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CAPÍTULO 12

El espeso humo me rodea, manchando mi blanca piel, mientras estoy petrificada en medio de una aldea desahuciada. Las llamas intensas se elevan con vigorosidad, alcanzando las chozas y reduciendo a polvo cada pequeña estructura.

Frente al lago un montón de leña se arremolina, preparada para ser encendida.

El oscuro bosque se ve más tenebroso que nunca, lleno de figuras estilizadas corriendo a través de él. Las copas de los árboles dibujan un límite entre la infernal superficie terrestre y la serena noche estrellada. El cielo ostiene el faro de luz más magnifico. La luna emite una luminiscencia hermosamente mortífera; trae consigo la miseria, aunque se muestre preciosa.

En medio del fuego caótico que rodea a diferentes figuras ineludibles, soy consciente de mi presencia en medio de esta guerra. Miro mi brazo lleno de ceniza y reparo que mis uñas están mugrientas, medio embarradas de sangre y medio embarradas de tierra.

Entonces levanto el brazo reflejo del anterior y encuentro que estoy sosteniendo un arma extraña; es completamente negra, parecida a las que había en la casa donde toda una pandilla fue aniquilada.

Levanto la vista y me encuentro con una mujer corriendo en dirección contraria al lago. Parece estar gritando por misericordia, pero, como si mi cuerpo fuera esclavo de sus más míseros impulsos, mi brazo se levanta y apunta el arma hacia el pecho de la mujer. Mi dedo índice se ubica en su lugar y sin pensar aprieta el gatillo, provocando que una pequeña bala se atraviese en el lado izquierdo del pecho de mi víctima.

La mujer cae de rodillas sobre la tierra mojada,  y sus ojos parecen dejar la vida antes que su cuerpo. Cuando al fin está tendida sobre el suelo me acerco, por inercia, como si quisiera comprobar su muerte. Parada a su lado, vuelvo a apuntar el arma, esta vez hacia su cabeza, y con sevicia disparo, disparo... en su precioso rostro que al instante queda deformado.

Me aparto dando tres pasos hacia atrás, y observo cómo una energía de color blanco se arremolina sobre el cuerpo, elevándose.

Me adentro hacia el lago, huyendo del caos infernal. Mi cuerpo es tragado por el agua, y cuando el líquido sobrepasa mis hombros sumerjo mi cabeza por completo.

Al abrir los ojos bajo el agua, veo a una me figura que con lentitud comienza a acercarse a mí. No me puedo mover, no puedo huir ni renegar. Simplemente veo cómo se acerca. Con una última mirada, sigo su mano que se dirige con potencia, empuñando una espada que al final se incrusta en mi costado de forma melodiosa.

Me levanto del sueño con grito ahogado. Miro a mi alrededor y los dos Psyques que me acompañan aún duermen plácidamente, lo cual agradezco. Con la respiración agitada me pongo en pie y me asomo por la ventana.

El mismo lago, el mismo lugar, diferente sueño.

Hace días no soñaba con este lugar, la última vez quede perturbada, pero esta vez me siento aún peor. Estaba muy dispuesta a asesinar y a ser asesinada, no parecía afectarme en lo absoluto la muerte. ¿Es en serio ese el poco respeto que tengo por ella?

Me aparto de esta ventana, queriendo estar expuesta al aire, así que decido subir y tratar de encontrar una terraza. El gélido viento se cuela por mis huesos, haciendo que me abrace a mí misma buscando un poco de calidez.

Alrededor puedo ver con más claridad los edificios consumidos por las ramas, y también sus interiores, llenos de escombros y de utensilios del viejo mundo.

A pesar de que este edificio es tan pequeño no me siento perdida entre la jungla. Al contrario, me siento tranquila, sosegada y llena de placer al contemplar la perfección que resulta la ausencia de seres llenos de avaricia y egoísmo.

Me arrodillo en el suelo y me siento sobre mis piernas, buscando una posición en la que pueda meditar, en la que pueda sacar todas las toxinas de mi cuerpo, sumergiéndome en mi poder y mi mente.

—La noche está muy fría, incluso para mí, primor —pronuncia con cierta ensoñación.

Me levanto y giro para encararlo.

—¿Primor? —pregunto, deleitada.

—Una belleza incontenible, incomparable..., como tú. —Le sonrío, transmitiéndole cuanta emoción pasa por mi interior gracias a eso.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con preocupación.

—El sueño no fue mi gran aliado —confieso—. No podía dormir.

—¿Pesadilla? —Asiento. Constató que debió haber escuchado mi grito al despertar.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Vi cómo te quedabas fascinada con el paisaje, supuse que querías divisarlo desde un lugar más abierto.

No puedo evitar sonrojarme cuando admite que estuvo prestando atención a mis reacciones. Sin embargo, me giro para que no lo note. Ya no hay razón para que me reprenda por sentir, mucho menos estando tan deleitada en una noche tan divina como esta. Después de todas las mentiras, quiero experimentar algo real.

Entonces se acerca con sigilo y toma mi cabello, acariciando la textura de este. Cierro los ojos por en respuesta, y no muevo un solo músculo. El frío se esfuma con su cercanía y no soy muy consciente de cómo el tiempo pasa. Una sonrisa sutil se dibuja en mi rostro.

—¿Qué soñabas que te dejo tan afectada? —pregunta, y su voz suena más suave y afable, es totalmente distinto a su normalidad.

Me debato un momento sobre si debería confiarle mis miedos, si debería dejar que se entere de mis debilidades. Sin ningún problema la respuesta llega. A pesar de su sombría violencia, mi ser no puede pasar por alto lo que provoca.

—Es un sueño recurrente, cada vez es peor —me sincero.

Me giro para encararle. La cercanía hace que mi semblante de seguridad se desmorone por un momento en el que el nerviosismo se instala. Sin embargo, sus ojos me levantan y siento que la confianza vuelve, solo porque en ellos se refleja una calidez muy contraria a su normal nebulosidad.

Le cuento con detalles cada parte de esa pesadilla, le cuento cómo fue que que en mí no hubo remordimiento ni reacción alguna, pero no puedo verlo a los ojos con semejante verdad.

Me abrazo a mí misma para protegerme de la helada brisa nocturna, o para ocultar que la conmoción de rememorar ese sueño hace que tiemble. Alguna lágrima rebelde se atreve a escurrir por mi rostro.

De pronto, siento cómo sus brazos me rodean, envolviéndome en un cálido y afectuoso abrazo. Al principio me quedo quieta sin saber qué hacer. Pero luego me relajo y lo imito, envolviendo los míos sobre su torso mientras escondo mi  sobre su cuello pues es unos veinte centímetros más alto que yo.

—Fue solo un sueño —asegura para que la angustia se esfume. Asiento, no muy segura de eso.

—Ya antes había visto cómo las personas morían, dejando que la energía se fuera con el aire. —Se aparta un poco, mirándome con inquietud.

—¿No sabes qué son? —Niego.

—Son Psyques. Cuando morimos nuestra alma se eleva, dejando que el cuerpo mortal cumpla su ciclo; pero el alma trasciende, ya que es energía que nunca muere. Nuestra alma queda divagando más arriba del cielo.

Lo observo con impresión. Claro que no sabía eso. Mi sentido común me ayudó a intuir que se trataba de alguna forma en que su ser dejaba su cuerpo, pero no pensé que fuera real. Pensé que era producto de mi imaginación.

—¿Eso sucede en verdad? ¿Es igual de espectacular y corpóreo? —Asiente mientras suelta una risa suave. —Sonrío con euforia, dejándole ver lo asombrada que eso me deja.

—Eres tan increíblemente peculiar. Me contagias de esa hambre y pasión. Parece que todo te impresiona.

—Eso me recuerda que aún tengo que entregarte algo —le digo, cambiando un poco el tema.

Me mira, extrañado, buscando alguna cosa tangible a mí al rededor que le indique de qué hablo. En seguida me rio, burlándome de su mentalidad tan mecánica.

—No está aquí —aclaró—. Está aquí —señaló mi cabeza y luego la suya.

Entonces parece entender, porque cambia su expresión y conecta su mirada con la mía, sin querer apartarla, transmitiendo expectación. Mis ojos grises se esfuman y puedo sentir el cosquilleo en mis pupilas. Comienzo a crear un puente y cuando estoy entrando a su mente las barreras no existen. Me deja el paso libre.

Esta vez, al igual que con Kaeil no hay ningún tipo de resistencia por lo que su vestíbulo no se camufla con puertas. Estoy en medio de un campo. Al frente hay un rio que va horizontalmente partiendo la tierra en dos. Su caudal parece ser muy fuerte, porque el sonido del agua se intensifica.

Entonces, en el campo empiezan a aparecer una especia de plantas negras. Excepto que, no son plantas, son serpientes. Me asusto y doy algunos pasos hacia atrás, pero luego me percato de que estas criaturas solo se mueven enrollándose entre sí, sin representar ningún tipo de peligro. Bajo la guardía.

Miro al horizonte, esperando ver algo que me indique a dónde debo ir, pero lo único que encuentro es un cielo totalmente negro, con unas pocas nubes color blanco que resaltan e iluminan el camino.

Sin más alternativa, decido ir hasta el río y crear un puente que lo atraviese y para llegar al subconsciente. Comienzo a avanzar tratando de evitar los cientos de serpientes que se cruzan por mi camino. Es una tarea difícil, pero llego más rápido de lo que espero a la orilla del río.

Me asomo para ver mi reflejo en el agua, pero me sorprendo cuando la negrura de esta sólo me devuelve el olor a muerte. El líquido que debería ser cristalino se disipa y es reemplazado por un color vino tinto. ¿Sangre?

Sumerjo mi mano esperando que esta salga manchada, pero cuando sale limpia y libre de cualquier impureza resuelvo que no es sangre en realidad, es la proyección de esta.

Cuando estoy dentro de la mente de la persona puedo experimentar todas las sensaciones y las cosas toman forma como si las tuviera en frente de mi cuerpo. Sin embargo, esto debe ser algún prejuicio contra sí mismo. Una idea infundada o un error manchado de pasado. No puedo experimentar su realidad.

Comienzo a formar el puente con mis manos, haciendo movimientos en el aire que le indican a la estructura de energía donde debe posicionarse. Cuando ya está materializado lo atravieso el río y cuando voy llegando al final comienza a formarse el subconsciente.

Al parecer, la primera vez que entré a este lado él me mostró la verdad, tal vez no la tenía protegida. Y es que veo el mismo bosque, tal y como lo recordaba. Millones de árboles altos, que dibujan una oscuridad siniestra. Me adentro y las serpientes que antes vi ahora están enredadas entre los árboles y parecen ser más grandes y letales. Sin embargo, no me atacan. Más animales comienzan a aparecer y todos se ven tenebrosos.

De pronto veo una belleza inusual en este bosque, una belleza oscura y macabra.

Un lobo aparece en frente y me mira con serenidad, pero manteniendo una postura de domador. Se lanza a trotar en dirección contraria cuando me descarta como amenaza.

Elevo la vista tomando los recuerdos más recientes de Blake, y habiendo localizado ese que yo me atreví a robar, me empeño por hacer que vuelva a dibujarse en su mente.

«¿Qué haces?», escucho en la lejanía.

Cuando mi tarea está hecha, me dejo caer al suelo y siento como si me elevara y fuera tragada por la infinita oscuridad que las copas de los árboles sostienen.

Abro los ojos y encaro al dueño de la mente de la que acabo de salir. Él me devuelve una mirada confundida, pero fascinada a la vez.

—No soy la única que se fascina por las nuevas cosas —digo sonriéndole con diversión. Él parpadea varias veces, tratando de recomponerse, y vuelve a la realidad.

—¡¿Yo sabía que tú lo habías robado?! —exclama con una impresión característica de un niño pequeño. No puedo reprimir la carcajada que se desencadena, por lo que posicionó mis manos en su torso tratando de mantenerme en pie y él las toma, dándome estabilidad.

—Eres una bruja. —Me contempla con diversión. Yo alzó los hombros y lo miro con superioridad.

—Tú fuiste muy débil.

Él me mira con fingida indignación y luego se hecha a reír una vez más. Su risa es melodiosa y grave, una combinación que me revuelve los sentidos.

Su semblante cambia y su cara se ablanda, haciendo que sus facciones transmitan tranquilidad. Entonces no sé qué hago, mi cuerpo se mueve porque quiere: me acerco con cautela, aminorando la poca distancia que de por sí ya había. Estamos tan cerca que su pecho choca con el mío. No importa que mi mente y razón siempre estén a la defensiva, mi cuerpo termina traicionándome, al menos así siempre parece cuando me topo con este hombre.

Levanto el rostro, para no perder de vista sus ojos tan hipnotizantes, y él acerca el suyo.

El tiempo parece haberse detenido y al mismo tiempo se siente como si todo pasara muy rápido. Sus labios encuentran por fin a los míos, que estaban listos para recibirle. Mientras él rodea mi cintura con sus brazos, yo elevo los míos para enredarlos en su cuello, y así nos fundimos en una caricia que se profundiza cuando su lengua danza hasta encontrarse con la mía. Siento cómo suelta una de sus manos de mi cintura y la eleva para tocar mi pómulo y luego mi cabello. Es tan dulce y a la vez tan agresivo, es como si estuviera ardiendo en un infierno de deleite y extravagancia.

Me aparto y eso parece arrancarle algo en su alma. Su calor es tan agobiante que me hace querer fundirme con él, y así evitar que la contrastante ventolina me aleje de su fuego.

—No sabes cuánto quise que esto pasará —dice imprimiendo añoranza en su tono.

—Lo sé. Inconscientemente mi también lo quería. —Sonríe con satisfacción y hace que yo haga lo mismo.

Lehia, primor —acaricia mi nombre con dulzura, pero su calor se imprime en su mirada y el deseo se refleja.

Blake Laun —respondo, igualando su tono y dándole a conocer que algo tan banal como puede ser un apellido no se ha borrado de mi mente. Me abraza de nuevo y permito que me sostenga por varios minutos.

En algún momento él se sienta sobre el suelo y me invita a hacerlo. Ahora estamos sentados, uno junto al otro, viendo cómo el cielo se ilumina, mostrando un amanecer colorido que acentúa más la majestuosidad de la ciudad.

—No sé qué viste aquí dentro —dice señalando su cabeza—. Estoy seguro que no fue nada bueno, pero así sigues aquí... Gracias. —Al observarlo la empatía crece en mí.

—Sangre, oscuridad —le digo, omitiendo detalles—. Serpientes —termino, dirigiendo mi mirada a su cuello, desde donde sobresale el tatuaje con esta forma.

Se da cuenta a donde estoy mirando y entonces remueve lentamente su camisa, dejándome ver su torso trabajado y contorneado. Me quedo sin aliento. Él me mira con diversión y su ego sale a relucir, pues sabe lo bien que se ve.

Giro los ojos, sonriendo, y vuelvo mi atención al tatuaje. La cola de la serpiente inicia en el medio de sus pectorales, sube por su clavícula, y finalmente se enrolla, dándole dos vueltas a su cuello, para encontrar que la cabeza de la serpiente reposa hacia abajo, justo en un costado del cuello. Además, tiene diferentes cosas escritas en su cuerpo, la mayoría en un idioma desconocido y hay animales más pequeños acompañados de otros objetos. Los tatuajes se reparten por su torso y sus brazos y veo que algunos viajan por su costado, llegando a su espalda.

Bajo la mirada viendo lo marcado que está su abdomen y justo al costado hay una frase que si puedo leer."La muerte está destinada a ser. Camina entre nosotros, añorando"

—La muerte no es más que la vida. Y es que cada día estamos muriendo en miles de formas, cada día parece que se nos arrebata un pedazo de alma que se convierte en eterna añoranza. —Mis ojos están cargados de tristeza por alguna razón, después de su explicación.

—¿La muerte no te asusta?

—¿Por qué habría de hacerlo? Duele más la vida —responde en un tono cargado de rencor.

Después de haber matado a esas personas, sin inmutarme ni importarme la muerte, parece que la realización llena mi sistema, me doy cuenta de que en cualquier momento puede suceder. Aun así, el sentimiento de traición vuelve a instalarse y no me reconozco en lo que siento, en lo que hice.

Blake vuele a deslizar su camisa sobre su cuerpo.

Mis ojos se pierden un momento en el horizonte, mientras recuerdo que mi destino es ser una asesina sin piedad.

—¿Lily fue la primera persona a la que asesinaste en tu vida? —pregunta con neutralidad mientras revisa mis facciones, en busca de alguna respuesta. Asiento, derrotada, y lo miro. Él me devuelve la mirada y se le nota sorprendido.

—Eso explica mucho. Las primeras son las peores, pero eventualmente el dolor y la culpa se esfuman. —Niego. No alcanzo a entender esa concepción.

Él parece entender mi posición, al parecer por el vacío que mis ojos reflejan. Entonces extiende su brazo derecho y lo pasa por mis hombros, brindándome apoyo.

Estamos los tres sentados en el gran salón, tratando de comunicarnos con el equipo de rescate que vendrá a ayudarnos.

Mientras que Blake sigue repitiendo que las coordenadas están siendo compartidas y que necesitamos refuerzos, yo estoy comiendo el resto de las tostadas que deje de ayer. Esta vez el hambre si está haciendo estragos.

—Necesitamos refuerzos, estamos en la ciudad pérdida. Repito, necesitamos refuerzos. El arsenal ha caído —repite por enésima vez.

—Seguro ya lo escucharon, pero no pueden comunicarse. Nos toca esperar —señala Kaeil.

Arsenal hemos escuchado su llamado, estamos en camino. Asegúrense, nosotros ya llegamos. —Se escucha una voz femenina que sale del comunicador.

—Rosaura —pronuncia Kaeil con esperanza. Blake sonríe y responde:

—Aquí estamos esperando, unos más que otros, eso es seguro —se aclara la garganta—. Kaeil —dice rápido y con diversión, en un intento porque su amigo no lo note, pero obviamente falla.

Kaeil hace que una rama abofetee a Blake, él lo mira con el entrecejo arrugado y luego se larga a reír.

—¿Quiénes conforman el equipo de rescate? —inquiero.

—Rosaura, que trabaja con medicina energética, por obvias razones —dice Kaeil con orgullo. Lo contemplo confundida y gira los ojos, mostrándose exasperado, pero al instante su cálida y serena mirada me mira con amabilidad.

—Cura a las personas a través de su poder. Su energía se instala en la persona y cura cualquier dolencia y herida. —Es fascinante.

—Elektra, quien posee Electroquinesis, y Daerien, quien posee Premonición —termina Blake.

—¿Solo ellos tres?

—No, seguramente algunos soldados los acompañan. Aunque no sé quienes —responde.

A lo lejos se escucha un sonido pesado y repetitivo. Blake y Kaeil se levantan y salen para comenzar a subir las escaleras. Yo me levanto y los sigo, cayendo en cuenta de que el sonido pertenece a un helicóptero y que arriba es donde aterrizará.

Llegó a la terraza y Blake ha creado una llama que se alza por el cielo indicándole al piloto de nuestra presencia. El aparato se comienza a acercar, por lo que los chicos se apartan y dejan que aterrice.

Al cabo de unos pocos minutos, del helicóptero baja una pelirroja, quien al parecer era la que lo pilotaba. Es bastante alta e imponente, a pesar de que su figura estilizada es delgada. Lleva un traje negro que se ciñe a su cuerpo y tiene algunos bolsillos y un logo naranja que parece ser un broche.

Del lado contrario sale un chico rubio, es más pequeño que la primera chica, pero es bastante atractivo. Él lleva un traje parecido al de la pelirroja, pero su broche es blanco.

Se abre la puerta de atrás y de allí salen tres hombres que llevan un traje azul oscuro y encima unas armas, rifles de asalto, y sus broches son todos azul oscuro.

La última en salir es una morena, de pelo rubio con mechones rosa. Es mucho más pequeña que los demás y tiene muchas curvas, su uniforme las resalta. Su broche es de color verde agua y porta una sonrisa contagiosa, a diferencia de los demás.

La morena corre hacia nosotros y abraza a Kaeil con euforia. Debe ser Rosaura. Los demás se acercan despacio. Los tres hombres con uniforme distinto se paran frente a Kaeil y le dan un saludo militar, mostrando una señal de respeto que me hace recordar que él es un oficial superior.

Blake toma la palabra.

—Ella es Lehia. —Me señala, introduciéndome a los demás.

—Elektra —señala a la pelirroja—. Daerien —señala al chico con el broche blanco—. Y...

—Rosaura —digo antes de que él pueda. La chica me mira y sonríe con alegría. Viene hacia mí y me ofrece su mano. En seguida la tomo dándole un apretón a modo de saludo.

—Es un gusto, Lehia.

—El gusto es mío. Al fin conocerte después de escuchar a Kaeil hablar sobre ti es maravilloso. —Ella se sonroja y mira a Kaeil, quien adopta una posición de vergüenza. Me rio suavemente.

Ahora que todos están cerca puedo percatarme de dos cosas en cada uno. Primero, el color de sus ojos. Elektra tiene ojos negros, Daerien los tiene café miel y Rosaura tiene un hermoso color azul rey, como el mar en su etapa más profunda. Segundo, que cada broche lleva una figura en alusión a su poder. El broche naranja de Elektra tiene un rayo; el verde de Rosaura tiene una pequeña cruz, de la cual sale una especie de energía; el broche de Daerien es completamente blanco; y los tres soldados llevan un broche con las iniciales A.P.

—¿Por qué llevan armas? —le pregunto a Blake en un tono suave, para que los demás no me escuchen. Blake me toma y me aparta junto a él.

—En la milicia todos debemos cargar un arma cuando estamos en el campo de batalla. En especial ellos, que son de la tropa B.

Me quedo en blanco ¿Tropa B?

—Kaeil y yo somos parte de la milicia, él es un oficial superior, yo soy tropa A. Ambos pertenecemos a la unidad de inteligencia, pero también trabajamos en el campo. Rosaura pertenece a la unidad médica y Elektra junto a Daerien son voluntarios. Todos los Psyques deben estar preparados para pelear y proteger a su raza, aun cuando no pertenezcan a la milicia —me explica el contexto y quedó asombrada con el significado de eso. Todos se cuidan entre sí.

—Después te explicaré mejor qué significa todo esto.

Asiento y volvemos con el resto.

—Así que está es la rescatada —resalta Elektra con una expresión neutra, pero con un tono de voz agresivo y condescendiente. La observo con los ojos entrecerrados, pero su aura me asegura que es una persona noble y valiente, lo cual me hace tener empatía y bajar la guardia.

—No exactamente —dice Blake y me mira, buscando mi permiso para revelar mi traición. Yo asiento y trato de mantenerme relajada.

—Era una agente encubierta por parte de los científicos, estaba trabajando para sacarnos información, pero luego fue traicionada y se enteró de muchas cosas que la hicieron replantearse su lugar.

Rosaura se asombra, pero no deja de mostrarse amable. Por el contrario, Elektra enciende su poder y sus ojos se tornan naranjas.

—Calma, está de nuestro lado —advierte Kaeil—. Verdaderamente.

—¡¿Como podrías tú saberlo?! —ruge.

—En verdad lo estoy —intervengo—. Mi padre es el doctor Colton Kinn, fui enviada en una misión para destapar las intenciones de estos dos. —Los señalo—. Pero me enteré de las verdaderas intenciones de mi padre, incluso dio la orden de ejecutarme. Yo no sabía... he vivido toda mi vida engañada.

Rosaura se nota preocupada, y me mira con compasión. Acto seguido se dirige a Elektra tocando su hombro, tratando de que ella guarde su poder. Esta se calma al instante, pero no deja de mirarme con sospecha.

De la nada, algo impacta sobre el helicóptero y todos nos alármanos.

No tiene ninguna forma en específico, pero alcanzo a ver que es algo forrado en una especie de cinta negra y al parecer algunos cables.

—¡Es una bomba! —advierte fuertemente Kaeil.

Todos comenzamos a correr escaleras abajo para escapar de la explosión.  Cuando apenas estoy tocando la primera escala, la detonación sucede. Mi cuerpo se siente liviano, gracias a la presión que las ondas expansivas de la bomba acaban de liberar. Veo todos los cuerpos volando por el aire e impactando con una pared. Entonces un dolor fuerte se instala en mi espalda y mi cabeza, haciendo que todo se vuelva negro por un momento.

Trato de abrir los ojos, pero lo último que alcanzo a ver es a uno de los soldados recostado contra la pared y con su cabeza en una posición que no parece significar vida. Un pitido se adueña de mis oídos y la negrura se apodera de mi vida.

­­­

Rosaura

~

No suelo pasarme mucho por aquí a comentar, pero este capítulo sin duda lo merece. Tantas emociones en unas cinco mil palabras. No se ustedes, pero yo, me derretí de ternura y al mismo tiempo me di algunas libertades a la hora de plantear un contexto de peligro.

¿Qué piensan del capítulo?

¿Quién creen que esta detrás del ataque que ha dejado a nuestra protagonista sumida en la negrura como ella dice?

Espero tus comentarios indicando tu opinión y teorías.

¡Nos iremos leyendo, almas de esta tierra! 🤍✨

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