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Interludio I (Lo que no encontraron)

Madrugada del uno al dos de septiembre, 1993.
Oficina de Aurores, ministerio de magia.

En ese momento, la noble y muy digna oficina de Aurores del ministerio de magia britanico se podría describir como un nido de gallinas sin cabeza.

Los aurores se movían de aquí allá entre cubiculos, llevando y trayendo expedientes, café, (si, los muggles tenían buenas bebidas para mantenerse despiertos, incluso los sangre pura habían adoptado ese hábito de los nacidos muggles y mestizos) algunos bocadillos y tinta. Desde que Sirus Black había escapado de Azkaban, los hombres y mujeres miembros no habían tenido ni un solo día de descanso. Estaban siendo fuertemente presionados por el ministro de magia Cornelius Fudge para encontrar al maldito prófugo, pero cada vez que parecían tener una posible pista, el hombre parecía esfumarse en el aire (o aparecerse, era lo más lógico dado que el idiota era mago) lo que hacía muy difícil seguirle el rastro, porque simplemente no había uno que seguir.

Entonces, cuando entraron por la puerta de su oficina, Cornelius Fudge, Rufus Scrimgeour (el jefe directo de todos ellos), Madame Bones y Mafalda Hopkins, previeron que sería algo bastante serio.

Scrimgeour se adelantó a todos ellos y con su digno porte de león miró a sus subordinados.

-Recibimos informaron desde Hogwarts-. Dijo el hombre seriamente. -Harry Potter ha desaparecido desde hace un tiempo indefinido-. Todos los aurores miraron a su jefe expectantes, hasta que un "Oh, mierda" se escuchó entre ellos. No solo porque se trataba de probablemente la persona más nombrada en los últimos tiempos y sabían la espantosa presión mediática que tendrían cuando saliera a la luz, (más que por la fuga de Sirus Black) no, era un niño mágico desaparecido, algo poco común que ocurriera pero las consecuencias casi siempre eran nefastas. -Moody, Shacklebolt y y Tonks ya están en camino a la residencia de Potter, sin embargo quiero un segundo equipo para vigilar la zonaen caso de que Black-. Ordenó. -Tambien una lista de toda la magia registrada a quinientos metros a la redonda... Mafalda ¿Puedes proporcionar la dirección?

La mujer rubia y vestida con un traje a rayas dió un paso adelante.

-Es el... número 4 de Privet Drive. Little Whinging, en Surrey-. Indicó la mujer, recordando la última vez que había leído esa dirección. Se le había caído su té cuando su vuela pluma la estaba escribiendo, así que no revisó el nombre al que iba dirigido, solo sabía que era a un menor de edad por uso indebido de la magia.

-Bien, tienen órdenes, el escuadrón sale un cinco minutos ¿Entendido?-

-Si, señor-. Respondieron todos al unísono y regresaron a sus cubículos.

Mafalda se disculpó y regresó a su departamento. El ministro, Amelia y Scrimgeour fueron a la oficina del último. Ya en la privacidad, Fudge fue la primero en hablar.

-Esto es culpa de Dumbledore-. Dijo con rabia. -Dolores tiene razón, probablemente es una forma de venganza por permitir que lo sacarán del colegio el año pasado...

-Fuge-. Interrumpió severamente el Auror en jefe, arto de el y de la sub secretaria. -No excuso la pésima manera en la que Dumbledore manejó los atentados el año pasado, ni la negligencia con la custodia magica de Potter, pero en serio dudo que haya hecho desaparecer a un niño solo para fastidiarte.

Fudge casi se atraganta al escuchar al auror, pero no dijo nada.

Cierto era que Rufus tenía ganas de ahorcar al director (o al menos de lanzarle un buen hechizo). Dumbledore no solo no hizo absolutamente nada ni permitió a los aurores intervenir con el pretexto de tener todo bajo control cuando los ataques comenzaron e incluso cuando fue dado de baja temporal, ya que no había sido completamente destituido, (por ser de manera ilegal, gracias al imbécil de Malfoy) las barreras de la escuela lo seguían considerando el legitimo director.

En cuanto a Potter, Rufus se acababa de enterar gracias a Mafalda que Dumbledore era el guardián mágico del niño y como tal, tenía responsabilidad de garantizar su seguridad, así ¿Como en nombre de Merlín, ese niño había desaparecido y nadie lo sabía?.

Amelia sacó de entre los papeles que traía con ella un pergamino con una lista de nombres y edades en el mismo Rango que Harry Potter y la hizo flotar hacia ambos hombres.

Avery Jonh, 13 años (reportado como desaparecido el 2 de Junio)

Abbey Lina, 10 años (reportada como desaparecida el 7 de junio)

Brown James, 14 años (reportada como desaparecido el 15 de Junio)

Dursley Dudley, 13 años (reportado como desaparecido el 1 de julio)

-Cuantos niños...- murmuró Rufus recordando a los hijos de sus colegas. La niña estaba en edad para entrar a Hogwarts el próximo año si llegase a ser bruja.

-Hablé con mis hombres en el gobierno muggle-. Les informó Amelia. Ella fue la primera persona del ministerio en ser informada de la situación por el auror Smidth. -No se ha registrado ninguna persona desaparecida con ese nombre en Surrey...-Fuge parecía querer interrumpirla, así que Amelia elevó la mano pidiendo silencio. -Ahora mismo están investigando en hospitales muggles y morgues, pero existe la posibilidad de que su familia muggle aún no lo haya reportado.

-Eso no tiene sentido-. Murmuró Rufus.

Amelia se encogió de hombros. -Eso o paso algo más de lo que sabemos.

En ese momento entró por la puerta del despacho un memorándum vociferador dirigido a Scrimgeour del cuál emanó la voz de Shacklebolt.

"Señor, me temo que tengo malas noticias..."

"Oh, mierda" pensó el ministro.

Media hora antes.
En Privet Drive

Dumbledore, Lupin, McGonagall, Snape, Moody Kingsley, Tonks y Smidth habían llegado en silencio a Surrey apareciendose desde el borde la las barreras de la escuela. No podían llegar directamente con magia hasta Privet Drive por las protecciones que la casa tenía y que se expandian unos mil metros a la redonda.

Albus y McGonagall caminaban enfrente, cada uno recordando con culpa el día en que dejaron a Harry en esa casa.

Atrás, Kingsley y Moody, vigilando atentamente a su alrededor.

Los siguientes eran Remus y Severus, ignorándose mutuamente en un tenso silencio.

Hasta atrás, Tonks y Mike, conversando en voz baja. Remus pudo escuchar un poco de esa conversación.

-Crecí en un pueblo vecino-. Le susurró el joven auror a Ninphadora. -En Hurricane.

-Oh, lo conozco-. Respondió ella y como no hubo una respuesta verbal, asumió que Mike había sentido. -Es donde ocurrió el incidente de los niños ¿No? Mi padre es periodista en el mundo muggle, trabajó en ese caso...

Remus se preguntó de qué incidente hablaban, aunque le parecía recordar ese nombre.

Al entrar en Privet Drive, el grupo localizó rápidamente en número cuatro entre las aburridas casas, todas idénticas y muy muggles.

-Quizás quieran cambiar un poco su atuendo-. Dijo Minerva, transfigurando su túnica en un elegante traje muggle del mismo color. -La gente que vive aquí es muy...sensible al respecto.

Todos siguieron su ejemplo, incluso Moody creo un sombrero a partir de una piedra del camino para cubrir su ojo mágico.

Cuando llegaron a la casa, las dos únicas personas que habían estado allí antes notaron que lucía... diferente. El pasto antes perfectamente cortado creció algunos sentimientos y no lo habían barrido ni regado en días. Los rosales tenían hierba creciendo descuidadamente y algunas flores se marchitaron.

Severus se adelantó y tocó la puerta, sabía cómo lidiar con Petunia de sus años de amistad con Lily, esperaba que la mujer se hubiera hablando respecto a la magia en esos los años, su no ¿Por qué Potter era así?.

Pero quién abrió no fue ninguna de las dos personas que el esperaba. una mujer rubia, extremadamente fea y con más bigote de el que se Severus podría presumir nunca.

-¿Qué quieren?-. Preguntó groseramente, Severus alcanzaba a oler el aliento a whisky y grasa que emanaba de su boca y se le revolvieron las entrañas.

En un veloz movimiento, Alastor le lanzó un confundus a la mujer.

-Buenas noches, Madame-. Dijo Kingsley, parándose frente a la mujer, que tenía la mirada perdida. -¿Cuál es su nombre?.

-Marjorie Dursley-. Murmuró.

-Mucho gusto, madame Dursley. Nosotros somos compañeros de trabajo de Vernon y necesitamos que firme algo urgentemente.

Era una excusa vaga y mala, pero pareció funcionar.

-Ya veo...-. Respondió ella y les dio pase a la casa. -Supongo que no lo saben... mi hermano, mi cuñada y mi sobrino desaparecieron hace dos meses.

La mujer con condujo hasta la sala de estar, dónde había un perro Bull dog cómodamente dormido en el sillón.

Los magos se miraron entre ellos preocupados y confundidos ¿Ella sabía dónde estaba Harry?.

-Lamento escuchar eso, Madame-. Kingsley sacó ligeramente su varita de la manga y renovó el encantamiento.-Mi hijo es amigo de su sobrino, Harry ¿Sabe dónde está? Me gustaría hablar con el.

Marjorie bufó y soltó una risita despectiva.

-Ese mocoso... la última vez que hablé con Vernon me dijo que el ingrato no había regresado a casa en cuatro dias. No tengo idea de dónde está y no voy a gastar tiempo buscándolo en lugar de a mi familia-. Dijo con desprecio. Los magos la miraron sin dar crédito a lo que escuchaban.

¿Cómo podía ser tan cruel?.

¿Los Dursley sabían que Harry había desaparecido y no dijeron nada?.

-¿Cuando fue la última vez que habló con su hermano, Marjorie?-. Preguntó Remus.

-Se supondría que vendría de visita una semana el primero de Julio-. Marjorie se sirvió un trago de Brandy que bebió de una y luego soltó un sonoro erupto. -Hablamos por teléfono el veintisiete de Junio, esa fue la última vez. No supe más de ellos y cuando Vernon no vino a recogerme a la estación, supe que algo malo había pasado, así que fui con la policía... ¿Entonces ustedes son compañeros de trabajo de mi hermano?.

-Gracias por la información, madame Dursley, tenga buena noche-. Alastor aturdió a la mujer y entre el y Lupin la llevaron con dificultad al sillón. -Tonks, altera su memoria hay que comenzar a buscar-. Ordenó a su aprendiz.

-Le enviaré una memorándum a Rufus-. Murmuró Kingsley. Sabiendo que sería difícil cumplir su promesa a esos dos chicos.

-Comenzaré a buscar rastros de magia-. Mike sacó su varita y comenzó a lanzar hechizos de detección.

Nadie notó al escarabajo que de nuevo estaba pegado en su ropa.

Cuándo Moody y Kingsley se alejaron de los profesores, Dumbledore se vio rodeado por sus subordinados, Lupin parecía especialmente furioso.

-¡Maldita sea, Dumbledore!-. Gruñó Remus sosteniendo los anteojos dolorosamente parecidos a los de James, no se había desprendido de ellos desde que Moody los declaró libres de cualquier tipo de magia. -¿No dijiste que la sangre de Lily lo mantendría a salvo?-. Realmente tenían suerte de que la luna llena había pasado hace poco o perdería el control, su lobo interno aullaba a pesar del cansancio.

—Harry está a salvo—. Refutó el  director, intentando apaciguar al lobo. —Las barreras siguen intactas, si Harry o Petunia estuviesen muertos caerían.

Si Harry estuviera a salvo, no estaríamos aquí—. Claudicó ferozmente el licantropo, haciendo callar al director. —Me prometiste que si te daba la custodia mágica de Harry estaría a salvo y tendría una mejor vida de la que yo le podía ofrecer.

Y eso era lo que más le dolía. Se había mantenido lejos de Harry

—¿Tú tenías la custodia mágica de Potter?—. Preguntó Snape.

A los niños nacidos muggles se les asignaba un guardián mágico, un mago adulto que pudiera ayudarlos a adentrarse en la sociedad, pero con las muertes de familias enteras durante la guerra la práctica la práctica se había entendido hacia los niños magos huérfanos, generalmente era a un familiar o alguna persona de confianza. No tendría por qué ser el director, eso le pareció extraño a Severus, pero cuando cuestionó a Albus al respecto el hombre insistió en que Lily y James se lo habían pedido personalmente cuando supieron que el señor tenebroso los perseguía.

—No… en realidad le correspondía a Black, el… es el padrino de Harry—. Severus volvió a sentir esa bilis de la ira. —Cuando fue apresado perdió la custodia mágica naturalmente, la siguente en la lista era la madrina de Harry, Alice Longbottom y luego seguíamos Peter y yo.

De todos el era el único que quedaba vivo y cuerdo, pero sabía que por su condición no era viable, independientemente de los que pensaran James y Lily.

-Te dije que no lo dejaras aquí, Albus-. Recriminó Minerva. —Te dije que no eran buenas personas.

—Es el lugar más seguro para el—. El director no parecía siquiera tomar en cuenta sus palabras, solo miraba a la ventana y eso enfurecida a los tres.

—¿Con Black suelto?—. Escupió Snape, bastante furioso. El había hecho un juramento inquebrantable para mantener al mocoso a salvo y Dumbledore, desacreditaba la  situación como siempre ¿Cómo podía jugar ese hombre con la vida de las personas? Pero admitía que en parte fue culpa suya por confiar en el director. Todavía tenía que confirmar que tan cierta era la información de Weasley, pero de ser así… no estaba seguro de como reaccionar. —¿Con tantos mortifagos sueltos a los que les encantaría asesinar a Potter?

—La sangre de su madre lo mantiene a salvo y oculto de los mortifagos—. Dumbledore parecía estar perdiendo un poco la paciencia con los tres profesores 

—Oh, si y mira cuánto sirvió—. Lupin tenía ganas de arrancarse el cabello (o a Dumbledore). —Si el está muerto, es completamente tu responsabilidad, Albus.

Lupin salió de la habitación rápidamente, no toleraba ver un segundo más a al director.

Cuando el segundo equipo de aurores llegó, lo primer que hicieron fue registrar la casa de arriba a abajo.

Tristemente, Kingsley comprobó que lo que había dicho el pelirrojo era cierto; había una habitación con una gatera y muchas cerraduras. Al abrirla, se llevaron una gran sorpresa; todo adentro estaba en un terrible estado de deterioro en comparación al resto de la casa y con una ligera capa de polvo y tierra por la ventana abierta. Sobre la cama había cuatro cartas sin abrir. La primera era una tarjeta de regalo dirigida a Potter, envuelta en papel dorado junto a un recorte de periódico de cuando Artur Weasley había ganado el Galleon Draw y un chivatoscopio, la segunda venía con un kit de mantenimiento de escobas y la tercera era un pergamino  grueso. Todo estaba cerrado y fechado del 31 de Julio, significaba que el chico nunca había recibido los regalos de sus amigos.

La última carta era la de Hogwarts, junto al permiso para salir a Hogsmade, tampoco la había recibido.

—Auror Shacklebolt—. Lo llamó uno de los aurores. —Encontraron algo abajo.

—Llevense todos los objetos mágicos—. Ordenó Moody que había entrado en la habitación minutos antes y observaba fijamente el dibujo de una lechuza blanca pegada en la pared. —No es recomendable que se queden a la vista, considerando que una mujer muggle inconciente de la magia vive aquí…y tengan cuidado con el libro que está debajo de la cama.

Kingsley junto a Moody salió de la habitación y cuando estaban a punto de bajar las escaleras escucharon el momento exacto en el que uno de sus compañeros se llevó una desagradable mordida con lo que más tarde (Kingsley al menos) supieron que era un un Monstruo libro de los monstruos que se había escondido debajo de la cama. ¿Quién diablos enviaba algo así como regalo de cumpleaños?.

—No hay ningún rastro mágico—. Les informó Mike Smidth, parado al pie de la escalera. —El último fue magia accidental leve, probablemente Harry hizo que algo volara hacia el por accidente estando solo.

—¿Cuando fue?—. Preguntó Moody.

Mike negó y suspiró acomodando el cuello de su camisa morada.

—No lo pude fechar, pero cálculo que hace poco más de dos meses.

Unos pasos a la izquierda estaban los profesores de Hogwarts y dos aurores frente a la pequeña alacena abajo de las escaleras. Kingsley miró con curiosidad que era lo que les llamaba tanto la atención y lo que encontró fue aún peor que el piso de arriba; por dentro, en la puerta estaba escrito con crayones "La habitación de Harry" incluso en los estantes habían algunos soldaditos y en el suelo, cuando sacaron el baúl de Harry, hallaron una cama improvisada hecha con una delgada colchoneta en la que solo un niño cabría y una manta que Remus reconoció como la que le había regalado a Lily antes de que naciera Harry.

—Y pensaba que la habitación de arriba era mala…—. Escuchó murmurar a Moody.

El escarabajo en la ropa de Mike movió las alas con emoción.

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