Capítulo 12. La puja
2 meses después...
Bulma estaba sentada en el borde de su cama con la mirada perdida en el suelo. Su cabello estaba sucio y revuelto, su rostro pálido, con ojeras y los labios secos. En sus manos se apreciaba el scouter amarillo que le pertenecía.
La joven a penas parpadeaba. Se encontraba sin lágrimas y perdida en un montón de pensamientos oscuros que la acercaban cada vez más a esa desesperación que se hizo su amiga.
Hoy debía ser el día más feliz de su vida, pues cumplía dieciséis años y, como era de saber, era el día de la puja. Hacía un mes que Freezer volvió a la base y para ese entonces el escuadrón debía estar allí, pero a día de hoy no se sabía mucho de ellos. Zarbon dijo que hubo muchas complicaciones con aquella misión y eso entorpeció todos sus planes así como el atraso de su vuelta.
Ya no le quedaban lágrimas que echar o insultos que soltar. Sólo podía perderse en la soledad y esperar a ser devorada antes que pasar por la desgracia de su cumpleaños.
Ella nunca pensó que así sería cumplir dieciséis años. Según Tara y Nella era un momento de felicidad pero Bulma no lo vivía así. Ella no tendría velas que soplar en una tarta o regalos que abrir. No daría las gracias por las felicitaciones o se sonrojaría con una canción de cumpleaños feliz. La científica pasaría el calvario de ser expuesta ante un montón de hombres que pagarían por tenerla esa misma noche.
Cuando creyó que las lágrimas habían desaparecido volvieron a ella con intensidad. El scouter se resbaló de sus manos rompiéndose el cristal al chocar contra el suelo. Ocultó su rostro entre ellas y se dejó llevar por la rabia, la impotencia y el miedo.
Ese no debería ser su cumpleaños y mucho menos nadie de esos hombres debían ser su primera vez. Ella tendría que festejar con sus amigos y debía hacer el amor con el hombre que amaba. Sólo de pensar en otras manos tocándola o en otros labios besándola la producían asco y náuseas. Quería huir lejos pero Freezer la encontraría y la mataría.
Ahora ni siquiera tenía miedo de morir. Lo prefería antes que pasar por todo aquello pero no le quedaba de otra que seguir viviendo un día más en aquel infernal mundo donde ese día conocería de primera mano por qué el mundo de Freezer era tan despreciable.
La joven recordó con amargura la última vez que vio a sus amigos y, sobre todo, al hombre que le entregaría todo lo que tenía. En ese momento no pensó que todo se teñiría tan negro.
(Flash Back)
Bulma sonrió con tristeza observando a los tres saiyajins en la sala de naves. Nappa la miraba con temor y preocupación. Dejarla allí sola era una idea horrible pero no podían hacer nada. Raditz hablaba con ella de lo que sería su viaje y Vegeta, mientras, la miraba quedándose con cada gesto de su hermoso rostro juvenil.
–Tened mucho cuidado–dijo ella con tono preocupado mirando a cada uno de los guerreros.
–Somos saiyajins–Raditz la regaló una sonrisa para tranquilizarla. Ella respondió con poco ánimo–. No nos pasará nada. Son ellos los que deben temernos.–
–Me lo puedo imaginar–los presentes se fijaron en la figura que se había unido a la conversación y no pudieron sentir más asco y rechazo. Bulma miró a Zarbon con odio. Todo aquello era su culpa–. ¡Que vienen los monos gigantes! Seguro que están preparando los plátanos para vuestra llegada.–
Vegeta gruñó ante su comentario. Miró a Bulma que prefirió ignorar la presencia del recién llegado. Ella intercambió miradas con él y en ellas se dijeron lo mismo que en la intimidad de su habitación.
El Príncipe se dio la vuelta dando orden a los guerreros a que entrasen en sus respectivas naves al igual que él hacia. Sin despedirse con palabras marcharon fuera de la base dejando en aquella sala a Bulma junto con Zarbon. El hombre se había colocado al lado de ella mientras observaba el despegue junto con la humana.
–Extrañarás el calor del mono durante este tiempo ¿no?–Bulma no le miró ni mucho menos le contestó. El sonrió ante su silencio y siguió hablando–. En realidad necesitas a un hombre de verdad. El Príncipe Mono será un entretenimiento hasta que descubras que no es más que un niñato que no sirve para nada.–
–El silencio te beneficia, Zarbon–la joven le miró a los ojos sintiendo rabia y asco sólo por el contacto visual–. Sabes que como nosotros tienes las mismas que perder contra Freezer. Así que deja de soltar tonterías.–
Bulma tenía intención de irse pero Zarbon la agarró por los brazos acercándola a él. La chica se puso nerviosa ante lo ocurrido. Al notar el estado en el que ella se encontraba el respondió con una sonrisa victoriosa mezclada de malicia.
–¿Se te fue la palabrería, mocosa?–Zarbon la miró de arriba abajo logrando que se intimidara por ello–. Ya te dije que pujaría por ti... Es una pena que no seas virgen en ese momento pero al menos disfrutaré de tu cuerpo y de la rabia de tu Príncipe.–
–No me tocarás ni en tus malditos sueños–Bulma se removió intentando zafarse pero la fuerza de él la superaba con creces. Él soltó uno de sus brazos para agarrarla por la cintura atraiéndola hacia su cuerpo, logrando que se tensara por ello.
–En mis sueños te he hecho tantas cosas... Me excitó hasta estrangularte–el tono de voz de Zarbon era suave y sensual que mezclado con sus palabras se notaba cínico y cruel. Las piernas de la joven comenzaron a temblar sin poder evitarlo a lo que él amplió su malvada sonrisa–. No te mataré cuando te tenga pero pienso disfrutarte tanto que no te prometeré que no sangrarás.–
Zarbon la alejó de su cuerpo para marcharse riendo mientras la joven se encontraba tirada en el suelo luchando contra sus lágrimas que nacían a causa del miedo padecido.
¿Por qué debía pasarla esto? No hacía ni cinco minutos que Vegeta se había alejado de su lado y ya había sido arrinconada y amenazada. En su cabeza rogó a quien fuera porque alguien la salvara de esa maldita puja y que la dejara siempre en los brazos del saiyajin. No pedía tanto... sólo dejar que disfrutase un poco de libertad en su maldita esclavitud.
(Fin Flash Back)
El sollozo de Bulma se escuchaba en toda la habitación. Vegeta no la había dado información desde hacía más de un mes, sólo Nappa se encargaba de informar a la base de sus avances y estos se daban una vez a la semana con algo de suerte.
Freezer estaba rabioso por aquella misión nefasta y culpaba a Zarbon por haberla atrasado. Bulma sabía que enfadar al tirano tenía un precio y eso también la afectaba. Los saiyajins pagarían por su imprudencia mientras que su soldado leal sólo se llevó una reprimenda. Además no se le negó la oportunidad de pujar. El guerrero verde estaría allí presente ofreciendo cantidades de dinero, que ella misma le ayudó a conseguir, para violarla.
Aquel encuentro que tuvo con él la hizo sentir tanto asco que necesitó varias duchas seguidas para que su mente pensara en otras cosas y su cuerpo se limpiara del poco contacto que tuvieron, pero no sirvió de mucho, sobre todo porque el acoso hacia ello siguió y no fue solo de parte de Zarbon.
Bulma había sido acribillada durante los pasillos. De por sí los soldados ya lo hacían pero en el momento en que no estaban ni los saiyajins ni Freezer decidieron atormentarla con comentarios más fuertes de lo normal.
Tuvo que aguantar aquella desgracia pero el plato fuerte vino dos semanas después de la partida de los saiyajins y, por ende, del ataque del soldado verde.
(Flas Back)
Bulma ansiaba una soledad lejos de la base y eso era imposible, por lo que se escondía muchas noches en la sala de entrenamiento de los saiyajins para seguir con su proyecto. Allí no solía entrar nadie así que podía descansar mentalmente de todo el mal que había en aquel lugar.
La noche hacía rato que había caído y el cansancio la ganó. Salió de la sala y, con paso lento y cansado, avanzó por el pasillo pero, antes de que pudiera seguir con su camino, una voz masculina la asustó.
–Tan sola a estas horas–Bulma se giró para encontrarse con uno de los soldados que odiaba tanto como a Zarbon.
La figura imponente de Jeice se mostró delante de la humana con los brazos cruzados y sonrisa siniestra. Bulma intentó ocultar el temor que sentía pues allí no había nadie más que ellos y eso era una mala señal.
–Sigues con tus malos modales–él empezó a avanzar hacia ella. Bulma reaccionó dando pasos hacia atrás–. Llevo un par de días dándome cuenta de que pasas muchas horas en esa sala vacía. ¿Qué estas tramando?–
–La sala necesitaba algunos arreglos por culpa de las peleas que han habido dentro–Bulma buscó rápida una justificación. Si le contestaba había menos peligro de que se alterara y la tomase con ella–. Buenas noches, Jeice.–
Bulma se dio la vuelta dispuesta a irse hacia su habitación lo más rápido que pudiera pero Jeice fue más ágil para agarrarla y estamparla contra la pared. La acorraló entre sus musculados brazos mientras analizaba su miedo.
En ese momento Bulma entró en pánico al verse en aquella situación. Su corazón latía rápido mientras que su mirada se mostraba tan aterrada como ella lo estaba.
–Estoy seguro de que no habrá problemas en que te demores un poco más en llegar a tu habitación ¿no crees?–Bulma contempló con temor la torcida sonrisa del soldado. No hacía falta que dijera sus intenciones, se leían claramente en su rostro.
–Si alguien te descubre en esta postura seguro que tendrás más de un problema–la científica intentó sonar lo más tranquila posible logrando una sorpresa por su parte al conseguirlo–. Freezer no tardará en llegar y no será divertido cuando encuentre un reporte contra ti.–
–¿Me estás amenazando?–la sonrisa de malicia que mostraba el soldado desapareció por una expresión agresiva.
–En realidad te estoy avisando para que no ocurra–Bulma empujó levemente al soldado con la intención de que éste se apartara pero no movió ni un músculo–.Si te pillan...–
–¿Quién me descubrirá en este lugar donde solo nos encontramos los dos?–la adolescente tragó saliva observando como recobraba su astuta sonrisa–. No debes preocuparte por ello.–
Bulma para aquel entonces quería gritar pero sabía que era en vano. Empezaba a odiarse por no tener la fuerza suficiente para enfrentarle y salir corriendo. Contempló la oscura mirada verde que la estaba desnudando y decidió hacer todo lo que pudiera por quitarse de encima a aquel hombre.
–¡Déjame en paz de una vez, Jeice!–soltó un bofetón que no resultó dañino para él sino para ella misma que tomó su mano adolorida. Ya estaba harta de intentar mantener la compostura. Él no iba a ceder y ella ya estaba entrando en pánico. Pensó que tenía una posibilidad de huida pero él, como cualquier soldado de allí, era más fuere que ella.
–Eso lo vas a pagar caro, mocosa–antes de que ella pudiera reaccionar ya tenía la mano de Jeice apretando contra su cuello mientras la elevaba hasta tenerla a su misma altura.
Bulma se agarró a su muñeca la cual arañaba con la idea de producir en él un poco de dolor. Pataleó levemente mientras su mirada azul batallaba con la suya verde.
–Aquí te traigo tu reporte–dijo él con una sonrisa observando el terror en la mirada de la humana–. Por tu desobediencia y osadía deberás pagar un precio que yo mismo estableceré.–
Ante pataleos y forcejos por parte de ella, él se abalanzó para reclamar su boca en un agresivo beso que ella negaba. Cerró los ojos soltando imparables lágrimas mientras luchaba por librarse de la bestia que la apresaba. Cuando él se apartó a los pocos segundos arrastró el labio inferior de ella con sus dientes provocando una herida en la que la sangre comenzó a brotar.
Jeice la soltó haciendo que sus pies volvieran a tocar el suelo. Bulma tocó con suavidad su herido labio mientras sollozaba. Se odiaba ante la idea de que él la viera vulnerable y aterrorizada ante su presencia. ¿Pero cómo evitarlo?
–Serás mía, maldita zorra–gruñó él agarrándola de la muñeca para voltearla y estampar su cabeza contra la pared haciendo que su pómulo se hiriera.
Agarró a la adolescente por las muñecas y las posicionó a la altura de su espalda. Se dio el gusto de disfrutar de la horripilante imagen ante sus ojos. Bulma lloraba sin cesar mientras la sangre brotaba de su mejilla herida y su labio cortado. Su cabello estaba revuelto y mechones azules se pegaban a su rostro.
Él no dudó en romper la bata que siempre llevaba puesta, observando el vestido rosa que había debajo. Se perdió en sus blanquecinas piernas y, con la sonrisa intacta, puso sus dedos sobre el borde de la falda con la finalidad de ver lo que debajo ocultaba.
–Jeice–el nombrado miró hacia el fondo del pasillo que conectaba con el ascensor, el cual llevaba a los pisos superiores. Observó al hombre gordo de color rosa con el cuerpo cubierto de pinchos–, no me hagas dar parte de este comportamiento a Freezer. Suelta a la mocosa de inmediato.–
Jeice apretó los dientes y desvió la mirada a la joven que aun estaba llorando. Chasqueó la lengua y se separó de su cuerpo empujándola con poco cuidado hasta que terminó en el suelo. El soldado se acercó al culpable de que su aberración no hubiera tenido final.
–Vete a la mierda, Dodoria–dijo cuando pasó por su lado para luego seguir con su camino hacia el ascensor.
El soldado leal a Freezer se quedó mirando a la humana tendida en el suelo que ocultaba su rostro entre sus rodillas. Se acercó a ella mientras observaba la bata rota y esparcida por todas partes.
–Deja de llorar y vuelve de inmediato a tu habitación–Dodoria observó a la muchacha que sollozaba sin cesar. Frunció el ceño al ver que no hacía caso a su orden–. Esto que ha ocurrido ha sido culpa tuya. No tenías derecho a estar sola en este lugar. No es tu zona.–
Bulma apretó los puños y levantó la cabeza mostrando al soldado su deplorable estado. Su mejilla amoratada y repleta de sangre que se mezclaba con la de su labio, su rostro ensuciado por las lágrimas y su cuerpo entero temblando.
Se apoyó con dificultad en la pared para incorporarse. Sus piernas aún flaqueaban pero pudo mantenerse en pie.
–¿Culpa mía?–repitió ella con rabia–¡Ese bastardo a intentado violarme y tú me dices que es mi culpa por estar aquí! Dime, Dodoria... si hablamos de derechos ¡¿cuál es el que tiene él de intentar agredirme?!–
–Deberías estar más agradecida de que haya intervenido–respondió él de mala gana. Dodoria, como Zarbon, era leal al gran tirano y por ello seguía sus normas. No sentía atracción por la humana sino todo lo contrario. En su día intentó persuadir a Freezer de la mala idea que era tenerla en la base y ahora demostraba que su hipótesis era real.
–No te daré ningún gracias porque has dejado que se largue como si nada–señaló ella en dirección al ascensor–. ¡Si hubiera sido otro no hubieras tenido la misma benevolencia pero como se trata de un soldado de alto rango lo has dejado marchar sin cargos!–
–¡Yo que tú me mordería la lengua, niña!–Dodoria elevó la voz al mismo tono que ella–. La próxima vez puede que lo deje pasar así que mide tus palabras. Soy el único aquí junto con Zarbon que pueden salvarte de esos insensatos.–
Bulma apretó los dientes sin poder evitar un gesto de asco al escuchar el nombre de su compañero Zarbon. Que él no intentase violarla no significaba que no la hostigase con su presencia. Eso no era salvarla.
–Todo esto lo sabrá Vegeta–amenazó ella antes de irse aun con las lágrimas en sus ojos.
–Piensa bien lo que dices–dijo él mientras ella andaba dándole la espalda pero escuchando sus palabras–. No querrás que su vida peligre.–
Bulma no hizo caso de Dodoria y se fue dirección hacia su habitación. Realmente se cuestionaba si debía decirle o no lo ocurrido a Vegeta. Era cierto que le ponía en peligro porque si él intentaba pelear con Jeice sabía que, desgraciadamente, el Príncipe no sería el vencedor.
(Fin Flash Back)
No hacía falta decir que si con Zarbon se dio varias duchas, con Jeice las tuvo que triplicar. La humillación y el miedo habían ganado a la humana y la habían encerrado en su habitación hasta la llegada de Freezer.
Salía en contadas ocasiones que eran ir al trabajo y terminar la Cámara de Gravedad, que volvió con su construcción una vez el tirano volvió, pues no se atrevía a bajar de nuevo a la sala de entrenamientos tras lo ocurrido.
Tara y Nella solían ir a visitarla y muchas veces tuvieron que llevarle la comida a la habitación, pues a nada que sintiera una mirada intimidatoria sobre ella ya se encerraba en su miedo. Cada noche tenía pesadillas en las que Jeice lograba cometer su crimen. Nadie venía a su rescate pues, en esos horribles sueños, ella era informada de la muerte de Vegeta.
Unos golpes en su puerta la hicieron levantar su mirada repleta de lágrimas. Escuchó la voz de Dodoria detrás ordenándola salir porque Freezer la requería de inmediato ante él.
Su horrible día comenzó nada más despertar pero sabía que continuaría con todo lo que aquel tirano le tenía preparado.
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Bulma estaba ante la puerta que conectaba con la sala habitada por Freezer. La había llevado tiempo el levantarse de su cama, alistarse para que no la viera en aquellas horribles condiciones y salir de la habitación para encontrarse donde ahora estaba.
La puerta se abrió dándola permiso a entrar en la sala. Con paso precavido se adentró hasta que la entrada se cerró. Sus ojos azules miraron a su mayor enemigo montado en su sillón flotante. Su sonrisa marcada y su mirada calculadora resaltaban en su escalofriante rostro.
Miró a su alrededor para ver que no se encontraba nadie más que Freezer, sus dos leales soldados no estaban a su lado como era costumbre.
–¡Feliz cumpleaños, Bulma!–la humana miró al tirano que se bajó de su cómodo asiento con maestría. Ella le vio acercarse con aquella sonrisa malvada que tanto le correspondía–. Hoy te conviertes en una hermosa mujer humana. Bebamos para celebrarlo.–
Freezer se acercó a una pequeña mesa donde habían dos copas y una botella de vino. El mismo sirvió el licor para luego ofrecerle uno a la humana que, con seguridad, lo aceptó.
–Gracias, Gran Freezer–agradeció ella con el mismo tono que utilizaba siempre en su presencia, leve y sin vida apenas.
Freezer arqueó una ceja sin dejar de lado su gesto maligno.
–¿No te hace ilusión beber conmigo?–preguntó él estudiando el rostro de su científica.
–Para mí es un honor compartir vino con el poderoso Freezer–contestó ella manteniendo su postura y máscara–. Estaré siempre agradecida porque tome de su tiempo para estar conmigo el día de mi dieciséis cumpleaños.–
–Y es por eso que brindamos–Freezer alzó su copa de vino con la intención de que ella chocara la suya contra la de él. Bulma entendió rápida e hizo lo que él quería.
Tras escuchar el choque del cristal de las dos copas ambos bebieron del vino que contenía. Bulma le dio un pequeño sorbo mientras que Freezer se bebió la mitad del contenido con cierta elegancia.
–Debo imaginar que el vino no es de tu agrado–comentó al comprobar lo poco que bebió ella.
–Una humana como yo no sabe apreciar el sabor de un vino tan bueno como el que pertenece a la reserva del Gran Freezer–contestó ella aguantando la rabia que sentía al verse humillada hablando de si misma de aquella manera, pero debía ser así. Siempre tenía que ser así cuando estaba con él si no quería morir de la peor forma posible.
–Es algo que siempre dije–Freezer le quitó la copa y la dejó, junto con la suya, sobre la mesa al lado de la botella–. No vamos a hablar todo el día del vino. Hay cosas más importantes.–
–¿Qué desea, Gran Freezer?–preguntó ella observando al tirano dar vueltas a su alrededor observándola de arriba abajo.
–Realmente te convertiste en una mujer–dijo él ignorando cualquier palabra de ella–. Bueno... aun te falta lo más importante para llegar a serlo.–
Bulma contemplaba al tirano que paró frente a ella con sus dedos tocando su barbilla sin despegar la mirada de ella. Mantenía una pose pensativa mientras hablaba en alto.
–Estoy seguro de que conseguiremos una gran cantidad de dinero contigo, pequeña–un escalofrío recorrió todo el cuerpo de la humana sabiendo a lo que él se refería. La sonrisa del tirano se amplió al notar los nervios en ella–. Tú siempre me complacerías como es debido ¿verdad?–
–Siempre he obedecido sus órdenes–contestó ella mientras respiraba profundamente.
–Eso es cierto–asintió él dando la razón a la joven humana–. Hoy no será diferente.–
–¿Gran Freezer?–el nombrado sonrió mientras ella esperaba por una orden del tirano.
–¿Hasta donde llega tu lealtad hacia mí, Bulma?–ella se extrañó por la pregunta pero decidió no crear un silencio largo y contestar como debía si quería vivir un día más.
–Yo siempre le he sido y le seré leal, Gran Freezer–contestó rápida y él asintió conforme.
–Desnúdate y comprobaremos si es así o no–Bulma abrió los ojos sorprendida y él sonrió ante ello–. No te haré nada pero durante este tiempo que he estado ausente has estado junto a mi querido Príncipe Vegeta y debo decir que no me fío de su lealtad. Por ello comprobaré si debo o no fiarme de la tuya.–
Bulma observó a Freezer que dio orden por su scouter a que alguien ingresara en la sala. Las puertas se abrieron dejando pasar a Malaka y otro ser de su especie. Ambos iban equipados con unos maletines y una carpeta.
–¡Gran Freezer!–dijeron al unísono mientras le hacían una reverencia al tirano.
–Ellos comprobarán si eres virgen todavía–informó Freezer que había vuelto a tomar asiento en su sillón–. Comienza mostrando tu lealtad y desnúdate, niña.–
El corazón de Bulma latía con violencia mientras que sus piernas temblaban. Nerviosa desviaba la mirada de los médicos a Freezer y viceversa. Sentía que su cuerpo no reaccionaba. Estaba inmóvil y aterrada.
–O te desnudas tú o lo haré yo–amenazó Freezer que disfrutaba del miedo de la humana–. Te aseguro que no seré agradable así que no me hagas perder más tiempo.–
Bulma asintió mientras apretaba los dientes para evitar llorar y logrando que el nudo en su garganta doliera como un filo atravesándola.
Llevó sus manos al borde de su blusa amarilla y la apartó hasta que la prenda quedó tirada en el suelo. Desabrochó su pantalón y bajó la cremallera. Tiró de la prenda hacia abajo y la dejó a un lado. Se quedó cubierta de su ropa interior negra y sus zapatos blancos.
Freezer sonreía al ver en su rostro el dolor y la humillación. Miró a los médicos y, con un movimiento de cabeza, ordenó que comenzara la prueba. Malaka sacó de su maletín unos guantes y después una jeringa.
Bulma tragó saliva al ver la aguja y luego miró a Freezer que disfrutaba de aquel espectáculo.
–Extiende el brazo–ordenó Malaka cuando estuvo al lado de ella.
Bulma obedeció y extendió el brazo como la ordenaron. Gruñó al sentir la fría aguja dentro de su cuerpo.
Contempló como la jeringa se llenaba poco a poco de su sangre. Tragó saliva mientras desviaba la mirada al otro médico que estaba entregando al tirano la carpeta que llevaba para después colocarse también los guantes.
–Ya está–informó Malaka sacando la aguja del brazo de Bulma. Ni siquiera tapó la herida, simplemente optó por apartarse.
Ella misma hizo presión con sus dedos sobre la herida ensuciando la yema de su dedo con la poca sangre que salía.
–¿Cuánto tardarás, Malaka?–preguntó Freezer que estudiaba los papeles que habían dentro de la carpeta.
–Poco–contestó él mientras el otro médico portaba un pequeño recipiente lleno de un líquido transparente–. Con la sangre de la humana y este instrumento en dos minutos descubriremos si ella aún es virgen.–
–¡Perfecto!–sonrió Freezer cerrando la carpeta para después dar un pequeño aplauso–. Por cierto, Bulma, puedes vestirte.–
–¿Vestirme?–preguntó sorprendida mientras él le brindaba su sonrisa más retorcida.
–Sólo necesitaba una muestra de sangre y también una de lealtad en mi presencia–el pecho de Bulma ardía. Había sufrido una nueva humillación sólo para contentar al tirano.
Bulma obedeció y volvió a cubrirse con su ropa mientras su mente imaginaba lo perfecto que sería ver muerto a ese lagarto. Cada día en aquella base era un sufrimiento y él estaba allí para recordárselo. Ella era una marioneta en un teatro que él dirigía y el día que se cansase la acabaría mandando al otro mundo.
–La sangre no cambia de color–Bulma miró a Malaka que tenía aquel recipiente con el líquido que ahora se teñía de rojo–. Si la humana hubiera mantenido algún encuentro sexual tendría que ser negra.–
–¡Eso es estupendo!–rió el tirano mirando a la adolescente que había terminado de vestirse–. No sólo tú, querida Bulma, me eres leal. ¡El Príncipe Vegeta también lo es!–
–Ninguno defraudaría al Gran Freezer–contestó ella con una rabia que ya no pudo contener y que lejos de molestar al tirano le divirtió.
–Ahora ve al prostíbulo para que te preparen–ordenó él–. Esta noche debes estar presentable para nuestros invitados.–
Ella asintió y pidiendo permiso para abandonar la sala. Freezer dejó que se retirase. Bulma le dio la espalda para dirigirse a la puerta e ir en dirección al prostíbulo.
–¡Bulma!–la humana se detuvo y se giró a ver al tirano–. Nuevamente deseo que este sea tu mejor cumpleaños.–
–Gracias, Gran Freezer–Bulma salió de la sala y, cuando la puerta se cerró, apretó los puños y dejó salir algunas lágrimas.
Se sentía expuesta a aquel mundo. Habían sido tantos los ataques y humillaciones que se había vuelto vulnerable. Gritaba por la llegada de sus amigos y poder sentirse reconfortada en los fuertes brazos de Vegeta pero no servía de nada. Ahora mismo era ella contra aquella base y desgraciadamente iba perdiendo por goleada.
La joven se dirigió con lentitud hacia el prostíbulo, el cual ese día no sería accesible hasta que finalizase la puja, pues sería para el uso y disfrute de los invitados que no hayan podido pagar por ella.
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El prostíbulo era un lugar al que Bulma nunca había ido. La entrada era como un gran salón de paredes granate, con alfombras y cojines por todos lados. Allí se encontraban sentadas las esclavas que habían sido obligadas a prostituirse y, en su rostro, se apreciaba el dolor que era.
–Bulma–la nombrada miró a la mujer que la llamó. Allí se encontró con Nella que estaba delante de una puerta–, ven aquí.–
La humana obedeció mientras veía a Nella abrir la puerta. La invitó a entrar para luego ingresar ella. Una vez dentro de la habitación la joven la estudió. Tenía una cama que se veía vieja y malgastada mientras que los muebles también habían sido maltratados por los años. Lo que más llamó su atención fue que aquel sitio no tenía ninguna ventana.
Sus ojos se desviaron a la mujer que se encontraba mirando cosas dentro del armario. Se trataba de Tara que, al verla, la regaló una sonrisa apagada.
–¿Qué haces aquí?–preguntó Bulma sorprendida de ver a la anciana que siempre se encontraba en la cocina a esas horas.
–Ese lagarto nos ha obligado a preparate para la puja–contestó Nella que había cerrado la puerta y se había puesto al lado de Bulma. Acarició su espalda con cariño dándole el consuelo que necesitaba pero que sabía no servía de nada–. Lo siento tanto...–
Bulma agachó la cabeza y sin pensarlo dejó que sus lágrimas salieran. Allí era el único sitio en toda la base donde no sería juzgada por llorar ni la mirarían extraña. Allí podían comprenderla y Nella fue la primera en hacerlo cuando la abrazó con todas sus fuerzas para que se desahogara sobre su hombro.
–Sentimos no poder apoyarte como es debido–se escuchó la anciana voz de Tara–. No hay palabras ahora que puedan reconfortarte.–
–¡Si al menos Vegeta estuviera aquí!–dijo ella desesperada rompiendo su dolor contra Nella que la abrazó con más fuera al escuchar su grito desesperado.
–¿Crees que algo cambiaría? Freezer no le hubiera dejado participar en la puja y de ser así él no tendría el dinero que tienen los participantes–Nella apartó un poco a Bulma para contemplar su adolescente rostro repleto de lágrimas–. Ojala pudiera hacer algo por ti, mi niña.–
–¡No se puede!–la peliazul se apartó bruscamente de ella para abrazarse a si misma–. Tengo que dejar que un pervertido me compre y me viole sin que pueda hacer nada... ¡NADA!–
–Freezer lleva preparando esto desde que te raptó–dijo Tara viendo como la humana se sentaba sobre la cama limpiando sus lágrimas–. Incluso ha estado buscando más jóvenes vírgenes para esta puja.–
–Maldito lunático–gruñó la peliazul.
Ambas mujeres tomaron asiento al lado de la humana. Tara acarició su rostro y Nella la rodeó con su brazo mientras que Bulma se dejaba llevar por su llanto.
Fueron largos minutos en los que contemplaban como la humana lloraba. Sólo se la interrumpió cuando una de las prostitutas abrió la puerta de la habitación. Bulma no le prestó atención pero Nella si lo hizo.
–Freezer quiere que se vaya preparando–la voz de la mujer era apagada y triste. Allí todas las prostitutas se encontraban en la misma situación de empatía con Bulma y se mostraban en sus miradas o palabras.
–Ahora mismo–habló Nella desviando la mirada a su joven amiga.
La prostituta se fue dejándolas nuevamente a ellas. Bulma se limpió el rostro y se levantó de la cama sin dejar de mirar a una de sus mejores amigas que la contemplaban apenadas.
–Sólo puedo esperar a que todo pase rápido–sonrió tristemente ella haciendo notar en su voz el llanto–. Haced lo que tengáis que hacer, por favor. No quiero que os castiguen por mi culpa.–
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Bulma había salido de una bañera con sales de baños y geles aromatizados que, lejos de ser relajante, la atormentó. La adolescente se encontraba en aquel salón cubierta por una toalla y el cabello húmedo. Varias prostitutas se encargaban de alistarla para la noche. Dos pintabas las uñas de sus manos y otras dos la de los pies de color dorado, mientras que otra se encargaba de maquillarla y una más de peinarla.
Una vez estaba lista, Nella y Tara se acercaron con la ropa que llevaría para la puja y, al verla, Bulma la comparó con el de una prostituta de allí.
Tara le colocó la fina falda rojiza mientras que Nella le acomodó el top que parecía un sujetador el cual era de los mismos colores que la parte inferior. La tela era casi transparente dejando que se viera su desnudez. La pusieron los demás accesorios con los que iba acompañado la vestimenta.
Nella miró a la adolescente evitando las ganas horribles que tenía de llorar. Su hermoso cabello azulado, que llegaba hasta los hombros, tenía dos trenzas a cada lado que luego se unían por atrás. Sus ojos perfectamente maquillados con una fina línea y las pestañas resaltando, sus mejillas cubiertas por un color claro y sus labios teñidos de rojo.
En el cuello tenía una gargantilla negra con un aro de metal delante que significaba que era, además de esclava, prostituta. El sujetador rojizo tenía los bordes de oro con detalles en forma de caracol y con hilos cayendo, la prenda aplastaba su pecho dejando que éste se apreciara mejor. En sus muñecas dos brazaletes dorados con el símbolo de Freezer grabados sobre ellos. La falda era corta y era similar a la parte de arriba, roja con toques brillantes y en sus pies descalzos una pequeña pulsera ajustada que mostraba el mismo emblema.
–Bulma... mi niña...–Nella se acercó a ella llorando. Acarició su mejilla mientras se perdía en su azulada mirada. Bulma acarició la mano apoyada sobre ella con cariño, observando a la mujer que se lamentaba–si pudiera me pondría en tu lugar sin pensarlo.–
–No te dejaría–Bulma apartó la mirada y contempló a las demás mujeres del lugar. La observaban en silencio. Ella sabía lo que pensaban y sonrió con dificultad–. ¿Por qué sentís lástima de mí? Vosotras tenéis que padecer esto día tras día... Sólo soy una más.–
–Para nosotras no es así–dijo una de ellas ganándose la mirada de la humana. Era una hermosa mujer de piel verde, cabello rizado rubio y ojos penetrantes negros–. Tú podías vivir lejos de este martirio que es ser violada una y otra vez. Ahora tenemos que ver como te conviertes en una esclava más.–
–Nadie quiere que su inocencia sea robada de esta forma tan horrible–recalcó Nella mirando a su amiga–. A muchas de aquí la hicieron lo mismo que a ti y ahora tendrás que pasar por ello... A día de hoy habías podido vivir un poco en la ignorancia de lo que significa esto.–
–Cualquiera de nosotras se cambiaría por ti si con ello un día más mantienes intacta esa personalidad que te caracteriza–repitió la prostituta.
–Algún día seremos libres, os lo prometo–dijo ella mirando a todas las mujeres y luego a Tara y Nella–. La Cámara de Gravedad está terminada. Vegeta vendrá y matará a Freezer.–
–Espero que no te equivoques, niña–Bulma miró a Tara que, como Nella, se encontraba llorando observándola.
En ese momento un soldado entró y ordenó a Bulma salir pues la fiesta ya había comenzado y todos los invitados se encontraban allí. El hombre salió para esperarla dejándolas sola nuevamente.
–Ya es hora–dijo Bulma mirando a sus amigas.
–Pueden esperar un momento–habló Tara mientras Nella le pedía a una de las mujeres que le diera algo.
–¿Qué ocurre? Freezer no querrá que me retrase–Bulma miró a Nella que se acercó a ella con algo entre sus manos.
–Puede que sea el peor día del mundo pero no deja de ser tu cumpleaños–Nella le enseñó a Bulma un anillo que le había entregado la mujer–. Este es tu regalo, pequeña.–
Bulma sonrió y extendió su mano hacia Nella. La mujer colocó el anillo en su índice derecho. La adolescente observó la joya plateada que tenía inscrito la inicial de su nombre en ella.
–Te mereces esto y mucho más–dijo Nella que la observaba con los ojos llorosos y una leve sonrisa cálida–. Te quiero.–
Bulma la dio un fuerte abrazo a Nella que finalmente rompió a llorar ante la idea de lo que le esperaba. Se apartó un poco de ella para quitarla las lágrimas y regalarle una forzada sonrisa. La adolescente tragó saliva sintiendo el nudo en su garganta mientras veía a su amiga observarla con preocupación. Antes de separarse de ella le dio un beso en la mejilla para después despedirse de Tara que estaba en la misma situación que la prostituta.
La humana sabía que ese era el peor día de su vida pero agradecía tenerlas a ellas. Era como tener a su madre y a su hermana de nuevo a su lado.
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Freezer había dado orden de preparar en el comedor el evento que se celebraría. Las esclavas se habían encargado de colocar largas mesas repletas de comida de diferentes planetas. Habían muchas que pasaban con bandejas repletas de licores que los invitados tomaban cuando se cruzaban por su lado.
Al final de la sala habían improvisado un pequeño escenario al cual accedió Freezer para hablar a sus invitados. Contempló a los hombres que, en su mayoría, eran de grandes posiciones. Mentalmente se relamía pensando en los beneficios que obtendría aquella noche.
El ruido que hubo en la sala cesó al ver al tirano subido en el escenario observándoles con su maliciosa sonrisa. Toda la atención le fue brindada a lo que él respondió hablando a todos los presentes.
–Durante años he tenido el privilegio de tener a los mejores profesionales bajo mi mando–comenzó él con su copa de vino en su mano–. La hija de Briefs ha estado trabajando en mi laboratorio desde que tenía diez años y ahora, que cumple dieciséis, vamos a celebrar en su honor.–
Cuando terminó de hablar señaló en dirección a la entrada haciendo que los invitados giraran a observar lo que el tirano mostraba. Tras las puertas del comedor apareció un soldado que escoltaba a Bulma, que andaba detrás de él con la mirada clavada en el suelo. La humana era observada por todos los presentes que la analizaban andar hasta el escenario.
El soldado ordenó a la humana subir y colocarse al lado del tirano. Los ojos azules de Bulma miraron a Freezer que mostraba su más cínica sonrisa mientras esperaba porque se pusiera a su lado.
La joven subió con lentitud mientras mantenía su mirada sobre la del tirano. Veía como él la estudiaba y contemplaba de arriba abajo portando la vestimenta que él ordenó que llevase. Aquello estaba mucho más lejos de ser humillación. No encontraba las palabras para describir el dolor y la rabia que sentía en ese momento en el que no podía hacer absolutamente nada para defenderse y huir lo más lejos posible.
Freezer apartó la mirada de ella para volverla a sus invitados y continuar con su discurso.
–Una hermosa joven que hoy cumple dieciséis años tendrá como regalo el privilegio de estar con uno de los hombres aquí presentes a cambio de una gran fortuna–sonrió Freezer mientras Bulma le miraba con odio. Aquella noche fue imposible esconder todo lo que sentía hacia él con tan solo un gesto–. La virginidad tiene un precio costoso. Podéis venir y verla vosotros mismos a lo largo de la noche.–
Freezer se giró para ver a Bulma que aún le mantenía la mirada. Él notó todo lo que ella expresaba y, en vez de reprenderla, mostró su mejor sonrisa mientras acariciaba su mejilla maquillada.
–Sonríe, Bulma–ella se apartó para que él dejara de tocarla. Como respuesta él rió sin importar su osadía hacia él–. Después de tu gran noche ya serás toda una mujer.–
Freezer se marchó dejándola sola. Seguía con su mirada cada paso que daba hasta que se unió a hablar con algunos invitados sin importar que ella le espiase.
Pronto Bulma empezó a recibir visitas de los presentes. Su corazón latía despavorido mientras luchaba contra ella misma para no llorar cuando era estudiada por aquellos hombres que la miraban de arriba abajo e incluso la tocaban sin vergüenza alguna.
Tocaban su cuerpo como si les perteneciera, sólo para comprobar si era de su agrado. Era molesto ver en ellos una sonrisa de satisfacción cuando terminaron con su exploración.
Apretaba los puños siendo ésta la única manera que tenía de dejar ir su dolor pero de poco servía, sobre todo cuando la visitaron Zarbon y Jeice, que también se había unido a aquella puja. Habían decidido tomarla con ella, divirtiéndose a su costa mientras ella notaba como se rompía cada vez más por dentro.
–Que tenemos aquí–Bulma miró al siguiente invitado que apareció para humillarla. La joven se sorprendió al ver que se trataba de Lord Kavit–. ¿Asombrada?–
–¿Qué mierdas hace aquí un hombre que no puede tener sexo?–preguntó ella repleta de rabia. Verle la humillaba más si cabía.
–Entre tú y el Príncipe os encargasteis de hundir mi reputación–Kavit agarró a Bulma por el cuello y la abrió la boca para estudiarla pero ella la cerró con rapidez–. Te alegrará saber que encontré una cura y que posiblemente la conozcas de antemano. Espero que no uses los dientes para ello.–
Mostró sus colmillos de felino cuando la regaló su maquiavélica sonrisa antes de marcharse y dejar a una Bulma confusa y atemorizada. Si Kavit ahora podía mantener relaciones sexuales y ganaba la puja ella pagaría por lo ocurrido. Cada invitado que se presentaba era cada vez peor. No quería a ninguno de ellos pero si tuviera que elegir no podía. No estaba a salvo con nadie.
–No ganará–Bulma miró al siguiente invitado que se había puesto delante de ella. Se trataba de un hombre con la piel azulada, el cabello corto negro al igual que sus ojos y con una cicatriz atravesando su boca–. Soy el Príncipe Theor del planeta Zerbat.–
El hombre sin decir nada más agarró a la humana del brazo para apegarla a él mientras la otra mano se ponía sobre su cuello. Bulma sintió nuevamente el temor ante sus acciones y su mirada sádica.
–Serás mía–confirmó él con una sonrisa de lado marcando su rostro.
–Suéltame–ordenó ella mientras se zafaba ante la sorpresa de él. Bulma había estado completamente ausente para que todo lo que ocurriera pasara rápido, pero aquel tipo consiguió alterarla.
–¿Protestas, zorra?–Theor había levantado su brazo con la intención de abofetearla pero el golpe no llegó a recibirse.
Bulma había dado un paso hacia atrás observando la escena. Creyó que la golpearía hasta ver que alguien le retenía agarrando su muñeca. Miró al que interfirió y la sorpresa y alegría la ganó durante unos instantes.
–Creo que no eres de su agrado, Theor–dijo el hombre soltándole el brazo.
–Siempre te metes en donde no te llaman, Darek–Theor miró al Príncipe que le detuvo para luego mirar a la humana–. Vete preparando, humana.–
Theor, antes de marcharse, les miró por última vez. A ella con lujuria mientras que a él con rabia. Cuando les dejó a solas, Bulma miró a Darek con una sonrisa en el rostro que contestó de igual forma.
–¿Qué hace aquí, Príncipe Darek?–preguntó ella aun no creyendo que estuviera allí.
–Vengo a pujar por supuesto–Bulma alzó una ceja incrédula al no entenderlo a lo que él le guiñó un ojo con su típica sonrisa en su rostro–. Freezer me invitó y yo no podía negarme ante una oportunidad como esta.–
–¿Cómo? No entiendo–Bulma frunció el ceño cuando escuchó sus palabras–. Pero usted es...–
–Un lujurioso, lo sé–Darek desvió la mirada hacia Freezer que los observaba–. Nos vemos luego, Bulma.–
Bulma no comprendía lo que ocurría. Ver al Príncipe Darek había sido una alegría pero su comportamiento no era igual al que conoció. Estaba segura de que estaba interesado por los hombres y en cambio iba a pujar por ella... No comprendía y eso la descolocaba.
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Habían pasado dos horas y los hombres ya habían "conocido" a Bulma. Algunos incluso más de una vez para su desgracia. Cuando el tiempo transcurrió y Freezer se cercioró de que los presentes habían quedado satisfechos con la humana, se subió de nuevo al escenario colocándose al lado de ella.
Los presentes volvieron a callar para escuchar al tirano mientras que Bulma volvió a regalarle su mirada más mortífera.
–Quiero recordar a todos aquellos que no ganen la puja que luego se abrirán varias más con nuevas esclavas vírgenes–recordó él mirando a todos los presentes–. ¡Demos comienzo!–
Freezer miró a Bulma que había desviado la mirada a los invitados. Quería estar pendiente de saber quien sería el hombre que pagaría por ella. Muchos habían sido abusones a la hora de acercarse a mirarla pero otros superaron expectativas y, por ello, temía. Algo tenía claro y es que todos serían brutos con ella aunque aún se mantenía preocupada con Darek y sus palabras.
–Empecemos con un precio de 10.000–comenzó Freezer a hablar.
Las pujas comenzaron subiendo 5.000 con Zarbon que se quedó cuando llegaron a los 50.000. Jeice por su parte tampoco pujó más mientras que Kavit, Theor e increíblemente Darek siguieron participando.
La tensión y rivalidad estaba presente en el ambiente excepto por uno de los presentes. El Príncipe Darek mostraba una postura serena y tranquila. Estaba preparado para hacer frente a cada cantidad que se le ponía por delante.
De los tres grandes competidores, Kavit fue el primero en caer por la cantidad de 250.000. Apretó los dientes rabioso, mostrando sus afilados colmillos. Su venganza no tendría lugar y en cierta manera eso calmó a Bulma.
Finalmente sólo quedaron como rivales Theor y Darek, puesto que el último cayó en la impresionante cifra de 320.000. Freezer sonreía complacido pues no imaginó que aquella puja fuera mejor de lo que creyó.
–Se acabó–gruñó Theor mirando a Darek que reía al ver su enfado–. ¡500.000!–
–¡500.000!–gritó Freezer sonriendo mientras Bulma temblaba asustada. Miró a Darek que le guiñó un ojo.
–Veo que eres capaz de dejar a tus habitantes en la pobreza con tal de satisfacerte. Todos saben que Zerbat es un planeta sin muchos recursos económicos–se burló Darek molestando a Theor. Miró a Freezer y sonrió–. Ofrezco 1.000.000. Después de todo tengo el dinero necesario para satisfacer mis necesidades y mantener a mi pueblo a la vez.–
–¿Alguien ofrece más?–Theor apretó los puños al escuchar la voz de Freezer que empezó con la cuenta atrás–. ¡El Príncipe Darek del planeta Akrog se lleva a la cumpleañera por 1.000.000!–
Los invitados aplaudieron molestos al ganador que se retiró de la sala hacia donde se encontraría con Bulma. Ella estaba impactada ante la conclusión de la puja. Había escuchado perfectamente que había pagado para satisfacer las necesidades de él. Iba a ser violada por un hombre que pensó que era su amigo.
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Cuando la puja terminó y Darek se retiró, Bulma debía ir a reencontrarse con él. La habían sacado de la sala hacia el lugar donde se vería con él. No comprendía como aún le quedaban lágrimas para llorar y no la fuerza de voluntad suficiente para retenerlas. Su caminó fue llorando y pensando que era el peor día de su vida.
El soldado que la llevaba la dejó delante de la puerta de la sala en la que Darek le esperaba. Tecleó el código para que la entrada se abriera y ella pudiera acceder.
Cuando la puerta se abrió la ordenó ingresar dentro. Agachó la cabeza con las lágrimas recorriendo su rostro y con los puños apretados. De tal horrible forma entró en la sala. Miró el pequeño lugar que constaba de nada más de un sofá con una pequeña mesita delante y una puerta detrás.
Allí estaba sentado el Príncipe Darek. Cuando escuchó la puerta cerrarse se levantó para recibirla pero paró en seco al ver el estado en el que llegó.
–¡¿Qué demonios has hecho?!–preguntó ella llorando y gritando una vez que los dos estaban solos–¡ME DIJISTE QUE NO ERA TU TIPO! ¡Has pujado por mi! ¡Para violarme!–
–Bulma, deja que te explique, por favor–pidió Darek mientras se acercaba a ella–. No podía contártelo en la sala delante de Freezer y los invitados.–
–¡¿Contarme que me engañaste haciéndome creer que te gustaban los hombres?!–siguió gritando ella con las lágrimas presentes–. ¡No eres más que basura!–
–Bulma, escúchame–Darek apuntó hacia la puerta–en la habitación...–
–¿Habitación?–Bulma miró la puerta y sonrió sarcásticamente–. Ya... Cuanto antes termine esta mierda mejor.–
–¡Bulma!–le llamó él mientras veía como se dirigía hacia la habitación.
Bulma abrió la puerta e ingresó en la habitación mientras miraba en dirección a Darek para seguir gritándole.
–¡No te a atrevas a volver a llamarme...!–
–Bulma–la chica que fue interrumpida abrió los ojos al escuchar la voz. Miró dentro de la habitación para encontrarse con Vegeta levantándose de la cama. Sus lágrimas cayeron al ver al Príncipe ante ella.
–Freezer tenía que creer que iba a por ti, Bulma–la joven escuchó la voz de Darek mientras miraba a Vegeta que la contemplaba directamente a los ojos–. Feliz cumpleaños.–
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¡Hola! En esta plataforma no suelo dejar comentarios pero esta vez he decidido hacer una excepción.
En primer lugar para comentaros que el próximo capítulo tendrá lemon y que espero poder subirlo este mes que estaré más relajada de exámenes y trabajos y en segundo para deciros que voy a subir a wattpad el primer fic que subí a fanfiction. Siempre me gustó la idea que tuvo pero como fue mi primera obra la escritura era bastante pobre xD así que lo resubiré editado. Así que si alguien quiere leerlo yo dejo el aviso (esto no significa que deje otros fics)
¡Gracias por vuestro tiempo!
~Nephim
*Just Tonight92
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