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Especial 100k (Pt. 2)

PRIMERO QUE NADA, mil disculpas por la demora. Estaba muy concentrada en terminar la historia que tenía pendiente pero ya estoy libre para concentrarme en este especial. Perdón, mi cerebro solo sirve para concentrarse en una sola cosa a la vez :((( admiro mucho a lxs autorxs que sí pueden concentrarse en varias cosas y actualizarlas todas :((( 

EN FIN, este mes pienso concentrarme mucho en esta especie de Side Story, y en mi delirio diario de las 3am estaba pensando que es perfecta para hacerla webtoon pero je, cualquier cosa que haga/decida, les comunico después <3 

¡Feliz mes del orgullo! 🏳️‍🌈

Les quiere muchísimo, Leezie 💖💖

***

Elyon embarcó el Tritón mucho antes que el resto, aún cuando los preparativos estaban a medias como para elevar el ancla y partir.

Se encontraba a estribor observando fijo el mar, con mil dudas en la cabeza porque había tomado una decisión si llegaba a hacer ese viaje, y debía cumplirla. Tenía miedo, y era la razón por la que, en parte, aún no quería encontrarlo.

Un carraspeo femenino llamó su atención y le hizo voltear, hallando a la joven bruja de Wækas con una expresión de enojo.

—Tú. —Lo señaló molesta, a pesar de que Elyon no entendía nada—. No tengo idea de qué es lo que estás jugando, pero si esas son tus intenciones, te advierto que te alejes de Rygel ahora. Sé que crees que no soy amenaza para ti, ¡y tal vez no lo sea!, pero no dudes de que intentaré algo si le haces daño...

Con un poco más de contexto, la verdad era que el guardián de Wölcenn permanecía igual de confundido...

¿Jugar con Rygel? Siendo justos, podría decir que era más bien al revés.

Pero él se lo había permitido desde el inicio...

—¿Cómo sabes de eso? —preguntó en lugar de tantas otras dudas que tenía.

La bruja rodó los ojos y bufó.

—Ay, es obvio que me iba a contar, ¡soy su mejor amiga!

Quería agregar que era su nassein, pero tampoco era necesario llegar tan lejos. Había dicho lo suficiente para continuar su amenaza.

—Mira, siento mucho todo lo que pasó antes, pero si crees que eso te da derecho a usar al primer tonto que tienes en frente...

—Esa no es mi intención. —Quiso dejar claro el guardián. No obstante, explicar el resto era mucho más complicado, pero por el momento, había un detalle que le hacía sentir un cosquilleo extraño en el vientre—. ¿En verdad él te lo contó...?

Era un secreto, pero en su caso, Azhryl —y por extensión, Vega— lo sabía todo. Quizás era la peor persona a la que le podría confiar algo tan grande, pero nunca tuvo elección, pues el rubio lo averiguó todo por sí solo.

Que de la misma forma, Rygel confiara su secreto en alguien más, le daba cierta ilusión de que lo que tenían sí era importante para ambos. O cuando menos, tenía la calidad suficiente para ser un buen cotilleo.

Andrómeda asintió sin poder entender la sonrisa boba que llevaba el guardián.

—Le obligué a que me contara si estaba con alguien luego de verlo sonreír así de idiota como tú ahora, y vaya que me sorprendí... —murmuró incómoda—. Ya me voy, pero no olvides lo que te dije...

—¿No vendrás?

—¡Claro que no! Tengo cosas importantes que hacer, que buscar tesoros por allí —bufó la bruja antes de darle la espalda—. Ah. Sé que es incómodo que te pida esto, pero si le dijeras a Galathéia y Zéphyrine que no se olviden de mí, y me visiten de vez en cuando...

Elyon sonrió. Incluso si todavía estaba en una fase que podría considerar como «contacto cero» con Galathéia, se trataba de un favor que podía cumplir.

—De acuerdo. Cuando no esté, cuida mucho de Rygel también.

—Eso ni me lo tienes que pedir...

En el muelle, Rygel alzó la mirada hacia el Tritón, y luego giró tan solo para encontrar a Ch'aska abrazando del cuello a Leo mientras le daba múltiples besos en el rostro; el joven inventor no podía verse más avergonzado, pero tampoco rehuía del contacto.

—Ch'aska, creo que ya es suficiente...

—Nunca sería suficiente —aseguró el navegante mientras acunaba el rostro del chico entre sus manos, y se alzaba un poco a besar su frente—. Pero te daré los besos necesarios para que no me extrañes mucho mientras tanto...

Leo no iba a mentir. En verdad que echaría en falta a su matelot, pero debido a su labor de inventor, era más necesario en el palacio, que en las incursiones.

Le apenaba mucho aceptar la despedida —por más breve que fuera—, y en parte, le daba miedo porque le recordaba aquella incursión en la que temió que su matelot no volviera jamás.

—Ey, todo va a estar bien —prometió Ch'aska como si adivinara el pensamiento que se escondía tras esa mirada que se entristecía con cada instante ocurrido—. Volveré...

Leo asintió mientras apretaba las manos del navegante aún en su rostro, y acto seguido, se impulsó a darle un pequeño beso sobre sus labios.

—Te amo...

—Y yo a ti, bonito —sonrió el pirata antes de besar su mejilla una vez más.

—No creo que la isla necesite abejas, si esos dos ya nos ofrecen demasiada miel... —farfulló Rygel ante la escena. Estaba seguro de que nadie lo escucharía, pero Wayra acababa de bajar de la nave para seguir subiendo más provisiones, y lo alcanzó a oír.

—Si es así, me imagino que te tomaste la molestia de contribuir a la producción de miel en otras islas junto al guardián de Wölcenn...

«Maldita sea...»

De inmediato, se dio vuelta alcanzando al gemelo de Wayra.

—¡Tú le dijiste!

En realidad, no le dije nada... —explicó en señas, con una sonrisa socarrona.

Rygel se aseguró de gesticular lento para que le entendiera a la perfección:

Voy a matarte.

Mas su amenaza solo provocó que los hermanos estallaran en risas.

—¡Ustedes dos no saben nada! —reclamó el cartógrafo.

—¿Entonces solo están reforzando la alianza? Marseus lo ha vuelto muy popular últimamente... —dijo Wayra—. Ojalá hubiera apostado, pero pensé que antes caería Nashi...

—¿De qué hablas? —gruñó Rygel.

—Pues que ustedes dos son los que más pretendían tomarse a pecho lo que pasó durante la alianza. No me lo tomes a mal, muchos aquí seguimos molestos, ¿pero qué se le va a hacer? Al final, fuiste tú el primero en caer y perdonarle todo, ¿no?

—¡Claro que no!, yo...

Y se detuvo, porque no sabía por dónde empezar a explicar. Lo peor de no querer darles la razón, era que probablemente, tenían la razón.

—No es la gran cosa, en serio... —murmuró bajito—. Es solo casual, hasta que me aburra y ya...

Wayra no ignoró el hecho de que su compañero pronunciara aquello con la mirada caída, evitando la vergüenza, y en realidad, esa no había sido su intención.

—Mira, de verdad que no debes explicarnos nada, pero o nos ayudas con esto, o se lo pides a tu «casual» —dijo mientras le entregaba las cajas que llevaba.

Rygel cumplió solo para evitar la conversación, pero no podía ignorar el dolor al pronunciar las últimas palabras que se suponía que definían su relación con Elyon.

La verdad era que no tenía la menor intención de terminar nada, porque no podía sentirse más a gusto con lo que llevaban. No creía que pudiera ocurrir tal cosa como aburrirse.

Sin embargo, empezó a ser consciente de que no era solamente su decisión, y que si se trataba de algo casual, no solo él tenía el derecho de abandonar cuando quisiera, sino que Elyon también podía hacerlo.

Apenas llegó a la cubierta y miró a estribor, tuvo una vez más aquel cosquilleo en el vientre de la última vez, junto con la sensación de que quizás, aquel viaje podía ser la mejor o la peor de todas las ideas que tuvo.

—Ayúdame con esto, ¿quieres? —pidió, y el guardián de Wölcenn tomó una de las cajas mientras lo acompañaba a las bodegas.

Solo cuando estuvieran seguros de que no habría más tripulantes cerca de ellos, empezarían a hablar.

Para su sorpresa, no era el único que se veía dubitativo, y eso lo ponía ansioso.

—¿Está todo bien? —preguntó mientras dejaba su caja en la bodega y veía a Elyon dejar la suya también.

—Sí... —respondió él apenas, distraído—. En realidad, estuve pensando mucho, y quería decirte algo...

—¿De verdad? Adelante...

Rygel fingía sonreír, pero del cosquilleo en el estómago, pasaba a sentir un dolor muy punzante en su pecho, que se acrecentaba al ver esa mirada tan tímida, como si supiera que lo que diría iba a molestarlo.

«Aquí se terminó todo...» supuso completamente seguro, dispuesto a pensar en al menos tres formas distintas de fingir indiferencia ante el impacto.

Elyon se aseguró de mirarlo de frente porque era lo correcto, pero la verdad era que lo hacía olvidar más rápido lo que se suponía que diría.

No muchas veces en su vida había hecho lo que estaba por hacer...

—Solo quería agradecerte —pronunció despacio, y respiró profundo y exhaló una vez más—. Cuando dejo de verte solo puedo pensar en cuándo será la siguiente vez, y a veces es un poquito molesto, porque debo ocuparme en otras cosas, pero no me parece en absoluto un tiempo perdido pensar en ti. Suceda lo que suceda, incluso si llegas a romper mi corazón en un futuro... Yo no podría estar más agradecido contigo, porque antes creía que no volvería a enamorarme de nuevo. Me alegra haberme equivocado...

Elyon se mantuvo a la espera, sin una respuesta. Rygel no terminaba de reaccionar, como si fuera totalmente inesperado, y quizás, como si hubiera deseado no haber escuchado aquello jamás.

Bueno, eso ya se lo temía. Sin embargo, no dejaba de doler ni un poquito menos.

«¿Así se debió sentir Lyn esa vez?»

Quizás lo tenía merecido, y estaba condenado a pagar el precio por haber sido tan cruel en esa ocasión...

A ambos los interrumpió la llegada de Hanaq dejando una caja más, y yéndose al instante, como si no se hubiera percatado de nada.

Verdad o no, fue suficiente para que Elyon subiera tras él, aceptando el silencio de Rygel como la única respuesta que recibiría, y también el hecho de que el viaje aún no empezaba, y ya quería volver a casa.

Al vislumbrar en la cubierta a la única persona en la que aún podía sostenerse, sintió un poquito de esperanza de que todo estaría bien, pero un pensamiento intrusivo le detuvo.

No tenía ningún derecho a pedirle a Lyn su apoyo cuando él nunca estuvo de la manera en que realmente lo necesitaba.

«¿Por qué soy siquiera tu mejor amigo, si no lo merezco en realidad?»

—Aún no hemos zarpado, ¿y ya te mareaste? —sonrió Lyn acercándose a él.

—No es eso...

—¿Estás bien?

Elyon evitó mirarlo, aún inseguro.

—Es un poco largo, no deberías preocuparte...

Lyn miró aún en el muelle a Marseus, que de seguro esperaba a que estuvieran juntos, pero su mejor amigo era su prioridad por el momento. Se aseguraría de compensárselo al capitán después.

—Está bien. Vayamos a tu camarote si deseas...

Ya en comodidad, lo escuchó sin interrupciones, pero lo cierto era que cada vez tenía más preguntas que hacerle. Incluso se le hacía adorable verlo tan tímido al contar ciertos detalles, como si temiera ser juzgado, o por el simple hecho de que le daba vergüenza.

No lo había escuchado hablar con tanta ilusión de alguien desde que eran niños.

También era un poco extraño, porque antes estaba seguro de que habría muerto de celos por dentro, pero en aquel momento solo le daban ganas de apretar sus mejillas y revolver su cabello, y agradecía en sus adentros contenerse.

—Sé que debo responder con un consejo, pero necesito saber primero por qué Azhryl lo sabía antes que yo. ¡Somos mejores amigos! Y no necesitas que te lo diga, pero no sabe guardar secretos y es probable que la mitad de Wölcenn ya lo sepa a tus espaldas... —reclamó cruzándose de brazos.

Elyon se esperaba que dijera algo así. Pudo haberlo apostado si hubiera tenido con quién, pero se limitó a resoplar.

—Nunca quise decírselo en primer lugar, y creo que a mí también me gustaba que fuera un secreto porque... la última vez se lo conté a todo el mundo y aún siento que me miran con lástima, así que si las cosas salían mal esta vez... al menos podría guardármelo solo. Pero no siento poder solo, sabes...

—¿Y qué deseas hacer ahora?

—¿Es muy tarde para decir que hubo algo urgente en Wölcenn y poder volar de regreso a casa?

Lyn miró por la ventana del camarote, y por el movimiento del mar y la nave en sí, se regresó al guardián con una mirada de ironía.

—Lo siento, dejamos a nuestras aves en el puerto...

Elyon bufó, mientras consideraba la posibilidad de no salir del cuarto por el resto del viaje.

—¿Te dijo que no? —preguntó Lyn.

—No era necesario, tenías que haberlo visto, es tan obvio que lo arruiné todo...

—No creo que debas dejarte llevar por lo que piensas hasta no estar completamente seguro...

—¿Quieres que vuelva a él y le pregunte si me ha rechazado de verdad? —cuestionó el pelinegro, pero su amigo sonrió.

—Bueno. Puedes estar conmigo el resto del viaje sin necesidad de esconderte...

Al instante, Elyon se precipitó a él.

—¡Claro que no!, Lyn este viaje es tuyo y del capitán, no debes desperdiciarlo tratando de consolarme...

—No le va a molestar —rio Lyn ante la incrédula mirada del guardián.

—Encontrará la forma de volverme comida de tiburón, y ya tengo suficiente. Además... —se detuvo, un poco pensativo—, no merezco que me ayudes. Lyn, te traté horrible a ti y todo lo que tú sentiste, y me arrepiento. Sufriste mucho por mi culpa en silencio y pedirte ahora que me consueles es un tanto injusto...

Alcanzó a cerrar los ojos en el momento en que Lyn alzó su mano hacia él, y comenzó a revolver su cabello como si se tratara de un cachorro.

—Sería un terrible amigo si te diera la espalda. Mejor olvida eso, me da vergüenza recordar que alguna vez me gustaste... —dijo a punto de abrir la puerta.

Elyon permaneció inmóvil por un largo tiempo hasta que Lyn dio vuelta, pensando en rectificarse:

—¡No por ti!, por mí...

—Claro...

Al salir, Lyn avanzó a la proa en dirección al timón en busca de alguien, pero entre todos los tripulantes, no conseguía encontrarlo y tampoco quería lucir tan obvio. Dio vuelta, pensando en buscar hacia popa, y entonces sintió perder el aire y todas las palabras y retrocedió un corto paso, sin dejar de mirarlo tampoco.

¿Era extraño sentir que cada reencuentro era como el primero a causa de la impresión que le daba el solo verlo? Podía ser muy cursi de su parte, pero necesitaba preparar a su corazón con antelación cada vez que estaba por encontrarlo aunque sea para no lucir tan tonto en el intento.

—Capitán.

—Rojito — sonrió él mientras se acercaba a tomar el timón—. ¿En dónde estabas metido?

—Estaba con Ely en su camarote, y justo te buscaba.

Marseus podía notar que Lyn lo decía de la manera más honesta, y sin embargo, no pudo contener el murmullo de molestia pronunció antes de preferir concentrarse en dirigir el Tritón.

—¿Qué sabes de los informes que encontraste? —Prefirió cambiar de tema.

Lyn suspiró mientras se acercaba a estribor a observar el mar, y cuando dio vuelta para responderle al capitán, este vio cómo la brisa despeinaba su cabello rojizo y la capa blanca que llevaba, robándole el aliento por un instante.

—Creo que la ingeniería mágica ha estado bastante presente en los avances de Wölcenn desde el mandato de la Reina Talith. Nunca se me habría ocurrido que fuera algo extraño, ya que crecí acostumbrado a estos inventos —Pensó en las lámparas que podían tiempos muy prolongados, como si requirieran de muy poco aceite—. No hay indicios de que haya habido una alianza entre Wölcenn y Wækas antes de... tú y yo, pero creo que es bastante probable que tu reina haya abierto comercio de sus inventos con la mía...

—Eso sería bastante propio de la Reina Bonnie —sonrió Marseus al imaginarlo. Ella fue su ejemplo a seguir, y cuando él decidió comerciar con Dara de Gewër tiempo después de su coronación, pensó justamente en que su mentora no habría temido los riesgos y daría la ayuda necesaria a otros reinos, con su propio precio, claro—. Entiendo que en aquel entonces no hubiera la necesidad de declarar una alianza entre nuestros reinos, y que solo se quedara como una relación comercial, pero si hubiera sido algo más formal...

—¿Qué sucede?

—Nada. Solo pienso que nos habríamos conocido un poco antes —murmuró el Capitán, dejando aquella posibilidad en el aire y todo lo que pudo cambiar.

Lyn esbozó una pequeña sonrisa mientras lo miraba con ternura y deseo a la vez. Por extraño que fuera, Marseus le causaba ambas sensaciones al mismo tiempo.

—Llevo más tiempo reinando, así que si aquello fuera así, habría sido mi deber enseñar a su Majestad todo lo que sabía... —pronunció acercándose sin quitarle la mirada, y Marseus sostuvo el timón con una mano para dirigirse a él, levantando su mentón entre sus dedos.

—No me cabe duda de que aún puedes enseñarme muchas cosas si tenemos tiempo...

—No, si lo que quieres es aprender a sumir al reino entero en la pobreza con la excusa del «bien común» —interrumpió el primer oficial dirigiéndose a su capitán como si ignorara por completo la presencia de Lyn solo a su lado—. Capitán, Ch'aska dice que si seguimos la ruta del mapa, nos acercaremos a una tormenta.

Marseus miró al cielo al instante. Sus colores eran muy dorados y rojizos, anunciando el anochecer que podría dificultar el viaje entero, pero navegar durante una interminable noche jamás sería reto para Wækas. Decorado por las nubes arreboladas, no parecía del todo que fuera a llover, pero el capitán no dudaría nunca de la intuición de su navegante.

—Le preguntaré a Rygel qué otro camino podríamos tomar. Dirige el curso por mí.

—Sí, capitán.

Antes de irse, Marseus le dio un muy fugaz beso a Lyn y lo miró con arrepentimiento por tener que alejarse.

—Te prometo que vuelvo pronto, Rojito.

Lyn no respondió, pero mantuvo su sonrisa también al menos, hasta quedar a solas con Nashi.

—Si llegamos a encontrar un tesoro, no pretenderá que este sea compartido con toda la población como una especie de compensación por tomar todo de ellos y fingir que les cumple, ¿no es así?

Inevitablemente, Lyn rodó los ojos, pero no era la primera vez que escuchaba algo así.

Cuando asumió el mando, muchos de los antiguos guardianes fueron testigos de los cambios que él hizo, y lo desaprobaron. No fue sencilla ni rápida la tarea de demostrarles que su idea de gobierno podía ser factible y beneficiosa para Wölcenn.

—El único tesoro en el que tengo interés acabó de irse hace un momento, y cómo él dirija su reino y yo el mío son asuntos separados —respondió cortante, y regresó a estribor para ignorarlo hasta que volviera el capitán.

Sin embargo, al fijarse en el cielo, podía predecir que una tormenta se acercaba.

—No creo que alcancemos a tomar otro camino, hay que prepararnos para la tormenta ahora —anunció de repente, desconcertando al primer oficial.

—¿Y cómo estás tan seguro de eso?

—¡Por que vivo sobre las nubes!

Alcanzó a dar vuelta y correr a babor, donde vio a Marseus y al resto de la tripulación prepararse para enfrentar lo que podía ser una de las más descomunales tormentas en sus vidas.

El primer trueno resonó, y Marseus miró el cielo con ojos brillantes de determinación y valentía. No era la primera tormenta que atravesarían, y tampoco la última.

—¡Aseguren las velas y aparejos ahora mismo! —ordenó antes de sentir los primeros embates de un mar que poco a poco enfurecía contra el barco, y mientras veía a su tripulación cumplir, avanzó a Lyn—. ¡Rojito, será mejor que te pongas a salvo dentro!

Para entonces, casi en cuestión de un parpadeo, las nubes ya lucían negras y ominosas en el horizonte. No obstante, Lyn alcanzó a tomar a Marseus del brazo, sosteniéndose de él debido a la ola que golpeó la nave con violencia.

—Claro que no, puedo ayudar...

Solo en ese momento se dio cuenta de que ya no era tanto Marseus, sino el capitán, y conocía bien lo protector que era con su tripulación cuando peligraba, y aquello también le incluía.

No importaba. Él debía saber ya de lleno lo obstinado que era y que como rey, tampoco obedecía a nadie más.

Levantó su mano, y al apretarla en puño, creando una enorme cadena que cubría la mayor de las velas para asegurarla y mantenerla a salvo. No esperó más a que Marseus volviera a ordenarle nada, y avanzó a través de la cubierta, encontrándose con Elyon.

—¡Ely, quédate adentro y ponte a salvo! Es una orden.

—Pero...

Los primeros vientos comenzaron a silbar amenazantes, llevándose cualquier excusa que pudiera dar. Y si lo pensaba mejor, a diferencia de Lyn, su don podía ser más un estorbo que una ayuda...

Molesto, aceptó que no se arriesgaría a que el agua salada lo afectase, y menos cuando no había nadie allí que quisiera ayudarlo con un vínculo para salvarlo.

La tormenta golpeó al Tritón con una fuerza descomunal, sacudiendo a todos a bordo, y las olas se alzaban gigantescas, salpicando su espuma sobre la cubierta. Lyn creó una cadena para aferrarse al mástil y mantenerlo protegido, y de la misma forma, Ch'aska usaba su don para cubrir de hielo la embarcación y protegerla también.

Marseus se aferraba al timón, tratando de mantener el rumbo sin importar qué, y los relámpagos iluminaron el cielo de forma intermitente, revelando por un instante la furia del mar.

De repente, una ola colosal se levantó sobre la embarcación, alertando a todos los tripulantes.

—¡Agárrense bien! —ordenó Marseus, y ante la sacudida, Ch'aska que aún estaba en el estribor, perdió el equilibrio, pero Lyn alcanzó a crear una cadena para sujetarlo a tiempo, y permitir que el navegante se aferrara a ella.

Muy en el fondo, Lyn estaba aterrado, al punto en que ni siquiera sentía el agua que salpicaba hacia él, pero era consciente de que podría matarlo. Su vida solo dependía de él mismo, y si se soltaba, aquel sería su fin.

Miró a Marseus manejar la nave, como si él fuera su mayor ancla, y pensó que a su lado, todo estaría bien.

Ante las sacudidas, solo cerraba sus ojos con fuerza, esperando que así fuera menos aterrador, e incluso contaba en su mente, hasta el momento en que acabara todo.

No supo exactamente cuándo fue que la tormenta comenzó a disminuir, pero fue evidente que los vientos amainaron, y pronto las olas también se calmaron.

Entendió apenas que lo peor ya había sucedido, y solo en ese momento supo lo exhausto que estaba, tras los jadeos que exhaló. Consciente de lo mucho que su piel ardía al recibir el tacto de su ropa mojada con el agua de mar, contuvo el dolor con una mueca.

Soltó la cadena, y de inmediato cayó sobre el suelo de madera, y la mayoría de tripulantes podían sentirse igual.

Además, debido al don de Ch'aska, era imposible no temblar de frío, hasta que sintió una sombra muy grande cubrirlo, y alzó la mirada a él.

—Rojito, ¿estás bien? —preguntó Marseus, aunque sentía que era una pregunta estúpida. Durante toda la desafiante tempestad estuvo muerto de preocupación por él, pero al mismo tiempo quería creer en Lyn y en que si podía hacer bien y mantenerlos a todos a salvo, no había nada que temer.

Lyn recibió su mano, sintiendo el alivio del vínculo, y apenas alcanzó a asentir con la cabeza.

En realidad, seguía siendo presa del miedo, pero se negaba a lucir débil frente a Marseus.

—¡Evalúen los daños! —Alzó la voz el capitán, y pronto, Ch'aska y Nashi se acercaron.

El primero se acercó al pelirrojo, aunque aún evitaba mirarlo.

—Gracias, Majestad... —pronunció como si realmente se lo debiera, pero era inevitable que quedaran rastros de resentimiento en su tono—. Esto... igual no cambia las cosas.

Lyn aún seguía recuperándose del susto, pero aquello lo hizo sonreír un poquito.

«No esperaba más».

—Capitán, la nave está intacta. Sobrevivimos la tempestad con éxito —anunció Nashi, y solo en ese momento, Lyn volvió a apretar su puño para así romper y desaparecer todas las cadenas que había creado alrededor de las velas y los mástiles para proteger el Tritón.

Agotado echó su cabeza hacia atrás, y peinó su cabello rojizo entre sus dedos.

Su mirada estaba fija en Nashi, de manera desafiante, y respiró profundo antes de hablar:

—Puedes odiarme todo lo que quieras, pero eso no cambia el hecho de que él apostó una vez más por mí, y mientras se mantenga firme en esa decisión, yo haré todo de lo que soy capaz para que no se arrepienta ni por un instante de haberme elegido.

No hubo forma de que los tripulantes que estaban reunidos para evaluar los daños y animarse tras el reto superado, no escucharan las palabras del Rey de Wölcenn, y desde luego, Marseus sonrió y muy por dentro sentía ese cosquilleo peculiar que solo Lyn le hacía sentir con sus palabras y el solo verlo.

Lyn pidió su mano para levantárse, y el impulso lo llevó a chocar con su cuerpo, pero quizás, no había sido un accidente después de todo...

—Creo que necesitaré otro vínculo, capitán... —pidió con voz grave y esa mirada de inocencia fingida que Marseus ya conocía tan bien, y sin embargo, le hacía débil.

—Es lo mínimo que puedo hacer por nuestro héroe...

—Yo también puse a salvo la nave —masculló Ch'aska girando los ojos.

—Ese es tu trabajo —replicó el capitán muy serio.

En la proa, Wayra no podía creer que luego de lo sucedido, tan de pronto tuviera ganas de reír, del mismo modo en que le era poco posible pensar que su capitán y el rey de Wölcenn ya empezaban con sus coqueteos y miradas sugerentes.

Quizás, era entendible tras el riesgo, pero creía que era una suerte que manejaran su relación a distancia, porque de lo contrario, no se despegarían nunca.

Con un carraspeo, llamó la atención de la mayoría.

—Deberíamos celebrar que nos salvamos bebiendo la reserva del capitán, ¿qué dice?

Marseus solo sacudió su mano, mientras que con la otra rodeaba el cuerpo de Lyn para dirigirlo a su camarote.

—Lo tomaré como un «sí» —rio el pirata, antes de mirar al resto de sus compañeros.

Rygel no había dicho nada, y la mayor parte del tiempo miraba hacia la zona de los camarotes como si esperara algo, o más bien, a alguien.

Ya lo peor había sucedido, y volvía a pensar en lo único que ocupaba su mente desde que empezó el viaje.

Un poco molesto, decidió hacerle caso a Wayra.

—Yo te sigo. Por culpa de Ch'aska ahora todos morimos de frío...

—¡Se dice «gracias»! —reclamó el navegante.

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