Prólogo
He escuchado a varias personas decir que la mayoría de lo que les sucede en su vida es pura casualidad. Yo siempre he creído que no todo tiende a ser una casualidad. A veces, suelen ser resultado de nuestras propias decisiones o acciones... simples causalidades.
¿Ejemplo de ello? Mi actual trabajo en una de las agencias publicitarias más grandes de la ciudad.
Lo considero una causalidad ya que desde mi primer año en la universidad me dediqué a mejorar todo el tiempo; después de cuatro años, me gradué con honores. Apenas ingresé mi currículum a la agencia, fui aceptada. Estuve como novata en el área de diseño por un año, y hace unos días cumplí un año como directora creativa; he ascendido y obtenido méritos por mi trabajo.
«Dos años trabajando en lo que me gusta, rodeada de personas increíbles y con un futuro prometedor».
Todo en mi vida estaba como quien dice "perfecto" sólo que, como nosotros, los seres humanos, somos por naturaleza inconformes, siempre buscamos cualquier mísero motivo para decir que nuestra vida es una completa desgracia. Son cosas que suelen escapársenos de las manos y que no nos damos cuenta hasta que alguien más nos lo escupe en la cara.
La brisa marina azota mi cuerpo por un par de minutos mientras mis ojos viajan a la gran luna llena que domina el cielo esta noche y se ve reflejada en tan calmado mar. Los granos de arena sobre mi piel empiezan a molestar un poco, pero decido ignorarlos; sólo miro hacia el horizonte, la línea que divide el cielo del mar.
«Eres esa estrella que necesitaba para encontrar mi camino. Muchas gracias, Stella Hart». Esas fueron las últimas palabras que escuché salir de su boca hace un mes, en este mismo lugar. Desde ese momento, cada pizca de negatividad desapareció de mí. Dejé de ver al mundo que yo misma había pintado gris y descubrí lo que es amarse a sí mismo... Todo gracias a él.
No sé por qué se cruzó en mi camino en primer lugar, ni el motivo por el que aquella noche acepté ayudarle. Nuestro encuentro fue poco común e inesperado, y no me arrepiento de haber arriesgado todo lo que hasta ahora había conseguido sólo por estar a su lado.
Suena estúpido eso de perder todo por una persona, pero esa es la cuestión; no resultó ser una persona, o al menos, no cuando lo conocí.
Muchos me dieron la espalda, incluso llegaron a llamarme demente, pero eso no me detuvo. Al fin de cuentas, ¿quién diría que me ayudaría a encontrarme a mí misma, alguien que ni siquiera recordaba su propio pasado?
Algo que no había considerado real, pero que al final se volvió verdadero cuando nuestras manos lograron tocarse.
Me llamo Stella Hart, y después de haber meditado todo un mes sobre esto, he decidido animarme a contarles mi historia.
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