cinco
Fred abrió los ojos bien grandes e inmediatamente sintió un dolor puntiagudo recorrerle desde el estómago hasta la cabeza.
Su padre lo había hecho caer de la cama y había pateado su estómago.
Una y otra vez, hasta que Fred despertó.
— ¡Imbécil, creí que estabas muerto! — gritó el hombre deteniendo el ataque al ver qué su hijo no podía respirar. Se apartó y lo dejó agarrar aire antes de empezar a caminar por la habitación dando vueltas; — Ella quiere verte.
Fred intentó apoyar su cuerpo contra su codo, intentó responderle a su padre, pero no podía tomar aire, las palabras no salían.
El hombre pateo una pila de libros que había al lado del escritorio tirando los todos por el suelo; — ¡Responde carajo!
— ¿Quién...? — susurró Fred.
Una mujer de unos cuarenta y cinco años entró por la puerta y vio el desorden que había en el suelo, rodillos ojos demostrando cuánto odiaba el desorden y después miró a Fred con malicia; — Es lindo. — dijo caminando hacia él, se arrodilló a su lado y acarició su cabeza mientras el azabache tomaba bocanadas de aire con un esfuerzo inhumano.
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