Capítulo XVI
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Lyrae
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El aire estaba cargado de una tensión palpable, como si la misma casa susurrara secretos oscuros en cada sombra. Mi mente no dejaba de dar vueltas, intentando comprender lo que habíamos descubierto. La sensación de estar observada me acompañaba, como una sombra persistente.
Tomé a Jack en brazos y corrimos de regreso a la casa, el corazón latiéndome a mil por hora. Eva me seguía de cerca, sus pasos resonando en la penumbra del patio trasero.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Eva, con la voz entrecortada por el miedo y el esfuerzo.
—No lo sé —respondí, sin detenerme.
—¿Vas a llamar a la policía? —insistió, ya dentro de la casa.
—No —dije con firmeza, cerrando la puerta detrás de nosotras.
Eva me miró con ojos desorbitados.
—Tengo una amiga antropóloga —dijo de repente, sin preguntar el por qué de mi negativa —. Ella podría ayudarnos a entender lo que encontramos.
—¿Podemos confiar en ella?
—Si, no dirá nada.
Me quedé mirando a Eva, tratando de procesar lo que acababa de sugerir. La idea de involucrar a su amiga antropóloga me daba algo de alivio, pero también me hacía sentir que nos estábamos metiendo en un terreno aún más oscuro.
—Está bien, llámala —dije finalmente—. Pero debemos ser cuidadosas, no sabemos qué más podríamos encontrar.
Eva asintió y sacó su teléfono, marcando rápidamente el número. Mientras esperaba que contestaran, no pude evitar sentir que algo nos observaba desde las sombras del patio trasero. Cerré las cortinas rápidamente, tratando de bloquear esa sensación de ser vigiladas.
—¡Aerilyn! —exclamó Eva cuando su amiga contestó—. Necesito tu ayuda urgentemente. Es algo que no puedo explicarte por teléfono, pero necesitamos tu experiencia... Sí, es muy importante... Te lo explicaré todo cuando llegues.
Eva se giró hacia mí, cubriendo el auricular con la mano.
—Dice que puede estar aquí en una hora —me informó—. ¿Crees que podamos esperar tanto?
Asentí, aunque mi nerviosismo iba en aumento. Cada segundo que pasaba, el aire dentro de la casa se volvía más pesado. Decidimos esperar en la sala de estar, con Jack a nuestro lado, quien parecía inquieto, ladrando ocasionalmente hacia la puerta.
El tiempo pasó lentamente. Finalmente, el sonido del claxon de un coche frente a la casa nos hizo saltar. Eva corrió a abrir la verja, para luego hacer lo mismo con la puerta, y una hermosa mujer de 27 años, con cabello rojo y ojos claros, entró rápidamente.
—Soy Aerilyn —dijo, extendiendo la mano hacia mí—. ¿Qué está pasando aquí?
La guiamos hacia el patio trasero, el ambiente se sentía aún más opresivo que antes. Aerilyn se agachó junto al agujero y comenzó a examinar los huesos con mucho cuidado.
—Definitivamente son humanos —dijo en voz baja—. Y parecen antiguos, pero necesito más tiempo para estar segura. ¿Me van a contar que está pasando aquí y por qué estoy yo y no la policía?
—Aun no sabemos, acabamos de encontrar esos huesos gracias a Jack y no quiero tener demasiada gente extraña en mi casa revisándolo todo —dije, soltando un suspiro.
Aerilyn asintió sin hacer más preguntas y se puso a analizar el descubrimiento.
Mientras ella trabajaba, algo en la estatua del ángel roto llamó mi atención. Había una inscripción en la base que no había notado antes. Me acerqué y, al limpiar la tierra y el musgo, leí las palabras grabadas: "Ocho mujeres, ocho infinitos. La maldición de aquella que amó, resucita en cada ciclo".
De repente, una visión fugaz cruzó mi mente. Me vi a mí misma en este mismo bosque, vestida con ropas rotas y sucias, siendo llevada a la fuerza por un hombre. Sentí el frío de la piedra bajo mis pies descalzos y el miedo atenazando mi corazón. El hombre me empujó al suelo y, antes de que pudiera gritar, sentí un golpe fuerte en la cabeza.
Un dolor agudo me devolvió a la realidad. Me llevé una mano a la cabeza, sintiendo una punzada intensa.
—¿Estás bien? —preguntó Eva, preocupada, al ver mi rostro pálido y mi expresión de dolor.
—No lo sé —respondí, tratando de recuperar el aliento—. Hay algo raro en este lugar. Algo que no entendemos.
Aerilyn, ajena a nuestra conversación, continuaba examinando los huesos. De repente, levantó la vista hacia nosotras, su rostro reflejando una profunda preocupación.
—Hay más de un cuerpo enterrado aquí —dijo, señalando diferentes huesos en el agujero—. Por la estructura de la cadera, puedo decir que son mujeres.
El aire se volvió aún más denso y pesado. Cada revelación nos hundía más en un misterio oscuro. ¿Qué demonios pasaba con esa casa? Me pregunté una vez más.
De repente, un golpe lo suficientemente fuerte para oírlo desde donde estábamos, resonó desde el interior de la casa. Nos giramos hacia la puerta, el terror reflejado en nuestros rostros. No estábamos solas. Algo, o alguien más, estaba en la mansión con nosotras.
—¡¿Qué fue eso?! —exclamó Aerilyn, mirando hacia la casa con los ojos muy abiertos.
—No lo sé, pero no podemos quedarnos aquí afuera —dije, tratando de mantener la calma. Volteándome y empezando a caminar —Sea lo que sea que haya allá adentro no va hacer que tema estar en mi propia casa
Entramos de nuevo, cerrando la puerta con un fuerte golpe. El silencio era ensordecedor y el aire se sentía cargado de electricidad.
—¿Hay alguna otra cosa extraña que hayan notado? —preguntó Aerilyn, su voz apenas un susurro.
Eva y yo nos miramos, ambas recordando las extrañas sensaciones y sombras que habíamos sentido desde que encontramos los huesos.
—Hay algo en esta casa —dije finalmente—. Algo que no podemos ver, pero que definitivamente está aquí. Pero tengo que descubrir qué es —dije con determinación—. No podemos dejar que esto nos domine.
De repente, escuchamos un ruido proveniente de la biblioteca. Nos miramos con terror y corrimos hacia allí. Al entrar, el aire se sentía más frío y opresivo. Fue entonces cuando vi el diario de Emmeline sobre el escritorio, justo donde lo había dejado aquella vez que lo encontré. Me sobresalté al ver que no estaba en la misma página que había leído anteriormente. La nueva página parecía diferente, escrita con miedo y desesperación, y lo que parecía ser sangre.
—¡¿Que demonios?! Esto no estaba así —dije, señalando el diario.
Eva se acercó y leyó en voz alta:
—Sé que ya no me queda más tiempo. Si alguien encuentra este diario, espero que pueda romper el ciclo. El infinito es la clave, es lo que nos conecta. No dejes que el sacrificio sea en vano.
Mientras Eva leía, noté que una ventana en la biblioteca estaba abierta. Me acerqué y la cerré, recordando claramente haberla cerrado la noche anterior. Un escalofrío recorrió mi espalda.
Aerilyn, quien se había quedado en la puerta, nos miró con preocupación.
—Necesito llevarme los huesos para analizarlos —dijo con seriedad—. Tal vez podamos descubrir más sobre estas mujeres y lo que les ocurrió.
Asentimos y la acompañamos de regreso al patio trasero. Al llegar, Aerilyn siguió desenterrando los huesos que ya había encontrado y terminamos descubriendo más. Aerilyn los examinó detenidamente.
—Hay ocho mujeres enterradas aquí —dijo, su voz cargada de gravedad—. Esto es más grande de lo que pensábamos.
Luego de una hora logramos recolectar todos los huesos o al menos eso pensábamos en ese momento.
Aerilyn se despidió prometiendo llamarnos tras cualquier descubrimiento y asegurándonos que guardaría el secreto. La vimos marcharse, sintiendo que una parte del misterio se alejaba con ella, pero el corazón de la oscuridad aún permanecía con nosotras.
Regresamos a la casa, Eva se quedó en la cocina, preparando la medicina para Jack que no le había podido dar, luego de toda la locura que se había desatado esa mañana. Yo por mi parte seguí hacia la biblioteca. Entre y cerré la puerta detrás de mi con cuidado.
Tomé el diario entre mis manos y me senté en el sofá, cerca de la chimenea apagada. Afuera, el viento susurraba entre los árboles y Jack ladraba a lo lejos, rompiendo el silencio de la mañana. Abrí el libro en la página en donde lo había dejado antes de todo el caos llamado Tyson, sumergiéndome de lleno en los pensamientos de Emmeline.
"Querido diario,
Me desperté con el sol asomándose a través de las cortinas, los rayos de luz acariciaban suavemente mi rostro. Me giré en la cama y observé a mi reciente marido, todavía dormido. Una mezcla de emociones revoloteaba dentro de mí: la felicidad de este nuevo capítulo en mi vida y la inquietud por el extraño sueño que había tenido la noche anterior. En el sueño, estaba en lo que parecía un mercado y un misterioso hombre había chocado conmigo. Mi corazón había empezado a latir inesperadamente rápido de solo recordarlo. Sin embargo, lo que más me había afectado había sido como me llamaban Arabella, un nombre que no me era conocido pero que resonaba con una extraña familiaridad en mi mente."
Mis manos empezaron a temblar y el diario cayó sobre mi regazo. ¿Cómo era posible? Hacía varias semanas atrás, también había tenido ese extraño sueño en el que me llamaban Arabella, igual que Emmeline. Con el corazón acelerado, dejé que el diario descansara por un momento mientras intentaba calmar mis pensamientos. Desde la cocina, escuché el sonido de una cazuela cayendo al suelo, probablemente Eva había dejado caer algo mientras preparaba el desayuno.
Respiré hondo y volví a concentrarme en las páginas del diario, retomando la lectura.
"Decidí levantarme y, con pasos ligeros, me dirigí hacia el espejo del tocador. Observé mi reflejo, intentando disipar la sensación de desconcierto que me embargaba. Al girar mi cuerpo, mi mirada se posó en la marca de infinito que había aparecido en mi hombro derecho cuando cumplí 19 años. Su forma perfecta y misteriosa siempre me había intrigado."
Una vez más, dejé de leer, el diario resbaló de mis manos y cayó al suelo con un suave golpe. No podía creer lo que estaba leyendo. ¿Qué significaba todo aquello?
Con el corazón latiendo con fuerza, me levanté del sofá y corrí hacia mi habitación. Me paré delante del espejo, mi respiración era irregular y mis pensamientos estaban en un torbellino.
Deslicé el elástico de mis shorts y bajé un poco la tela para mirar mi espalda baja, justo a un centímetro de mi nalga derecha. Ahí estaba, la misma marca de infinito que Emmeline había descrito en el diario. La marca que también había aparecido en mi piel cuando cumplí 19 años. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras miles de preguntas inundaban mi mente.
Una vez más a mi mente volvieron esas palabras escritas en el diario de Emmeline “El infinito es la clave… Es lo que nos conecta”
¿Que significaba aquello realmente? ¿Quién era realmente Emmeline? ¿Y por qué nuestros destinos parecían estar entrelazados de una manera tan inexplicable?
Encontrar el pasadizo secreto, el sótano, el diario de Emmeline escondido en la pared, los extraños sueños, los huesos de esas mujeres en el patio y luego eso. Eran demasiadas cosas para pasar por alto. Algo había pasado en esa casa y estaba segura de que estaba de alguna manera relacionada conmigo, ya no podía ignóralo para más tiempo. Mis ojos se encontraron con mi reflejo en el espejo, había determinación en ellos. Mientras el viento seguía susurrando fuera y Jack ladraba en la distancia, supe que había llegado el momento de encontrar las respuestas. Necesitaba revelar el místerio que había detrás del clan Lovelace.
Dediqué una última mirada al espejo, volví a bajar las escaleras y caminé hacia la biblioteca. En el camino pude percibir el olor del tocino y el huevo siendo fritos, causando que mi estómago sonara recordándome que no había comido nada desde el día anterior. No obstante, en ese instante no podía pensar en comida. Mi ansia por saber más de Emmeline era demasiada.
Tomé el diario del suelo, volví a retomar mi lugar en el sofá y continué con la lectura.
“Mi nuevo hogar no me acaba de gustar. Llevamos viviendo aquí desde nuestra boda, dos semanas atrás, y sin embargo, no acabo de acostumbrarme. Me cuesta dormir en las noches, siento como si algo en la biblioteca me llamara, pero mis suegros no me dejan entrar ahí. El bosque también me provoca extrañas sensaciones, estas, por el contrario, me dan miedo.
Salí de la habitación para calmarme con un paseo por el pasillo. Escuché una conversación en voz baja proveniente del salón. Me acerqué sigilosamente, el miedo atenazando mi pecho.
Mis suegros estaban hablando sobre encontrar una nueva esposa para Henry. La frialdad en sus voces me heló la sangre. ¿Cómo era que estaban buscando otra esposa cuando yo estaba perfectamente sana, viviendo a su lado? Ella preguntó si no sería sospechoso, a lo que él respondió que se encargaría de que no lo fuera, tal vez diciendo que yo moriría en el parto. Las palabras penetraron en mi mente como un cuchillo helado. Sentí una oleada de pánico.
Las últimas palabras de mi suegro, preguntándole a su esposa si había comprobado si yo llevaba la marcada de infinito en mi cuerpo, y ella asegurándole que si, que yo era parte del ciclo, me llenó de dudas.
Corrí por el pasillo, tratando de no hacer ruido. Sin saber cómo, me encontré frente a una puerta que nunca había visto antes. La abrí y entré. Dentro, encontré un diario con la inscripción "Margaret Lovelace" en la portada.
Las palabras de Margaret aún, mientras escribo esto, resuenan en mi mente. Sabía que debía huir, pero ¿cómo escapar de un destino que ya había sido sellado? No, lo que iba a hacer era descubrir más de lo que le había pasado a Arabella, todo había empezado con ella, que yo hubiera soñado con ella debía de significar algo”
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