Capítulo 6: 02 de enero
ALMAS EN PENA
CAPÍTULO 6: 02 DE ENERO
Para el 02 de enero, el grupo decidió llevar a sus nuevos amigos al museo que les ayudó a encontrar información con la esperanza de reencontrarse con el espíritu del conde para agradecerle; también querían mostrarles la pequeña exposición dedicada a las obras del pintor y, por supuesto, que JiMin pudiera ver, por primera vez, su regalo de aniversario.
Todos estaban reunidos en las afueras de la construcción, esperando a que TaeHyung llegara con los boletos y que SeokJin saliera de la pequeña tienda de recuerdos que casi nunca era visitada.
—Lo bueno de la fecha en la que llegaron, es que muchos foráneos que se graduaron este semestre dejarán los cuartos que rentan y regresarán a sus ciudades natales —HoSeok fue el que más ayudó a buscarles un hogar—. Tendrán una gran disposición de pisos amueblados y precios accesibles que se ajusten a su futuro presupuesto. Por el momento, aún les ayudaremos a pagar.
—¿Ustedes trabajan o piden dinero a sus padres? —Preguntó uno, curioso.
—Trabajamos —respondió al instante—. TaeHyung se hace cargo de las redes del local de su familia, YoonGi es fotógrafo y SeokJin y yo tenemos nuestras tiendas online. Él vende postres; yo, ropa.
—No creo que sepan qué signifique "online" —le susurró su novio al verlos confundidos. Decidió iluminarlos—. Son tiendas que no necesitan ser físicas para ofrecer sus productos. Se hacen entregas en punto medio o mediante paquetería, si es en otra ciudad. Ya saben, el internet lo puede todo.
—Casi parece mágico —pensó en voz alta JungKook, quien ya había hecho muchas preguntas sobre esa herramienta. Lo apodaron "conejito"—. Entonces, ¿yo puedo vender mis pinturas a través de ese medio?
—Seguro que puedes apuntar a metas mayores con tu talento, aunque no está nada mal comenzar por ahí. Podemos hacerte promoción con facilidad —Hobie asintió—. ¡Hasta podemos hacer una colaboración más adelante! Puedes hacer diseños en prendas de mezclilla. He visto que algunos pintan flores o a sus mascotas.
Minnie (o "pollito") se dijo a sí mismo que, de entre los dos, él era quien más se tendría que esforzar en conseguir, por lo menos, un trabajo estable mientras hallaba su camino. Al igual que antes de morir, sus conocimientos no estaban enfocados en nada que le gustara y sus intereses no se prestaban a vivir de ellos.
Aprender a hornear con el Kim no le parecía un mal comienzo.
Yoon le dio una palmadita en la espalda al verlo pensativo.
—No te presiones. Si no encuentras algo, siempre podrás recurrir a la oferta que te hice —ser su modelo temporal. Para él, era más fácil tener a una persona que se dedicara a eso y no tener que pedirle ayuda a medio mundo con tiempo de anticipación—. Eres muy lindo. Ganas tú, gano yo.
SeokJin salió de la tiendita apenas el joven entreabrió los labios para responder y se apuró en acercarse con una bolsa de tela, llena por sus compras, colgando de su mano. Su novio no tardó en unírsele con la tira de tickets doblada en uno de sus bolsillos.
Ese día, hacía menos frío.
—Miren lo que nos compré —dijo y sacó una por una las cosas para entregarlas al respectivo dueño—. Son libretitas con plumas... Ah, también compré unas tazas para Mimi y Kookie porque quise ser el primero en regalarles algo para su hogar.
La nubecita entornó los ojos y no pudo contener la risa al darse cuenta de la imagen paternal que quería dar a sus nuevos amigos. No podía juzgarlo. Eran como niños que aprendían a caminar por un nuevo mundo.
—Oh —JiMin se sorprendió cuando notó la temática de la taza. Eran flores similares a las que muchas veces vio hacer a su pareja en los callejones de la ciudad, hacía muchos años atrás—. Son muy lindas.
Una vez dentro, el encargado de darles el mismo (y aburrido) tour se presentó como Kim HyunJae, descendiente de Kim NamJoon y Kim HyoRi. Era alto, delgado, bronceado y con los mismos hoyuelos que su familiar.
Conejito y pollito identificaron el trabajo de algunas personas que llegaron a conocer en su momento e incluso descendientes de estos mismos. De hecho, en el segundo piso pudieron hallar el árbol genealógico de los Park, mismo en el que los fundadores sí tomaron en cuenta al menor de la familia al alegar que "fue el único que limpió ese apellido".
—"Porque el pueblo nunca olvidará tu canción de amor" —Minnie leyó la dedicatoria que los antepasados dejaron para él y tuvo una sensación cálida en el pecho al tener su apoyo, incluso muchos años después.
Se refugió en los brazos de Jeon y siguieron con su camino hasta el tercer piso, donde HyunJae tuvo que pedir disculpas porque lo llamaron de la primera planta y tenía que ir a ver qué pasaba. El cuarteto fue el encargado de conducirlos, sin más, a la exposición dedicada al joven pintor.
—"Rey de mis pensamientos" —JiMin dirigió una mirada divertida a JungKook y pudo ver el sonrojo en sus mejillas. Era un buen retrato suyo—. Creo que me veré en la necesidad de soportar teorías de una posible reencarnación por parecerme tanto al "difunto" —si tan solo supieran una mínima parte de toda esa aventura, los tomarían por locos–. Me hubiera gustado que salvaran algunas que me diste durante esos años.
—¿Qué pasó con ellas? —Quiso saber TaeHyung, entusiasmado al saber que había aún más de ese par.
—Supongo que mi familia las quemó —eso desvaneció su sonrisa al instante—. Las tenía en mi habitación y, al fallecer, me imagino que se deshicieron de todo eso —dio un suave apretón a la mano con callos de su novio y suspiró—. Eran hermosas y sé cuánto te tardaste en hacerlas.
—Ya habrá muchas más que te pueda hacer —minimizó con un beso en su sien—. Tomémoslo como un nuevo comienzo, que esos recuerdos ardan en llamas y que nosotros iniciemos desde cero aquí, como tanto quisimos.
El suspiro de alguien detrás del grupo les hizo soltar un respingo, aterrados.
A poco más de un metro de distancia, Kim NamJoon se encontraba sentado en uno de los taburetes que acompañaban a los caballetes que pertenecieron a un tal Hwang MinSeok. Lucía la misma ropa que la vez anterior y una sonrisa amable.
—Tanto tiempo. HyoRi está cansada de esperarme, pero yo me rehusaba a irme sin despedirme —rio, una risa entrecortada y masculina que erizó sus vellos. Se puso de pie y caminó a ellos, era más alto que todos—. Me alegra volverme a encontrar contigo, JungKook.
Sus ojos se detuvieron en él porque, claro, no esperó a nada ni a nadie más que a ese reencuentro después de todos esos años.
Era mayor que ellos, tal vez de unos treinta o cuarenta, y su mirada no reflejó más que orgullo por aquel chiquillo que acogió en sus tierras con nada más que el sueño de creerse digno del hombre a que amaba y que lo esperaba en su ciudad natal. Su mano viajó por sus mejillas y cabello, un roce casi nulo, incrédulo por tenerlo de frente.
—Ha pasado mucho —Jeon asintió y el conde rio, enternecido, y apartó su mano. El muchacho se puso firme—. Si bien creo que ya conoces a mis nuevos amigos —señaló y nombró a los cuatro jóvenes que lo rodeaban—, todavía no te presento a la razón de mi viaje, a Park JiMin...
—El amor de tu vida —completó por él al instante y centró su atención en el rubiecito con carencia de melanina—. Eres tan apuesto como decían por las calles. Tus ojos me recuerdan a la luna roja, misteriosos y centellantes.
Despeinó su cabello como una suave brisa que apenas lo alcanzó y tomó una gran bocanada de aire, satisfecho por verlos juntos. Hubo un corto silencio.
—No había podido descansar por la ausencia de paz que tenía en mi cabeza desde tu muerte, JungKook —habló, de pronto, y todos reprimieron sus ganas de agregar algo—. Hice este museo en su honor, más que nada, porque no podía dejar que su historia se desvaneciera... No después de todas las injusticias que les tocó vivir por nada más que los prejuicios de la gente.
» Los pueblerinos no dejaban de lamentarse, de llorar su pérdida. Incluso si se morían de hambre, nunca culparon a JiMin por el actuar de sus padres y siempre añoraron su regreso. "El jovencito Park merecía más de nuestra parte, como agradecimiento de todo lo que hizo por nosotros, por nuestros hijos, cultivos y ganado" oí por ahí alguna vez.
» Yo, por mi parte, no dejé de torturarme ni un día el no haber hecho nada más que estuviera en mi alcance para ayudarte, JungKook. Pude insistirte en que aceptaras un préstamo o algún trato para que pudieras regresar más pronto, para que pudieras salvar a tu otra mitad; sin embargo, sabía que eras tan testarudo como yo y no lo aceptarías tan fácil, "porque amar a JiMin es fácil, pero no sentir que mereces su amor".
» Me echaste la mano cuando más lo necesité, para permitirme hacer una vida de amor y felicidad con mi amada HyoRi, y yo no pude hacer lo mismo por ti. No podía culparte, incluso después de la rabia que sentí al enterarme de tu muerte porque me dejaste a pesar de creer que éramos más que jefe y trabajador, de creer que éramos amigos.
» No pude culparte porque, si HyoRi y yo hubiéramos vivido algo así, yo habría hecho lo mismo por ella, porque me complementa y no sabría vivir sin su presencia... No, yo no querría vivir sin ella. No tendría sentido, no sin su amor.
TaeHyung apretó una manga del abrigo de SeokJin con la mano que días antes llevó el anillo que le obsequió en Navidad. Ahora estaba en posesión de alguien más, así como aquel guardapelo ahora colgaba el cuello de su novio.
—Es debido a ello que no puedo evitar sentirme con una carga menos al verte aquí, con él, con nuevos amigos y feliz. Lo mereces —la presencia de una mujer a su lado se materializó a su lado. Era bajita con cabello negro y corto, ojos finos y naricita de botón—. Necesito que entiendas que siempre mereciste amar a JiMin porque tú lo vales, Jeon JungKook. No requieres demostrar nada.
El fantasma de HyoRi lo tomó del brazo y su cariño resplandeció entre ambos apenas intercambiaron miradas.
—Ahora lo entiendo —confesó JungKook, mientras veía a su novio tratar de contener las lágrimas por llegar a empatizar con las palabras de NamJoon.
Ahora que lo tenía entre sus brazos, sentía que no le faltaba nada más y no cabía duda en que, si incluso volvieran al pasado, a Park JiMin nunca le hubiera molestado renunciar a todo para estar con él porque empezar desde cero a su lado era mejor que renunciar a su amor.
Y al final podrían hacerlo, en su nueva realidad.
—Mimi —dijo y metió una de sus manos al bolsillo del abrigo que HoSeok le prestó, mismo del que sacó una pequeña argolla de oro que algunos reconocieron al instante. JiMin era su estrella, tanto como para SeokJin lo era TaeHyung—, por favor, déjame pasar el resto de nuestros días junto a ti. Déjame amarte y entregarte todo de mí para...
Por supuesto, Minnie no necesitaba un discurso romántico después de haber visto que su amor sobrepasó décadas y siglos para que pudieran estar juntos, así que lo besó con la joya siendo apretada contra su espalda baja cuando Jeon lo rodeó por la cintura con sus brazos.
Ahí, frente a las personas que comenzaban a querer, delante a los cuadros que sellaron su historia y con aquellos que ayudaron a que su amor se consumara, no parecieron necesitar nada más para tener la felicidad que tanto anhelaron conseguir.
YoonGi entrelazó su mano con la de Hobie, quien no dudó en besar la ajena al dejarse llevar por el momento, y TaeHyung apoyó su mentón el hombro de su novio, satisfecho de lograr mucho más de lo que esperó por su pequeño capricho de vacaciones.
—Eres la estrella más brillante de mi cielo —JungKook susurra al poner el anillo en el dedo anular de joven—, Jeon JiMin.
Cuando cayeron en cuenta, los espíritus de la pareja desaparecieron, dejando un rastro de aroma floral y un viento que los azotó en un abrazo, confiados en que los Jeon ahora estarían en buenas manos y que, gracias a eso, podrían descansar en paz hasta el día en que alguno de ellos o sus sucesores los llegaran a necesitar.
El destino, el amor, la amistad y el arrepentimiento son conceptos de difícil explicar para cualquier individuo. Son sentimientos y criterios de gran carga emocional que se vuelven complicados de expresar al tener enfrente a la persona indicada. El corazón late desbocado y las palabras se vuelven torpes y cortas para compartir todo lo que pasa por nuestra mente con cada uno de nuestros latidos; no obstante, cuando se decide dar ese salto de fe, es en ese preciso instante en el que todo se aclara.
Porque es mejor vivir sin esa carga.
Es mejor vivir libre.
FIN.
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