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Capítulo XVIII

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       Lyrae
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Llegamos a la casa y las tres fuimos directamente hacia la biblioteca. Ahí nos esperaba el diario de Emmeline, justo donde lo había puesto Eva antes de salir.

   Lo tomé y me senté en el mismo sofá donde lo hice una hora atrás. Las chicas también ocuparon asientos, listas para oír lo que estaba por leer.

   —Mi nombre es Harriet Whitmor, nací en mil novecientos diecinueve. Tengo en estos momentos veintitrés años y acabo de encontrar este diario escondido en la pared de un sótano en el que he sido encerrada. No tengo familia ni nadie que me busque por lo que sé, que solo puedo salir de aquí por mis propios medios. No soy como mi predecesora, la dueña de este diario, no me crié en la alta sociedad ni planearon mi compromiso. A mí me compraron, pagaron por una noche con mi compañía y no he vuelto a salir de esta horripilante casa.

  —¿Era…? —pregunta Aerilyn

  —¿Prostituta? —la corta Eva —Yo creo que si.

  —Mientras estuve encerrada en una de las habitaciones de arriba pude descubrir dos cosas. Aunque no estoy segura de lo que sean, solo sé que mientras más datos se puedan anotar en estás páginas, más fácil le será a la siguiente. Por qué si, yo también tengo la marca del infinito en mi cuerpo. Mis en mis sueños no solo me he visto como Arabella sino que también he soñado con Emmeline y también estoy embarazada. El dueño de la mansión se encargó de ello.

  —¿Por qué las dejan embarazadas? —cuestionó Aerilyn —¿Hacen algo con esos niños?

  —Ni lo sabemos. Lo único que sabemos es que luego de que ellas los tienen se los arrebatan y las entierran junto a la estatua. Justo donde las encontramos esta mañana —respindio Eva.

  —Se que todo empezó con Margaret, ella tiene las respuestas. Pude oír algo de una maldición en el linaje, algo que les provocó el color violeta de sus ojos, y por último. Se que todos los Lovelace le tienen miedo a un tal Victor. No me queda mucho tiempo, mi bebé debe de nacer en algunos días o incluso horas, ya no se. Estando encerrada entre estás cuatro paredes he perdido la noción del tiempo. Si estás leyendo esto es que tú también eres parte de este ciclo y puede que seas quien lo termine —continué la lectura hasta llegar a la despedida de Harriet. Solo quedaban algunas pocas páginas y seguíamos sin saber mucho más que al principio —. El nombre de Víctor me suena familiar.

  —¿Crees que esa persona tenía algo que ver en todo esto y por eso te suena familiar?

  —No lo sé.

  —Chicas Harriett hablo de una maldición y de que eso tenía que ver con el color de tus ojos Lyrae —comentó Aerilyn.

—Todos en mi familia tenían el mismo color violeta. Cada generación desde… joder Margaret, sabía que me era familiar. Hay un retrato de ella en una de las paredes de la sala de los retratos. Está el de ella y el de Henry. También hay uno en el que hay una niña. Quizás es la hija de Emmeline.

  —¿Crees que ellos hacen que las mujeres tengan a sus bebés, las matan y luego crían a esos niños? —indagó Eva

—No lo sé. No podemos seguir haciendo conjeturas, primero terminemos el diario, quizás tenga las respuestas que nos faltan.

  —Dame —pidió Aerilyn —. Yo termino de leerlo.

  Accedí a su petición y le entregué el libro de páginas amarillentas.

  —Esto parece sangre —dijo, mirándolo de cerca, para luego comenzar a leer —Mi nombre es Victoria. Nací en mil novecientos cincuenta y nueve y en estos momentos tengo diecinueve años. Fui secuestrada de mi casa mientras dormía. Estoy segura de que mis padres me estarán buscando, pero sé que no me van a encontrar. Nuestro sacrificio no será en vano si la siguiente puede romper el ciclo. No olvides nunca el nombre de Víctor, la maldición de los Lovelace no solo alcanzó a Arabella. Él también vaga por la tierra, solo tiene un propósito, yo no sé cuál es, no alcancé a escuchar suficiente. Solo se que le tienen miedo. Y mientras él exista seguirán buscando a una mujer con el símbolo de infinito en el cuerpo y los ojos violetas que pueda protegerlos. Solo ella será la salvación y la ruina del clan. Por eso las niñas, intentan que la próxima nazca con los ojos violetas.

—Eres tú —dijo de pronto Eva.

  —Estoy de acuerdo con ella —secundó Aerilyn, cerrando el diario, ya no nos quedaban páginas por leer —Tu eres lo que ellos tanto se empeñaron en crear.

  —¿Pero para que exactamente? Hablan de una maldición, pero no dicen de que va, si, sabemos que el alma de Arabella ha reencarnando en cada una de nosotras. Sin embargo, no sabemos el por qué y ¿Quien es Victor y por qué los Lovelace le tenían tanto miedo?

  —¿Quizás esas respuestas las tenga el diario de Margaret? —pregunto Eva.

  —Puede ser, pero Emmeline lo leyó y aún no sabía muchas cosas después. Ni siquiera que se trataba de una maldición ni el porqué las hacian tener a sus hijos.

  —Faltaban páginas ¿Recuerdas? Puede que Emmeline no tuviera el panorama completo, pero tenía una parte. Victoria y Harriet también descubrieron su parte, quizás si leemos el diario de Margaret, podríamos entender más cosas de las que pudo Emmeline. No sé si me explico —dijo —cuando estoy nerviosa tiendo a…

  —Si, no te preocupes, yo te entiendo —dije.

  —Busquemos el diario ese entonces. ¿Por dónde empezamos? —preguntó Aerilyn.

  —El guardapelo. Emmeline dejo una pista ahí de la ubicación de donde lo había escondido —explicó Eva.

   —Lo tengo en mi habitación, aunque tuve ese collar en mis manos, lo abrí y no encontré nada —conté, mientras las tres subiamos las escaleras hacia el segundo piso.

  —Vamos a revisarlo de nuevo, debe haber algo que se te pasó —dijo Eva, con una mezcla de ansiedad y determinación en su voz.

Al llegar a mi habitación, fui directamente hacia la cómoda y saqué el guardapelo del pequeño joyero donde lo había dejado. Las tres nos sentamos en la cama, con el objeto antiguo y misterioso entre nosotras.

Abrí el guardapelo una vez más. Dentro, el retrato de Emmeline nos observaba con una mirada que parecía saber más de lo que mostraba. Miré a Eva y Aerilyn, quienes me devolvieron la mirada, esperando algo revelador.

—Debe haber algo más —murmuró Eva, tomando el guardapelo de mis manos. Lo examinó minuciosamente, pasando sus dedos por cada borde y rincón del objeto. De repente, sus ojos se iluminaron—. Espera, hay algo detrás del retrato.

Con cuidado, Eva deslizó una uña por el borde del retrato y, con un leve clic, lo retiró, revelando una pequeña nota doblada.

—Aquí está —dijo, desplegando el papel con manos temblorosas. La nota tenía una caligrafía elegante y antigua, decía:

"Solo el infinito puede revelar lo que está oculto. Busca donde los tiempos se cruzan, donde la eternidad encuentra su reflejo."

—¿Qué significa eso? —preguntó Aerilyn, frunciendo el ceño.

—Es un acertijo —respondí, mi mente trabajando rápidamente. El infinito... podría ser una pista sobre la reencarnación, algo que Emmeline mencionó en su diario. Pero, ¿dónde buscar?

De repente, una idea me golpeó.

—¡La marca del infinito! —exclamé—. En el sótano secreto Emmeline escondió su diario detrás de un ladrillo hueco. Tal vez hizo lo mismo con el de Margaret y lo marcó con el infinito.

—Entonces, busquemos una marca de infinito en la casa —dijo Eva, levantándose con determinación.

Bajamos las escaleras rápidamente y comenzamos a revisar cada habitación, buscando cualquier señal del símbolo del infinito. Ni que decir que tardamos horas; la mansión era un laberinto oscuro con más de doce habitantes, y la esperanza empezaba a desvanecerse. Finalmente, en la zona más alejada y olvidada de la casa, encontramos una habitación que parecía haber sido clausurada hace siglos.

  —Donde los tiempos se cruzan —murmuré —Quizas se refería a esta habitación. Parece diferente al resto de la casa.

Logramos entrar después de casi derribar la puerta, que crujió y gemió como si protestara por nuestra intrusión. Dentro nos recibió un ambiente inquietante y helado, como si hubiéramos cruzado un umbral hacia otra época. La habitación estaba en un estado de descomposición avanzada, con el techo apenas sostenido por vigas de madera carcomidas por termitas que parecían a punto de ceder. Las ventanas estaban selladas con tablas podridas, bloqueando cualquier rastro de la luz del sol de la tarde y sumiendo la habitación en una penumbra constante.

El aire estaba cargado de un olor a humedad y descomposición, y cada paso levantaba una nube de polvo que danzaba como almas perdidas en la penumbra. Los muebles, cubiertos de una gruesa capa de polvo y telarañas, parecían estar congelados en el tiempo, testigos mudos de una tragedia olvidada. Una sensación de ser observados nos recorrió la piel, y el silencio era tan denso que podíamos oír el latido de nuestros propios corazones.

  —Busquemos el diario y salgamos de aquí chicas —les dije, temiendo que en cualquier momento me saliera algun fantasma de debajo de la cama.

  Nos pusimos a buscar por cada rincón, cada ranura. Usamos las linternas de nuestros teléfonos para alumbrar las paredes, hasta que Aerilyn se detuvo frente a una pared, justo en dónde colgaba un espejo en el que me ví reflejada.

—Aquí —dijo, señalando un pequeño símbolo de infinito tallado en la pared, casi imperceptible.

—Tiene que ser aquí —confirmé, sintiendo una mezcla de ansiedad y esperanza.

Eva y Aerilyn me ayudaron a retirar varios ladrillos, y finalmente encontramos uno que se movía más fácilmente. Con cuidado, lo sacamos, revelando un pequeño compartimento detrás.

Dentro, envuelto en un paño viejo, estaba el diario de Margaret.

—Lo encontramos —susurré, casi sin poder creerlo.

Nos sentamos juntas en el suelo, el diario entre nuestras manos, conscientes de que lo que estaba escrito en esas páginas podría cambiarlo todo.

  Leí cada entrada del diario sin encontrar nada relacionado a Arabella hasta que llegué a la última entrada.

   Querido diario,

Hoy ha sido un día de terrible angustia y desdicha. Mi corazón está destrozado por la traición de aquel a quien pronto llamaría hijo. Mi dulce hija, con su alma pura y su belleza encantadora, había sido prometida a un hombre que aparentaba ser la personificación del honor y la lealtad. Alguien quien le daría el estatus que mi familia merecía.

Sin embargo, hoy todo ha cambiado. El prometido de mi hija, con una mirada que destilaba hipocresía y engaño, confesó que había conocido a una mujer de la que se había enamorado. ¡Una mujer llamada Arabella, de nombre exótico y corazón insensible! ¡¿Cómo se atreve a caer rendido ante sus encantos, dejando de lado el compromiso con mi hija, su prometida?!

  ¿Como se atreve esa plebeya a usurpar el lugar que le pertenece a mi Sofía?

Es evidente que este hombre, cuyo nombre ya no merece ser mencionado, ha demostrado ser un cobarde, un traidor que no tiene ni un ápice de honor en su ser. ¡Cómo se atreve a jugar con los sentimientos y la honra de mi dulce Sofía a la ligera! No puedo permitir que una criatura despreciable tenga la libertad de destrozar las vidas de aquellos que han depositado su confianza en él.

Ahora, mi única preocupación es el bienestar emocional de Sofía. Debo consolarla y asegurarle que el desgraciado que la ha despreciado no es digno de un solo pensamiento más suyo. En mi corazón, deseo que la suerte le sea adversa a este hombre traicionero, que sea castigado por su vil comportamiento.

Que la vergüenza y el remordimiento lo sigan a cada paso, que nunca encuentre la satisfacción ni la felicidad con su amada Arabella. Que el peso de su traición le consuma el alma, para que entienda el dolor que ha causado a mi Sofía y a toda nuestra familia. Y si eso no sucede, yo misma me encargaré de que jamás sea feliz.

  Yo misma me encargaré de volver a poner las cosas en el lugar que le corresponden.

  Victor y Arabella jamás tendrán una vida juntos. El amor no es más que un idea inventado por soñadores.

   Hoy visité al brujo recomendado por Lady Theresa, con una mezcla de miedo y enojo. No dudé en pedirle que aquel hombre pagara por haber avergonzado a nuestra familia. Le pedí que buscará una manera de que la fortuna de ese hombre quedará en nuestra familia. Estaba dispuesta a hacerlo lo que sea.

  Levanté la vista, mirando a mis nuevas amigas y sus ojos eran un reflejo de los míos. La confusión y el miedo eran evidentes en cada uno de sus rostros.

—Ahora ya sabemos quién lanzó la maldición —murmuré, rompiendo el silencio—. Pero, ¿lo hizo simplemente por ambición? ¿Por venganza?

—Eso es lo que no entiendo —respondió Eva, frunciendo el ceño—. Si todo fue por ambición, ¿qué pasó con Victor y Arabella entonces? ¿Cómo fue que Arabella terminó reencarnando a lo largo de los años hasta llegar a ti?

Aerilyn, que había estado observando el diario, lo tomó de mis manos y comenzó a hojearlo con rapidez. De pronto, sus ojos se detuvieron en una página en particular.

—Aquí hay una nota de Emmeline —dijo, leyendo en voz alta—. "Encuentren los demás diarios. Terminen el ciclo antes de que sea demasiado tarde."

Eva se llevó una mano a la boca, sus ojos llenos de terror.

—¿Y por qué le tienen miedo a Victor? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Será que él también reencarnó?

El ambiente se volvió aún más tenso, el peso de la incertidumbre colgando sobre nosotras como una nube oscura. De repente, un ruido fuerte resonó en la casa, haciendo que todas gritáramos al unísono.

El diario cayó al suelo y nuestras miradas se encontraron nuevamente, llenas de pánico y preguntas sin respuesta.

 

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