
—Bien —digo resignándome.
—Sólo que a veces hay que decir las cosas como son, y el que diga que en el cielo no hay cierta virtud y belleza, es porque no ha visto el mismo cielo que veo yo.
—Se nota que eres muy directa al decir las cosas.
—Es mejor no anestesiar las cosas o tratar de disfrazarlas, todo es como es y punto —asegura con una sobra del pasado en sus palabras.
Ante su revelación, una idea me cruza la cabeza.
Blake no parece querer contarme nunca lo que pasó hace años, eso que lo atormenta tanto; y mucho menos sobre sus padres. Rosa seguro me diría las cosas a medias para no herirme. Daerien seguro no tendría mucho que decirme y Kaeil jamás traicionaría a su amigo. Así que la única opción que me queda es averiguar con Elektra.
Me acerco a ella e imito su posición mirando al mar.
—¿Elektra, puedo preguntar algo?
Ella emite un sonido aprobatorio que apenas y alcanzo a oír por lo que respiro preparándome para su respuesta.
—Es que Blake no quiere hablar de su pasado o de sus padres, y como sospecho que los demás no me ayudaran mucho, te lo pregunto a ti que sé que me dirás todo a pesar de que la verdad sea muy fea.
Ella me mira con recelo y levanta una ceja. En ese momento mis esperanzas comienzan a flaquear.
—Estás perdiendo tu tiempo.
—Por favor, no sabes lo mucho que me afecta el pensar que no sé nada sobre él, que incluso él sabe más de mi —suplico, y entonces veo un ápice de compasión en su mirada que me hace poner más nerviosa.
—¿Sabes?, hace tiempo, cuando era más pequeña creí que me gustaba Blake, incluso una vez le di un beso —dice mientras se ríe por lo que yo sonrío al imaginarme la escena. Es extraño, e incluso siento como se me comprime la garganta, pero al mismo tiempo me causa ternura—. Tiempo después descubrí que no era un enamoramiento, era admiración. Blake siempre destacaba en todo, incluso era mejor que Kaeil, su eterno amigo que reprobó varios cursos—. Alzo las cejas al escuchar eso, ¿Kaeil reprobando? sí parece el ser más responsable de la existencia.
»Pero toda esa admiración se esfumó cuando ambos se graduaron. Blake parecía el candidato perfecto para dirigir los ejércitos de los Psyques; pero entonces toda su oscuridad salió a flote y manchó todo su historial. Yo ya no lo veía igual, no había admiración en mis ojos, sólo podía sentir temor— vuelvo a elevar las cejas, debió haber sido algo muy grave como para que Elektra, la más ruda de todos, estuviera atemorizada—. Sin embargo, eso quedo atrás Lehia, la Academia lo perdono y volvió a ser el de antes, y si él no quiere contarte aún, es mejor que no lo arruines, o todo podría desatarse aún peor.
Me quedo perpleja al escuchar su relato, debo admitir que un escalofrío recorrió mi espalda ante sus palabras. Qué pasa si cuando descubra su pasado no puedo seguir con él dejándolo, abandonándolo como tanto me pide que no haga. Respiro con pesadez tratando de volver a la normalidad mientras cierro los ojos buscando calma. Espero poder ser capaz de mirarlo a los ojos otra vez.
—Entiendo —digo con sinceridad—. Es solo que me ahoga el no saber, me siento perdida y culpable. Es como si no confiara en mí, ni siquiera puede hablarme de sus padres, algo tan sencillo.
Elektra respira con resignación mientras cierra y abre sus ojos.
—Tienes que entenderlo —refuta con suavidad; pero al ver mi cara de súplica parece ceder—. Bien, lo que pasa es que sus padres lo abandonaron, él creció sin ellos, creció criado por Nicolá Magnum, y fue difícil para él ser un tritós bajo el techo de la familia Próta.
Abro los ojos más de lo que se supone que puedo. Nunca hubiera imaginado eso, es peor de lo que pude pensar. Por eso es tan reacio a confiar, por eso tiene miedo a que lo abandone.
—No le puedes decir que yo te dije, me mataría si lo supiera.
—No te preocupes, ni siquiera le diré que lo sé, sólo quería saber, quería entender.
Ella asiente y se da la vuelta saliendo de la terraza no sin antes decir:
—Ya terminamos nuestro tour, brujita, abajo te esperan para almorzar.
En cuanto desparece de mi vista me quedo mirando a lo lejos mientras pienso en mi nuevo descubrimiento. A pesar del relato de Elektra sobre ese tiempo en el que Blake fue un monstruo, no puedo evitar sentir que incluso de eso me estoy encariñando, aún más cuando sé lo de sus padres. Es un sentimiento terrorífico, me siento al borde de la locura, cómo puedo enamorarme de los defectos otra persona, de sus demonios y su oscuridad.
«Enamorarme» me doy cuenta de la palabra.
Yo, enamorada de él. Ni siquiera sé qué significa, sólo sé que me gusta y que no voy a frenar. Prefiero estrellarme contra él, colisionar con su alma y crear una supernova que no se pueda borrar de mi mente.
Estoy loca definitivamente.
¿Qué les pareció este nuevo capítulo?
¿Les está gustando el personaje de Elektra?
¿Qué piensan de esa revelación sobre el pasado de Blake?
Dejen sus comentario y reacciones contándome esas teorías que tienen. Los leo 🥰.
¡Nos iremos leyendo, almas de esta tierra! ✨🤍
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