Soulmates
"A la edad de dieciocho años, cada ser humano en la Tierra tendrá el nombre de su alma gemela marcado en su cuerpo. Específicamente, en la parte donde su alma gemela fue herida de muerte en su vida anterior", leyó su madre.
"Al ser humano no le será permitido renacer hasta que su alma gemela también sea desechada de su cuerpo pasado. Así, ambos nacerán en el mismo lapso de seis meses y el equilibrio de la vida se mantiene".
"El que sus memorias se borren una y otra vez al renacer, es el precio que el universo nos cobró por llevar el nombre de nuestros amados en la piel. Así, una vez tengas lo suficiente para ser feliz, podrás leerlo y buscarlo por el mundo".
—¿Y qué sucede si dos pares de almas gemelas tienen el mismo nombre? —preguntó Alex, acostado en su regazo—. ¿O si cambian de nombre?
—La letra del nombre que aparecerá en tu cuerpo dependerá de quién abandonó su cuerpo primero en su anterior vida, por lo que es poco posible que se repita el mismo trazo —explicó ella—. Siempre estará en tu piel el nombre con el que tu alma gemela se sienta identificada. En caso de cambiar su nombre, también cambiará tu marca.
—No entiendo —se quejó él, suspirando—. Qué difícil es la vida. Mejor quedar solo.
Ella rodó los ojos, sonriente. Las pequeñas arrugas en sus ojos se estaban notando cada vez más. Ni hablar de las ojeras o el cabello quebradizo.
—Tienes doce, Alex. Aún te falta un montón de años.
—¿Pero y si tiene un rostro horrible en esta vida?
—No se quieren a las personas por los cuerpos, jovencito —le regañó, apretándole la mejilla—. Ya verás que apenas veas a tu alma gemela vas a quedar flechado. Así es la regla de nuestro universo. Si estuviste enamorado de esa persona en tus vidas anteriores, lo estarás en tus futuras también.
Alex gruñó. Detestaba que le tirara de las mejillas. Probablemente crecerían más de lo normal gracias a eso. Aparte, ¿a qué se debía esa tonta regla? Qué horror ya nacer con un sistema que él ni siquiera aceptó desde un comienzo. Era nacer y seguir la corriente sí o sí. ¿Los humanos eran alguna especie de pescado, tal vez?
—Sigo sin entender lo de las letras aún así —se quejó.
—Imagina que en tu anterior vida, tú dejas el mundo primero. Tu alma gemela, años después —comenzó ella, con voz paciente. Miraba a su hijo con cariño. Lo adoraba—. En cuanto ambas almas renazcan, la tuya y la de tu soulmate, ambos tendrán el nombre del otro con tu letra.
—¿Y si no sé escribir?
Una pequeña mueca se formó en los labios de ella. Sus canas ya se estaban por notar y probablemente se debía a la paciencia extra que debía tenerle a su hijo. Estaba segura que él era su karma por la curiosidad extrema que tuvo desde pequeña.
—A veces no entiendo de dónde sacas tantas preguntas —comentó, para luego reír y relajar su rostro—. Aunque es bueno. Muy bueno. Eso te llevará a buenas cosas. Si no sabes escribir, se marcará un símbolo o un dibujo, como sucedía hace muchos años. Siempre será algo en un idioma que tú y tu alma gemela entiendan, algo que ambos saben que los determina. Actualmente es nuestro nombre, porque es algo que nos identifica a los humanos.
Alex quiso preguntar algo más, pero ella le interrumpió:
—No, Alex, no tendrás un nombre en chino si no sabes ese idioma. Ambos siempre estarán cerca y hablarán el mismo idioma. En una vida pueden nacer en Rusia y otra en, no sé, India, pero siempre hablarán el mismo idioma. Es otra regla del universo.
—¿Cómo sabías que iba a preguntar eso? —agregó él, levantando la ceja—. Entonces, cuando éramos simios también teníamos un símbolo o algo que nos unía a nuestras almas, ¿cierto? Eso es extraño.
Su madre negó con la cabeza.
—El universo nos brindó esta regla luego de que los seres humanos comenzaran el culto. Hay muchos mitos y todos dependen desde la religión que se cuenta. El más famoso es que un Dios nos brindó esta regla para que podamos ser felices por siempre, luego de que dos seres humanos con almas parecidas pasaran algunas pruebas.
Alex sentía que en su cabeza sucedían muchas cosas y que eso mismo podía notarse en sus expresiones. Estaba confundido y enojado. No podía comprender cómo podía nacer ya y tener que pertenecerle a alguien como ley.
—¿Necesitar a otro ser humano sí o sí para ser feliz? Eso suena de viejos. Aparte es como si dijeran que por obligación necesitáramos de esa persona para ser feliz. ¿Qué pasa si esa persona se muere o nos disgusta? ¿No podemos estar con otras? ¿Ni siquiera si mi alma gemela se muere súper joven o de bebé?
Su madre rió. Le dio unas pequeñas palmadas en la espalda, mirándole con una sonrisa de puro orgullo. Alex supo que el haberle llenado de preguntas quizá no había sido la mejor opción. Menos cuando aquella había llegado cansada del trabajo.
Sin embargo, no quería perder la oportunidad. Pocos eran los días donde ella estaba en casa y el aprovechar cosas era una de sus habilidades favoritas.
—Por supuesto que puedes estar con otras personas. O solo. Tú haces lo que desees con tu vida. Solo ten lo de "almas gemelas" como una opción secundaria. Lamentablemente es la regla que nos toca en este mundo que nacimos.
—¿Por eso estás volviendo tan tarde estos días? —preguntó Alex—. ¿Para cambiar las reglas del universo?
El enojo en el rostro de su madre hizo que aquel se alarmara. Sabía que le disgustaba que le preguntara sobre su trabajo, pero no esperaba que fuera para tanto.
—No, Alex —respondió ella—. Lo hago para entenderlas.
ADVERTENCIA:
Historia basada en un universo alternativo original (bueno, casi original(?). Este se irá explicando a medida que la historia vaya sucediendo. Esto es solo la introducción.
En los próximos días publicaré el prólogo y otros capítulos cuando me desocupe.
Gracias por su lectura ♥
los hamo
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