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Capitulo 25 - parte 3

Sábado, 11:00 PM.

Alma Velasco

Agradezco que los músicos se detuvieran de tocar sus aburridos instrumentos, porque la mansión parecía un funeral.

La festejada, Leonardo y yo, nos posicionamos junto a los demás, pero en la parte delantera, donde también está Michelle y el imbécil de Raúl, además de Laura. Intento no pensar en la última mencionada porque sigo enojada con ella.

Todos nos encontramos en silencio total, esperando que Milan, anuncie el gran regalo que tiene para su hermana.

¿Cantará una canción oh qué?.

De pronto, mis ojos viajan hasta el hombre de ojos azules, ese que domina mis sentidos cuando lo tengo cerca. Se encuentra a un costado de las escaleras principales... no luce muy bien, tiene una botella de whisky casi vacía en una de sus manos, la misma que tiene sus nudillos ensangrentados, mientras en la otra sostiene un cigarro que está por terminarse.

No me gusta verlo así.

—¡¿Cómo está la cumpleañera de esta noche?!. —grita Milan en el micrófono, logrando que aparte la mirada de Miguel y la lleve hasta él.

Todos permanecen en silencio, mientras Mia, quién se encuentra a mi lado, le lanza besos a su hermano con emoción.

—¡Hermana, tengo el mejor regalo para ti!. —continúa Milan, pero de repente vemos a su madre aparecer.

Una vez estando a su lado, empieza a intentar quitarle el micrófono, pero este no se lo permite. Ambos comienzan a darnos un show muy divertido... Ella haciendo todo lo posible por arrebatarle el micrófono de su mano mientras le grita un montón de groserías y él esquivando sus intentos con una gran sonrisa de diversión.

—¡Chicos, hagan su entrada!. ¡Ya!. —determina eufórico cuando apenas tiene la oportunidad, porque se encuentra muy ocupado intentando ganarle la batalla a su madre para que no le quite el apartó.

Como Milan lo ordenó... hacen su gran entrada ocho chicos en fila, vestidos en el mismo estilo, como si fuesen bailarines de hip hop. Cada uno trae una bocina tamaño, mediana posicionada sobre su hombro.

Se empiezan a escuchar murmullos de parte de los invitados, todos preguntándose que está pasando, mientras los chicos misteriosos rompen fila, se dividen y cada uno se ubica a un extremo diferente del lugar.

La Sra. Verónica está furiosa, sin saber cómo reaccionar ante el desacato de su hijo, pero de repente se pone insoportable y comienza a golpear el hombro de Milan con fuerzas, sin importarle que se encuentre parado gracias a las muletas, pero nada de lo que ella hace lo detiene...

—¡¿Hermana estás preparada?!. —el hombre de pelo riso tiene agallas, porque continúa con sus planes.

Para su buena suerte, aparece el Sr. Octavio, su padre y se lleva a su señora esposa a las malas... la cual es, bastante insoportable.

¡Pónganle una camisa de fuerza!.

Mia está entusiasmada, tiene una sonrisa en su rostro de oreja a oreja. No le importa en lo más mínimo que su madre se enoje... puedo ver cómo levanta el pulgar de su mano derecha, en una señal de que está lista para lo que se venga.

—¡Todos agitar sus caderas!. —ordena Milan—. ¡Amigos, hagan lo suyo!.

Esa es la determinación para que la fiesta aburrida de abuelita, cambie por completo a una fiesta divertida de adolescente, en el momento que las bocinas de los invasores desconocidos, encienden todas al mismo tiempo y empieza a sonar una melodía contagiosa.

Podemos ver cómo Milan muy emocionado tira el micrófono al suelo y con toda su energía se dirige en nuestra dirección, al llegar, toma de la mano a su hermana y de forma inesperada se la lleva al centro de la pista, mientras todos los demás invitados siguen detrás de ellos y de manera divertida comienzan a bailar y cantar todos juntos:

🎶🎶There's a stranger in my bed.
There's a pounding in my head.
Glitter all over the room. Pink flamingos in the pool. I smell like a minibar
DJ's passed out in the yard. Barbies on the barbecue. This a hickey or a bruise? 🎶🎶🎶

Esa canción la conozco, es: Last friday night - Katy Perry

Veo como Michelle de forma rápida toma a Leonardo por la corbata y antes de que proteste es jalado por ella hacia la pista de baile.

Todos bailan, saltan y cantan con alegría, en especial Mia, quién disfruta junto a sus hermanos e invitados alegría. Por un momento, mis ojos viajan en la dirección que se encuentra el hombre más apuesto de la fiesta, nuestras miradas chocan, gracias que el descarado me observa sin disimularlo. Lo veo llevarse la botella de whiskey a la boca y darse un largo trago, tan largo que me imagino que si no termina borracho ya lo está.

—¡No lo pienses más!. —corto el contacto visual con el galán de ojos azules, para encontrar los de la rubia que me acaba de hablar.

—¡¿Disculpa?!. —le grito aunque este a mi lado, para que pueda escucharme por lo alto que se encuentra la música.

—¡Sé muy bien lo que pasa entre ustedes!. —me sonríe—. ¡Tú, eres la mujer que lo tiene así!.

Miro otra vez a Miguel... Continúa mirándome con intensidad y tomándose el whisky como si fuese agua.

—¡¿Por qué dices eso?!. —regreso la mirada sobre la rubia.

—¡Porque ese que ves tomando hasta embriagarse, grito con todas sus fuerzas delante de la familia lo que siente por ti!.

¡¿Qué cosas?!.

—¡Alma, mi primo está enamorado de ti!. —afirma.

—¡Yina...!. —estoy impactada.

—¡Lucha por él!. —ordena—. ¡Lucha por eso tan fuerte que ustedes tienen y que te importe una mierda todo lo demás!.

La veo marcharse hacia la pista de baile con los demás sin esperar una respuesta de mi parte, mientras yo quedé perpleja con las palabras escuchadas de parte de ella. Regreso la mirada sobre él y continúa con sus ojos fijos en mí, como si quisiera gritarme un montón de cosas, pero se siente cohibido.

Tal vez Yina tiene razón y si deba luchar por lo nuestro... de repente, me veo obligada a cortar nuestras miradas, en el instante que unos brazos rodean mi cintura, un cuerpo extraño se pega a mi espalda y una barbilla masculina se posa sobre mi hombro, logrando que con la mirada busque al personaje...

Samuel.

—¿Bailamos?. —me pregunta.

Pero antes de que pueda responder, soy arrastrada por él hacia la pista de baile, tomándome por sorpresa y sin poder poner resistencia.

Al estar junto a todos los demás, mi cuerpo es chocado una inmensidad de veces por la gente que baila al ritmo de la música, en tanto, yo no me siento cómoda cuando estoy entre tantas personas, pienso que lo mejor sería considerar salirme de la pista... De pronto, siento una mano sostener mi muñeca, obligándome a voltear y buscar el rostro de la persona.

Es Mia.

—¡Vamos, Alma. Baila con nosotros!. —me grita emocionada.

—¡Agita ese trasero, nena!. —secunda Leonardo y soy tomada por sorpresa cuando la palma de su mano impacta sobre una de mis nalgas.

Al parecer se le olvidaron los golpes.

—¡Disfruta, déjate llevar por la música!. —exclama Milan, moviéndose como gusano, sin importarle tener un pie enyesado.

—¡Vive como si no hubiera un mañana!. —alega Yina, mientras hace un movimiento con sus hombros al ritmo de la melodía.

—¡Sí, dame esos cinco!. —grita Michelle, al mismo tiempo que levanta una de sus manos y en menos de un segundo, su prima Yina acata su orden y choca la palma de su mano con ella.

Nunca antes había asistido a una fiesta, tal vez debería dejarme llevar, solo sería está noche, no tiene nada de malo que disfrute de un baile... Me gozaré está melodía y cuando la canción finalice, buscaré a Miguel Arango para que arreglemos lo nuestro...

—¡Al carajo, vamos a gozar!. —me desconozco.

🎶🎶Last Friday night
We went streaking in the park, skinny-dipping in the dark
Then had a ménage à trois last Friday night
Yeah, I think we broke the law, always say we're gonna stop-op, oh-whoa. 🎶🎶

Muevo mis caderas al ritmo de la música y canto la rola junto a todos:

🎶🎶But this Friday night.
Do it all again.

But this Friday night.
Do it all again. 🎶🎶

Siento una corriente de energía por todo mi cuerpo, es una sensación extraña de felicidad que jamás había sentido.

—¡Alma, sacate los zapatos!. —me grita Mia, a la vez que saca los tacones de sus pies, mandándolos a volar no se sabe dónde.

Como niña obediente acato su orden, no lo pienso dos veces para mandar a volar los tacones que ella misma me regaló.

—¡Este vestido no me permite mover bien mis nalgas!. —apenas la escucho quejarse, mientras se agacha hasta el suelo agitando sus caderas.

—¡Mia, no puedes desnudarte!. —la regaña Milan.

—¡¿Quién dijo que no?!. —interviene Leonardo—. ¡Mia, está es tu noche, si decides desnudarte, no lo harás sola porque yo lo haré contigo!.

—¡Yo por igual, me desnudo con ustedes!. —afirma Yina.

Una sonrisa inmensa adorna mi rostro... Esto es a lo que se le llama tener verdaderos amigos.

Todos saltamos y gritamos sin parar:

🎶🎶Pictures of last night ended up online, I'm screwed.
Oh, well
It's a blacked out blur, but I'm pretty sure it ruled
Damn. 🎶🎶

Río a carcajadas con el show que está dando Milan, baila como si estuviera recibiendo la descarga de un rayo magnético y lo hace muy bien a pesar de tener muletas, veo a Laura moverse a su lado y para ser sincera, no lucen como pareja, son personas muy distintas.

Leonardo es otro que me causa mucha gracia, porque se encuentra bailando como si estuviera dando un show de stripper. ¿Y en qué momento se quitó la camisa?. Por mi parte estoy haciendo movimientos con mi cuerpo que no tenía idea de que sabía hacerlo... Observó a Mia y jamás la hubiera visto así, está sumamente feliz, es como si disfrutando de su última fiesta.

🎶🎶Then had a ménage à trois last Friday night
Yeah, I think we broke the law, always say we're gonna stop-op, oh-whoa.🎶🎶

Siento como corre por mi piel una cantidad inmensa de sudor, la música está apoderada de mis sentidos y de mi cuerpo, es más por la algarabía de todos los invitados saltando al ritmo de la melodía de Katy Perry... Hasta los invasores desconocidos están haciendo increíbles movimientos, a pesar de tener las bocinas sobres sus hombros, mientras todos cantamos juntos:

🎶🎶Do it all again (do it all again)
But this Friday night. 🎶🎶

Regreso la mirada sobre Mia, pero ahora se encuentra con sus ojos sobre el móvil, sigue bailando, pero no con la misma emoción de hace unos segundos.

—¡¿Qué sucede?!. —le pregunto.

Su reacción es extraña, porque la veo como nerviosa, apaga la pantalla de su móvil y me responde que no pasa nada.

Pongo de lado cualquier pensamiento de paranoia, por el momento solo debemos disfrutar de esta grandiosa noche.

Llevo la mirada hasta el área de las escaleras principales donde estaba él, sigue allí. Continúa de pie recostado sobre el borde de las escaleras, con su botella de whisky y un cigarro que por lo visto acaba de encender.

Su mirada como era de esperarse está sobre mí, me observa con esa intensidad que envía escalofríos por toda mi piel... lo que él causa en mí es algo difícil de explicar.

Me distraigo, al sentir unos brazos masculinos rodear mi cintura al igual que minutos atrás, lo que me hace entender que se trata de la misma persona. Samuel acaba de pegar su cuerpo a mi espalda, mientras hace movimientos que van al ritmo de la música... Regreso la mirada sobre Miguel, la expresión de su rostro ha cambiado por completo, ahora me mira con enojo. ¡Está molesto!.

Quizás debería aprovecharme de la situación y tentar más su nivel de paciencia. Se lo merece por llevarme al otro lado de la ciudad y dejarme tirada como si no valiera nada. Sus acciones me convirtieron en una chica mala, por eso quiero jugar con fuego, hasta provocar al demonio.

Empiezo a restregar mi trasero contra Samuel, mientras una de sus manos viajan por el centro de mis pechos, el calor de su pecho pegado a mi espalda le envía una sensación extraña a mis sentidos, mientras que con mis manos recorro todo mi cuerpo de manera tortuosa, al mismo tiempo que muerdo mi labio inferior sin apartar el contacto visual con Miguel Arango.

Un gemido escapa de mis labios al sentir su erección maltratando mis glúteos, por lo visto tiene un tamaño tentador... Pero cuanto quisiera que la persona que tengo a mis espaldas no sea él, sino el único dueño de mis deseos, porque si Miguel estuviera en su lugar, hubiera estado empapada, pero no siento nada.

Sigo restregándome contra Samuel con una expresión falsa en mi rostro de que estoy excitada, él también se restriega en mí y no lo voy a negar... Se mueve muy bien. Mis ojos continúan conectados sobre el hombre de mirada azulada, quién se encuentra tomando un trago bastante largo de su botella de whisky con sus ojos mostrando la furia que está sintiendo, en tanto, nosotros seguimos moviéndonos al ritmo de la música:

🎶🎶So we hit the boulevard last Friday night
We went streaking in the park, skinny-dipping in the dark. 🎶🎶

Hasta ahora me he olvidado de todo nuestro alrededor, incluyendo hasta de Mia, regreso la mirada en donde se encontraba bailando, saltando y gritando con emoción... Ya no está. Llevo la mirada sobre todos los demás y continúan en lo suyo, disfrutando de la música. Leonardo, Michelle, Milan, Yina, Raúl y Laura, ningunos se han percatado que la festejada ya no se encuentra en la pista de baile.

Una sensación extraña aparece en mi pecho, porque estoy segura de que se marchó molesta por verme bailando con el hombre que le gusta. Mia está enamorada, enamorada no, obsesionada con Samuel Blair. ¡Soy una tonta!. Arruine su único momento feliz de la noche.

🎶🎶But this Friday night
Do it all again. 🎶🎶

Escucho como finaliza la canción y no sé porque me siento aliviada.

Me aparto de Samuel, con la intención de buscar la festejada para pedirle disculpas, pero soy detenida en el momento que una mano gruesa sujeta mi brazo. Todo sucede muy rápido, tan rápido, que no veo venir cuando me voltea de manera brusca hasta quedar contra su pecho y muy cerca de su rostro. Una alerta de que debo apartarme se adueña de mis pensamientos, pero justo cuando estoy por hacerlo. Samuel Blair une su boca con la mía.

Me besa, me besa de forma extraña, es raro porque me está besando a la fuerza. Sus manos sujetan mi rostro con brusquedad contra él, nuestros labios son una descoordinación total y su boca apesta a champán.

¡El idiota está hebreo!.

Pongo mis manos sobre su pecho y ejerzo fuerzas para apartarlo, pero es imposible, porque él es mucho más fuerte que yo... Se me ocurre una excelente día.

Como mujer inteligente que soy, no lo pienso dos veces y aprieto su labio inferior fuerte con mis dientes, tan fuerte que empiezo a sentir un sabor amargo en mi boca y gracias a eso, obtengo que Samuel me aparte más rápido que un rayo.

—¡Estás loca!. —me regaña, a la vez que sostiene su labio, el cual está sangrando—. ¡Me mordiste!.

—¡Tú, te lo buscaste!. —no me arrepiento.

Leonardo se posa a mi lado, rodea uno de sus brazos en mi cintura y se acerca hasta mi oído.

—Están llamando la atención de los demás. —me susurra.

¡Joder!. Hasta el momento me doy cuenta de que seguimos en el centro de la pista, además la música terminó, todo el lugar está en silencio y la mayoría de personas tienen su mirada sobre nosotros.

¡Mierda!. ¡¿Por qué no me cae un rayo y me desaparece?!. Lo olvidé por completo, me olvidé de él. ¡¿Cómo demonios pude olvidar que el hombre de mirada azulada estuvo toda la noche con sus ojos sobre mí?!.

Me aparto de Leonardo y me giro sobre mi propio eje para buscarlo con la mirada donde lo vi por última vez... Sigue allí y continúa con sus ojos sobre mí. ¡Ha visto todo!.

¡Tierra trágame!.

Un momento... No está molesto, no lo está. Se encuentra con una gran sonrisa que muestra su dentadura, lo cual lo hace ver extraño, porque él nunca demuestra tanta alegría y conociendo lo celoso que es, lo que menos debería estar es feliz.

Con mis ojos lo analizo bien, sostiene la botella de whisky en su mano izquierda y en la derecha tiene el... ¡Maldición!. En su otra mano sostiene el micrófono y está a punto de empezar un discurso.

—Leonardo. —hablo solo para los dos—. Está a punto de hablar por el micrófono y lo veo muy extraño.

—Te recuerdo que está molesto conmigo. —me responde con disimulo, porque Samuel continúa frente a nosotros mirando con atención todos nuestros movimientos—. Alma, lo menos que quiero es otra paliza.

—¿Alma, te preocupa lo que pueda decir?. —interviene Raúl en nuestra conversación, quien apenas recuerdo que ha permanecido cerca de mí desde el inicio del baile.

Llegue a pensar que hablábamos en un tono de voz bajo.

—Raúl, es de mala educación opinar en las conversaciones de otros. —le responde Leonardo.

—Lo mismo digo. —dice Samuel—. Leonardo, tú tampoco tienes educación, te metiste en la conversación de mi chica y yo.

¿Disculpa?. ¿El alcohol lo tiene alucinando?.

Cuando justo estoy por responder, soy detenida por un ruido fuerte provenido del micrófono encendido que sostiene Miguel Arango. El ruido continúa por largos segundos, mientras él ríe a carcajadas, logrando que todos los invitados le dediquen toda su atención.

¿Qué le sucede?.

El ruido por fin se detiene y todos permanecemos en silencio total, a la espera de lo que el mayor de los Arango está por decir.

—¡Uno, dos, tres, probando!. —grita detrás del micrófono y luego con la palma de su mano lo golpea dos veces en la parte de arriba, causando ruidos por cada golpe.

—Oh no, está borracho. —comenta Leonardo a mi lado.

—Alma, yo en tu lugar me preocuparía. —secunda Raúl, con un tono de voz que muestra ironía—. Imagínate que termine gritándole a todos que coge contigo.

—¡¿Qué dijiste?!. —reacciona Samuel.

Raúl es un imbécil.

—Nada, él no dijo nada. —contesta Leonardo.

—No, en ningún momento dije que Miguel Arango, se está follando a tu chica. —recalca Raúl, con una sonrisa victoriosa.

¡Santo, cielos!. ¿Por qué me tiene que pasar esto ami?.

—¡¿Cómo están invitados de mierda, en esta puta noche?!. —grita Miguel, obteniendo que regrese la mirada hasta él otra vez, ahora se encuentra tomando un trago largo de whisky.

—¿Alma, te acuestas con Miguel Arango?. —escucho a Samuel preguntarme.

No quiero liderar con ese tema ahora...

—Capullo, acabo de decirte que si se están cogiendo. ¿Qué parte no entiendes?.—le responde el hombre de piel morena.

—Raúl. —interviene Leonardo—. Cierra, la boca.

—¡Se terminó la botella de whisky, tráiganme otra!. —grita Miguel, con la botella vacía en su mano.

Podemos ver cómo su hermano Milan, se acerca hasta él, para intentar quitarle el micrófono y detener el increíble teatro que está dando, pero este no se lo permite.

—¡Dame el puto micrófono!. —lo regaña con gritos fuertes—. ¡¿Cuántas botellas te has tomado?!.

—¡Me tomé una, dos, tres, mierda no lo sé, deje de contarlas cuando iba por la cuarta!.

Miguel ríe a carcajadas después de su respuesta, lo observó desde donde estoy y... Hasta borracho luce demasiado hermoso, esa sonrisa que está mostrando es de una persona hebrea, pero a él, lo hace resaltar como el hombre apuesto que es.

—¡Mírate hermano, estás borracho!.

—¡Borracha tus bolas!. —le grita al mismo tiempo que ríe con diversión, logrando que los invitados empiecen a murmurar todos juntos, al igual que la prensa, que en su lugar se encuentra grabando todo el teatro, para ellos esto es material del bueno.

—¡¿Sabes qué?!. ¡Vete a la mierda!. —le grita Milan al mismo tiempo que se marcha.

Como respuesta, Miguel muestra su dedo del medio, sin importarle estar frente a los invitados y la prensa.

—Alma, te hice una pregunta. —escucho a Samuel otra vez—. ¿Te estás acostando con Miguel?.

—¿Cuántas veces te diré que...

—Raúl, te mandé a cerrar la boca. —Leonardo detiene sus palabras.

Yo no respondo nada, estoy muy ocupada con los ojos sobre Miguel y mucho más ahora que está dando un increíble show. Aflojó el nudo de su corbata y la retiro por encima de su cabeza, ahora está quitando los botones de su camisa y poco a poco, aparece visible su pecho musculoso.

Muerdo mi labio inferior... Es tan sexy.

Para mi mala suerte, llega a interferir la Sra. Verónica, pero no llega sola, sino acompañada de Lucia, mi archienemiga, quién se ha encargado de declararme la guerra para que abandone mis estudios en la universidad. Agradezco que está noche no me haya dirigido la palabra, porque no estoy para soportar sus estúpidas peleas.

Puedo ver como la Sra. Verónica le entrega a su hijo, algo pequeño en sus manos, tan pequeño, que no logro descifrar lo que es desde acá. Luego se acerca hasta su oído y a simple vista se nota que le dice unas palabras en un tono solo para ellos dos.

¿Qué se trae esta señora?.

—¡Cómo ordene, jefa!. —responde Miguel atreves del micrófono, después de su madre apartarse de él.

—No lo hagas, amigo. —escucho a Leonardo murmurar a mi lado.

—¿Leonardo, qué está pasando?. —le preguntó.

—¡Eres la jefa de la familia!. —continúa Miguel—. ¡Ordenas y a nosotros solo nos queda ejecutar tus malditas órdenes!.

El alcohol le ha pegado duro... Ahora se encuentra riendo y haciendo gestos como si estuviera llorando al mismo tiempo.

—Leonardo. —dice Michelle, al llegar y posarse al lado del castaño—. Tienes que intervenir, no podemos permitir que lo haga. Está hebreo.

—Michelle, lo siento, pero no puedo hacer nada. —le responde Leonardo.

—No entiendo nada. —el comentario sale de mi boca sin pensarlo.

—En varios segundos, entenderás todo. —me contesta Raúl.

—¡Lucia, conseguiste lo que querías!. —escucho los gritos de Miguel de nuevo y llevo la mirada en su dirección otra vez—. ¡Después de cuatro malditos años, lo lograste!.

Lucia continua posada frente a él con rostro de avergonzada, pero por nada se marcha, sigue allí, sin importarle que el hombre apuesto le esté gritando.

—¡Miguel, hazlo de una buena vez!. —le regaña su madre.

Cada segundo que pasa, entiendo menos toda la situación y los murmullos de los invitados no se detienen. Miguel Arango está borracho y les está dando el show del año.

—Alma. ¿Qué tal si te llevo de regreso a tu casa?. —la pregunta de Leonardo surge de pronto, al mismo tiempo que sostiene mi mano.

—¿Qué está pasando?. —insisto con la pregunta anterior y me aparto de su agarre.

—Solo presta atención, en pocos segundos lo sabrás. —continúa Raúl.

¡Alguien que lo calle!.

—Leonardo, no podemos permitir que mi madre se salga con la suya. —le insiste Michelle.

—Michelle, no puedo hacer nada. —responde el castaño.

¡¿Qué demonios está pasando?!.

—¡Lo haré sin arrodillarme!. —Miguel sigue con sus gritos haciendo que regrese la mirada sobre él, ahora se encuentra haciéndole frente a Lucia—. ¡Yo, no me arrodilló ante nadie!.

Todo esto es muy extraño, aquí está pasando muy extraño.

—¡¿Qué demonios está pasando?!. —insisto con la pregunta, en un tono desesperado, la mirada que Leonardo me dedica no me gusta para nada, es como si mostrará lástima—. Solo dime. ¿Qué sucede?. Por favor.

—Mi hermano está por pedirle matrimonio a Lucia Ferrel. —habla Michelle—. Tienen un noviazgo desde hace cuatro años.

Un impacto contra mi pecho, destruye todo mi sistema de racionamiento, acompañado con un dolor en el centro de mi alma. El zumbido en mi odio es mezclado con el carente vigor de los latidos de mi corazón... Thump, thump, thump, thump...

Intento responder, pero no puedo.

Intento comprender la situación, pero no. ¡No puedo, ni quiero creerlo!.

Mis ojos por inercia viajan sobre Leonardo, encontrándose con el café de los suyos, los cuales muestran una gratitud de compasión hacia mí, no logro escuchar ninguna de sus palabras por la sinopsis en que me encuentro encerrada, pero si puedo leer sus labios a la perfección cuando los mueve diciendo: —lo siento, amiga.

Ese lo siento amiga, es como una estocada al estómago, esas disculpas vienen acompañadas de compasión, puedo ver la tristeza en su mirada hacia mí, lo que logra romperme aún más porque las lastimas nunca me han gustado. Siento como mis ojos se llenan de lágrimas con facilidad, lo que me obliga a romper el contacto visual con Leonardo, no quiero que me vea llorar, tampoco voy a hacerlo, esas lágrimas las voy a contener... no quiero llorar ante nadie.

Una sensación de querer salir huyendo de aquí aparece en mi pecho, acompañada por esa vocecita que se adueña de mis pensamientos en los momentos menos oportunos:

«¿Por qué sigues aquí?.

«¿Te quedarás a esperar que suceda lo que ya sabes que está por pasar?.

«¿Quieres terminar en llantos como niña pequeña delante de todos?.

«Reconócelo, se apoderó de tu conciencia inofensiva, te uso como un simple objeto a su beneficencia. Ahora se aburrió de jugar contigo y te desecha, porque eres una mortal insuficiente para semejante hombre.

Si quiero huir justo ahora, pero en vez de eso, con mi complejo de masoquismo e hipnotizada por los bombardeos de mi corazón, Thump, thump, thump, thump... Llevo mis ojos sobre él...

Continúa con esa sonrisa de suma felicidad colgada en sus labios, mientras ella espera frente a él escuchar esas palabras que todas las mujeres queremos oír por parte de nuestro ser amado.

La Sra. Verónica permanece al lado de su hijo, brindándole el apoyo moral que necesita para dar ese gran paso, además de todos los demás que se encuentran abordados por la confusión sin saber que está pasando.

Thump, thump, thump, thump... Mi corazón no se detiene, es como si estuviera a punto de rajarse el centro de mi pecho, para salir huyendo de mi cuerpo.

Miguel Arango no mira en mi dirección, no lo ha hecho durante largos minutos.

«¿En serio, te quedarás a ver?.

De verdad quiero salir corriendo de acá, pero mis pies están helados, me dolerá lo que estoy por presenciar... Es como una bomba de tiempo que en cualquier momento va a explotar.

Tengo que soportarlo.

—¡Lucia Ferrel!. —empieza hablar, más bien a gritar, pero no sé qué pasa con mi sistema porque sus palabras las escucho como un eco en mi cabeza.

—Amiga... —la vos de Leonardo, que aunque se encuentra a mi lado la escucho bastante lejos—. Déjame llevarte a casa.

Ignoro su insistencia, sigo con mis ojos sobre el hombre que sostiene el micrófono en una de sus manos. Sé muy bien lo que está por decir, pero deseo escucharlo de su propia boca, quiero ver si de verdad tiene los pantalones bien puestos para hacerlo. Está borracho hasta el culo, pero eso no significa que tenga que destruirme de esta manera.

—Alma, empieza el conteo regresivo. —escucho una vos masculina a mi lado, el tono lo conozco, es Raúl—. Diez, nueve.

Lo ignoro por completo. Mis ojos siguen sobre el hombre de mirada azulada, quien permanece con una gran sonrisa en sus labios, pero justo ahora, ha causado gritos de satisfacción por parte de los invitados al igual que toda la prensa se encuentra sobre ellos grabando cada detalle, mientras yo estoy por enloquecer, mis oídos están reproduciendo la algarabía de la gente a todo volumen, junto con las fuertes palpitaciones de mi pobre corazón. Todo porque el idiota se encuentra sosteniendo con sus dedos una preciosa sortija de diamantes, exhibiéndola ante todos con máximo orgullo, como si estuviéramos en una subasta.

Tiene que ser una mentira... Estoy contra una dura batalla, luchando por no permitir que las lágrimas de mis ojos rueden por mis mejillas. ¡No voy a llorar!.

—Ocho. —continúa Raúl con el conteo—. Siete, seis.

Thump, thump, thump, thump...

—¡Atrápala!. —grita Miguel con diversión, al mismo tiempo que le lanza la sortija a Lucia y como ninguno de los dos son beisbolistas, está no logra atraparla, la pequeña argolla impacta contra su rostro y luego terminan esos miles de euros en el suelo.

La tomó por sorpresa, pero no solo a ella, sino también a todos los presentes, hasta la Sra. Verónica tiene cara de que está por darle un infarto.

Yo apenas estoy asimilando, pero es difícil con Raúl pegado a mi lado molestando y mis oídos al estallar por los ecos, además de mi corazón que está a punto de explotar.

—Cinco. —sigue Raúl—. Cuatro.

Siento que en cualquier momento me voy a desmayar.

—¡¿Por qué te quedas mirándome?!. —le grita el borracho a Lucia, quién lo observa con cara de perrito callejero—.  ¡Recoge el maldito anillo, oh ¿Estás esperando qué lo haga por ti!. ¡¿Y dónde está mi maldita botella de whiskey?!.

La prensa se mantiene gravando, pero ahora no solo ellos. Ahora también todos los invitados se encuentran con su móvil captando lo sucedido, hasta alcance a escuchar entre los murmullos de la gente que están transmitiendo en vivo.

Lucia, quién no conoce el significado de amor propio, se pone de rodillas hasta alcanzar la sortija que se encuentra en el suelo, una vez la sostiene en sus manos, vuelve a ponerse de pie, creando muchos más gritos de parte de toda los presentes, mientras Miguel ríe a carcajadas como el maldito egocéntrico que es.

—Tres, dos. —sigue Raúl y justo cuando está por terminar el conteo...

—¡¿Lucia, qué es lo que tanto me ves?!.
—determina Miguel con sus gritos—. ¡Deja de perder el tiempo y ponte la sortija, nos vamos a casar!.

—¿Es en serio?. ¿No se lo va a presentar por lo menos?. —cuestiona Raúl.

—Es que... Está muy borracho. —le responde Leonardo.

Todos vemos cómo Lucia toda emocionada, desliza la sortija de diamantes en su dedo anular, obteniendo que todos empiecen a clamar mientras aplauden: —¡Beso!. ¡Beso!. Beso!. ¡Beso!...

Qué no lo haga, que no se atreva...

Lucia con sonrisa de felicidad en su rostro, complace a todo su público... se acerca hasta el hombre más apuesto de esta noche y sin darle tiempo a refutar, pega sus labios con los suyos.

¡Es suficiente!.

Empiezo a correr, a correr no se hacía donde, pero si muy lejos de todos ellos. Dónde me encuentre sola para ahogarme en mis penas.

¡Fui una tonta!.

La más estúpida de todas las historias, me cegó como a una niña pequeña. ¡¿Cómo pude ser tan imbécil?!. No hay palabras para describirme, en estos momentos me odio a misma.

Corro a toda velocidad con el pecho comprimido y lleno de dolor, porque sus lecciones causadas son peores que las heridas de armas blancas oh de fuego, por los menos esas si no te matan algún día cicatrizan, pero los agujeros que tengo permanecerán para siempre.

¿Cómo pudo jugar conmigo de esa manera?.

Nunca llegamos a definir lo que teníamos, pero en algunos momentos pensé que sentía por lo menos algo lindo por mí, creí que lo que vivíamos era especial para él. Todo fue producto de mi imaginación, porque jamás sintió nada mientras yo le entregaba todo, me entregué a él en cuerpo y alma sin importarme las malditas consecuencias.

Quizás nunca le guste, tal vez solo estaba conmigo para saciar sus ganas, mientras él ami me gustó desde un principio. ¿Cómo no hacerlo?. Es el hombre más apuesto que he podido conocer, su mirada me deslumbró, además de su agradable compañía porque aunque siempre está de malhumor, todas las veces que lo tuve a mi lado me sentí como una mujer importante y deseada, el imbécil finge muy bien... ahora terminé completamente enamorada de ese idiota.

Lo reconozco, me enamoré de él. Estoy enamorada de Miguel Arango... una sonrisa de medio lado aparece en mi rostro de solo pensarlo, pero desaparece con rapidez cuando recuerdo que me enamoré sola del hombre equivocado.

¿Un noviazgo de cuatro años?.

Las lágrimas ya no puedo contenerlas, pierdo esa batalla y hasta la guerra, ya no vale la pena hacerme la fuerte cuando estoy toda destruida por dentro, así que dejo que se deslicen por mi rostro mientras corro por largos pasillos en busca de aire fresco.

Atravieso el umbral de dos grandes puertas encontrándome con la cocina, es bastante espaciosa, podría decir que solo esta área de la mansión es del tamaño de mi casa. Alcanzó ver un desorden increíble... cajas por todos los alrededores, botellas vacías de champán, un montón de copas sin lavar y hasta bocadillos servidos en distintas bandejas.

Ignoro todo el alrededor porque no tengo tiempo para pensar en nada y sigo mi camino hacia la puerta trasera, estoy segura de que del otro lado se encuentra la gran piscina que tanto Mia ha comentado en la universidad.

Todavía sigo sin comprender cómo puede caer en la red de Miguel Arango con tanta facilidad. ¿Cómo fui tan estúpida para creerle su teatro?. Me detengo en la puerta, pero antes de abrirla, pego mi frente de ella y como chiquilla... rompo en llanto, lloro, lloro para sacar todo este dolor que traigo dentro.

Todo este tiempo me sentía culpable por mis mentiras, me juzgaba a mi misma porque me dolía engañarlo, hasta tenía metido en la cabeza que no lo merecía, pero resulto ser todo lo contrario, porque el verdadero farsante aquí es él. Todavía no lo puedo creer, una novia de cuatro años y ahora están comprometidos. Lloro con todas mis fuerzas porque yo no merecía esto, no merecía este daño...

Siento que me voy a asfixiar en cuestión de segundos.

Necesito aire fresco.

Tomo la manilla de la puerta y la abro con rapidez...

—¡No!. —el grito se escapa de mi boca—. ¡No, no!.

Llevo mis manos a la cabeza, perdiéndose mis dedos entre mi pelo y una vez tengo sostenida una buena cantidad, lo jalo con todas mis fuerzas, mientras el bombardeo de mi corazón regresa... Thump, thump, thump, thump.
Temo que en cualquier momento se detenga.

Camino uno, dos, tres pasos hacia delante y siento como la brisa de la noche me arropa... Aprieto las pupilas de mis ojos causando que las lágrimas salgan por montones, en tanto aparto las manos de mi pelo y las llevo hasta mis ojos, los estrujó con rudeza una y otra vez, para así poder creer que lo que estoy viendo sea real y no producto de mi imaginación.

—¡No!. —el grito desgarra mi garganta—. ¡¿Por qué?!. ¡¿Por qué?!...

Caigo sobre mis rodillas, quedando arrodilla con el corazón partido en más de mil pedazos, queriendo apretar ese botón que devuelve el tiempo para evitar los malditos acontecimientos de esta noche.

Pequeñas gotas de lluvias caen sobre mi piel obligándome a llevar la mirada hacia el cielo, está cerrado, sin una sola estrella y con la luna entre oculta, poco a poco se empiezan acrecentar las gotas más grandes y más muchas, hasta que se sienten dolorosas a medidas que impactan sobre mi rostro, en pocos segundos se encuentra lloviendo como si estuviéramos en plena tormenta. Regreso la mirada hacia delante con el temor de volver a presenciar la imagen... Es desgarrador, expulsó aire de mis pulmones por la boca intentando relajar todo mi sistema, después de esta noche no creo volver a tener estabilidad emocional ni con ayuda de una terapeuta. La piscina es inmensa, en color azul y tamaño rectangular, las luces verdes del fondo la resaltan, mientras esa preciosa rosa se encuentra plantada en el mismo centro, con sus pétalos negros brillosos floreciendo a su alrededor...

—¿Por qué te hicieron eso?.

Apenas estoy asimilando, la fuerte lluvia golpea mi cuerpo empapado, las lágrimas están mezcladas, pero queman mi rostro a medida que se deslizan, al igual que mis rodillas se sienten maltratadas por el suelo rústico, mientras mis ojos observan de manera tortuosa como flota en el centro de la piscina, el cuerpo de Mia Arango.

¿Quién tiene el corazón tan cruel para hacer algo tan despiadado?.

¿Quién la odia tanto para llegar hasta el punto de terminar con su vida?.

El sonido de la lluvia emite un ruido fuerte por la intensidad en que cae del cielo, pero aun así logro escuchar vibraciones repetitivas en el lugar, lo que me incita a llevar la mirada en la dirección de donde proviene...

Es un aparato con la pantalla encendida.

Me levanto del suelo de manera rápida y me acercó hasta donde se encuentra tirado el móvil antes de que sus vibraciones se detengan. Una vez cerca, mis ojos detallan lo que presenta su pantalla mojada... es una llamada de Leonardo. Tomo el apartó empapado de agua al igual que mis manos y con urgencia deslizó mi dedo para tomar la llamada.

Pequeña. ¿Alma, se encuentra contigo?. —lo escucho decir, en el instante que pego el móvil de mi oído.

—Ami... amigo, soy yo. —logro responder entre sollozos.

—¿Alma?. ¿Amiga, estás llorando?.

Regreso la mirada a la piscina, causando dolores más fuertes en mi pobre corazón. Apenas hacen minutos que ella sonreía, saltaba y gritaba en el centro de la pista, ahora se encuentra su cuerpo bollando en una maldita piscina.

—¿Alma. Qué está pasando?. —vuelvo a escuchar su vos a través del móvil.

Esto duele hasta para decirlo, pero debo sacar fuerzas ahora mismo.

—¡El cuerpo de Mia está ahogado en la piscina!. —lo grito, perdida en el llanto—. ¡Está... Muerta!.

¿Es una broma. Verdad?. —lo escucho sonreír—. ¡Ustedes me están jugando una broma!.

Eso desearía yo, todo producto de una broma y que juntas nos estuviéramos riendo de esta llamada.

—¡Maldición!. —alcanzo a escuchar la destrucción de un cristal—. ¡¿Alma, estás segura?!. ¿Segura de que ella está muerta?!.

Su pregunta resuena en mis pensamientos: —¿Alma, estás segura?.

La lluvia no se detiene, al contrario, aumenta. El móvil se desliza en mi mano hasta caerse al suelo. ¡He sido una tonta!. Con lágrimas y lamentaciones solo lograré perder el tiempo, así que pongo de lado esa maldita parte sensible que siempre he tenido y aparto el blazer de mi cuerpo con agilidad y sin pensarlo más... me aviento a esa piscina.

Mi cuerpo se sumerge por la presión generada al lanzarme, obteniendo que mis oídos se inunden y tome una grande cantidad agua. Con agilidad me estabilizó, avanzando en movimientos rápidos hasta sostenerme de ella y sacar mi cabeza...

—¡Mia!. —con mi respiración agitada tomo su muñeca, coloco las puntas de mis dedos sobre la parte debajo y presionó—. ¡Tienes que seguir con vida, tú no te puedes morir!.

Siento pulsaciones debajo de mis dedos.

¡Tiene pulso!. ¡Está viva!.

Sin perder más tiempo y con una bonita sensación apareciendo en mi pecho, arrastró su cuerpo harta el borde, de manera rápida salgo afuera y luego con máxima destreza la retiro del agua sacando su cuerpo de la piscina.

La lluvia se continúa agrandando, mientras yo ubico el cuerpo de Mia a mi mejor disposición... Observó su rostro y el pecho se me comprime, tiene moretones al rededor de su mejilla izquierda. Bajo la mirada hasta el cuello y las lágrimas aparecen de nuevo en mis ojos... se encuentran manos marcadas en esa parte.

La asfixio antes de lanzar su cuerpo a la piscina.

¡Maldito, maldito y mil veces maldito enmascarado!.

No pierdo más el tiempo y me acercó hasta su rostro... con mis manos separó los labios de su boca, entonces llevo mi mano derecha hasta su nariz y aprieto sus fosas nasales al mismo tiempo que cubro su boca con la mía y soplo una, dos veces lentamente. Con rapidez me aparto de sus labios y posicionó ambas manos, una encima de la otra sobre su abdomen y realizó una, dos, tres compresiones, pero no logro nada.

En tanto repito el mismo proceso, mi boca pegada a la suya mientras aprieto su nariz y soplo dos veces, me aparto y regreso hasta su abdomen, ahora haciendo las comprensiones más fuertes que las anteriores, pero es en vano, porque tampoco logro nada.

¡No, me daré por vencida!.

De nuevo repito las lecciones de primeros auxilios aprendidas en el taller intensivo que tuve en la preparatoria... Respiración boca a boca y compresiones en su abdomen.

—Vamos Mia, yo sé que sigues con vida.
—aumento mi energía, al mismo tiempo que las lluvias aumentan, presionó su abdomen una y otra vez.

Ella sigue con vida, pero tiene el pulso muy débil, no puedo permitir que suceda una desgracia en esta familia. ¡Tengo que salvarla!.

—¡Joder. Mia, no te des por vencida!.

Declaró mis palabras, al mismo tiempo que impacto mi puño con todas mis fuerzas en el mismo centro de su estómago, logrando que Mia Arango separe los párpados de sus ojos y empiece a votar agua de su boca.

—¡Sí, eso es!. —empujo su cuerpo hasta dejarla de lado y palmeó su espalda varias veces, obteniendo que está saque toda el agua mala de su estómago.

Su respiración es agitada y su pecho sube, baja de manera muy rápida. Me muestra el precioso verde de sus ojos cuando me mira y puedo ver cómo aparece una pequeña sonrisa en sus labios.

—Me salvaste otra vez. —me susurra.

La fuerte lluvia golpea sobre su rostro y le empieza una tos seca preocupante mientras ella continúa con la respiración alterada.

—Lo haría mil veces si es necesario. —le respondo con una sonrisa, la cual desaparece rápida de mi rostro al ver cómo su tos se detiene y nuestro contacto visual se rompe en el momento que ella cierra sus ojos.

¡Mierda, ha perdido el conocimiento!.

—Mia. —con mis manos agitó su cuerpo—. ¡Mia, despierta!.

—¡Aléjate de mi hija!. —gritos de una vos femenina me toman por sorpresa, obligándome apartarme con rapidez del cuerpo de Mia.

Es la Sra. Verónica quien acaba de atravesar la puerta, pero detrás de ella aparecen toda la familia Arango, acompañados de los invitados de la fiesta y hasta de la prensa.

—¡Asesina!. —exclama mientras me acorrala y me señala con su dedo índice—. ¡Tú, la mataste!. ¡Tú, mataste a mi hija!.

En pocos segundos, el jardín trasero de la mansión se encuentra repleto de tantas personas, quienes les importan un reverendo pepino que el cielo se esté derramando en agua, la mayoría no se demora en sacar sus aparatos telefónicos para empezar a grabar toda la escena, al igual que la prensa, los cuales están sobre el cuerpo de Mia tomando toda la evidencia de la escena.

Puedo ver cómo el Sr. Octavio de manera desesperada, pega el móvil en su oído y empieza a gritar desconsoladamente pidiendo ayuda médica. Mientras Michelle llora con todas sus fuerzas al mismo tiempo que abraza a su hermano Milan, quién también se encuentra con los ojos inundados de lágrimas.

Veo como el mayor de los Arango acaba de llegar, trae con él una de esas mismas botellas de whisky que ha tomado toda la noche ubicada debajo de uno de sus brazos. Con su torso marcado y brazos musculosos desnudos, se acerca a pasos lentos con la mirada sobre Mia. Su rostro demuestra lo borracho que está, pero también indica lo mal que le asienta lo que sus ojos ven. Se detiene frente a ella y para sorpresa de todos estrella la botella contra el suelo, al mismo tiempo que empieza a gritar como un loco desconsolado.

—¡¿Dónde está ese maldito?!. ¡Lo voy a encontrar donde esté!. —Pablo intenta detenerlo, para que deje el espectáculo por el estado en que se encuentra, pero este se enfurece más—. ¡No me toques, hijo de puta!. ¡Tomaré las bolas del capullo que le hizo esto a mi hermanita y las exprimiré como a un limón!. ¡Compraré un tigre para picar el cuerpo de ese maldito y se lo daré de comer, pedacitos por pedacitos!. ¡¿Escuchaste maldito enmascarado, donde quiera que estés te encontraré?!.

Con la borrachera que trae, apenas puede estar de pie.

Estoy segura de que si no estuviera tan hebreo su reacción sería distinta.

De modo súbito, unas manos impactan sobre mi mejilla izquierda causando una grande sensación de dolor, además de obligarme a cerrar mis ojos para procesar el golpe inesperado.

—¡Asesina, criminal!. —abro mis ojos encontrando en mi campo de visión a la Sra. Verónica.

—¡¿Sra. Verónica. Qué acaba de hacer?!. —le reclama Leonardo.

—¡¿Alma. ¿Qué ha pasado?!. —me pregunta Samuel.

—¡¿Señorita. Son ciertas las acusaciones de la Sra. Arango?!. —pregunta una mujer pelinegra de los miembros de la prensa, mientras otro de sus acompañantes sostiene la cámara.

Intento responder oh protestar, pero soy detenida cuando de nuevo la misma persona golpea mi mejilla izquierda con todas sus fuerzas.

—¡Irás a la cárcel!. —me señala con su dedo—. ¡Pagarás por lo que hiciste, no te saldrás con la...

Sus palabras quedan a medias, al ser detenidas por mi puño en sus labios.

—¡Está viva, vieja loca!. —acorto nuestro espacio, quedando muy cerca de su rostro y mirando como sangra de la comisura de sus labios—. No me vuelva a poner sus manos encima.

—Señorita le hice una pregunta. ¿Son ciertas las acusaciones hacia usted?. —insiste la mujer de la prensa, en espera por una respuesta.

La Sra. Arango no se da por vencida e intenta clavarme sus garras de nuevo, pero esta vez es detenida por su esposo, quien sostiene su mano evitando que vuelva a tocarme.

—¡Tranquilízate mujer!. —le grita en tono autoritario—. ¡Estás haciendo un espectáculo innecesario!.

—¡Ella, es la asesina y...

—¡Cállate Verónica, me tienes hastiado!. —suelta del agarre de su brazo—. ¡No quiero escuchar ni una palabra más de tu parte!

—¡Vete al demonio!. —le grita y la vemos marcharse sin importarle la situación de su hija.

Esta familia es de locos.

—¿Alma estás bien?. —me pregunta Leonardo, quien se encuentra a mi lado.

—Estoy bien. —alcanzo ver a Miguel, quién continúa gritando estupidez—. Ve con él, tu amigo te necesita.

Asiente y lo veo irse para donde su mejor amigo.

Lucia, se encuentra llorando al lado de Mia, supuestamente son mejores amigas, pero no sé porque me parece que su preocupación es una falsa.

Por inercia, mis ojos se encuentran con los de Raúl, quien se mantiene al lado de Pablo y los padres de Lucia, por sus mejillas se encuentran corriendo lágrimas y me mira preso de la ira como si quisiera gritarme un montón de cosas.

Ahora que lo pienso... llegue a pensar que el enmascarado era él, pero por lo sucedido veo que no. Raúl estuvo en la pista de baile durante la canción completa y luego siguió a mi lado, molestándome el resto del tiempo.

En definitiva, Raúl no es el enmascarado.

Pero. ¿Quién?.

¿Quién está detrás de todo esto?

De pronto, aparecen más de ocho paramédicos con una camilla acompañados por la policía... Entre ellos, alcanzó ver ese señor que se encarga de hacerle un montón de preguntas a sus posibles sospechosos, el comisario Rex.

Puedo ver lo rápido que los paramédicos suben el cuerpo de Mia Arango en la camilla, mientras el comisario habla con el Sr. Octavio y anota en esa pequeña libreta que siempre tiene con él todo lo que escucha.

Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro... Aunque la noche haya sido un desastre, me alegro de que ella siga con vida.

Es lamentable saber que los Arango tienen una madre tan despiadada, la Sra. Verónica se marchó después de su espectáculo sin ni siquiera mirar a su hija, quién han intentado asesinar dos veces. ¡No debió irse!. ¿Dónde estará esa señora?.

Un momento... Aquí no solo está faltando la Sra. Verónica, ahora que miro todos los alrededores de este jardín buscando la chica rubia de vestido azul, me percató de que ella tampoco está y ahora que lo pienso, también desapareció de la pista de baile antes de la canción terminarse.

¿Dónde está Yina Brown?.

Nota de la autora

Sin palabras... Todavía sigo llorando por nuestra pequeña Mia. ¿Quién es el enmascarado?. Ha intentado salirse con la suya dos veces?.

Alma me ha dejado con una duda. ¿Dónde está Yina Brown?. ¿Será que se marchó a Miami antes de tiempo?.

DCLEBRON.

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