CAPÍTULO 17
Blake.
Estuve hablando durante un largo rato con Kaeil sobre la nueva relación entre Lehia y yo. Es muy extraño lo que siento, debo admitir que nunca antes había sentido algo igual de fuerte. Y es que ella me da esa calma y control que tanto necesito. Mi ser completo cambia cuando estoy alrededor de ella, pues me hace querer ser mejor.
A pesar de que llevamos verdaderamente poco conociéndonos, desde los primeros momentos mi instinto se llenaba de la necesidad de protegerla, aunque ha demostrado que ella puede hacerlo sin mucho esfuerzo.
Cuando estuvo peleando con Lily en el patio de aquella vieja casa, en mi interior quería que saliera victoriosa y sin ningún rasguño. Sin embargo, el momento en que vi que la otra chica alcanzo a rayarle el cuello, un poco de ese descontrol en mi ser se dio la libertad de salir, al punto en que mis puños ya estaban preparados para atacar. Por suerte, Lehia la acabo con rapidez inaugurándose como la campeona.
Tal vez son las circunstancias de peligro en las que nos conocimos, la vulnerabilidad que eso desencadeno, tal vez lo que estamos viviendo nos hace acercarnos y apegarnos; no tengo otra explicación a por qué cuando se enojó conmigo, tan solo un día atrás, me sentí de nuevo al borde del colapso.
Y ahora, viendo lo descontrolada que está gracias a lo que vio en sus recuerdos, me cuestiono si en verdad yo seré bueno para ella; no tiene control sobre sí misma y me recuerda demasiado a mi yo de antes, el que ni siquiera se esforzaba por mantenerse a raya.
—No quise... yo —balbucea con extrañeza Daerien.
—Tranquila, primor —amago una vez para acercarme; pero solo consigo que su energía se expanda más, consiguiendo que al tocar mi cuerpo sienta un empuje en dirección contraria. Me alejo, tratando de escapar de su alcance.
—No entiendo nada —sigue rugiendo, pero su voz cada vez se hace más entrecortada a causa del llanto que seguramente aún no sabe que derrama—. Qué me han hecho.
—Él no quiso hacerlo, te lo juro, no queremos hacerte daño —sigo hablando con serenidad, teniendo aún la esperanza de que se calme.
—A la mierda —espeta Elektra, quien se deshace del agarre de Rosaura y comienza a caminar en dirección a Lehia.
Algo dentro de mí se enciende. Elektra es capaz de cualquier cosa, pero yo, yo soy capaz de quemar el mundo entero si se me da la gana.
—¡Qué haces! —asevero con el cólera en la punta de mis dedos—. ¡Vuelve atrás!
No sé en qué momento pasé de estar respirando mariposas y colores a destilar fuego y cañones. Es en estos momentos en los que se evidencia mi verdadero ser, y por mucho que quiera olvidarlo, ese monstruo dentro de mí solo me alimenta con odio y violencia.
Elektra ignora mi mandato y de inmediato miro a Kaeil, amenazante. Él es el líder, debería al menos intentar detenerla ya que yo no puedo. Sin embargo, cuando sus ojos se encuentran con los míos, solo veo un aire permisivo en los suyos, él está de acuerdo con que la loca esa le haga quién sabe qué a mi pelinegra.
Entonces el enojo se toma gran parte de mi cuerpo y la necesidad de acabar con algo, ya mismo, crece. Pero primero, empujo con fuerza a Kaeil para que reaccione y la detenga.
—Hey —reclama, alzando las manos al aire, y cuando amago para volver a presionar mis manos contra su pecho él toma mis muñecas y me detiene con fuerza—. Sabes que nadie puede detenerla, lo hará con o sin mi permiso y tal vez es lo mejor ahora mismo.
Lo miro con incredulidad. Me deshago de su agarre con fuerza.
Elektra había parado por un momento a revisar la decisión de Kaeil, no porque le importe, sino porque quería hacer evidenciar que ella tiene la razón; como si ya supiera que nuestro oficial superior aceptaría.
Entonces al fin retoma su paso; cuando Lehia la ve venir en seguida se dispara aún más su ataque de pánico. Comienza a temblar y sin remedio la pelirroja llega a ella. La toma por el cuello, tratando de hacerla caer de rodillas una vez más, pero antes de que pueda hacer algún movimiento más, su cuerpo es disparado en nuestra dirección.
Elektra cae de espaldas en el suelo junto a nosotros y cuando Lehia se da cuenta de lo que su poder acaba de provocar, otra vez cae al suelo, esta vez por su propia voluntad. Su poder comienza a ser encerrado en su cuerpo y su mano derecha llega hasta su boca, tapando sus labios en señal de sorpresa.
—Yo lo... lo siento. —Trata de formular una disculpa, sin mucho éxito.
Rosaura es la primera que se acerca. Ella siempre ha sido muy sensible con los demás, y siempre está para ayudarlos, pero prefiere no meterse en las controversias.
—Tranquila, Lele, todo está bien —tranquiliza la rubia sin llegar a tocarla, aun así, Lehia se aleja un poco.
—¡Yo no estoy bien! —ruge la pelirroja que yace en el suelo, está tratando de retomar el aliento. Daerien la ayuda a ponerse de pie.
—Te ves bastante bien, aún puedes gritarle al mundo entero con tu mal humor —dice Kaeil con sarcasmo y se une a Daerien para recogerla del suelo.
Me acerco hacia Lehia con cautela y me percato de que mi rabia se esfumo en menos de lo que pude imaginar. Definitivamente estoy descompuesto de alguna manera.
—¿Estas bien? —pregunto con suavidad.
—Yo amm... lo siento —dice avergonzada—. Necesito estar sola, será solo un momento.
Rosaura extiende su mano y Lehia la tom. La rubia la ayuda a levantarse del suelo y posiciona su mano sobre su hombro tratando de tranquilizarla. Lehia fuerza una sonrisa de agradecimiento y comienza a caminar hacia el campo, adentrándose más en él.
Al cabo de unos minutos viendo a Lehia sentada sobre una roca me comienzo a desesperar, quiero ir a explicarle todo para que sus dudas no crezcan aún más. Quisiera ir y apretarla contra mi torso en un cálido abrazo que la ayude a sentirse en paz. Entonces siguiendo al pie de la letra esta necesidad, comienzo a caminar en su dirección. Pero mi cuerpo es detenido a mitad de camino por el brazo de Kaeil.
—A dónde vas —pregunta con autoridad—. Ahora mismo no es lo mejor que tú estés con ella.
Lo miro con enfado incandescente. Cómo se atreve a decirme eso, si no yo, entonces quién. Yo soy exactamente quien debería ir a tratar de ayudarla.
—¿Y quién sí? —pregunto con el mismo tono que él—. ¿Tú?
Rueda los ojos mientras un suspiro se le escapa.
—Ella necesita respuestas... calma —dice con insinuación y siento como si me hubieran pegado un golpe en la quijada.
Claro, yo con mi aura llena de agresividad no es precisamente lo que ahora necesita. Entonces la misma duda se instala en mi se una vez más. ¿Soy malo para ella?
Claramente ella me proporciona a mi paz, porque ella es toda serenidad. Pero y si yo a ella tambiénle trasmito lo mío, y si yo a ella le doy toda mi violencia y descontrol. Entonces estaría más que claro que el malo aquí soy yo. Aunque eso ya lo sé, siempre lo he sabido, y no solo el malo en la historia de ella sino en todas las historias.
Suspiro con pesadez, rindiéndome ante su lógica. Claro que después de ese ataque no necesita más peso en su mente.
—Daerien, ve, trata de explicarle —demanda Kaeil—. Seguro que tu tranquilidad la hará querer escucharte.
Daerien pasa por mi lado, con la cabeza gacha como siempre, y no puedo evitar que los celos se instalen en la boca de mi estómago.
Nunca he tenido una relación formal, siempre me la paso de la una a la otra, y cuando digo que será pasajero siempre hay un acuerdo mutuo. Por eso, con las demás nunca había tenido problemas de este tipo. Sin embargo, al ver a Lehia, tan delicada y poderosa al mismo tiempo, con esa hermosura tan mortífera y su inteligencia, no puedo evitar estar alerta, incluso ante Daerien.
Cuando llega a su lado y ella lo invita a sentarse con más tranquilidad, de nuevo la punzada de inquietud se instala en mí. ¿Qué hubiera hecho si fuera yo quién la hubiera alcanzado en lugar de él? Sacudo mi cuerpo entero, tratando de eliminar esos pensamientos y al parecer Rosaura se da cuenta de mi estado.
—Alguien está celoso —dice en forma de canto—. Vamos Bleki, es Daerien, él nunca te la quitaría —afirma mientras se ríe.
—Es cierto, Bleki —apoya, Elektra imitando a Rosaura para burlarse de mi—. No seas patético.
—Oh por el alma de nuestra madre —Rosaura recita las palabras comunes de los Psyques para expresar su sorpresa—. Elektra, ¿estás bien? ¿Desde cuándo te importa alguna relación en general?
Elektra rueda los ojos volviendo a su estado natural.
—Desde que impregnan drama en el ambiente, haciendo que mi cabeza duela.
Rosaura remata con otra risa sonora.
—Seguro te duele por otra cosa —digo para luego carraspear, haciendo alusión a la golpiza que Lehia le proporciono hace un momento.
Ella eleva sus pupilas al aire, buscando tranquilidad, y luego organiza su traje, que està tan roto como los demás, y se retira.
Vuelvo mi vista a Lehia y Daerien que conversan. Ella se ve muy interesada en lo que dice, y por lo que alcanzo a ver, su entrecejo se arruga con tristeza o algo parecido. Trato de relajarme, porque él simplemente está explicándole lo que debe saber.
Debo admitir que la confianza entre los dos no está muy bien establecida. A pesar de que me gusta mucho, no puedo evitar pensar que en cualquier momento se va a revelar como espía del campamento de su padre, después de todo, es su progenitor y tendría todo el sentido que aún trabaje para él.
Pero luego veo sus hermosos ojos grises y en ellos no veo más que dolor y cariño cuando se reflejan en los míos. Es como si su sola presencia me asegurara que no nos va a traicionar. Y aunque al principio jugaba en nuestra contra, también debo admitir que nosotros tampoco estábamos jugando a ser aliados con ella. Varias veces yo la amenacé y Kaeil también, creo que estamos a mano.
Pasan los minutos y nada que terminan de hablar, así que para evitar torturarme a mí mismo, me dirijo hacia el borde de la carretera y allí me siento sobre el asfalto sólo para ver como mi llama comienza a elevarse alrededor de mis dedos. Mis ojos se envuelven en el conocido color rojo y posiciono mi mano frente a mi vista para contemplar el calor.
Comienzo a mover la mano y los dedos al compás, de forma que las llamas se moldeen en diferentes formas. Un árbol, un león, una serpiente, y ella, su silueta; aunque no puedo recrear su cuerpo de forma realista, la silueta de una mujer me es suficiente para relacionarla con ella. Podría parecer loco, pero en este momento parece ser que mi corazón le gana a mi razón.
Deshago la llama y simplemente juego con ella en el aire, ya no tiene ninguna forma en especial, sólo el viento es el que la moldea y así como estoy, concentrado, recuerdo la oscuridad a la que mi poder me llevó una vez, o bueno, a la que yo mismo me arrastre.
Giro mi cabeza y me encuentro con el paso lento de Lehia y Daerien hacia nosotros, una vez más. Cuando están lo suficientemente cerca veo a Lehia con lágrimas por todo su rostro.
—¿Qué pasa? —pregunto, aunque sé lo que él hizo.
El poder de Daerien es bastante extraño, la premonición. Con tan solo tocar a una persona o incluso algo que le pertenezca, es capaz de ver el pasado y a veces también el futuro. Ese poder es muy dispendioso, dado que se activa de forma involuntaria y no solo voluntaria. No importa cuánto entrene, siempre habrá ocasiones en las que saldrá sin que él así lo quiera. Está vez sucedió porque la persona que toca tiene las respuestas a sus propias preguntas, aun cuando no esté consciente de ello.
Lehia intenta hablar, pero su voz se queda ahogada. Veo que Daerien coloca su brazo sobre su hombro, dándole confianza y ella le sonríe con agradecimiento. No puedo evitar que mi respiración cambie, siendo un poco más pesada, pero trato de relajarme porque ella me necesita calmado.
—También fui secuestrada hace dieciséis años... vivía en la misma aldea que Daerien —suelta con rapidez—. Mis padres... mis padres fueron asesinados... yo no soy Lehia Kinn.
De inmediato mi cuerpo se siente pesado y la rabia nubla mis pensamientos. ¿Cómo pudieron hacerle eso a ella? Voy a matarlo, juro que lo voy a matar. Maldito doctor, malditos campamentos, malditos todos los humanos. No puedo creer que esto esté pasando.
Mis manos se cierran en puños y puedo sentir que el fuego grita por ser liberado, pero antes de que algo malo pase, siento que Rosaura posa su mano sobre la mía, usando su poder para aislar cualquier rastro de mi poder. Como médica, es algo que puede hacer, contener a los pacientes. El alivio se esparce en pocas cantidades por mi cuerpo, aún no soy capaz de abandonar la ira que llena mi mente. Me dispongo a simplemente seguir escuchando.
—Soy Lehia... Winters y... —vuelve a romperse y esta vez no puedo quedarme quieto.
Me libero de Rosaura y me dirijo a Lehia. No puedo contenerme más así que la abrazo, tratando de arrancar ese dolor, aunque no pueda. Al contacto ella se derrumba, llora con más intensidad y la fuerza abandona su cuerpo.
Siento que ella infla su pecho con el aire que nos rodea, tratando de recuperar el aliento, y entonces me alejo un poco para dejarla seguir. Me posiciono a su lado derecho, pues Daerien se encuentra a su izquierda, y tomo su mano resguardándola con fuerza en la mía.
—Y murieron ese día. —Su mirada cae con derrota al suelo.
—Lo siento, Lehia. —Elektra es la primera en hablar, mostrando su lado compasivo. Aunque es ruda y gélida, sabe en qué momentos es necesario bajar la guardia. Lehia la mira con agradecimiento y una tímida sonrisa se instala en su rostro; pero no llega hasta sus ojos.
—Aquí nos tienes linda, nosotros estamos para apoyarte en lo que quieras hacer —asegura Kaeil con los ojos caídos.
—Tienen razón, Lele, no te dejaremos sola —contribuye Rosaura. Debe ser horrible vivir engañado toda la vida. Lleva dieciséis años encerrada bajo tierra indiferente de la verdad y llena de patrañas que no son más que mentiras. Las ganas de matar a ese maldito doctor vuelven a mí y no puedo evitar expresarlo.
—Lo mataré —aseguro con frialdad. Kaeil me mira con advertencia, haciéndome entender que para él eso fue imprudente.
Me giro, tratando de descifrar la expresión de Lehia. Me sorprendo cuando, a pesar de que algunas lágrimas aún caen por sus mejillas, su rostro es gélido y rígido, carente de emoción alguna.
—No tienes que hacerlo —afirma con un hilo de voz que refleja solo frialdad—. Él ya es hombre muerto.
Es cierto que ya la he visto actuar de esta forma ruda y autosuficiente, pero no puedo evitar que cada vez que eso pase me tome desprevenido. Su ser demuestra solo dulzura y calidez, es extraño verla actuar como realmente es.
Aprieto su mano en señal de apoyo y ella respira con pesadez, tratando de no volver a perder el control. Unos minutos después ya estamos encaminándonos por la misma dirección en la que íbamos y aunque otra vez estoy adelante no puedo evitar escuchar la conversación que Elektra, Rosaura y Lehia sostienen.
—Elektra yo, primero quiero disculparme. En serio no era esa mi intención.
—No te preocupes, querida, he soportado cosas peores —dice con superioridad como siempre—. Pero, quiero que sepas que te apoyo... apoyamos —Se le dificulta, pero se entiende que en realidad si quiere ayudar a Lehia.
No sé cuál es la respuesta de Lehia; a juzgar por el pequeño grito de disgusto de la pelirroja, solo puedo suponer que fue un abrazo o algo parecido. De un momento a otro, Elektra me alcanza y me sobrepasa, posicionándose al lado de Kaeil con la intención de indagar por nuestra ubicación y la del equipo que viene a recogernos. A pesar de eso, sigo concentrado en mi chica, que atrás sigue conversando con Rosaura.
Este grupo ha sido mi salvación unas cuantas veces, me alegra que también sea la salvación de ella, porque en realidad necesita de personas que la apoyen y sostengan ahora que sabe que está sola en el mundo.
—¡Lehia kinn! —se escucha una voz desconocida. El primero en girar soy yo, preparado para atacar a quien sea que este molestándola. Sin embargo, una vez camino a su lado, ella me detiene.
—Doctor Moore —saluda con superioridad.
En seguida percibo a Daerien inquieto y desasosegado. Él es quien lo retuvo durante todos esos años. Como acto de protección lo empujo atrás con más agresividad de la que planee. No sirvo para consolar a las personas. A Lehia si, a los demás no. Veo que Kaeil lo sostiene y le da palmadas en el hombro, tratando de que se relaje.
—Tú padre está ansioso por verte —dice con un tono persuasivo—. Tu misión ya culminó, puedes volver a casa.
Siento que la vena de mi frente comienza a palpitar, pero trato de mantenerme a raya, esto es un tema que Lehia debe decidir, y no creo que quiera volver luego de que descubrió todo. Ella suelta una risa carente du humor, su cuerpo se pone rígido, haciéndola parecer más alta e imponente.
—Mi padre... —El sarcasmo y el asco se sienten en su tono. Ella es quien está al frente y yo me mantengo cerca, atento.
—¿Qué te hace pensar que iré contigo? —pregunta con frialdad—. Si él se tomó la molestia de enviarte hasta acá, no debe ser porque me extraña, ¿o sí? —El doctor no responde nada, se queda estático sin mostrar expresión alguna—. No, no —se responde a ella misma—. Si te mandó, seguro ya debe saber de mi traición —resuelve por si misma—. O su traición —enfatiza en la diferencia.
Moore eleva sus comisuras tratando de hacer una sonrisa relajada que le sale fatal, más bien parece que lo fueran a mandar a la guillotina y estuviera en estado de negación.
—Por supuesto que no, linda... —Antes de que pueda terminar su frase, Kaeil se adelanta hasta quedar junto a Lehia.
—¡No la llames de esa forma, cerdo! —exclama con recelo y enfado.
Lehia lo mira de forma tranquilizadora, toca su hombro para reafirmar su control. Él de inmediato se aleja y vuelve atrás con los demás. Solo puedo agradecer que él hubiera tomado la decisión de hacer eso antes que yo, porque si no, ese malnacido no estaría respirando nada más que sus propias cenizas. El doctorcito ese vuelve a sonreír, esta vez para mostrar su rendimiento.
—Vamos, Lehia, no querrás que tu padre se enfade más contigo, de por sí ya la misión quedo obsoleta, ¿también quieres hacerlo sufrir?
—Oh si, tienes razón —habla con suavidad, como una niña pequeña—. Ese hombre debe estar sufriendo tanto, por eso me mando a matar.
Moore no muestra ninguna expresión, con eso confirma que Kinn si la mandó a matar, y peor aún, que nadie allí se arrepiente.
—Pusiste las cosas en riesgo... O más bien, ellos, las pusieron en riesgo —escupe con asco—. Tu padre solo seguía el protoco...
—¡Colton Kinn no es mi padre! —No puede evitar elevar la voz para rugir—. Ve y dile, dile que ya lo sé todo, que no tiene control sobre mi... pero más importante aún, que iré por él.
Moore se sorprende un poco cuando ella le confiesa eso; sin embargo, se recompone rápidamente.
—Terminaste siendo un fiasco, Flinch tenía razón. Y pensar que deposite toda mi fe en ti —rechista.
—Como si me importara tu estúpida fe —ruge—. Puedes volver a donde mi supuesto padre y decirle que la venganza no es dulce, no; dile que en este caso la venganza es mortal, porque iré al infierno y volveré si es necesario tan solo para probar su sangre entre mis manos.
El hombre comienza a negar con la cabeza como si de verdad estuviera al borde de colapsar por la decepción.
—Ellos, no son tus amigos —asegura con frialdad.
—Ellos —repite en el mismo tono que él—. Me han ayudado, me han apoyado, a diferencia de ustedes que solo me han usado.
—No te equivoques, eso no es amistad. Eventualmente descubrirás que ellos son el verdadero enemigo, que ellos también te podrían usar y entonces entenderás que tu lugar siempre ha sido con nosotros. Ellos son tu enemigo. —Se da la vuelta y comienza a caminar por donde llegó.
—Hay que matarlo ya —impone Elektra.
—No, necesito que el mensaje llegue. La muerte les llegará, eso es un hecho profetizado por mí. —Lehia se gira y se comienza a caminar al igual que él doctor Moore, su compás es sereno pero frío e imponente, y sin dudarlo todos comenzamos a seguirla.
Al cabo de un rato de silencio, al fin el dispositivo cobra vida, transmitiendo una vez más la voz de Nicolá Magnum, el padre de Kaeil y Quil.
—Ya los tenemos en nuestro radar.
El sonido de un helicóptero inunda la solitaria calle, cuando menos pensamos el gran aparato aterriza unos metros más adelante de nosotros. Es hora de al fin volver a casa, ya lo necesitaba.
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¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué piensas del nuevo descubrimiento de Lehia y más importante aún, qué crees que le depara el futuro?
Dejen sus comentarios dejando sus opiniones y teorías 😌 me encantaría leer sus locos pensamientos y discutir sobre ellos.
¡Nos iremos leyendo, almas de esta tierra! 🤍✨
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