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Capitulo 24 .. Corazones rotos

Alma Velasco

Sus labios son una perdición, la perdición de todos mis sentidos. Hace solo unos momentos estaba dispuesta a borrarlo de mi vida, por su ausencia, por ignorarme después del increíble viaje que tuvimos a Francia, pero todo fue hasta que tocó a mi puerta, para hipnotizarme y hacerme olvidar lo molesta que estaba con él. Ahora su boca se encuentra unida a la mía y no tengo planes de apartarlo, desde que llego no ha dicho una sola palabra y tampoco quiero que lo haga, por ahora solo deseo que me haga suya de la forma que me gusta, esa forma que me tiene enloquecida y siempre con hambre de él.

Estamos en la habitación sobre la cama... quizás sea una mala idea permitirle entrar aquí porque este dormitorio lo comparto con mi hermana y si mi madre nos encuentra se decepcionaría de mí, en esta casa no se permiten hombres y menos en nuestra habitación, pero por ahora no quiero pensar en nada, ambas están fuera de la casa y no quiero preocuparme demás.

En mi defensa, no es de mucha ayuda tomar buenas decisiones mientras el cuerpo de Miguel Arango está sobre el mío. Él también está consciente de que todo esto es una mala idea, pero es imposible asimilar mientras estamos sintiendo nuestras pieles sin ningún impedimento al estar totalmente desnudos, con su enorme erección maltratando mi bajo vientre y mis botones erectos rozando su pecho, sus manos recorriendo mi cuerpo y las mías sobre sus mejillas, sin romper nuestro beso ardiente ni un momento.

En definitiva este hombre me hace perder la cordura. No tengo la menor idea dónde mierdas quedó la toalla que cubría mi cuerpo y tampoco recuerdo en qué parte de la casa dejamos tirada su ropa... mi madre me matará.

Su lengua húmeda baja por mi cuello torturándome, obligándome a temblar por sentir como lame mi piel, lo hace muy despacio, tomándose todo su tiempo, repartiendo besos suaves en el proceso y trasladándose al mismo paso hasta mis pechos, atrapa el izquierdo, me deleitó al ver cómo su boca lo cubre casi completo, demostrando el hambre que tiene de comerlos. Estoy como un mar de tan empapada y el cosquilleo me desespera... necesito sentirlo dentro de mí.

Este hombre todo lo hace bien, su profesionalidad en cada detalle es impresionante, como ahora que me está comiendo los pechos, los atiende a cada uno con chupetones y mordiscos, mientras que con sus manos los magrea a su antojo. Mis botones duelen de tan erectos y mi vagina palpita por culpa de la excitación.

Hace varios días que llegamos de nuestro viaje a Francia, días que no lo tenía tan cerca de mí y me siento como si necesitara de él a diario, es como si fuese una penuria cuando no está conmigo. Miguel Arango me gusta, me gusta demasiado.

Con besos húmedos sobre mi piel se desplaza despacio por mi estómago hasta llegar y detenerse en mi ombligo, puedo sentir como su lengua lo humedece, haciendo que mi cuerpo tiemble al mismo tiempo que bajan fluidos de excitación por mi vagina... esto me está desesperando, necesito sentirlo dentro de mí.

Continúa trasladándose con su lengua humedad, dejando pequeños besos en el proceso del camino, se detiene en mi pierna derecha y continúa repartiendo caricias con su boca, mientras una de sus manos aprieta el muslo de mi pierna izquierda, robándome un corto jadeo porque con la lentitud de cada movimiento mi cuerpo no se está conteniendo.

—Miguel... —pronuncio su nombre con voz distorsionada, porque sus besos en mi pierna me tienen al borde de un colapso.

—Uhmm...

—No aguanto más. —confieso.

No entiendo en qué momento me volví tan necesitada de este hombre.

—Ojitos lindos abre las piernas. —su voz se escucha en susurros.

Amo que me llame así... obedezco a sus órdenes, separando mis piernas de extremo a extremo, lo más abiertas posibles.

Me sostengo sobre mis codos para poder verlo mejor... tiene su mirada fija en mi vagina, la observa con atención, en tanto sus manos masajean mis muslos de forma despacio. Acerca su rostro hasta mi intimidad, pero no hace lo que esperaba sino que empieza a repartir pequeños besos al rededor de ella... sé lo que está haciendo. ¡Me está torturando!.

—No aguanto un segundo más.

—Ojitos lindos, solo tienes que pedirlo. —habla sin detener los besos.

Sabe muy bien lo que deseo. ¿Quiere que le suplique que me folle?.

—Hazlo, pídeme eso que tanto quieres, estoy aquí para complacerte. —su voz ronca es perfecta para la ocasión.

—Chupámela. —me desconozco—. Chupame la vagina hasta que me corra.

Cómo es de esperarse... pega su boca de mi sexo, atrapando mi clítoris sin perder tiempo y chupándolo con apetito, haciéndome gemir fuerte por la rica sensación que se siente allí debajo. Observó como come de ella sin límites y saborea todos mis fluidos porque lo está disfrutando al igual que yo. Sus ojos viajan hasta mi rostro y esa mirada azulada que me encanta se encuentra con la mía, en tanto continúa chupando de mi vagina, el momento es increíble... él haciendo contacto visual con mis ojos mientras me la chupa.

Siento como su lengua comienza hacer movimientos expertos sobre mi clítoris, lo hace a una gran velocidad y puedo ver cómo con su mano derecha separa mis labios vaginales para tener mejor acceso, que nada le impida en el proceso.

—Tienes magia en esa lengua. —las confesiones salen solas.

Este hombre saca el lado más perverso de mí, una forma que desconocía, porque cuando estoy con él nada me cohíbe, no me importa gritarle lo excitada que estoy por él.

—Lo... lo haces... muy bien. —hablo entre gemidos.

Desde que aquí se aprecia una excelente vista. Él comiendo de mi sexo mientras tiene sus ojos conectados con los míos.

De repente aparta su boca de mi vagina haciéndome sentir vacía y justo cuando voy a protestar, impacta la palma de su mano sobre mi sexo una, dos, tres golpes leves que sobresaltan mi cuerpo al sentir cada uno. Miro su rostro y tiene una sonrisa en sus labios, los cuales están húmedos, empapados por mis fluidos.

—Esa vagina está deliciosa. —reconoce.

Son las mejores palabras sucias...

Sin esperar una respuesta de mi parte, atrapa con su boca mi vagina otra vez. Siento como chupa de mi clítoris ahora con más deseo, mientras yo elevo mis caderas hacia delante y llevo ambas manos hasta su cabeza, hundiéndolo en mi vagina para disfrutar más este momento.

Chupa con devoción, como si no existiera un mañana, succionando mi botón con firmeza, obligándome a gemir con fuerzas por la deliciosa sensación que me hace sentir. Envuelvo mis pies en su cuello, para presionarlo más hasta mí, él no pone resistencia, al contrario, sus manos la posiciona en mis caderas y me hunde más en su boca, aumentando la fuerza del chupetón en mi botón.

El trabajo que está haciendo es jodidamente bien, circula mi clítoris con su lengua, chupa, succiona todo, mientras yo estoy perdida en el placer que su boca me está brindando. Mis caderas ondulan contra su cara por si solas al mismo tiempo que mis piernas lo impulsan más ami. Siento como mi estómago se contrae, mi cuerpo tiembla y sin contemplaciones ni piedad de su parte, chupa con más intensidad, arrancándome un jadeo ahogado al ser atrapada por un delicioso orgasmo, con la dulce tortura de que no se aparta, continúa chupando hasta tomarse absolutamente todo, dejando mi cuerpo abordado por la adrenalina y con la respiración más rápida que una locomotora.

—¿Ojitos lindos te importaría soltarme?. —me pregunta, estando su boca aún muy cerca de mi sexo.

¡Oh por Dios!...

Aflojó mis piernas, apartándolas de su cuello y hasta el momento me doy cuenta de que estaba ejerciendo demasiadas fuerzas en ellas... ¡Casi lo ahorcó!... Por estar perdida en el delicioso placer que me brinda su lengua casi lo mato.

Se aparta de mi sexo con una gran sonrisa en mis labios, mostrando su perfecta dentadura, con la boca, nariz y mejillas empapadas de mis fluidos.

—¡Vaya, excitada eres peligrosa!. —comienza a reírse a carcajadas—. Si me matas no te conviene, porque no podré volver a comerte esa deliciosa vagina.

¡Santo, cielos... que vergüenza!.

Puedo ver cómo su lengua recorre sus labios, limpiando todo el residuo de mi humedad de ellos. La imagen es tentadora, porque es inevitable que mis ojos no viajen por si solos hasta su parte baja, es imposible no mirar su miembro, lo tiene como roca y siento un cosquilleo en mi vagina, alertándome de que ahora tengo mucho más ganas de él.

—Ojitos lindos, mi rostro está aquí arriba. —sus palabras me toman por sorpresa.

Sin embargo, no hago el más mínimo esfuerzo de apartar la mirada de su zona baja, sigo con mis ojos fijos en su miembro, deseándolo cada vez más por su inmensidad de tamaño. Ahora lo sostiene con su mano derecha y empieza a deslizarla sobre él, desde el tronco hasta la punta con lentitud, repitiendo los mismos pasos una y otra vez.

Miguel obliga mis sentidos a perder la inocencia, oh tal vez nunca la tuve, porque cuando estoy con él todo mis movimientos los hago por impulso, nada me cohíbe, nada me importa... llevo una de mis manos hasta mi boca, humedezco los dedos con mi lengua y como niña buena la desplazó hasta mi sexo, posicionándola sobre mi clítoris y sin apartar la vista de sus movimientos, empiezo a frotarlo con mis manos, a la misma velocidad que él desliza la suya sobre su polla.

Disfruto del placer que me estoy brindando y me deleitó al verlo en esa posición. Mis ojos viajan hasta su rostro y tiene la mirada fija en mi sexo, observando con atención como me masturbo, mientras él lo hace también. No es la primera vez que lo hago, pero en esta situación se siente aún más delicioso. Empiezo a mover la pelvis como un vaivén desde adelante hacia atrás, en tanto mis dedos frotan mi botón, al mismo tiempo que los jadeos se escapan de mi boca. Lo veo aumentar la velocidad de su mano y gruñidos salen de sus lindos labios, sin apartar la mirada de mi vagina. Esta escena la estoy disfrutando, mis dedos resbalan en mi sexo de tan humedad que estoy y la corona de su miembro brilla por el líquido pre seminal que sale de él.

Aumento la velocidad de mi mano, mientras que cierro mis ojos gozando de este momento, solo me concentro en escuchar como sus gruñidos se mezclan con mis jadeos y en sentir como mi cuerpo se contrae, una corriente viaja por todo mi cuerpo y mis piernas las siento débiles, percibo que estoy a punto de correrme, solo uno segundos más y...

—Preciosa date la vuelta. —sus palabras son como una intervención, me regresan a la realidad, me obligan a bajar de la nube que estaba montada y me impulsan abrir mis ojos...

¡Joder, solo eran unos segundos más!.

Sin refutar, obedezco a su petición girando mi cuerpo, sosteniéndome sobre mis rodillas y codos, quedando de espaldas con el trasero impulsado hacia detrás, de piernas abiertas lista para él.

Puedo percibir como acorta nuestro espacio, mi piel se eriza solo con un acercamiento de su parte. Un jadeo escapa de mi boca en el momento que frota su miembro en mi sexo, lo hace con lentitud y me remojo los labios de solo imaginar la punta de su pene empapada por mi humedad. Pasan largos segundos y continúa en lo mismo, restregando su polla en mi vagina sin penetrarme y no voy a negar que no me importaría permanecer así durante largas hora, porque se siente muy rico.

—Acuéstate, voy a follar esa vagina. —impacta la palma de su mano sobre una de mis nalgas, escuchándose el sonido de la palmada en toda la habitación y dejando mi piel adormecida... ¡Me fascina este hombre!.

Me recuesto sobre la cama, quedando acostada sobre mi pecho, con las piernas separadas esperando por su deliciosa invasión.

Cómo es de esperarse... empieza a introducir con lentitud su miembro en mi sexo, la penetración es incómoda por la inmensidad de su tamaño y mi estrechez, pero es soportable.

—Oh, preciosa... —habla al mismo tiempo que se desliza poco a poco en mi interior, hasta quedar dentro por completo.

Se recuesta sobre mí, quedando su pecho pegado a mi espalda, sus brazos a ambos lados de mi cabeza y su rostro junto a mi cuello. Comienza a moverse con su mayor lentitud, tan lento que nunca imaginé que este hombre tuviera tanta calma, sintiendo la rítmica de los latidos de su corazón unido ami de una forma tan extraña y profunda, que es como si fuéramos uno solo. El calor de su piel se mezcla con la mía, al igual que sus pies se entrelazan con los míos como en una combinación perfecta. Su respiración está al compás conmigo, mientras sus gruñidos suaves son músicas para mis oídos y mis dulces jadeos son agradables para la ocasión... está es una forma diferente a la que estamos acostumbrados hacerlo, su posesividad en la cama me enloquece, pero esta forma, está... me transmite paz.

Continúa penetrando mi canal con estocadas leves, sus manos buscan las mías, al encontrarlas entrelaza sus dedos con los míos, en tanto lleva su boca hasta mi oído, enviando una sensación electrizante por todo mi cuerpo al escuchar su respiración tan cerca, su lengua humedad se desplaza por mi oreja haciendo que me estremezca debajo de su pecho, todo lo hace sumamente despacio, tiemblo al sentir sus dientes en mi oreja y bajan fluidos de excitación por mi sexo en el momento que remplaza el dolor de la mordida con besos suaves en ella. Me está mostrando una cara diferente de la moneda, me enseña que esta forma del sexo es más placentera y debo reconocer que me fascina mucho más, es que no estamos follando...

¡Estamos haciendo el amor!.

No se escuchan palabras sucias, solo escucho su respiración unida a la mía y gruñidos suaves que me indican que lo está disfrutando. Todo esto es perfecto, como sus manos permanecen unidas a las mías y su pecho pegado a mi espalda, mientras sus estocadas suaves invaden mi canal, el momento es sumamente delicioso.

Se aparta de mí y puedo sentir como sale su polla de mi sexo, haciéndome sentir un poco confundida en el momento, pero esa confusión se va al carajo, cuando voltea mi cuerpo sobre la cama de forma inesperada, quedando mi espalda pegada al colchón y encontrándose mis ojos con el hermoso azul de los de él.

Su mirada está distinta, es como si quisiera gritarme un montón de cosas, pero se les hace imposible decirlas. Se acerca hasta mi rostro y atrapa mis labios, besándome con deseo, pero hasta el beso es suave, con lentitud sus labios disfrutan de los míos. ¡Y, sí!... ¡Me encanta este nuevo Miguel!. Puedo sentir como se introduce su miembro dentro de mi canal con suavidad otra vez, se desliza por completo con facilidad al estar tan empapada, empieza con sus movimientos tortuosos, los cuales son perfectos. Él me ha mostrado el sexo de diferentes maneras, sexo duro, sádico, perverso y ahora el más delicioso, es tiempo de que yo también le muestre lo mucho que lo deseo, porque desde la primera vez que estuvimos juntos me la pasó pensando en él día y noche...

Cómo una sorpresa para él, con mis manos en su pecho empujó su cuerpo, haciéndonos rodar y cambiando de posición, quedando esta vez él abajo y yo arriba.

—Es hora de que yo te doblegue. —susurros sobre sus labios y dejó un pequeño beso húmedo sobre ellos.

Me aparto de su rostro y creo que está posición se convertirá en mi favorita, porque así como estoy puedo sentir su invasión por completa dentro de mí, no puedo creer que con el gran tamaño que este hombre se carga pueda caber entero en mi pequeña vagina... siento como su polla pega de mi útero.

Empiezo a mover mis caderas con movimientos suaves, no sé mucho del tema, pero intento hacerlo lo mejor posible. Sus manos viajan hasta mis caderas y se hunden en ellas, en tanto hago una sincronización con ellas hacia delante y atrás, mientras me presionó sobre su pelvis y disfruto del inmenso placer que me brinda está increíble posición.

Sus ojos están conectados a los míos y no me cansaría de mirarlos nunca, porque para ser sincera son los ojos más preciosos que he tenido la dicha de mirar, este hombre es perfecto, su mandíbula cuadrada es esculpida por los dioses y su nariz perfilada es el completo perfecto para hacerlo tan hermoso como es.

Sin apartar la mirada de sus ojos aumento el movimiento de mis caderas, jadeos leves se escapan de mi boca y llevo mis manos hasta su pecho para tener mejor estabilidad, mientras él aparta las suyas de mis caderas y las lleva hasta los míos, las aprieta, magrea una y otra vez, haciendo que me hunda más en su pelvis y sienta una rica sensación en mi botón sensible.

Por mi cuerpo corren gotas de sudor y puedo ver que por el suyo también, su piel está resbalosa y eso hace el momento más excitante porque es el resultado de lo ardiente que se encuentra está habitación.

—¿Te gustan mis movimientos?. —uso la coquetería, hablando en un tono sensual, mientras muerdo mi labio inferior.

—Me... encantan. —responde entre gruñidos —. Muy delicioso hacerlo en esta velocidad, pero ya no aguanto más.

Sus últimas palabras me alertan de que algo está por suceder y lo confirmo, en el momento que medio se levanta para rodear mis caderas con sus brazos, deteniendo mis movimientos y alzándome un poco para tener mejor facilidad, entonces empieza a embestirme... duro, lo más duro y rápido posible, logrando que de mi boca salgan fuertes gemidos. Atrapa uno de mis pechos con su boca, lo chupa con intensidad sin parar la velocidad de sus embestidas. Mis brazos lo rodean, nuestros cuerpos están muy unidos y creo que me voy a desmayar en el instante que mi cuerpo tiembla, mis gemidos son sumamente desesperados mientras me corro sobre su polla.

Me traslado a otra dimensión, es como si fuese un viaje a la luna por varios largos segundos. Detiene sus estocadas y me estrecha en un abrazo fuerte, el momento es hermoso, nuestras respiraciones están agitadas, pero se encuentran unidas, de repente siento sus labios húmedos sobre mi frente, lo que significa que ha dejado un pequeño beso sobre ella.

He tenido dos orgasmos, pero todavía él no ha tenido el suyo. ¿De dónde este hombre saca tanta energía?.

—Quiero que te corras en mi boca. —mi confesión logra sacarle una gran sonrisa.

Me levanto, saliendo de su interior y sin perder más tiempo me acercó hasta su miembro, lo tomo con mis manos y recuerdo por un momento aquel día en la casa de la playa que intenté darle una mamada, pero lo asusté al pegarle los dientes, esta vez no será así, daré lo mejor de mí...

Desplazo mi lengua por la corona de su polla, limpiando todo el líquido... sabe ami. Continuo con besos suaves, así como cuando atrapó los labios de su boca, lentos y tortuosos... ¡Vamos, Alma tú puedes!.

Lo introduzco despacio dentro de mi boca, no completo porque es bastante grande y gruesa. Desplazo movimiento sobre con su polla, hacia arriba y abajo, intentando que mi lengua humedezca lo mejor posible.

—Rico... —escucho sus gruñidos.

Siento como posiciona sus manos en mi cabeza, entonces la guía a la velocidad de su antojo por largos segundos, hasta que de repente, comienza a embestirme la boca, como si estuviese haciéndolo dentro de mi vagina... no me quejo, me gusta...

Me folla la boca a toda velocidad, escucho sus gruñidos y palabras sucias, puedo sentir como sus piernas tiemblan mientras ese líquido caliente desconocido recae dentro de mi boca, el cual sabe delicioso y no tardo para tragarlo todo, lo bebo con hambre y disfruto cuando esa calidez baja por mi garganta. Retiro su polla de mi boca y limpio todos los residuos con mi lengua de su corona, porque una exquisitez como esa... no se puede desperdiciar.

Me acerca hasta su boca y atrapa mis labios con esa desesperación que siempre emana, su lengua no tarda en unirse a la mía, al igual que sus manos no demoran en sostenerme del pelo... así me gusta él, esa posesividad lujuriosa con la que me besa tienen mis sentidos adormecidos.

¡No me arrepiento, ni arrepentiré de estos momentos con él!.

                                 ***

Mi cabeza se encuentra sobre su pecho, sus brazos me rodean y nuestras piernas están entrelazadas. Hemos permanecido así por más de una hora, ambos en total silencio sin decir nada. Cada cierto tiempo verificó su rostro para confirmar si se ha dormido, pero no, él continúa despierto con sus ojos bien abiertos.

No comprendo por qué no me dice absolutamente nada después del lindo momento que vivimos, esto solo me recuerda el porqué estuve enojada con él. Después de la llegada de nuestro viaje no me volvió a buscar, nunca respondió los mensajes que le envíe desde el móvil que me regaló y la noche que llamo, no hablo se quedó en silencio detrás de la llamada, ahora está haciendo lo mismo, está evitándome, pero. ¿Por qué?. En momentos incómodos como esto, siempre algo atormenta mis pensamientos. ¿Qué es todo esto para él?.

Quizás solo me está usando, de seguro para él en su vida soy alguien que complace sus necesidades y por eso me busca para saciar sus ganas. Oh tal vez, solo este paranoica y si sienta cosas fuertes por mí, pero no encuentra la manera de como expresarlas.

Me encantaría escuchar de su boca quien soy para él, si todo esto es un simple acostón, estoy muy confundida con toda esta situación, pero de algo si estoy segura... él me gusta mucho en todos los sentidos. Tal vez yo debería dar el primer paso, confesarle todo lo que estoy sintiendo, así de seguro pierda la timidez y aclaremos lo que está sucediendo.

¿Aclarar?... sí, debo aclararle la verdad sobre quién soy antes de que sea tarde y creo que este es el mejor momento para hacerlo. Ya he tardado mucho en decir la verdad y las cosas se han ido muy lejos. Siento miedo de como pueda reaccionar, pero debo hacerlo, tengo que hacerlo... ¡Voy a confesar!.

—Miguel tenemos que hablar. —me aparto de él y no demoró en ponerme de pie.

Mis ojos alcanzan a ver la toalla que estaba envuelta en mi cuerpo en el suelo, me voy hasta ella, la levanto y me cubro con ella, mientras espero una respuesta de su parte.

No responde.

—Vale, no tienes que decir nada, solo quiero que me escuches. —el momento está incómodo, la tensión se encuentra alta.

¿Por qué es tan difícil confesar la verdad?.

—Miguel... quiero que sepas...

—Laura...

¿Ese es el maldito problema?. Mi nombre no es Laura... ¡Es tan difícil decirlo!.

—Me gustas mucho. —confieso, pero en realidad no era esa la confesión que debía hacer.

No me mira, sus ojos están pegados al techo. En realidad no me ha mirado ni un segundo después que empecé hablar.

Tengo que decir la verdad, esto me agobia, debo quitarme este gran peso de encima... las mentiras no son buenas.

—La verdad es que me gustas muchísimo. —mis pies se mueven solos, camino de un lado a otro.

Sigue sin responder y sin mirarme.

—Me gusta todo de ti. —los nervios me abruman—. Los momentos que hemos vivimos son muy especiales para mí y espero que puedas comprender lo que te voy a decir...

—Hoy es el último día que nos vemos. —responde, deteniendo mis palabras y mis movimientos.

¡¿Qué?!.

Lo veo levantarse de la cama como un rayo, empieza a buscar su bóxer por todas partes, al encontrarlo comienza a ponérselo.

—¿Qué cosas dices?. —la pregunta me abruma.

No responde... encuentra su pantalón y empieza a ponérselo.

—¡Responde!.

—Laura no podemos volver a vernos. —habla sin mirarme, con la vista en su pantalón mientras abrocha la cerradura—. Esta fue nuestra despedida.

Sus últimas palabras son un golpe en el tórax, es como si me arrancarán una parte del cuerpo, oh como si perdiera uno de mis órganos. ¡¿Cómo se le ocurre hacerme esto?!

Mis ojos se llenan de lágrimas y no las puedo contener, salen solas. El maldito me uso todas las veces que quiso, se ha cansado de mí y ahora quiere desecharme como si fuese una basura.

—¡¿Con qué cojones vienes a follarme para luego decirme eso?!. —no quiero llorar, pero no puedo evitarlo.

Observó como se empieza a poner los zapatos.

—¡No puedes tratarme como una zorra, porque no lo soy!. —paso ambas manos por mis mejillas limpiando las lágrimas, pero es en vano porque siguen saliendo por montones de mis ojos.

Esto duele, duele porque no lo vi venir.

—¡Necesito explicaciones!. ¡Miguel quiero explicaciones!.

—No tengo nada que explicar. —levanta su camisa y la cuelga sobre su hombro—. No me vuelvas a escribir, olvídate de mí.

Se encamina hacia la puerta, pero justo antes de abrirla se abre de golpe. Dándole paso a la chica con tatuajes y piercing en el rostro. Mi hermana Ana.

¿No estaba en la escuela?

—¿Qué coño haces aquí?. —los ojos de mi hermana nos reparan a ambos... no es tonta, sabe lo que acaba de suceder.

Miguel no responde absolutamente nada, solo lo veo salir de la habitación sin mirarme ni tan solo una vez, se marcha y no soy capaz de ir detrás suyo por explicaciones... me ha rompido el corazón.

—¿Te lo acabas de follar en nuestra habitación?. —me pregunta Ana—. No lo niegues, aquí huele a sexo.

—Si sabes la respuesta para qué me preguntas. —estoy molesta, con deseos de llorar hasta ahogarme en mi propio llanto.

—Vale, la juiciosa de la casa, al parecer ya no lo es. —acorta nuestro espacio—. ¿Qué pensará nuestra madre de esto?.

Sé lo que está haciendo... intenta intimidarme.

—Hermanita escucha. —me acerco hasta su rostro, quedando muy cerca de sus labios—. No te metas conmigo, no te conviene. Te recuerdo que descubrí lo que hiciste, quemaste las toallas y sábanas del club de Yina, nuestro trabajo. A nuestra madre no le gustará saber eso.

—Me importa una mierda si se lo dices, no te tengo miedo, hermanita. —pega sus labios de los míos en un beso corto, demostrándome que está dispuesta a lo que se venga.

Se aparta de mi lado y la veo salir de nuestra habitación, una vez sola. Es una señal para mí, señal para derrumbarme en fuertes llantos, lloró como niña pequeña, mientras tomo una de las almohadas y cubro mi rostro, necesito desahogarme, siento que me estoy asfixiando... 

Con todas las fuerzas que llevo dentro, grito, es un grito que sale de mi boca y que logra dejar mi garganta adolorida por la inmensidad de las fuerzas que ejercí en él, mientras hundía mi rostro en la almohada. Desearía ser fuerte y olvidarlo como me ordeno, pero no es tan fácil, no puedo hacerlo. Su piel está marcada en la mía y es difícil borrarla.

—Alma. —la voz de mi hermana me indica que ha regresado.

¿Ahora que quiere?.

—Un mensajero dejo esto para ti en la puerta. —al escuchar sus palabras, aparto la almohada de mi rostro con velocidad.

¿Un mensajero?.

Puedo ver que trae una bolsa negra de forma cuadrada en sus manos, su tamaño es más grande que una caja de pizza familiar. Estiró la mano hacia ella para que me la entregué y así lo hace.

Esto es muy extraño... ¿Y si Miguel me envió una bomba?. Como ya rompió mi corazón, ahora quiere destruirme por completo.

—Vino acompañado de una tarjeta. —dice mi hermana al mismo tiempo que abre la pequeña tarjeta.

¿Lo enviaron para mí o para ella?.

Con una de mis manos, arrebato de las suyas lo que me pertenece.

—¡¿Qué te pasa?!. —me regaña.

—¿Ana me dejarías sola?.

No responde, puedo ver cómo rueda los ojos y termina de marcharse.

Con muchas dudas en mi cabeza, abro la pequeña tarjeta que vino acompañada del extraño regalo... Leo con atención.

Querida Alma.

En estos días hemos estado un poco distanciadas, pero quiero que lleves presente que te aprecio de una manera muy especial.

He decidió enviarte este pequeño obsequio y no quiero que te vayas a molestar por mi atrevimiento. Te compré el atuendo perfecto para mi fiesta de cumpleaños, así no tienes ningún pretexto para no asistir. Sé que no te gusta recibir obsequios tan costosos como estos, pero recíbelo sin refutar porque con ese vestido, zapatos y joyas preciosas, vas a lucir como toda una diosa.

Luis pasará por ti mañana a las 7:00 PM.

Besos... con amor, Mia Arango.

Una sonrisa se forma en mis labios al terminar de leer la nota, Mia es todo un amor, pero mi decisión sigue en pie y ahora más que nunca, no quiero, ni puedo asistir a esa fiesta de cumpleaños.

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Miguel Arango

El ruido del despertador retumba en mis oídos, estiró mi mano hasta la pequeña mesa que yace al lado de mi cama para detenerlo. Son las 7:00 de la mañana, no pude pegar un ojo toda la maldita noche, me la pasé con ella metida en la cabeza, hasta me tomé unas pastillas para poder lograr dormir, pero fue en vano, porque ella se empeña en perturbar mis pensamientos.

Los recuerdos me agobian... cómo ella movía sus caderas de manera profesional sobre mi pelvis con mi miembro dentro de su rica y estrecha vagina. Si hablamos de su cuerpo... El cuerpo de esa mujer es una perdición, con pechos perfectos como me gustan en un tamaño normal, naturales, ni tan grandes ni pequeños. Con esas enormes curvas y el grande trasero que nunca me cansaría de impactar las palmas de mis manos sobre ellas. Además de esas delicadas, suaves y firmes piernas. Pero su mayor fuente, son sus hermosos ojos, ese color avellana está grabado en mi memoria y es una misión imposible de borrar. Ella me gusta mucho, demasiado diría yo...

¿Cómo fui capaz de tratarla de esa manera?. ¿Cómo tuve el descaro de humillarla así?... no es una sorpresa, soy un gilipollas y no la merezco, ella es demasiado para mí. Soy un completo inútil que no tiene las agallas de luchar por ella, que teme a perder todo lo que ha construido hasta ahora, porque estoy consciente de que mis padres nunca la aceptarían por ser quién es.

La rechacé, puse punto y final a lo nuestro, a esos deliciosos besos y las exquisitas cogidas que teníamos, porque aunque ella sea una principiante, es mejor mujer en la cama que todas las que he tenido... tengo que olvidarla y pensando en ella nunca voy a lograrlo.

Me levanto de la puta cama y me encamino hasta el baño, fue una larga noche sin dormir y una ducha de agua fría me ayudará con el mal genio que me cargó está mañana. Abro la llave y dejo que el agua helada caiga sobre mi cabeza y corra por todo el resto de mi cuerpo, la cabeza me duele y no es para menos.

Llegan imagines a mis pensamientos del día de ayer, como chupaba y disfrutaba de esa deliciosa vagina. Sus gemidos quedaron grabados en mi cabeza, estaba acorralada por la excitación, se estremecía por la desesperación de liberarse. Me volvió loco en el momento que enredo sus piernas en mi cuello, como elevaba las caderas para hundir más mi boca en su sexo... lo disfruté, el sabor de sus fluidos es el mejor postre que he podido probar... se me hace la boca agua de solo pensarlo.

Siento mi polla palpitar, la tengo dura como roca... ¡Esto provoca esa maldita!, siempre que pienso en ella se me pone dura. Llevo mi mano hasta mi miembro... masturbarme en este momento me haría sentir mucho mejor. Deslizó mi mano sobre mi potente erección y aparecen los pensamientos del día de ayer, como ambos nos dábamos placer al mismo tiempo, esa imagen es aún más tentadora... ella de piernas abiertas, frotando su sexo y gimiendo con fuerzas.

Agitó mi mano sobre mi miembro a una alta velocidad...

—Miguel. —una voz femenina se escucha acompañada de varios golpes en la puerta.

¿Será que no puedo ni siquiera masturbarme en paz?.

—¿Estás ahí?. —continúan los golpes en la puerta.

Esa voz la conozco muy bien... es mi prima Yina.

Por un momento lo había olvidado, tengo que resolver algunos asuntos con ella. Así que dejó de hacer lo que estaba por hacer y salgo de la ducha. Tomo una toalla entre las demás y la envuelvo en mi cintura, mientras me detengo frente al espejo para cepillar mis dientes.

—¡Miguel!. —los golpes en la puerta se escuchan aún más fuertes.

Con toda mi paciencia, cepillo mis dientes, asegurándome de hacerlo muy bien, intentando no pensar en ella, pero es misión imposible, porque hasta el cepillo dental me recuerda a ella... me recuerda como chupaba mi polla, la saboreaba, la disfrutaba mientras le follaba la boca y como se tomó todo mi...

¡Maldición, no puedo seguir pensando en ella!.

—¡Joder. ¿Te estás masturbando?!. —escucho a Yina quejarse.

Paciencia, paciencia.

Terminó con mis dientes, busco un bóxer de los que están entre los limpios, me lo pongo para no salir con las bolas colgando y con la toalla envuelta en mi cintura, por fin abro la puerta, encontrándome con el rostro de la rubia.

Paso por su lado sin hablarle saliendo del baño en busca de mi móvil, pero hasta ahora recuerdo que lo aventé por la ventana de mi auto mientras conducía a toda velocidad. Estuve desde ayer muy ocupado pensando en Laura.

—¿Qué te sucede?. —me pregunta la rubia, mientras toma asiento sobre mi cama.

Sé que debemos hablar de lo que está pasando con ella, pero ahora no me encuentro bien.

—¿Yina será que podemos hablar más tarde?. —intento ser lo más amable posible.

—No, estás muy extraño, traes cara de funeral.

—Yina no estoy de humor. —salgo hasta el balcón de mi habitación y me sostengo sobre la barandilla.

Escucho como resuenan sus tacones en el suelo, hasta que la veo posicionarse a mi lado.

¿Qué parte no entiende?.

—Miguel. —posiciona una de sus manos sobre mi hombro—. Soy tu prima y te quiero como ese hermano que nunca tuve, estoy aquí para escucharte. ¿Qué te sucede?.

También la quiero como una hermana, la veo como la gemela de Michelle.

—¿Estás así por Lucia?. —continúa—. ¿Oh estás así por esa chica de la que te enamoraste?.

¿Perdón?.

—No me enamoré de ella. —afirmo.

—¿Entonces si estás así por ella?. —no se detiene con su interrogatorio.

Giro mi cuello, encontrándome con su rostro, con esos hermosos ojos azules que tiene, aquellos que me recuerdan a su madre cada vez que los miro. Es que es idéntica a ella, ahora entiendo el porqué de su sufrimiento... no ha podido superar la muerte de mi tía porque cada vez que se refleja en el espejo le recuerda a ella. Yina es todo un amor, no se merece lo que está pasando, de solo pensar en los daños físicos que viene haciéndose desde hace mucho me remueve todo por dentro.

—¿Yina hiciste lo que te pedí?. ¿Ya trajiste toda tu ropa a la mansión?.

—Miguel no estamos hablando de mí. —continúa con lo mismo—. Quiero saber. ¿Qué sucede con esa chica?.

—Yina, te recuerdo que vivirás en la mansión hasta que yo mismo te lleve donde la mejor psicóloga del planeta tierra y...

—¡Ya lo sé!. —detiene mis palabras—. ¡Miguel deja de preocuparte tanto por mí, si no vas a permitir que yo también lo haga por ti!.

Nunca he hablado con nadie de mis problemas.

—Estoy aquí para escucharme. —rodea sus brazos en mi cintura—. Somos familia, la familia estamos para eso.

—Termine con ella. —confieso.

—¡¿Qué?!. —se aparta de mí—. ¡¿Por qué hiciste eso?!. ¡Estás enamorado de ella!.

Otra vez con lo mismo.

—¡No estoy enamorado de ella!.

—Eso no fue lo que confesaste durante el desayuno de ayer. —responde.

—Fue por impulso. —aclaro—. Y nunca dije que estaba enamorado.

—Vale. —alza ambas manos, en señal de que se está dando por vencida—. ¿Por qué terminaste con ella?.

—Era lo mejor.

—¿Por el dinero?. —sigue con su interrogatorio—. ¿Temes a quedarte sin...

—¡Yina, basta!. —el dolor de cabeza aumenta—. Lo nuestro es imposible, ella es una chica humilde.

—¡¿En serio le temes a eso?!. —suelta una risa irónica—. ¡A la mierda todo si es para estar con la mujer que amas!

—¡Cállate!.

—¡Te desconozco!. —ahora empieza a regañarme—. ¡¿Te atreverías a casarte con Lucia amando a otra mujer?!.

—¡No me voy a casar con Lucia ni ahora ni nunca!. —aclaro y confirmo—. ¡Y que te quede claro que no estoy enamorado de nadie!.

—¡No te creo!. —al parecer no piensa callarse—. ¡Eres un pendejo, un pendejo que no sabe luchar por lo que quiere!.

—¡Yina déjame solo!.

—¡¿Temes que mis tíos te quiten todo?!. —sus gritos me hacen palpitar la cien—. ¡Que no te importe si lo hacen!. ¡Si eso sucede puedes vender la casa de la playa, oh el penthouse en Francia!.

Estoy casi echándola a patadas...

—¡Solo con vender tu jet privado vivirás bien!. —continúa—. ¡También está tu Porsche, ya que serás pobre no importara que tomes el bus!. ¡Y si hablamos de las propiedades que tiene en las Vegas...

—¡Basta!. —detengo sus gritos perturbadores—. ¡El dinero no me importa!. ¡Me importa la empresa, toda mi juventud está puesta en ella, amo la ingeniería y no sé cómo despedirme de ella!.

—Eso no es una excusa. —responde—. Miguel, aclara tus sentimientos, búscala y lucha por esa mujer que tanto te gusta.

Sus palabras retumban en mis pensamientos... lucha por esa mujer que tanto te gusta.

—Eso fue lo que gritaste a todo pulmón ayer en la mesa. —alega con diversión.

—Si, esa mujer es un maldito espécimen...

—¡¿Dónde está el mejor hermano de esta mansión?!. —gritos de una fuerte voz masculina se escuchan, lo que me indica que Milan acaba de llegar a casa.

Me encamino dentro de la habitación, encontrando a Pablo y Leonardo acostando a mi hermano sobre mi cama...

—¿Qué están haciendo?. —pregunto, confundido por lo que estoy viendo.

—¡Milan!. —exclama Yina con emoción al verlo, acostándose a su lado.

—¿Hermano no te da alegría verme por fin en casa?. —tiene una de las piernas enyesada completa y en su rostro tiene grandes moretones.

—Sí, muero de la emoción. —hablo con ironía—. ¿Leonardo y Pablo porque no lo llevan a su habitación?.

—Yo se lo pedí hermanito.

—Deja el diminutivo. Y largo de mi habitación que no estoy de humor.

—Nunca estás de humor. —me responde Pablo.

—Dejalo, es un amargado. —secunda Leonardo.

—Ustedes dos. —los señaló a ambos—. No quiero que me hablen, los estuve llamando y no aparecieron cuando los necesitaba.

—Leonardo estuvo ocupado con su nueva conquista. —responde Yina.

—¿Quién es la señora está vez?. —pregunta Milan.

—Esta vez no es una señora. —habla Yina, dando las explicaciones—. Es Alma Velasco, la chica que le salvó la vida a Mia, los vimos salir juntos de la universidad.

—¡Yina callate!. —le grita Leonardo, con el semblante de su rostro enojado.

—¿Por qué te pones así?. —le pregunto, no entiendo el porqué de su reacción.

—Si Leonardo, si te la estás cogiendo no importa. —dice Milan.

—¡Maldición, no me la estoy cogiendo!.

¿Por qué se enoja tanto?.

—No te pongas así. —continúa Milan—. Alma es hermosa, ella sería la mejor conquista de tu vida. Te recuerdo que solo te coges unos vejestorios, de esos que están entre los setenta y la muerte.

Todos reímos en la habitación por su comentario, menos Leonardo.

—Por lo menos, follo todos los días. —se defiende Leonardo—. No como tú, que de seguro no te has cogido a nadie y sigues siendo virgen.

También reímos por ese comentario, pero esta vez Leonardo nos acompaña y mi hermano Milan no.

Ese comentario tiene sentido, cuando Milan cumplió sus dieciocho les regalamos una mujer, una de esas que dan placer por dinero, lo hicimos como regalo de cumpleaños para que perdiera su virginidad, pero fue en vano, porque su miembro estaba de vacaciones, nunca se levantó.

—Recuerdan cuando pagamos por la puta aquella vez en el cumpleaños de Milan. —habla Pablo—. Gastamos ese pastal en vano, porque nunca se le puso dura.

—Esta conversación se está empezando a poner extraña. —dice Yina.

—Extraño... extraño es que a un hombre de verdad, no se le pare con tremenda mujer. —continúa Leonardo—. Milan tengo una duda desde ese día. ¿Estás seguro que las mujeres te gustan?.

Error... esa pregunta nunca se debió hacer.

—¡Las mujeres me encantan y la que tengo como novia supera a todas las putas que han pasado por tu cama!. —grita Milan en su defensa.

Pablo, Leonardo, Yina y yo reímos juntos con diversión... esto era lo que necesitaba para distraer la mente. Siempre cuando estoy con ellos mi mal humor desaparece, aunque no se me note por fuera.

—¡¿Es en serio?!. —responde Leonardo perdido entre las risas, lo está molestando, juega con él para verlo molesto—. ¡¿De dónde la sacaste?!. ¡Porque para estar contigo tiene que ser una loca!.

—¡No es ninguna loca, es una mujer hermosa!. —los gritos de Milan retumban en toda la habitación—. ¡Solo con sus preciosos ojos supera a todas las mujeres!. ¡Su nombre es Laura Vega y folla de maravilla!.

Un zumbido aborda mi oído, al mismo tiempo que la sonrisa desaparece de mi rostro. La mirada se me empaña, el corazón comienza a latir fuera de lo normal, tan rápido que amenaza en salirse. Llevo mi mano hasta mi pecho, lo sostengo, puedo sentir como retumba de una forma desconocida. Por un momento percibo una inestabilidad en mis piernas, creo que me voy a desmayar... Leonardo aparece en mi campo de visión, todo se nota oscuro, sostiene mi cuerpo cuando estoy por caerme al suelo y puedo leer en sus labios como grita mi nombre una y otra vez.

Impacta las palmas de sus manos en mi rostro, una, dos, tres, cuatro... de repente la vista regresa a la normalidad, puedo ver todo normal y el zumbido desaparece de mis oídos.

—¡Miguel!. —palmea mi rostro por quinta vez, pero cuando está por impactar la sexta palmada empujó su cuerpo con todas mis fuerzas, cayéndose hasta el suelo como un muñeco.

—¡¿Miguel qué sucede contigo?!. —escucho los gritos de Pablo.

En este momento escucho, pero no comprendo ningún idioma, lo mejor sería que nadie me hable. De varias zancadas llegó hasta el closet, tomó el primer pantalón que encuentro y me lo pongo con agilidad, al igual que el primer suéter que agarro con mis manos entre tantos, da igual del maldito color que sea. Salgo del clóset y comienzo a buscar las llaves del Porsche...

—¡¿Miguel porque estás tan enojado?!. —pregunta Yina.

No encuentro las putas llaves.

—¡Amigo hablemos un momento!. —dice Leonardo, intentando acercarse ami.

—¡No me toques!. —le advierto, al mismo tiempo que por fin encuentro mis llaves, las tomo y salgo a toda velocidad de la habitación.

Bajo las escaleras principales de la mansión a toda velocidad, encontrándome con varias personas que están decorando el lugar, lo que me hace recordar que mi hermana menor está de cumpleaños hoy y esta noche es su fiesta. Justo hoy tenía que enterarme de que esa maldita se está acostando con mi hermano...

_________________________________________

Alma Velasco

Mientras disfruto de mi taza de cereal, observó un video gracioso en el móvil para distraerme y no pensar en lo sucedido, ya que tengo el corazón en mil pedazos. De repente, escucho como varios golpes fuertes retumban en la puerta una y otra vez. Mi madre no se encuentra desde temprano y Ana desapareció después de que la eche de nuestra habitación. No estoy esperando a nadie y no creo que Laura tenga las agallas de aparecerse por aquí.

Los golpes en la puerta son cada vez más fuertes e insistente. Me levanto del sofá dejando sobre él mi taza de cereal, llevo mi móvil hasta el bolsillo trasero de mi pantalón y me encamino abrir la puerta, antes de que la tumben.

Una vez cerca de ella, tomó la manilla, la giro y abro la puerta... encontrándome con esa mirada azul helada amenazante.

¡¿Él?!... ¡¿Qué hace aquí?!.

Lo reparo... lleva puesto un pantalón azul de tela con un suéter rojo deportivo, en el pie derecho trae un zapato Louis Vuitton y en el izquierdo uno diferente marca Versace. Mis ojos regresan a su rostro... está furioso y hasta tiene el pelo despeinado. ¿Qué demonios le sucede?.

Se ve fatal... ¿Y qué demonios hace aquí después de sus humillaciones?.

—Miguel no quiero hablar contigo después...

Mis palabras quedan a medias en el momento que toma mi brazo derecho, ejerce fuerzas en él y me saca de mala gana de mi casa.

—¡Suéltame!. —intento poner resistencia, pero es en vano—. ¡¿Qué demonios pasa contigo?!.

Tira de mi cuerpo dentro del Porsche en el asiento del copiloto y cierra la puerta de forma inesperada. Intento abrirla, pero es imposible, porque ha puesto seguro desde afuera.

¡¿Enloqueció?!.

—¡Miguel me estás secuestrando!. —le grito cuando lo veo subirse del lado del conductor.

No responde, solo enciende el auto deportivo y emprende la huida conmigo, no sé adónde.

                                ***

Cinco horas después de un largo recorrido, con un silencio total de su parte, mientras yo le grité todas las cosas que pienso de él hasta que me cansé, estaciona el auto en un lugar reconocido... en la parte delantera de una casa. ¿Cómo olvidarla?. Si es la misma casa de la playa a la que me trajo en nuestra primera cita, aquella noche que por primera vez sentí la arena en mis pies, el agua del mar en mi cuerpo, el calor de la fogata sobre mi rostro y la primera vez que perdí la virginidad entre sus brazos... jamás podré olvidar esa noche.

Lo veo bajarse del auto y como un animal lo rodea hasta llegar a mi puerta, la abre y me toma del brazo con la misma fuerza que me saco de casa.

—¡Idiota, tienes que soltarme!. —mis gritos son en vano.

Arrastra mi cuerpo hasta la casa, entra conmigo a la fuerza y aunque ponga resistencia no soy un impedimento para él, porque continúa llevándome sin problemas en dirección a la parte trasera.

Mis ojos se deleitan con el hermoso paisaje cuando arrastra mi cuerpo fuera de la casa, atravesamos el área de la piscina y cuando estamos en la playa tira de mi cuerpo sobre la arena, causando un fuerte dolor en mi espalda por la caída.

Me retuerzo sobre la arena por el fuerte dolor... ¡¿Por qué me hace esto?!. Primero rompe mi corazón y ahora que quiere. ¿Matarme?.

—¡¿Qué demonios sucede contigo?!. —preguntar es en vano, porque ahora se la pasa haciéndose el mudo.

Puedo ver cada uno de sus movimientos, lleva sus manos hasta su cabeza, la sostiene como si le pesará, mientras su pecho sube y baja en una forma extraña. Me levanto de la arena, despacio me acercó hasta él y sin tocarlo quedó muy cerca de su rostro. Intento buscar su mirada, pero no la encuentro porque se niega a mirarme...

—Amor, dime. ¿Qué te sucede?. —con lentitud posó mi mano sobre su mejilla.

—Lo sé todo. —responde y aparta mi mano de su rostro con brusquedad—. Descubrí tus malditos secretos.

¡Oh por Dios!... quedó helada por su respuesta, estoy jodida. ¡Descubrió que soy Alma Velasco!.

—Miguel yo puedo explicarte todo.

—¡No quiero que me expliques nada!. —se acerca hasta mi rostro y sus gritos retumban sobre él—. ¡Eres una vergüenza como mujer!.

Entiendo su enojo, debí confesar la verdad hace mucho tiempo, pero fue más el miedo a su rechazo lo que me detuvo y ahora... ahora jamás podrá perdonarme.

—Hablemos. —intento tocar su rostro otra vez, pero es imposible—. Miguel todo tiene una explicación, yo intenté confesarte la verdad un montón de veces...

—¡¿Qué me ibas a confesar?!. —detiene mis explicaciones—. ¡¿Cómo te follas a mi hermano al mismo tiempo que lo haces conmigo?!.

¡¿Qué?!.

Ahora lo entiendo todo... todavía no ha descubierto la verdad sobre quién soy, solo es una confusión de nombres. No sé porque, pero de repente siento un alivio en mi corazón.

—Miguel te explicaré, déjame empezar por contarte quién soy en realidad...

—¡¿Me explicarás quién eres?!. —me sostiene de los hombros con ambas manos y empieza agitar mi cuerpo de forma brusca—. ¡Sé muy bien quién eres!. ¡Eres una maldita zorra que folla con millonarios!. ¡¿Qué quieres nuestro dinero?!.

Mis ojos se llenan de lágrimas, pero esta vez no lloraré, no le daré el gusto.

—No digas cosas de las que te puedas arrepentir. —contengo mis lágrimas lo más que puedo.

Acerca mi rostro hasta el suyo, aún sosteniéndome de los hombros con fuerzas, quedando sus labios rozando sobre los míos.

—En realidad no me importa. —habla sobre mis labios—. Nunca tomaría en serio una mujer tan insignificante como tú, solo te buscaba para satisfacer mis ganas. ¿Pero qué crees?. Encontré una mejor que tú, porque cualquier zorra es mejor tú.

Me aparta de su rostro y tira de mi cuerpo otra vez sobre la arena. Ahora sí ya no puedo contener las lágrimas, empiezan a salir por si solas y no tengo maneras de detenerlas. Lo veo girarse y camina en dirección a la casa, pero se detiene a medio camino y se regresa hasta mí.

—Casi me olvidaba de algo. —sus ojos se encuentran con los míos y es la primera vez que me mira con tanto odio—. Cuando te canses de llorar lárgate por el otro lado, porque dentro la casa no pisas más.

Aparta la mirada de mis ojos y lo veo marcharse.

—¡Me regreso a la ciudad!. —lo escucho gritarme mientras se marcha—. ¡Problemas tuyos si no encuentras como regresarte a casa!.

Puedo ver cómo termina de irse, dejándome tirada aquí, a cinco horas lejos de casa, sin dinero para pagar ni siquiera un taxi de regreso. Rompo en llantos, porque tal vez si soy una mentirosa, pero no merezco esto. No me acosté con su hermano y no soy una zorra, pero el imbécil no me permitió explicarle absolutamente nada, pero ya no importa... no importa porque estas son las últimas lágrimas que derramaré por él, porque desde hoy lo borraré de mi piel y de mis pensamientos. La Alma Velasco ingenua a las que todos humillan muere hoy en esta playa...

Llevo la mano a mi bolsillo trasero del pantalón, saco el móvil y enciendo su pantalla, encontrándome con veintitrés llamadas perdidas de Leonardo y quince mensajes. Deslizó el dedo sobre la pantalla devolviéndole la llamada...

—¡Alma. Te he estado llamando un montón de veces!. —escucho sus gritos a través del móvil—. ¡Miguel salió para tu casa hace casi seis horas!.

Los sollozos no me permiten hablar...

—¡¿Estás llorando?!. ¡¿Alma donde estás?!.

—Amigo... ¿Puedes venir por mí? —las lágrimas son difíciles de contener.

—Amiga solo envíame la ubicación. —su respuesta es alentadora—. Por mis amigos voy hasta el otro lado del mundo.

Cuelgo la llamada y sin perder tiempo envío la ubicación de donde estoy... puedo ver cómo su respuesta llega rápido...

Su taxi llegará enseguida. —acompaña el mensaje con varios emojis sonriendo.

Una sonrisa aparece en mi rostro porque Leonardo es todo un amor. Llevo mis manos hasta mis mejillas y limpio las lágrimas porque es suficiente para llorar.

Las humillaciones de Miguel Arango han roto mi corazón, pero son un incentivo para volverme aún más fuerte porque esto no se quedará así, limpiaré mi honor y le demostraré que no soy una zorra que se acuesta con dos hermanos al mismo tiempo.

Recuerdo sus palabras en mis pensamientos: —Cuando te canses de llorar lárgate por el otro lado, porque dentro la casa no pisas más.

Sonrío con ironía de recordarlo... dentro de esa casa playera no piso más, pero dentro de la mansión sí...

—Miguel Arango nos vemos esta noche en esa gran fiesta de cumpleaños.

Nota de la autora

Hola, mis amados lectores... ¡Capítulo extra largo!

Todo estuvo lleno de felicidad, tristeza y muchas sorpresas. ¿Qué ustedes piensan que pasará en esa fiesta?.

Todas odiamos a Miguel en estos momentos... lo sé. Solo espero que no muera de un paro al corazón cuando vea llegar a Laura, que diga a Alma Velasco.

Estamos a ley de unas horas para la fiesta del cumpleaños de Mia. Así que a ponernos nuestros mejores trajes, porque lo que se viene está buenísimo...

No olviden votar y dejar lindos comentarios.

DCLEBRON.

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