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Especial 100k (Pt. 4)

Al girar en dirección a su cabina y entrar en ella, alcanzó a ver a Elyon al pie de la entrada con rostro confundido, y con mayor razón, cerró la puerta en su cara con fuerza.

Suspiró profundo y contó hasta tres.

Iba a odiarlo mucho si para entonces desaparecía, pero muy despacio, abrió la puerta y vio que continuaba allí, sin saber qué decir.

—¿Qué haces aquí? —preguntó molesto.

—Pensé que querías hablar...

El deseo de volver a cerrarle la puerta pasó por su mente, pero acabó agarrándolo de sus hombros para empujarlo dentro de la cabina, y cerró la puerta de un tirón.

—Estás molesto...

—¿Tú crees? —espetó el rubio—. Primero dices que te enamoraste y luego te desapareces y me ignoras. ¿Acaso es un juego para ti? ¿Qué es lo que te crees?

Elyon bajó la mirada. Aunque aceptaba que debían hablar, no se sentía preparado para hacerlo y dejar que terminara en todo. Ya ni siquiera sabía cómo resolverlo.

—Olvida lo que dije, por favor...

—¿Qué? —inquirió Rygel—. ¿Entonces sí es un juego? ¿O terminaste de decirlo y te diste cuenta de que no era lo que sentías?

—¡No es así!, pero es claro que no sientes lo mismo, y no quiero presionarte. Podemos seguir como antes, no te preocupes por mí...

Cuestionante, Rygel pasó su mano por el rostro del guardián, pero no para acariciarlo del todo, sino para obligarlo a que le dirigiera la mirada.

—¿Como antes? ¿Quieres que siga haciéndolo contigo mientras ignore lo que sientes? ¿Estarías bien con eso?

Inevitablemente, Elyon bajó la mirada, pensándolo.

No.

No estaría bien con eso. De por sí, los últimos besos que tuvieron sentía que lo mataban por dentro al tener seguro que Rygel no se sentía igual, pero...

—Solo no quiero que terminemos...

Aún mirándolo fijo, Rygel hizo una mueca de molestia.

—Eres tan tonto... —farfulló—. ¿De verdad crees que tienes derecho alguno a asumir cómo yo me siento? Supongo que tampoco he sido muy bueno demostrándotelo...

Elyon lo miró confundido, pero sin atreverse a pronunciar nada.

—A decir verdad, necesitaba un poco de tiempo para estar seguro de qué siento, pero entre más lo razonaba, solo podía preguntarme por qué te enamoraste de mí. No te preocupes, no te estoy pidiendo una prueba de amor, ni nada así, pero... esta será la primera y última vez que te lo diga, Ely, pero eres demasiado lindo y bueno para mí y no te merezco —admitió tras un largo suspiro, acompañado de una sonrisita de confianza, a pesar de que por dentro le hería pensar que esa conversación podía definirlo todo para bien o mal—. Creo que me resulta más fácil odiarte para convencerme de que puedo tratarte como lo hago. Siempre evité pensar acerca de lo que sentía porque sé que estás conmigo sólo porque perdiste algo y quizás en cualquier momento te darías cuenta de que no soy lo que buscabas para rellenar el vacío y te largarías. Sé que nunca fuiste para mí una distracción o alguien con quien solo me divertía sin responsabilidades, porque realmente me gusta estar contigo, escucharte o incluso pensar en ti cuando no estás. Tengo más razones para enamorarme de ti de las que tú tienes para enamorarte de mí, eso siempre lo supe, y sin embargo, una vez más decidiste ser valiente y decirlo incluso si eso derrumbara todo, y ahora todo es un desastre y quiero odiarte y...

Consiguió detenerse en el momento en que Elyon lo apretó en sus brazos contra su cuerpo, y aunque en verdad anhelaba corresponder ese abrazo, la fuerza que tenía solo le alcanzaba para presionar su rostro contra su hombro y limpiar lo que podía ser la huella de una lágrima.

Había una palabra que tenía atorada en la garganta, y sin embargo, su odioso orgullo le impedía pronunciarla. Lo que sabía, era que odiaría aún más a Elyon si se atrevía a ser valiente una vez más, y decirla por él.

—Gracias... —murmuró el guardián, muy para el pesar del cartógrafo.

«No tienes nada que agradecer, tonto...»

—¿Por qué eres tan lindo? —murmuró derrotado—. Los tipos como tú ni siquiera son mi tipo...

Elyon no supo si reír o sentirse ofendido. Quizás ambas cosas.

—¿Y cómo es exactamente tu tipo...?

Si lo pensaba bien, Elyon era justo lo que le gustaba en un hombre. Era alto, y su espalda tan ancha que se le antojaba hundir sus uñas en ella siempre que podía. Sus brazos eran fuertes, sobre todo cuando lo cargaba y lo sacudía. Podía ser feroz e inagotable cuando lo deseaba así, y al terminar, se volvía tan tierno y tímido como lo conocía el resto.

Sabía que él había despertado ese lado que nadie más conocía, y que quizás, Elyon jamás habría descubierto que tenía. Era otra de las razones por las que sentía que era perfecto, justo hecho a su medida. Quizás sus gustos en la intimidad pudieran ser juzgados o alejarían a muchos, pero el guardián en cambio los aceptó e incluso si no era lo que acostumbraba, le gustaba verlo satisfecho; probaban nuevas cosas juntos y nunca lo juzgaba por sus gustos.

Y... quizás estaba pensando demasiado respecto a eso, cuando tenían muchas cosas serias que resolver aún.

—Eso no importa, me gusta tal como eres...

—¿Gracias?

Al instante, Rygel lo tomó de la ropa con fuerza, atrayéndolo a él.

—Ely, lo diré solo una vez más para que sepas lo en serio que voy: no tiene que ser ahora, y no debes renunciar a ser guardián para hacerlo, pero incluso si encontramos el astrolabio o no, ¿serías mi compañero de viajes en el futuro?

»Solo seríamos los dos como cuando nos encontramos, y prometo que no seré tan pesado contigo. Podrás ir a Wækas las veces que desees, no tenemos que explicárselo a nadie porque no le debemos explicaciones a nadie. Seguiremos con esto a nuestra manera, como desde el inicio, pero solo si tú así lo quieres...

Elyon permaneció inmóvil, sin palabras por un largo tiempo para intentar procesar las de Rygel y lo feliz que lo hacían. Y desde luego, sabía que debía responder de alguna forma para evitar nuevos malentendidos...

El cartógrafo tampoco alcanzó a reaccionar del todo cuando el guardián tomó su rostro entre sus manos y estampó en sus labios un beso fuerte y seguro de los que solo él sabía dar.

Rygel lo cubrió entre sus brazos, aferrándose a él al corresponderle el beso, pero antes de perderse por completo, se separó en busca de algo más importante que el mismo aire.

—¿Debo tomar esto como un «Sí»?

El guardián sonrió mientras le acariciaba la mejilla y subía la mano hasta apartarle un poco el flequillo del rostro y ver mejor sus ojos grises.

—Puedo hacer todo lo que tú deseas, si no te parece suficiente... —murmuró acercándose a él para obtener un beso más que el cartógrafo no le negó.

«Tonto, no tienes que hacer más...»

Sin embargo, era una oportunidad que no quería desaprovechar...

—¿Todo lo que yo desee? —inquirió al separarse en tono de prueba, provocando que la piel del guardián de Wölcenn se estremeciera un poco, y quizás, que empezara a dudar de sus propias palabras.

—¿Qué tienes en mente? —Trató de no sonar muy tímido, o incluso, asustado.

Lo cierto era que desde la primera vez, Rygel intentaba ser más creativo con sus juegos, y aunque al principio lo hacía dudar, se daba cuenta al final de que no había sido tan aterrador como lo imaginó, e incluso, llegaba a ser muy excitante.

El rubio contuvo el deseo de sonreír mientras miraba a su alrededor, hasta que cayó en cuenta en la vela encendida sobre su mesa.

—Ya lo verás... —dijo mientras sostenía su corbata blanca, pero más que jalarlo hacia sí mismo, lo que deseaba era removerla hasta tenerla como un largo pañuelo en sus manos.

Tomó su mano para hacerlo sentarse sobre la pequeña cama, y al instante, se sentó a horcajadas sobre sus piernas.

—O quizás no —sonrió antes de colocar el pañuelo alrededor de sus ojos y amarrarlo para cubrirlo.

Era inevitable ver a Elyon intentando tragar saliva, y rompió en carcajadas.

—Sabes que si no quieres hacerlo, puedes pedirme que me detenga...

Elyon respiró profundo y se entregó a la sensación de no contar con su vista, que ciertamente volvía más placentero el hecho de que Rygel empezara a quitarle la casaca y poco después, la camisa, saboreando cada instante.

Lo empujó leve para hacerlo acostarse, y aún encima de su cuerpo, pasó su mano alrededor de su torso desnudo como una suave caricia que estremecía más al guardián.

—¿Estás listo, gatito?

El chico asintió firme y expectante, seguro de que podría reconocer lo que sea con lo que jugarían aquella ocasión.

Al menos, hasta que soltó un grave jadeo en cuanto sintió un líquido muy caliente sobre su pecho, que poco a poco iba enfriando y sintiéndose más tieso...

—¿Estás bien? —Escuchó la voz de Rygel.

—¿Qué es...?

—Cera caliente. ¿No te gusta?

Elyon aún sentía un leve ardor en la zona donde se encontraba la cera, pero no le molestaba.

—Sigue, por favor.

A veces, Rygel temía que Elyon fuera tan persistente en sus juegos solo por complacerlo. No estaría mal si le pidiera detenerse o cambiar de juego.

Sin embargo, creyendo en su respuesta, inclinó la vela esta vez por la línea de sus abdominales, disfrutando de ver cómo rodaba, y mordió su labio inferior al verlo retorcerse un poquito y sisear.

Sopló leve en la zona y dejó un pequeño beso.

—Lo estás haciendo bien, gatito lindo... —susurró, consciente de que los halagos encendían muchísimo al guardián, y lo confirmó al sentirlo temblando.

—Otra vez... —pidió.

—¿Más?

Esta vez vertió mucho más, dejando una gran mancha de cera que enrojecía la piel del pelinegro.

—¡Ah! —exclamó él, mas no tanto de dolor, sino por la sorpresa inicial que producía la sensación y que no parecía detenerse.

Su cuerpo se agitaba, y jadeaba ante el ardor continuo que se esparcía por su cuerpo hasta que Rygel tuvo que sostenerlo con una mano para evitar que se moviera.

—No te muevas, que estoy dibujando algo... —se quejó—. Si adivinas qué lugar es, el juego se termina.

Desde luego, era imposible saberlo con solo sentirlo, y sus sentidos eran un desastre como para intentar dilucidar qué forma dibujaba Rygel con la cera en aquel momento.

—¡Isla Sornt! —exclamó al instante, sin pensarlo demasiado.

—Ni siquiera conozco el nombre de todas las islas de Wölcenn —replicó Rygel acercando un poquito más la vela a su piel como castigo.

Elyon apretaba sus labios para contenerse, pero en realidad, el calor no se sentía tan mal, y a decir verdad, le gustaba un poco incluso la sensación de riesgo que le estaba concediendo.

—¡Oriasse!, Isla Oriasse.

Al instante, Rygel se detuvo e hizo un mohín que Elyon no pudo apreciar debido a que tenía aún los ojos cubiertos.

—¿Acaso lo dijiste al azar?

—Fue allí donde pediste que nos encontráramos la primera vez... —admitió el guardián, seguro de que aquello no contaba como una trampa.

Rygel rascó un poco la cera en la piel del guardián, y besó muy suave todas las zonas sensibles y enrojecidas. Le quitó el pañuelo de los ojos y lo contempló un largo rato debajo suyo; lucía bastante acalorado, ruborizado, y sus ojos humedecidos por las lágrimas, junto a sus labios hinchados por las veces que los había apretado y mordido para contener los gritos.

Era todo un desastre tan hermoso, que no podía imaginar ya un futuro donde ya no tuviese el derecho de verlo así. Donde fuera obligado a olvidarse de él, de su voz, de su tacto, de todos sus juegos y la manera en que lo complacía.

Estaba tan enamorado...

—Ely, promete que no vas a aburrirte y dejarme de repente...

El guardián lo miró confundido, y pasó su mano por su rostro, preocupado.

—¿Estás bien...?

Rygel apretó esa mano con la suya

—Lo estoy ahora pero te juro que si se te ocurre abandonar, encontraré la manera de llegar hasta allá arriba y hacer que me las pagues, ¿Entendiste?

De manera inevitable, Elyon soltó una pequeña risita y lo atrajo un poco más a sí mismo.

—¿No es posible verte en Wölcenn sin necesidad de hacer eso? Porque me encantaría que me visitaras de repente, y así podría hablarle a todo el mundo de ti...

—Solo promételo...

En silencio, Elyon lo admiraba mientras que con sus dedos removía los sobresalientes mechones rubios de su flequillo, colocándolos detrás de su oreja. Contemplar sus ojos grises suplicantes le derretía, y desde luego, él tampoco quería decirle adiós a todo eso.

—Sabes, se lo conté a Lyn... —comentó de repente, tan solo porque era obvio que el secreto que compartían ya no era tan secreto. No obstante, Rygel hizo una pequeña mueca.

—Está bien, supongo...

—Sé que no te agrada, pero es mi mejor amigo...

El cartógrafo soltó una risa áspera de ironía.

—Eso no ayuda en absoluto a que me caiga mejor.

—¿Acaso estás celoso? —bromeó Elyon, sin pensarlo mucho.

Tampoco se esperó que Rygel lo mirara de forma seria, sosteniendo sus brazos y manteniéndolos contra el colchón para que no hiciera ningún movimiento.

—Sí, Elyon, estoy celoso. Te quiero solo para mí, ¿hay algún problema con eso?

Sin saber cómo responder, Elyon lo miró con cariño, incluso cuando la mirada del rubio permanecía un poco seria e intimidante. Y en el fondo, los corazones de ambos latían muy acelerados, queriendo acceder al siguiente paso, y sin saber cómo, a la vez.

«Llámame tonto si quieres, pero... Incluso ahora, no sé si estamos jugando o lo decimos en serio...», pensó Elyon, a punto de atraer al rubio a sí mismo para besar sus labios muy suave, y darse cuenta de que la inseguridad aún permanecía. Que si no lo tenía todo claro en ese momento, el dolor lo torturaría...

—No he escuchado tu respuesta aún... —murmuró al separarse.

«¿Qué...?», pensó el cartógrafo con sorpresa.

—Estoy seguro de que lo dije...

—Dijiste que tenías razones para enamorarte de mí, ¿pero es eso lo que sientes? —inquirió Elyon, y Rygel sintió derretirse ante esa mirada que parecía la de un enorme y adorable cachorro.

Oh, cierto...

Pero admitirlo le daba un poco de vergüenza...

—Es bastante obvio...

—Soy algo lento —admitió el guardián con una sonrisa—. Mejor dímelo, ¿o debo sacarte la respuesta entonces...?

—Puedes intentarlo...

Sosteniendo la cintura del rubio, Elyon lo alzó para dejarlo debajo suyo, y con pequeños besos sobre la tela de su ropa, bajó más y más.

Los gemidos apenas contenidos de Rygel se hicieron más audibles en el momento en que Elyon comenzó a lamer su entrepierna aún sobre la tela de su pantalón, chupando con vehemencia, volviéndose loco al sentir los dedos del chico entre su cabello mientras dejaba escapar su voz más grave y necesitada.

—Realmente disfrutas mucho estos juegos... —sonrió el pelinegro al apartarse y verlo intentando recuperar la respiración.

Colocó una mano sobre su pecho para sentirlo subir y bajar, mientras que con la otra desamarraba su pantalón.

El juego de la cera caliente sin duda lo había dejado sensible, pero ya era su turno de jugar.

Sosteniendo su rostro con una mano, se acercó a devorar con besos profundos y muy húmedos su cuello, hasta el momento en que el rubio sintió una fuerte mordida que le provocó alzar más la voz.

—¡Ely! —exclamó pero no como un regaño. Al devolverle la mirada, Elyon supo que le había gustado.

Tampoco planeaba disculparse. No sería ni tímido, ni torpe, y quizás, no muy lindo como acostumbraba.

—¿Me mostrarías tu parte inferior...?

Rygel sentía sus mejillas arder, y quizás el calor del momento ayudaba a hacerlo obedecer, porque realmente le urgía tenerlo ya dentro suyo.

Dio vuelta, apoyándose contra sus brazos, pero Elyon corrigió su posición, haciendo que recostara su cabeza boca abajo, y alzando su trasero más hacia él.

Bajó sus pantalones, y tomó uno de sus brazos para sostenerlo contra su espalda. A decir verdad, verlo en aquella posición tan deliciosa, poco lo ayudaba a mantener su lado más racional y decoroso...

Él también estaba ya muy urgido, pero quiso tentarse a sí mismo y al cartógrafo, moviéndose muy despacio entre sus glúteos, sin entrar aún.

Incluso viendo lo inflamado y goteante que estaba, se obligó a seguir esa tortura porque sabía que Rygel también la compartía; contuvo sus propios murmullos para escuchar muy claro la respiración del rubio.

«Maldita sea, Ely, solo ponlo...», mas no se atrevía a decirlo.

Giró el rostro a él, y captó enseguida la mirada hambrienta del guardián.

—¿Quieres que lo ponga ya? —inquirió al atraparlo tan urgido, sosteniendo con mayor fuerza su brazo.

—¿Debo amenazarte para que lo hagas?

Elyon rio, y decidió moverse más contra su entrada, cada vez más lista para recibirlo.

—O puedes pedirlo amablemente...

Torturado, Rygel rio con ironía. Muy en el fondo admitía que lo estaba disfrutando.

—Con la debida amabilidad te pido que me folles tan fuerte, que se me olvide por completo que me ignoraste cuando estábamos abajo en el bar...

Elyon tenía una muy buena excusa para ello, pero esa ocasión se lo concedería...

—Espero que consigas perdonarme —respondió el guardián con el semblante de amabilidad que todo el mundo conocía, siendo solo por ese pequeñísimo instante, el Elyon dulce de siempre.

Y solo un momento después, pudo sentirlo abrirse paso en su interior, al principio muy despacio, tomándolo de las caderas para dirigir sus movimientos muy lento, atento a cada sonido y expresión del rubio.

Acariciaba sus muslos, sus glúteos y su espalda para aminorar su dolor, tratando de ser tan suave como aún su cordura se lo permitía, pero extrañaba tanto sentirlo y escucharlo, que no tardaba en dejarse llevar por la calidez y estrechura que le ofrecía.

Rygel también adoraba sentirlo dentro, y procuraba moverse más contra él y seguir sintiéndolo. Cada vez que se movía, su pecho rozaba con la tela de la camisa que aún no se había quitado, haciéndolo más sensible.

Poco a poco, este se colocó encima de él, y sin dejar de moverse, tomó el rostro del cartógrafo con su mano, dirigiéndolo hacia el suyo.

—Mírame, Rygel —pidió entrando en él más profundo, provocando que el rubio obedeciera al instante, aturdido, y fue en ese momento en que el guardián lo atrapó con un rápido pero muy fuerte y húmedo beso, hasta hacerlo gemir contra sus labios—. Me gustas tanto...

Fue entonces que Elyon se movió más lento, presintiendo lo cerca que estaba Rygel por acabar. Abrazaba su cuerpo y trataba de llegar profundo, muy lento para que lo sintiera de principio a fin, mientras este se convertía en todo un desastre a causa suya.

Elyon se apresuró en llegar también, disfrutando la sensación de su humedad mezclada con los espasmos que aún recibía Rygel en su interior. Tuvo que sostener aún sus caderas para impedir que no cayera antes de terminar, y solo entonces, ambos, agotados y con el sudor del otro entremezclado, cayeron.

Teniéndolo nuevamente frente a sí mismo, Rygel contempló entre suspiros de cansancio a Elyon, y acarició su cabello con su mano, bajando por su mejilla hasta que este se restregó un poco más contra la caricia y besó el dorso de su mano.

Sin decir nada, Rygel decidió solo abrazarlo y rodearlo incluso con sus piernas.

Nunca antes se había sentido así.

Le diría todo lo que sentía en aquel momento, pero le parecía demasiado cliché.

—Descansemos juntos —pidió—. Me gusta mucho verte dormir.

Con una pequeña sonrisa, Elyon asintió, a punto de llenar de besos su mejilla, y acurrucarse contra él.

—¿Entonces sí me perdonas? —inquirió en un murmullo.

—Lo sabrás cuando despertemos...

***

No era tan extraño dormir después de hacerlo juntos, pero por lo general, mantenían cierta distancia, o uno despertaba mucho antes que el otro y se separaba.

Para sorpresa de Elyon, había sido quien despertó primero, y sentía injusto separarse de quién todavía parecía aferrado de piernas y brazos a su cuerpo, aunque fuera de una forma débil.

Como pudo, trató de llenar de besitos su cabello y su rostro para empezar a despertarlo, y en cuanto el cartógrafo tuvo claro sus primeros pensamientos al despertar, se sintió tan feliz, que no le habría importado repetirlo todo.

Al menos, hasta que intentó dar vuelta, y apenas contuvo un gruñido del dolor que punzó en su cuerpo.

—Debes hacerte responsable por mí y cargarme hasta la cubierta... —reclamó.

Elyon quiso reír al principio, porque tanto él y Rygel sabían que sería muy capaz de cargarlo en frente de todos, pero la preocupación no tardó en ganarle.

—¿Estás bien? ¿Duele mucho?

—Ah, ya se va a pasar —suspiró el rubio rendido, acostándose de nuevo—. Hagámoslo de nuevo, y tal vez se me quite...

Elyon no compartió la broma, pero trató de cargarlo para ayudarlo a sentarse.

—Aún puedo llevarte a la cubierta en mis brazos...

—No te atrevas.

Desperezándose, el rubio no tardó en acostumbrarse a la molestia en su cuerpo, y terminó de vestirse, mientras veía a Elyon hacer lo mismo, y le parecía injusto que tuviera que cubrir un cuerpo así entre tantas capas de ropa como acostumbraban en Wölcenn.

—Si estuviéramos juntos todo el tiempo, ni siquiera usarías ropa porque te tendría conmigo a cada instante —comentó de repente mientras se colocaba sus botas.

Era imposible para Elyon no ruborizarse por su manera de hablarle, y no le molestaba, ni le parecía vulgar. Al contrario, lo calentaba bastante, aunque era consciente de dentro de lo que cabía, él todavía guardaba vergüenza en esos aspectos.

—Supongo que nos distraeríamos mucho de nuestros trabajos... —respondió, y al mismo tiempo, los ojos del rubio se abrieron, como si para su pesar, acabase de darse cuenta de algo:

«Ahora entiendo a Marseus...»

Con duda, salieron juntos del compartimiento. Elyon quería decirle que no tenía problema en salir un poco después de él para no levantar sospechas, pero por el contrario, era Rygel quien sostenía con firmeza su mano y lo hacía salir a la par hasta la baranda de estribor, observando con absoluta calma el horizonte marino.

Tener sus manos entrelazadas provocaba un cosquilleo extraño en ambos, y Elyon miraba al cartógrafo con duda, sin saber si realmente el secreto había acabado con aquello que compartieron en el camarote.

—¡La isla está a la vista!

Ambos giraron con sorpresa ante el anuncio de Wayra, quien cerró su catalejo y fue a la proa, y poco a poco el resto de sus compañeros se reunían con él.

Elyon sabía también que eso incluía a Rygel.

Lo sintió aún más cuando soltó su mano y se separó de su lado.

No dijo nada. Tampoco alcanzó a hacerlo, porque incluso si quedaba alguien alrededor para verlos o no, el rubio lo tomó con fuerza del mentón para atraerlo a sí mismo y darle un fuerte y sorpresivo beso que duró lo suficiente como para tenerlo pensando en él hasta que volvieran a tenerse a solas.

—Te amo mucho, gatito.

Tal como lo había prometido, dio su respuesta.

*

*

*

Yo disculpándome el capítulo anterior por hacerlo menos descriptivo y basarme más en los sentimientos vs yo escribiendo esta parte 🤡🤡🤡 disculpen por actualizar en un día tan random y un horario tan familiar(?). Tal vez algún día vuelva a escribir algo de Lyn y Marseus muy descriptivo para compensar (no sé, páguenme JHGHDFS)

ANTES QUE NADA, quería contarles que la guía de personajes de Almas de cristal está actualizada con nuevas ilustraciones de los personajes. Si quieren verla, les sugiero que quiten la historia de sus bibliotecas y vuelvan a agregarla para que así se puedan apreciar los cambios 💖💖💖

No sé si se acuerden que hace unos meses en mi instagram realicé una encuesta y básicamente el juego de cera caliente ganó por mucho, así que aquí al fin está el resultado de lo que pidieron (beneficios de seguirme en instagram: xleezluntz 👀)

 Y bueno, nos falta solo una parte para terminar este especial y me da mucha pena porque realmente amo esta historia y a todos sus personajes y si fuera por mí seguiría escribiendo todas sus aventuras después del "felices por siempre" del epílogo. Creo que solo me faltaría el extra de Galathéia y Zéphyrine, y de allí, aprender a soltar :( 

De todas formas, aún tengo muchas cosas planificadas con Almas de cristal que espero muy pronto hacerles saber, pero hasta mientras, gracias por haberse quedado aquí un ratito más 💖

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