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Capitulo 3 - parte 2

Mia Arango

Horas antes del intento de homicidio

Después de mamá arruinarnos la mañana a Milan, Miguel y a mí con sus discusiones, no me voy a quedar aquí para que encuentre otro motivo para seguir peleando.

—Me voy a preparar, no quiero llegar tarde a mi primer día de clases en la universidad —me levanto de la mesa y recuerdo que Michelle llega hoy de su viaje de trabajo— ¿Quién recogerá a mi hermana que llega hoy de los Estados Unidos?

—Yo iré por ella —responde mamá después de pensarlo por varios segundos. Ella y mi hermana tienen una relación extraña siempre están peleadas.

—Mia —mi hermano Miguel se para de la mesa y se acerca hacia mí— Que tengas un lindo día en tu primer día de clases.

—Tú también como gerente general de la Inmobiliaria los Arango— Con una sonrisa en mi rostro me acerco a él regalándole un abrazo. Adoro a todos mis hermanos, pero con Miguel todo es diferente, siempre me ha tratado como la niña de sus ojos.

—Te quiero hermanita —siento su beso en mi mejilla.

—Yo también te quiero —me alejo de él y me encamino a mi habitación. No le digo nada a mamá antes de irme porque sé que está molesta y cuando tiene ese estado de ánimo me gusta estar lejos de ella.

Me encuentro en mi habitación buscando en el clóset la ropa que debo ponerme para este día tan especial. Soy una chica que me gusta vestir elegante, pero sencilla a diferencia de mi madre que usa sus trajes confeccionados por los mejores diseñadores de la industria.

No duró mucho en elegir lo que me tengo que poner. Me dirigí al baño y tomo una ducha rápida, me alistó y me detengo frente a mi espejo para ver cómo me veo.

Mi color favorito es el rosa por eso escogí un abrigo del color que tanto me gusta y debajo llevo un enterizo en color negro con unos botines del color de mi abrigo. Utilizo un maquillaje sencillo y mi pelo cae a mi espalda con ondas en las puntas.

Me veo hermosa, pero no sé qué me sucede que siento una angustia por dentro. Hay algo que no me deja relajarme desde ayer, pero no sé qué es. Siento que algo malo va a pasar.

Me aparto de mi espejo y salgo de mi habitación, bajo las escaleras principal de la mansión y me encaminó afuera a esperar por Luis que fue a llevar a mamá a la empresa.

Mi padre me regaló un carro BMW en la navidad pasada con la condición de que Luis tenía que llevarme a todas partes. No entiendo por qué todos en esta casa piensan que soy un bebé.

20 minutos más tarde aparece Luis. Entra al parqueo y deja el carro en el que vino que es el de mamá y saca el mío estacionándose en mi frente para que me suba.

—¿Por qué tardaste tanto? —le pregunto después de entrar al asiento del copiloto mientras me pongo el cinturón de seguridad.

—Bellota no empieces por favor —me lo dice mientras conduce con la vista puesta en el camino— Bellota de mi corazón, no te enojes que en el camino había mucho tráfico.

—¿Nunca me vas a llamar por mi nombre? —Luis es el chófer de la casa desde hace muchos años porque su padre lo era primero.

Ellos llegaron a la mansión cuando yo tenía apenas 4 años, su padre se arrodilló frente al mío pidiéndole trabajo porque no tenían para comer ni donde vivir. Mi padre le dio la oportunidad como chófer y se mudaron en la mansión que tiene una área que es para el personal de servicio vivir.

Paso el tiempo y ellos se volvieron parte de la familia. Luis y yo hicimos una amistad muy bonita y desde el primer día me llamo Bellota porque según él me parezco a Bellota de las chicas superpoderosas. Por el verde de mis ojos y porque cuando era pequeña tenía el pelo por el cuello y un flequillo que cubría mi frente.

El padre de Luis falleció de un ataque al corazón, todo fue muy duro para él y duró mucho para recuperarse de esa pérdida, pero siguió con nosotros porque desde que llegó lo recibimos como parte de la familia.

 
—Sabes que para mí siempre serás Bellota, mi chica superpoderosa —me mira mientras conduce y me regala una sonrisa que me sonroja. Para mi Luis es como otro hermano más.

Minutos más tarde Luis se estaciona en el parqueo de la universidad.

—Llegamos ¿Cómo te sientes en tu primer día? —me pregunta mientras destapa una caja de goma de mascar y se la echa a la boca— ¿Quieres? —Me acerca la caja para que tome uno.

—No me gustan las golosinas y lo sabes y pues…. —no estoy bien y no tengo idea de porque— Estoy bien.

—¿Segura? Sabes que te conozco y te noto tensa.

—Te dije que estoy bien —Luis sabe observarme bien y siempre determina cuando me pasa algo.

—Mírame —obedezco y nuestros ojos se encuentran, él se acerca y sostiene mi rostro con ambas manos —Sabes que no me gusta que me mientan, dime la verdad.

—No sé que me pasa. Desde ayer me siento un poco nerviosa, pero no sé por qué estoy así.

—¿Estas enferma?

—No. Es que me siento como si presintiera algo —aparto mi rostro de sus manos.

—Pienso que solo estás un poco nerviosa por tu primer día en la universidad. Debes relajarte.

—Ahora que lo pienso tienes razón. Creo que estoy siendo un poco paranoica.

—Tranquila —toma mi mano— Ve y que tengas un lindo día —se acerca a mí y me estrecha con un beso en la mejilla.

—Gracias —me alejo de él, abro la puerta y salgo del BMW— ¡Ya debes de comprarte un auto! —le grito mientras me encaminó adentro de la universidad.

—Bellota deja de molestarme siempre con lo mismo —es lo que alcanzó escuchar de lejos y siempre me ha gustado jugar molestándolo con ese tema. Luis no tiene auto por eso siempre tiene que llevarse el vehículo mío y de mamá cuando nos deja en algún lugar.

Entro por la puerta principal y está lleno de estudiantes por todos lados. Está universidad parece un palacio de tan hermosa. No me asombro mucho de estar aquí porque Miguel y Milan estudiaron aquí, llegue a venir varias ocasiones como actividades familiares y a la graduación de los dos.

—Bellota te equivocaste de color, te he dicho que es el verde no el rosa. —reconozco esa voz me giro y si es ella, me abre los brazos y la recibo con un gran abrazo.

—¿Yina cuándo llegaste de tus vacaciones? —me aparto de ella— Te he dicho que no me gusta que me digas así —en realidad solo acepto que Luis me llame así.

Yina es mi prima. Su madre Alicia Brown era hermana de mamá y falleció hace dos años en un procedimiento quirúrgico para eliminar grasa. Ella tenía una obsesión con su cuerpo, se practicaba muchas cirugías en muy poco tiempo.

Yina está a la mitad de su carrera. Se decidió por estudiar administración de empresas porque después que mi tía murió ella heredero elClub the stars

El Club The Stars es un centro de actividades creativas y culturales, donde personas de nuestra clase social se reúnen para ir a jugar, tomar, bailar y muchas cosas más como yo que solo voy a bañarme en la piscina casi todos los días.

—Llegué muy tarde anoche por eso no fui hasta la mansión. ¿Cómo te sientes? ¿Estás feliz?

—Si estoy feliz —le muestro una sonrisa no quiero que sospeche que no me siento bien emocionalmente.

—¡Hello perras! —nos interrumpe unas de las personas más importantes en mi vida, mi mejor amiga Lucia, mi componente yo diría que es mi otra mitad y por si fuera poco también es mi cuñada. Ella y Miguel ya tienen años en una relación.

No lo pienso más y me voy arriba de ella apretándola con un fuerte abrazo. Yina con su mala educación me empuja apartándome de ella.

—Ustedes se ven todos los días —Yina la estrecha con un abrazo.

—Te extrañé mucho —le dice Lucia después de un gran abrazo— Fueron largas semanas sin ti. Permíteme decirte que luces fabulosa. Esa chaqueta con esos leggings te quedan divinos —se enfoca en mí y me repara— Mia tú también estás fantástica con tu atuendo color rosa. Las dos pasaron la prueba el día de hoy.

—Solo no te vayas a enamorar —dice Yina de forma graciosa.

—También luces asombrosa, amiga. —le respondo con una sonrisa— Lucia Parece hija de mi madre porque las dos siempre están preocupadas por la moda y por lucir lo más costoso.

—Bellota no le des aire de grandeza.

—El nombre de ella es Mía, no entiendo ¿Por qué demonios dejas que te nombren así? —A Lucia no le gusta que me llamen así Bellota. No le ha caído bien Luis y unas de las razones es por haberme puesto ese nombre.

—No me culpes, ese nombre se lo puso el guapo y muy sexy de su guardaespaldas —dice Yina mordiéndose los labios.

—No me digas que te gusta. —dice Lucia, al mismo tiempo que pone cara de asco.

—Claro que no me gusta. Soy muy respetuosa y el guardaespaldas está loco por Mía.

—Chicas —las detengo— En primer lugar, no es mi guardaespaldas es mi chófer y…

—Si no es tu guardaespaldas. ¿Por qué te sigue a todos lados?. —me interrumpe Yina.

—Me lleva a todos lados porque mis padres no quieren que yo conduzca, además ni siquiera tengo mi licencia de conducir todavía y Luis es mi amigo. Entre nosotros solo ahí una bonita amistad.

—Eso es lo que dices, pero creo que él no piensa igual, además ustedes harían una linda pareja y...

—No digas esas cosas —Lucia no la deja terminar— Por el amor de Dios, es pobre, un sin familia, muerto de hambre, un ….

—Cállate Lucia —detengo sus palabras. Luis es una muy bonita persona y no merece que hablen así de él a sus espaldas— No me gusta que...

Detengo las palabras porque siento la vibración de mi móvil en una de mis manos, con rapidez lo desbloqueo, entro a mensajería y encuentro un mensaje de un número desconocido.

Hoy estás más hermosa que nunca.

Siento escalofríos por todo mi cuerpo. Esto me asusta y me resulta extraño, mi número telefónico solo lo tienen personas cercanas a mí. De seguro tiene que ser un error y la persona se equivocó de número, así que no tengo idea de que responder, mejor no respondo porque sé que ese mensaje no es para mí.

Intento desbloquear el iPhone para seguir hablando con Yina y Lucía que están aún discutiendo por el tema de Luis. Vibra el iPhone de nuevo y es otro mensaje del mismo número.

Elegiste un lindo color como favorito. El rosa te queda divino Mia Arango.

¡Joder! Tiene que ser una broma, el mensaje si es para mí, porque sabe cuál es mi color favorito y mi nombre. Al parecer me está observando en estos momentos porque sabe que llevo puesto. Miró a todos mis alrededores y no sé por qué me siento tan nerviosa.

—¿Quién eres? —le escribo.

Tenso la mandíbula cuando veo que está escribiendo y el mensaje no tarda en llegar.

—¿De verdad quieres saber quién soy? Ve al área de servicios de limpieza que está cerca de la cafetería ahora mismo.

Me están temblando las manos y las piernas, pero en realidad pienso que me tiembla el cuerpo completo.

Dime ¿quién eres? —insisto.

—Soy el amor de tu vida.

¿El amor de mi vida? Pero yo nunca me he enamorado, todavía no he tenido novio y aún no está en los planes. Vuelve a vibrar el iPhone.

Ya estoy aquí y aún no te veo llegar.

Todo esto es muy extraño. No voy a ir sin saber quién es primero.

—¿Qué quieres conmigo? —sigo insistiendo.

Está muy atento, los mensajes no tardan en llegar.

Ven y no te arrepentirás.

—¿Mia qué te sucede? —me pregunta Lucía al ver la cara de terror que tengo, logra que aparte la mirada del móvil y la ponga sobre ella— ¿Quién te escribió para que te pusieras así?

—Es... —No termino la palabra porque el iPhone vuelve a vibrar haciendo que me concentre en el de nuevo.

No le digas nada a tu amiguita y prima.

—Déjala, debe ser Luis quién la tiene así —dice Yina.

—¡Deja de mencionarlo!. —le grita Lucia—. Mia es demasiado para ese muerto de hambre.

—¡Ya basta! —les grito enojada, me siento abrumada con los mensajes del móvil y ellas solo me están empeorando—. Voy al baño, ya regreso.

Me alejo de ellas antes de recibir una respuesta a cambio. No les comenté nada de los mensajes porque las conozco bastante, se preocuparan mucho por mí, en especial Lucía que a veces se comporta como si fuese mi madre. Además, todavía no tengo conocimiento de quién está detrás de esos mensajes. Tal vez, estoy siendo un poco paranoica como dijo Luis y solo estoy siendo un poco exagerada.

En estos momentos me siento acorralada, no sé qué hacer. Necesito saber quién está detrás de ese número desconocido. Me dice que es el amor de mi vida y en vez de alegrarme me llena de miedo porque siempre he querido conocer el amor, pero no de esta manera.

Siento el móvil vibrar de nuevo en mis manos, obligándome a mirar su pantalla otra vez.

—No me gusta esperar.

Los latidos de mi corazón son fuera de lo normal, pero también siento una sensación en mi pecho de curiosidad en saber quién está enviándome esos mensajes. 

Lo mejor sería llegar ir para tener conocimiento de quién es. ¿Qué tan malo podría pasar?. 

No lo pienso más y me pongo en marcha. Llegó a la cafetería en pocos minutos, pregunto dónde queda el área de servicio de limpieza, me indican cómo llegar y sin perder más tiempo me pongo en camino. 

Llego a mi destino con facilidad, es un pasillo bastante largo, tiene varias puertas, en total son seis y todas se encuentran cerradas, el ambiente es tenaz y solitario. Avanzo hacía delante hasta llegar al final del pasillo y es lo mismo, no veo personas en esta área.

—¡Hola! —grito con fuerzas para ver si la persona que me cito en este lugar aparece, pero es en vano porque no veo señales de nadie.

Por lo que veo solo vine a perder mi tiempo así que me doy la vuelta para salir del pasillo y….

—¡Joder! —grito de asombro, porque mis ojos no pueden creer lo que están mirando

Es un hombre alto, lo veo parado firme en el inicio del pasillo observándome. Está vestido de negro completo, abrigo, pantalón, botas y lo que más me asombra son sus guantes y el pasamontañas que cubre su rostro.

Trago grueso, siento el sudor que corre por todo mi cuerpo, tengo las manos temblorosas y el corazón me late fuera de lo normal. Asustada no es lo que estoy, en realidad no tengo definición.

¿Quién es este hombre? ¿Qué demonios quiere conmigo?

Por la estatura me doy cuenta de que no lo conozco. Él empieza a caminar despacio hacia mí y yo estoy a punto de orinarme aquí mismo.

En pocos segundos lo tengo frente a mí, nos separa menos de medio metro de distancia. Levanta su mano derecha y la pasa suavemente por mi mejilla, no digo nada ni él tampoco. Pero siento que me voy a desmayar del miedo y la desesperación. Sé que no es buena persona y viene hacerme daño, si no fuera así no hubiera venido encapuchado.

Tengo que encontrar una salida, debo de hacer algo rápido para salir de aquí antes de que me haga daño. Se me ocurre hacerlo a la antigua.

Doblo rápidamente mi rodilla apuntándole hacia su entre pierna con fuerza pateándole las bolas. Veo que casi cae al suelo quejándose del dolor y sin pensarlo mucho corro hacia el inicio del pasillo.

Cuando llego siento como toma de mi pelo con fuerza, jalándome, tirándome al suelo y arrastrándome al final del pasillo donde estábamos como si yo fuera un saco de papas.

Con mis manos agarró la muñeca que jala mi pelo y le clavó mis uñas arañándolo con todas mis fuerzas. Se queja del ardor y me suelta. Me levanto rápido para huir otra vez y este me toma del brazo, me voltea y me abofetea dos veces tirándome contra el suelo otra vez.

Cuando está apunto de acercarse mí, lo pateo con mis dos pies contra su pecho y ahora soy yo quién lo derribo al suelo. Me levanto de nuevo y huyó otra vez con mucho miedo, corro con  desesperación hacía el inicio del pasillo, cuando casi estoy por salir, siento como un hierro golpea fuerte mi cabeza, logrando que se me nuble la vista, mis oídos empiecen a perder el sonido, mi cuerpo se vaya de bruces al suelo y en pocos segundos pierda el conocimiento.

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Siento el humo que entra por mis fosas nasales y se dirige directo a mis pulmones, abro mis ojos despacio recuperando poco a poco el conocimiento y me llevo la gran sorpresa de que el lugar encendido en llamas, por el humo casi no logro ver nada, pero sé que estoy en un lugar pequeño cerrado y mi cuerpo se encuentra postrado en el suelo.

Tengo que salir de aquí, me observó y mis pies están atados con una soga y las manos también.

¡Maldito!. Después que me golpeó dejándome sin conocimiento, me encerró aquí, me amarró y encendió el lugar.

Los nudos de las manos están muy atados y por más que intento con todas mis fuerzas no lo puedo desatar. Necesitó ayuda para poder salir de aquí.

—¡Maldición! —escucho una voz femenina que viene de afuera y también se escucha que está llorando. Esta tiene que ser mi salvación.

—¡Auxilio!. —grito pidiendo ayuda. Pero no responde por varios segundos queda en silencio.

Estoy segura de que ella sigue allí y tiene que ayudarme a salir de aquí. No tengo idea de quién es, pero necesito su ayuda. En mis planes no tengo ideas de morirme hoy.

—Ayu... ayuda, por favor, alguien que me ayu… ayude —mi voz está distorsionada y empiezo a toser. Al parecer ya tengo varios minutos encerrada aquí después que perdí el conocimiento por el golpe.

Comienzo a toser y toser, poco a poco sintiéndome aún más débil. No creo que pueda aguantar mucho tiempo con vida aquí. Lo más probable es que muera por el humo antes de que esto se prenda en llamas por completo.

Pasan pocos minutos y el fuego se sigue elevando. Sigo clamando ayuda de vez en cuando, porque cada momento que pasa pierdo más fuerza, pero no pierdo las esperanzas. Escucho cuando la chica me grita que intente calmarme y que me sacara de aquí. Varios segundos después escucho como intenta abrir la puerta rompiendo la manilla.

Lágrimas corren por mis mejillas, tengo mucho miedo de morir. Nunca le he hecho daño a nadie. ¿Por qué me hacen esto? Estoy muy mareada y siento náuseas, mi piel está fría y húmeda. Estoy empezando a ver todo confuso y oscuro, no puedo resistir más...

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Me duele la cabeza y siento mi cuerpo muy cansado. Mis pensamientos están aturdidos.

Los párpados de mis ojos abren despacio, mi vista está empañada y aturdida, pero poco a poco va recupera lo normal. Intentó mover mi brazo izquierdo y no puedo porque el dolor es perturbado, lo reparo y está vendado por completo.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy acostada en una cama hospitalizada. En el mueble frente a mí está acostada mi hermana Michelle.

Sigo reparando mi entorno y estoy conecta a los aparatos del hospital, tengo oxígeno conectado a mi nariz y se los agradezco porque siento que no puedo respirar sin ellos.

Busco en mis pensamientos y recuerdo todo lo sucedido. Me intentaron quemar viva. Recuerdo perfectamente ese maldito encapuchado que me cito al área de servicio, me agredió, golpeó y me amarró encerrándome en ese lugar, dejándome hay tirada y como si fuera poco prendió fuego al lugar.

Lo peor de todo es que no tengo idea de quién es. Mi instinto me dice que nunca en mi vida lo había visto antes, aunque aún no lo he visto porque el muy cobarde no se dejó ver el rostro.

Si no fuera por ella no estuviera aquí recordando toda esa pesadilla vivida. Le pedí ayuda y no dudó en socorrerme. Estoy viva y es gracias a ella, recuerdo su rostro, nombre y apellido. No me alcanzará la vida para agradecerle.

—Hermana —me saca de mis pensamientos la voz de mi hermana Michelle. Se acerca a mí y se sienta en mi lado sobre la casa, sostiene mis mejillas con sus manos, la miro y tiene los ojos llenos de lágrimas— Me asústate.

—Estoy bien —le susurro.

—Casi mueres —lágrimas corren por sus mejillas— Me muero contigo si te pierdo.

—No digas esas cosas estoy aquí —la amo y así como ella moriría si me pasa algo yo también moriría por ella. Me abraza con todas sus fuerzas mientras llora y segundo después se aparta de mí.

—Todos están abajo iré a buscarlos.

—Espera… —cuando termino de decirlo ya es tarde porque se ha ido.

En menos de 5 minutos empiezan a entrar por la puerta de la habitación toda la familia Arango: mis padres, Miguel quién tiene pegado del brazo a Lucía. Mi prima Yina y Leonardo que es el mejor amigo de mi hermano desde la infancia y todos lo queremos como parte de nuestra familia y por último Michelle.

La habitación se vuelve un caos, todos empiezan hablar al mismo tiempo. Me comienzan hacer un montón de preguntas que no sé ni por dónde empezar a responder.

Todos tienen cara de preocupación y lágrimas en sus ojos, en especial Yina y Michelle que están llorando como unas bebes.

—¡Silencio! —grita mamá y el lugar queda en silencio. Mi madre tiene un carácter fuerte y es muy respectada por todos en la familia. Mis hermanos y yo le tenemos más temor a ella que a papá.

—No tienes que gritar, recuerda que estamos en un hospital —papá la regaña y ella se enoja, pero para no discutir lo ignora.

—Mia —miguel se acerca a mí tomando mi mano derecha— ¿Cómo te sientes?

—Siento dificultad para respirar y el brazo me duele mucho, pero estaré bien —sigo hablando con mi voz baja porque siento dificultad aún para respirar.

—Necesitamos saber. ¿Qué sucedió? —mamá pregunta.

—No es momento para hablar de eso ahora. Mia tiene que recuperarse —dice Milan acercándose a mí— No tienes que decir nada aún, si no te sientes preparada para hablar.

—Si tenemos que saber qué pasó. Te intentaron matar, necesitamos saber quién está detrás de todo esto para que pague —mamá continúa presionándome y la verdad no creo que me sienta preparada para contar todo ahora.

—Mia yo estoy de acuerdo con Victoria. Cuando llegue a ese lugar estabas postrada en el suelo, pero el incendio estaba dentro donde guardan los utensilios del personal de servicio —me dice Lucia apoyando a mi madre.

—Entonces quiere decir que te pudiste escapar antes de que te quemarás viva —Leonardo repara mi muñeca del brazo derecho y nota las marcas que me dejaron la soga con la que estaba atada— ¿Estabas amarrada? Si estabas amarrada entonces alguien te ayudo a salir de ese lugar.

—Por las marcas que tienes, los nudos estaban bien atados, tu sola no te pudiste desamarrar —Miguel sostiene mi mano detallando las marcas y aparto mi mano de su agarre.

—¿Quién te hizo esto Mía? —Yina me pregunta— Debes de decirnos lo que pasó.

—La persona que te ayudo debe de saber quién te hizo esto —mamá continúa presionándome y todos comienzan hablar juntos otra vez. Tengo la cabeza vuelta un lío y no sé por cuál pregunta empezar a responder.

—No pueden estar todos aquí —todos se concentran en la persona que acaba de entrar que por lo que veo es el doctor y no trae buena cara— ¿Quién los dejo pasar?

—Lo siento el doctor. Estábamos en la sala de espera, mi hija fue a darnos la noticia de que había despertado y todos entramos sin pensarlo.

—Por reglas del hospital no pueden estar más de tres personas dentro de la habitación con el paciente y su hija está en un estado delicado de salud. Por eso a ella solo se le permite una persona por visita.

—Doctor infórmenos si están listos los resultados de las quemaduras del brazo de mi hermana —pregunta Miguel con cara de preocupación.

—Lamento informarles que no les tengo buenas noticias. Pero necesito que primero salgan de aquí y solo…

—¡Hable lo que tenga que decir! —le grita mamá.

—En los informes realizados se pudo determinar que las quemaduras de su brazo —guarda silencio por varios segundos y me está volviendo loca— las quemaduras de su brazo son de cuarto grado.

Todos guardan silencio. Mamá abraza a papá y le corren lágrimas por las mejillas creo que es la primera vez que la veo llorando. Yina y Michelle están en llanto. Miguel está tan molesto que creo que va a estallar y Leonardo está tratando de calmarlo. Milan se acerca y me abraza con los ojos llenos de lágrimas.

El dolor en mi brazo es muy fuerte, sí deciden cortarlo estaría de acuerdo.

—En las quemaduras de cuarto grado —continúa el doctor— No hay células nerviosas, han sido destruidas porque los tendones subyacentes están dañados. Lo siento mucho, pero le quedará el brazo desfigurado.

Me duele en el alma escuchar esas palabras, pero continúo con vida que es lo importante. Soy muy fuerte y sé que con el tiempo aprenderé a vivir con eso.

—Mia Arango tiene que continuar bajo cuidados médicos porque también encontramos una pequeña inflamación en los pulmones por el tiempo que duró en el incendio y por eso la tenemos conectada con oxígeno —este doctor no tiene corazón para dar las noticias.

—Todo estará bien —Mamá sostiene mi mano mientras llora.

—Buenas noches. Soy el comisario Rex para los que no me conocen —todos se enfocan en el señor que entra por la puerta. Es alto y fuerte. Más que un comisario parece que fue enviando de la SIA.

—Comisario le dije que me esperara un momento afuera —papá le responde y por lo que veo se conocen. El hombre fija los ojos en mí.

—Hola Mia —me observa—. Estoy a cargo de tu caso y necesitó que me respondas algunas preguntas delante de tus padres.

¿Es en serio? ¿Va a tomar mi declaración ahora? No me siento bien para esto.

—Yo quiero que cumplan con las reglas del hospital y salgan todos y solo se quede una sola persona —el doctor está cansado de decir lo mismo y que lo ignoren — Si no salen por las buenas, voy a tener que llamar a seguridad.

—Eso no es necesario —el comisario le muestra su placa— tengo que hablar con la víctima ahora, este caso es un intento de homicidio. Permítales a sus padres que se queden conmigo solo serán 5 minutos.

—Está bien solo 5 minutos y los demás por favor salgan.

En mi familia todos somos muy unidos y por eso están todos aquí. Dicen que las personas que te quieren de verdad están en los momentos malos y aquí tengo las personas más importantes de mi vida.

—Prima ya es de noche, me iré a casa y mañana regresaré —de todo lo que ha pasado ni cuenta me había dado que el día se fue en este caos—¿Quién me lleva a casa? Con lo sucedido dejé mi convertible en el parqueo de la universidad.

—Yo te llevo —le responde Milan— Te quiero hermanita nos vemos mañana.

—Vale, pasaré al baño antes de irnos —los dos me abran antes de salir.

Michelle me dice que bajará a la cafetería y subirá dentro de un rato porque ella se quedará a cuidarme. Leonardo se despide y me dice que regresa mañana.

—Todo estará bien. Duerme tranquila y descansa que yo regreso mañana —Miguel se acerca y me da un beso en la coronilla. Lucia también se despide y se va junto a mi hermano. Solo quedamos el Comisario que parece un asesino en serie, papá, mamá y yo.

—Hija tienes rato que no dices ni una palabra —papá me observa y noto preocupación en su rostro.

—Me siento muy cansada. Pero sé que estaré bien.

—El comisario Rex es uno de los más prestigiosos en España. Él está a cargo de la situación y necesito que respondas todas sus preguntas.

Asiento. Mamá se sienta a mi lado en la cama y el comisario saca del bolsillo de su chaqueta una pequeña libreta con un bolígrafo.

—Estuve en la universidad y pedí los vídeos de la cámara de seguridad —explica el comisario— Fueron desactivadas junto con los sensores de humo. Quiero que me cuentes todo con detalles o de lo contrario no podremos saber lo que te sucedió.

La cabeza me duele un montón y el brazo siento que me va a estallar. Yo solo quiero cerrar mis ojos y que todo lo sucedido quede en el olvido. Siento miedo porque la persona que hizo esto es peligrosa, desactivo las cámaras de seguridad para no dejar rastros.

Empiezo a contarle todo al comisario con detalles, desde los mensajes que me llegaron a mi iPhone de un número desconocido hasta donde esa chica me salvó la vida.

—¿Cuál es el nombre de esa chica? —me pregunta el comisario y va anotando todo lo que digo en su libreta—¿La conocías antes?

—Alma Velasco. —respondo—. Nunca la había visto antes.

—Todo esto está muy raro. Nadie arriesga su vida por alguien que no conoce de esa manera —dice mamá y me molesta que ella piense así de los demás.

—Mamá ella me salvó la vida, no puedes decir esas cosas.

—Si es extraño. —comenta mi padre—. ¿Qué hacía ella por esa área si es del personal de servicio? Tú llegaste allí porque te engañaron.

—Padres sé lo que están pensando y ella no es así.

—Mañana iré a la universidad y hablaré con ella, escucharé su versión de lo sucedido —dice el comisario.

—Comisario ella no es sospechosa. Me salvó la vida.

—Es extraño que esté por esa área si solo es para personal autorizado. —responde el comisario—. También debemos de reconocer que no es una mala persona porque ha dado la vida por ti. Entro a ese lugar prendido en llamas sin saber si saldría con vida, arriesgo su vida por ti.

—No confío en ella. ¿Y si es cómplice? —mamá nunca confía en nadie siempre está dudando de todo el mundo.

—Mamá ya te dije que ella no es así.

—Encontraron tu iPhone en el área de lo sucedido, me lo llevaré para rastrear el número desconocido que te envío esos mensajes —me dice el comisario y se entra en el bolsillo donde estaba la pequeña libreta y el bolígrafo— Descansa Mía, mañana regresaré después de hablar con Alma.

El comisario se despide antes de irse. Luego de marcharse mamá sigue discutiendo con papá de que Alma es cómplice de lo sucedido. No me siento bien, no aguanto el brazo y escucharlos discutir me hace sentir peor.

—Quiero dormir. Estoy muy cansada —les digo una excusa para que se vayan. Se despiden de mí y antes de salir los detengo— ¿Pueden verificar si Yina aún está en el hospital? Tengo que decirle algo antes de dormir.

Mamá y papá se marchan y en menos de 5 minutos entra Yina con un café en la mano.

—No me había ido porque Michelle me invitó un café junto a Milan —se sienta en el borde de la cama— ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que me tienes que decir?

—Necesito pedirte algo, pero quiero que me prometas que no se lo dirás a nadie.

—Me estás asustando —toma un sorbo de su café.

—Prométemelo.

—Está bien. Te lo prometo pero ya dime.

—Quiero que mañana busques a la persona que me salvó la vida en la universidad y la traigas aquí.

—¿Quién te salvó la vida? —Yina no tiene idea aún de nada así que le cuento todo lo sucedido de manera rápida.

—¿Alma Velasco? Ese apellido no es muy reconocido. No entiendo por qué quieres que la traiga —Yina es la única que me puede ayudar a que ella venga. Alma me salvó la vida, estoy viva gracias a ella y necesito mirarla a los ojos para agradecerle.

Le explicó todo con detalles a Yina y me promete que hará lo posible por traerla. Se despide de nuevo y se marcha.

Me duele todo lo sucedido, no me merezco nada de esto. A veces intento creer que ese maldito se equivocó de persona conmigo.

Quiero que lo encuentren, lo encierren y duré el resto de sus vidas detrás de las rejas por los daños que me ha hecho ese ¡Maldito, hijo de puta!

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