𝙴𝚕 𝙶𝚞𝚊𝚛𝚍𝚒𝚊𝚗
Aquel tipo no tardó nada en desaparecer. Reflexionó sobre lo que había dicho.
¿Usar al guardián para poder lograr lo que quería?
Sonaba sencillo, después de todo, no quería permanecer mucho tiempo ahí abajo.
—Parece que ya estas listo —mencionó el de cabello rojo.
—Tampoco es como si pudiera hacer algo más.
—Tienes un carácter muy explosivo, pero algo me dice que tienes un buen corazón.
—Eso es pura mierda.
—De seguro eras alguien muy querido allá arriba —mencionó otra voz con sarcasmo.
Katsuki giró hacia un lado para ver al de cabello rubio decir eso.
—Ustedes no saben nada.
—En eso tienes razón, pero la personalidad de una persona dice todo sobre ella.
—Como sea, el únicos que tiene derecho a juzgarte es El Guardián. Nosotros solamente te llevaremos con él.
Katsuki suspiró fastidiado de todo eso, quería irse lo más pronto posible de ahí. Si por él fuera ya se habría ido desde hace quien sabe que hora.
Solo bastaron unos segundos para que todos los que lo iban a acompañar estuvieran listos y preparados para irse.
Eran muy pocos.
—Bien Bakugou, ellos son Kirishima Eijiro, Kaminari Denki, Todoroki Shoto y Uraraka Ochaco —con un ademán de mano los fue señalando —. Ellos te acompañaran hacia la colina del Guardián.
—No necesito niñeras.
—Ya escuchaste al sabio Aizawa, dado que no conoces el camino ni los peligros que hay posiblemente llegarías hasta la muerte final sin ningún problema.
Katsuki chistó la lengua.
—¡No me chistees la lengua! —mencionó molesta.
—No te preocupes Momo, nos aseguraremos de que llegue en un solo esqueleto con el guardián —comentó la de cabello castaño corto.
Se despidieron de la chica y emprendieron camino hacia la gran colina, solamente les tomaría unas cuantas horas llegar a ella.
Katsuki al principio creyó que irían caminando, pero llegaron con unos caballos que los llevarían en corto tiempo hacia la colina.
Le explicaron brevemente al cenizo como manejar al esquelético caballo, y después de un par de caídas, por fin se dirigían hacia el Guardián.
Si tuviera que describir al grupo que lo estaba acompañando, lo haría en una sola palabra; escandalosos.
Sobre todo el de cabello rojo y el de cabello rubio. No paraban de parlotear sobre situaciones que llegaron a vivir juntos, la chica como podía les seguía la conversación, y el de cabello bicolor estaba más concentrado en asegurarse que el caballo que montaba estuviera bien.
Hacía todo lo posible por ignorarlos, no toleraba que alguien fuera tan ruidoso. No hacía ningún intento por involucrarse en la conversación, lo único que quería era irse de ahí y volver a su vida.
Estaba aferrado a esa idea, y la cumpliría costase lo que costase.
No tenía ninguna necesidad de crear lazos cuando más adelante no le servirían de nada, ya que ya no estaría más en aquel lugar.
—Dudo mucho que el Guardián lo lleve con el Gran All Might —murmuró el rubio.
—¡Kaminari!
La mirada que les había lanzado Katsuki probaba que lo había escuchado.
—En vez de hablar mierdas y meterse en lo que no les importa, preocúpense por dirigir bien.
—Lo estamos haciendo.
—Los veo más concentrados chismeando.
Los tres se quedaron callados y no dijeron nada más.
—En algo tiene razón, él único que puede decidir su destino es el Guardián, y si lo considera apto para ver al Gran All Might, no podemos hacer nada —habló por primera vez el bicolor.
Por mucho que les pesará, el bicolor tenía razón. En el rostro de Katsuki se podía apreciar una sonrisa altanera. Solo tenía que aguantarlos un poco más y sería libre.
(...)
Llegaron a una colina la cual se alzaba en pastos verdes y relucientes, una gran variedad de flores decoraba los laterales de un camino de tierra, ese mismo camino llevaba hacia un gran árbol de olimo qué se encontraba en el centro.
Las hojas verdes se movían al compás del aire, todos estaban maravillados con lo que estaban viendo.
Para nadie era nuevo ese árbol, era la fuente de vida del Guardián, donde guardaba gran parte de lo que él era.
Katsuki no tardó en bajarse del caballo y caminar hacia ese gran árbol, intuyendo qué ahí es donde se encontraba el Guardián.
—¡Oye espera!
—Ya espere mucho —ignoró los gritos de los demás y siguió caminando.
Trataron de detenerlo pero sus esfuerzos eran en vano, por lo que dejaron que pasara lo que tuviera que pasar.
Apenas el cenizo llegó a mitad de camino cuando fue detenido por una fuerte brisa que lo hizo caer de espaldas, se quejó del golpe, el grupo de esqueletos trató de no reírse por lo que habían presenciado.
Se levantó para tratar de volver a caminar, siendo nuevamente derribado por la misma brisa.
—¡Qué mierda!
—Modera tu lenguaje, estas en los terrenos del Guardián.
Aquella voz fue desconocida para el cenizo, solo para ver como un esqueleto de cabellos castaños y ropa extraña se materializaba frente a él, teniendo como característica dos cuernos dorados que sobresalían de donde debería estar su frente.
—Y quien mierdas eres tú.
—El Centinela del Guardián, para poder verlo tienes que pasar por encima de mí.
—¡A cuantos más debo de pasar!
—¡Esta no es tu casa para que puedas gritar todo lo que quieras, ten más respeto por el Guardián!
—Kota.
Oh mierda, debían de estar bromeando. Debía ser una jodida broma.
Justo en esos momentos se sentía como en los cuentos que la vieja le contaba de pequeño, que hablaban sobre el amor y esas cosas. Porque mierda; era la voz más bonita que había escuchado en toda su vida.
El esqueleto llamado Kota no tardó nada en hacer una reverencia, así como también obligaba al cenizo a hacer una. Detrás de él Katsuki vio como los demás hacían una reverencia.
Muy bien, ¿quien mierda era el Guardián que lo veneraban de esa manera?
Como pudo alzó levemente su mirada, solo para quedar encandilado por lo que estaba viendo.
Una capa amarilla se alzaba con el viento, a pesar de que era un esqueleto tenía un porte elegante, vestía con ropas verdes, como si fuera una armadura, a su vez que tenía un tipo de bozal de metal.
Descendía como si fuera alguien de la realeza, con sus pies levemente flexionados, sostenía un bastón en su mano derecha el cual estaba posicionado ligeramente detrás de él. Su cabello parecía ser un arbusto mal recortado por todos los rizos que sobresalían de él.
Pero sin duda alguna, lo que llamó su atención, fue la manera en la que su rostro estaba decorado. Con aquellos detalles rodeando las cuencas, y esos trazos que decoraban su boca.
Era bello.
Una vez que descendió por completó, caminó con elegancia hasta estar frente a ellos.
—¿Qué sucede?
—Perdone a este atrevido esqueleto, Guardián. Ahora mismo me lo llevo para que ya no lo moleste más.
—¡Ni siquiera me dejaron hablar!
Aquel ser observó con curiosidad a aquel esqueleto que no hacía más que gritar y decir tanta palabrería, había escuchado todo desde que se bajó del caballo. Suspiró, al menos era algo a lo que ya estaba acostumbrado a recibir y presenciar.
Siglos de ser el Guardián le dejaba muchas enseñanzas.
—¿A qué has venido?
—¡Guardián!
Alzó la mano para que no interrumpiera lo que sea que fuera a decir al cenizo, Kota no mencionó e hizo caso a las órdenes de su guardián.
Katsuki al ver su oportunidad, rápido se apresuró a tomarla.
—Soy Bakugou Katsuki, y quiero volver al mundo de los vivos.
Eso no le decía mucho al guardián.
La mirada que mostraron sus ojos eran de alguien sorprendido. Ese apellido...
Lo dejó de lado y prosiguió con el protocolo.
—Lo mismo que cualquiera. No aceptan su muerte y quieren irse por el camino sencillo.
—¡No estoy muerto!
—Entonces, ¿qué haces aquí?
—¡No lo sé, dijeron algo de vestilio o algo así!
El Guardián lo observó detalladamente, y se dio cuenta de lo que pasaba realmente. Si tuviera que decir a cuantos había ayudado en ese tipo de casos, solamente ocuparía los dedos de una mano.
Muy, pero muy pocos se merecían la oportunidad de volver a la vida cuando eran víctimas del Vestigio. Volteó a ver al Centinela, el cual negó con su cabeza.
—Has dado una primera mala impresión, con eso puede ser más que suficiente para dictaminar tu destino.
Katsuki estuvo a punto de reclamar, pero al ver la mirada tan pacífica que le daba aquel esqueleto, lo hizo calmarse y morderse la lengua antes de decir algo que pudiera perjudicarlo más.
Recordó las palabras del Desintegrador, si quería volver, debía comportarse.
—Sin embargo, seré justo y no me dejaré llevar por ello. Puedo entender tus sentimientos.
—¿Mis sentimientos?
Un alebrije de ave llegó volando hasta posarse en una de las manos del Guardián. El cual acarició con sus esqueléticos dedos.
—El sentimiento de impotencia, ira, el sentir que te arrebataron lo más importante en un abrir y cerrar de ojos. Diría que tu ira es justificable, pero tus acciones no lo son.
Katsuki sabía que tenía razón, claro que estaba molesto, que de la nada despertara en ese lugar no le había gustado para nada, no después de todo lo que había tenido que pasar.
Estaba furioso, claro que sí. Pero al ver ese rostro, bueno mierda, sentía que se calmaba.
—Guardián.
—No te llevaré al templo del Gran All Might ahora. Primero quiero ver como te desenvuelves aquí, quiero ver los valores y principios que están en ti. Después de un estimado tiempo, te informaré sobre mi decisión, ¿he sido claro?
Katsuki asintió sin replicar nada, no le gustaba adoptar esa actitud. Pero tenía que hacerlo si quería conseguir lo que quería.
Si aquel tipo tenía razón, en menos de lo que canta un gallo estaría de vuelta en el mundo de los vivos.
—De ahora en adelante, me haré cargo de él. Pueden volver a sus actividades, habitantes.
Los esqueletos que lo acompañaban hicieron una reverencia y se retiraron sin decir nada. Katsuki vio como se iban por el mismo camino, dejando solamente al caballo que había utilizado él para llegar.
—No entiendo.
—Estarás a mi lado hasta que tome una decisión, así podré tenerte cerca mío y podré ver como actúas ante ciertas situaciones.
Oh mierda, eso sonó demasiado cursi, y él no toleraba las cosas cursis. Tuvo la necesidad de rodar los ojos fastidiado de toda esa situación, pero debía aguantar.
—Guardián, van llegando las crías de alebrije.
Al escuchar eso, el Guardián sonrío y voltea a ver al cenizo.
—Bien, iniciemos con la primera prueba —se dio la vuelta y con su bastón dibujó algo en el aire.
Katsuki pudo apreciar como el peliverde dibujaba alguna especie de runa en el aire, la cual parpadeó en una luz morada para después abrir una especie de portal en el cual se podía apreciar un lago de aguas cristalinas.
El Guardián entró sin apuros, acostumbrado a esa rutina. Kota al ver que el cenizo no se movía le dio un "ligero" empujón para que cruzara aquel portal.
El cenizo tenía unas enormes ganas de golpearlo, más no podía hacerlo si quería que el peliverde viera su buen corazón que claramente no tenía, pero que tenía que fingir tenerlo.
No sabía que le deparaba el destino, pero esperaba poder con cualquier cosa que tuviera en frente para poder lograr lo que quería.
Olvidenlo, era Bakugou Katsuki, claro que podía con cualquier cosa.
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