No todos los encuentros son casuales. Algunos parecen tejidos por hilos invisibles que se entrelazan entre las estrellas y el mar, llevándonos a destinos que nunca imaginamos. Así fue con él, como si su presencia hubiera sido escrita en cada ola, en cada susurro del viento que me llamaba desde el horizonte.

Nunca creí en el destino, pero tampoco puedo ignorar la forma en que su mirada se clavó en mí, como un faro en la inmensidad de la tormenta. Jungkook, con su sonrisa que parecía hecha para desarmar tempestades y su voz que hablaba en un idioma que no era de este mundo, pero que entendía mi alma con una claridad aterradora.

Su risa no era una amenaza, sino un refugio. Su cercanía no quemaba, sino que abrigaba. Y, sin embargo, había algo en él que me hacía sentir vulnerable, como si en su mera existencia estuviera todo lo que siempre busqué y temí encontrar.

El mar nunca me había parecido tan vasto como cuando lo vi a su lado. No era el capitán que esperaba, imponente y lejano; era humano, con una calidez que se filtraba en cada rincón de esta travesía. Había algo en sus manos, en la manera en que sujetaba las cuerdas del barco, que hablaba de fuerza y cuidado a la vez, como si entendiera que incluso el océano tiene un corazón que late bajo sus aguas.

Nunca me habían mirado así, con esa mezcla de curiosidad y ternura, como si quisiera desentrañar cada rincón de mi ser. Y aunque mi instinto me gritaba que me protegiera, que no permitiera que esa mirada llegara tan profundo, no pude evitar rendirme.

Porque no todos los amores llegan con un anuncio. Algunos se deslizan como la brisa, suaves y constantes, hasta que un día te das cuenta de que ya no puedes respirar sin ellos. Y Jungkook, con su risa sincera y su presencia tan inmensa como el mar, se convirtió en el viento que guía mis velas.

El horizonte nunca me había parecido tan cercano ni tan incierto. Pero con él, incluso la incertidumbre se siente como un lugar al que quiero pertenecer. Tal vez sea la magia del mar, o tal vez sea él. Sea lo que sea, sé que mi corazón ya ha decidido.