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Capitulo 31 .. En el sufrimiento

Alma Velasco

Después de la tormenta viene la calma.

Falso.

Se desató una tormenta y mientras transcurre el tiempo aumenta de categoría.

Desde el primer día que entre a la universidad mi vida cambió por completo, me adentre en un mundo diferente al mío, en el cual llegue a pensar que estaba preparada, pero no, no estoy lista para esto. He pasado por demasiado, desde...

Humillaciones.

Agresiones.

Rechazó.

Falta de comprensión.

Enamorarme como una estúpida de la persona equivocada y lo peor de todo, ver con mis propios ojos como Yina Brown colgaba de su cuello en aquella habitación.

Fue devastador.

No puedo sacar aquellas imágenes de mis pensamientos, lo intento, pero es inevitable no recordar su rostro desfigurado, su cuerpo ensangrentado lleno de agujeros y colgado como si fuese un adorno de su departamento.

Es injusto y bastante cruel.

Yina era un ser de amor, desde el primer día me regaló una amistad sincera, fue de las pocas personas que me agradeció por salvarle la vida a su prima y no me acusó de farsante como todos los demás, también recuerdo las últimas palabras que me dedico aquella noche: —¡Lucha por él! ¡Lucha por eso tan fuerte que ustedes tienen y que te importe una mierda todo lo demás!.

Quisiera que existiera un control para devolver el tiempo, regresar aquella noche y gritarle que no siempre tenemos lo que merecemos.

Ella no merecía morir.

Yina merecía la felicidad y una larga vida junto a las personas que de verdad la queríamos, merecía sonreír con su perfecta sonrisa y mirar con sus hermosos ojos azules el amanecer de cada mañana.

Es difícil de creer que ya no la volveremos a ver, aceptar la realidad y olvidarla con facilidad, ella perdurara en mi corazón para siempre...

Lágrimas se deslizan por mi rostro y llevo mi mano izquierda hasta él para limpiar mis mejillas, mientras que con la derecha presiono el piso seis en el elevador.

He llorado de tristeza y rabia durante estas últimas semanas, triste por esa muerte injusta y rabia, por ese hijo de puta que se salió con la suya. Ese maldito, alias el enmascarado, asesino a Yina sin piedad alguna y continúa ileso rondando entre nosotros, esperando cualquier oportunidad para realizar su próximo ataque.

Mis pensamientos están agobiados por una fuerte incógnita. ¿Por qué quiere hacerle tanto daño a la familia Arango?

Antes pensaba que solo tenía una gran obsesión con la pequeña de esta familia, pero ahora, todo esto pinta como si fuese una venganza, como si este psicópata quisiera cobrar una deuda pendiente y hacerlos sufrir de la manera más cruel posible.

¿Quién es este maniaco?

Seguro estaré equivocada, pero después de la muerte de Yina no dejo de pensar en que es alguien muy cercano de esta familia, en realidad, estoy segura de que este tiene acceso a la mansión. Es demasiado extraño que supuestamente las cámaras de seguridad no se encontraban grabaron durante la fiesta, lo más probable es que si grabaron y el enmascarado haya borrado los vídeos para no dejar ninguna evidencia.

También tengo una pequeña sensación que no abandona mi cabeza...

Estoy segura, de que el enmascarado es uno de los miembros del grupo los imparables.

Es extraño que ese psicópata se haya enterado de nuestras investigaciones si nadie más estaba al tanto de nuestros planes. Mi primer y único sospechoso es...

Pablo.

Fue al único que se le ocurrió la brillante idea, de mandar a rastrear el móvil de Mia donde un desconocido que vive a más de diez horas de distancia. También es bastante extraño que en la supuesta dirección que lograron rastrear no hayan encontrado nada, el comisario Rex nos comentó, que el lugar estaba vacío y totalmente limpio.

No creo que al enmascarado le haya dado tiempo para limpiar y escapar justo antes de que los policías llegarán, es obvio que esa dirección no era la real, el número telefónico que le escribía a Mia nunca se rastreó, estoy segura de eso, pero aquí estoy yo como siempre, con suposiciones afirmativas y sin pruebas.

Él debería estar aquí.

Ese idiota debería estar aquí investigando con profundidad hasta desenmascarar a ese psicópata, pero prefirió marcharse, huir de la situación como un cobarde.

Sí, eso es, un cobarde.

Se fue porque no quiere enfrentar la realidad, se siente culpable de la muerte de su prima por ocultarnos información y embriagarse como loco aquella noche de la fiesta en el momento que Yina desapareció, en gran parte es bueno que reconozca sus errores, pero muy en el fondo de mi corazón deseo que esté aquí, es que lo extraño tanto...

Son casi dos meses sin mirar el precioso azul de sus ojos, demasiado tiempo sin tenerlo cerca y sentir su exquisito aroma, es suficiente sin escuchar esa voz que me eriza los pelos de puntas. Deseo que regrese, para abrazarlo con todas mis fuerzas y susurrar contra sus labios que no está solo, que su dolor puede compartirlo conmigo y llorar sobre mi pecho.

Cuando regrese tendré la valentía de gritarle mirándolo a los ojos te amo, un te amo sacado desde lo más profundo de mí, besaré sus labios como si no existiera la probabilidad de un mañana y le haré saber, que jamás permitiré que se marche otra vez.

Lucharé por él, porque en este transcurso de su ausencia pude entender que lo que siento por Miguel Arango es más fuerte que yo misma. Estoy dispuesta a pelear contra quien sea y lo que se venga por este amor.

Sonaré algo egoísta, pero me importa una mierda Lucia Ferrel, es que no creo en ese compromiso. Es demasiado extraño que ambos tengan un noviazgo de cuatro años y la prensa nunca haya publicado nada al respecto.

Siento como el elevador se detiene y en menos de dos segundos, veo como abre sus puertas, dándome paso a salir de él.

—Miguel, regresa o me tocará ir por ti. —hablo mientras avanzo por el largo pasillo.

Donde quiera que se encuentre espero que me recuerde, que por lo menos piense en mí algunos minutos del día y que dese nuestro reencuentro tanto como yo lo deseo.

Me detengo ante la puerta de madera, la cual será pintada en color púrpura según dueño, presionó el timbre que se encuentra a un costado por largos segundos y aparto de mis pensamientos el hombre de mirada azulada por lo menos por el resto de este día, haré el mayor de los esfuerzos.

La puerta se abre y mis ojos se encuentran con esa mirada sincera en color café, mientras una sonrisa se dibuja poco a poco en sus labios y se hace a un lado para darme paso.

—Me tocó acerté la visita, ya que de tu parte no soy sorprendida. —me adentro en el lujoso departamento.

—No te quejes, amiga. —escucho el sonido de la puerta cerrarse detrás de mí—. Todos los días te escribo.

—No es igual. —me giro y veo su figura, vestido en un traje gris ceñido al cuerpo—. ¿Vas de salida?.

—Me toca ir a la empresa. —entra ambas manos en los bolsillos delanteros de su pantalón—. Después que Miguel se marchó, aparte de hacer mi trabajo también me toca hacer el suyo.

Mis ojos reparan el lujoso departamento y por inercia posiciono la mirada sobre el sofá, atrayendo recuerdos a mis pensamientos de aquel día en que tuvimos la última discusión. Me encontraba de pie justo donde estoy ahora, mientras Miguel estaba sentado en el sofá posando con su esencia perfecta.

—Esas son las cosas que hacen los amigos. ¿Oh no?. —aparto la mirada del sofá.

¿No se supone que no pensaría más en él por hoy?

—Toma asiento, todavía me puedo demorar unos minutos más. —me señala el sofá con una de sus manos—. ¿Quieres algo de tomar o comer?.

Obedezco, avanzó hasta el sofá, me siento sobre él y siento como mi cuerpo se hunde en su comodidad.

—No.  —respiro profundo—. No quiero nada, gracias.

Lo veo acercarse hacia el sofá y tomar asiento a mi lado, obligándome a mirar su rostro.

—¿Estás bien?. —me pregunta con una muestra de gratitud en sus ojos.

—No, no estoy bien. —soy sincera, recuesto mi cabeza sobre la espalda del sofá—. Son demasiadas cosas, no puedo sacar la imagen de Yina de mis pensamientos, la ausencia de Miguel me está enloqueciendo y por si fuera poco, mi hermana está insoportable.

«Todas las noches se escapa de la casa para encontrarse con el imbécil de su novio. He encontrado varias veces bolsas con pastillas de metanfetaminas dentro de su mochila de la escuela. ¡Leonardo, la chica está colmando mi paciencia!

—¿Por qué no le cuentas a tu madre?. —me pregunta.

—¡Ya te lo he dicho! —cierro mis ojos y respiro profundo intentando relajarme—. Nuestra madre no conoce la piedad a la hora de castigarla.

Un silencio se adueña del lugar por largos segundos.

—Todo esto es culpa de su novio Johnny. —si mi hermana no lo hubiera conocido, ahora no fuese una drogadicta.

—Tienes razón. —escucho a mi amigo—. Cuando tú hermana conozca a otro hombre que la corteje como se merece, ese Johnny pasará a la historia.

Entonces espero que ese hombre aparezca lo más rápido posible.

—Alma, no te quiero ver triste. —abro mis ojos y llevo la mirada hacia su rostro—. Todo se solucionará, tal vez no tengamos a Yina de regreso, pero Miguel volverá y tu hermana...

Sus palabras son interrumpidas por el timbre insistente de un aparato telefónico. Veo como entra la mano en el bolsillo de su blazer y extrae su móvil, para luego tomar la llamada y pegar el objeto de su oído.

—Michelle... —su rostro se llena de curiosidad—. ¿Michelle puedes hablar más despacio no te entiendo nada?.

Levanto mi cabeza de la espalda del sofá y observo a Leonardo hablar por el móvil con mucha atención.

—¡¿Michelle porque lloras?!. —sus cejas se levantan y su mandíbula se aprieta.

—Leonardo pon el móvil en alta voz. —le ordenó.

Obedece, aparta el aparato de su oído y lo pone en alta voz.

—¡Nuestra madre acaba de internar a Mia en un psiquiátrico!

¡¿Qué?!

El ritmo de mi corazón se acelera y mis ojos se abren demás.

—¡¿Estás segura de lo que dices?!. —le pregunta Leonardo.

—¡Paso justo ahora!.¡Nuestro padre no fue capaz de evitarlo!

Se escuchan los sollozos de Michelle.

—¡Todo porque mi hermana lleva demasiadas semanas sin decir una sola palabra!

—¡Está en estado de shock! —contesta Leonardo acorralado por la ira—. ¡Eso no significa que esté loca!

—¡Tengo que colgar!.

La mujer termina la llamada.

—¡Esa señora está loca!. —me expreso y veo como mi amigo comienza pellizcar el puente de su nariz—. ¡¿Cómo se le ocurre internar a su propia hija en un psiquiátrico después de todo lo que ha pasado?! ¡Miguel debería estar aquí!

Me levanto del sofá con rabia y comienzo a caminar de un lado a otro.

—¡Miguel no permitiría que a su hermana la llevarán a un psiquiátrico! —mis ojos se llenan de lágrimas y no demoran en salir—. ¡Él tiene que regresar su familia lo necesita!

—Está en Francia.

Las palabras de Leonardo detienen mis pasos.

¿Qué cosa dijo?.

—Siempre estuvo en Francia. —sus ojos muestran arrepentimiento y con su cabeza niega—. Lo siento, amiga.

—¡Eres un idiota! —le grito—. ¡Un idiota igual que tu amigo!

¿Cómo no se me ocurrió antes?.

Está en su Penthouse.

—Miguel está pasando por sus momentos de rabia, no quiere ver a nadie. Lo visité hace...

—¡¿Lo visitaste?!. —detengo sus palabras—. ¡Hasta llegué a pensar que le pudo suceder algo!

—No te dije nada porque estoy seguro de que él regresará. —se levanta del sofá—. Cuando se sienta mejor lo hará.

—¡Chaval, su familia lo necesita! ¡Su hermana lo necesita!. —acorto nuestro espacio posando mi figura ante él, sintiéndome pequeña por su gran tamaño—. Leonardo, me llevarás a Francia.

—¡¿Qué?!. —frunce el ceño y se aparta de mí—. Alma, no tengo un jet privado, la última vez que viaje fue en un vuelo comercial.

—¡Tomarás uno prestado!.

—¿Quién se supone que anda prestando su jet?. —una sonrisa se forma en sus labios—. La Sra. Verónica jamás me prestaría el suyo.

Miguel tiene casi dos meses ausente, al parecer a la familia le importa una mierda porque no hacen el mínimo intento de salir a buscarlo, pero ami si me importa y lo quiero de vuelta.

—No sé cómo le vas a hacer, pero tienes que conseguir ese jet. —veo como borra la sonrisa de sus labios

—¿Cómo se supone que haga eso?. —me mira desconcertado.

—Ese es tu problema. —me encamino hacia la puerta, la abro y antes de marcharme le grito—. ¡Prepararé mis maletas, salimos a media noche!

Me terminó de ir sin esperar una respuesta a cambio.

Miguel Arango, voy por ti.

_________________________________________

Miguel Arango

El latir de mi corazón está descontrolado, la cien me palpita de manera insistente por el fuerte dolor de cabeza, siento una gran acidez en el estómago debido a la cantidad de alcohol, cigarros y la falta de alimentos.

Merezco cosas peores.

Sostengo la botella de whisky y la acercó hasta mis resecos labios, bebo un trago largo de ella quemando mi garganta y aumentando la cantidad de alcohol en mi cuerpo.

Ella ya no está por mi culpa.

Aparto la botella de mis labios y acercó el cigarro que sostengo entre los dedos de mi mano derecha, le doy una calada y pocos segundos después expulsó los residuos de humo.

Perdí la cuenta de la cantidad de cigarros que me he fumado solo en este día.

—¡Soy una basura! —exclamo mientras estrello la botella contra la pared, destrozándola en pequeños trocitos al igual que todas las demás que me he tomado en estas últimas semanas.

Esta habitación tiene el suelo lleno de esos trozos de botellas rotas.

En ambos pies tengo clavados una gran cantidad de ellos, me molestan al caminar y por donde paso dejo residuos de sangre, pero eso es lo que menos me preocupa ahora.

—¡Ella esta muerta por mi culpa!. —golpeo el centro de mi pecho con mi muñeca cerrada.

Yina debería estar aquí y yo en su lugar.

Su imagen está clavada en mis pensamientos... Ella colgado en su habitación.

—¡Maldición! —golpeo de nuevo mi pecho, pero ahora con mucha más fuerza—. ¡Ella no tenía que morir!

Soy una jodida decepción.

Una mierda.

Una basura.

Un maldito hijo de puta.

Hasta la perdí de ojos avellanas por imbécil.

Ni siquiera pude luchar por la mujer que amo como un verdadero hombre, pero la realidad aquí es que no la merezco. Ella necesita alguien que la valore, le dedique todo su amor y está claro que ese no soy yo.

Alzó la mirada y reparo mi alrededor... Todo está destruido, lámparas, cuadros, asientos, adornos y hasta el sofá está destrozado.

—Es hora de terminar con esto. —pronuncio mientras tiro en el suelo el residuo del cigarro y sostengo el objeto que acabo de conseguir.

Fueron cuarenta y dos estocadas que le propinaron en su cuerpo por mi culpa, le retiraron las uñas de sus manos y pies por mi culpa, le quitaron sus hermosos ojos azules por mi culpa y le arrebataron la vida... Todo por mi culpa.

Sí tan solo no hubiera tomado tanto la noche de la fiesta.

Si hubiera tenido la valentía de contarles a todos la verdad sobre Yina desde un principio, pero es tarde para lamentaciones. Ella jamás volverá a sonreír.

No merezco seguir respirando.

Separó mis labios y llevo el revolver con lentitud hasta deslizarlo dentro de mi boca, mientras escucho el fuerte bombardeo de mi corazón, mezclado con la voz de mi conciencia que me grita...

«Hazlo.

Mi dedo tembloroso se posiciona en el gallito y una frase se presenta en mi memoria: —Lo siento Yina.

Es hora...

—Eres un egoísta. —una voz dulce, reconocida e inesperada se escucha acompañada de tacones resonando en el suelo.

¿Es ella?

—Miguel Arango, te prohíbo que me dejes.

Nota de la autora

Hola amores, soy yo de nuevo.

¿Quién acabada de llegar a salvar la vida de este papacito?

Espero que les haya gustado este capítulo.

DCLEBRON

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