Advertencia, este capítulo tiene un contenido altamente perturbador, leer bajo toda su responsabilidad. También les recuerdo que esto solo es una historia, separen todo esto de la realidad y favor de no intentar nada en casa.

Domingo, 2:00 AM.

El enmascarado

Sostengo la pieza plana, cuadrada y delgada de metal, en la que tengo guardado todos mis ahorros de estos últimos años, su color negro me indica que mis propósitos han estado funcionando, no solo me apoyo de ella para ir al cajero porque en realidad le doy poco uso en ese aspecto, sino que con ella me ayudó alinear en una raya larga y delgada el polvo blanco, cristalino y fino encima de la superficie de madera. Una sonrisa se figura en mis labios de solo recordar lo mucho que me ayuda está delicia en mi miserable vida.

Intercambio la tarjeta negra por una pajilla transparente, de la cual tengo muchas más, me he encargado de prepararlas cada una cortándolas en tres partes iguales para que me resulte todo mucho más fácil. Posiciono la parte baja de la pajilla sobre el inicio del contenido blanco y en el otro lado pego una de mis fosas nasales, en este caso la izquierda, mi favorita de los dos huecos de mi nariz. Procedo a inhalar mientras que con el dedo índice de la mano derecha cubro el otro agujero que se encuentra libre de mi fosa nasal, al mismo tiempo que aspiro toda la raya del polvo mágico que había preparado, enviando la cocaína a encargarse de mi sistema por unas largas horas.

Mi nariz arde, mi mirada se oscurece y comienza aparecer esa sensación intensa de placer, es como si fuese una sobre carga de energía en mis venas. De pronto, empiezo a reír, reírme a carcajadas por unos largos segundos, para luego repetir los mismos procesos. Con mi tarjeta negra preparo el contenido y con la misma pajilla inhaló todo, sin dejar ni una sola porción, porque ese rico manjar no se puede desperdiciar.

Las risas no desaparecen, al contrario, aumentan mucho más, mis carcajadas resuenan como ecos en el pequeño orificio que me encuentro. El ritmo cardíaco de mi corazón está demasiado fuera de lo normal, mientras mi respiración es muy agitada, hasta siento mi cuerpo frío y mi presión arterial hasta el tope, pero nada de que preocuparme, me importa poco contraer una enfermedad pulmonar oh cardíaca, es más, si me aparece un cáncer oh una embolia sería perfecto, porque nada en mi porquería de vida estaría peor.

Otra vez, hago el mismo proceso, meterme otra raya de cocina por la nariz, sintiendo un sin números de efectos en todo mi cuerpo, pero nada de hacerme olvidar aunque sea por unos malditos minutos, ella continúa metida en mi puta cabeza... una carcajada desgarra mi garganta de solo pensar en lo enamorado que estoy de esa hija de puta.

—¡Maldita, Mia Arango!. —grito por el impulso, sacando el odio que tengo así mi mismo por amarla más que a mí.

Poco a poco las risas paran, hasta que la sonrisa de mis labios se borra y de manera inesperada, mis ojos se llenan de lágrimas y sin poder evitarlo, se deslizan por mis mejillas una detrás de otras.

—¿Por... porque te amo tanto, Mia Arango?. —susurro mientras rompo en llanto como si fuese una nena de cinco años.

Lloro de manera desconsolada por ella, aunque no se lo merezca, porque es una puta. Se la pasa insinuándosele a los hombres, siempre se viste muy hermosa para llamar la atención del género masculino, su pelo siempre lo mantiene suelto peinado en ondas para provocar y levantar pollas por donde quiera que camine.

Hasta usa lencerías provocativas debajo de su ropa, las bragas de hilo son sus favoritos. ¿Cómo lo sé?. Porque aquella noche que me adentre a escondidas en la mansión y viole la privacidad de su habitación, mientras ella dormía de forma profunda yo estaba metido en su closet, allí me demore una hora completa, verifique sus vestidos y todos son demasiados sexy, la tela de cada uno de ellos es muy fina y la forma es especial para definir más los atributos de su cuerpo, todo para provocar a los hombres.

En realidad le dediqué toda mi atención al área de su ropa íntima, en esa parte estuve la mayoría del tiempo. Me deleité mirando todas sus bragas en hilo y de encajes, pero no encontré ni una sola de ellas que sea digna de una mujer decente.

Una por una las acerque hasta mi nariz e inhale su respectivo olor, todas olían delicioso, justo a ese olor natural de su piel. También busque y busque en todo el lugar, hasta que encontré donde guardaba las bragas sucias, porque como la princesita que es, no lava ni siquiera sus propias bragas, tiene que esperar para que la vieja decrépita de Lola lo haga por ella. Esa noche, no solo inhalé sus bragas limpias, también lo hice con las sucias y para ser realista, las últimas mencionadas olían mucho mejor que las primeras.

Aquellas sí que tenían su verdadera esencia, el sudor de todo un largo día quedaban en ellas, de tanto que me fascinó olfatearlas que no pude resistirme y termine pasando mi lengua por cada una de ellas. ¡Si, así es!. Lamí todas sus bragas sucias y hasta termine robándome un par. Escogí las que más llamaron mi atención y por cierto, de las que más impregnaban su sudor, robe una en color rosa y una en negro.

Las lágrimas continúan corriendo por mis mejillas, pero esa sonrisa irónica aparece en mis labios cuando recuerdo todas las veces que me he masturbado con esas bragas sucias. Se me empieza a endurecer la polla de solo recordarlo.

Estoy llorando y al mismo tiempo me encuentro riendo, justo ahora tengo el miembro duro por esa puta, porque eso es, una maldita puta que le gusta provocar a todos los hombres que la rodean.

Deseo tanto meterle mi polla en su estrecho coño ahora mismo, por un momento recuerdo como deslice mis dedos en su interior aquella misma noche que robe sus bragas, tiene un orificio tan estrecho y pequeño, se me hace la poca agua de solo recordarlo y no solo la boca, hasta mi polla está destilando gotas en este instante.

Esa noche quería traerla conmigo, pero su hermano, aquel que se cree el perfecto de la familia, tuvo que llegar para intervenir. En realidad, le hizo un favor a su hermanita favorita, porque si hubiera logrado robarla conmigo la tuviera como una esclava sexual aquí a mi lado, saciando mis ganas a cada cinco minutos y con su piel llena de moretones, porque me gusta el sexo rudo, me excita escuchar las mujeres gritar clemencia, maltrataría su cuerpo con un látigo al mismo tiempo que la follaría con rabia, pero en realidad no es lo correcto, no puedo desviarme de mi objetivo, tengo que matarla.

Tengo que matar a Mia Arango. ¿Por qué?. Me enamoré de ella, estoy perdido por esa puta y no puede ser así, en mi cabeza ronda un propósito que debo lograr y es, acabar con la familia Arango por el daño que me hicieron, porque ellos son los únicos culpables de todas mis desgracias, pero no puedo seguir con mi plan porque la menor de la familia no sale de mi cabeza.

Recuerdo aquel día que la vi por primera vez, me regaló una sonrisa con sus hermosos labios carnosos mientras me observaba con esa mirada penetrante de sus ojos verdes, la maldita me provoco desde el primer día y ahora debo sacarla de mi camino para continuar con mis planes en contra su familia.

La cosa se está poniendo difícil porque la puta tienes más vida que un gato, primero intenté quemarla aquel día en la universidad, ese plan estaba perfecto iba a quedar vueltas cenizas allí encerrada, pero tuvo que aparecer una rescatista para salvarle la vida justo a tiempo, ahora mi segundo plan también estaba perfecto, solo debía permanecer unos minutos más dentro de esa piscina, pero de nuevo volvió a suceder lo mismo, esa maldita salva vidas de mierda intervino en mi plan de nuevo.

Ahora tendré que agregar a mi lista de asesinatos pendientes el nombre de Alma Velasco.

Esa maldita aparecida la mataré con mis propias manos mientras me esté mirando a la cara.

También me toca agregar un nombre más a mi lista de asesinatos pendientes, yo no quería que la lista fuese tan larga, pero no colaboran, Raúl Sotelo.

Ese maldito moreno de mierda se está haciendo pasar por mí y la idea de tener un impostor rondando no me gusta. Le sacaré el intento grueso a sangre fría por meter sus narices donde no lo llaman, porque también estoy cociente de que se enamoró de lo que me pertenece.

De pronto, un sonido de quejidos me apartan de mis pensamientos, lo que me hace recordar que tengo compañía.

Camino hasta donde proviene el ruido, encontrando a mi presa. La tengo de pies con la espalda contra la pared, sus manos están encadenadas encima de su cabeza, al igual que sus pies, con la diferencia de que aquellos están separados a cada extremo.

Observó su rostro... Su boca está cubierta con cinta adhesiva para que no me perturbe con sus gritos. Se encuentra con moretones en la barbilla y está sangrando de la mejilla izquierda. De sus ojos azules, salen lágrimas por montones arruinando su experto maquillaje, me observa con rabia, como si quisiera matarme y eso me encanta, me gusta que sienta temor.

Estamos haciendo contacto visual y no traigo el pasamontañas, ya para que, si la estúpida se le ocurrió la brillante idea de enfrentarse conmigo en una pelea al encontrarme ahogando a Mia en la piscina, la maldita sí que tiene agallas y pelea como una fiera, hasta termino arrebatando el pasamontañas de mi rostro en medio de la batalla, por esa razón no me quedo de otra que traerla conmigo, ahora por su culpa me tocará hacer trabajo extra... Torturarla hasta que pida clemencia y matarla para cerrar con broche de oro su existencia en este mundo.

Acortó el espacio entre los dos, quedando mi pecho junto al de ella.

—Tú y yo nos vamos a divertir mucho, me la pones dura. —le hablo, al mismo tiempo que llevo mi mano hasta su mejilla empapada de sangre.

Paso mis dedos en su piel, causando que tiemble por mi tacto y que me muestre en su mirada el miedo que está sintiendo.

—Como se te ocurre, pelear conmigo por ella. —roso su mejilla con mis nudillos, bañándolos de su sangre—. Ella jamás haría eso por ti.

Debería asesinarla justo ahora para saciar mi sed de sangre, la cual está acumulada hasta el tope por culpa de Mia, quien se encuentra justo ahora hospitalizada en cuidados intensivos, en vez de estar dentro de un ataúd oh su cuerpo vuelto cenizas.

No la mataré tan fácil, primero quiero jugar, divertirme un poco... Se me acaba de ocurrir un juego en el que mi presa puede salir ganadora, eso es si juega sus cartas bien, si no me tocará matarla.

—Tengo una propuesta para ti. —retiro con rapidez la cinta adhesiva de sus labios obteniendo un chillido de su boca de dolor—. Tienes oportunidad de escoger, tu vida oh la de ella.

Llora de manera irritante, sus labios tiemblan y su pecho es un sube y baja.

—Si eliges la vida de ella, iré a ese hospital para terminar lo que empecé y te dejaré libre, pero si eliges la tuya, te mataré y no tienes la menor idea de lo que estoy pensando hacer contigo.

No responde, continúa llorando como niña mimada desesperada, pero de pronto, siento como se moja parte de mi boca y nariz, gracias que la maldita me acaba de escupir.

Tomó su cuello con mis manos y ejerzo todas mis fuerzas en él, logrando que grité y su mirada pida clemencia.

—Escucha bien lo que te voy a decir. —me acercó hasta sus labios y le susurró—. Tienes 48 horas para pensar en mi propuesta. —ejerzo más fuerza en su cuello, sus labios se separan y se escuchan jadeos de su boca—. Te recomiendo que tomes la mejor decisión, tienes la oportunidad de vivir, ser libre y escapar muy lejos de aquí, de lo contrario si escoges mal, te destriparé como a un animal.

Suelto el agarre de su cuello y veo como le regresa el aire, mientras continúa lloriqueando.

—¡Vete, al demonio!. —me grita llena de ira.

Sonrío, por la forma cortes en que se dirige ami. 

—El demonio soy yo. —me acercó hasta ella de nuevo y le escupo la cara, igual como lo hizo ella hace segundos—. Tienes 48 horas, Yina Brown.

Nota de la autora

Solo les diré, que después de este capítulo ando muy triste...

¿Qué elegirá Yina su vida oh la de Mia?.

DCLEBRON.