
Capítulo 15
Tímidas sonrisas bailaban en los labios de ambos: del poderoso brujo y el atrapador de almas.
Sus manos casi se tocaban. Sus dedos se rozaban con cada balanceo de sus cuerpos al caminar tan cerca el uno del otro, pero sin dar el último paso. Se miraban de reojo, como adolescentes en una primera cita.
Hasta cierto punto se sentía así. Como una primera vez, otra primera vez.
La plaza estaba tan llena como en aquella ocasión. Cuando venían a trabajar en el retrato de Owl –en aquel momento, sólo “Owl”; no, como ahora, su Michael–, como aquella vez que se encontró a la chica que quería dibujarlo y él le dijo que no era un buen modelo, que no permitía que nadie lo dibujara, pero esa era una gran mentira porque a él –a Alex– le había pedido que lo hiciera...
—¿De qué te ríes? —la mano de Michael en su codo, sosteniéndolo, anclándolo. Y no se dio cuenta que estaba riendo, hasta que él lo dijo.
Alex negó. No podía compartir ese recuerdo...todavía. Quizá, con suerte, muy pronto cuando Michael lo recordara todo.
—Nada. Sólo... —se encogió de hombros y le sonrió. Había mariposas en su estómago y no dijo nada sobre cómo las manos de Michael se deslizaron por su brazo, aferrándose suave pero firmemente a él. Suspiró—, sólo feliz. Supongo.
Michael también sonrió. Él también estaba feliz. No recordaba mucho, así que podía ser mentira, pero tenía la sensación de que no siempre fue así. No siempre fue tan inmensamente feliz.
Caminaron en silencio un momento. Alex llevaba debajo de su otro brazo un block nuevo. Las pocas hojas sueltas que habían sobrevivido del anterior estaban bien guardadas. Las demás eran sólo casos sin resolver que estaban ahora en manos de Theo.
Alex señaló con su barbilla un lugar vacío. Y quizá la suerte les sonreía. Era el mismo que ocuparon alguna vez, cuando Alejandro moría por tocarlo y no entendía por qué. —¿Ahí?
Michael asintió y lo soltó por fin, para ayudarle con su bolsa llena de lápices y colores. Había algo en este lugar que le parecía familiar, algo que no podía reconocer –su magia– zumbaba bajo su piel.
Se sentaron ambos, lado a lado, y después los dos voltearon y se miraron a la vez. Michael sonrió primero y luego se congeló cuando Alejandro, todavía sin abrir su block, extendió su mano y acarició un lado de su rostro. Con tanta ternura, tan suavemente que Michael se perdió en la caricia, cerró los ojos y ya estaba inclinándose hacia él, sus labios entreabiertos, cuando Alex lo sorprendió diciendo “¿Theo?”.
Michael se congeló, aunque se recuperó al instante, se alejó rápidamente con el ceño fruncido. —No, yo...
Pero Alejandro ya se estaba poniendo de pie. Dejó su block en manos de Michael y lo dijo un poco más fuerte, casi gritando: —¡¿Theo?! —agitó su mano mientras se movía, llamando a alguien que Michael no conocía, pero que tenía algo feo ardiendo en su estómago. No le gustaba este tal Theo que robaba su atención.
Alejandro empezó a correr cuando notó que, debido a la distancia, no lo escuchaban. ¿Qué hacía Theo con una mujer vestida...así?
Iban caminando demasiado rápido. Theo llevaba los brazos llenos de carpetas, y la chica iba casi colgada de él, dando ridículos saltitos en sus zapatos altos mientras intentaba mantenerle el paso. Iban hablando, por lo que Alex podía notar, o quizá sólo ella hablaba. Theo no se veía feliz, aunque ella parecía reír.
Alejandro no podía obviamente apreciar de ese modo la belleza femenina, pero sí podía hablar de oficios y –puesto que él tuvo que hacer mucho trabajo de campo con Theo a pesar de ser sólo de "Retatos hablados", sabía de lo que hablaba– ella parecía una... ¿mujer de la vida galante?
—¡Theo! —gritó una vez más cuando estaban a unos metros. Ambos, la chica y su amigo, voltearon y se detuvieron después. Ella parecía molesta, con sus labios llenos de labial rojo fruncidos. Y sus garras...er, uñas, clavadas en el brazo de Theo como si sopesara sus opciones y empujarlo para seguir caminando fuera una de ellas.
—¿Alex? —Theo parecía confundido, parpadeó como saliendo de la neblina de un sueño—. ¿Qué haces aquí? Pensé que no regresarías a trabajar hasta que Mi... —su ceño se frunció ante la orden silenciosa de Alejandro, “cállate”, sólo entonces pareció notar a su acompañante y se vio todavía más confundido mientras miraba su gafete de nuevo para poder hacer una presentación—. Ella es Susan, es nueva, me está...ah...
Ella se adelantó, con la mano estirada, sonriendo. Sus ojos pareciendo muy amables, completamente diferente a hacer unos momentos, y sus mejillas falsamente sonrojadas. —Soy Susan, soy nueva en el departamento. Estoy ayudando al agente Richards a llevar algunos expedientes a su casa —su sonrisa fue más amplia y sugerente ante las dos últimas palabras, sus cejas se alzaron.
Alejandro sabía perfectamente que a Theo le importaban poco las reglas y solía mezclar el trabajo y el placer –llevándose testigos a la cama e incluso coqueteando interminablemente con él aunque fuera sólo por costumbre–, así que el problema no es que trabajaran juntos, sino que ella era...bueno, eso: una ella.
Intentó su sonrisa más sincera mientras le decía: —Discúlpanos un momento. ¡Mira, ahí viene Michael! Michael, ella es Susan... —y la empujó suavemente hacia él, sin ver ni importarle si la sostenía.
* * *
—¿Qué...? —Theo estaba comenzando, pero Alejandro lo cortó gritando: —¿Qué es lo que te pasa?
—¿Por qué? —Theo parecía realmente confundido—. Estoy cansado de todo esto, harto de todo y... —y confundido por culpa del maldito brujo, amigo o lo que sea de tu novio—, y sólo quiero ir a casa. ¿Ahora está prohibido trabajar en casa?
—No —Alex intentó calmarse, recordando el shock que fue para él mismo averiguar todo esto, un mundo que coexistía con el suyo sin que ellos supieran—, sólo... ¿por qué con ella? —ambos miraron hacia la susodicha que ahora estaba muy cerca de Michael, aunque se veía incomoda, evitando su mirada. Alejandro frunció el ceño, queriendo volver con ellos, pero se centró en lo que estaban hablando, bajó la voz—. ¿Olvidaste que eres gay?
Theo lo miró mal. No, no lo había olvidado, no era algo que uno simplemente pudiera olvidar o cambiar de un momento a otro. Pero estaba harto y no quería saber ni entender lo que sentía por Cris, así que irse con una mujer no iba a matarlo, no iba a disfrutarlo tampoco. Quizá sólo se castigaba a sí mismo, por algo que ni siquiera él entendía. Se sentía increíblemente mal imaginarse con ella, cuando el recuerdo de Cris se negaba a irse, pero eso sólo lo empujaba más hacia ella. Era su vida y su maldita elección...
Así que explotó contra quien tuvo la mala suerte de estar en el momento: Alejandro. —¿Y quién eres tú para juzgarme? Tú, que te llamaste hetero hasta que Michael llegó y fuiste mágicamente —se rio de la palabra— gay. ¿Por qué no puedo yo ser bisexual? —escupió la palabra, no porque tuviera nada en contra de ellos. Fue sólo que estaba molesto y, en realidad, él no lo era.
Alejandro se puso furioso. ¿Cómo se atrevía a comparar lo que él tenía con Michael con su relación con una tipa cualquiera?
—No es igual, Theo, y lo sabes. Yo...yo nunca dije ser hetero, nos lo planteamos como una norma social porque tú no me gustabas, pero tampoco lo hizo ninguna mujer. ¿O debo recordarte la ausencia de exnovias en mi lista? Simplemente estuve en la oscuridad en lo que a sexualidad respecta, hasta que Michael iluminó literalmente mi camino... No me mires así. Ahora, dime tú, ¿eres bi o qué haces con esa mujer?
Ambos miraron de nuevo. A la mujer que ahora se alejaba rápidamente y sin mirar atrás.
* * *
Alejandro prácticamente lanzó a la chica en sus brazos, así que Michael hizo lo que pudo para sostenerla. Pero se sintió mal, algo en sus venas burbujeó en un mal sentido. Tuvo náuseas y sus dedos hormiguearon, pero ella se alejó al instante.
Alisando, casi nerviosamente con mucha insistencia, su traje. Su falda corta.
Michael, a pesar de la incomodidad, se acercó. Puso una mano en su hombro y se encogió un poco ante la sensación en su estómago. Ella no le gustaba. Sus dientes apretados cuando dijo: —Lo siento —a pesar de que nada era su culpa y ni siquiera la conocía.
Ella jadeó y se estremeció. Su largo cabello rubio claro ocultaba su rostro, mientras ella miraba hacia el piso. En su voz se oía una sonrisa cuando habló todavía sin verlo: —No hay problema, supongo que tenían que hablar, parecía...importante. Soy Susan, trabajo con el agente Richards.
Ese nombre trajo algo de luz a los recuerdos de Michael. ¿No estuvo él antes en su casa? Quizá sí lo conocía después de todo.
—Él y Alejandro son amigos —dijo, de repente muy seguro de ello.
—¿Alejandro? —la sorpresa hizo que ella lo mirara y su rostro se mostrara por fin.
Michael se quedó en silencio un momento, mirando esos extraños ojos azules grisáceos, antes de asentir distraídamente. —Alejandro Stevens. Él trabaja con...
Ella se soltó, sin dejarlo terminar. Se despidió, ya alejándose: —Lo siento, ¡tengo que irme! Discúlpeme con el agente Richards —y ya más alejada, Michael pareció escuchar, aunque no estaba seguro, tres palabras extrañas: "atrapador de almas".
Saltó, sin querer, cuando sintió una mano en su hombro. Se relajó cuando lo reconoció, en el mismo momento que Alex hablaba casi en su oído: —¿Qué pasó?
Volteó, encogiéndose de hombros, para encontrarse con el rostro de Alex muy cerca del suyo. Esos hermosos ojos azules, tan diferentes a los de la chica. Ella se sentía incorrecta, como una pieza metida a la fuerza en un lugar que no era el suyo. —No lo sé.
Alex miró a Theo, que se alejaba solo esta vez. —No me gusta.
Michael buscó su mano. Incluso con amnesia, a él tampoco le gustaba.
* * *
¡Hola! Esta vez no tarde tanto 🙈, ¿qué piensan ahora?
Muchas gracias por leerme aquí este año, gracias por su apoyo en esta historia ❤, de manera adelantada feliz navidad para ustedes y felices fiestas 😘
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