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Capitulo 22 .. Verdades a la luz

Alma Velasco

—¿Alma porque no viniste a la universidad ayer?

La pregunta de Yina perturba mis pensamientos acorralándome en la confusión. No puedo responder, eso sería continuar con las mentiras y ya estoy cansada de eso, de estar mintiendo todo el tiempo para tener que esconder una cosa de la otra.

Observó a Mia, tiene su mirada concentrada en mí, está a la espera de una respuesta al igual que su prima. De mi boca no sale ni una palabra, llevo mi mano hasta la cola de mi pelo, juego con ella, como ejercicio para ver si se me ocurre alguna respuesta, porque por más que intente no puedo decirle la verdad. No puedo decirle que estuve con Miguel Arango de vacaciones en Francia, en definitiva no puedo.

—¿Leonardo?. —mis ojos viajan a la misma dirección que está observando Mia—. ¡Leonardo!.

¡Esto era lo que me faltaba!.

Uno de los mejores amigos de Miguel está aquí y para mi mala suerte me conoce como Laura. ¡Maldición!. Si se llega a enterar de que soy Alma Velasco estaré acabada, ese sería el fin de mis mentiras.

Gracias al llamado de Mia camina en dirección a nosotras. ¡Santo, cielos!. Tengo que pensar en una idea... De forma rápida me muevo de mi lugar, quedando detrás de Mia, agachada para que no logré verme.

¿No se me pudo ocurrir una mejor idea?... ¿Cómo se me ocurre esconderme detrás de Mia?.

—¿Cómo están mis chicas favoritas?. —escucho su voz, esa misma voz con la que me llamo preciosa aquel día que nos conocimos en la empresa.

—Felices de verte. —le responde Yina—. ¿Qué haces aquí?.

Hasta yo quiero saber. ¿Qué hace aquí?. Leonardo no estudia en esta universidad. Ahora por él, estoy haciendo la ridícula escondida detrás de Mia.

—Lucia y yo quedamos de encontrarnos aquí. —explica.

—¿Lucia y tú?. —esta vez es Mia quien pregunta.

—Me dijo que deberíamos reunirnos para hablar sobre un tema importante. ¿Saben si ya está aquí?.

Entonces... Lucia es la culpable de que él esté aquí. ¡Si antes me caía mal, ahora mucho más!.

—No la he visto. Ayer no vino a clases. —contesta Yina.

No puedo seguir aquí escondida durante tanto tiempo. ¿Será que no piensa irse?.

Me encantaría en estos momentos tener el poder de leer los pensamientos, para así adivinar lo que deben estar pensando Mia y su prima de mí. Ellas no son tontas, deben encontrarse extraño que justo al llegar Leonardo, yo haya procedido a esconderme.

¡Virgen santísima de todos los cielos!. Mi corazón tienta en salirse, en el momento que Mia se mueve de su lugar dejándome por completa al descubierto. La hermosa mirada de ojos café de Leonardo conectan con los míos, frunce el ceño. Está totalmente confundido.

¡Este es mi final!.

—¿Qué haces aquí?. ¿Estudias en esta universidad?. —sus palabras denotan un tono de voz firme.

Quiere explicaciones, pero no tengo valentía para darlas justo ahora.

—¿Ustedes se conocen?. —pregunta Mia.

—¿De dónde se conocen ustedes?. —cuestiona Yina.

Las entiendo, ambas están confundidas al igual que él.

¿Ahora que voy a hacer?. No puedo permanecer en silencio, llevo ambas manos hasta mi cabeza. Estoy a punto de enloquecer...

—¡No!. —grito exasperada—. No, nos conocemos. Debe estarme confundiendo con alguien.

—Pienso igual. —habla Mia—. Leonardo ella es Alma Velasco, la chica que me salvo la vida.

Este es mi final...

—¡¿Qué?!. —Leonardo ataca sus ojos, sin apartarlos de los míos.

¡Me ha descubierto!. ¡Estoy perdida!.

¡Ayuda!... ¡Necesito ayuda!.

—Yo... pues... —me resulta difícil hablar, la vergüenza está acabando con mi persona en estos momentos.

—¿Mia qué sucede?. —pregunta Yina con voz preocupante, logrando que Leonardo y yo apartemos la mirada.

Mis ojos reparan a Mia, su semblante ha cambiado por completo, sus manos tiemblan de forma extraña mientras sostiene el móvil y su mirada está fija en la pantalla.

—¿Mia qué pasa?. —insiste su prima.

Continúa con los ojos puestos en el móvil sin pestañear. ¿Qué le sucede?.

—Debo ir al baño. —por fin responde y Podemos ver cómo se marcha sin esperar una respuesta alguna.

—¡Mia espera!. —le grita Yina, pero es en vano porque ha seguido su camino sin mirar atrás.

Algo le está pasando. Ella no es así.

—Alma, Leonardo no podré seguir platicando con ustedes, debo ir detrás de ella para asegurarme de que todo esté bien. —nos explica la rubia.

Se marcha por el mismo camino que Mia lo hizo, dejándome en una grave situación, a solas con Leonardo.

—¡Eres una mentirosa!. —su acusación emite fuerzas, mientras se acerca hasta mí acortando nuestro espacio.

—Todo... todo tiene una ex...

—¡¿Cómo quieres que te llame Alma o Laura?!. —sus gritos detienen mis palabras, en tanto sus ojos café me fulminan.

—Si me permites yo puedo explicarte todo.

Sostiene de forma brusca mi brazo derecho, tomándome de sorpresa en el momento que se acerca hasta mi rostro y queda muy cerca de mis labios, obligándome a fijar mis ojos en ellos, tienen un tono en color rosa, por su forma denotan que son gruesos, pero a la vez suaves, en definitiva son labios perfectos.

—¿Esa explicación sería tu confesión?. Tu confesión acerca de que eres la única responsable de los altercados hacia Mia. —observo cada uno de los movimientos de sus labios.

¿Acaba de decir altercados?.

—¡Alma!. —la mención de mi nombre obliga al hombre de ojos café soltar el agarre de mi brazo y apartarse de mí.

Es Samuel... quién acaba de llegar en un mal momento.

—¿Leonardo qué haces aquí?. —escucho su pregunta.

—Samuel, mucho tiempo sin vernos. ¿No?. —responde el castaño, al mismo tiempo que le extiende su mano.

Puedo sentir la mirada de Samuel sobre mí, mientras hago el mayor esfuerzo de no mirar su rostro para así no hacer contacto con el verde oscuro de sus ojos. Después de unos largos segundos estrecha la mano de Leonardo.

—Si, bastante tiempo. ¿Ustedes de dónde se conocen?. —su pregunta me hace palpitar la cien.

—Dile a ella que te cuente. —responde Leonardo de lo más sereno, confundiendo aún más a Samuel y aumentando la posibilidad de que me vuelva loca.

—¿Samuel puedes dejarnos solos?. —la pregunta sale de mi boca sin analizarla.

—Alma yo...

—Por favor. —insisto con mi petición deteniendo sus palabras.

Observó a Leonardo, tiene una gran sonrisa en sus labios, está disfrutando este momento, sabe muy bien lo asustada que estoy. Por error mis ojos viajan al rostro de Samuel, nuestras miradas se conectan y jamás lo había visto así, está confundido, triste y decepcionado a la vez.

—De acuerdo. —me responde, rompe la conexión de nuestras miradas y se marcha, dejándome aún más desorientada de lo que estoy.

Leonardo no ha borrado su sonrisa, puedo ver cómo sus ojos me reparan por completa, de arriba, abajo y viceversa. No sé cuáles son sus planes, pero si le debo una explicación, antes de que corra a contarle todo a su mejor amigo.

—Leonardo te voy a explicar todo, pero no aquí. —no quiero que Mia, Yina o Samuel regresen y escuchen nuestra conversación—. Vayamos a otro lugar.

—¿Qué me vas a explicar?. —su mirada es de desprecio—. ¿Cómo te acuestas con mi mejor amigo con una identidad falsa?. ¿Oh como te revuelcas con Samuel?. No, ninguna de esas. Mejor explícame. ¿Cuándo será el tercer ataque del enmascarado hacia Mia?.

¿Tercer ataque?. ¿Cuándo fue el segundo?.

—¿El enmascarado volvió atacar?. —esto me confunde aún más.

—No te hagas la inocente. —acorta nuestro espacio por segunda vez.

—No sé dé qué me hablas. —me acercó más hasta su rostro, tan cerca que siento su respiración sobre mí, mientras sus ojos se conectan con los míos.

Leonardo sabe cosas y yo tengo que saber lo que está pasando.

—¿Iremos a hablar a otro lugar o no?. —insisto, sin perder el contacto visual y sin alejarme de su rostro.

No responde... Puedo ver cómo su mirada baja hasta mis labios.

—¿Me vas a besar?. —no se atreve.

—Tienes una letra m colgada en el rostro y para mí tienes bigotes. —se aparta de mí.

¿Qué quiere decir con eso?.

—Vamos, conozco un lugar cerca en el que podemos hablar.

Lo veo alejarse y también me doy cuenta de como los alumnos se dirigen a sus respectivos salones, lo que me recuerda que debo ir a clases y que estoy atrasada porque he faltado muchos días.

—¡¿Vienes o no?!. —lo escucho gritarme mientras sigue caminando en dirección a la salida.

Solo serán las clases de hoy, de mañana en adelante me pondré al día y no faltaré más a clases. No pierdo más tiempo, cuelgo la mochila en mi hombro y lo sigo.

Camino detrás de él y en menos de nada llegamos al aparcamiento de la universidad, puedo ver cómo se acerca hasta uno de los vehículos estacionados, abre la puerta del conductor y sube.

—¡¿Te vas a quedar idolatrando mi nave o te vas a subir?!. —me grita desde adentro.

Muy humilde el Sr. Novoa con su comentario. Si estoy observando su vehículo, está de lujo. El logo de la marca que tiene en la parte delantera trae recuerdos a mi cabeza, porque es la misma del auto deportivo de Miguel, marca Porsche, con la diferencia de que no es un auto rojo, sino una camioneta y en color azul. Aparto la mirada del vehículo y me subo en los asientos traseros de la camioneta.

—¿Por qué no te subes delante?. Esto no es un taxi. —me observa por el pequeño espejo del retrovisor.

Su comentario logra sacarme una sonrisa.

Emprende el camino saliendo de la universidad en dirección no sé a dónde, de lo que si estoy segura es que no puedo permitir que Leonardo le cuente la verdad a su amigo sobre quién soy, porque eso me corresponde solo ami.

Saco el móvil de mi bolsillo trasero recordando que lo tengo, del cual aún no me acostumbro. Enciendo su pantalla esperando tener un mensaje del hombre que no sale de mis pensamientos, pero no, ni una sola respuesta a los mensajes que le he dejado desde esta madrugada.

No comprendo por qué no responde, si solo hace horas que estábamos bien. Todo el viaje de regreso a Madrid la pasé sobre su regazo en el jet privado, mientras él tomaba whiskey, del cual yo misma le preparé, porque no iba a permitir que esa ridícula azafata se le continuará insinuando en mis narices.

Durante el viaje me estuvo orientando sobre cómo utilizar el móvil, es la primera vez que tengo uno, en realidad no es difícil usarlo y no es por presumir, pero soy muy inteligente, aprendo rápido. Él mismo agendo su contacto y fue muy claro en el momento que me explico sobre el tema de que puedo llamarlo o escribirle cuando quiera, entonces no entiendo por qué no contesta.

Observó los mensajes que le he escrito. A las 4:30 am le pregunté si llego bien a la mansión y a las 7:00 am un cordial buenos días, ya es tarde y no ha respondido ningunos de los dos mensajes. ¡Qué mala educación de parte del galán de ojos azules!. Por cortesía debería por lo menos responder un hola.

—Llegamos. —habla Leonardo logrando regresarme a la realidad y apartar mis ojos del móvil.

Llevo la mirada atreves de la ventana, nos estamos adentrando por un camino asfaltado rodeado de árboles y hermosas rosas. Veo varios seguridad a medida que vamos avanzando.

—Santo, Cielos. —hablo para mi sola cuando aparece en mi campo de visión un edificio al estilo moderno.

Leo el enorme letrero que tiene a un costado, el cual llama mucho la atención por la decoración de tantas estrellas: —Club The Star.

Leonardo se estaciona en la parte delantera y por lo asombrada que estoy gracias a la hermosa vista, me bajo de la camioneta con rapidez.

Observó el alrededor. Todo el lugar está lleno de vehículos, se nota a leguas que aquí solo vienen personas de alto prestigio, porque la mayoría son autos y camionetas de lujos.

—¿Este es el club de Yina?. —le pregunto, en el momento que pasa por mi lado encaminándose hacia dentro del edificio y como no me queda de otra, lo sigo.

Atravesamos las puertas del club, encontrándonos con una sala de espera, la cual tiene dos enormes sofás en color blanco a cada extremo, el suelo está cubierto en alfombra roja y por los alrededores lámparas lujosas con diseños en dorado.

Sigo los pasos del castaño, quien se detiene en el elevador, el cual justo abre sus puertas y salen más de cinco personas. Estando totalmente vacío se encamina dentro y como estoy siguiendo sus pasos hago lo mismo. Las puertas se cierran, mientras Leonardo presiona el nivel ocho.

—¿Por qué vinimos aquí?. —tengo esa duda, porque por un momento llegué a pensar que iríamos a tomar un café.

—Puedes estar tranquila. —lleva una de sus manos al bolsillo del blazer de su traje, saca el móvil y empieza a usarlo—. Él que debería estar asustado soy yo y no lo estoy.

No respondo su estúpido comentario.

—Entre tú y yo, la persona sospechosa de intento de homicidio eres tú, no yo. —me acusa sin apartar la mirada de su móvil.

El elevador se detiene y no demora en abrir sus puertas, salimos de él y lo agradezco, porque sentía que me asfixiaría allí dentro, no porque sea claustrofóbica, sino porque el aura de Leonardo me intimida.

Caminamos por un largo pasillo, el cual está completamente vacío, en el fondo alcanzo ver dos enormes puertas, las cuales son oscuras y es imposible adivinar lo que se encuentra del otro lado. Un hombre alto de brazos fuertes vestido en color negro, está parado junto a ellas, leo las letras del suéter que lleva puesto dice: Seguridad privada.

—Mujer cambia esa cara de tragedia. —comenta aún con la mirada puesta en el móvil mientras camina a dos pasos delante de mí.

Nos detenemos frente a las grandes puertas. Leonardo habla con el musculoso seguridad en otro idioma, no comprendo nada, pero si sé que es en ruso. El hombre me repara por completa durante unos largos segundos y por fin nos abre las puertas.

—¡Oh por Dios!. ¡¿Qué hacemos aquí?!. —le grito a Leonardo al mismo tiempo que las cuencas de mis ojos amenazan con salirse.

¡Esto es un bar!.

Nos adentramos en él. Tiene un buen ambiente, la barra está totalmente llena, al igual que las mesas y hasta en la pista de baile puedo ver mujeres agitando las caderas al ritmo de la música de Rihanna. La decoración es similar a la sala de espera del primer nivel, en rojo y dorado, los cuales hacen un contraste increíble por las luces oscuras del lugar.

Camino detrás de Leonardo, quien se dirige a la barra y por suerte tiene dos taburetes vacíos. Toma asiento en uno de ellos, me corresponde hacer lo mismo con el otro, pero lo que no comprendo es. ¿Qué hacemos aquí?. Se supone que deberíamos ir a platicar a una cafetería, no venir a un bar. Además, es medio día. ¿Por qué este lugar está lleno con tantas personas a estas horas?.

Dejo de pensar y no pierdo más tiempo, tomo asiento en el otro taburete que está disponible, porque mientras más rápido hablamos, más rápido nos largamos de aquí.

—¡Dos cervezas!. —le grita a la chica que se encuentra detrás de la barra.

—¡Yo no tomo alcohol!. —le hablo en un tono de voz fuerte, para que pueda escucharme por lo alta que está la música.

—¡Una cerveza no te hará daño!. ¡Además eso toman ustedes las mujeres, cervezas!

¿Aque se refiere con ustedes las mujeres?

—¡¿A ver y ustedes los hombres que toman?!. —acerco mi rostro hacia él, para que me escuche mejor.

—¡¿Para qué quieres saber si no lo vas a tomar?!.

Su respuesta me ofende.

—¡Pide lo que quieras, te demostraré que las bebidas no vienen con etiquetas de género!. —lo reto.

Una sonrisa se forma en su rostro.

—¡Vale!. ¡Olvida las dos cervezas y trae una botella de tequila!. —le ordena a la chica de la barra otra vez.

—¡¿Para qué pides una botella completa?!. ¡Con dos tragos era suficiente!.

—¡Porque nos vamos a demorar!. —responde con una gran sonrisa en su rostro.

Las mayorías de veces siempre está sonriendo.

La chica regresa... pone la botella de tequila encima de la barra, junto con dos copas pequeñas en forma de cilindro y una bandeja con rodajas de limón. Leonardo le agradece por su servicio, en tanto puedo ver cómo destapa la botella y vierte el alcohol dentro de las copas.

—¡Ahora si Laura, disculpa... Alma!. —pone su móvil encima de la barra entre medio de los dos, con una gran sonrisa en su rostro mostrando su dentadura perfecta—. ¡Tienes hasta que la botella de tequila se termine para convencerme!. ¡De lo contrario llamaré a mi mejor amigo y le contaré toda la verdad sobre quién eres!.

Claro... si antes no se detiene mi corazón por causa de los nervios y muero.

Toma su copa, se la lleva a la boca y se toma todo el líquido de un sorbo sin apartar la mirada de mí, con rostro amenazante, al igual que un juez en una corte, llevando la audiencia de un asesino cereal.

Mis oídos escuchan como empieza a sonar: Ariana Grande - No tears left yo cry. Volviéndose el ambiente del lugar más tranquilo, mientras las personas toman y cantan al ritmo de la música.

Leonardo no ha apartado la mirada de mí, ni por un segundo, está a la espera de una respuesta y no cualquier respuesta, quiere una que lo convenza de no delatarme y es lo que voy a hacer, le explicaré el porqué de mis mentiras. No es tan difícil hacerlo, pero es la tensión y el miedo que me cohíben a sincerarme, pero ya es suficiente. Tengo que decir la verdad.

Tal vez un trago me relaje... además dicen que los hebreos siempre dicen la verdad.

Sostengo mi pequeña copa, la llevo hasta mi boca y al igual que Leonardo intento tomarme todo el líquido de un sorbo, pero eso para mí es misión imposible. Me veo obligada a regresar la copa donde estaba sin haberla bebido toda... Empiezo a toser, una y otra vez, por la causa de que el alcohol caliente ha quemado mi garganta, pero si tan solo llegue a tomarme un pequeño trago, en definitiva el sabor es horrible. ¡¿Cómo es que a las personas les gustan beber esto?!.

Observó a Leonardo... Está riendo a carcajadas. ¡El idiota se está burlando de mí!.

—¡No le veo lo gracioso!. —me molesta que se ría de mí, en mis narices.

—¡Te advertí que estas bebidas son para hombres!. —llena su copa de tequila y sé la toma de un sorbo, dejándola vacía otra vez.

De pronto, mis pensamientos son invadidos por recuerdos de él, ese hombre de mirada azulada que no sale de mi cabeza. Es que aquellas imágenes son difíciles e imposibles de borrar, él enseñándome como se debe tomar el vino, con palabras seductoras y frases sucias, en lo cual termino mi cuerpo sobre la mesa de piernas abiertas, disfrutando del delicioso placer que me brindaba su boca en mi vagina.

Jamás podré olvidar ese viaje a Francia.

—¡Deberías probarlo con limón!. —los gritos de Leonardo me apartan de mis pensamientos, logrando que centre la mirada en él—. ¡Come una rodaja primero y luego te tomas el tequila!.

Sostiene la botella y termina de llenar mi pequeña copa con el líquido.

No pierdo tiempo. Tomó una rodaja de limón, la llevo hasta mi boca, disfruto de la sensación agria y a la vez salada. Sostengo la copa, la acercó hasta mis labios y ahora sí... bebo todo el alcohol, dejando el envase completamente vacío.

Esta vez no se sintió tan mal...

—¡Lo logré!. —mi grito es de victoria, en realidad si se sintió increíble disfrutar de esta nueva experiencia.

—¡Lo lograste mentirosa!. —exclama con emoción.

El que me llame mentirosa me hace sentir ofendida, si lo soy, pero no me siento orgullosa de eso.

—¡Leonardo préstame atención, te explicaré todo!.

—¡Te estás tardando!. —llena de nuevo su copa de tequila y como es de esperarse se lo toma todo.

—¡Yo no quería mentir!. —me acercó más a él para que me escuche mejor. Ed Sheeran se escucha en la música—. ¡En el momento no lo pensé, lo hice por miedo al rechazo!.

—¡¿Esa es tu mejor excusa?!. —observo sus movimientos, toma la botella de tequila, llena su copa y también la mía.

—¡Es difícil de creer, pero sí!. —realizo el mismo procedimiento de hace un rato, primero el limón y luego el tequila, dejando la copa vacía—. ¡No quería que reacciona al igual que su madre y Lucia!.

—¡¿Lucia?!. —el semblante de su rostro cambia.

—¡Si, Lucia!. ¡¿Por qué te sorprende?!. ¡En esos días ella y la Sra. Verónica me declararon la guerra!.

—¡¿Por eso tenías que hacerte pasar por otra persona?!.

—¡No tenía idea de cómo reaccionaria si sabe que soy la persona que le salvó la vida a su hermana!. ¡Lo más probable, es que me acuse de cómplice del hombre que intento matarla, al igual que todos los demás!.

—¡Yo no soy todos los demás!. —se toma toda la copa.

—¡No te creo!. —también me tomo mi copa—. ¡En la universidad me preguntaste cuándo sería el tercer ataque del enmascarado, por cierto no tengo idea de cuando hizo el segundo!.

Esta vez soy yo quien tomó la botella de tequila y sirvo nuestras copas. Por un momento, me doy cuenta de que Leonardo está observando muy concentrado en dirección a la pista de baile, hago lo mismo que él, dirigiendo la mirada hacia la misma zona para ver qué lo tiene tan distraído... ¡Vaya, vaya!. Es una rubia con rasgos americanos, tiene puesto un vestido muy corto en color blanco y por la edad se nota que es más mayor que mi madre. Ella también está mirando en nuestra dirección... ¡La señora está coqueteando con él!.

—¡¿Leonardo me estás escuchando?!. —aparta la mirada de la rubia y la vuelve a poner en mí.

—¡¿Crees que si tuviera dudas de que estás involucrada con el enmascarado estaría aquí contigo?!. —pasa las manos por su pelo castaño —. ¡El segundo ataque fue anoche en la mansión!.

¡¿Qué?!. ¡¿Cuándo?!

—¡¿Estás bromeando?!. —no lo puedo creer.

—¡No tengo mucho conocimiento de lo sucedido!. —me explica lo más fuerte que puede para que escuche, por el alto volumen de la música—. ¡Solo sé, que si Miguel no llega a tiempo ese enfermo mental hubiera secuestrado a Mia!.

Un sin número de emociones agobiantes me invaden.

—¡¿Él... él está bien?!. —esa debe ser la causa del porqué no responde mis mensajes.

—¡De maravilla, es Miguel!. —regresa la mirada en la misma dirección de hace unos minutos, a la pista de baile—. ¡Él que estuviera mal sería el enmascarado si mi amigo lo hubiera alcanzado!. ¡Estaba dispuesto a descargarle todo el rifle en la cabeza!

—¡¿Tiene una arma?!. —esto cada vez se vuelve más preocupante.

—¡No, es de su padre!. —habla mientras observa la señora.

—¡¿Estás seguro que Miguel está bien?!. ¡No responde mis mensajes!.

—¡Estuvo ocupado todo el resto de la noche descargando su ira!. ¡Es mi mejor amigo, lo conozco como la palma de mi mano!. ¡Lo sucedido lo tiene mal, ya te responderá!.

¿Ira?... eso me hace recordar como destruyó aquella lámpara en el Penthouse, solo porque le confesé que me gustaba el francés, justo eso era lo que sentía, irá, una ira que lo abruma y obliga a reaccionar por impulsos. Llevo mi mano al bolsillo trasero de mi pantalón y saco el móvil que él me regaló, observó la pantalla y es lo que supuse, todavía sigue sin responder mis mensajes.

De repente aparece la rubia entre medio de nosotros, puedo ver cómo se acerca hasta el oído del castaño sin importarle que yo esté presente, luego de unos largos segundos deja un beso sobre su mejilla y se gira dándole la espalda para marcharse, mientras él se queda embelesado mirándole el trasero hasta que ella desaparece.

—¡Tienes que confesarle la verdad!. —se toma su copa por completo, no pierde tiempo llenándola de nuevo y bebiéndose todo el alcohol otra vez—. ¡Ya regreso!.

Se levanta del taburete y lo veo con intensiones de marcharse... ¿Piensa dejarme sola?.

—¡¿Para dónde vas?!. —sostengo su brazo para detenerlo.

—¡Acabo de decirte que ya regreso!. —se aparta de mi agarre—. ¡Mientras tanto, ve rezando tres avemarías, para ver si así Miguel perdona tus mentiras!.

No me agradan para nada sus chistes malos.

El descarado se marcha en la misma dirección que lo hizo la señora que viste como quinceañera.

En la música se empieza a escuchar: Adele - Hello. Regresando a mis pensamientos todo lo que Leonardo me ha contado. El enmascarado atacó anoche a Mia en su propia casa... ¿Cómo es que ella no me dijo nada?. Llegue a pensar que teníamos una linda amistad, por un momento creí que ella confiaba en mí, lo más probable es que está dudando al igual que los demás y por eso me lo ha ocultado.

No entiendo. ¿Por qué si no confía en mí, me entrega la invitación de su cumpleaños?. Invitación que no debí aceptar, porque no iré. Asistir a esa fiesta implica estar en la casa de los Arango, eso significa que me cruzaría con su madre, la cual me odia, por cierto el sentimiento es mutuo. Además de encontrarme el hombre que controla mis pensamientos en todo momento y gracias qué soy asombrosa con las mentiras, no tiene idea de mi verdadero nombre.

Tomo mi copa y bebo todo el alcohol dejándola vacía, esta vez sin limón, sintiéndome un poco mareada en el momento... su sabor ya no me incomoda. Ahora hasta me gusta mucho más así solo.

—¡Yo te conozco!. —un hombre de piel morena se acaba de acercar hasta la barra—. ¡Tú eres Alma Velasco!. ¡La chica que le salvo la vida a Mia!.

¿Nos conocemos?.

Observó su rostro con atención para ver si lo recuerdo de algún lado. El moreno tiene una hermosa sonrisa en sus labios y el perfil de su mandíbula se podría decir que es perfecta, además de tener una nariz perfilada. En definitiva... no, no conozco este bombón de chocolate.

—¡Lo siento, yo..!

—¡Nos conocimos en el hospital!. —se acerca hasta mí, para qué lo escuché mejor—. ¡Estabas visitando a Mia y yo llegué con flores rojas para ella!.

¡Si, qué tonta soy!. Es Raúl, el mano derecha de Yina en el club, por cierto. ¿Este es el club?. Le pregunté sobre eso al menso con el que vine y no respondió.

—¡Si ya te recuerdo!. —nos damos dos besos en las mejillas como saludo.

Por cierto... Raúl huele muy bien, su fragancia es deliciosa. De pronto invaden mis pensamientos recuerdos de aquella noche que llegamos a Francia, como olfateaba y disfrutaba del exquisito aroma de Miguel, de solo recordarlo siento mis bragas humedecerse. Nadie como él.

¿Por qué todo me recuerda a él?.

—¡¿Qué haces aquí?!. —su pregunta me toma de sorpresa.

No puedo decirle que estoy con Leonardo y ya estoy cansada de mentir todo el tiempo.

—¡¿Este es el club de Yina?!. —evado su pregunta.

—¡Sí, aquí trabajo!. —sus ojos viajan hasta la botella de tequila y las dos copas que están sobre la barra—. ¡¿Podemos hablar afuera un momento?!.

Leonardo me dejó sola y no estoy acostumbrada a escuchar tanto ruido, me vendría bien salir de aquí por unos minutos. Así que terminó aceptando y nos dirigimos afuera.

Salimos del bar, adentrándonos al largo pasillo. Puedo ver que el musculoso seguridad sigue aquí, parado como estatua pegado de las puertas.

—¿Sobre qué hablaremos?. Debo regresar dentro. —no quiero ser odiosa, pero debo regresar a la barra antes que Leonardo, no vaya el menso a pensar que me marché y termine contándole todo a Miguel.

—Me gustaría saber. ¿Cómo está Mia después de anoche?. —su pregunta me resulta extraña.

—¿Anoche?. —finjo demencia.

—Si, anoche. Después de que otra vez ese maldito haya intentado hacerle daño.

Esto es extraño. Mia no me contó nada de lo sucedido, pero por lo visto, Yina tampoco sabía, por su semblante de hoy, no se notaba preocupada.

—¿Cómo es que sabes de lo que pasó en casa de los Arango anoche?. —le pregunto, mientras observó sus movimientos con atención, a la espera de una respuesta.

Pasa ambas manos por su cabeza, como si estuviera nervioso.

—Yina me contó. —responde.

No le creo.

Llega una imagen a mis pensamientos de aquella tarde en el hospital. Raúl sorprendió a Mia con rosas y en la forma que le hablaba, la miraba, se notaba que sentía cosas por ella.

—Alma, solo me gustaría saber si ella está bien. —observo sus ojos por largos segundos, pero su mirada no me muestra nada, es como si fuera alguien frío, sin sentimientos.

—¿Ella te gusta?. —le pregunto, sintiendo un gran alivio en el momento. Necesitaba hacer esa pregunta, sentía que explotaría si no lo hacía.

—Sí. —aparece una sonrisa en sus labios—. Estoy locamente enamorado de ella.

No quiero imaginar cosas absurdas, pero... Raúl hasta ahora, es mi principal y único sospechoso.

—¿Estás enamorado solo?. Pensé que para enamorarse se necesitaban dos. —la sonrisa de su rostro desaparece, al escuchar mis palabras y su mirada fría se conecta con la mía.

¿En serio acabo de decirle eso?... Si estas son las cosas que provoca el alcohol, no quiero seguir tomando.

Me siento acorralada por su mirada, es que... ¿Cómo se me ocurre hablarle así?... es como si las víctimas de Freddy Krueger le sacarán justificaciones absurdas en su propia cara. En realidad el momento parece una escena de terror, el pasillo totalmente vacío, yo como carnada y el musculoso seguridad que no se mueve para nada del lado de las puertas, me preguntó. ¿Le pagan por estar parado todo el día haciendo nada?. Por su perfil, tiene más un porte de trabajar como en la milicia, actor de cine, entrenador de fitness, hasta de policía... ¡Alma concéntrate!, estoy parada delante de un homicida, lo que menos importa ahora es el musculoso seguridad.

—Mia me gusta desde el primer día que la conocí. —su mirada me intimida—. Pero ella está obsesionada con Samuel Blair y por eso no me nota.

—¿Cómo sabes que le gusta Samuel?. —me imagino que responderá, con la patética mentira de que Yina se lo dijo.

—Yina me contó.

Es un falso.

—Te tiene bien informado tu jefa sobre la vida de su prima. —no sabía que tenía tanta valentía, ahora hablo un montón de cosas, sin importarme las consecuencias.

Acorta el espacio que nos separa, quedando muy cerca de mi rostro y haciendo que sienta más miedo del que tengo.

—Alma, no soy el sicópata. —su respuesta me acelera el corazón—. Jamás le haría daño.

¿Lee los pensamientos?... ¿Oh se nota mucho el temor en mi rostro?.

—No te he acusado de...

—Mírate, estás cagada del miedo. —detiene mis palabras.

¿Tanto se nota?.

Se aparta de mí.

—Mia está bien. —respondo para calmar la tensión—. Nos encontramos en la universidad y la vi tranquila.

—Gracias. —se encamina en dirección al elevador.

¿Se irá?.

—Si ella te gusta. ¿Por qué no luchas por ella?.

Mis preguntas lo detienen, se gira y camina hasta donde estaba, frente ami.

—Muchas veces, por más que intentemos agradarle a una persona, no sucede. —responde.

—Si no lo intentas, jamás sabrás la respuesta. —le regalo una sonrisa de medio lado, para alivianar el momento incómodo.

—¿Me ayudarías con eso?. —me pregunta.

¿Perdón?.

—¿Raúl que te refieres?.

No ayudaría a un sicópata, homofóbico, con trastornos mentales como tú. —quisiera gritarle, pero aún no estoy tan borracha.

—Ayúdame a conquistarla. Alma tú eres su amiga, la indicada para esto.

No soy Cupido.

—Raúl yo ni siquiera tengo novio, soy la persona menos indicada para ayudarte.

—¿Entonces follas con Miguel sin ningún tipo de compromiso?.

Siento un vuelco al corazón, cuando en mis oídos retumban sus palabras... ¡¿Cómo carajos sabe eso?!.

En definitiva es él... Raúl es el maldito enmascarado, esa es la única respuesta a que sabe tantas cosas.

—Tú me ayudas a conquistarla y yo no le cuento a Mia que te acuestas con su hermano. ¿Qué te parece?. —me habla, mientras sonríe con diversión.

¡Maldito enfermo!... ¡Eso es jugar sucio!.

Mia no puede saber que me acuesto con su hermano, eso sería como una traición, ella podría malinterpretar todo. En realidad nadie puede saber lo que está pasando entre Miguel y yo, porque nosotros no somos nada. Además, tengo otro grave problema, me estoy haciendo pasar por otra persona.

—Acepto. —respondo en tono cortante—. Te ayudaré a conquistar a Mia.

—Perfecto. —tiene una gran sonrisa de felicidad—. ¿Me pasas tu móvil para agregarme?.

No me queda de otra.

Saco el móvil de mi bolsillo y se lo entregó. Este tarda unos segundos en devolvérmelo.

—Debes estar pendiente, te llamará. —se dirige hacia el elevador.

Me quedo como boba a esperar que termine de irse, puedo ver cómo aborda el elevador y hasta cuando se cierran las puertas con él dentro, indicándome que se ha ido.

Me encamino hacia dentro del bar con un montón de cosas perturbando mis pensamientos: Miguel, Mia, mis mentiras y ahora Raúl. Llegó hasta la barra encontrando a Leonardo sentado en su taburete.

—¡¿Dónde estabas?!. —me grita para que pueda escucharlo, la música se encuentra más alta que hace un rato, está sonando: Sia - Cheap Thrills.

—¡Tenemos que... —mis palabras se detienen cuando noto que tiene toda la boca embarrada de labial rojo—. ¡¿Te besaste con la señora que parece mi abuela, en el baño?!.

—¡Corrección!. —se toma su copa de tequila—. ¡Me la follé en el baño y esa señora es muy sexy!.

¿Sobrevivió al orgasmo?. ¿No se detuvo su corazón en pleno acto?... ¡Leonardo es un abusivo!. ¿Cómo se le ocurre tener sexo con esa señora?.

—¡Leonardo nos vamos!. —me tomó la última copa por completa de tequila.

—¡¿Por qué si esto apenas empieza?!. —su rostro muestra negación.

—¡Me quiero ir!. —insisto.

—¡¿Con quien estuviste para que te pusieras así de mandona?!. —ahora me cuestiona.

—¡¿Leonardo me llevas a mi casa o tomo un taxi?!.

No responde. Lo veo con toda su calma servirse otra copa más, la cual se toma toda.

—¡Vale, pues me voy en taxi!. —de pronto recuerdo que no tengo pasta y estoy lejos de casa—. ¡¿Me prestas lo del taxi?!.

¡¿Qué acabo de decir?!... Yo pidiendo prestado, estos deben ser los síntomas que provocan el alcohol.

                                 ***

Atravieso las puertas de mi casa después de que Leonardo tardará largos minutos riendo a carcajadas por pedirle dinero prestado, al final me trajo a casa y termino ofreciéndome pasta como gesto por ser su nueva amiga, la cual no acepte. En definitiva, los millonarios tienen un humor extraño...

Tengo que reconocerlo, la pasé muy bien con él. Leonardo aparte de ser muy guapo, es divertido. Me pregunto si tendrá novia, no porque me guste, porque en realidad no me gusta, no es mi tipo, pero me encantaría si se convierte en mi cuñado, alguien con su perfil quiero para mi hermana, quitándole la parte de que se acuesta con mujeres que parecen su abuela.

Escucho voces conocidas que vienen desde la cocina, camino en dirección hacia allá. Llegó rápido porque mi casa es bastante pequeña. Me encuentro a mi hermana sentada sobre la mesa del comedor, junto a mi mejor amiga Laura, ambas están comiendo frutas y tomando jugo de naranja. Lo que es muy extraño, porque ellas no son tan unidas.

—¡Amiga!. —exclama Laura al verme.

—¿Laura qué haces aquí?.

—Estaba aburrida donde mi padre. ¿No te alegras de verme?. —muestra una gran sonrisa en sus labios.

—Que no te sorprenda, mi hermana es una amargada. —responde Ana.

Si me alegro, es mi mejor amiga y estoy feliz de que esté aquí.

—Si amiga, estoy muy feliz. —de pronto no me siento bien, la cabeza me da vueltas, debe ser el alcohol porque no estoy acostumbrada a tomar—. Necesito una ducha, regreso en unos minutos.

Me voy a mi habitación sin esperar una respuesta a cambio, noto que mi madre no está en casa y creo que aparte de una ducha necesitaré dormir una larga siesta, siento que mi cabeza va a estallar. Si esto es estar pedo, no le encuentro nada de increíble...

Depósito mi mochila sobre la cama, recordando el lindo gesto de Samuel, al encontrarla en el basurero, cuidarla y lavarla para mí. Mañana hablaré con él, voy a agradecerle por ser tan lindo conmigo desde el primer día y aclararle que no podemos tener nada, porque solo me interesa como amigo.

Observó la pantalla de mi móvil, son las 4:00 PM, esta es la hora que Miguel no ha respondido mis mensajes, entiendo que esté pasando un momento delicado por la situación de su hermana, pero yo no merezco ser ignorada así.

—Eres un idiota. —escribo en el móvil, pero no lo envío, porque no volveré a escribirle un mensaje más, dejaré que me responda cuando le plazca.

Me acabo de dar cuenta que el móvil está presentando batería baja y hasta ahora recuerdo que no lo he conectado desde anoche. Me pongo a buscar el cargador para ponerlo a cargar...

Después de unos minutos largos, con gotas de sudor corriendo por todo mi cuerpo, no lo encuentro. He buscado por toda la habitación y no recuerdo dónde lo tiré.

—Me faltó buscar debajo de la cama. —hablo para mi sola al mismo tiempo que me acuesto en el suelo y observo debajo de mi cama.

Nada, no está.

Me acercó hasta debajo de la cama de mi hermana, la cual se encuentra al lado de la mía y observo con atención...

Tampoco está... pero toda mi atención se la lleva el galón de color rojo, en realidad es lo único que se encuentra allí debajo, lo que significa que alguien lo escondió. Estiró mi brazo lo más que puedo hasta sostenerlo y sacarlo fuera.

Una vez con él en mis manos, me levanto del suelo y reparó el galón, leo las enormes letras en negro que resaltan, dice: Gasolina.

¿Esto tiene que ser mentira?.

Con el galón en mano salgo a toda velocidad de la habitación en dirección a la cocina. ¡Necesito explicaciones!.

—¡¿Por qué lo hiciste?!. —mis gritos al llegar, acompañados de mi lanzamiento del galón encima de la mesa, el cual ha volteado el vaso de jugo de Laura.

—¿Amiga qué te sucede?. —ella está sorprendida.

Pero, la que más sorprendida esta es mi hermana, tiene su mirada sobre el galón y no se atreve a responder nada.

—¡Ana Responde!. ¡¿Por qué lo hiciste?!.—continuo exigiendo explicaciones.

—Alma tienes que calmarte, así de alterada no podrán hablar.

—¡Cállate Laura!. —la cien me palpita—. ¡Ana quiero que me respondas!. ¡¿Por qué quemaste las sábanas y toallas aquella noche?!.

—Amiga, yo pienso que así...

—¡Me vale una mierda lo que pienses!. —el alcohol es el culpable de mi temperamento, lo reconozco, estoy ebria.

—¿Sabes qué?. Yo mejor me voy. —responde mi amiga y puedo ver cómo cumplirá su palabra, se levanta de la mesa, toma su bolso de forma rápida, el cual se encuentra abierto y salen todas las cosas que trae dentro, cayendo al suelo.

Mis ojos se concentran solo en una cosa y es en el sobre que acaba de caer al suelo, el cual estaba en su cartera. Conozco ese sobre muy bien... ¡Maldición!.

Me acercó hasta el suelo al mismo tiempo que Laura, pero con agilidad tomo el sobre primero que ella, levantándome victoriosa con el sobre en mis manos.

—¿¡Qué significa está mierda?!. —al parecer hoy es mi peor día—. ¡¿Por qué tienes una invitación al cumpleaños de Mia?!.

—¡Hablaremos cuando te calmes!. —intenta arrebatar el sobre de mis manos, pero no se lo permito.

—¡¿Quiero una explicación ahora?!. ¡Dime!. ¡¿Quién te dio la invitación?!.

—Milan Arango, lo conocí en el club de mi padre.

Mis ojos viajan hasta la mesa por un momento. Ana continúa comiendo frutas, como si nada estuviera pasando.

—¡No te creo nada!.

—¿Alma quieres dejar de gritar?. Conocí a Milan la misma noche que te fuiste a Francia.

—¡Lo que no comprendo es...!. ¡¿Por qué Milan te entregaría una invitación?!.

—Alma eres mi amiga, jamás te ocultaría nada. —me explica—. Nosotros estamos teniendo sexo. Ahora comprendo por qué estás obsesionada con ese Miguel... los Arango follan como Dioses.

Esta no es la chica que era mi mejor amiga, hace años atrás.

—¡¿Lo estás haciendo para perjudicarme?!. ¡¿Verdad?!. ¡En venganza porque estoy usando tu nombre!.

—No amiga yo...

—¡No me llames amiga!. ¡Tú no vas a asistir a esa fiesta!. —rompo el sobre de la invitación a la mitad.

—¡¿Por qué hiciste eso?!. ¡Estás loca!. —me regaña.

—¡Deja de acostarte con Milan!. —la señaló con el dedo.

—¡Tu ami no me dirás qué hacer!. ¡Iré a esa fiesta y seguiré follándome a Milan cuántas veces se me, antoje!.

Se acerca hasta mí, acortando nuestro espacio y logrando que sus ojos se encuentren con los míos.

—Tal vez. —me amenaza con la mirada—. Tal vez termine follando con el millonario de ojos azules, Miguel Arango.

La palma de mi mano resuena en su rostro, cuando lo golpea en una fuerte bofetada.

—¡Largo de mi casa!. —mi mano duele, no por el golpe, sino porque me apetece darle otra.

Una sonrisa se forma en sus labios.

—Si, yo me largo. —Alza ambas manos en significado de que se rinde—. Alma grábate lo siguiente en esa cabezota. ¡Nunca te tomará en serio!.

Termina de irse.

—Yo también me largo. —dice mi hermana, al mismo tiempo que se levanta de la mesa.

—¡Ana tú y yo tenemos que hablar!. —me paro delante de ella, deteniéndola.

—¡Déjame en paz!. —me empuja con sus manos haciéndome a un lado y abriéndose paso.

La veo irse detrás de Laura.

¡Joder!... me siento presa de la rabia.

Siento el móvil vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón. Tiene que ser un mensaje de él... lo saco y enciendo la pantalla con emoción, la cual desaparece porque no es él. Es de quién menos me apetecía recibir un mensaje.

—Alma Velasco, no olvides que tenemos un trato.

Lágrimas empiezan a correr por mis mejillas, no son de tristeza, son de desesperación, siento que en cualquier momento voy a enloquecer. Miguel no responde mis mensajes después de todo lo que pasamos juntos en Francia, la que creí mi mejor amiga me juega sucio, problemas con mi hermana y además tengo un trato con el imbécil de Raúl, quien estoy segura de que es: Un sicópata enmascarado.

_________________________________________

Miguel Arango

Con una mano en el volante conduzco mi Porsche a toda velocidad por las calles de Madrid, mientras que con la otra sostengo el móvil, observando los mensajes de ella. Esa mujer que me está haciendo perder la cabeza, porque en ningún momento dejo de pensar en ella, en esos hermosos ojos con los que me mira, en esos ricos labios con los que me besa en esos momentos que la tengo desnuda entre mis brazos. Por más que intento sacarla de mis pensamientos, es tarea imposible. No puedo hacerlo.

Aparto la mirada del móvil y lo tiró sobre el asiento del copiloto, no he respondido sus mensajes y no pienso hacerlo. Después de que ese maldito desgraciado volvió atacar a mi hermana, la quiero mantener lejos de mí, no quiero arrastrarla al peligro. En el pasado tuve muchos enemigos, de seguro el agresor a quien quiere hacer sufrir es ami y está utilizando a mi hermana. Por eso la mantendré lejos, hasta que encuentre ese hijo de puta y acabe con él.

Me estacionó en el mismo barrio que ella vive, avivando el deseo de ir a buscarla, pero esta vez no voy a flaquear, hoy tengo otros asuntos que resolver. Estoy frente a la dirección que se encuentra en el volante, el cual encontré haces días en la habitación de Milan sobre su cama. Esto es muy extraño, porque en la parte delantera del local parece un lugar abandonado. Alcanzó ver un hombre vestido de gris con un cigarro en la mano, parado al costado. Bajo del auto con el volante en mano y me dirijo hacia él.

Cruzó la calle sin mirar a los lados, siempre ha sido así, nunca lo hago. Lo que menos me preocupa, es si me choca un auto y despertar parapléjico en un hospital al siguiente día o al mes siguiente.

—Oye. ¿Esto es aquí?. —le pregunto al hombre que fuma en el momento que me acercó, mostrándole el volante.

Observó su rostro... tiene cicatrices.

No puedo creer que esté perdiendo mi valioso tiempo aquí, pero debo investigar en qué está metido Milan, porque desaparece todas las noches sin avisar y llega a casa tomado todos los días. Si está usando drogas le daré una buena reprimenda... aprenderá a comportarse.

—¿Es tu primera vez?. —el hombre me observa con atención de arriba, abajo y viceversa.

Paciencia, paciencia...

Llevo la mano hasta el bolsillo de mi blazer, saco un pequeño fajo de euros y se los entrego.

No lo piensa, ni por un segundo, en recibirlos.

—¿Me dirás lo que te pregunte o no?. —no me gusta que me hagan perder el tiempo.

—Señor es un club de boxeo clandestino. —responde—. Esta noche será reñida.

¿Para que demonios viene mi hermano a un club clandestino?... ¿Ahora hace apuestas, mientras observa hombres golpearse?. Sabía que le gustaba la violencia, pero no de esta forma.

—¿Qué clase de boxeadores pelean aquí?. —necesito saber más.

—Señor aquí solo compiten los mejores. Hoy el lugar está lleno de personas que vienen a disfrutar de la pelea. —tira al suelo, el residuo del cigarro que se estaba fumando—. Esta noche la pelea es, entre Kelvin puños de hierro vs. Milan músculos de acero.

Una fuerte carcajada se escapa de mis labios por lo último que acabo de escuchar... Milan músculos de acero.

—¿Qué es tan gracioso señor?. —pregunta el hombre confundido por mi reacción.

—Gracias por la información. —me encamino dentro del lugar.

—Señor, espere. —me detiene—. ¿A quién le va usted esta noche?.

¿Me vio la cara de que me gustan apuestas?.

—¿A quién le vas tú?. —me imagino cuál será su respuesta.

—Milan músculos de acero. En este barrio todos los apoyamos, a ese chico la vida le ha jugado duro. Con decirle que es mi ejemplo a seguir.

¿Ah sí?.

—¿Cómo?. —no puede ser lo que estoy pensando.

—Señor, ese chico no tiene familia, ha crecido viviendo en las calles y pasándolas todas desde pequeño. Compite en estas peleas para poder sobrevivir.

No sé si reír o llorar.

Me encantaría que nuestra madre escuchará eso... ¡¿Cómo se atreve a decir que no tiene familia?!. Pero me va a escuchar... ¡Me va a escuchar!.

¡Cuanto le encanta descomponerme el genio!.

—Yo apostare por Kelvin puños de hierro. ¿Sabes por qué?. —me observa con atención, escuchando mis palabras—. Porque odio las mentiras.

Nota de la autora

Vaya, vaya... al parecer aquí la única mentirosa no es Alma. El que menos creemos tiene sus secretos.

La cosa se está poniendo cada vez más y más complicada para nuestra Alma. Pero por lo visto también para Milan.

¿Piensan ustedes que el enmascarado es Raúl?. Dejen sus comentarios debajo con sus opiniones de quienes tienen sospechas.

Gracias por leer y no olviden votar.

DCLEBRON.

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