Aster

Dos gigantescos lobos hicieron acto de presencia. La piel de uno se mezclaba con la oscuridad que provenía del bosque. Al otro lo rodeaba una energía blanca, su pelaje reaccionaba con los copos de nieve que caían.

—¿Qué asuntos tienen en el territorio de la Manada Sangrienta?

Liam quiso gruñir, mas fue obligado a callar y ponerse de rodillas. Las ramas de los árboles se estremecieron, mantuve la vista en alza pese a las vibraciones, que amenazaban con lanzarme hacia atrás.

—Tu audacia es digna de admiración —el lobo de pelaje blanco me miró con fijeza. La plata líquida parecía estar contenida en sus risueños ojos —Veremos cuánto te dura en la dimensión de nuestro padre.

Mi Beta trató de replicar, negué con la cabeza y transmití por telepatía que cuidase a la manada. Era el momento de ganar la fortaleza que necesitaba e incluso deseaba.

—Llevadme a ese lugar.

El lobo negro parecía satisfecho con mi respuesta. Los aullidos que ambos comenzaron a proferir se tornaron rítmicos. Poco a poco subían de tono mas callaron de golpe cuando la niebla impidió ver. Pronto, esta se condensó y unificó en un vórtice.

—Bienvenido a una prueba que considerarás temible.

—Sin embargo, sabemos que agradecerás pasar por ella.

Ambos lobos pasaron por mi lado y se desvanecieron hacia el vórtice. Oí sus carcajadas en la mente antes de saltar dentro.

🐺🐺🐺

Desde la colina en la que aterricé, contemplé varias fortalezas en la distancia. Justo debajo, sentía que el páramo helado reclamaba mi presencia. El aura sangrienta, proveniente de un edificio circular de madera, causaba el mismo efecto.

El graznido de una bandada de cuervos hizo que arrugase el entrecejo por la preocupación. Las alas de estos se hallaban destrozadas. Era un milagro que volasen, pues no poseían ojos. Dejaron a su paso un desasosiego capaz de impregnarse en el alma.

«Atento» Xylon me puso en alerta. Vislumbré en la mente como se preparaba para atacar, cuando el sonido de un cuerno vibró a través del viento.

El polvo comenzó a levantarse, mientras que el retumbar del suelo hizo que vibrase incluso la colina. Cuando la niebla reinó en los alrededores, más de un centenar de hombres emergieron. Avanzaban con rostros inexpresivos, llevaban grabados pinturas de guerra que imitaban disímiles animales. Buscaban ser alces, lobos, osos e incluso serpientes.

La luz de una luna rojiza iluminó el filo de las espadas y hachas de algunos. Un poder sombrío dominaba la lanza de otros. Todas las armas llevaban el aroma de la sangre e irradiaban una estela de temor, como si años y años de lucha se acumulasen.

¿Cuánto tiempo habían pasado con esta aura de opresión y muerte?

«Siglos, no, han sido milenios. Observa como reaccionan, lo que está a punto de ocurrir no ha dejado de repetirse» la voz de Xylon adoptó seriedad, luego río a carcajadas «Un ciclo interminable de batallas, la clara burla que todos los días Fenrir le hace al Valhalla»

Los guerreros de la niebla se detuvieron justo delante de una zanja. Impregnado en el fango, habían clavado varias estacas que apuntaban en la dirección contraria. Varios hombres levantaron cuernos y los hicieron sonar. En respuesta, los guerreros se formaron hasta conformar un auténtico muro de escudos.

«Es la manera tradicional que emplean para luchar, la que han aprendido de sus ancestros. La fuerza cohesionada de todos, crea una barrera impenetrable» mi lobo bufó mientras negaba con la cabeza «Es como debería ser tu manada, pues tal unidad se torna la de un solo hombre. Algo que a tus cachorritos no les dio tiempo a aprender»

Me crucé de brazos y suspiré hondo.

«Bueno, si a alguien no se lo hubiera ocurrido asesinar a quienes podían enseñar las viejas costumbres»

Xylon volvió a reír a carcajadas.

«Si murieron es porque eran débiles e indignos de transmitir conocimientos a las nuevas generaciones»

El sonido de un cuerno interrumpió la conversación con mi lobo. La sangre se le helaría a cualquiera, temblaría ante la vibración oscura que martillaba las sienes y retumbaba en el centro del pecho. Una bruma negra buscaba recorrer con libertad el páramo. Tras el aparecer de truenos rojizos, figuras cadavéricas brotaban. Algunas tenían las extremidades deformadas, otros eran tenebrosos espectros. Todos traían armamentos de eras pasadas; yelmos, corazas, grebas, escudos, todos con runas grabadas en los bordes. Desprendían una herrumbre tóxica, me resultaba desagradable.

Partículas de la bruma negra se unificaron, le dieron la bienvenida a criaturas espectrales. Sobre la armadura, llevaban pieles de lobos y osos. Mientras avanzaban, golpeaban las espadas y lanzas contra los bordes del escudo redondo.

Cuando la neblina quedó atrás, pequeños caballos parecían moverse al ritmo de un siniestro susurro. Tiraban de unos carros enchapados de bronce. En la cara izquierda, la figura grabada mostraba a un lobo que perseguía a la luna. En la otra, uno despedazaba en pedazos el cadáver de un hombre.

«Son los draurgs antiguos, almas de guerreros y reyes que no pudieron entrar a Valhalla» en la voz de Xylon se notaba el desdén «Pensé que no tendría que volver a soportar sus presencias; están henchidos de odio y resentimiento contra el clan de los Aesir. Y la prole de Fenrir ha sabido encausar toda esa furia para sus propósitos»

Podía sentirse la tensión en el aire, respiraba las ansias de lucha que venían de un bando y otro.

«¿Cómo demonios conoces tanto de este lugar?»

Antes de que Xylon respondiese, escuché la voz intimidante de aquel lobo blanco.

«Porque esa escoria asustadiza estuvo aquí, desde que apenas era un cachorro»

El potente aullido del lobo blanco lanzó una corriente eléctrica que recorrió mi cuerpo. Perdí toda razón al volverme Xylon, era una conciencia que solo observaba desde el rincón. Al fin comenzaba a comprender a mi Mate.

Aquellas criaturas sobre los carros alzaron las lanzas, girándolas hacia delante mientras avanzaban. La hueste detrás mía profirió un chillido de guerra antes de cargar a la batalla.

Bajé de un salto de la colina y me adentré en la refriega. El líder de los guerreros de la niebla ordenó cargar. Tan solo la piel de oso sobre los hombros y la pintura de guerra, eran lo único que cubría su cuerpo desnudo.

«Es un tipo de Berserker antiguo, se controla a sí mismo y no necesita perrero» la explicación de mi lobo, me distrajo del choque entre los dos ejércitos «Dirige a otros hombres en la batalla y tiene una fuerza sobrehumana»

Aquella bestia quebró los huesos de los draugrs que se cruzaban en el camino, incluso partió por la mitad a otro con su hacha de dos manos.

Pese a que los espectros chocaban contra el muro de escudos, eran incapaces de hacerlos retroceder. Otros hombres, con lanzas bastante largas, atacaban desde atrás y acuchillaban la poca piel que tenían.

Los draugrs arrojaron jabalinas contra el muro de escudos. Gran parte de estas fueron bloqueadas, mas algunos hombres no pudieron evitar ser atravesados. Cuellos, hombros, ojos; ninguna parte del cuerpo estuvo a salvo.

«Mira la parte positiva: En vida, estos hombres tenían una razón para regresar a casa» la macabra risa de mi lobo, fue su toque escalofriante y nada deseado, tras despedazar a un espectro «Esposas, hijos, incluso en la muerte tenían el consuelo de ir al Valhalla. Ahora, se encuentran en una batalla interminable en la que no morirán, pero ni siquiera están con sus ancestros»

El muro de escudos acabó por resquebrajarse, ambos ejércitos se enzarzaron en una cruenta batalla. Hombres y draurgs luchaban como fieras, el entrechocar de los metales y los gruñidos se mezclaban. A estos se añadían los gemidos de dolor, dejados por los heridos y mutilados, que luego eran acallados con brutalidad por las criaturas.

Mientras cortaba a draurgs en pedazos, vislumbré como el cráneo de un hombre era aplastado por la maza del espectro más próximo. De reojo, noté que líder de los guerreros atravesaba a varios enemigos. Un gran grupo de ellos trató de subírsele encima, mas eran estampados contra el suelo por él. A algunos incluso los estranguló con las manos desnudas. El lobo negro se tornó uno con la bruma. Atrapó el cuello de uno de los draurgs que iban sobre los carros y lo partió tras hacer un poco de presión.

En ese instante, varios cuernos sonaron en el espacio. Otro ejército de hombres apareció, vestían armaduras que recordaban a nórdicos de un período más adelantado. Estos avanzaban el muro de escudos y lo formaban como si fuese un caparazón. Dentro de aquel muro, algunos hombres lanzaban jabalinas y otros arrojaban flechas.

Sonaron unas trompetas de guerra, el retumbar del suelo alertaba que se aproximan caballeros. El blasón en sus armaduras tenía un lobo pintado en ellas, así como los estandartes. Cuando estos se enfrentaron con los carros, el ejército de draugrs retrocedió entre gritos de victoria de los hombres.