—¿Vas a dejarme? — pregunta cuando le he dado la espalda.
—Pensé que estabas dormida... — explico volteándome a mirarla —. Las cosas siguen igual, tengo que ir.
—¿Volverás?
—Volveré — aseguro sonriéndole.
Kristen se para junto a Alaia, deja caer una charola de metal sobre una mesa que está junto a ella, provocando un sonido que sobresalta a Alaia.
—Abre la boca — ordena con voz seca y le da de tomar algo con formas bastante agresivas.
Alaia la mira con recelo, y sé que si no estuviera herida en cama, se le echaría encima.
—Espero no tardar demasiado — agrego para distraerla —, en cuanto termine todo vendré.
—Estaré esperándote.
Salgo del lugar sin decir más, quisiera quedarme con ella hasta que se reponga, pero debo atender el resto de asuntos antes.
Mis planes de ir directamente a la batalle se ven interrumpidos por dos ángeles.
—¿Qué pasó? — pregunto sosteniendo también al arcángel.
—Estoy bien — se adelanta a responderme.
—Tú y tu orgullo — se queja Gabriel rodando los ojos —, no está bien, voy a llevarlo al sanatorio antes de que se muera — sus palabras se escuchan bastante frías, pero los tres sabemos que sólo exagera un poco de broma.
—Te veré pronto — le digo a Rafael y lo suelto para que cada quien siga su camino.
Las cosas se ven tal vez un poco mejor, sigo viendo demasiados ángeles arriba, y la cantidad de demonios es mucho menor.
Vuelo sobre todo sin aterrizar, pues estoy buscando específicamente a alguien.
Me cuesta bastante trabajo encontrarlo, sin embargo luego de un par de minutos veo al tipo que señaló Raziel hace un rato.
Comienzo a descender y lo alzo del piso, vuelo unos cuantos metros más y lo suelto donde no hay ningún ángel o demonio.
Aterrizo a poca distancia y espero a que se pare del piso.
—Quiero información, y a cambio puedo verme muy generoso contigo.
El demonio no responde, sólo se mueve indeciso por golpearme o quedarse en donde está.
—Escucha, sé que me entiendes, quiero saber quién ha estado planeando todo esto y porqué, podemos hacerlo por las buenas o por las malas, y estoy seguro que aunque tu inteligencia es nula, también es suficiente para saber que llevas las de perder. Qué dices, ¿hablas o te hago hablar?
—Nosotros no traicionamos a los nuestros — contesta con voz áspera y gruesa.
—No lo veas como una traición... además, si ellos ya traicionaron a los que eran de los suyos, ¿qué te importa hacerles lo mismo?
—No hubo tal cosa, la traición y la rebelión son cosas diferentes, que para su conveniencia confunden. Pero no te equivoques, ángel, podremos ser despreciables, pero no tenemos una doble moral como ustedes. Cómo te lo dije — saca la espada de una intención —, no traicionamos a los nuestros — y dicho eso se acuchilla a sí mismo.
—Increíble — mascullo —, bueno, Luzbel, mira el lado bueno, se asesinó solo.
Bien, eso me dice que él no era el encargado de esto, de ser así no habría recurrido a la muerte como primera instancia para huir de mí.
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