Capitulo 25 - parte 2
Sábado, 8:30 PM.
Miguel Arango
—¡Alma Velasco!. —exclama mi hermana, con un brillo de impresión en su rostro, mientras ejerce fuerzas en el agarre de mi mano.
¿Qué es lo que mira?. ¿Por qué tanta impresión?.
Llevo la mirada en la misma dirección que ella para comprender lo que sucede... Pero... ¡¿Qué demonios?!.
Mis ojos encuentran la mujer que acaba de entrar por la puerta grande... No me lo creo. ¿En serio es ella?. ¿Quién carajos la invitó?.
Una sensación de amargura me embarga y siento que la cien me palpita, tanto al punto que en cualquier momento puede explotar. ¡¿Qué hace aquí?!. ¡Estoy seguro de que vino a fastidiarme la existencia!.
Luce tan distinta... Pero si es su mismo rostro, su mismo cuerpo perfecto, es como si fuese la misma persona con diferentes estilos. Camina con pasos firmes, el mentón en alto y muy segura de sí misma.
—¡Hermano!. —una voz me saca de la sinopsis en que estoy, al mismo tiempo que su mano toca mi hombro, es Milan quién acaba de posarse a mi lado, vestido con ropa sport y sosteniéndose de muletas por el pie enyesado.
Debería estar en reposo.
—¡Llegó mi novia!. —me grita con entusiasmo.
¡Maldición, ya lo sé!.
Sus últimas palabras cerca de mi oído me recuerdan el motivo de mi dolor de cabeza en todo el día. Esa maldita se acuesta con mi hermano, al mismo tiempo que me abre las piernas. No sé cuál sea su plan, pero ami ya me tiene hastiado. ¡No quiero verle la puta cara!.
Regreso la mirada al frente y quisiera caminar hasta ella, tomarla del brazo y tirarla a la calle como lo que es, una zorra, pero al contrario, me quedo como idiota sin poder mover las piernas y mucho menos apartar la mirada de su cuerpo, porque el vestido que trae puesto es como un imán para mis ojos... ¡¿Cómo se le ocurre venir aquí con un vestido así?!. Solo me provoca arrancárselo de la piel y lamerla toda, empezando por sus pechos, porque la descarada está exhibiendo todo.
¡¿Ahora se cree exhibicionista oh qué mierdas?!.
La tela de ese puto vestido es con brillantes y totalmente transparente, dejando visibles sus bragas en color nude como si fuese algo muy normal, para el colmo de la situación y calentarme más la sangre... La maldita no trae brasier, está cubriendo las areolas de sus deliciosos pechos solo con dos pequeñas copas en el mismo tono de las jodidas bragas. Siento como me palpita la polla al endurecerse debajo del pantalón, descontrolando mis hormonas, deseando mandar todo a la mierda, llevármela de regreso a Francia por las fuerzas y cogerla duro contra el balcón de mi Penthouse.
Pongo esos pensamientos pecaminosos de lado, en el instante que la maldita me mira directo a los ojos. Obligándome hacer contacto visual con el hermoso avellana de sus ojos, que no salen de mi memoria ni a las fuerzas... Me dedica una mirada lujuriosa, mientras una sonrisa victoriosa aparece en su rostro.
¡Está loca!.
Aparto la mirada de sus ojos regresándolos a su cuerpo, es que todavía no puedo creer que vino vestida así. Trae un blazer negro con brillos en el mismo tono del vestido. ¿Para qué carajos lo usa?. Ni siquiera le está dando el uso necesario porque lo tiene desabotonado... Si ya sé, para mostrar que vino desnuda. ¡Mierda, joder, maldición!.
Me imagino como deben estar todos los hombres invitados de esta fiesta, como unos completos asquerosos, morbosos, con la mirada puesta en ella, pero no solo ellos, porque en estos momentos se encuentra toda la prensa sobre ella, sacándole un montón de fotografías, mientras ella hace su pasarela de llegada como toda una diosa. Debo reconocerlo... Luce malditamente hermosa, con su cabellera larga castaña de reflejos rubios, la cual está peinada en ondas perfectas y lo trae como me gusta... Suelta. En definitiva es la princesa más preciosa que he podido conocer.
La misma incógnita perturba en mis pensamientos. ¿Qué carajos hace aquí?. La veo caminar en nuestra dirección toda empoderada y por estar embelesado de como viene vestida, hasta el momento me doy cuenta de que no viene sola...
¡¿Qué demonios está pasando aquí?!.
Viene colgada del brazo de nada más y nada menos que del imbécil de Samuel Blair, un tipejo de pacotilla con complejo de marica, siempre me ha caído como una patada entre las bolas y desde esta noche me cae mucho peor. El idiota tiene una sonrisa en su rostro como si se hubiera ganado la lotería, está que desborda felicidad por los poros.
Por un momento observó a mi hermana menor, la cual se encuentra a mi lado derecho, sosteniendo mi mano con fuerzas todavía. Sonríe de emoción, pero sé muy bien que no le agrada del todo ver a Samuel en esa posición... Mia siente cosas por ese idiota.
Llevo la mirada sobre Milan, quien se encuentra a mi izquierda... Por su rostro creo que es el más feliz de la fiesta.
—¡Hermano!. —me grita, mientras se acerca hasta mi oído por toda la algarabía—. ¡Mira la belleza que me cargó como novia!. ¡Ese vestido color violeta le asienta de maravilla!.
¡¿Tiene que recordármelo?!... Un momento...
—¡¿Acabas de decir color violeta?!.
—¡¿Tienes problema de la vista?!. —hace un ademán con sus manos para que enfoque la mirada hacia delante—. ¡La chica que viene detrás de la exótica con vestido transparente!.
Regreso la mirada hacia delante, encontrando a dos pasos detrás de la exhibicionista, una mujer pelinegra con un vestido ajustado al cuerpo en color violeta... ¡Esa loca yo la conozco!. Es la misma desquiciada que me agarró la polla en el club de boxeo clandestino.
¡No estoy entiendo ni un carajo!.
—¡¿Milan cómo me dijiste que se llamaba tu novia?!. —le pregunto, cada vez comprendo menos toda esta mierda.
—¡Laura Vega!.
Observo a la Laura que conozco, a mi Laura, la del vestido transparente negro con brillantes, mi castaña de ojos avellanas, esa misma que tiembla y clava sus uñas sobre mi piel cuando la embisto.
Regreso la mirada sobre la del vestido violeta, una pelinegra que con esta noche, solo la he visto dos veces en mi vida.
—¡¿Milan, tu novia Laura, es la del vestido negro transparente con brillantes o la del vestido violeta?!. —no puede ser lo que estoy pensando.
—¡¿Aparte de ciego, sordo?!. —la sonrisa de su rostro desaparece, tiene poca paciencia al igual que yo—. ¡Ya te lo dije!. ¡Es la de violeta!.
¡Sí, si es lo que estoy pensando!... Ambas tienen el mismo nombre, Laura Vega.
¡No!. ¡Maldición, no soy tan idiota para suponer una tontería como esa!. Aquí está pasando algo y todo esto es un enredo porque las dos no pueden tener el mismo nombre, es imposible.
Solo una de ellas es Laura Vega. ¿Pero quién?... Y si una es Laura Vega, entonces. ¿Quién es la otra?.
La exclamación de mi hermana hace unos minutos, aborda en mis pensamientos: —¡Alma Velasco!.
¡Me lleva la...
¡No!. ¡No!. ¡No puede ser, joder!. ¡Esa maldita!. ¡Mil veces maldita!.
¡Todo tiene que ser mentira, solo estoy alucinando!.
Con pasos firmes y toda segura... Por fin se detiene junto a sus acompañantes frente a nosotros, logrando que mi hermana aparte el agarre de nuestras manos y toda emocionada acorte el espacio entre ellas y abrace esa maldita mentirosa como si fuese la invitada más importante de la fiesta. Mientras que, esta por encima del hombro de Mia, dirige su mirada hacia mi rostro y obtiene que él avellana de sus ojos se encuentren con el azul de los míos... Me dedica una mirada distinta, una que jamás me había dado, la cual no logro descifrar, es como si fuese una mujer nueva, sin límites, tentadora y peligrosa.
Todavía no puedo creerlo. Estoy intentando pensar que todo es mentira, que solo es producto de mi imaginación y ella si es Laura Vega, la misma Laura que conocí en aquel hospital, la misma que lleve conmigo a Francia y vivimos esos momentos inolvidables, la misma que se entregó a mis brazos en aquella playa... No sé porque en este instante anhelo tanto que ella si sea Laura Vega y no lo que estoy pensando.
Una sonrisa aparece en sus labios... también está sonriendo diferente, me sonríe con malicia, como si ella fuera mi y yo su presa... Quedó aún más desconcertado cuando de forma inesperada, me regala un guiño de su ojo derecho.
¡Maldita!. Se está burlando de mí en mis propias narices.
De pronto, mi hermana se aparta de ella y lo agradezco, porque también se rompe nuestro contacto visual.
—¡Miguel!. —me grita mi hermana, llena de alegría—. ¿Recuerdas que quería presentarte a...
—¡Mia, yo puedo presentarme sola!. —la mujer que me tiene al borde de la locura, detiene las palabras de mi hermana.
¿En serio tiene tantas agallas?.
La veo caminar uno, dos, tres pasos hacia delante, hasta quedar su figura posada frente ami, es como si su mirada fuera mi perdición, porque nuestras miradas se conectan con facilidad. Observó sus ojos con atención, intentando encontrarle una lógica a todo esto, descifrar la verdad de lo que está pasando, pero no encuentro nada, porque su mirada esta totalmente helada.
Permanecemos en silencio compartiendo miradas por unos largos segundos, sin importarnos lo que están a nuestro alrededor. Quisiera exigirle explicaciones, pero no comprendo por qué me quedo como un completo idiota esperando que hable...
¿Qué dirá?.
Quizás no sea el hombre más inteligente del mundo, pero si tengo un alto coeficiente intelectual, estoy consciente de todo lo que está pasando aquí, sin embargo... Muy en el fondo deseo que si sea Laura, que no me haya mentido, que sea la misma mujer en la que me la pasó pensando en todo el día, aquella misma que atormenta mis sueños cuando aparece en ellos, porque no voy a negar que hasta sueño con ella.
Deseo que sea esa misma ingenua que me saca de mis casillas cuando quiere llevarme la contraria, como en nuestro viaje a Francia, que ella protestaba, haciendo berrinches como niña pequeña que quería regresar a casa porque estaba molesta.
Quiero que sea esa misma que no puede ocultar su alegría cuando está emocionada, como la primera vez que la lleve a la playa y cumplió su sueño de conocer el mar. También como su primera vez junto a sus camiones favoritos el día que fuimos a la empresa... Hasta ahora comprendo por qué ama tanto la arquitectura y la razón de que diseño mi plano con facilidad.
¡Me engañó como a un estúpido!.
Aun así deseo que si sea ella. Esa Laura que se robó toda mi atención y mi lado vulnerable. Con ella siento emociones que jamás la sentí con otra mujer, nunca he estado enamorado, pero si lo que siento por ella es amor, pues lo reconozco... Me enamoré de ella, me enamoré de su sonrisa y del hermoso avellana de sus ojos, me enamoré de su larga cabellera castaña, de su lado sensible y su parte agresiva. Sobre todo amo su cuerpo junto al mío, su piel rozando con la mía, sus gemidos sedientos de deseos cuando la follo duro como me gusta. La amo... Me enamoré de Laura Vega, pero si no es Laura, mi Laura, si resulta ser una mentirosa, farsante, ladrona de identidad... juro que la odiaré por el resto de mi existencia.
¡Lo juro!
—Estaba anhelando conocerlo en persona. —empieza hablar y su mirada continúa conectada a la mía—. Su querida hermana me ha contado cosas muy interesantes sobre usted. —su voz denota firmeza y frialdad, no es el mismo todo de antes—. Ahora que por primera vez lo tengo de frente, reconozco que tenía toda la razón, usted si es interesante. —mientras hace su teatro de que no me conoce delante de todos, la descarada extiende su mano hacia ami, en espera de que la toma.
En el mismo instante, desvío mi atención hacia la pelinegra del vestido violeta... veo como se acerca hasta mi hermano Milan, el cual se mantiene sonriente ami lado y de forma inesperada para todos los presentes, estrella sus labios contra él, en un beso salvaje y lleno de deseo.
Sí... Me engañaron como a un niño de cinco años.
—Miguel Arango, es un placer conocerlo. —mis ojos regresan sobre la mentirosa que tengo frente ami, pero ahora, la fulminó con la mirada, la observó con desprecio, porque a la gente farsante las aborrezco—. ¿Por qué me miras así?. Cómo si fuese un fantasma. —de pronto sonríe, como si le causará gracia y continúa con su mano extendida a la espera de que la tome.
Ridícula... Qué termine de decir de una vez por todas lo que está por decir, ya sé que es, pero quiero escucharlo de su propia boca.
—Soy real, tan real como todos los demás en esta fiesta y eso usted lo sabe más que nadie. —su sonrisa desaparece y el semblante de su rostro cambia por completo, a un gesto de enojo y desagrado—. Soy la mismísima... ¡Alma Velasco!.
Alma Velasco.
Alma Velasco.
Alma Velasco.
Alma Velasco.
Alma Velasco... Retumba su voz como un eco en mis pensamientos una y otra vez.
De pronto, mis oídos escuchan como inicia otra melodía de parte de los músicos de la fiesta, al empezar a tocar sus instrumentos de nuevo, logrando que reaccionen mis sentidos y que lleve la mirada hacia delante, observando todo mi alrededor y hasta el momento me percató que Leonardo, Pablo, Raúl y mi hermana Michelle ya no se encuentran sentados en la mesa que estaban hace unos minutos, sino a nuestro lado, deleitándose con el teatro que las recién llegadas están dando. También veo como mi madre acaba de llegar posando sus ojos sobre la mujer que está frente ami, vestida con ropa transparente y aún con su mano extendida.
—¡¿Y qué haces aquí?!. —le grita eufórica, mientras la dedica una mirada con desprecio.
—Madre, no quieres hacer un escándalo delante de la prensa. —le habla la cumpleañera de la fiesta entre medio de susurros.
Sí... Toda la prensa está encima de nosotros con sus cámaras, grabando, como si estuviéramos actuando para un show de alguna novela.
¡Mierda!... Siento una sensación de querer descargar toda esta rabia contra unos de esos camarógrafos, golpearlo hasta dejarlo irreconocible oh tal vez hasta su cuerpo sin vida... Debo controlarme.
Necesito aire fresco.
Sin volver a mirar la mujer que espera que estreche su mano, paso por su lado, tan cerca que mi hombro rosa con el suyo, sigo mi camino hacia delante, dejando esa maldita mentirosa con su mano extendida y sin responderle absolutamente nada.
Atravieso el umbral de la mansión y me dirijo hacia el jardín delantero, donde veo algunas personas disfrutando de la fiesta desde acá fuera. Me acercó hasta unos de los asientos que se encuentran a un costado, donde a mi hermana Michelle le gusta venir a diseñar sus esculturas todas las tardes cuando nuestra madre no está en casa. Tumbó mi cuerpo sobre uno de ellos, me siento casando, tan casando que quisiera desaparecer de una vez por todas, irme a un lugar donde solo este yo y no tenga que lidiar con gente falsa.
¡¿Cómo soy tan idiota?!.
Todo este tiempo estuve pensando que ella era una de las personas más inofensivas que había conocido en mi vida, jamás imaginé que se burlaba de mí y que solo jugaba conmigo desde el primer día, fuí chantajeado por su inocencia, porque al final resultó ser una vil mentirosa como todos los demás.
¡Maldición!... Cuanto quisiera devolver el tiempo justo a ese día que la atropelle con mi Porsche, ahora si actuaria de la manera correcta... Pisaría el acelerador y dejaría su cuerpo tirado allí en plena calle, sin importarme que otro vehículo le pase por encima.
¡¿Por qué tuve que detenerme, recoger su cuerpo y llevarla al hospital?!. ¡¿Por qué no fui un hijo de puta y la deje allí tirada?!. ¡¿Por qué?!. ¡¿Por qué?!. ¡¿Por qué?!...
Golpeó mi frente con la palma de mi mano, una, dos, tres, golpes fuertes, para poder entender por qué me duele tanto que me haya engañado.
No debería importarme una mierda, solo debería pasar la puta página y olvidarla, pero no siento esa sensación en mi pecho, solo deseo que todo esto sea mentira y tenerla entre mis brazos besando sus labios y repartiendo caricias por toda su piel.
Recuerdo aquella escena de cuando estuvimos en el hospital, ese día fue nuestro primer beso, me acuerdo perfecto de la sensación de sus labios sobre los míos por primera vez, fue como probar una fruta nueva, de esas que nos gusta al instante y se vuelve adictiva. En mi cabeza está cada momento de esa tarde, de cómo el delicioso beso entre nosotros se detuvo cuando el doctor abordo la habitación de forma inesperada, para preguntarle: —Necesito el nombre completo de la joven, para llenar el expediente.
Esa tarde fue cuando inició toda esta mierda, en el momento que de sus labios salió esa maldita mentira: —Mi nombre es Laura.
Todo lo sucedido está plasmado en mi memoria, como hizo una pausa por unos largos segundos, me dedico una mirada rápida y al final termino la jodida oración: —Laura Vega.
¡¿Por qué lo hizo?!.
¡Exijo saber el porqué de sus mentiras!.
Tengo un montón de incógnitas en mi casa. ¿Qué clase de persona entra en la vida de otra con un nombre falso?. ¿Por qué vivió todo eso conmigo si al final le importó una mierda?. ¿Cómo se aparece en la mansión a restregarme lo faltante que es?. ¿Y quién demonios la invitó?...
De esa última pregunta si tengo la respuesta, mi hermana la invitó. ¿Por qué la invitó?. Porque le salvó la vida y confía a ciegas en ella, pero sacando mis propias conclusiones después de saber lo peligrosa que puede ser esa mujer cuando se lo propone, solo me indica una respuesta... Alma Velasco si está confabulada con el psicópata enmascarado.
¡Sí!. Mi madre y Lucia tuvieron la razón desde un principio. Esa maldita es la única responsable de los ataques de ese maniático.
De pronto, alcanzó ver a Luis Reyes, es el chófer de la familia desde hace muchos años y está interesado en mi hermana menor. Viste un traje en color negro y sostiene una bandeja de copas de champán en sus manos, al igual que todos los demás meseros que contrato mi madre para esta fiesta.
¡Necesito un trago para lidiar con toda esta mierda!.
Le hago un ademán con mi mano indicándole que se acerque hasta mí, acata mi orden y lo veo empezar acercarse... Al estar frente ami, me pongo de pie, tomó una de las copas con champán de la bandeja.
Acercó la copa hasta mis labios y de un solo sorbo, bebo todo el líquido de ella con rapidez dejándola totalmente limpia.
—Sí que tenía sed, mi señor. —agrega Luis, el cual me observa con una sonrisa en su rostro, como si fuéramos amigos oh le causará gracia.
Le regaló una mirada fulminante, logrando que esa sonrisa se borre de su boca mucho más rápido de lo que imaginé.
Olvidando su comentario, porque no quiero terminar rompiéndole las costillas. Dejo la copa vacía sobre la bandeja y sin perder tiempo, tomo otra llena.
Hago el mismo proceso de hace unos segundos, bebo todo el líquido de un solo sorbo, dejando la copa vacía. Mis ojos viajan sobre Luis, esperando que repita un comentario mediocre como el de hace unos segundos, pero es como lo supuse, ni siquiera se atreve a mirarme y su rostro muestra mucho miedo.
Las dos copas que tome no me causan ningún efecto y yo necesito bajar este nudo que atascado en mi garganta. Así que otra vez intercambio la copa vacía por una llena.
—Deja la bandeja allí. —le señaló el asiento donde estaba sentado—. Cuando me tome las copas te avisaré para que me traigas otra bandeja, pero procura que sea una más grande, en la cual quepan el doble de copas que está.
—Como ordene mi señor. —hace lo que le pido y lo veo marcharse.
Otra vez me tomo todo el líquido de la copa que sostengo en mi mano. ¡¿Por qué demonios el champán me sabe a agua?!. Continuó con lo mismo, intercambio la copa vacía por una llena y me la tomo toda dejándola vacía, repito el mismo proceso varias veces y sin darme cuenta, cuando voy a hacer el intercambio... noto que ya todas están vacías.
¡Necesito más!.
Busco con la mirada por todos los alrededores del jardín a Luis, el cual por lo visto fue ascendido de chófer a mesero, pero es inútil no lo veo por ningún lado, al que si alcanzó ver es a Leonardo, quien se encuentra caminando en mi dirección.
Ruedo los ojos... No quiero hablar con nadie.
—Miguel. ¿Qué haces aquí?. —me habla mi amigo, al llegar y posarse a mi lado.
—Largo, no estoy de humor. —sigo buscando con la mirada a Luis.
Me imagino que debe estar en la cocina, llenando por lo menos veinte copas de champán solo paga mi.
—¿Te acabas de tomar todo eso?. —me pregunta el castaño, señalando la bandeja de cosas vacías que yace sobre el asiento.
No respondo.
—Amigo. —posiciona su mano sobre mi hombro—. Tomando no solucionarás tus problemas, deja que ella te explique, búscala y escucha lo que tiene para decirte.
—No quiero escuchar sus expli...
Yo mismo detengo mis palabras, en el momento que aparece la siguiente pregunta en mis pensamientos:
—¿Cómo sabes lo que está pasando con ella?. —aparto su mano de mi hombro.
Lo veo un poco nervioso, se queda en silencio por largos segundos encontrando una respuesta.
Por un momento... Regresan a mi mente las palabras de Yina esta mañana cuando estábamos en mi habitación, reunidos con él y Milan: —Es Alma Velasco, la chica que le salvó la vida a Mia, los vimos salir juntos de la universidad.
Una sonrisa aparece en mis labios, de la nada comienzo a reír a carcajadas, porque acabo de darme cuenta de que todos los que me rodean son unos completos farsantes de mierda.
—Tú lo sabías. —sigo riendo, mientras lo señaló con mi dedo indice—. Siempre supiste la verdad sobre ella.
Niega con la cabeza.
—Sabías que me estaba mintiendo y eso no te importo. —la sonrisa de mi rostro desaparece de golpe, nunca había tenido tantos cambios repentinos de humor—. ¡Te acostaste con ella!.
—¡Amigo, no!. ¡Déjame...
—¡No me llames amigo!. —detengo sus palabras—. ¡Mientras ella se burlaba de mí, tú seguías follando con ella, porque lo único que te importa es saciar tus malditas ganas!.
—Miguel, para de gritar aquí, estás llamando la atención. —me regaña.
¡Me importa una mierda!.
—¡¿Cómo te atreviste a tocarla?!. —acorto nuestro espacio y lo tomo del blazer de su traje—. ¡Follas con ella sabiendo que es mi mujer!. ¡Mía, solo mía, de mi maldita propiedad, porque Laura oh Alma me importa un carajo su nombre, es mi mujer!.
Impacto mi puño derecho sobre su rostro con fuerzas, mandando su cuerpo de bruces al suelo, no pierdo tiempo y me acercó hasta él, contraataco con uno, dos, tres, cuatro, cinco, golpes sobre la cara de mi mejor amigo, pero con eso para mí, no es suficiente. ¡Necesito descargar esta ira que me está consumiendo!. Vuelvo atacar... Impacto mi pie contra su estómago, mientras permanece en el suelo, propinándole varias patadas, una y otra vez sin darle oportunidad a que pueda reclamar oh levantarse.
Después de unos largos segundos, me detengo... ¡Ahora tengo que ir por ella!. Le voy a sacar todas las exploraciones que necesito aunque sea a golpes.
Camino en dirección hacia dentro de la mansión, acabo de darme cuenta de que algunas personas que se encuentran en el jardín, observaron como le partía la cara a mi mejor amigo y agradezco que nadie haya intervenido. Atravieso el umbral de las grandes puertas y lo primero que alcanzó ver, es a mi mujer bailando con el imbécil de Samuel Blair. La tiene de espaldas contra él, su cuerpo unido al suyo, mientras la rodea con sus brazos en la cintura y ella sonríe con diversión.
¡Me tocará partirle los huesos a ese mediocre sin talento!. Ni bailar sabe el hijo de puta.
Sin importarme que estemos rodeados de todos los invitados de mi madre y en especial de la prensa. Avanzó hasta ellos, la sostengo del brazo tomándola por sorpresa y de forma brusca la aparto de su agarre. Sin esperar una respuesta de parte de ambos, la arrastró conmigo y abordo la primera puerta que encuentro... El despacho de mi padre.
La entro de mala gana y una vez dentro los dos, cierro la puerta con seguro, obteniendo que sus ojos me reparen por completo, en especial en mis muñecas ensangrentadas. Mientras de mi parte es inevitable no enfocar la mirada en los atributos de su cuerpo, ese maldito vestido la hace lucir espectacular.
—¿Qué hiciste?. —pregunta con la vista fija en mis manos.
—¡Le partí algunos huesos a tu amante!. —de solo recordarlo me enfurezco aún más.
Puedo ver cómo da varios pasos de un lado a otro, mientras sostiene su cabeza con las manos, en una expresión de preocupación.
—¡Eres un idiota!. —está evitando hacer contacto visual conmigo—. ¡Es tu mejor amigo!.
—¡Te importo una mierda que sea mi mejor amigo!. —estoy haciendo lo posible por contener la ira que llevo dentro, no quiero agredirla—. ¡A él también le importó poco nuestra amistad!.
Niega con la cabeza y una sonrisa irónica se escapa de sus labios.
—¡Te metió a la cama, estando consciente de que eres mi mujer!. —en estos momentos se encuentra pellizcando el puente de su nariz, mientras permanece con sus ojos cerrados—. ¡Tú también te metiste en su cama, sin importarte las consecuencias!. ¡No me cabe la menor duda de que eres, una zorra!.
Abre sus ojos de prisa como reacción al escuchar mi última palabra y los gestos de expresión que aparecen en su rostro muestran lo enfurecida que está.
—¡No soy una zorra!. —me mira, pero sin permitir que nuestras miradas se encuentren—. No me acosté con Leonardo, es mi amigo y mucho mejor caballero que tú.
—¿Te molesta que te llame zorra?. —sonrió por lo bajo, mientras llevo mi mano a la cabeza y desordeno mi pelo.
—No lo soy. —afirma.
—¿Estás segura que no lo eres?. —de pronto, aparece en mis pensamientos aquella vez que Mia me contó, como la encontró en la universidad casi teniendo sexo sobre un instrumento musical—. Samuel Blair, tu acompañante de esta noche. ¿Follaste con él?.
—¡Vete al carajo!. —camina hasta la puerta, toma la gira manilla y la gira intentando abrirla.
—¡Contesta la maldita pregunta!. —la rabia está por consumirme—. ¡Demuestra esas agallas que tienes Alma!. ¿Oh mejor prefieres que te llame Laura?!.
—¡Déjame salir!. —continúa intentando abrir la puerta, hasta que le saca el seguro a la perilla.
Intenta abrirla de prisa, pero la detengo en el momento que giro su cuerpo frente ami, en tanto sin pensar las cosas... La sostengo por el cuello y la empujó contra la puerta sin contemplación alguna, obteniendo sacarle un gemido de sus labios de dolor, a causa del impacto de su espalda contra la puerta.
—¡¿Cómo pudiste mentirme?!. —pego mi cuerpo del suyo, mientras ejerzo fuerzas en el agarre de su cuello.
—¡Suéltame!. —exige con una voz dificultosa, a pesar de que está intentando demostrar que no le estoy haciendo daño.
—¡Eres muy valiente para venir hasta aquí y restregarme en la cara que me engañaste desde un principio!. —el sonido de mi voz golpea su rostro, por la gravedad de la fuerza de cada palabra.
Quiero ser aún más agresivo con ella, pero por un momento me estoy desconcentrado, al sentir mi miembro más duro que una roca debajo del pantalón... Me restriego contra ella para que lo sienta, para que entienda de una vez por todas que la única polla que debe desear es la mía.
Sus ojos se encuentran con los míos y agradezco que eso suceda, porque él avellana de sus ojos siempre me transmiten mucha paz, y eso es lo que necesito en medio de esta tormenta, paz. Quiero mirar siempre esos ojos, para mantenerme calmado y que los demonios que llevo dentro no salgan a la luz.
Tal vez sea un mediocre, pero es inevitable no desearla cuando la tengo cerca, por eso... Estampó mis labios contra los de ella y la beso, beso su boca consumiéndola como mi droga favorita, calmando esta ira que quiere destruir todo y que no le importa nada, porque sus labios me transmiten paz al igual que su mirada, la necesito tanto, que no logro entender en qué momento ella se convirtió en mi deseo primordial. Ejerzo más fuerzas contra el agarre de su cuello, logrando sacarle gemidos en el proceso, gemidos que se cortan en el beso. Sus manos se sostienen del blazer de mi traje y la fuerza en mi mano aumenta aún más, mientras nos besamos consumiendo un fuego difícil de apagar... Me aparto de sus labios en busca del aire y nuestras miradas se vuelven a unir.
—Te cogería de espaldas contra esta puerta ahora mismo. —susurro contra sus labios—. Lo haría con todas mis fuerzas, hasta que pierdas la estabilidad y te desmayes.
Su pecho es un sube y baja.
—Deseo tanto de esa deliciosa vagina en mi boca, en estos momentos. —continuo apretando más su cuello, hasta que veo sus ojos gritar clemencia—. Primero me comería ese coño como me gusta y luego te ahogaría con mi polla en tu garganta.
Sus manos agitan mi traje, enviándome una alerta de que si continúo apretando por unos segundos más, la puedo matar.
—Deseo tanto follarte... Pero no lo haré. —suelto el agarre de su cuello, apartándome de su lado, dejándola sin mucha estabilidad, tosiendo una y otra vez, mientras sostiene su pecho.
No quiero hacerle daño, pero el demonio que llevo dentro no le importa terminar con todo lo que me rodea.
—Eres... Un gilipollas de mierda. —su voz está agitada.
La veo recomponerse, pero me toma de sorpresa cuando de repente la palma de su mano impacta en mi mejilla derecha, dejando un ardo dolor en esa parte.
—¡No voy a permitir que sigas humillándome, suficiente tuve con que me dejarás en esa playa botada a kilómetros lejos de mi casa!. —declara presa de la rabia.
De nuevo no lo veo venir... impacta su mano contra mi rostro por segunda vez, pero ahora, lo hace del lado de mi mejilla izquierda—.
—¿Quieres que te responda la pregunta de hace unos minutos?! —agrega con molestia.
Mis manos viajan a mi mandíbula, masajean esa área... Duele como un carajo.
—¡Sí, me follé a Samuel Blair!.
¡¿Disculpa?!.
Sus gritos me dejan en una posición, de no saber qué pensar, hacer o responder
¡Hija de puta!.
—¡¿Quieres los detalles?!. —continúa, mientras aparece una sonrisa victoriosa en su rostro—. ¡Folla como un Dios!.
—¡Cierra la puta boca!. —tengo que contenerme, no quiero hacerle daño.
—¡Chupa mi vagina como si fuera el último día!. —empieza a reírse a carcajadas—. ¡Y me embiste con sus dedos al mismo tiempo que su lengua traza movimientos expertos, hasta que acabo corriéndome sobre su boca!.
—¡Silencio!. —No voy a lograr contenerme, mis manos se han vuelto puño... me estoy preparando para lo que se viene.
—¡¿Sabes cómo termina él?!. —solo son unos segundos para estallar—. ¡Termina tomándose todos mis fluidos y...
La ira se apodera de mis acciones, es algo que no puedo controlar... Impacto mi puño con todas mis fuerzas contra la dura pared, sería incapaz de hacerle daño a ella, por eso, descargo toda esta rabia contra las paredes de este despacho. Una, dos, tres veces golpeó la maldita pared, sin sentir dolor, porque es más doloroso el sufrimiento que siento al saber que otro hombre la ha tocado, como solo yo deseo hacerlo.
Con el pecho comprimido y los nudillos de mis muñecas llenas de sangre me aparto de la pared, dirigiendo la mirada en su dirección... La veo asustada, con lágrimas corriendo por sus mejillas y ambas manos sobre su cabeza.
—Estás loco. —habla en un tono de voz bajo, pero la alcanzó a escuchar perfecto.
Su mirada se conecta con la mía y logró descifrar el temor que está sintiendo. Ella es una maldita mentirosa, pero es inofensiva, no es capaz de hacerle daño a nadie, en definitiva es imposible que esté aliada con el enmascarado oh algún otro maníaco. ¿Cómo lo sé?. Porque estoy leyendo lo que sus ojos me transmiten. Alma, Laura oh como mierdas sea su nombre, es una de las personas más nobles que he podido conocer. Por un momento comprendo por qué se marchó hacia los brazos del idiota de Samuel, no la merezco, soy una mierda como persona y mientras ella es el cielo, yo soy el infierno.
—Largo. —le señaló la puerta con una de mis manos.
No responde, solo continúa haciendo contacto visual con mis ojos.
—No quiero saber más de ti. —confieso, aunque una parte de mí quiera hacer otra cosa—. Me mentiste y te follaste a Samuel, lo nuestro se acabó.
Aparta la mirada de mis ojos y la veo aproximarse hasta la puerta, pero antes de abrirla, se gira hacia mí, en tanto miro en otra dirección, para no volver hacer contacto visual con ella.
—Nunca tuvimos nada. —la escucho hablar—. No sé cómo se le llame a lo que vivimos usted y yo, pero lo que sea término desde aquella mañana en mi casa, cuando le confesé lo que sentía y usted solo se marchó sin responder nada a cambio. Nunca sintió nada por mí.
Se equivoca.
—Adiós, Miguel Arango. —escucho como suena la puerta al cerrarla, cuando termina de marcharse.
Mis ojos viajan desde donde escuchaba su voz... Ya no está, la perdí. No debería importarme, pero no comprendo por qué no puedo despreciarla como lo hago con toda la gente que me miente.
Camino hasta la licorería que mi padre tiene a un costado aquí en su despacho, necesito un trago, para ver si me olvidó por completo de ella de una vez por todas. Sostengo una de las botellas de whisky, también un vaso de cristal para verter el líquido, pero como soy un maldito animal y la ira me consume, terminó destruyendo el vaso de cristal, estrellándolo contra el suelo y dejándolo en trocitos por todo el alrededor de este lugar. Sonrío como idiota.
—¿Cómo pudiste engañarme, ojitos lindos?.
Llevo la botella hasta mis labios y bebo un trago largo de whisky, sintiendo ese líquido caliente quemar mi garganta. Necesito olvidarla, tengo que olvidarla, deseo odiarla con todo mi ser, pero no puedo, es imposible porque la maldita me hechizo con su mirada, su sonrisa, su voz, su encanto y sobre todo con sus gemidos. Es la mujer que quiero ami lado, pero no la puedo tener, porque es una completa mentirosa y yo odio las mentiras.
Me tomaré toda está maldita botella de whisky y si es necesario me beberé la puta licorería completa, hasta olvidarla oh morirme esta misma noche.
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Sábado, 10:00 PM.
Alma Velasco
Los latidos de mi corazón retumban como un tambor. Una de mis manos rodea mi cuello, mientras la otra sostiene mi pecho... no debí permitir que nuestra conversación llegará tan lejos. ¿Cómo accedí a ese beso?. Está claro que su tacto me vuelve vulnerable, no solo su tacto, sino todo de él, porque desde que lo tengo de frente me debilitó.
Por un momento, unos de los apuestos uniformados con bandejas llena de copas de champán se lleva mi atención, sin pensarlo, se me ocurre la brillante idea de caminar hasta él... Dicen que el alcohol hace olvidar todos los problemas.
Una vez estando a su lado, sostengo una de las copas y como toda bebedora principiante la acercó hasta mi boca, me bebo todo el líquido de un trago bastante largo, mientras el mesero me observa con rostro sorprendido, su nombre es Luis. Mia me comentó de él hace unos minutos, es su chófer y está enamorado de ella, pero según Mia entre ellos no pasará nada porque lo considera un gran amigo.
El sabor del champán es... Horroroso, la verdad no entiendo como pueden existir personas que se gastan un pastal en unas botellas de esas. Regreso la copa vacía en la bandeja de Luis, quién no aparta la mirada de todos mis movimientos.
—Mal servicio, los problemas de mi mente siguen sin borrarse. —le hablo al desconocido.
Me mira por unos largos segundos, pero luego lo veo rodar los ojos en una expresión como: —¿Está de donde salió?.
Sin más, termina de marcharse, dejándome con un sabor amargo en mi paladar y con el mismo recuerdo de los labios de aquel hombre sobre los míos. Es inevitable borrar recuerdos como esos, porque es que su boca es exquisita, son los mejores labios que he podido probar y para ser justa, debo reconocer que nadie me besa como él y el beso que estampó contra mis labios hace unos minutos, será por siempre uno de mis favoritos, fue con esa posesividad y agresividad que me enloquecen de él.
Agradezco que haya detenido ese beso porque lo nuestro no puede continuar, no después de haberle mentido como lo hice y mucho menos ahora que seguí con más mentiras solo para provocarlo. ¿Cómo se me ocurre gritarle que me acosté con Samuel?. Se puso irreconocible, lleno de rabia... como golpeaba la pared sin importarle lastimarse.
En definitiva, juntos somos un error.
Acabó de escapar ilesa de sus garras y me encuentro en la fiesta de nuevo. Fiesta bastante aburrida, aparenta la celebración de los ancestros de esta familia, la única parte divertida fue mi épica entrada. ¿Cómo olvidar el rostro de todos cuando me vieron llegar?. En especial el de la Sra. Verónica y el de Lucia. La segunda mencionada la vi atragantarse con un trago de vino. Agradezco a la festejada por regalarme este increíble atuendo, porque gracias a ella cause esas miradas y logré que convertirme en la sensación de la noche.
Reparo todo el alrededor desde donde estoy, me encuentro a un costado de los músicos, quienes lucen bastante cansados y tocan melodías como si estuviéramos celebrando los cien años de la Sra. Verónica. ¿De quién fue la brillante idea de contratarlos?. Debieron mejor traer a un DJ, así disfrutábamos de una fiesta divertida, pero. ¿Quién soy yo para juzgar, si está es mi primera fiesta?.
Por cierto, la persona que organizó está celebrando se lleva el premio como, la exageración del año. Solo con la torre de bizcocho de doce plantas rompen los estándares... Esperemos que el encargado de repartir no la derrumbe y me entregué una buena porción, porque unos de los motivos que sigo en esta aburrida velada es por mi pedazo de pastel. También tengo una inquietud. ¿Buscarán una escalera para que la cumpleañera suba a la primera plata apagar las velas?.
Sonrió... Solo de imaginar a Mia sobre unas escaleras, mientras todos le cantan esa famosa canción de cumpleaños.
Alcanzó a verla... Se encuentra tomándose fotografías con su hermana Michelle y Lola, la señora que me presento minutos atrás. Mia ahora luce diferente, está usando un vestido distinto. Este es en color rojo vino, muy similar al anterior, la misma falda abullonada, mangas largas que cubren sus brazos, diseño en V en el centro del pecho, pero con la diferencia de la parte de arriba con brillos. La veo con una sonrisa en el rostro, está feliz y eso es lo importante. ¡Qué disfrute su noche!.
De repente, mi campo de visión es invadido por un galán de piel morena, vestido con un traje gris ceñido al cuerpo... Es el tonto de Raúl.
Quién menos me apetecía ver en estos momentos.
—Tenemos que hablar. —me dice—. Ven conmigo.
Lo veo encaminarse a la salida y no me queda de otra que seguirlo...
Llegamos a la parte delantera de la mansión, lo que es como una especie de jardín, donde podemos ver una parte de los invitados disfrutando desde aquí.
—Raúl, habla de una vez. —hablo al mismo tiempo que cruzó los brazos sobre mi pecho.
La temperatura de la noche se siente fría, eso es porque nos acercamos al invierno.
—¿Te olvidaste del acuerdo que hicimos?. —su voz es desafiante.
Observó su rostro y me está mirando fijamente sin ni siquiera parpadear, quiere intimidarme y lo está logrando.
—No lo he olvidado, pero... —hago una pausa y miro en otra dirección—. Nuestro trato terminó, Miguel está al tanto de quién soy, ya no tienes conque amenazarme.
Percibo, como entra ambas manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y una risa desafiante se escucha salir de su garganta.
—Estás equivocada. —a pasos lentos acorta la distancia entre nosotros—. ¿Ya le contaste a Mia que te acuestas con su hermano?.
Su figura le hace sombra a la mía y puedo sentir el aroma de su colonia varonil al tenerlo tan cerca de mí.
—¿Qué crees que ella pensara cuando descubra que te coges a su hermano?. —una de sus manos sale de su bolsillo y viaja hasta mi mentón, no demora en mover mi cabeza hacia delante para qué observé su rostro—. Lo mejor que puedes hacer es callar, porque cuando Mia se entere de la verdad, su amistad terminará.
Suelta del agarre de mi mentón...
—Deja de perder el tiempo y habla con Mia para que acepte salir conmigo. —me da la espalda para marcharse.
—¿Por qué tanta obsesión con ella?. —mi pregunta sale imprevista—. ¿Eres el enmascarado?. ¿Verdad?.
Vuelve a girarse, dándome la cara. Ahora su gesto ha cambiado de humor, está furioso... Me toma del brazo con rudeza y me pega contra su pecho, causando que mi oído quede cerca de su boca.
—Sí. —susurra, avivando todos mis miedos—. Soy el enmascarado y si no quieres convertirte en un obstáculo para mí, acata mi orden.
Me aparta de su pecho y ahora si termina de marcharse, dejándome desconcertada por su confesión.
Es él, es el enmascarado, el mismo que intento quemar a Mia viva, también aquel que entró a la mansión a media noche para secuestrarla... Mi respiración está fuera de control, porque no tengo la menor idea de que hacer con esa información.
No tengo pruebas para correr con la policía y contarle la confesión de Raúl. ¡Nadie me creería!. Sería la palabra suya contra la mía y como él es de la misma categoría de esta familia, siempre tendrá todas las de ganar y yo todas las de perder.
—¡Alma!. —mi corazón late aún más rápido, debido que no esperaba a nadie más en este instante.
Su figura se posa frente ami y siento un gran alivio al encontrarme con los ojos café de Leonardo.
Lo reparó... Sostiene su nariz con una pequeña toalla empapada de sangre y tiene moretones al rededor de su rostro, además de traer su camisa blanca manchada del líquido rojo carmesí.
—¿Estás bien?. —me acercó hasta él y llevo mis manos hasta su rostro, logrando sacarle un gruñido de dolor—. Lo siento.
—Tranquila, estoy bien. —me dice, al mismo tiempo que pasa por mi lado y toma asiento en uno de los asientos del alrededor.
Por un momento, mi atención se la lleva, la bandeja de copas vacías que se encuentra en el asiento del lado. Muchos pensamientos vienen a mi cabeza, que unos de los meseros se hartó de la fiesta, dejo la bandeja allí y se marchó, oh qué uno de los invitados se tomó todas las copas, para aliviar su triste depresión.
¿Por qué estoy pensando estas cosas?.
Pongo esos pensamientos de lado y me concentro en mi amigo que está sangrando.
—Solo mira cómo estás por mi culpa. —soy la única responsable de que esté así, no debí arrastrarlo a mis problemas.
—No pensemos más en eso. —lo escucho decir.
—¿Cómo dices que lo olvidé?. —tomo asiento a su lado—. Solo mira como te dejó, necesitas ver un doctor.
—Alma estoy bien, ya te lo dije. —recuesta su cabeza hacia atrás, con sus manos continúa sosteniendo la toalla que cubre su nariz y lo veo cerrar sus ojos—. ¿Él fue por ti, verdad?.
Gracias a su pregunta, aparece en mis pensamientos la imagen de nosotros. Él acorralándome contra la puerta, mientras cortaba mi respiración al sostener con fuerzas mi cuello, su erección maltratando mi abdomen y cómo terminó besando con furia mis labios.
—Alma, acabo de hacerte una pregunta. —me regresa a la realidad—. ¿Acaso terminaron cogiendo?.
Por poquito...
—¿Cómo vas a decir eso?. —bufo—. Claro que no, recuerda que sigo enojada con él.
—Tu silencio me demostró lo contrario. —me dice.
En este momento me pongo de pie, porque no tengo idea de que responderle.
—Leonardo hablamos de otra cosa. ¿Si?.
Lo veo levantar la cabeza y ya tiene sus ojos abiertos, me mira con rostro acusatorio mientras su mano continúa sosteniendo la toalla que cubre su nariz.
—Mírame a los ojos. —me dice y obedezco—. Júrame que no terminaste excitada después de su encuentro.
Acabe empapada, con los pezones erectos, pero no me atrevo a reconocerlo... Aparto la mirada de sus ojos para no parecer culpable.
—Vamos amiga. Tu sucio secreto quedará guardado conmigo. —se pone de pie y se posa frente ami—. Viniste a la fiesta para vengarte de él por dejarte votada en esa playa y ahora te sientes culpable, porque casi terminas follándotelo.
Una sonrisa aparece en mis labios.
—Sí. —confieso—. Es inevitable lo que él puede causar en mí.
—¡Ese es mi amigo!. —exclama emocionado.
—Te recuerdo, que ya no es tu amigo. —rueda los ojos por mi comentario.
Tacones resuenan en el suelo, logrando que miremos en la misma dirección que proviene el sonido. Es Mia Arango, quién se está acercando hacia nosotros.
—¿Ustedes que hacen aquí?. —nos pregunta al llegar.
Ahora tiene otro vestido distinto. ¿Cuántas veces se cambiará en esta noche?. Este es el más hermoso de todos. Es en color negro y brilloso, tiene un abierto en el inicio del muslo, dejando su pierna derecha visible completa, aparte de tener un escote transparente en el centro que muestra el valle de sus pechos.
¡Luce sumamente preciosa!.
—¡¿Leonardo que te sucedió?!. —exclama la festejada con sus ojos sobre el castaño agredido.
—No lo vas a creer. —responde en tono divertido—. Resbale y me caí de cara.
La mentira menos creíble que he podido escuchar.
—¿En serio?. —pregunta, sin poder creerlo.
—¿Cuándo te he mentido?. —alega el castaño.
—Es cierto, Mia. —respondo, apoyando su mentira—. Justo me estaba contando como fue su caída.
—Leonardo, eres muy torpe. —responde Mia, con mucha duda en su mirada.
—Así me amas, nena.
Me gusta como se llevan estos dos.
—Alma, Leonardo. —dice Mia—. Los estaba buscando, porque Milan está por anunciar mi regalo de cumpleaños y tiene a todos reunidos en silencio.
¿Anunciar su regalo de cumpleaños?. Llegue a pensar que con la fiesta exagerada era más que suficiente.
—Aquí nos tienes, vamos a dentro. —le responde Leonardo.
—Sí, vamos. —secundo.
Los tres nos ponemos en marcha dentro de la mansión...
Atravesamos las puertas grandes, encontrando a todos los invitados reunidos en silencio, frente a ellos se encuentra Milan Arango, quién tiene un pie enyesado y se sostiene gracias a las muletas. En una de sus manos tiene un micrófono y su rostro muestra emoción.
¿Cuál será el regalo?.
Nota de la autora
¡Qué emoción!... Hasta aquí se sintió la tensión entre Miguel y Alma.
Pobrecito nuestro castaño de ojos café, como lo golpeó su propio mejor amigo.
Todos están emocionados por saber cuál es el regalo sorpresa de Milan para su hermana. ¿Ustedes, qué le regalarían a una chica como Mia Arango en su cumpleaños?. Estaré leyendo sus comentarios...
Esta segunda parte de la fiesta es dedicada, para una fiel seguidora de esta historia muy especial Escritoras1616. Gracias por tus motivaciones y palabras lindas. También te agradezco por editar las siguientes fotos sobre Alma y Miguel en la fiesta.
DCLEBRON.
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