Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 23 .. En medio del caos

Miguel Arango

Decepción, es un sentimiento causado a partir de descubrir un engaño, una emoción acompañada de desilusión y desagrado, porque esas son las cosas que siento por mi hermano en estos momentos. Es desagradable, que la persona menos esperada sea un manipulador y un mentiroso. ¡No!... es que no lo puedo creer, todo esto debe ser una broma de mal gusto, un show para la TV...

—¡Qué salgan las cámaras escondidas!. —hablo en un tono de voz fuerte, pero nadie me escuchará, porque me encuentro por un largo pasillo oscuro y solitario, bajando las escaleras hacia el sótano para ver pelear el farsante del año.

¿Cómo ha tenido el descaro de mirarnos a la cara todos los días, después de gritar a los cuatro vientos que no tiene familia?. Me encantaría saber también. ¿Cómo se ha atrevido a mentirle a toda esta gente, sobre quién en realidad es?. Haciéndose pasar por un huérfano sin dinero.

¡Me siento como un completo idiota!... Todo este tiempo estuve orgulloso de él, por lograr ser un ingeniero profesional en tan poco tiempo y estar en la empresa de la familia desempeñando la labor que nos representa, pero resulta que mi hermano compite en peleas clandestinas a escondidas... estoy emocionado por ver la cara que pondrá Milan cuando me vea, ya quiero escuchar sus estúpidas excusas.

Terminó de bajar las escaleras encontrando en mi campo de visión dos portones de metal en negro, con dos hombres a cada extremo, ambos están vestidos en trajes oscuros, supongo que son la seguridad del lugar. En este instante se encuentran con sus miradas fijas en mí.

—Muéstranos tu volante. —me dice el que se encuentra al extremo de la derecha.

Alcanzó a escuchar una fuerte música, viene detrás de los portones, los cuales impiden ver lo que se encuentra del otro lado.

—Si no traes volante, no tienes permitido el acceso a pasar. —secunda la seguridad de la izquierda.

Me imagino, que se refiere al volante que encontré en la habitación de Milan sobre su cama, hace unos días, gracias a ese famoso volante estoy aquí. Llevo mi mano hasta el bolsillo de mi blazer y extraigo lo que me piden.

Le extiendo el divino volante de mala gana, porque me parece ridículo tanta restricción para ver una jodida pelea... de pronto, me empiezo a molestar cuando pasan unos largos segundos y no lo reciben, solo continúan con sus ojos puestos en mí, mientras yo sigo como un completo idiota con la mano extendida, a la espera de entregarles el puto volante.

—¡¿Qué?!. ¡¿Ahora les gustó?!. —paciencia, paciencia—. ¿Me dejarán pasar oh no?.

—Si, claro que puedes pasar, pero... —responde la seguridad de la derecha, deteniendo sus palabras sin terminar lo que estaba por decir.

Esto era lo que me faltaba... venir a liderar con dos completos idiotas.

—Son quinientos euros. —finaliza.

¡¿Qué?!... ¡Ni de coñas pagaré todo ese pastal!.

Se me acaba de ocurrir una idea, mejor me voy a casa y espero el regreso de Milan, para partirle todo lo que se llama boca, por mentiroso y farsante, oh mejor, lo espero afuera de este cochino establecimiento y le muestro a toda esta gente que para sobrevivir en esta vida no se puede confiar en nadie. Pero una parte de mí, muy en el fondo, quiere entrar allí, desea verlo pelear a ver si es tan buen boxeador como dicen y también apreciaría escuchar una buena explicación del porqué de sus mentiras.

Llevo mi mano hasta el bolsillo trasero de mi pantalón, saco mi billetera y...

—Si no trae efectivo, puede pagar con el Rolex de su muñeca izquierda. —las palabras de este hombre logran sacarme una carcajada.

¡Sí que tienen un buen sentido del humor!...

Extraigo mil euros de mi billetera, se los extiendo a la seguridad de la izquierda que tiene cara de imbécil, el cual no duda en recibirlos y su compañero procede abrir uno de los portones para darme el acceso.

—Bienvenido. —me dice al mismo tiempo que hace un ademán, en señal de que puedo pasar.

—Señor aquí está su cambio. —me habla su compañero, mientras me extiende los quinientos euros sobrantes.

—Quedátelos. —es mi única respuesta y procedo a dirigirme hacia dentro.

Atravieso el portón, adentrándose por primera vez en un club de boxeo clandestino. El sitio está totalmente lleno, tiene efectos de luces oscuras en rojo y verde, lo cual hace que el momento luzca más emocionante, puedo ver desde aquí que todos están reunidos al rededor del ring, el cual está vacío. Se siente la emoción, se escucha la música de Chris Brown mezclada con la algarabía de las personas. ¡Todo es una locura!. Se puede descifrar que aquí nadie está sobrio, todos están tomando alcohol y se puede sentir el fuerte olor desagradable a marihuana.

En realidad me imaginaba todo más diferente, pero lo que veo no me sorprende... Me encamino cerca del ring, mezclándome con la multitud. Espero que esto empiece de una vez por todas porque detesto estar aquí. Me detengo en la segunda fila entre las personas, desde aquí se puede apreciar una excelente vista del ring.

De repente, siento un fuerte agarre en mi brazo, logrando que gire sobre mi propio eje para verle el rostro, al maldito que ha tenido el atrevimiento de tocarme...

¡Me estás flipando!... No es hombre, es mujer.

—¡¿Me conoces?!. —le hablo en un tono de voz alto, para que pueda escucharme por el fuerte ruido de la música.

—¡¿Qué haces aquí?!. —me pregunta en el mismo tono.

¿Ella es?.

Observó su rostro, tiene ojos verdes, un verde más oscuro que el de mis hermanos. Tono de piel blanca, es pelinegra y luce un corte de pelo más arriba de los hombros. No, no la conozco, en mi vida nunca la he visto.

—¡¿Quién eres?!. —quiero saber quién es.

Aún sostiene mi brazo, está ejerciendo fuerzas en él, mientras tiene sus ojos puestos en los míos. Puedo ver cómo en sus labios aparece una sonrisa en forma coqueta.

—¡Buenas noches!. —unos fuertes gritos de voz masculina, logran que me aparte del lado de la pelinegra y concentre mi mirada en el ring—. ¡Damas y caballeros!. ¡Sean todos bienvenidos a este increíble combate de boxeo!.

Su voz se escucha atrevés de un micrófono, el cual sostiene con su mano derecha, mientras se encuentra en el centro del ring y observa todo su alrededor al mismo tiempo que habla. Usa ropa deportiva y con la mano izquierda sostiene una botella de agua. A simple vista, puedo descifrar que es mucho más mayor que mi padre.

—¡En esta maravillosa noche!. —continúa con su discurso—. ¡Tenemos dos contrincantes dispuestos a darlo todo!.

Se escucha la fuerte algarabía de las personas, se siente la emoción en todo el lugar y no tengo idea del momento en que se detuvo la música.

—¡Pelearán hasta que uno de los dos no pueda resistir más!. ¡¿Cuántos dicen sí?!.

—¡Sí!. —responden todos al mismo tiempo con emoción.

—¡Esta noche será sangrienta, porque tenemos a dos bestias que vinieron a partirse las bolas!. ¡¿Quieren sangre?!.

—¡Sí!. —vuelven a gritar todos al mismo tiempo.

¿Eso debería preocuparme?.

—¡Nuestro primer peleador en subir al ring es un invitado especial, que nos visita por primera vez!. —explica, mientras se desplaza de un lado a otro, conectando con el público—. ¡Lleva más de veinte campeonatos ganados en peleas regionales!. ¡Participó en un combate americano en el cual quedó en segundo lugar!. ¡Y es famoso por romper huesos!.

¿Acaba de decir romper huesos?... estoy seguro de que no está presentando a Milan. Presiento que me veré obligado a subir al ring para salvarle el culo a mi hermano.

—¡Vamos gente que se sienta la alegría!. —los gritos del público no se detienen—. ¡Qué se sienta la emoción!. ¡Qué esos gritos se escuchen en el infierno... es donde esté peleador mandará a su oponente!.

Procede a reírse y el público lo acompaña... le celebran su mal chiste.

El único que terminará en el infierno es él, porque si a mi hermano le sucede algo, yo mismo me encargaré de enviarlo.

—¡Sin más preámbulos, en el lado derecho del ring, tenemos a... Kelvin puños de hierro!.

Hace su entrada al ring por la parte derecha el mencionado. Es de piel morena y tiene el cuerpo cubierto de tatuajes. ¿Me pregunto si vino a modelar?. Porque el idiota solo trae puesto un bóxer, lo más probable es, que cuando lance la primera patada le cuelguen las bolas. Debo de reconocer, que luce como un boxeador profesional, en ambas manos tiene guantes de boxeo y los músculos de este hombre son tres veces más fuertes que los de mi hermano... ¡Lo matará!

Los gritos de todos son inexplicables. Observó el alrededor y puedo ver que la mayoría tienen carteles con el rostro de este idiota.

—¡Gente, ahora vamos a presentar nuestro segundo contrincante!. —ya era hora, me estaba empezando aburrir—. ¡Este es de la casa, ustedes lo conocen!. ¡Es uno de los mejores y tiene cero peleas perdidas!.

¡Ese es mi hermano!.

—¡En nuestra izquierda tenernos a... Milan músculos de acero!.

Mi hermano sube al ring por la parte izquierda, al igual que su oponente solo trae bóxer y en sus manos guantes. Se escuchan gritos de emoción, pero no al igual que fuertes que cuando llegó Kelvin nalgas chuecas. Miro mi alrededor y nadie tiene carteles con el rostro de Milan.

¿No que era el más querido por ser pobre?.

—¡Es hora de empezar está mierda!. ¡Ya!. —detrás de los gritos del narrador, se escucha la campana. Ambos se acercan, mientras el hombre del micrófono termina de bajarse del ring.

Los contrincantes quedan de frente y ambos chocan los guantes, pero de forma inesperada puedo ver como Kelvin impacta un golpe en el rostro de mi hermano.

¿Acaba de permitir que le den el primer golpe?... ¡Empezamos mal!.

Kelvin lanza su puño contra su oponente otra vez, pero mi hermano lo esquiva y contraataca al impactar un golpe en su cuello, al mismo tiempo envía otro hasta su estómago, golpea una, dos, tres veces, hasta acorralarlo a un extremo pegado de las cuerdas y continúa impactando sus puños en el rostro y pecho de Kelvin.

¡Eso!...¡Estoy orgulloso!.

—¡¿A quíen le vas?!. —los gritos de una voz femenina me hacen apartar la mirada del ring y enfocarla en la pelinegra de ojos verdes, que se encuentra a mi lado.

Me había olvidado por completo de ella.

—¡¿Quieres apostar conmigo?!. —acorta nuestro espacio y se pega a mi oído—. Apuesto a que Kelvin puños de hierros gana está pelea.

Sus susurros me hacen sentir incómodo. ¡Joder, no soy de hierro!.

Me aparto de ella.

—¡¿Se puede saber cuál es tu insistencia conmigo?!. ¡Hace unos minutos te pregunté si me conocías!.

No tengo idea de quién es, de seguro me la cogí en unas de esas noches locas de mi pasado, pero estoy seguro de que si fuese así la recordaría.

Sus ojos están fijos en los míos y puedo ver cómo muerde su labio inferior de forma despacio... esto ya no es coqueteo. ¡Es acoso!.

Vuelve acortar nuestro espacio, esta vez, posa su mano sobre mi mejilla, la acaricia suavemente y regresa sus labios cerca de mi oídio...

—Si Kelvin puños de hierros gana, te regalo mis bragas. —susurra en tono sensual, mientras pega su cuerpo contra el mío—. Y si tu hermano sale victorioso, pasaremos toda la noche cogiendo.

¿Cómo sabe que Milan es mi hermano?. En este lugar nadie sabe que él tiene familia... eso significa que ella me conoce de otro lugar, oh tal vez él se confesó solo con ella sobre quién es.

Siento como su lengua húmeda, lame mi oreja en una forma lenta y tortuosa.

—¿No quieres apostar conmigo?. —continúa susurrando—. ¿Dudas de tu hermanito?. Piénsalo, si tu hermanito gana, tendrás acceso de follar mi vagina toda la noche.

La cien me palpita...

—Alguien se encuentra durmiendo por acá. —susurra en el momento que lleva su mano hasta mi miembro, lo sostiene por encima del pantalón y ejerce fuerza en su agarre, al mismo tiempo que muerde el lóbulo de mi oreja, sin importarle que puedan vernos, ya que estamos entre medio de muchas personas.

¡Es suficiente!.

La tomo del pelo con fuerzas, la aparto de mi oído y la acercó hasta mi rostro, quedando muy cerca de mi boca...

—Observa mis labios y lee lo que te voy a decir. —obedece a mis palabras y posa su mirada en ellos, mientras sonríe—. Jamás en esta mierda de vida te follaría. ¿Sabes Por qué?. Las mujeres fáciles no me excitan.

El semblante de su rostro cambia por completo y la sonrisa desaparece. Procedo apartarla de mi lado con brusquedad. En estos momentos tengo un montón de ganas y esas ganas solo puedo saciarlas con una mujer, solo la deseo a ella, a nadie más...

—¡Desaparece de mi vista!. —le grito, al mismo tiempo que la señaló con mi dedo índice.

Regreso mi mirada al ring... es como si me arrancarán una parte del cuerpo sin anestesia, la vista se me nubla y un zumbido aborda mi oído, el cual no me permite escuchar nada, en el momento que veo a mi hermano postrado en el ring sin conocimiento, con el rostro cubierto de sangre...

—¡Nooooo!. —el fuerte grito deja mi garganta adolorida, es producto de cuando mis ojos observan la escena tan desgarradora, Kelvin lanzándose desde las cuerdas y cayendo de pie sobre la rodilla de mi hermano.

No tengo claro lo que está pasando, solo emprendo el camino en dirección al ring a toda velocidad.

—¡Mataré a ese hijo de puta!. —exclamo, preso de la ira.

Llegó hasta el ring, pero cuando intento subir entre las cuerdas, siento varias manos sosteniéndome de ambos brazos, privando mi libertad.

—¡Quítenme sus asquerosas manos de encima!. —me retuerzo de todas las maneras posibles para intentar soltarme, pero es en vano. Por un momento logro verles el rostro... son los mismos idiotas que me recibieron en la entrada.

No me doy por vencido, tengo que conseguir soltarme, pero es difícil, porque ellos son dos y yo estoy solo.

De repente, llega a mis pensamientos la escena de hace un momento... Mis ojos viajan hasta el ring, me encuentro la sorpresa de que Kelvin ya no está. Solo veo a mi Milan, quien continúa postrado en el suelo con varios paramédicos a su alrededor.

—¡Suéltenme capullos!. —siento que estoy a mi nivel máximo, mi corazón late fuera de lo normal y mi cabeza amenaza con explotar.

Sigo intentado zafarme de ellos, pero es una misión imposible. Miro el alrededor y todas las personas se están marchando. Entre los pocos que quedan, alcanzó ver la loca que se me estaba regalando minutos atrás, está hablando con el señor que anunció los contrincantes al principio de la pelea, él debe ser encargado o dueño de este lugar.

—¡¿Usted?!. —mis gritos logran mi objetivo, que el señor mire en mi dirección—. ¡Dígale a sus perros que me suelten!.

Lo veo caminar hacia acá, pero la chica no, a ella la observó marcharse por donde mismo se van lo demás, hacia la salida.

—¿Miguel qué haces aquí?. —me pregunta el señor, con rostro de confusión cuando se posa frente ami.

¿Cómo es que me conoce?.

—¡Ordene que me suelten, ahora!. —estoy perdiendo la paciencia que no tengo.

Después de unos largos segundos... El señor les hace un ademán con su mano y ellos acatan la orden, realizan su peor error... soltarme.

En el momento que ya no siento sus manos encima, impacto mi puño contra el rostro de uno de los hombres que me sostenía, luego me encargo del otro, pero a este le doy un fuerte rodillazo entre las bolas.

—¡No me vuelvan a tocar!. —les advierto, mientras veo a uno agarrarse las bolas, retorciéndose del dolor y al otro con un fuerte sangrado, producto de la nariz rota.

—¡Miguel tienes que calmarte!. —me grita el señor.

¿Me está dando órdenes?. ¿Qué se piensa, que trabajo aquí?.

¡A mí no me gustan las órdenes, yo hago las putas órdenes!.

Me voy contra el viejo decrépito y lo sostengo de la sudadera, acercó su rostro muy cerca del mío, para que le quede claro lo que le voy a decir.

—En primer lugar ami no me tuteás. —sus ojos verdes, están conectando a los míos, tiene una mirada muy parecida a la chica de hace un rato—. Segundo, prepárate porque te voy a cerrar este asqueroso cochinero y tercero, avisale a tus paramédicos que me llevo a Milan.

—No puedo permitir eso, está delicado y...

—¡Me llevaré a mi hermano!. —mis gritos, son como truenos sobre su rostro, puedo verlo en sus ojos, está muerto del susto.

—Por lo menos permita que ellos lo lleven a un centro de salud, hay posibilidades de que su hermano tenga varios huesos rotos.

Al escuchar las últimas palabras siento un impulso en mis manos de querer golpear a este señor, no hasta romperle los huesos, sino hasta dejarlo sin vida... pero he cambiado, estoy aprendiendo a controlar mi ira, ya soy un hombre de bien. Así que suelto su agarre de mala gana, cayendo el cuerpo del vegetal contra el suelo y procedo a subir al ring, donde los paramédicos les están dando los primeros auxilios a mi hermano.

—¡¿Qué hacen perdiendo el tiempo buenos para nada?!. —están revisando su pulso—. Al hospital más costoso de la ciudad!. ¡Ya!.

                                ***

Odio estar en los hospitales, porque cuando estamos en uno, siempre es producto de una desgracia y está sala de espera, parece un funeral, no se ven ni las enfermeras en los alrededores, solo estoy yo, sintiéndome culpable de todo lo que pasó.

—¿Por qué no llame a nuestros padres?. —hablo en voz baja.

Era solo una llamada. ¡Una maldita llamada!. ¿Por qué no tome el puto móvil para llamarlos?. Debí decirles la verdad antes de entrar a ese lugar, para que ellos fueran a encargarse de su mocoso, pero no... decidí resolverlo solo y ahora no tengo idea de en qué estado está mi hermano.

Me siento horrible, enojado, lleno de ira, con sensaciones tan desagradables que quisiera llorar. ¡Quiero llorar!. Romper el llanto hasta desahogarme, pero no puedo... soy tan imbécil, que no puedo ni siquiera llorar como una persona normal cuando tiene sentimientos de tristeza o enojo. No sé hacerlo y la furia me está matando por dentro... ¡Necesito ayuda!

Saco el móvil del bolsillo delantero de mi pantalón, lo desbloqueo, entro a la lista de contactos y deslizó mi dedo sobre la pantalla hasta encontrar su nombre... Ojitos lindos. Así la agendé, porque el recuerdo de su mirada no ha podido salir de mi cabeza, el color avellana de sus ojos es hermoso y desearía que ella estuviera aquí en estos momentos. Estar con ella me genera paz, es una extraña sensación difícil de explicar, que aún no logro comprender, pero me hace sentir bien.

Una vez la encuentro, sin pensarlo presionó el botón de llamada, luego el alta voz y empiezo a escucharlo timbra una, dos, tres...

Llegue a pensar que te habías olvidado de mí. —su dulce voz logra sacarme una media sonrisa, en medio de esta tormenta.

No respondo, solo escucho su respiración atrevés de la llamada, por varios segundos que parecen eternos.

Hola. ¿Miguel estás hay? —cada sílaba pronunciada, me incita a colgar está puta llamada y correr en busca de ella.

Está en espera de una respuesta, mientras que de mi boca no sale una palabra, la deseo a mi lado, pero yo estoy jodido. Mi familia está llena de un sin números de problemas, tenemos un psicópata respirándonos en la nuca y por si fuera poco, no tiene la menor idea de que tengo novia. He sido un falso, mientras que ella ha demostrado todo lo contrario. Es una mujer plena y sincera... no la merezco.

Sé que me escuchas. ¿Por qué no respondes?.

No tengo el valor de confesarle lo que siento, porque ni yo mismo entiendo que es lo que estoy sintiendo.

¡¿Qué demonios pasa contigo?!. —su tono de voz ha cambiado—. ¿Piensas que puedes venir a mi casa, llevarme de viaje y luego desaparecer como si nada hubiera pasado?. Pues, no. ¡No soy juguete de nadie!

Sonrío de solo imaginarla molesta, porque hasta así luce hermosa.

¡¿Ahora te estás burlando de mí?!. —detengo las risas, no imaginé que me fuera a escuchar—. ¡¿Miguel sabes que?!. ¡No me vuelvas a llamar ni a buscar, jamás!. ¡No quiero saber más nada de ti!. ¡Y voy a tirar el móvil por el escusado, porque no me interesa tener nada que te recuerde, adiós!.

Escucho como ha colgado la llamada... me causa gracia su enojo y dudo que con tirar mi regalo por el escusado, logre olvidarme. ¡Joder, que sea realista!. ¡Jamás podrá olvidar mis embestidas!.

Debería estar conforme, porque después de todo lo que quería era mantenerla lejos, pero no me siento así, siento una sensación extraña por ella, que no logro descifrar.

Observó la pantalla del móvil, debería llamarla otra vez y dejar de comportarme como un idiota... ¡No!, las cosas están mejor así, debo dejar de buscarla y llamarla, estoy seguro de que en unos días la habré olvidado por completo. Por ahora debo de enfocarme en otras cosas, como por ejemplo en el problema que tengo ahora, mi hermano. ¿Cómo se supone que le explicaré todo esto a mis padres?. No tengo la menor idea de cómo quedará Milan, solo sé que tengo un fuerte dolor de cabeza, siento que me va a explotar... Necesito desahogarme con alguien y tiene que ser ya.

Marco el número de Leonardo, es uno de mis mejores amigos y siempre ha estado para mí con los mejores consejos.

Timbra uno, dos, tres, cuatro y cuando creo que por fin escucharé la voz de mi amigo, suena el buzón... ¡Joder!. Me imagino que debe estar cogiendo con alguna desconocida.

Marco el número de Pablo, en estos últimos días hemos estado distanciados, pero es un gran amigo, estoy seguro de que no se negara en venir...y justo antes de salir la llamada, lo que escucho es el hijo de puta buzón.

¡¿Dónde carajos están metidos estos dos?!.

No puedo llamar a Mia, suficientes problemas tiene con el maldito que la persigue, tampoco llamaré a Michelle, es muy tarde de la noche y debe estar descansando porque mañana es la presentación en la galería de arte. Mucho menos llamaré a nuestros padres, todavía no es el momento de contarles lo sucedido. Solo me queda una sola opción, no quería, pero me toca hacerlo...

Busco su nombre en la lista de contactos, lo encuentro rápido y no demoró en presionar el botón de llamar...

Miguel. —responde después de timbrar dos veces.

—Te necesitó.

                                  ***

Mis ojos observan a la rubia que acaba de llegar, me pongo de pie y camino hasta ella para recibirla, una vez frente ami, no duda en envolverme en sus brazos y al tenerla tan cerca de mi pecho, me hace sentir mucho mejor.

—Gracias por venir. —posiciono mi mentón sobre su cabeza, sin romper el abrazo.

—Sabes que puedes contar conmigo siempre. —sus brazos ejercen fuerzas, envolviéndome más hacia ella y debo reconocer que necesitaba un momento como este.

—Tú también... tú también puedes contar conmigo siempre. —me desplazó hasta su mejilla para depositar un beso en ella, pero me detengo en el momento que algo me resulta extraño, obligándome apartarme de ella.

Tiene un fuerte aroma alcohol.

—¿Qué sucede?. —me pregunta y el azul de sus ojos se encuentran con los míos, tiene las pupilas dilatadas... ¡Está borracha!.

—¿Yina estabas tomando?. —primera vez que veo a mi prima así.

No responde, solo aparta la mirada.

—¡Yina te hice una pregunta!.

—¡No me grites!. —camina hacia los asientos de la sala de espera—. Mejor dime. ¿Qué haces en este hospital?. Yo te veo en perfectas condiciones.

Toma asiento en el primero de la fila.

—¡¿Cómo quieres que le cuente mis problemas a una borracha?!. —llamar a mi prima fue una mala opción.

—¿Disculpa?. —se hace la ofendida—. Solo me tomé unos tragos, no estoy borracha.

No es lo que parece.

—¿Con quien estabas tomando?. ¿De dónde vienes?.

—Miguel deja de ser tan protector. —se levanta del asiento y se acerca, hasta quedar frente ami—. Estaba sola, en el bar del club.

Algo extraño está pasando aquí, ella no es así, pero ya tengo suficientes problemas para tener que venir a lidiar con Yina.

—Dime. ¿Por qué estamos aquí?. —posiciona ambas manos en sus caderas—. No me digas... ¡¿Atropellaste a alguien con tu auto deportivo?!.

¡¿Qué?!.

—¿Cómo se te ocurre?. —pellizco el puente de mi nariz—. El problema es con Milan.

—¿Qué le pasó?. —pregunta.

—Es una historia muy larga...

—Cuéntamela resumida, porque las historias largas me aburren. —detiene mis palabras con su estúpido comentario.

Ruedo los ojos... ¿De verdad Yina era la única opción en llamar?.

—Vale. —le resumiré todo—. Tu primo se hace pasar por pordiosero, participa en peleas clandestinas y esta noche su contrincante termino partiéndole los huesos.

—¡¿Qué cosas dices?!. —el semblante de su rostro ha cambiado.

—Familiares de Milan Arango. —es el doctor, quien aparece en nuestro campo de visión. Trae puesta una bata en color blanca, un estetoscopio colgado en el cuello y una carpeta en sus manos.

—Somos nosotros. —responde Yina.

—¿Cómo está mi hermano, doctor?.

—El paciente está fuera de peligro. —esas palabras me causan un gran alivio.

—Eso es una buena noticia. —alega mi prima.

—Está fuera de peligro, pero. —continúa el doctor—. Ha sufrido una fractura de rótula, lo que significa...

—¿Qué es una fractura de rótula? —Yina detiene sus palabras.

—Significa que tiene una rotura en los huesos de la rodilla. —explica—. Para no tener que proceder a realizar una cirugía, tuvimos que enyesar su pie completo.

—¿Doctor, mi hermano volverá a caminar?.

—Si, pero eso tomara un largo proceso de terapias, después de retirar el yeso.

—¿Qué tiempo durará con el yeso, doctor?. —pregunta Yina.

—Con un mes será suficiente.

¿Podría ser un año completo?. Para ver si aprende la lección, de no hacer cosas a escondidas de la familia.

—Cuando quieran pueden pasar a verlo, se encuentra en la habitación 225. Con su permiso, me retiro.

—Gracias doctor. —responde mi prima, mientras él termina de marcharse.

—Iré a verlo. —me encamino a buscar la habitación del mentiroso.

¡Ha llegado el momento!... ¡Tendrá que darme explicaciones!.

—Detente!. ¡No hice el curso de cómo aprender a correr con tacones!. — escucho los gritos de Yina y como resuenan sus tacones en el suelo, viene corriendo detrás de mí.

                                 ***

Sin importarme que estemos en un hospital, abro la puerta de la habitación de una patada y me adentro de varias zancadas encontrando a mi hermano sentado sobre la cama, con la pierna enyesada colgada de un lazo. Las cuencas de sus ojos amenazan con salirse al verme y hasta acaba de abrir la boca sin darse cuenta, entiendo su preocupación, soy la persona que menos esperaba.

—¡¿Qué demonios pasa contigo?!. —me voy contra él y hago puños en mis manos la bata de enfermo que trae puesta—. ¡Dame una razón, una maldita razón para no lanzarte por la puta ventana de este noveno piso!.

—¡Ya estoy aquí!. —nuestra prima acaba de entrar, con su escándalo—. ¡Miguel, acabas de romper la maldita puerta!.

Observó el rostro de mi hermano... tiene moretones por toda la cara, incluyendo el ojo izquierdo, el cual se está poniendo negro.

—¡Maldición responde!. —levanto mi puño para pegarle, pero lo detengo en el aire.

No soy capaz de hacerle daño.

—¡Miguel tranquilizate!. —me grita Yina, mientras me toma de los hombros, intentando apartarme de él.

—Hermano, yo te voy a explicar. —son las primeras palabras de Milan.

—¡Eres un gilipollas!. —me aparto de él—. ¡¿Cómo se te ocurre decirle a la gente que no tienes familia?!.

Esa es la parte que más me ha dolido.

—Es que... tuve miedo de que no me aceptaran y...

—¡¿Para qué quieres que te acepten en un club de peleas callejeras?!. —no lo entiendo—. ¡Solo mirate, casi mueres!.

—El boxeo es lo que me gusta y está pelea salió mal porque Kelvin no jugó limpio.

—¡¿Ah sí?!. Entonces, me encantaría saber. ¡¿Por qué no te inscribiste en un club de boxeo legal?!.

—Miguel para de gritar. —me regaña Yina—. No lo estás dejando hablar.

—¡No me interesa escuchar a un mentiroso y farsante!

—¡Es muy fácil hablar desde tu perspectiva! —puedo ver cómo empiezan a correr lágrimas por sus ojos—. ¡¿Crees que nuestros padres me iban a permitir ser boxeador?!.¡Tú más que nadie sabes esa respuesta!.

Tiene razón, pero mentir no era la solución.

—¡Nunca nadie me preguntó que quería ser en la vida!. ¡Solo me ordenaron estudiar ingeniería! —continúa, mientras las lágrimas no paran de salir de sus ojos—. ¡Tuve que mentir para hacer lo que me gusta y no me arrepiento de nada!.

—Milan yo te entiendo. —nuestra prima lo apoya.

—Por favor no le vayan a decir nada de esto a nadie. Tenemos que idear un plan, para justificar el porqué estoy así.

¿Qué acaba de decir?.

—¡¿Milan enloqueciste?!. ¡¿Quieres continuar con esta falsa?!. —sin duda alguna, esta noche explotaré.

—Miguel eres mi hermano y debes de...

—¡Tú no tienes hermano!. —detengo sus palabras—. ¡Tu mismo lo dijiste!. ¡No tienes familia, así que olvídate de contar conmigo en tu vida!.

Camino hacia fuera de la habitación, no puedo, ni quiero, seguir en esa discusión, porque no sé cómo terminaría.

                                 ***

Desde el balcón de mi habitación y con la mirada perdida en el jardín de la mansión, ya me he fumado dos cajas de cigarros y creo que tendré que acudir a las drogas, porque no siento ningún efecto.

—¡Eres un gilipollas!. —escucho gritos femeninos de alguien que acaba de entrar a mi habitación, por cierto, esa voz la conozco muy bien.

Observó a la rubia llegar al balcón.

—¡¿Cómo te atreves abandonar a tu hermano en esta situación?!. —más que una pregunta, parece un regaño.

—Yina quiero estar solo. —no me apetece hablar con nadie.

—¡¿Cómo es que no te duele la situación de tu hermano?!. —continúa con sus gritos—. ¡¿Te crees el perfecto de la familia?!.

Paciencia, paciencia...

—En primer lugar no es mi hermano. —estoy haciendo un gran esfuerzo para no discutir con ella—. Segundo, si yo fuera el perfecto, entonces esta familia sería una porquería.

—¡La familia nunca te ha importado!. —se acerca hasta mí y empieza a señalarme con su dedo índice—. ¡Solo piensas en ti, únicamente en ti!. ¡Nada, ni nadie te importa!. ¡Has abandonado a tu hermano y eso dice lo peor de ti!

—Yina no me colmes la paciencia. —paso una de mis manos por mi rostro.

—¡Lo abandonaste, porque no conoces lo horrible que es la soledad en momento difícil!.

¡Joder!.

—¡¿Yina porque no te largas a brindarle tu apoyo si tanto te preocupa?!. ¡Después de todo, tú más que nadie en esta familia, conoce el tema de la soledad!

La palma de su mano impacta contra mi rostro, dejando mi mejilla adolorida por una fuerte bofetada.

No debí decir el último comentario...

—Yina...

—¡No me toques!. —intento acercarme, pero no me lo permite.

Observó su rostro... puedo ver cómo sus ojos se llenan de lágrimas y no demoran en salir, así como también no tarda en romper el llanto.

Llora, llora como niña pequeña y la entiendo. Su madre, quien era mi tía y hermana de mi madre, murió en una cirugía estética hace dos años. Desde su partida, Yina vive sola.

—Yina yo no quería...

—¡Sí, conozco la soledad y es una puta mierda!. —puedo ver, cómo desliza el vestido en su piel, sacándolo de su cuerpo, quedando solo en brasier y bragas.

¡Oh, no!...

Mi corazón se destroza con lo que está viendo.

—¡Esto es la maldita soledad!. —señala sus cicatrices, sin parar de llorar.

Tiene cortaduras en las piernas, brazos y abdomen. Ahora comprendo por qué siempre viste con ropas que cubran la mayor parte de todo su cuerpo.

Puedo ver la tristeza en sus ojos, está devastada... a pasos lentos me acercó hasta ella y una vez teniéndola cerca, la estrecho en un abrazo. No pone resistencia, al contrario, me abraza con fuerzas y posa su rostro sobre mi pecho descubierto.

—¿Yina desde cuando te haces daño?. —pongo una de mis manos sobre su cabeza y acarició con lentitud su pelo.

No responde, continúa llorando con fuerzas, está en llantos.

—Sí, llora todo lo que necesites. —sigo acariciando su pelo, mientras que con mi brazo libre la tengo abrazada contra mi pecho.

—No... no puedo olvidarla. —habla entre llantos—. La extraño tanto... desde el día de su partida no puedo dejar de pensar en ella, hasta cuándo duermo aparece en mis sueños. ¡Me siento totalmente sola!.

—No estás sola, me tienes ami, tienes a la familia.

—No sé cuánto más vaya a resistir. ¡Me estoy volviendo loca!. —siento el tibio de sus lágrimas sobre mi pecho—. Busque ayuda hace unos meses, pero no sirvió de nada y por más que intento no hacerme daño, no puedo parar.

Me lastima verla así, Yina es como una hermana para mí. No entiendo cómo puede andar por todos lados con una sonrisa en su rostro, engañando a todos, haciéndoles creer que es feliz, siendo todo lo contrario. Pero ese sufrimiento acabará, porque no seguiré permitiendo que ese dolor crezca.

—Yina escucha. —la aparto de mi pecho y sostengo su rostro con ambas manos, logrando que su mirada se conecte con la mía—. Te ayudaré, buscaré la mejor sicóloga, así tenga que irme al fin del mundo, estaré contigo en todo el proceso, no estás sola. ¿Entendido?.

Asiente.

—Basta de llorar. —paso las manos por sus mejillas, limpiando las lágrimas.

—¡¿Qué demonios significa esto?!. —gritos inesperados, logran apartarnos.

Fuertes gritos femeninos, de una intrusa que acaba de abordar mi habitación sin tocar... ¡¿Cuándo será que tendré mi privacidad?!.

—¡¿Te la estás cogiendo?!. —la pelirroja se me acerca, está furiosa y trae unas fachas. Tiene el pelo alborotado, viste ropa deportiva y en el rostro se le nota que tiene días sin dormir.

Yina con rapidez, levanta su vestido del suelo y procede a ponérselo para evitar que la intrusa vea sus cicatrices.

—¡¿Me engañas con tu prima?!. —continúa con sus gritos, los cuales son como un taladro para mis oídos.

Entiendo el porqué de sus reclamos, nuestra escena puede causar confusión. Yina en ropa interior y yo solo en bóxer.

Mis ojos viajan hasta el reloj... 2:00 am. ¿Me pregunto cómo entro?. Después del ataque del enmascarado, mis padres pusieron cámaras por toda la mansión y un nuevo sistema de seguridad.

—¡¿Lucia qué haces en mi habitación a media noche?!.

—¡Aquí la que hace las preguntas soy yo!. —de repente, comienza a llorar—. ¡¿Cómo tienes el descaro de follarte a tu prima?!.

¿Por qué llora?... esto era lo único que me faltaba.

—Creo que... es mejor que me vaya. —son las primeras palabras de Yina, después de la llegada de Lucia.

—Yina tú no vas a ningún lado. —en la situación que está, no puede regresar a su departamento—. Desde ahora, dormirás aquí.

—¡Eres una zorra!. ¡¿Cómo te atreves a follarte a mi novio?!. —la pelirroja intenta acercarse a Yina, pero no sé lo permito, la detengo al sostener su brazo.

—¡¿Qué está pasando aquí?!. —es la voz fuerte de mi madre, quien acaba de entrar sin permiso.

Mi habitación es una área pública.

—¡¿Lucia. Qué haces aquí?!. —es mi hermana Mia, llegó junto a mi madre.

—¡Ami también me encantaría saber!. ¡¿Qué mierdas hace Lucia en mi habitación?!.

—Yo le permití pasar. —responde mi madre, de lo más tranquila.

—Tu hijo me engaña con tu sobrina. —aparta su brazo de mi agarre de mala gana, está molesta, dispuesta a continuar con su escena de celos.

Ahora hasta me acusa con mi madre... ¡Está loca!.

—Amiga esto debe ser una confusión. —le responde Mia.

—Me quiero ir a casa. —insiste Yina, quién se encuentra a mi derecha.

—¡Tú no vas a ningún lado!. —le ordenó y estrecho su mano, para asegurarme que no se escape.

—¡Zorra!. ¡Eres una...

—¡Basta!. —mi madre detiene los gritos de Lucia—. Mia, llevate a Yina para tu habitación.

—Madre, pero yo...

—¡Ahora!. —interrumpe sus palabras, ordenándole que debe marcharse.

—Vale. —responde mi hermana, mientras yo suelto el agarre de la mano de Yina.

Ambas se marchan de mi habitación, dejándome a solas con Lucia y mi madre.

—Ustedes dos. —las señalo—. ¡Largo de mi habitación, no estoy de humor!

Me acercó hasta la cama, me acuesto y cubro mis ojos con uno de mis brazos.

—¿Miguel has estado fumando?. —me pregunta mi madre—. Aquí huele a cigarros.

—¿Tengo que pedir permiso para hacerlo?. —odio dar explicaciones—. Soy adulto, tengo veintinueve.

—Miguel tenemos que hablar. —continúa mi madre—. Lucia está aquí, para que acordemos el asunto de cómo le pedirás matrimonio.

Intento ignorarlas, tal vez se cansen y terminen largándose de mi habitación.

—Amor. —escucho a Lucia—. Yo imaginé que si llegaba a estas horas, podíamos arreglar nuestros problemas y terminaríamos durmiendo juntos, como antes.

Me levanto de la cama.

—Lucia. —me acercó hasta ella y mis ojos miran fijamente lo suyos—. Fui claro contigo la última vez que estuviste aquí. ¿Qué parte no entendiste?.

—Amor...

—¡Te dije!. —detengo sus palabras—. ¡Te ordené que le contarás la verdad a nuestras familias!. ¡La verdad de que toda esta payasada del compromiso, la inventaste tú!

—Ella me confesó todo. —responde mi madre.

¿Es en serio?.

—¿Te dijo la verdad sobre sus mentiras?. —no lo puedo creer—. Aun así. ¿Quieres que me comprometa con ella?. ¡¿Qué clase de madre tengo?!

—¡No me hables así!. —sus palabras denotan firmeza—. ¡Le bajas a tu drama, soy tu madre y debes respetarme!.

—Miguel yo te amo.

Su confesión termina con mi poca paciencia.

—¡Yo a ti no!. —las palabras de mi boca, salen solas—. ¡No te amo Lucia!. ¡No me voy a casar contigo!.

Separa sus labios para responder, pero en vez de hacerlo... rompe en llantos y la veo salir a pasos rápidos de mi habitación.

—¡Lucia espera!. —mi madre se marcha detrás de ella.

Aprovecho que ambas se han largado para cerrar la puerta de mi habitación y ponerle seguro. Necesito descansar, para poder analizar todo lo sucedido y así tomar una buena decisión en cuanto a Yina y Mila, porque sobre Lucia, lo tengo claro. ¡No me voy a casar con ella!. Esta noche ha sido, agotadora...

                                 ***

Bajo por las escaleras principales de la mansión, mientras me ajusto el Rolex en mi muñeca izquierda, este es uno de mis favoritos, su diseño es en color rojo.

Después de tanto alboroto, dormí bien todo el resto de la noche, pude analizar, pensar toda la situación con claridad y he tomado varias decisiones.

Llego al comedor, donde todos se encuentran reunidos para desayunar, Mia, Michelle, mis padres, me alegra ver el rostro de Yina y mi mañana se descompone cuando mis ojos se encuentran con los de Lucia.

Aparto la mirada de ella, me acercó hasta la mesa y tomo asiento del lado izquierdo de Yina.

—Buenos días. —saludo por cortesía.

—Buenos días, joven Miguel. ¿Cómo le amanece en esta bella mañana?.

—Estoy bien Lola, gracias por preguntar.

—Hijo, que bueno que ya estás aquí. —dice mi madre con emoción.

—Yina tenemos que hablar. —le digo en un tono de voz bajo, solo para los dos y siento la mirada de Lucia sobre nosotros.

—Más tarde. —me responde en el mismo tono.

—¡Hijo, te estoy hablando!. —me grita mi madre.

¿Vamos a empezar tan temprano con los gritos?.

—Te escucho. —le respondo, pero le estoy prestando más atención a Lola, está sirviendo el desayuno, el cual luce delicioso y yo estoy hambriento.

—Hijo, tengo una sorpresa para ti. —logra que pose mis ojos sobre ella. Tiene una de sus manos vuelta un puño, con el brazo estirado ante la mesa, para que todos los puedan ver—. Adivina. ¿Qué es?.

No estoy de humor para payasadas.

—Les tengo una mala noticia. —hablo ignorando las palabras de mi madre y obteniendo la atención de todos en la mesa—. Milan fue asaltado anoche, se encuentra en el hospital.

La jarra repleta de jugo que Lola sostenía, impacta contra el suelo al dejarla caer, destruyéndose el cristal por completo.

—Lo siento...

—¡Eres una buena para nada!. —le grita mi madre, deteniendo sus excusas—. ¡Vas a limpiar todo ese maldito desastre!.

—¡Verónica calmate!. —interviene mi padre.

Lola se marcha asustada, sin responder absolutamente nada.

—Madre, no puedes seguir tratando a Lola de esa manera. —alega Michelle.

—Miguel, estábamos en el tema de mi regalo. —continúa nuestra madre, ignorando las palabras de Michelle y la noticia de su hijo.

—Madre no me interesa tu regalo. —no quiero empezar una discusión—. ¿No escuchaste lo que dije?. Mi hermano, tu hijo está en un hospital.

—¿Cómo fue ese asalto?. —pregunta mi padre, mientras toma un sorbo de su café.

¿Ah?... piensa, piensa.

—Le quitaron todas sus pertenencias. —respondo, tratando de ser lo más convincente—. Intento poner resistencia y por eso terminaron dándole una paliza.

¡No puedo creer que esté mintiendo!... pero vale la pena. Es mi hermano y nunca lo voy a dejar solo.

—No asistiré a la universidad hoy, iré al hospital, tengo que estar con mi hermano. —dice Mia.

—Yo te acompaño. —secunda Michelle.

—No asistirás a la universidad hoy, pero es porque tienes tres pruebas de maquillaje para tu fiesta. —responde nuestra madre.

—Una prueba de maquillaje no es más importante que nuestro hermano. —afirma Michelle—. Esa fiesta, no importa en estos momentos.

—¡Callate!. —le grita nuestra madre—. ¡Nadie ha pedido tu opinión!.

—¡Nadie la pidió, pero yo quise darla!.
—contraataca mi hermana.

—¡Lo que digas o pienses no importa!. —la voz de nuestra madre, denotan firmeza—. ¡Eres únicamente un florero en esta familia!.

¿Qué?... ¿Cómo se le ocurre decir eso?.

Michelle no responde, solo baja la cabeza, sintiéndose avergonzada por las humillaciones de su propia madre.

¡Se me quitó el hambre!

—Yo me voy para la empresa. —me pongo levanto de la mesa.

—¡Miguel, tú no vas a ningún lado!. —continúa mi madre con sus gritos.

¿Será que no se cansa?.

—Vale, muéstrame el regalo que tienes para mí. —no me gustan los regalos, pero no me queda de otra, entonces tomo asiento otra vez.

—¡Sorpresa!. —deshace el puño de sus manos, dejando visible un anillo, sí... un maldito anillo de compromiso.

—¡Maldición!. ¿Por qué haces todo tan difícil?!.

—Miguel, cuidado como te diriges a tu madre. —me regaña su esposo.

—Mañana es el cumpleaños de Mia. —responde mi madre, mientras se levanta de la mesa, en un tono de voz más calmado—. Y tú, le pedirás matrimonio a Lucia, delante de la prensa.

—¡No!. —me niego.

—Amor será lo mejor para los dos, con el tiempo aprenderás amarme como yo te...

—¡Lucia, cierra la boca!. —detengo sus estúpidas palabras, no quiero escucharla.

Me empieza a palpitar la cien.

—¡Miguel, a las mujeres no se les trata así!. —me regaña otra vez, la marioneta de mi madre, su esposo el Sr. Octavio, mi padre.

—¡Te casarás con Lucia, la decisión está tomada!. —afirma mi madre.

—¡¿Quién tomo esa maldita decisión?!. —es una familia de locos—. ¡Soy un hombre adulto y nadie me obligará hacer lo que no quiero!.

—Miguel, por favor hablemos. —insiste Lucia.

—¡Lucia ten un poquito de amor propio!. —me tiene hastiado—. ¡No me voy a casar, punto y final!.

—¡Miguel controla esa boca, no te lo volveré a repetir!. —mi padre, con el mismo regaño.

Tengo un fuerte dolor de cabeza desde anoche, siento que en cualquier momento explotaré...

—¡¿Por qué no te quieres casar conmigo?!. —pregunta Lucia con lágrimas corriendo por sus mejillas, mientras se levanta de la mesa—. ¡Quiero una explicación, solo dame una maldita explicación!.

—¡Joder!. —exploto, ya no aguanto más—. ¡Me gusta otra mujer!.

Todos en la mesa ponen rostro de funeral.

—¡¿Esa es la explicación que querías?!. —su rostro muestra confusión, tristeza y decepción—. ¡Me gusta otra mujer!. ¡No puedo parar de pensar en ella a todas las putas horas!. ¡La deseo, la quiero a mi lado y la maldita me tiene mal, porque me está haciendo sentir cosas extrañas!.

Se siente bien desahogarse...

—Miguel Arango. —me habla mi madre, en su tono de voz normal, sin gritar—. ¿Te casas con Lucia oh estás despedido de la empresa?.

Mi corazón tienta en salirse...

—Te olvidas de tu puesto de gerente empresarial. —continúa—. Y también, olvídate de contar con esta familia, porque te irás a vivir a la calle, sin un solo centavo.

—¿Madre, qué cosas dices?. —escucho la voz de Mia.

—Padre, no te quedes callado. —escucho a Michelle.

Solo escucho sus voces porque estoy perdido en la noción del tiempo...

—Estoy de acuerdo con Verónica. —responde mi padre, destrozando todo dentro de mí.

Esta familia es un fiasco, siempre ha sido así, quieren retenernos y privarnos de hacer lo que nos plazca.

—¿Entonces?. —continúa mi madre, con rostro de victoria—. ¿Quiero escuchar tu respuesta?.

Ami no me gustan las órdenes, yo hago las órdenes... repito, ami no me gustan las órdenes. ¡Yo hago las malditas órdenes!.

Me levanto de la mesa y salgo del comedor sin responder sus estupideces, no me importa lo que digan, ni lo que piensen, yo no me doblegó ante nadie. Me encamino hacia el aparcamiento de la mansión, tengo que salir de aquí lo antes posible y no importa que el mundo se me venga encima, desde ahora haré lo que me plazca.

Llego al estacionamiento y sin pensarlo dos veces me subo a mi Porsche, lo enciendo y emprendo la huida.

Conduzco a toda velocidad por las calles de Madrid, con la mirada en la carretera y con un solo objetivo en mi cabeza. Siento el móvil vibrar en el bolsillo de mi pantalón, al mismo tiempo que lo escucho timbrar. Con una mano, lo extraigo del bolsillo sin detenerme y observo el nombre en la pantalla.

Lucia.

Bajo el cristal del auto y sin pensarlo, aviento el móvil por la ventana, mientras conduzco a toda velocidad.

Minutos más tarde... me estacionó en mi destino, bajo del auto con agilidad, me dirijo hasta la puerta y comienzo a golpearla uno, dos, tres, cuatro y justo cuando voy a dar el quinto, la puerta se abre, permitiéndome ver su rostro.

Está preciosa... su pelo se encuentra totalmente mojado, estila pequeñas gotas sobre su rostro y su cuerpo está envuelto en una toalla blanca, lo que significa que acaba de tomar una ducha.

—¿Qué haces aquí?. —su pregunta es en ese tono de voz tan dulce que siempre tiene.

Me acercó hasta ella y no dudó en posar mi mano sobre su mejilla... tiembla, al sentir mi tacto. Con mis nudillos la acarició, mientras observó el hermoso avellana de sus ojos.

—Estoy molesta contigo, porque...

Sus explicaciones quedan a medias, en el momento que pego mi boca de la suya, la cual me recibe con esa hambre de deseo que siempre emana, calmando todos mis sentidos y llenándome de paz en medio de esta guerra, sus brazos se envuelven en mi cuello y mis manos se enredan en su pelo, mientras disfruto de sus deliciosos labios, los cuales he reclamado como míos, porque son míos y ella es mía, solo mía y por ella no me importaría arder en el puto infierno...

Nota de la autora.

¿Qué les ha parecido este capítulo?.

La cosa esta cada vez más complicada entre estas familias.

Nuestro papacito, millonario musculoso, está entre la espada y la pared. ¿Qué decisión piensan ustedes que tomará?. ¿El dinero oh el amor?... debe decidir rápido, porque estamos a ley de un día para el cumpleaños de Mia.

Por otro lado, tenemos varias situaciones más, por ejemplo... el sufrimiento de Yina, Milan que casi queda con una sola pierna y... ¿Qué honda con Lucia?. Y lo que menos podemos olvidar. ¡La Sra. Verónica está de amarrar!.

¡Gracias por leer este capítulo!, no olviden votar y dejar lindos comentarios.

DCLEBRON.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro