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Treinta y siete

Vega de Wölcenn consiguió encontrar la isla que Elyon le indicó que los piratas usaban como un territorio que habían colonizado. Para su suerte, la espera no fue demasiado larga, pues incluso bajo un cielo azul oscuro, y una neblina muy espesa, logró divisar varias embarcaciones que desembarcarían en la ensenada.

Más segura que nunca de su plan, aprovechó la misma niebla, la cual empezó a materializarse en numerosos lobos, todos bastante ansiosos y hambrientos, que no tardaron en aullar.

—Tranquilos, aún no... —señaló su creadora, y solo por esa orden, se mantuvieron a su lado expectantes, hasta que la nave más grande ancló en la isla.

No se contuvieron más en cuanto sus primeros pasajeros desembarcaron, y con una lámpara, apuntaron en dirección a ellos, por lo que sus gruñidos fueron más feroces.

—Quietos... —ordenó Vega, aunque no se sabía si era hacia sus lobos de niebla, o a los piratas que apenas podían reaccionar ante la situación.

—¡Capitán! Tenemos una intrusa en la isla —anunció Wayra, antes de que Marseus bajara al escuchar también los aullidos.

—¿Intrusa? —repitió la guardiana de Wölcenn, ofendida—. ¡Saludos, su Majestad! Me alegro de que volvamos a vernos. —Hizo una reverencia al ver a Marseus bajar de su nave para dirigirse a ella en pasos muy precavidos.

—¿Vega? —preguntó Lyn al asomarse a la proa, y no tardó en bajar a prisa, pero al llegar a tierra firme, decidió que lo mejor era permanecer en su lugar.

—¿Puedo saber qué se le ofrece? —inquirió Marseus, volteando primero hacia Lyn, queriendo saber si aquello era idea suya, pero muy confundido, el pelirrojo intentó negar.

«No-no, no tenía ni idea de esto...», quiso responder, pero estaba bastante sorprendido y expectante para hablar.

Vega esbozó una sonrisa, al tiempo en que llevaba su cabello hacia atrás con su mano con cierto aire presumido, pero nadie iba a negar lo hermosa que era.

—En primer lugar, deseo la liberación de mi rey, pero sé que aquello no podría ser tan fácil, así que lo reto a usted a un duelo. ¿Qué dice?

No era algo que ni Marseus ni Lyn se esperaban, y el capitán tenía cosas de las que ocuparse al desembarcar, pero no iba a pasar por alto un desafío nunca.

—Debido a la noche, no puedo utilizar mi don —declaró en alto, y su oponente se encogió de hombros.

—Descuide, Majestad. Entiendo sobre eso... —respondió, en tanto dejaba desvanecerse entre la niebla a sus lobos—. ¿Algo más que desee?

El capitán miró a Lyn una vez más, y se dio cuenta de que parecía muy emocionado por el enfrentamiento, a pesar de que no era idea suya.

—Confieso que no mantengo retenido a su rey de ninguna forma, por lo que es libre de marcharse si así lo desea. Sin embargo, aceptaré solo si él no tiene nada en contra de este duelo.

—¡En absoluto!, pueden seguir. —El rey sacudió su mano con una sonrisa.

Era obvio que parecía demasiado confiado, o al menos, divertido por el suceso. ¿A qué tipo de oponente se enfrentaría?

Como fuera, no daría marcha atrás. Desenvainó su alfanje, a la vez que Vega empuñaba su espada y no perdía tiempo en atacarlo con fuerza.

A pesar de su aspecto tan elegante y etéreo, no podía negar que era muy fuerte, y tan feroz como los animales que podía invocar.

—¡Marseus de Wækas!, de músico a capitán y monarca de uno de los tres reinos. ¡Qué inspirador! —exclamó ella con una sonrisita, a punto de volver a golpear con la misma intensidad que lo hizo la primera vez—. Solo que no eras el músico de cualquier embarcación, sino que formabas parte de la tripulación de la mismísima Reina Bonnie. Veamos, ¿acaso llegaste tan lejos por tus propios méritos, o fue puro nepotismo?

—Me gusta pensar que fue un poco de ambas —admitió el capitán, tomando el turno de golpear, a pesar de que su oponente lo bloqueó con facilidad.

La costumbre en Wækas, era que la Primera Guardia fuera muy numerosa, lo que le quitaba posibilidades de ser fácilmente reconocido por su reina. Tuvo que buscar la manera de entrar a su tripulación, y aunque la Reina Bonnie no cayó ni un poquito ante las numerosas canciones que compuso para ella, decidió que era adorable y quería tenerlo cerca.

—¿Su reina pensó que estaba a su altura para sucederlo en el trono? —inquirió la guardiana, golpeándolo con fiereza de nuevo, y a pesar de que se daba el lujo de interrogarlo y enfrentarlo a la vez, no lucía ni un poco cansada.

—Y yo también lo pienso —rebatió él, atacándola una y otra vez, con la intención de hacerla retroceder hasta no dejarle salida, pero en cuanto ella advirtió en el pico detrás de sí misma, se detuvo y lo empujó a él.

—Demasiado arrogante... —masculló, más como una advertencia que esperaba que Lyn escuchara, incluso cuando él era el más entretenido viendo la pelea.

Ella también decidió golpearlo mientras lo hacía retroceder, solo que cada ataque era mucho más fuerte que el anterior, y apenas Marseus encontraba la forma de bloquearla. Siempre era muy directa, y no dejaba a la vista ningún punto débil. Cuando atacaba hacia arriba, era casi imparable, y a pesar de que su interrogatorio se le hacía divertido, no iba a perder contra ella, por lo que mantuvo su posición, e intentó atacar su lado derecho. La guardiana se defendió a tiempo, y lo obligó a alzar su sable con su espada, hasta golpearlo y de esa forma, hacerle perder el equilibrio.

Apenas Marseus consiguió mantenerse de pie, pero ya era tarde, puesto que Vega apuntaba su cuello con una mirada desafiante.

—Siempre y cuando tengas su consentimiento, puedes hacer lo que se te dé la gana con Lyn, pero a partir de este momento quiero que te quede claro que ni tú ni tus guardianes podrán jamás enfrentar al Reino de Wölcenn. ¡Quiero que lo prometas! —demandó autoritaria, dando un par de golpecitos muy suaves con el filo de su espada en su cuello, y Marseus advirtió en que detrás de ella, volvían a aparecer sus lobos de niebla, acercándose muy lento, entre gruñidos apenas contenidos, y miradas hambrientas.

Suspiró, y decidió guardar su arma, para después trazar una cruz con su dedo sobre su pecho.

—Tiene mi palabra de que no atacaremos a su reino, siempre y cuando ustedes tampoco ataquen el nuestro.

—Le prometo que eso no sucederá —aseguró Vega extendiéndole su mano, la cual sin dudar, el capitán estrechó. Al separarse, la guardiana se dio un largo respiro, y parecía ser todo lo que necesitaba para descansar luego de la pelea que tuvo, pero también, para cumplir un punto más de su visita diplomática—. En segundo lugar, deseo asegurar una vez más la alianza entre nuestros reinos. Puede darse cuenta de que soy tan valiosa como cualquiera de sus guardianes; deme una misión, por más imposible que sea, y yo la cumpliré a cambio de que ayude a salvar nuestro reino.

La emoción de haber espectado el duelo desapareció en Lyn al escuchar la petición de su guardiana. No iba a aceptar que se sacrificara por sus errores, y si alguien debía poner todo su esfuerzo en recuperar la confianza de Marseus, era él.

Pero antes de que pudiera protestar, Vega alzó su mano en señal de que hiciera silencio, y podía ver en el semblante del Rey de Wækas que no negaría su petición.

Incluso si Marseus no tenía intención de enfrentarse contra Wölcenn, y en sus adentros, la alianza seguía intacta, valoraba el esfuerzo que hacía la guardiana en mantener el honor de su reino. No podía despreciar su determinación.

—De hecho, hay algo que podría hacer por mí y por mi reino —declaró en alto, con seriedad—. Busque y traiga de vuelta a mi bruja. La quiero a salvo.

Vega no dudó ni un instante en asentir.

—A la orden, Majestad. Elyon y Galathéia están también en Gewër, por lo que me será de ayuda encontrarlos, y quién sabe si estarán en problemas también... —suspiró, más que dispuesta a hacer todo lo necesario para salvar a su reino y a sus compañeros.

—¿Elyon está en Gewër? —inquirió Lyn, acercándose a su guardiana, ya que el enfrentamiento había terminado.

Marseus miró a ambos forasteros con cierta calma luego de todo lo sucedido.

—No tiene que apresurarse a cumplir su misión de inmediato. Está bien si ambos intentan ponerse al corriente, y descansan. El viaje fue largo, y todavía quedan cosas que hacer, así que pueden subir a la nave si lo desean —los invitó, señalando su galeón, y Lyn asintió, y sin perder más tiempo, llevó a Vega de la muñeca a bordo del Tritón.

Al llegar a la cubierta, Lyn la llevó a la popa, donde todavía podían apreciar el mar.

—¿Qué tal estuve? —preguntó Vega en un tono juguetón mientras enredada un mechón de cabello en su dedo.

—Fantástica como siempre. ¿Tú planeaste todo esto? ¿Cómo llegaste a saber tanto de él...?

—Aproveché el viaje, e hice la tarea que tú debiste hacer antes de meternos a todos en esto de la alianza, ¡gran idiota! —La chica cruzó sus brazos molesta—. Fue muy fácil, le pedí a mi ave que hablara con los peces y cualquier animal que tuviera información sobre él. Si no fueras tan arrogante y egocéntrico, habrías hecho lo mismo...

Lyn asintió, reconociendo que tenía razón, y que de cierta forma, prefería más un regaño de ella por todo lo que hizo, que de Azhryl.

—Y sobre Elyon...

—Fue a Gewër por Galathéia. Nos contó a mí y a Azhryl todo... ¿estás bien?

Lyn bajó la cabeza con vergüenza, y su mirada denotaba pesar.

—Me odia, ¿no es así?

—Él te adora, Lyn. Solo dale tiempo...

Pero ambos sabían que no les sobraba tanto tiempo como deseaban, y lo que más le dolía a Lyn, era la idea de no recuperar su amistad, y que las cosas cambiaran entre ambos.

Vega también suspiró, y se encargó de poner un mechón de cabello del chico detrás de su oreja, y lo examinó bastante con la mirada.

—A juzgar por el hecho de que no te ha torturado ni intentado asesinarte, y por el trato entre ambos, ya te lo tiraste, ¿no es así?

Lyn apenas contuvo la risa, pero volteó la mirada al tiempo en que exhalaba un suspiro muy largo que denotaba incomodidad.

—No va a olvidar jamás lo que hice, así que no descarto que en cualquier momento intente asesinarme —murmuró al tiempo en que sentía una punzada de arrepentimiento en su pecho.

No obstante, se dio cuenta de que su compañera lo miraba con ironía.

—Esperaba que dijeras algo como «no es mi tipo» o esas cosas que dicen las personas cuando están en negación...

—Creo que ya no vale la pena intentar negar nada —suspiró con el dolor mucho más fuerte, pero agradecía tener a alguien a quién poder contárselo.

No obstante, Vega lo miró con ojos grandes de sorpresa.

—¡Espera!, ¿y Elyon?

Cabizbajo, Lyn pensó en lo irónico que era superar a su mejor amigo cuando este lo odiaba, y en cambio, sentir que había caído más fuerte que nunca por otro imposible. Debía ser una especie de maldición.

Se encogió de hombros, evadiéndola con tristeza, a pesar de que aquello sorprendía más a la guardiana.

—No puedo creer que en serio hayas superado a Ely por el pirata... —murmuró un poco ofendida—. Admito que es un golpe muy duro a mi ego, pero estoy muy feliz por ti.

—Creo que no lo entiendes...

—No, Lyn, tú no lo entiendes. ¡Se le nota que se muere por ti! —afirmó Vega, y su rey dudó por un instante, a pesar de que sabía que ella era la mejor para darse cuenta de esas cosas—. Y si tan seguro estás de que te odia, ¿ya le has pedido disculpas, al menos?

—¿Cómo se supone que pida disculpas por eso? «Perdón por traicionar la alianza, hacerte prisionero a ti y a tus compañeros y amenazarte de muerte. ¿Podrías olvidarlo ya y ponerme contra tu escritorio de una vez, por favor?»

A Vega se le escapó una carcajada muy fuerte que cubrió con su mano para mantener la educación, mientras veía a su rey hacer una mueca, molesto.

—En serio te tiene muy mal... —pensó en voz alta—. No sería lo peor que se te ha ocurrido decir, así que adelante.

—Ni muerto —declaró Lyn con firmeza, antes de dejarse recaer sobre la baranda del barco—. «Mal» es muy poco. Cada vez que se impone ante mí me vuelve loco, no te haces ni una idea de cuántas veces y de qué maneras he deseado hacerlo callarse, y al mismo tiempo quiero que siga y me enseñe al fin de todo lo que es capaz para tenerme a su voluntad.

—¿Y qué estás esperando? Si te rechaza, al menos, a diferencia de Elyon, no tendrás que verlo siempre...

Lyn tuvo que contener el deseo de girar los ojos.

—No ayudas...

—¡Tú no me ayudas a ayudarte! —se quejó la guardiana—. ¡Solo dile!, es mejor fracasar y no intentarlo, que intentarlo y... —Vega frunció sus labios y ladeó la cabeza al percatarse de lo que dijo—. No, espera, creo que no era así...

Lyn soltó una risita, y dejó caer su cabeza sobre el hombro de su compañera.

—No importa, creo que ya entendí.

—¿Sabes? Al fin se lo dije a Azhryl...

—¿En serio? —El pelirrojo se recompuso, mirándola sorprendido. Si su compañera tuvo buenos resultados, él también podría animarse a decirlo—. ¿Y qué dijo?

—Ah, el muy idiota evadirá la respuesta hasta que regrese a Wölcenn, diciendo que si no, sería de mala suerte...

—Con justa razón...

Agradecía que Azhryl siempre fuera el más inteligente entre los guardianes. No obstante, Vega frunció el ceño.

—Como sea, será mejor que me apresure buscando a la bruja... —bufó, pero al separarse de Lyn, se dio cuenta de que sus ojos brillaban bastante y estaba a nada de hacer un puchero.

—Lo siento, es que te extraño a ti y a todos... —admitió mientras la abrazaba con fuerza—. Y creo que nunca me alcanzarán las palabras para agradecerte. Perdóname por no haber intentado mejor cuando estuvimos juntos...

—Ya, ya, no te pongas así —Vega lo soltó, conteniendo apenas las ganas de sonreír—. Todo el mundo sabía que soy demasiado para ti...

Lyn rio, a la vez que asintió con la cabeza, dándole la razón.

La acompañó fuera de la embarcación, hasta llegar a su ave, y ambos se dieron cuenta de que los preparativos de los que Marseus habló, parecían más de una fiesta debido a lo animados que lucían varios tripulantes, con bebidas, y creyeron escuchar música a la lejanía.

—¿Irás con ella? —inquirió el capitán detrás del rey, sobresaltándolo.

Al darse vuelta, Lyn quiso estudiar qué sentimiento se encontraba detrás de esa pregunta, pero no veía nada inusual en su sonrisa.

—¿Te molestaría tanto si me quedara?

—En absoluto, pero podrían por lo menos beber un poco...

—Paso —respondieron ambos forasteros al unísono, de manera tajante.

Lyn tenía razones de más para no volver a probar ni una gota de ron en su vida, y Vega tenía que volar.

La guardiana hizo una reverencia ante el capitán.

—Muchas gracias por haber aceptado el duelo, fue bastante entretenido como oponente. No le fallaré —sonrió, para después acercarse a Lyn y poner la mano sobre su hombro—. No pierdas más tiempo y tíratelo —sugirió en un volumen no lo suficientemente bajo como Lyn habría querido, considerando que tenía a Marseus tan solo a su lado.

La vieron irse con su garza en silencio, hasta que el capitán fue el primero en romper con la quietud.

—Tu guardiana es muy inteligente, deberías hacerle caso.

El rey fingió no haberlo escuchado, y se dirigió a él con curiosidad.

—¿Así que eres músico?

—¿Por qué? ¿Quieres que te toque algo? —La sonrisa ladina en su rostro denotaba el doble sentido de la pregunta, a lo que el rey solo frunció el ceño.

—¡Capitán!, ¿va a acompañarnos? —Leo se acercó a ellos, ladeando la cabeza en dirección a la pequeña orquesta que parecía necesitar con urgencia alguien que los guiara—. ¡Por favor!, todos quieren escucharlo.

Lyn perdonó la interrupción solo porque era algo que estaba dispuesto a ver, y le señaló con la mirada y una pequeña sonrisa que debía ir.

Eso fue más que suficiente para convencer al capitán.

—Lo que sea menos Elegía del arrecife.

—Cómo te gusta hacerte de rogar... —masculló Nashi, esperando en compañía de Wayra a que Marseus empezara a tocar.

Este tomó un violín entre sus manos, y su respectivo arco. No era como el que guardaba, pero estaba bien para él.

Al mantenerse firme, con ambos pies separados para encontrar cierto balance, sostuvo el instrumento con su mano izquierda, y lo colocó suavemente bajo su mentón. Al pasar el arco sobre las cuerdas, comenzó a afinar el instrumento, olvidándose del resto del mundo, y entregándole su entera dedicación al sonido.

Para Lyn, era como aquellas veces en las que lo miraba con cariño en silencio, pero mucho más etéreo. Quizás era por lo bien que contrastaba la luz de la luna sobre él, o como la brisa helada removía su cabello ondulado tanto como él anhelaba hacerlo en secreto, y deseó poder verlo más veces así.

Cuando terminó de afinar, alzó un poco el arco, y con sus dedos, señaló a los músicos que le acompañaban el compás que seguirían, luego de haber elegido una canción.

Con una breve mirada a Nashi y el resto de sus compañeros, esbozó una sonrisa muy trnaquila y tierna, antes de empezar a tocar una canción compuesta de tonos menores, que transmitía una nostalgia muy cálida, como quién recordaba el pasado con tanta claridad, que casi podía vivirlo. El graznido de las gaviotas podía acoplarse a la melodía, junto con las olas al quebrarse contra las rocas, y desde luego, el sonido de las naves surcando el mar mientras el viento golpea la vela.

El resto de músicos no tardaron en unirse a su canción, guiados por él, puesto que era la primera vez que la tocaba; se trataba de una melodía inédita que más que nunca, Marseus sintió necesario tocar, porque incluso si se mostraba siempre muy seguro de sí mismo, ya había probado lo amarga y dolorosa que podía ser la derrota, y en aquella ocasión, ponía en juego a su verdadero y mayor tesoro.

Permitió que la música siguiera expresando todo aquello por él, cada vez con mayor intensidad, mientras Lyn al escucharlo, parecía entender muy bien la historia que contaba a través de su música.

La misma que le había contado antes de zarpar en el Tritón lejos de la isla. La historia de cómo, tras una promesa de infinitos tesoros, y la corona del Reino de las olas, muchos piratas partieron en una búsqueda en la que solo encontraron desgracia y muerte. No obstante, eran estas últimas partes lo que único Marseus evadía en su canción, pues esta solo evocaba la felicidad y el entusiasmo de él y sus compañeros al lanzarse a aquella aventura tan grande.

Tan ingenuos y ambiciosos.

Era todo lo que quería recordar.

Las últimas notas se mantuvieron en lo más alto, hasta solo desvanecerse con el mismo sonido del mar, y el capitán dio vuelta al instante hacia los músicos, y con una pequeña inclinación, les agradeció la oportunidad, y devolvió el violín.

—¡Es un honor, Majestad! —exclamó quién había recibido el instrumento, y Marseus respondió con una sonrisa, y le señaló que no debían dejar de seguir tocando, incluso cuando los aplausos eran más fuertes.

Obedeciendo la orden, el músico señaló a sus compañeros de orquesta el compás de una canción mucho más alegre, como una tocata, ante la cual, de inmediato, Leo jaló del brazo a Ch'aska, y lo tomó de ambos hombros para invitarlo a bailar, y desde luego, el navegante no se lo negó.

Marseus, en cambio, buscó a Lyn, quién seguía mirándolo embelesado, a pesar de que ya había terminado de tocar.

—Su Majestad, ¿bailaría conmigo? —le pidió de la manera más simple y directa, extendiéndole su mano. Prefería ser así, pues en realidad, si pensaba mucho más en las cosas que haría o diría, tal vez sí le ganaría la vergüenza, y más si se trataba de Lyn.

El pelirrojo, sorprendido, miró a los músicos, y luego al resto de navegantes que la disfrutaban, ya sea bailando o solo escuchando mientras conversaban. Se volvió al capitán, con ojos muy confundidos.

—No tengo la menor idea de cómo se baila esto... —admitió avergonzado. Sabía que Marseus iba a reírse, pero no más de lo que se reiría si intentaba explicarle los pasos para cualquier vals en Wölcenn.

—Créeme, no hay una manera correcta —sonrió el capitán, señalando con la cabeza a Leo y Ch'aska, cuyo baile parecía componerse más de pequeños y apresurados saltos alrededor del lugar mientras reían se abrazaban más cuando estaban por perder el equilibrio—. Vamos, solo sígueme...

Aún con dudas, aceptó porque le parecía una buena excusa para tomar su mano y acercarse más a él, pero se le cortó la respiración en el momento en que lo sintió tocar su cintura, conteniendo apenas un jadeo de sorpresa.

Trató de ignorar el cosquilleo vertiginoso en su estómago, y comenzó a mover sus pies en la secuencia de pasos que conocía, sin pensarlo mucho, y Marseus trató de acoplarse a esta, sin saber muy bien lo que hacía, pero agradecía bastante tener esa oportunidad.

—Creo que vamos muy lento para la música... —Lyn se detuvo, avergonzado al darse cuenta de que no iba a acoplarse con tanta facilidad, pero Marseus le sonrió con cariño, y aprovechó que se habían detenido para tocar su cabello por primera vez, y moverlo a un lado, queriendo ver mejor aquellos ojos verdes que lo miraban con timidez y nervios.

—Yo iré al ritmo que tú elijas siempre.

El rey asintió suave, y se aferró un poco a sus hombros y se acercó más, percatándose de que el pelo de Marseus tenía un olor muy dulce y desconocido para él, pero que en definitiva, le había encantado. Aprovechó para mirar también a esos ojos turquesas que tanto lo embelesaban, y esbozó una sonrisita muy cohibida aún.

—Estuve pensando, y me di cuenta de que no tengo ningún pasatiempo además de ser rey de Wölcenn —dijo, aún sorprendido por haberlo visto tocar de manera tan hermosa y suave, muy alejado del capitán que solía ver—. Creo que solo soy Lyn...

«Eso a mí me gusta mucho», Marseus estuvo a punto de decir, pero lo único que le detenía, era que estaba muy ocupado mirándolo, preguntándose cómo es que aún no se lo había comido a besos.

—¿Y con cuál estoy bailando ahora? ¿El Rey de Wölcenn, o Lyn? —inquirió, mientras entrelazaba sus dedos con los suaves del pelirrojo.

—Con Lyn, definitivamente —aseguró este, dedicándole una sonrisa tímida, para después acercarse más y ocultar su rostro sobre su hombro. Incluso si no era correcto, se sentía muy bien así, y Marseus también se lo permitió.

Pensó en la relación tan rara que tenían; por momentos, se sentían demasiado íntimos para ser solo aliados, y a su vez, muy desconocidos y lejanos para ser amantes.

«Lo siento, lo siento, lo siento...»

No se trataba de orgullo. Se moría de ganas de pedir perdón, pero sabía en el fondo que Marseus jamás lo perdonaría. Que había perdido su oportunidad para siempre, y ahora solo jugaba un poco con él, pero tampoco tenía deseo alguno de escapar.

Al menos, podría disfrutar la mentira hasta tener que volver a enfrentar la realidad. No sería la primera vez que estuviese detrás de algo imposible, y ya ni siquiera debería dolerle tanto.

—¿Aún piensas en tu amigo? —preguntó el capitán, más como si se tratara de una afirmación. Lyn no lo percibió, pero había algo de dolor en su tono, y alzó la cabeza a él, confundido, pero eran esos ojitos tan arrepentidos los que lo hacían estar seguro de que no era correspondido. La cercanía los torturaba a ambos, por lo que decidió separarse un poco, al tiempo en que se tomaba el atrevimiento de acariciar su mejilla, viéndolo inalcanzable—. Descuida, seguiré esperando a que estés listo para mí...

Se acercó a dejar un suave beso sobre su frente, haciéndole contener a Lyn la respiración, a la vez que le parecía que se derretiría en el suelo por tan dulce contacto.

Solo cuando se separó más, reaccionó, tomando su mano.

Pensó en hacerle caso a Vega al fin, y tomó aire en un intento inútil de calmar lo acelerados que estaban sus latidos en ese momento.

—La primera vez que me enamoré, nunca lo confesé porque tenía mucho miedo de perder —explicó, seguro de que estaba temblando, y de que ya era muy tarde para huir—. Pero si se trata de ti, sé que no importa lo que haga, estoy perdido de todas formas...

Marseus se mantuvo en silencio, intentando entender de qué estaba hablando, y aunque no quería emocionarse aún, tenía la necesidad de pedir una aclaración.

—¿Es una confesión?

Más que nunca, Lyn sentía sus mejillas y orejas encendidas, sin dejar de repetirse lo tonto que había sido.

—En mi mente sonaba mucho mejor... —murmuró, muerto de vergüenza, y se precipitó a él, preocupado—. No te molestes, por favor. En realidad, solo quisiera que fuéramos amigos.

«Aunque la última vez eso tampoco salió bien...»

El capitán agradeció no haberse emocionado a prisa, porque Lyn acababa de dejar algo en claro con eso.

—¿Entonces no me vas a dejar ni siquiera intentarlo?

Lyn dio un paso en reversa, y se odiaba por temblar tanto. Si Vega le hubiera dicho que enfrentar una confesión era tan difícil, se lo hubiera pensado mejor.

—No hay nada que intentar... —declaró en un murmullo, y se obligó a mirarlo de frente, aun si eso lo hacía titubear más—. Incluso si solo me usas, y al final me desechas cuando te aburras, creo que me lo merezco, pero prefiero evitarlo.

—Oye, no soy tan cruel como piensas. ¡Te juro que tengo las mejores intenciones contigo!

«Y otras no tan buenas, pero sé que podrían gustarte...», deseó acotar el capitán, acercándose despacio para murmurar en su oído, y jugando con sus dedos al entrelazarlos.

—Por favor, Lyn. Puedo hacerte feliz de tantas formas si me das la oportunidad...

Con un escalofrío muy placentero recorriéndolo, Lyn no supo cómo alejarlo, porque era el tipo de cosas que le gustaba pensar con la cabeza fría, y él no le estaba ayudando en nada.

Al darse cuenta, entre risas, Marseus se alejó un poco para dejarlo respirar mejor.

—No es como si tuviéramos la oportunidad, en realidad. No pertenezco aquí, ninguno de los dos pertenecemos al lugar del otro.

—¿En serio? Porque yo pienso que la brisa marina y el sol se ven muy bien en ti —mordió un poquito su labio inferior para contener el deseo de volver a acercarse—. Puedo encontrar una solución a eso.

—Las cosas están bien como están...

Marseus suspiró, y aún sosteniendo la mano del rey, la llevó a sus labios, dejando un suave beso en su dorso.

—Al menos, piénsalo un poco, por favor. Por los dos...

—No creo que después de todo lo que hice, merezca la pena que insistamos en esto...

—Para mí sí lo mereces, Rojito. Pase lo que pase, te aseguro que mereces todo el cariño que quiero demostrarte, y no me importa si debo esperar hasta que tengas claro que soy el indicado para ti. Eres mucho más de lo que tu culpa quiere convencerte que eres, no sabes cuánto me gustas, y además me pones muy caliente...

«No me había dado cuenta de eso...», quiso bromear Lyn, pero se dio cuenta de que su mano ya estaba apretando la del capitán, insistiendo en que se acercara más, y que ya no lo dejara ir.

Solo tenía que decírselo.

—¿Y por qué no solo me besas?

Sin embargo, Marseus rio un poco mientras lo miraba con cariño.

—Porque quiero que lo hagas tú. Sin presiones, ni miedos, solo porque es lo que deseas —admitió, sintiendo derretirse por dentro entre más miraba esos ojos verdes ansiosos—. Y porque si lo hago yo, no voy a detenerme hasta haberte devorado enterito...

«¿Y qué te hace pensar que si empiezo yo, será diferente?» Lyn deseó responder, pero en cambio, se acercó a él con mayor seguridad.

Con ambas manos, tomó de su camisa con fuerza, jalándolo hacia sí mismo. No había presiones, ni miedos, y en definitiva, lo deseaba.

Tomó un poquito de aire, y se acercó más, mientras Marseus permanecía inmóvil, sorprendido de que aquello realmente estaba por suceder, y muriéndose por conocer al fin su sabor.

Un carraspeo incómodo los detuvo a ambos, y Lyn soltó a Marseus tan solo para mirar a Nashi como si quisiera dejarle en claro que tenía cada respiración contada a partir de ese momento.

—Capitán, debe ir a la cubierta, es de suma importancia —dijo el primer oficial ignorándolo, a pesar de que por dentro le alegraba saber que le había arruinado el momento.

—Más vale que lo sea... —masculló Marseus, de muy mal humor también, pero accediendo a acompañarlo.

Volteó un poco para ver a Lyn, con una mirada de disculpas, y esperaba que en algún momento, pudieran retomar aquello.

—Sabía que no debía tomarme la molestia de creerte, pero no creí que ibas a contradecirte tan pronto...

Marseus se colocó delante de él, deteniéndolo.

—No estás obligado a aceptarlo, pero no necesito que me cuides —pidió muy serio. Suspiró, reconociendo que tenía en mente todos los riesgos, sobre todo cuando Lyn mencionó que no pertenecían al lugar del otro—. Si me lastimo o no, es mi problema.

Nashi pudo notar ese destello de necesidad en su mirada, que al parecer, solo el pelirrojo le provocaba, aunque sea de manera indirecta, y a pesar de que le molestaban las elecciones tan nefastas de su mejor amigo, ya no podía hacer más por él.

—Como quieras...

*

*

*

HOLIIIISSSS, mil disculpas por el capítulo tan largo 😭

Considero que es el momento apropiado para decir que estamos un poco cerca del final, aún falta mucho, pero ya estamos más cerca JAJAJA 

Btw, "Elegía del arrecife" sería la canción equivalente a Wonderwall/Lamento boliviano en Wækas (?)

¡Espero que les haya gustado el capítulo!, y que amaran a Vega de Wölcenn siendo más sorprendente, curvilínea y elocuente que nunca 😩 💖

¡Cuídense mucho! 💜

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