Capítulo 8. Humillaciones
4 días después...
Vegeta impactó contra el suelo cuando la patada de Zarbon le dio en las costillas. El saiyajin escupió la sangre de su boca observando con rabia al soldado que le respondía de igual forma.
–Maldito mono de mierda–gruñó Zarbon aplastándole el hombro con el pie escuchando el gruñido de Vegeta. Se negaba a gritar de dolor por su causa–. ¿Sabes la humillación que he sufrido? ¿Y todo lo que he perdido? ¡Me las vas a pagar!–
–Que te jodan–escupió cuando sintió su hombro liberado, pero pronto se suplantó por una patada en su costado derecho terminando por romperle una costilla. El guerrero se retorció adolorido mientras apretaba los dientes para que su grito de dolor no saliera de su boca.
–Nadie debía saber que esa manta de pelo era impotente pero vienes tú y tu nueva personalidad de seamos amigos y le haces una maldita orgía ante sus hombres–Zarbon se agachó para mirarle a la cara–. Esa mocosa que te lame el culo todo el rato no te habrá comentado nada ¿verdad?–
Vegeta le miró con desprecio y sin pensarlo le escupió en la cara ensuciándolo de su sangre. Zarbon se limpió la cara con asco y, lleno de cólera, empezó a propinarle patadas y pisotones.
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Bulma se encontraba en la sala de entrenamiento reconstruyéndola para construir la famosa Cámara de Gravedad. A pesar de todo ella cumplía sus promesas y por mucho que ahora no quisiera ver al Príncipe debía seguir con su proyecto si algún día quería salir de ahí.
Sintió una punzada en su corazón cuando recordó el rostro del guerrero. Apretó sus labios y cerró con fuerza sus ojos para impedir que de nuevo las lágrimas la ganaran. Sintió el nudo en su garganta y no pudo evitar recordar el fatídico día.
(Flash Back)
Estaba tirada en su cama con una sonrisa tonta en su rostro. No podía olvidar los besos de hacía unas horas ni mucho menos las caricias de sus manos por su cuerpo. Nunca en su vida hubiera imaginado que el Príncipe fuera tan pasional y atento. Veía en sus ojos un deseo recíproco. Ella sentía exactamente lo mismo.
Se levantó de la cama y se dirigió al espejo para contemplarse con atención. Iba vestida con un camisón negro y su transparente bata. Había recogido su corto cabello dejando el cuello expuesto.
Lamió sus labios y tocó con delicadeza su cuello. Cerró los ojos y recordó los labios del Príncipe sobre él besándola con delicadeza. Llevó su mano por su hombro izquierdo apartando la tela de la bata que caía por su brazo.
Su piel se erizó con el tacto y la desnudez así como del recuerdo de las manos del guerrero sobre ella tocándola con delicadeza como si se fuera a romper. La yema de sus dedos tocaron su clavícula y con el filo de las uñas terminó por el comienzo de su escote.
Abrió los ojos y miró por el reflejo su pecho. Vegeta no la había tocado ahí y sólo pensarlo la ponía nerviosa. ¿Cómo sería? Tragó saliva y luego suspiró. Volvió a colocarse la bata y se apartó del espejo. No sabía lo que era tener sexo y ya tenía pensamientos lascivos.
Despertó de sus pensamiento cuando golpearon a la puerta de su habitación haciendo que se sobresaltara. Era muy tarde para que alguien tocara. Sonrió pensando que sería el Príncipe así, que sin pensarlo, dio permiso para que entrase.
La sonrisa en su rostro se desvaneció en cuestión de segundos mostrando su desilusión cuando vio a Raditz entrando en la habitación y no al culpable que le robaba el aliento.
–¿No crees que es peligroso que invites a alguien a entrar en tu habitación sin saber quién es?–preguntó Raditz en un tono cómico haciendo que Bulma le contestase con una sonrisa fingida–. Tienes suerte de que sea yo.–
–Pensé que serías un sirviente–intentó justificar–. ¿Qué haces aquí?–
–Avisarte que mañana partimos a la base–los ojos azules de la humana se abrieron con sorpresa–. Lord Kavit nos acaba de echar.–
–¡¿Cómo?!–el corazón de Bulma golpeó con fuerza temiéndose lo peor.
–El Príncipe ha humillado públicamente a Kavit–la joven se sentó en la cama al sentir que sus piernas flaqueaban. Raditz la miró preocupado y se sentó a su lado–. ¿Todo bien?–
–¡No!–contestó ella a la defensiva. Miró a Raditz que estaba desconcertado y ella suspiró con cansancio–. ¿Qué ocurrió?–
–El Príncipe quería disculparse con Kavit por lo sucedido el día anterior y le hizo una fiesta o, más bien, una orgía en el comedor–Bulma frunció el ceño al escucharle–. ¿Y sabes lo que se ha descubierto? Que el Rey es impotente y nunca podrá tener un heredero. Los soldados no han podido aguantar las burlas.–
Bulma sintió su corazón latir con fuerza. ¿Qué demonios había hecho Vegeta? Se levantó y corriendo se dirigió al comedor. Raditz al ver el extraño comportamiento pensó en seguirla pero al salir se encontró a la humana frente al Príncipe delante de la habitación de éste.
–Príncipe Vegeta–le nombró Raditz.
–Vete preparando las naves, Raditz–el guerrero asintió–. Partimos a primera hora.–
El soldado se marchó y, cuando estaban completamente solos, Vegeta metió a Bulma dentro de su habitación. Los ojos de la peliazul le observaban con pánico y él lo descubrió con rapidez.
–Escúchame...–Bulma cortó a Vegeta.
–¿Qué demonios has hecho, Vegeta?–dijo ella alterada–. ¿Has hecho una orgía para mostrar al planeta Kavit que su Rey es impotente? ¡¿Sabes lo que me hará Zarbon?!–
–Zarbon no te tocará ni un pelo porque el único responsable aquí soy yo–Bulma se sorprendió al escucharle–. Kavit no sabía que era conocedor de su enfermedad.–
–Le has obligado a mantener sexo delante de sus soldados–Bulma sintió una angustia en su pecho–. Lo deducirá.–
–¿Y qué si lo hace? Pensarlo no es una prueba–Vegeta puso su dedo en el mentón de Bulma y la obligó a que lo mirase–. Hemos ganado.–
Bulma sonrió y dejó que él la besara con necesidad. Aquel beso duró demasiado poco para gusto del Príncipe. Ella se apartó de él al sentir el sabor del vino y el olor extraño que traía. Vegeta la miró extrañado y ella le observó desconcertada.
–Lord Kavit no es el único que ha tenido compañía ¿verdad?–Vegeta alzó una ceja no comprendiendo–. Una de mis mejores amigas en la base es prostituta y lo sé todo sobre ellas. Como por ejemplo el olor que tienen después del sexo. Es el mismo que el de muchos soldados como Raditz, Nappa o... tú.–
–¿Piensas que tienes el olfato agudo de un saiyajin?–sonrió de medio lado el Príncipe para luego volver a intentar besarla.
–No me dejes de ingenua–Bulma se apartó y ante la mirada de sorpresa del Príncipe empezó a hablar–. Me dijiste que me esperarías.–
Vegeta observó el rostro de la joven. Se mantenía para no llorar y pensar que era culpable de ello le ardía el pecho.
–¿Y pensabas besarme después de haber besado a otra hace unos minutos? ¿Con la que te has acostado?–preguntó con voz quebrada.
Vegeta la contempló durante segundos que podían parecer minutos. Quería explicarse de porque hizo aquello pero eso sólo le sirvió para descubrir que estaba bajando la guardia con una humana. Frunció su ceño y se cruzó de brazos, dejando que su postura fuera indiferente, algo que no pasó desapercibido por la mirada azul.
–¿Enserio tengo que darte explicaciones?–Bulma miró al Príncipe extrañada–. Ya entiendo... pensabas que te iba a esperar, que te haría... ¿cómo lo llamabas? ¡Ah! Hacer el amor. Nos enamoraríamos, mataría a Freezer, huiríamos lejos y viviríamos juntos con nuestros hijos en una felicidad constante ¿no?–
La peliazul agachó la cabeza y él volvió a obligarla a que le mirase.
–Yo soy un Príncipe pero no de esos que salen en tus cuentos con capa y caballo que te lleva en brazos hasta un castillo para darte una vida de color de rosa–Bulma empezó a llorar sin poder evitarlo tras su batalla interna–. Que sea la última vez que me pides explicaciones. Cuando estés lista para que te haga una mujer toca a mi puerta.–
Esas palabras fueron el detonante para que ella le diera un bofetón que solo logró dañar su propia mano. Vegeta iba a ayudarla cuando escuchó su quejido de dolor pero ya había salido de la habitación.
Se había dado cuenta de lo mucho que la humana le perjudicaba. Jugaba con su cabeza sin quererlo y debía romperlo de raíz. La esclava que se transformó en ella, Kavit que sabía de su interés y Nappa que les sorprendió en el casi beso. Demasiadas evidencias de que todo aquello era una locura.
(Fin Flash Back)
El corazón de Bulma estaba completamente roto. Durante el tiempo de viaje que pasó dormida todo fueron pesadillas. La última noche en el planeta Kavit veía a Vegeta disfrutando con una mujer sin rostro, pero cuando supo de quien se trataba fue peor.
Una esclava que le enseñó el camino a los jardines de Palacio cuando se fue a reunir con sus amigos. Para Bulma ella fue amable en ese momento y ahora la odiaba. Tener que ponerle rostro a la desconocida la hizo sentir peor.
No había vuelto a hablar con Vegeta y ni quería. Evitaba cualquier contacto tanto con él como los demás. Sabía que si estaba con un saiyajin era cuestión de tiempo que él apareciera y aquello la haría recordar lo ocurrido aunque, para su desgracia, su corazón ya se encarga de ello.
Sólo llevaba unas horas en la base y por el momento se le daba bien, pero era porque todavía no se cruzó con nadie ya que les llamaron nada más llegar.
–Bulma–la peliazul se giró hacia la puerta para encontrarse con una Tara fatigada–. Zarbon ha dado una paliza de muerte a Vegeta.–
El destornillador que tenía entre sus manos impactó contra el suelo. Sus piernas flaquearon y su corazón latió con fuerza. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y un sudor frío adueñándose de ella.
Miró a la mujer ante ella, se veía agotada tras la carrera que dio con la finalidad de ir a buscarla para informarla. Sólo aquello la hizo retroceder en el tiempo y recordar el maldito contrato de confidencialidad, por el que Vegeta había pagado al poner a Kavit en evidencia ante sus hombres. Él se había ganado la paliza que llevaba el nombre de Bulma y en ese momento no se replanteó nada de lo que hacía un minuto no paraba de darle vueltas.
Él fue cruel con ella y ella no quería verle, pero no podía dejarle. Sin pensarlo dos veces salió corriendo a la enfermería mientras en su cabeza rogaba que Vegeta estuviera en un tanque porque de lo contrario se enfrentaría a quien fuera sin importar la fuerza que tuviera.
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Zarbon había arrastrado por el cabello a Vegeta hasta la enfermería dejando un rastro de sangre por todo el camino. En ese momento estaba dando órdenes a Malaka mientras aún tenía preso a su víctima.
–Le pondrás en una camilla y tendrá las atenciones que sean necesarias en el momento adecuado–tras hablar miró el cuerpo inconsciente e hizo una mueca de desagrado–. Ha manchado el suelo. Primero encargaros de la limpieza y luego de él. La higiene es más importante.–
–Como ordene, Zarbon–sonrió Malaka que estaba de acuerdo con todo lo que el soldado le mandaba–. ¿Algo más?–
–Prohibidas las visitas–dijo cortante–. No quiero ver al escuadrón saiyajin aquí y mucho menos a esa mocosa humana que siempre merodea alrededor de Vegeta.–
–Toda orden será cumplida, señor–habló con cierta sumisión el reptil.
Bulma, después de la carrera que había hecho y de espantarse por el rastro de sangre, entró a la enfermería encontrándose con la escena. Zarbon y Malaka hablando del tratamiento de Vegeta que era agarrado del cabello por el soldado.
–¡Vegeta!–al escuchar la voz femenina, Zarbon se giró a ver a la intrusa y con arrogancia sonrió–. ¡Suéltalo!–
–Ardo en deseos de ver como intentas conseguir que lo haga–Zarbon tiró de Vegeta robándole un gemido de dolor. Bulma se asustó al escucharle–. No te preocupes. Tendrá todas las atenciones necesarias.–
Zarbon dejó a Vegeta sobre la camilla con brusquedad. Al ver donde le colocaban Bulma le hizo frente al guerrero.
–¿Qué demonios crees que haces? ¡Mételo en un tanque de recuperación que hay tres vacíos!–Zarbon se sorprendió de la osadía de la humana. Cuando se trataba de Vegeta sacaba más agallas que los propios saiyajins.
–Lamento comunicarte que los tanques sólo se les proporciona a verdaderos guerreros que vienen de combatir de planetas–contestó con serenidad el soldado–. ¿Se ha enfrentado tu querido Príncipe a los peligros del Universo? ¿No, verdad? Entonces se le dará el lugar que le corresponde. Una camilla.–
–Eres despreciable, Zarbon–Bulma iba a pasar de largo con la intención de acercarse al saiyajin pero el soldado fue más rápido y la retuvo agarrándola por la muñeca.
–¿Sabes lo que es despreciable?–Zarbon la giró y la obligó a que la mirase a la cara–. La asquerosa grabación que hay del comedor cuando tu querido Príncipe hizo la fiesta. ¿Quieres que te haga una copia y así ves lo bien que se lo pasaba con la hermosa esclava de largas orejas?–
Bulma apartó la mirada intentando no escuchar a Zarbon, pero él sonrió al ver que logró dañarla. Se acercó a su oído y la susurró para que Malaka no fuera testigo de lo que decía.
–En las habitaciones también habían cámaras–los ojos azules de Bulma se abrieron con sorpresa–. Fue muy feo que quisiera besarte después de que la otra le dejara sus babas. ¿No crees?–
Bulma se apartó de él y le golpeó en el pecho. Pudo aguantar las lágrimas pero no la rabia y en ese momento él pagaría por todo el dolor que estaba pasando.
–¡No vas a conseguir nada con tus palabras llenas de veneno!–gritó ella sorprendiendo de nuevo al guerrero–¡No voy a dejar que Vegeta se muera tirado en una camilla!–
Zarbon no lo pensó dos veces y la abofeteó haciendo que cayera al suelo sucio por la sangre de Vegeta. Sus manos se tiñeron de color rojizo y su mejilla mostró la marca del golpe. Tirada miró al soldado con los brazos cruzados mirándola con desafío.
–Tú y yo sabemos que quien debería estar en esa camilla eres tú y no Vegeta–Bulma se llevó la mano a la mejilla manchándola con sangre–. No me hagas enfadar, mocosa.–
La peliazul apretó sus puños y se levantó del suelo. Se puso frente a Zarbon sin intención de irse.
–Adelante, valiente–dijo con una sonrisa triunfante–. Golpéame de nuevo y luego te justificas ante Freezer. Le encantará saber de tus planes a sus espaldas.–
Zarbon apretó los dientes y miró en dirección a Malaka que contemplaba con atención la escena.
–¡Lárgate!–Malaka obedeció asustado dejando únicamente en la enfermería a Zarbon, Bulma y el cuerpo malherido de Vegeta–. ¿Me estás haciendo chantaje, mocosa de mierda?–
–Llámalo como te dé la gana–Bulma siguió aguantando su postura aunque por dentro todo en ella temblase–. Me da igual lo que hayas visto tras unas cámaras. Salvaré a Vegeta y nada de lo que me digas o me hagas me hará salir de aquí.–
–Tienes agallas–sonrió él y sin pensarlo la agarró por el cuello y la levantó del suelo. Bulma se agarró a su brazo y con sus uñas intentó dañarle pero no lograba nada–. Tu Príncipe intentó salvarte poniéndose en medio con su estúpido plan y tú que supuestamente eres más inteligente que cualquiera de esta base lo mandas a la mierda al intentar defenderle.–
Zarbon estampó contra la pared el cuerpo de Bulma que gritó de dolor. Cayó encima de una mesa metálica repleta de medicamentos y vendas que cayeron al suelo. El soldado se acercó a ella que aún mantenía su mirada, algo que le gustó al guerrero.
–¿Quieres quedarte aquí con tu amorcito?–Zarbón la agarró del pelo y la volvió a empujar justo enfrente de la camilla de Vegeta. Iba a levantarse pero el soldado se lo impidió–. Entonces te dejaré que seas la única que le cure.–
La levantó con brusquedad por el brazo derecho haciendo que saliera de sus labios un quejido de dolor. De espaldas a Zarbon observaba el cuerpo de Vegeta mientras intentaba no llorar pero ya era muy difícil evitarlo.
–Pero lo harás desnuda–Bulma iba a protestar pero para entonces Zarbon había arrancado su ropa de un tirón dejándola en ropa interior. El soldado se mordió el labio observándola de arriba abajo para después romper la tela que aún la cubría.
Bulma intentó cubrir su expuesto cuerpo mientras él la observaba desnuda de espaldas. El soldado le dio un azote en el trasero con fuerza haciendo que se quejara por el dolor.
Antes de que intentase huir la agarró por el cuello y la pegó a su cuerpo. Bulma cubría su pecho y su intimidad mientras su cuerpo temblaba al sentir el aliento de él en su oreja.
–Seguramente–susurró con cinismo–yo también vaya a pujar por ti el día que Lord Freezer venda tu virginidad al mejor postor.–
Tras sus palabras la empujó contra el suelo y salió de la enfermería riendo. En la soledad la joven se puso a llorar mientras gateaba desnuda a recoger los trozos de tela esparcidos por el suelo. No había nada que sirviera.
Levantó la mirada a unos estantes encontrando varias toallas dobladas y apiladas. Corriendo se levantó y agarró la más grande que encontró con la cual se cubrió. Miró a Vegeta y se acercó a él. Debía curarle.
–¿Qué demonios ha pasado?–la peliazul miró a la entrada de la enfermería. Los dos saiyajins se encontraban observando la horrible escena. Al ver el aspecto de Vegeta, Nappa fue a él y al ver a Bulma, Raditz salió en su ayuda.
–¿Qué haces así, Bulma?–preguntó Raditz y ella se abrazó a él con fuerza. Nappa observó a la muchacha y quedó igual de estático que su compañero. No se dio cuenta al principio que estaba cubierta con una toalla.
–Zarbon... él... me rompió la ropa–finalmente Bulma lloró en el pecho de Raditz. El guerrero miró al suelo encontrando las telas rotas y esparcidas. Sintió rabia y un impulso horrible en ir a buscar al soldado verde y matarlo.
Nappa aguantó la rabia y miró a Vegeta. Sabía que no le meterían en un tanque pero le dio igual. Agarró el cuerpo de su Príncipe y le metió en la máquina. Bulma le observó aterrada.
–Asumiré con las consecuencias–dijo Nappa con seguridad mientras se encargaba de prepararlo todo para la iniciación de la recuperación–. Deberías ir a tu habitación y ponerte ropa.–
–Pero Vegeta...–Bulma se apartó de Raditz mientras observaba al Príncipe dentro del tanque.
–Yo me encargo–contestó Nappa que alzó la mirada a Raditz–. Acompáñala y espérala fuera de su cuarto hasta que salga.–
Raditz asintió y utilizando su cuerpo como protección la sacó de allí intentando evitar cualquier camino en el que pudieran encontrarse con alguien que pudiera ver a la humana de aquella forma.
Nappa miró al Príncipe una vez que inició con su recuperación. Él vio como la última noche que pasaron en el planeta Kavit ella abandonaba la habitación de Vegeta llorando. Tenía miedo de pensar que entre ellos estuviera ocurriendo algo que podría poner en juego la vida de ella y la del escuadrón.
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Tras llegar a su habitación Bulma se había metido en la ducha para borrar cualquier rastro de Zarbon sobre ella. Sólo recordarlo le daba asco. Sentir su tacto, su aliento y su mirada sobre ella. Pensar que podía haberla violado delante de un malherido Vegeta la ganaban las lágrimas.
Lo peor de aquello es que una parte podía hacerse realidad. ¿Una puja? ¿Y si Zarbon la violaba al final? No podía dejar de pensar en sus palabras y con ellas el aliento chocando en su piel. Su cuerpo tembló por el horrible recuerdo.
Salió de la ducha sintiéndose aún sucia. Tardaría mucho en quitarse esa sensación de la piel así como el recuerdo en su cabeza. Salió del baño a su habitación, abrió el armario y empezó a buscar ropa limpia. Necesitaba oler el aroma a jabón para que su mente pensara en otras cosas. Se puso la ropa interior, una blusa blanca, unos pantalones negros, una sudadera azul claro y un calzado cómodo. Estaba en la necesidad de cubrir cada parte de su cuerpo.
Salió de la habitación y se encontró con Raditz custodiándola. Una apagada sonrisa se instaló en su rostro y él se dio cuenta de ello.
–¿Quieres ir a cenar?–preguntó él no sabiendo que más decir.
–Quiero ver a Vegeta, Raditz–su contestación fue rápida. No tenía más que pensar. Él suspiró e intentó convencerla de lo contrario.
–Vegeta necesitará horas de recuperación... incluso puede que pase más de un día–Bulma empezó a andar dirección a la enfermería sin escuchar a Raditz–. Es perder el tiempo.–
–¿Y si alguien va y ve a Nappa delante del tanque de Vegeta? Acabarán ambos en camilla–justificó la peliazul.
–¿Y qué harás para impedirlo? ¡Ya has visto lo que hizo Zarbon!–Bulma paró de andar cuando escuchó a Raditz. El saiyajin se mordió la lengua ante su comentario–. No debí decir eso.–
–Me da igual–contestó Bulma girándose para ver a Raditz que la miró extrañado–. No me importa pasar por las humillaciones de Zarbon si Vegeta se salva. No dejaré que acabe muriendo en una camilla por su egoísmo.–
–¿Dejarías que te violase sólo por Vegeta?–preguntó sorprendido el guerrero y por un momento ella también se quedó igual. ¿Sería capaz de tanto por él?
Agachó la cabeza fijando su mirada en las líneas de las baldosas. Su mente recordaba la humillación y la vergüenza que había pasado hacía escasos minutos. Todo aquello por defender a un hombre que no sentía como ella pero que aún así le necesitaba. Lejos quedó el pensamiento de que precisaba su ayuda para huir y tener su libertad, ahora sólo le necesitaba a él. Suspiró pesadamente para luego levantar la cabeza y encarar a Raditz.
–Vegeta es lo único que tengo para salir de aquí, Raditz–dijo ella intentando aguantar las lágrimas–. No me dejaría poner la mano encima porque pelearía hasta mi último respiro. Sólo quiero que él viva para que yo pueda seguir también un día más en este mundo.–
Sin decir más se dio la vuelta y salió corriendo a la enfermería. Raditz observó estupefacto a la humana. Era obvio que tenía miedo por ella pero aun así se jugaba todo por el Príncipe. ¿Si fuera él quien estuviera en esa situación también sería capaz de hacer algo igual?
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Habían pasado dos días desde lo ocurrido. Nappa había ingresado en la enfermería para ver como estaba Vegeta cuando se encontró con una escena que ya imaginaba. El Príncipe aun metido en el tanque de recuperación y Bulma tumbada a los pies de este dormida. Bajó la mirada a la bandeja repleta de comida que cargaba entre sus manos, la había traído con el propósito de que ella se alimentara, pues era consciente de que no se había marchado desde la tarde de ayer en la que sólo abandonó el lugar para darse una ducha y volver.
Dejó la bandeja sobre una mesa y se acercó a ella. Se agachó para estar a su altura y la observó con una leve sonrisa. Su cabello que había recogido estaba despeinado con múltiples mechones que cubrían su rostro. Se podían ver sus oscuras ojeras magullando su blanquecino rostro. Su boca entreabierta dejaba escapar suspiros que ni ronquidos podían catalogarse.
Con delicadeza apartó uno de sus mechones de su rostro detrás de su oreja. Ella se removió en su lugar girando su cabeza hacia el otro lado sin despertarse. En ese momento pudo observar la marca del bofetón que Zarbon le dio en la mejilla. Había perdido color, pero no había desaparecido.
Cuando iba a decidirse por despertarla escuchó un pitido procedente del tanque. Alzó la vista y se encontró con los ojos abiertos del Príncipe. Nappa se levantó corriendo para ayudar al saiyajin a salir de la máquina.
El líquido empezó a bajar hasta que desapareció por completo. La compuerta se abrió a la vez que Vegeta se quitaba la mascarilla del rostro y todo lo que conectaba a su cuerpo. Salió completamente desnudo del tanque observando al calvo.
–¿Recuperado?–Vegeta asintió y, ante un movimiento detrás suyo, giró para encontrarse con la dormida Bulma apoyada en el tanque.
–¿Qué hace ella aquí dormida?–señaló el Príncipe volviendo la mirada a Nappa.
–Temía que fueran a sacarte del tanque–una sonrisa irónica se mostró en el rostro del Príncipe.
–¿Mi defensa era una humana?–Vegeta se acercó hacia la estantería donde guardaban la ropa limpia después de salir del tanque de recuperación–. Ridículo.–
–Príncipe Vegeta, sabe tan bien como cualquiera que la humana no es conocida por saber cerrar la boca–el soldado se acercó a su superior hablando con seriedad mientras éste se vestía–. Su enfrentamiento con Zarbon ha ido muy lejos.–
–¿Con Zarbon?–preguntó incrédulo. Volvió la mirada a ella con rabia. Casi le matan por salvarla y ella lo enfrenta. Sus ojos se abrieron al contemplar el golpe en su mejilla–. Maldita mocosa... ¿qué demonios pasó?–
–La desnudó–un fuerte golpe impactó en el pecho del Príncipe. Alzó la mirada a Nappa con espanto sin poder ocultar al saiyajin lo mucho que afectó su respuesta–. La amenazó diciendo que participaría en la puja de Freezer.–
Vegeta terminó de vestirse con rabia mientras sus ojos observaban a la joven tirada en el suelo. Apretó sus dientes y se mentalizó de la mala idea que era ir a enfrentarse a Zarbon.
–Bulma solo nos interesa por la Cámara de Gravedad ¿verdad, Príncipe?–Vegeta miró a Nappa perdido en su pregunta–. Ella ha crecido y no pasa desapercibido para ningún hombre. Ni siquiera para el Príncipe Vegeta.–
–¿De que demonios hablas?–Vegeta se acercó a Nappa hasta quedar lo suficientemente cerca de él para poder intimidarle–. A mí no me interesa el cuerpo de la humana y...–
–Por eso no la quieres dejar a solas con Raditz–Nappa siguió hablando sin importarle la mirada desafiante del Príncipe–. Durante toda mi vida he visto a hombres fuertes caer presos de mujeres débiles. Primero tu padre y ahora tú.–
Vegeta agarró del cuello a Nappa estampándole contra la pared. Le propinó un puñetazo en la cara rompiéndole el labio en el momento. El guerrero escupió sangre a un lado y luego le volvió a enfrentar.
–La diferencia es que el Rey no tenía miedo–Vegeta sintió su cuerpo invadido por la cólera con cada palabra de su lacayo–. La humana ha aparecido en nuestras vidas por algo más que por una Cámara de Gravedad.–
Varios puñetazos más volvieron a impactar en el rostro del calvo. Vegeta le soltó cuando escuchó un quejido detrás suyo pensando que la humana estaba despertando.
–No entiendo a que viene tanto sentimentalismo, Nappa–amenazó el Príncipe–pero más vale que se termine y que no vuelvas a nombrar a mi padre y mucho menos que pongas en duda nada referente a mí. Si digo que ella está aquí porque precisamos de su inteligencia tú te callas y lo asumes. ¿Queda claro?–el soldado asintió poco convencido–. Debemos protegerla para que nos ayude y ya. Si se pone en peligro con Zarbon nos arriesgamos a no poder matar a Freezer jamás.–
Con esas últimas palabras Nappa abandonó la sala dejando a solas al Príncipe y a la adormilada científica. El guerrero se giró para contemplarla. Aún le sorprendía su capacidad de dormir que ni siquiera la discusión la había despertado.
Se acercó a ella y con una sonrisa se agachó. Contempló su rostro con disimulo y se quedó observando las ojeras que la resaltaban. Luego observó el golpe en la mejilla y sintió su pecho arder. ¿Cómo era capaz de enfrentar a Zarbon con más valentía que un soldado de aquella base?
–Mocosa–empezó a zarandearla hasta que despertara–. No seas tan dormilona y despierta.–
Bulma abrió con pesadez los ojos. Restregó sus manos en ellos como una niña pequeña para luego estirar los brazos mientras soltaba un fuerte bostezo. Cuando fue consciente de su alrededor, la mirada oscura del Príncipe la sobresaltó.
Vegeta no pudo evitar una sonrisa en su rostro. Ella al darse cuenta de que tenía delante al Príncipe curado y con una de sus posturas burlonas no pudo evitar lanzarse a su cuello a abrazarle.
El acto le pilló por sorpresa y como un jarro de agua fría cada palabra de Nappa se instaló en su cabeza.
–Estás bien–dijo ella después de separarse de él. Vegeta la observó con atención notando con rapidez la preocupación–. Cuando te vi siendo arrastrado por ese malnacido de Zarbon pensé que habías muerto.–
–Se necesita algo más para matarme–Vegeta se puso de pie y ella le contempló desde abajo–. Me he enterado de tu imprudencia. ¿Te enfrentaste a él?–
Bulma se puso con rapidez en pie. Mostraba una fortaleza fingida, tenía miedo pero era capaz de aguantar todo lo que pudiera por él.
–Te hiciste cargo de algo que no te correspondía y por ello recibiste un castigo que debieron darme a mí–su voz sonó seria y se apreciaba la mezcla de terror en algunas palabras–. Lo único que podía hacer era defenderte y no dejar que te murieras en una camilla.–
–¿Hasta el punto de que él te humillase dejándote desnuda?–Bulma apartó la mirada cuando lo escuchó. Vegeta sintió su sangre hervir sólo imaginando lo mal que lo tuvo que pasar.
–Fue humillante–dijo con la cabeza agachada–pero hay cosas que duelen mucho más.–
–¿No estarás hablando de lo de esa puta de Kavit?–Bulma levantó la cabeza y le contempló nerviosa.
–Quiero que todo vuelva a ser como antes... como antes de que pasara aquel beso en el despacho–nuevamente Vegeta se sintió golpeado pero pudo ocultar el dolor que le proporcionó. Lo único que hizo fue asentir a su decisión–. Entonces... ¿amigos?–
Bulma le extendió la mano como gesto de paz a lo que él observó con desprecio.
–Antes tampoco éramos amigos. No veo porque ahora debería ser distinto–sin decir nada más salió de la enfermería dejando a una sorprendida Bulma.
Agachó la cabeza y sintió sus lágrimas caer sobre su rostro. Mucho le costó tomar la decisión de olvidar al Príncipe, tanto que fue sólo una idea porque no se veía con la fuerza y la voluntad de ello. Mucho esfuerzo tuvo que tener para hacer creer que estaba dormida mientras él y Nappa hablaban de ella.
Una vez Freezer muriera ella debía buscar un lugar donde marchar y debía ser lejos de él, porque no podría vivir tan cerca sino podía volver a sentir sus labios sobre los suyos.
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Nappa se había encerrado en su habitación sin intención alguna de ir a curar las heridas en su rostro por culpa de los golpes del Príncipe.
Estaba en su cama observando sin parar un collar plateado que había perdido el brillo a lo largo del tiempo. Tenía un pequeño medallón con el emblema del planeta saiyajin. Le dio la vuelta y observó el nombre con una sonrisa nostálgica en su rostro.
El soldado aun podía recordar a la joven saiyajin correr hacia sus brazos cada vez que volvía de una misión. Ella le hacía sentir de una raza diferente a la que era, una similar a la humana. La pequeña nació débil y risueña, odiada por todos. Los vecinos la miraban con repugnancia, la madre la negaba y el hermano la rechazaba. Sólo el calvo la consentía como debía.
–Nappa ¿qué te ha pasado?–el guerrero levantó la mirada cuando se encontró con Nella en su cuarto.
–Sabes que no puedes estar aquí–contestó él con tono molesto evitando su preguna.
–No vengo por trabajo–se acercó a él con lentitud–. Quería preguntarte por Bulma. No la he visto en la enfermería. Ella y el Príncipe no estaban y se había dejado la bandeja de comida llena–
–El Príncipe se recuperó y cada uno debe estar en su habitación. ¿Has probado en ir a verla?–Nella negó.
–¿Me puedo sentar a tu lado?–aunque la respuesta fue negativa ella hizo lo contrario. En principio no quiso insistir en qué pasó para que tuviera el rostro golpeado, pues donde vivían era evidente. Lo poco normal en aquel sitio era encontrar a un soldado con la mirada nostálgica.
Nappa la miró con desprecio e hizo el amago de echarla con violencia, pero las palabras de ella lo detuvieron.
–¿Quién es Astrid?–
El guerrero miró de nuevo al collar y contempló el nombre. Miró a Nella que parecía preocupada y suspiró.
–Era mi hija–la prostituta se quedó sorprendida del descubrimiento.
–Pensé que sólo tuviste un hijo–Nappa guardó el collar en la mesita pegada a su cama.
–Era débil y una vergüenza para la familia–el soldado se levantó e invitó a la mujer a que se fuera con la mano señalando la puerta–. Largo.–
–Si fuera una vergüenza no tendrías el collar y mucho menos lo estarías mirando ¿no?–Nappa se sorprendió de su imprudencia.
–Ahora entiendo de donde sale la curiosidad y la osadía de la humana–el soldado volvió a amenazar con el tono a la mujer–. Fuera de mi habitación. No lo repetiré más veces.–
–¿Cuál es tu problema?–preguntó ella aun sentada en su cama–. Ambos estamos preocupados por Bulma y sólo he venido a preguntarte por ella. He visto como mirabas el collar y me ha entrado la curiosidad. Deja el orgullo para los niños como ella y Vegeta. Nosotros ya somos más maduros ¿no crees?–
Nappa se sorprendió por lo astuta que sonaba la mujer. Sonrió desganado y volvió a sentarse.
–Es por eso que le tienes tanto aprecio a Bulma ¿verdad?–Nappa miró a Nella aun con sorpresa en su rostro–. Te recuerda a tu hija.–
–¿Por qué crees eso?–ella se encogió de hombros.
–Los saiyajins no soléis mostrar mucho interés por las mujeres en otro campo que no sea el del placer–contestó con una sonrisa en los labios–. Pero tu eres muy protector con ella y por eso siempre he estado tranquila.–
Nappa miró hacia el lugar donde guardó el collar y lo sacó. Lo volvió a observar bajo la mirada de Nella.
–Todo el mundo la odiaba por ser diferente menos yo–dijo Nappa con un tono nostálgico–. Al principio renegaba de ella pero un día la vi tan orgullosa de mí, a pesar de la poca atención que le daba, que no pude evitar sentir que mi hija era única por no ser una saiyajin normal–Nella escuchó con atención al soldado–. Mi mujer la escondía en casa para que nadie la viera y mi hijo la pegaba con rabia. Cuando yo no estaba en casa era un infierno pero cuando volvía parecía que todo el sufrimiento valió la pena sólo por estar conmigo.–
–¿No te enfrentaste a tu mujer y a tu hijo?–
–Mi hijo empezó a llamarme viejo débil y mi mujer se buscó un amante que fuera más hombre que yo–Nella escuchó la risa irónica en su aguda voz–. No tuvo problemas en decírmelo.–
–Todos murieron cuando el planeta desapareció ¿no?–Nappa negó enseguida.
–Astrid tenía 12 años cuando murió–tocó su frente con pesadez–. La encontraron muerta en un puente tras sufrir una violación.–
–Lo siento mucho, Nappa–las manos de la mujer cubrieron la espalda del guerrero. Él se permitió observar su mirada amarilla y perderse en ella–. Al menos esos hombres están muertos.–
–En realidad se pasean por esta base con una sonrisa de oreja a oreja–la mujer abrió los ojos sorprendida–. Las fuerzas especiales de Ginyu.–
Nella se separó de él aterrada pero la mano de Nappa agarró la suya antes de que se separara.
–Bulma es igual a ella y por eso la quiero proteger...–Nella sonrió con tristeza al escucharle y comprobar que tenía razón–la protegeré de cualquiera que intenté dañarla. Freezer, Zarbon, Jeice... Vegeta.–
Nella apartó la mirada al escuchar el último nombre. Era evidente de que Nappa se acabaría dando cuenta de todo pues ella ya lo hizo desde hace tiempo.
–Quédate un rato, Nella–ella sonrió al escucharle llamarla por su nombre y sin pensarlo dos veces fue la primera que inició el beso entre ambos.
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Una semana después...
Bulma salió corriendo hacía la sala de entrenamiento de los saiyajins. Zarbon había pedido la presencia de los cuatro para una nueva misión y ella ya llegaba tarde. Por culpa de no despertarse pronto ahora tendría que aguantar alguno de los comentarios del soldado.
Durante aquella semana había evitado cualquier contacto visual con el Príncipe en la sala de entrenamiento cuando la estaba arreglando y fuera de ella le evitaba para no coincidir. Ya ni siquiera cenaba con él y los demás.
Ella tampoco era una ingenua y se daba cuenta de que él hacía exactamente lo mismo. No quería verla y no la hablaba. Una vez se fijó como hablaba con Nappa y éste inmediatamente se acercaba a ella para darla una orden, y no fue sólo aquella vez. En varias ocasiones uno de los dos soldados la mandaban algo y rara vez se trataba de Raditz.
Al llegar a la sala se encontró con los saiyajins delante de Zarbon que estaba golpeando el suelo con el pie de manera impaciente. Cuando la puerta se abrió se giró a ella con una mirada amenazante. Rápida se colocó al lado de Raditz para escuchar al soldado verde.
–Si hubieras llegado a tu hora me hubiera sorprendido, niña–Bulma prefirió mirar hacia otro lado para evitar contestar. Zarbon siguió hablando, dejando de lado la demora de la humana–. Tenéis nueva misión.–
–¿Qué será en esta ocasión?–preguntó con ironía el Príncipe–. ¿Debemos enseñar a un Rey a embarazar a su Reina?–
–Es un comentario muy gracioso para alguien que ha recibido un castigo–Vegeta frunció el ceño al escuchar al soldado que luego procedió a reír con una mirada burlona–. En esta ocasión deberéis proteger al Príncipe Darek del planeta Akrog que está sufriendo una guerra civil donde desean derrocar a la corona.–
–¿Quieres que seamos los guardaespaldas de un Príncipe que el pueblo quiere matar?–Zarbon asintió a Raditz que miraba con indignación.
–Su padre fue asesinado por rebeldes. Dicen que no necesitan un rey que les gobierne–dijo Zarbon con cansancio, pues deseaba salir de allí cuanto antes–. El planeta Akrog es fiel a Freezer, o al menos su corona. El pueblo no quiere que siga existiendo una relación entre ambos.–
–¿Por qué importa ese Príncipe?–preguntó Bulma con curiosidad.
–Porque, además de que su planeta es la que nos proporciona medicinas avanzadas, nos ha pagado para ello–sonrió el soldado embriagado por la necesidad de dinero–. Estoy seguro de que esta misión no os será tan complicada.–
–Lo que no entiendo es el motivo de que ella venga con nosotros–Bulma sintió una punzada en el pecho cuando escuchó a Vegeta hablar–. Si la humana no puede pelear dime cómo demonios va a defender al Príncipe de las medicinas.–
–Qué mejor que una humana llena de sentimientos y conocedora de la palabra paz para poner fin entre el pueblo y su rey–Bulma miró a Zarbon que la observaba con seriedad–. Confío en que pongas fin a la absurda guerra y muestres a ese planeta que es necesario un gobernante. Si de lo contrario todo sigue igual quiero que quede claro que el planeta será destruido por traición y desobediencia a Lord Freezer.–
Bulma volvió a sentir que estaba en el ojo del huracán. De nuevo todo dependía de ella y esta vez no pensaba dejar que nadie se llevase la culpa si todo acababa mal.
–El tiempo de viaje será de día y medio. Os darán naves rápidas ya que la misión deberá completarse lo antes posible–los cuatro escucharon al soldado con pereza–. Esta vez no cometeré el mismo error que la misión anterior. Si falla uno fallan todos así que del castigo no se librará nadie. Igualdad para todos. ¿Verdad, pequeña?–
Bulma apartó la mirada cuando Zarbon paró frente a ella con una sonrisa radiante.
–Quiero que salgáis esta misma noche–sin decir nada más el soldado abandonó la sala dejando a los cuatro solos con su misión.
–Bastardo–murmuró de forma audible el más viejo.
–Tendremos tiempo para la venganza–recordó el Príncipe mientras observaba la puerta cerrada–. Nappa quiero que te encargues de preparar las naves. Raditz prepara un informe para esta tarde y tú–Vegeta paró frente a una nerviosa Bulma que le contemplaba con cierto miedo–. Tú haz lo que quieras pero no retrases nuestro despegue como la última vez.–
Sin dar más orden salió de la sala. Nappa y Raditz pronto se pusieron con su labor mientras Bulma se quedaba allí sola recordando las primeras palabras que él le dirigía desde hacía una semana. Prefería cuando la ignoraba, era menos doloroso a su desprecio.
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~Nephim
*Just.Tonight92 (fanfiction)
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