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Capítulo 4. Demonios en el infierno.

Vegeta observó apoyado contra la pared como Zarbon paseaba a sus anchas por su habitación. Odiaba que él estuviera allí, que mirase con ojo crítico cada rincón de la sala y, para su desgracia, no poder hacer absolutamente nada. La única defensa que tenía eran un par de insultos baratos que pudieran molestar al soldado verde, puesto que echarle a patadas no era ni siquiera una idea con él.

–¿Abrirás tu boca de rana en algún momento?–el Príncipe sonrió con burla al ver que su cometido fue logrado. Zarbon puso su mirada en él cargada de desprecio, pero pronto su postura se asemejó a la del saiyajin.

–Que gracioso estás hoy pequeño mono–Vegeta optó por ignorar su insulto. Se cruzó de brazos y volvió a su mirada fría y calculadora–. Si yo fuera tú mediría mis palabras. Conmigo tienes mucho que perder.–

Vegeta analizó a su enemigo. No perdió de vista ningún movimiento o amenaza de Zarbon. El soldado de Freezer paró en seco en medio de la habitación con su mirada fija en el Príncipe. Llevó una de sus manos a su cadera y la otra acariciaba su mentón mientras le daba una mirada rápida de arriba abajo y viceversa al saiyajin para concluir con una sonrisa de lado.

–No veo ni una gota de sudor por tu cuerpo o un olor inusual que proceda de ti–Vegeta alzó la ceja al escuchar al soldado–. Dime... ¿Qué hacías con la humana, mono?–

Vegeta no le contestó. Se quedó mirándole sin sentirse intimidado por el estudio que Zarbon le realizaba sin problema alguno.

–¿Crees que no te vi por la cámara? ¿Crees que no sé que tú, tu escuadrón y la humana habíais escapado? ¿O tampoco crees que no soy consciente de como entrabas a la habitación de la chica cargándola en brazos?–Vegeta se tensó ante su segunda pregunta. Para la última tenía una coartada. Estuvo poco tiempo en su dormitorio, pero ¿debía estar tranquilo ante esa justificación cuando Bulma estaba en un estado de embriaguez?

–¿Irás a chivarte a Freezer como su zorrita?–soltó Vegeta con veneno para mostrarle al soldado verde que no tenía nada que temer. El problema fue ver como la sonrisa arrogante de Zarbon se hacía más notoria.

–La suerte está de vuestro lado, pequeño mono–Zarbon se aproximó con paso firme y amenazante hacia Vegeta que aún se mantenía en alerta–. El Gran Freezer ha debido partir por indefinido tiempo a ver a su hermano. Por lo que no hay nada que chivar.–

–¿Qué quieres, Zarbon?–el Príncipe se separó de la fría pared sin quitar su mirada de cada movimiento del soldado.

–Impresionante... ¿En esa cabeza de primate se puede hallar inteligencia?–Zarbon alzó su risa para molestar al saiyajin que soltó un gruñido al escuchar su insulto–Está en mi poder decirle al Gran Freezer que tú y esa asquerosa humana manipularon las cámaras y paneles de una puerta y que luego al entrar la llevaste a su habitación entre tus brazos... A juzgar por el estado en que se veía a esa niña parecía haber sido drogada para fines muy perversos. ¿No crees, Vegeta?–

–Deja de montarte historias, Zarbon. Si tanto quieres ir a decírselo a Freezer no entiendo por qué... –

–Porque en ausencia del Gran Freezer yo soy el que manda en esta base, pequeño mono–Vegeta apretó los puños al escucharle–, y como ya te he informado será por tiempo indeterminado. Puede que vuelva mañana o puede que esté medio año. Ya sabes que cuando falta para ir con el Gran Cooler las probabilidades de que vuelva pronto son escasas.–

–Te repito entonces qué demonios es lo que quieres–Vegeta intentó volver a calmarse. Se volvió a apoyar en la pared y de nuevo cruzó sus brazos, pero por dentro la intranquilidad afloraba cada vez más.

–A cambio de mi silencio tú y tu amiga me serviréis–aún sabiendo que él quería sacar provecho de la situación, Vegeta no pudo evitar sorprenderse. Sus ojos se abrieron más y sus labios se separaron ante la propuesta realizada.

–Vete a la mierda–Zarbon sonrió ante las palabras frías del guerrero–. No seré tu puta. Si quieres un sirviente contrata a Malaka.–

–¿Tan poco vale tu vida y la de la humana?–apretó la mandíbula mientras escuchaba las palabras que salían de Zarbon–. Si te niegas te mataré a ti y a la chica la daré como un regalo a un escuadrón... El que yo quiera.–

No se hacía daño cuando apretaba sus dedos en los músculos de sus brazos. Era tanta la rabia, tanta las ganas de venganza que sólo le frenaba la impotencia de saber que en un duelo él sería el caído.

–Sólo quiero que trabajéis para mí, Vegeta–Zarbon sin permiso alguno se sentó en la cama del Príncipe–¿también te has traído a la humana aquí?–

–Cierra la maldita boca–Vegeta se acercó hacia Zarbon con la intención de levantarlo y con algo de suerte echarle de su habitación.

–Solo misiones–el Príncipe paró delante de él antes de obligarlo a que se levantara. Para la suerte del saiyajin el soldado verde ya se estaba incorporando–. Hay ciertos planetas que pagarían una gran suma de dinero por sólo hacer unos pequeños arreglos en sus bases militares.–

–¿Quieres que trabaje para ti y que tú te quedes con el dinero?–Zarbón echó hacia atrás su trenza con arrogancia.

–Debo admitir que la humana es útil en la base–el soldado verde pasó al lado de Vegeta, se puso a su altura y susurró algo para que escuchase lo que finalmente quería decirle–. Quiero que tú y tu escuadrón hagáis estas misiones para mí, que os llevéis a la humana y que ella realicé todo lo que la ordenen. Todo beneficio será mío ya que guardar el secreto de esta noche tiene un precio elevado.–

Zarbon se separó de Vegeta y sin pensarlo se acercó hacia la puerta, tecleó el número que vio antes poner al Príncipe en el panel y la puerta se abrió. Antes de salir miró por el rabillo del ojo al saiyajin acompañado de una sonrisa.

–Tenemos algo en común hoy, Vegeta... No queremos que el Gran Freezer se entere de lo ocurrido–finalmente salió de la habitación y la puerta se cerró.

Una vez acompañado de su querida soledad Vegeta empezó a destrozar cada rincón de la habitación. Necesitaba desahogarse, debía calmar sus nervios de la única forma que sabía ya que tenía descartada la idea de salir detrás de Zarbon para enfrentarle y matarle.

~~~~

Un nuevo día comenzaba y como era costumbre el despertador sonaba a su hora. Aquel día el sonido de la alarma le golpeaba con fuerza en la cabeza. El dolor se metía dentro y la taladraba tortuosamente.

Bulma agarró el despertador y lo tiró con todas sus fuerzas hacía el suelo logrando que se rompiera y, por ende, que silenciara.

Sabía que ya era hora de despertar y que como siempre debía ir a trabajar pero hoy costaba más que ayer. Se durmió tarde, el dolor de su cabeza no cesaba y para acompañar su tormento la cama no la dejaba salir, o más bien ella no quería dejarla.

Hizo el esfuerzo más duro de su vida, apartar las mantas e incorporarse. Lo primero que sintió fue que su cabeza dolía y daba vueltas, no le fue difícil saber el motivo... ayer se pasó la noche bebiendo de aquel horrible y asqueroso licor que había llevado Nappa.

Finalmente se levantó de la cama. Se fijó que llevaba las mismas ropas que la noche anterior. Suspiró y se desvistió para meterse en la ducha mientras su cabeza intentaba recordar que ocurrió anoche.

Después de una ducha relajante, de haberse cambiado y haber desayunado, la científica volvía a su puesto de trabajo. Caminaba tranquila por los pasillos de la base hasta su sala mientras silbaba una melodía. Para ella ese camino era el más tranquilo del día. A esa hora la mayoría o estaban entrenando o habían partido a una misión. Sólo estaban ella y el silencio que lo rompía con su canción.

Justo cuando iba a girar en la esquina, las cámaras perdían un poco de visión de ella y de la zona en la que andaba, tanto como de la puerta que había a su lado. Bulma estaba tan en su mundo que no fue consciente de que ésta se abría y de que un brazo asomaba. La agarraron por la muñeca obligando a que entrase.

El cuerpo de Bulma temblaba de miedo. Estaba en una habitación estrecha y oscura acompañada de alguien que no sabía quien era. Iba a gritar pero la mano de su asaltante tapó su boca. Antes de soltarla encendió la luz del pequeño almacén para que la humana viera al guerrero. Su miedo se transformó en nervios al ver al Príncipe delante de ella quitándola espacio en el diminuto lugar.

–Vegeta... –susurró ella una vez que él apartó la mano de su boca–me has asustado... ¿se puede saber que haces?–

–Tenemos que hablar de tu irresponsabilidad, mocosa–la peliazul frunció el ceño al escucharle–. Ayer alguien supo de nuestra escapada. Así que ya puedes darte por chantajeada.–

–¿QUÉ?–Vegeta volvió a tapar su boca mientras la ordenaba que bajase la voz–¿quién? ¿Cómo?–

–Quien, Zarbon y como, no lo sé pero conociéndole seguro que estuvo siguiéndonos si te vio salir tarde de la habitación–Bulma agachó la cabeza. Se sintió torpe por no haber estudiado todo a la perfección ya que el plan era para evitar que el lagarto supiera de la huida de los cuatro–. Freezer no está. Partió al planeta de Cooler así que no sabemos cuando volverá.–

–Siempre que se va con su hermano tarda tiempo en volver... La última vez fueron ocho meses–la humana se tensó. Por mucho que odiase a Freezer prefería tenerle cerca ya que cuando se iba los soldados la molestaban más que nunca y temía que algún día llegasen a algo más que un simple tormento por los pasillos–. ¿Cómo sabes todo esto?–

–Zarbon me visitó anoche para decírmelo–Vegeta notó los nervios y el miedo en la humana. Colocó su dedo índice sobre el mentón de la joven obligándola a que le mirase a los ojos. Ella se sonrojó ante el contacto y la postura del Príncipe–. Quiere que trabajemos para él o si no le dirá lo que vio anoche.–

–¿Trabajar para Zarbon?–Vegeta soltó a la joven que pronto extrañó el contacto.

–Quiere enviarnos a misiones para hacer arreglos en bases militares y ha pensado en que tú vengas con nosotros–Bulma miró extrañada a Vegeta no comprendiendo la finalidad de dichas misiones–. Quiere hacernos trabajar para quedarse él con las ganancias.–

–¿Y debemos aceptar?–la humana se sentía indignada. Lo último que quería hacer era trabajar para el soldado verde puesto que él era demasiado arrogante y demandante.

–¿Crees que yo quiero?–los ojos azules de la joven se desviaron al escuchar el odio y desprecio en la voz del saiyajin. A él también le pasaba factura esta situación–. Él vio como te cargaba borracha hasta tu dormitorio. Con esa imagen puede hacer lo que le plazca.–

Bulma se sorprendió pues no recordaba aquella situación, pero tan sólo nombrarla pudo visualizar la imagen y, para su desgracia, todo lo ocurrido después. Se sonrojó al recordar como pedía al Príncipe un beso de buenas noches.

–Debemos ser positivos ante esta situación–los ojos azules de la joven se perdieron en los azabaches del guerrero–. Estudiando bien este acontecimiento podemos sacar provecho de la situación. El intervalo de tiempo que Freezer no esté en la base lo puedes utilizar para hacer la Cámara de Gravedad. Para nuestra suerte Zarbon...–

–Zarbon no se interesa tanto por los proyectos que no le prestaría atención–Vegeta sonrió al ver que pronto llegó la humana a su conclusión–. Incluso si realizamos esas misiones tal vez podría estudiar si algún material podría serme de ayuda.–

–Piensas rápido–Bulma sonrió ante el elogio–. Aceptaremos la propuesta de esa rana verde de mala gana, sin que sepa que nos está haciendo un gran favor para matarle a él y a su superior.–

–Haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte a que sea lo antes posible–Vegeta asintió. Decidido abrió la puerta para salir pero antes de cruzarla la humana se adelantó a hablar–. Siento lo sucedido anoche, Vegeta... no quería haberte puesto en este aprieto.–

–Lo hecho está hecho–el saiyajin la miró de reojo. Vio su sonrojo, su cabeza levemente bajada, su mirada perdida y esa manía de morder su labio inferior. El Príncipe volvió a entrar en el pequeño almacén cerrando la puerta detrás de él–. No te estás disculpando porque me grabasen llevándote a tu habitación.–

El sonrojo de la joven se intensificó. En cierto modo se disculpaba también por ello pero lo hacía más por lo ocurrido dentro de la habitación. Se sentía estúpida por haber tratado al Príncipe de tonto ante la idea de que no descubriría que su perdón, en su mayoría, se trataba por haberle atosigado pidiéndole un beso de buenas noches.

–Mocosa–nuevamente sintió el tacto de su mano en su mentón haciendo que elevase la cabeza y sus miradas se conectaran. Encontró el rostro del joven relajado, muy diferente al que ella solía conocer, pero no le incomodó–, no deberías jugar con fuego.–

–¿Me vas a dar un consejo así viviendo en este lugar que es la misma recreación del infierno?–Bulma tragó saliva después de hablar. Su cuerpo sintió un fuerte escalofrío cuando sintió como el pulgar cubierto por la tela del guante pasaba por su labio inferior.

Vegeta se perdía en sus ojos grandes y brillantes, en sus mejillas sonrojadas y en sus labios pequeños y rosados. La sintió temblar. Notó su miedo e inseguridad así como sus ansias. Había tocado aquel lugar que tanto a ella le gustaba morderse, aquel sitio que él anhelaba probar.

Se relamió ante la mirada inocente de la humana y sin pensarlo se aproximó a ella. La chica nerviosa cerró los ojos esperando lo que ya hacía tiempo venía deseando y soñando, pero por más que esperaba el beso del hombre que ella tanto adoraba y admiraba, éste nunca llegó.

Abrió los ojos para ver a Vegeta a su altura, con sus labios a la altura de su oído. Sintió en ese momento el aliento del guerrero que la estremeció.

–Recuerda que yo también soy uno de los demonios de este infierno, pequeña–Vegeta se separó sin quitar la mirada de la sorprendida chica. Él sonrió de lado mientras apartaba la mano de su mentón–. Haz caso de mi consejo.–

Sin decir más abandonó el almacén dejando a una desconcertada Bulma. Sentía sus mejillas arder. Se sentía expuesta por él. Que Vegeta descubriese cuanto deseaba aquel beso, cuanto disfrutaba de aquella situación... No quería ser parte de su humillación.

De nuevo la puerta se abrió y a ella la pilló por sorpresa. Para su suerte o desgracia no era el Príncipe sino su amiga Tara. La anciana había ido a por productos de limpieza que en aquel almacén se guardaban.

–¡Bulma! ¿Qué haces aquí, niña?–preguntó la anciana sorprendida. La humana sonrió incómoda al no saber que decir–. He visto al Príncipe Vegeta por el pasillo... ¿no estarías con él?–

–¿Qué? ¿Yo? ¿Con Vegeta? ¿Aquí? ¡Por favor, Tara!–Bulma salió del almacén nerviosa mientras reía falsamente–¿cómo puedes pensar así? Yo... yo... ¡Venía buscando algún producto para quitar una mancha que hay en un tanque de recuperación! Es imposible de quitar... ¿qué me recomiendas?–

–Bulma...–la anciana miró severa a la humana que poco a poco iba quitando aquella máscara que malamente utilizaba para ocultar sus intenciones.

–Tenía que hablar conmigo–Tara suspiró agotada. No sabía cuantas veces había reprendido a la joven por sus conductas rebeldes cuando se trataba del saiyajin–. Te juro que te tendré informada ¿vale?–

Tara vio salir corriendo a Bulma dirección al laboratorio. Miró el almacén consciente del poco espacio que había hay, y que se reduciría a menos con el Príncipe dentro.

~~~~

Estaba atardeciendo en el Planeta Freezer nº 79. Bulma había terminado con todo lo que la habían mandado y también con el proyecto de la Cámara de Gravedad. Ya tenía el plano hecho, solo le faltaba revisarlo bien, cosa que haría en la noche.

Como costumbre en la joven había salido hacia la sala de entrenamiento para encontrarse con los saiyajins. Durante el tiempo que estuvo trabajando pensó en lo ocurrido con Vegeta y a medida que pasaba el tiempo y lo pensaba más, empezó a creer que Nella decía la verdad. Tal vez él sólo quería apartarla comparándose con los demás soldados de la base. Con lo que él no contaba era que ella le conocía bien, no lo suficiente pero si lo necesario para saber que jamás la haría daño. ¿Cuántas veces ha tenido algún motivo para atacarla? Tantas que ya había perdido la cuenta. Con cualquier otro no hubiera dudado en enfrentarlo a la fuerza, incluso con los de su escuadrón, pero a ella no la hacía nada.

(Flash Back)

~6 meses atrás...~

Raditz, sentado en el centro de la mesa, levantó la mirada a la peliazul para encontrársela observándolo con una sonrisa de oreja a oreja. Miró al hombre sentado al lado de ella. Nappa tenía una mueca de dolor y comprensión dedicada al saiyajin de larga cabellera. Finalmente miró al frente para encontrarse con el Príncipe sirviéndose una copa de vino ignorando a su alrededor.

Era el único que no quería estar allí. Volvió a ver a la joven humana que seguía con su entusiasmo, mirándole con impaciencia. Agachó la mirada y vio el pastel que ella había hecho con amor, según le dijo.

Era una tarta redonda bastante grande de color roja que se derretía por los bordes, en medio tenía una capa blanca, parecida a la nata, que por un lado era muy gruesa y por otro más fina. La había decorado con pequeñas tabletas en forma de estrellas que rodeaban un "Feliz cumpleaños, Raditz".

La humana había colocado dos velas representando el número 24, las encendió y empezó a cantar. Después de aquella humillación le dijo que debía soplar después de pedir un deseo.

Raditz pensó que tal vez ese año tendría escapatoria, pero los dos saiyajins disfrutaban de la tortura que recibía el guerrero con las celebraciones terrícolas, como era celebrar su cumpleaños.

–Tienes que probar la tarta, Raditzel guerrero miró a la humana. El dulce que he elegido sabe parecido al chocolate de mi planeta.

Raditz observó la tarta nuevamente. Se estaba derritiendo por un lado. Volvió a ver a la humana con su sonrisa, pero poco a poco dejaba paso a la preocupación.

Los demás años le pides a la cocinera que preparé un dulceBulma frunció el ceño al escucharle.

¿Qué ocurre con mi tarta?preguntó indignada. Bulma miró al pastel como si no le ocurriera nada. Podía tener algún que otro fallo pero era normal, era la primera vez que hacía un dulce.

No es la tartala humana guió la mirada al Príncipe que bebía de su copa. A él no le gustaba ser partícipe de ese tipo de fiestas, pero en los cumpleaños de Raditz o Nappa él salía beneficiado. Comía más de lo normal gracias a que Bulma le pedía a su amiga cocinera que hiciera cena en abundancia para ellos, y se reía a costa de sus lacayos. Ella les humillaba y él se entretenía con ello. Son tus dotes culinarias. Ese dulce puede ser el arma más peligrosa del Universo.

¡Eso es mentira!gruñó la chica mirando a Raditz para que la defendiera. Bulma nunca veía errores en lo que hacía. Podía reparar una máquina, actuar ante Freezer y hacer el mejor pastel del mundo. Nada se le escapaba.

Prueba la tarta, Raditzel soldado se quedó azul al escuchar a su superior. Vegeta pensó que esa noche dormiría con una sonrisa en el rostro. Bien alimentado y uno de los saiyajins convertido en bufón por culpa de una débil humana.

Príncipe Vegeta...

Nada de Príncipe VegetaVegeta miró a la humana que desafiaba al melenudo. Has oído la orden. ¡Come!

Raditz tragó saliva. Miró de nuevo al joven saiyajin que movió la copa como si fuera un brindis a su salud, esperando porque acatase la orden de ambos.

Después de mentalizarse en el poco tiempo que tuvo, agarró el cuchillo para cortar un trozo de la casi desecha tarta. Agarró con la mano la pequeña porción y, después de unas cuantas arcadas, la llevó a su boca.

Los presentes miraron con interés el rostro de Raditz. Movía el trozo por su boca, como si fuera un trozo de carne, y es que era incapaz de tragar. Miró a Bulma que le estaba matando con la mirada, Nappa le miró interesado y Vegeta... él sólo sonreía. Finalmente escupió el dulce y agarró el vino a su lado, bebió todo el contenido de la capa, sin importar que el líquido se esparciera fuera de su boca recorriendo toda su barbilla.

El Príncipe empezó a reír a mandíbula suelta viendo la desesperación del saiyajin. Sin duda alguna los cumpleaños humanos eran divertidos, no como la tontería esa de Navidad.

¡Eres idiota, Raditz!gruñó Bulma molesta viendo como su obra de arte se deshacía en el plato.

Raditz escuchaba las quejas de la humana y las risas de Vegeta y Nappa. Él sabía lo humillante que era esto para él. ¿Por qué aceptaba a celebrar su cumpleaños? Podía hacer como el Príncipe y recordarla a Bulma que él no era un bufón para sus caprichos, pero al final cedía por la comida.

Molesto miró a Nappa que acompañaba al joven saiyajin con sus risas. No dudó ni un segundo en agarrar un trozo de la tarta y larnzarla al calvo ante la mirada de la humana y el saiyajin.

El gradullón, molesto por el ataque, agarró otro trozo y se lo tiró a Raditz, comenzando así una guerra con la tarta que Bulma hizo.

Bulma observó indignada como jugaban con su tarta, estaba dolida. Había gastado tiempo en ello y esos brutos lo despreciaban. Luego estaban las risas incesantes del Príncipe. Él en vez de decir que parasen les apoyaba con sus carcajadas.

¡Ya basta!gritaba la chica levantándose de la mesa, pero ninguno la hacía caso¡BASTA! ¡¿No os dijeron vuestras madres que con la comida no se juega?! ¿Qué digo de vuestras madres? ¡Sois saiyajins! ¡Vosotros más que nadie deberíais saber que esto no se hace!

Bulma sintió sus ojos arder al sentirse completamente ignorada. Negó con la cabeza. No pensaba llorar ante esos gamberros. Si querían pelea, tendrían pelea.

¡HE DICHO BASTA!y uniéndose a la guerra agarró un trozo y se lo estampó en la cara al Príncipe, logrando por fin llamar la atención¡SOIS IDIOTAS!

Se hizo el silencio en aquel preciso momento. Bulma pronto sintió el arrepentimiento al ver el rostro de Vegeta manchado por el dulce rojizo. Los otros dos guerreros se quedaron estáticos al verle y él... él estaba igual de sorprendido sentado en su sitio.

Bulma sintió sus piernas temblar cuando Vegeta se había levantado de su sitio. Fue tanta la flaqueza que fue ella quien ahora estaba sentada. Le vio acercarse a ella mientras se quitaba el rastro de aquella capa dulce que ella había arrojado a su rostro.

Nappa intentó persuadir al Príncipe para que no le hiciera nada a la chiquilla, pero recibió un brusco empujón por parte de su superior. Bulma le miró asustada, estaba de pie delante de ella, asesinándola con sus oscuros y fríos ojos.

Ve-Vegetatragó saliva e intentó calmarse. Llamó a sus fuerzas para hablarle. No quería hacerlo... Ellos estaban jugando con mi tarta y... y tú... tú te reías... Me costó mucho tiempo hacer algo que no sabía y... Pedí que paraseis pero no hicisteis caso. Es sólo un pastel pero el esfuerzo que le puse y...

¿Sabes lo que me importa tu mierda de esfuerzo, mocosa?Bulma silenció al oír el frío tono del guerrero. La agarró del brazo obligando a que se levantara para enfrentarlo a la misma altura. Vegeta escuchaba a sus soldados decirle que debía calmarse. Esto es lo mucho que me importan.

Bulma cerró los ojos cuando vio a Vegeta levantar la mano, pero en vez de sentir un fuerte golpe, notaba su cara recubierta de algo espeso.

Tu tartaescuchó decir al Príncipe que luego empezó a reír, aunque mucho menos que antes.

Bulma se quitó de los ojos la capa dulce que la cubría. Miró a los tres guerreros riendo. Frunció el ceño y sin pensarlo dos veces fue ella quien inició de nuevo la guerra, empezando por el Príncipe.

Durante más de cinco minutos estuvieron tirándose los restos de la tarta que quedaba. Bulma miraba como Vegeta se entretenía en aquel cumpleaños. Ella era consciente de que sólo iba para comer y divertirse a costa de los demás, nunca intervenía. Se quedaba sentado, comiendo, bebiendo y riendo, nada más. Aquel día consiguió hacer un poco más humano y menos esclavo.

~~~~

Cuando se hizo tarde la celebración concluyó. Andaban los cuatro por los pasillos dirección a sus habitaciones. Bulma miró detrás de ella como entre Raditz y Nappa intentaban solucionar el cubo de rubik que la humana había regalado al melenudo. Sonrió al ver que se empujaban para tenerlo y demostrar cual era el inteligente de los dos.

La joven miró al Príncipe que andaba a su lado. Estaba quitándose el resto de tarta que tenía detrás de la oreja.

Necesitarás varios baños para estar limpiodijo la chica mientras le imitaba quitando restos de su cabello. ¿Te lo has pasado bien?

Siempre me haces la misma preguntacontestó él mirando los restos del pastel. Instintivamente le dio por olerlo y se arrepintió al instante al sentir una nausea.

¡No estaba tan malo!se quejó mientras observaba como limpiaba sus guantes. Hoy te insistiré en la pregunta porque sé que la respuesta no es la misma de siempre. Te has divertido.

No negaré que me gustó verte temblar de miedoBulma rodó los ojos–. Vegeta, por favor. Vegeta esa tarta me costó mucho esfuerzo.

Bulma intentó no reírse al ver como la imitaba. Él nunca tenía esos comportamientos... podía sentirse privilegiada.

E intuyo que nuevamente este año no querrás que celebremos tu cumpleañosdijo ella evitando lo ocurrido.

Intuyes bien, mocosaVegeta miró de reojo a Bulma que observaba el camino.

Me conformaré con hacerte regalosBulma se giró encontrándose con los ojos azabaches del guerrero. Se sonrojó al no esperarse ese cruce de miradas.

¿Y que me regalarás este año? Espero que no sea lo mismo que a Raditzambos miraron a los dos guerreros de atrás que se habían quedado golpeándose y les habían dejado andando a ellos solos.

Veo que al Príncipe le gustan que le regalenBulma utilizó un tono divertido, pero que sonaba más coqueto que burlón. Vegeta miró a la chica interesado, sabía que ella no era consciente de que esa forma de hablar era insinuante, pero prefirió pensar lo contrario. Le gustaba que ella no siempre se comportase como una niña inocente, cosa que en realidad era. ¿Qué vas a querer?

AdivínaloVegeta sonrió de medio lado llamando la atención de la humana. Seguro que esa mente tan prodigiosa no llegaría jamás a la conclusión.

Bulma frunció el ceño sintiéndose menospreciada. ¿La estaba retando? Ella podía con todo. Vegeta no tendría que pensar que hubiese algo que se le escapase a ella de las manos. Tal vez cocinar... pero nada más.

Acepto el retosonrió la chica. Vegeta alzó una ceja incrédulo. Vio la seguridad de la joven y sonrió de medio lado. Ella le extendió la mano y él no dudo en estrechársela. Cuando adivine tu regalo te callaré la boca, Príncipe Vegeta.

Créeme, Bulmadijo su nombre con un tono de voz que ella no supo identificar, cuando lo adivines ninguno de los dos podrá callar.

Vegeta la soltó y siguió su camino riendo, dejando a Bulma desconcertada. Se sentía intrigada por saber que tanto deseaba él. Ella se lo quería dar y él... él sólo quería reírse, y si conseguía su tan ansiado regalo, no le importaría mandar a tomar viento las leyes de Freezer.

(Fin Flash Back)

En aquel momento él tuvo razones para dañarla. Siendo como era él, que no dejaría ser humillado, prefirió seguir el juego a tocarla un pelo. Se sentía intocable con él, cualquier cosa que hiciera, que pudiera molestar al Príncipe y que pusiera en riesgo su orgullo, debía ser castigado. El ejemplo perfecto era lanzar un trozo de tarta a su cara. Él respondió igual.

¿Y si hubiera sido uno de los saiyajins? ¿Hubieran tenido la misma suerte?

Si Vegeta quería apartarla dándola miedo comparándose con aquellos monstruos no lo conseguiría. Él con ella no era ninguna bestia, de la misma forma que tampoco lo eran Raditz o Nappa, los cuales también podían denominarse demonios al vivir en ese infierno, como el Príncipe dejó a entender.

~~~~

Una vez llegó al pasillo donde se encontraba la sala de entrenamiento de los saiyajins algo la estremeció. Sintió que algo no iba bien. Aquel silencio que se escuchaba no era agradable, menos cuando siempre solían escucharse los golpes o gruñidos.

Al atravesar la puerta de la sala supo el motivo del silencio que había en los pasillos, así como su mal presentimiento. Los tres guerreros estaban alerta frente al enemigo que tenían delante, el cual giró a ver a la humana. Bulma sintió su estómago revolverse al ver a Zarbon en aquel lugar, con aquella sonrisa y mirada.

–¡La última integrante ya está aquí!–sonrió Zarbon acercándose a la joven que retrocedió dos pasos al verle aproximarse–. No temas, mocosa.–

–¡Zarbon!–el nombrado miró por el rabillo del ojo al mayor de los saiyajins pero no hizo caso a su tono amenazante.

–Únete de inmediato con ellos porque debemos conversar seriamente, niña–una vez alcanzó a Bulma la agarró del brazo sin aplicar mucha fuerza, pero su agarre fue suficiente para alertarla de peligro. Sin delicadeza alguna la empujó junto con los guerreros, y ante una posible caída Nappa la sostuvo.

El viejo saiyajin la soltó una vez se mantenía de pie. La peliazul se puso entre él y el Príncipe que la miraba de reojo.

–Bien–todas las miradas se dirigieron a Zarbon. Vegeta ya había alertado a todos de lo que había ocurrido y de lo que estaba demandando de ellos–. Anoche cometisteis una infracción muy grave. Manipulasteis la seguridad de la base para una escapada nocturna, y luego la humana volvió en un estado deplorable que fue llevada a su habitación por uno de vosotros. ¿Os imagináis la cara del Gran Freezer si se entera de todo esto?–

–Disfrutas con esto, bastardo–el soldado verde sonreía con cinismo al calvo que rebosaba ira.

–Seguro que Vegeta ya os habrá comentado la pequeña charla que mantuvimos–Vegeta se cruzó de brazos mientras las miradas se posaban en él–. Mi silencio tiene un precio, y la cifra que pido es elevada. El problema es que ninguno podría complacerme con ella así que debéis trabajar duro para lograrla.–

–¿Sudar trabajando para beneficiarte tú? No nos tomes por idiotas–Vegeta miró a Raditz que estaba furioso. Él era quien más se oponía a trabajar para Zarbon–. Que te jodan.–

–Si no colaboráis hablaré de inmediato con el Gran Freezer, así como enviaré las grabaciones de anoche–amenazó con tranquilidad el soldado–. Si fuerais inteligentes trabajaríais para mí.–

–¿Sólo pides la reconstrucción y arreglo en bases militares de otros planetas?–Zarbon guió su dorada mirada a la peliazul. Sonrió de lado mientras la estudiaba de arriba abajo incomodando a la humana.

–De momento eso es lo único que me han ofrecido–el soldado apartó un mechón verdoso que caía por su rostro–. Posiblemente también tenga en un futuro una misión de destrucción.–

–Si quieres nuestra colaboración destruirás las grabaciones–Zarbon guió rápidamente la mirada al Príncipe que de nuevo era observado por todos–. Sino no veo el motivo por el que debamos gastar tiempo y energía en ti.–

–¿Estás loco, simio de mierda?–Vegeta frunció el ceño–¿entonces qué motivo os impulsará a trabajar para mi?–

–Tu palabra a Freezer le vale más que cualquier grabación–el soldado volvió la mirada a la humana–. Con o sin una prueba física si tú cuentas lo que has visto él te creerá. Lo sabes tanto como nosotros lo sabemos.–

–Es la única condición que te estamos pidiendo–aclaró finalmente Vegeta.

–Esa prueba es la única que tengo para demostrar que... –

–Que eres un fracaso como perro faldero de Freezer –los cuatro guerreros miraron sorprendidos a la humana–. Tienes razón, puedes utilizarlo contra nosotros, tanto la grabación como tu argumento. Piensas que Freezer nos castigará solo a nosotros pero no has pensado en ti. Todo lo acontecido ocurrió cuando él te dio el poder a ti de la base. Nuestra responsabilidad era tuya y ante tus ojos nosotros nos fuimos. Puedes hablar con Freezer y que él nos castigue, pero no olvides que tú también estás en la lista.–

Vegeta sonrió de medio lado al escucharla. Levantó la mirada para encontrarse con un sorprendido Zarbon, tal y como le hubiese gustado haberle dejado anoche tras su maldito encuentro.

–No nos vamos a jugar todo, Zarbon, porque nuestra posición sigue en peligro pero la gravedad ha disminuido cuando estás incluido–siguió diciendo la joven humana–. Trabajaremos para ti si destruyes la grabación y nos das el 30% de las ganancias.–

–¿Ahora también queréis un porcentaje?–gruñó Zarbon.

–No querrás que Freezer se entere de tus negocios a sus espaldas ¿verdad, rana verde?–el soldado apretó sus dientes al escuchar la insolencia del Príncipe, pero luego volvió a desviar la mirada a Bulma que soltó una carcajada.

–Vuestras condiciones si mañana partís al planeta Kavit a primera hora–Vegeta asintió sonriendo aceptando el trato de Zarbon.

El soldado verde abandonó la sala sin decir más y, una vez alejado, las risas se hicieron presente en la sala.

–Ese perro faldero se llevó su merecido–Nappa revolvió el cabello de la joven–. Buen trabajo, niña.–

Bulma sonrió triunfante a pesar del miedo que sintió al hablar o al estar en la misma sala con aquel que si era un auténtico demonio.

–Hay que preparar todo lo necesario para partir mañana–Vegeta se acercó a sus dos soldados que asintieron al escucharle–. Raditz quiero que realices los informes necesarios para nuestra partida y Nappa prepara las naves, incluyendo la de Bulma.–

Los dos soldados obedecieron de inmediato y salieron de la sala para cumplir con sus respectivas misiones. Bulma miró impaciente a Vegeta para que le ordenase alguna tarea.

–¿A mi no me mandarás nada?–Vegeta la miró mientras se deshacía de sus guantes y los tiraba al suelo.

–Tu misión es la de la Cámara de Gravedad–el Príncipe sonrió al ver su confuso y molesto rostro–. Ya has hecho suficiente, deja que ellos se encarguen de todo.–

–Entonces... ¿Te gustó mi actuación?–Vegeta alzó una ceja sin parar de observarla. Agarró una botella de agua que estaba en uno de los rincones de la sala y bebió de ella.

–No ha estado mal para una niña–Bulma infló los mofletes cual infante, pero luego se arrepintió de su comportamiento.

–No nos iremos hasta ver como destruye la grabación ¿verdad?–Vegeta asintió–¿qué sale en ella? ¿Cómo manipulamos la seguridad?–

Vegeta se refrescaba el cuello mientras escuchaba a la joven. Aún recordaba con la seguridad que se enfrentaba al soldado verde. Su atractivo aumentó con aquel carácter.

–Las grabaciones muestran como te llevo borracha a tu habitación–dejó la botella donde estaba y se giró para verla mejor–. No se grabó como manipulaste la seguridad.–

–Entonces... sólo queremos que borren las imágenes porque salgo embriagada–el Príncipe alzó una ceja tan confundido como estaba ella–. ¿Tan peligroso es?–

–Bulma–la chica se sonrojó cuando la mano desnuda del Príncipe se posó en su hombro a la vez que la llamaba por su nombre–, Freezer no quiere que estés con ningún hombre de esta base. Si te ve con alguno date por muerta a ti y dale por muerto a él.–

Los ojos azules de la chica se abrieron sorprendidos. Fue un jarro de agua fría cayendo por su cabeza. Ahora entendía las advertencias de Tara, de porque Vegeta no quería estar con ella a solas o... o de porque tal vez no la hubiera besado antes.

–El malinterpretaría el momento en el que entraste en mi habitación–Vegeta asintió–y por eso Malaka te preguntó porque me acompañaste la otra noche.–

–Cuando mate a Freezer harás lo que quieras–soltó a la joven pero para su sorpresa ella le agarró la muñeca.

–Cuando mates a Freezer yo no tendré a donde ir... Quiero ir con vosotros, Vegeta... yo... yo quiero estar contigo–el ceño del guerrero se frunció ante sus palabras.

–Una vez Freezer muera ya no nos une nada–Bulma miró a los ojos negros del Príncipe–. Yo seguiré destruyendo planetas a mi antojo mientras que tú harás tu vida en otro lugar. No hay motivo por el que querer estar conmigo, niña.–

–¿Y si te equivocas? ¿Y si ya no matas a gente inocente?–Vegeta sonrió de lado al oírla–la gente cambia ¿sabes? Tú también puedes hacerlo.–

–Eres una ingenua–sentenció él. Bulma sonrió al escucharle, ella todavía tenía mucho que decir.

–No lo seré tanto cuando le he dado una patada en el trasero a Zarbon–el saiyajin sorprendido con una ceja alzada asintió a la joven–. He hecho eso para que borrase una grabación en la que estás llevándome a mi habitación donde no ocurrió nada.–

–Absolutamente nada–apoyó el Príncipe.

–Sólo me dejaste en mi cama y lo más raro que pudo pasar fue que te pidiera un beso de buenas noches pero tampoco ocurrió nada–siguió hablando Bulma.

–Repito. Absolutamente nada–Vegeta frunció el ceño al no comprender que intentaba hacer la humana.

–Entonces no nos une nada como dices–él suspiró y se dio media vuelta para salir de la sala. Bulma volvió a agarrarle de la mano y él volvió a enfrentarla–. ¿Sabes? He podido recordar todo lo que pasó en ese momento y lo que recuerdo es que no me querías dar un beso de buenas noches porque me porte mal pero... hoy, ahora, me he portado bien.–

–Pensé que te lo dejé claro antes–Vegeta se acercó amenazante a la estática joven. Para la sorpresa de ella él rodeó su cintura y la atrajo a su pecho. Ella tragó saliva mientras apoyaba sus manos en sus duros pectorales–. ¿Qué más hay que repetir para darte cuenta de que con tus caprichos nos pones en peligro?–

–Ese lagarto ahora no está–dijo después de tragar saliva.

–Ese lagarto volverá–habló con un tono más suave.

–Ese lagarto morirá entonces–Bulma se atrevió a elevar sus manos hasta rodear el fuerte cuello del Príncipe.

–A ese lagarto yo le eliminaré–Vegeta la pegó más a su cuerpo.

–Y nuevamente ese lagarto no estará–Bulma cerró los ojos y se aproximó al Príncipe.

–Y luego seremos libres de él–Vegeta no dudó en imitar a la peliazul.

–Vegeta... –susurró ella antes de sentir el roce de los labios del guerrero.

–Príncipe Vegeta los scouters... –saiyajin y humana se separaron al escuchar la voz de una tercera persona. Sonrojados miraron a la puerta para encontrarse con Nappa que estaba igual de sorprendidos que ellos dos–eh... ¿interrumpía algo?–

–Por supuesto que no–dijo rápido Vegeta mientras volvía a colocarse los guantes y evitaba cualquier contacto visual con la humana–. ¿Qué quieres?–

–Se trata de los nuevos scouters–Bulma se acercó al saiyajin cuando nombró su invento–. ¿Debemos llevarlos?–

–Claro–dijo la peliazul con una sonrisa dulce y avergonzada–. Serán necesarios.–

Bulma vio como el Príncipe abandonaba la sala sin decir nada. Nappa sólo le miró unos segundos confuso y luego volvió la mirada a la humana, casi demandante por saber que había ocurrido.

–¡Debería despedirme de Nella y Tara!–dijo en alto la humana para evitar cualquier pregunta incómoda del guerrero–¡Hasta mañana, Nappa! ¡Descansa! ¡No te esfuerces mucho!–

La joven salió corriendo mientras soltaba un fuerte suspiro. Estuvo cerca de sentir su primer beso, y además de alguien que le gustaba. Entonces podía decirse que ya había algo más que les unía aparte de la venganza.

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~Nephim

*Just.Tonight92 (fanfiction)

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