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Capitulo 20 .. Nuevas experiencias

Alma Velasco

Lágrimas corren por mis mejillas mientras observó la ciudad de París desde el balcón, no estoy triste, lo que estoy es furiosa. Molesta porque he caído en sus garras como una tonta, le he servido como máquina de sexo porque para él soy solo eso, sexo.

Duele, duele porque yo esperaba más, llegue a pensar que esto era diferente, por como me busca, como me observa cuando nuestras miradas están conectadas, por como sus labios arrasan con mi boca en cada beso y lo bien que me hace sentir cuando estamos follando, aunque él es el único hombre con el que he tenido sexo, sé muy bien que nadie me hará sentir como lo hace él.

Su esencia me ha cegado, desde un principio debí saber que alguien como él jamás tomaría en serio una persona tan simple como yo. Llegan los recuerdos de aquellas palabras que Laura me dijo ayer: —follas con una persona que solo te está usando para satisfacer tus ganas, porque nunca tomaría en serio una mujer que le abrió las patas en plena playa.

Me enoja reconocerlo, pero tiene toda la razón. Jamás me tomaría en serio por entregarme a él con tanta facilidad en aquella playa, al igual que en la construcción y ahora aquí en Francia, acepté venir con él a otro país lejos de todos, sabiendo que continuaría cediendo a su juego. Soy una tonta...

Ha pasado más de una hora desde que tuvimos la discusión, me deje llevar por la rabia y hasta termine golpeando su hermoso rostro, pero no me arrepiento porque se lo merecía... No soy una puta para recibir sus regalos costosos, porque así se vería la situación si acepto ese móvil, como si me estuviera pagando por las folladas que hemos tenido.

—¡¿Por qué todavía no estás vestida?!. —su voz me asusta en el momento porque no esperaba por él, además no puedo verlo porque está a mi espalda.

De seguro se refiere al vestido que mandó a comprar para mí, porque ni siquiera fue él a comprarlo, envío al francés. Lo tiene como su sirviente...

Paso ambas manos por mis mejillas secando las lágrimas, no quiero que se dé cuenta de que aún sigo llorando por él.

Me giro sobre mi propio eje, encontrándome con su elegancia. Luce divino, se nota que está recién duchado. Trae puesto jeans en color negro, en conjunto con una camisa del mismo color, la cual me obliga a enfocar mi mirada en su pecho musculoso, gracias que solo está abotonada hasta la mitad. Sigo reparándolo y en los pies lleva Zapatos que complementan el vestuario al ser en negro también y su hermosa cabellera perfecta peinada hacia detrás, sin dejar escapar un solo fleco. En su muñeca izquierda tiene puesto un Rolex... ¡Santo, cielos!. Luce tan sexy.

Surgen unas ganas de lanzarme hacia él, abrir esa camisa que se le ajusta tan bien, al resaltar los músculos de sus brazos y quitarle todo lo demás, dejarlo completamente desnudo para subirme en él y montarlo por largas horas.

¡Alma!... Concéntrate.

Ahora comprendo por qué he sido tan fácil con él, es que este hombre es pecado, es un pecado que deseas probar y cuando lo haces no quieres parar.

—Acabo de hacerte una pregunta.
—insiste sin ningún gesto su rostro, muestra mucha seriedad.

¿Acaso se le olvidó lo que le dije?. Quiero regresar a Madrid.

—Me quiero ir. —respondo aún más seria que él.

—Tienes veinte minutos para ducharte y vestirte. Tenemos que estar en el restaurante en menos de una hora.
—puedo ver cómo se encamina afuera del balcón, sigo detrás de él y observo que va en dirección a la puerta.

¿Tiene problemas de sordera?.

—No has escuchado mi petición. —detiene el paso, girándose en dirección hacia mí y posa su mirada en mi rostro, pero sin conectar con mis ojos—. Quiero regresar a Madrid.

—Nos iremos después de la cena en el restaurante.

—¡No!. —mi negación se escuchó fuerte en toda la habitación—. Me quiero regresar a casa, no quiero estar un segundo más aquí.

Camina en mi dirección, posándose frente a mi rostro... Su exquisito aroma golpea mis fosas nasales.

—Iremos a cenar primero, no hice una reservación en uno de los mejores restaurantes de París para nada.

Cierro mis ojos, Inhalo su aroma de forma despacio disfrutando de su exquisitez... ¡Joder!. Es malditamente rica.

De repente recuerdo que sigo enojada con él, ha estado jugando conmigo y ahora también quiere darme órdenes. Abro mis ojos de forma rápida y me aparto de él, no puedo flaquear y su aroma me pone vulnerable.

—Ya te dije que no iré a ninguna cena. —me cruzo de brazos, mientras camino hacía cerca de la puerta, quedando lejos de él—. Quiero que me lleves a casa y es lo que harás.

Se pellizca el puente de la nariz con sus dedos.

—Laura no te lo volveré a repetir. Te duchas y te vistes lo más rápido posible.

Laura... Eso me hace recordar que aún no le he dicho la verdad. Surgen unas ganas de gritarle que soy Alma en estos momentos, haber si con eso de una vez por todas me regresa a casa, pero no lo hago. Porque mi cabeza dice que quiere irse, pero hay algo en mí que no. Una parte de mí quiere quedarse a su lado, estar con él al igual que anoche, como follamos, cenamos y despertamos abrazos.

Por lo visto no le ha prestado atención a lo que acabo de decir. Lo veo caminar hacia la puerta para marcharse y como estoy más cerca de ella me adelantó, quedó parada con mi espalda pegada a la puerta, negándole la salida y el parado frente ami, esperando que le permita la salida.

Sus ojos se concentran en mis labios por largos segundos... ¿Quiere besarme?. Que lo haga y que me coja duro contra esta puerta... ¡No!. Aún sigo enojada con él.

—¿Por qué te comportas como niña pequeña?. —pregunta sin apartar la mirada de mis labios.

—¿Y tú?. ¿Por qué te comportas como un cavernícola?. No tienes ni un mínimo grado de educación. —muerdo mis labios de forma suave y lenta, provocándolo.

Acorta el espacio que nos separa y queda muy cerca de mis labios, siento su respiración sobre mí, el latir de su corazón apresurado y otra vez su maldito delicioso aroma. Cierro los ojos y separó mis labios muy despacio esperando por los suyos para recibirlo, pero no sucede porque dejo de sentir su respiración y su perfume cerca de mí.

Abro los ojos, lo veo más apartado de mí que hace unos segundos, observándome con atención.

—Ve a vestirte. No te lo volveré a repetir.

—¿Para qué quieres llevarme a ese restaurante?. Para estar con tu mal genio como siempre mientras cenamos, además de estar en silencio como siempre, porque eres tan cavernícola que no sabes tener una conversación conmigo y que luego terminemos la noche aquí, teniendo sexo, porque solo me quieres para eso, tener sexo.

Mis palabras cambian el semblante de su rostro por completo, le ha molestado lo que he dicho. Puedo notarlo.

—¡No estoy para tus dramas!. —me grita—. ¡Haz lo que te digo!.

—¡No iré a ningún sitio contigo, al menos que no sea de regreso a Madrid!.

—¡Laura ve hacer lo que te ordené!.

—¡No me llames Laura!.

Mi respuesta fue sin pensarla, tengo que decirle la verdad, pero este no es un buen momento.

—¡Laura vas y te cambias!. —no le puso atención a lo que acabo de decir—. ¡Si no haces lo que te digo, me regresaré a Madrid solo y te dejaré sola encerrada aquí!.

¿Qué acaba de decir?

¿Pretende dejarme sola aquí?.

—¡Laura sal de mi camino!. —sus gritos son fuertes, está a la espera de que me aparte de la puerta para marcharse, pero no lo haré.

—¡Prefiero quedarme encerrada aquí a tener que ir a un restaurante contigo!.

—¡Sal de mi camino!. —sus gritos aumentan aún nivel más alto.

Está furioso... Siempre está de mal humor, pero ahora lo veo extraño, me está hablando demasiado fuerte.

—¡Laura que salgas de mi camino!. 
—insiste. Está extraño, no está permitiendo que nuestras miradas se crucen.

Me aparto de la puerta y como también estoy enojada...

—Vale. Esperaré por André y le pediré que me regresé a casa.

—¡¿Qué acabas de decir?!. —se acerca y me toma por los hombros de forma brusca—. ¡Responde!. ¡¿Te gusta?!.

Ejerce fuerza en su agarre.

—¡Dime!. ¡¿Te gusta el Francés?! ¡Por eso, te le estabas insinuando como puta!.

Me agita por los brazos mientras me grita. No soy ninguna puta, pero si me gusta tentar el demonio.

—¡Si!. ¡Si, me gusta!. —le grito, muy cerca de su rostro—. ¡Se le nota que puede ser mejor hombre que tú!.

—¡Cállate!. —suelta de mi agarre con fuerza.

De repente puedo ver cómo toma de una lámpara que yace sobre la pequeña mesa que se encuentra cerca de la cama, tira de ella contra al suelo de forma violenta, logrando asustarme por el sonido de ella al estrellarse. Mis ojos viajan al suelo donde tiro de la lámpara, está destrozada.

Lo observó a él, desde aquí puedo ver su respiración agitada, es como si el corazón se le fuera a salir del pecho. Está furioso... Este no es el Miguel que conozco.

Intento acercarme a él.

—Miguel vamos a hablar un...

—¡No te me acerques!. —detiene mis palabras con sus gritos y lo veo encaminarse a la puerta, salir y estrellarla detrás de él.

¡Santo, cielos!. ¿Qué ha pasado aquí?.

Mis ojos viajan otra vez a la lámpara de cristal destrozada, está en pequeños pedacitos. Está enojado, tiene mucha rabia y tengo que confesar que verlo así me ha causado miedo.

No debí decirle esas cosas...

André no me gusta, si es muy guapo, pero no me gusta, porque Miguel Arango está clavado en mi piel y mis pensamientos, para mí es el hombre más guapo y sexy de todo España, Francia y hasta del mundo completo.

Aparto la mirada de la lámpara y me encamino hacia afuera de la habitación, él y yo tenemos que hablar. Me dirijo por el pasillo hasta la habitación que está usando, donde le pegue una bofetada cuando fui a devolverle el móvil.

Me detengo en el umbral de la puerta, la cual está entreabierta, mis ojos viajan hasta él, está cerca de la ventana mirando hacia la nada, aún sigue agitado puedo notarlo. Veo como inhala el cigarro que tiene en una de sus manos y luego suelta el humo por la boca. Está fumando.

Lo sabía... Ayer cuando fue por mí a casa su aliento olía a cigarro, no me molesta que lo haga, es solo que me sorprende. No tenía idea de que lo hacía, de lo que si estoy segura es que solo lo hace a veces. Como en momentos como ahora. ¡Eso es!... Está fumando para calmarse.

¿Fuma para calmarse?

Quiero entrar y tener una conversación con él, decirle que mentí y que solo tengo ojos para él, pero tengo miedo de su rechazo, porque estoy segura de que sigue furioso.

Me aparto del umbral de la puerta de forma silenciosa, que no se dé cuenta de que lo estaba espiando y me encamino de regreso a la habitación.

¡Ya sé lo que voy a hacer!.

                                 ***

Me observó en el espejo con atención, este vestido es hermoso, pero a la vez sexy y seductor. Es en color rojo, pero lo que más me ha encantado es su encaje, deja muy visible mi cuerpo, solo cubre las areolas de mis pechos y mi sexo no está descubierto, gracias a las bragas de hilo del mismo color del vestido que llevo puestas. Toda mi figura se amolda muy bien al vestido y por si fuera poco, una de mis piernas está libre por completa, por el abierto que trae en la parte delantera, no es por presumir, pero se me notan unas curvas de infartos.

¿No es ilegal salir vestida a la calle así?

Mientras me duchaba lave mi pelo y he decidido dejarlo suelto así mojado como está. No me gusta usar el pelo así, pero sé que a él si le gusta verme así.

Me aparto del espejo, salgo de la habitación y camino en dirección hacia donde él. Llegó al dormitorio donde estaba, la puerta ahora está totalmente abierta, me detengo en el umbral y mis ojos viajan al interior del lugar... ¡No está aquí!.

Me dirijo hacia la sala con rapidez, me imagino que si no estaba en su habitación debe estar en la sala. Llegó y mis ojos observa todo el lugar, pero tampoco está.

¿Será que si se marchó de regreso a Madrid y me dejó encerrada aquí?.

—¿Me buscabas?. —su voz ronca, me hacen mirar en dirección hacia él... Viene de la cocina.

Sus ojos me reparan por completa, puedo ver cómo su mirada determina muy despacio todo mi cuerpo, enfocándose por largos segundos en el abierto que trae el vestido en la pierna.

—Estoy lista. —le respondo.

Su mirada se une con la mía, observó su rostro y es tan divino, sus padres crearon toda una obra de arte. Ya está más calmado, así que le regaló una sonrisa de medio lado.

—¿Nos vamos?. —le pregunto.

Asiente mientras aparta la mirada y cruza por mi lado, toma el gabán que está sobre el sofá en la sala y continua hasta la puerta, la abre y se queda a la espera de que salga para él hacerlo también. No pierdo más tiempo y me encamino hacia afuera, puedo ver cómo él sale detrás de mí y nos dirigimos al elevador.

Minutos más tarde, atravesamos la puerta del restaurante, esta vez el francés no fue quién nos trajo, la camioneta estaba en el aparcamiento del edificio y Miguel fue quien condujo hasta aquí.

¿Será que lo despidió por lo que dije?.

Mis ojos reparan todo el lugar, este restaurante es de lujo, tiene suma elegancia, la luz es un poco oscura y todas las personas a simple vista se les nota que son millonarias.

El sitio está lleno, todas las mesas están ocupadas solo por dos personas... Un restaurante romántico.

Un señor entre los cincuenta, con el pelo blanco y uniformado se nos acerca.

—¿Es usted el Sr. Miguel Arango?.

Mi acompañante asiente sin responder.

—Vengan conmigo, su mesa está lista.

Caminamos detrás del señor, quien se dirige por unas escaleras en forma circular, las cuales son pocas y llegamos rápido al segundo nivel.

Observo todo el lugar al llegar, es una azotea. Tiene una mesa en la parte delantera, la cual es grande, es como si fuera para más de ocho personas, pero solo tiene dos asientos y hasta puedo ver las bandejas tapadas que están encima de ella.

Me acercó hasta la baranda, asomándome y observando lo hermosa que luce la ciudad desde acá.

Desde el balcón del Penthouse se puede apreciar una excelente vista, pero esta es inigualable, es aún más preciosa. Nunca imaginé que mis ojos se deleitarían con Francia.

—Esta fue la mesa que pidió Sr. Arango.
—dice el señor mientras nos señala la mesa.

—Vamos. —me dice Miguel, mientras me indica que nos sentemos en la mesa.

Obedezco acercándome hasta ella, tomo asiento en el sillón de la derecha y él no demora en hacer lo mismo, sentándose en el de la izquierda, el cual está a mi lado.

El señor se acerca hasta la mesa también, toma la botella de vino que estaba sobre y lo veo girar la tapa para destaparlo.

—Permíteme. —mi acompañante se pone de pie y le pide al señor que le entregué la botella y este obedece—. Puedes retirarte.

—Con su permiso Sr. Arango, cualquier cosa que necesite no dude en llamarme—. Responde y lo veo marcharse, dejándonos solos.

Mis ojos viajan hacia mi acompañante, observó todos sus movimientos, destapa todas las bandejas de la mesa con una mano, mientras que con la otra sostiene el vino, dejando visible todo un increíble menú, el cual me hace agua la boca con solo verlo, desde pollo al horno, cerdo, papas, lasaña, vegetales y hasta frutas.

—Todo luce sumamente delicioso. —hablo para mi sola y remojo mis labios.

—¿Estoy incluido?. —me pregunta el guapo de ojos azules.

Ruedo los ojos, porque aún sigo molesta.

Puedo ver cómo vierte el vino tinto en dos copas y extiende su mano con una para que la reciba.

—Yo no tomo alcohol. —confieso sin recibir la copa, dejándolo con la mano extendida.

—Para todo hay una primera vez, además nada más serán unas copas, nadie ha dicho que te vas a embriagar.

Recibo la copa, después de pensarlo por unos segundos. Puedo ver cómo regresa a su asiento, mientras yo me tomo todo el vino de un solo sorbo, dejando la copa completamente vacía.

—¿Venías con sed?. —me pregunta y puedo ver cómo casi se le escapa una sonrisa.

—¿Perdón?. Supuse que me lo diste para que lo beba.

—El vino no se toma así.

—¿Y cómo?. ¿Tengo que rezar el padre nuestro antes de beberlo?

—No le veo la gracia a tu comentario. —toma mi copa y vierte más vino en él otra vez—. Te mostraré como se toma el vino.

Puedo ver cómo acerca su asiento más a mi lado, uniéndolo con el mío sin dejar espacio. Me entrega mi copa en las manos y luego sostiene la suya.

—Vas a hacer lo mismo que yo. ¿Vale?.

Asiento y su mirada se conecta a la mía.

—Primero mueves la copa de forma despacio sin dejar de observar el movimiento del vino dentro de ella.
—mueve la copa y yo también, pero ninguno de los dos apartamos las miramos porque están entrelazadas—. Luego la acercas hasta tu nariz, olfateas el vino sin prisa, deleitándote con su exquisitez, así como lo haces con mi fragancia cada vez que me acerco hasta ti.

Puedo ver como lo hace, sin apartar nuestras miradas, yo hago lo mismo también, pero me remuevo incómoda en el asiento por sus últimas palabras.

—Ahora vas a darle un pequeño sorbo de modo muy despacio, pero no lo tragarás de una vez. —capto la orden, él también hace lo mismo, aún sin apartar nuestras miradas y siento como mi piel se eriza, con solo mirarme—. Ahora vas a saborearlo en tu boca, permite que tu lengua disfrute de él por unos largos segundos y ahora trágalo.

Lo hago.

—Traga de él y siente como el alcohol viaja por tus venas, siente esa sensación que viaja por todo tu sistema, así como esa corriente que sientes cuando te embisto y te corres en mi miembro.

¡Oh por Dios!... Siento un cosquilleo en mi intimidad y una humedad en mis bragas.

—Tengo hambre. —hablo, mientras aparto la mirada de sus ojos, tomó de mi plato y empiezo a servirme una pequeña porción de todo un poco.

Él también hace lo mismo, sirve en su plato solo un poco de todo lo que está preparado sobre la mesa.

Empezamos a comer, mi boca se satisface del delicioso sabor de la carne, pruebo de los vegetales y aunque no me gustan muchos, porque soy más fans de la grasa y los carbohidratos puedo decir que estos están riquísimos.

Pasan los minutos y estamos en silencio total devorando la comida como si fuéramos dos simples desconocidos, solo se escucha la brisa de la noche. Mis ojos están concentrados con la hermosa vista que se puede ver desde acá, el cielo también se encuentra divino, está lleno de estrellas y la luz de la luna es el complemento perfecto para este momento. Esto para una noche de enamorados sería una cena perfecta.

Mi corazón da un vuelco porque de repente ha puesto su mano derecha sobre mi pierna izquierda, la cual está descubierta gracias al abierto del vestido. No dice nada, no me mira, solo lo veo sostener el tenedor con su mano izquierda y llevarse hasta la boca una porción de lasaña. Su tacto sobre mi piel logra erizar mis pezones, porque su mano se siente fría por la temperatura de la noche.

Quisiera apartar su mano, pero no me atrevo hacerlo porque me gusta cuando me toca, así sea únicamente mi pierna, me hace sentir un montón de sensaciones por todo mi cuerpo.

Me gustaría saber si no hablaremos nada de su comportamiento en el Penthouse, merezco una disculpa, tremendo susto que me lleve cuando destrozó la lámpara. Mi boca quiere hablar del tema, pero siempre tomo la iniciativa en las conversaciones porque él siempre está en total silencio en momentos como estos, pero esta vez no lo haré. Si quiere podemos seguir de esta manera en silencio hasta que nos regresemos a Madrid.

Llevo hasta mi boca un trozo de carne, mastico de ella sin importarme su tacto, como si él no tuviera su mano sobre mi pierna, como si estuviera totalmente sola.

—Joder... —me quejó en el momento, por el dolor que siento en mi lengua, porque el hombre que tengo al lado llevo su mano sin permiso hasta mis bragas.

Vale. Ahora quiere tocarme, pero. ¿No hablaremos de la discusión y de su comportamiento en el Penthouse?.

Un gemido se escapa de mi boca, porque comienza a mover su mano en círculos sobre mi intimidad y no sé en qué jodido momento le he abierto mis piernas, para que tenga mejor facilidad.

Lo observó... Él está como si nada estuviera pasando con su mirada sobre su cena, sigue llevando hasta su boca con el tenedor más lasaña, mientras que con su otra mano me da placer.

Los movimientos de sus dedos son de forma lenta, muy lenta, pero tortuosa. Arqueo mi pelvis hacia delante, para sentir más de él, porque debo de reconocerlo. ¡Tiene dedos mágicos!.

Sigue acariciando, aún sereno mientras come, pero yo... Yo estoy desesperada, porque aunque sus dedos sean increíbles, quiero más de él, porque aunque esté molesta con él, mis deseos ahora mismo son que me coja ya mismo. Suelto del tenedor sobre la mesa, del cual hasta ahora pude darme cuenta de que lo sostenía con fuerzas. Arqueo mi cabeza hacia detrás en el asiento, haciendo que mis ojos miren hacia el cielo, se deleiten con la luna y las estrellas, mientras él hace lo suyo allí debajo.

De repente me siento vacía, porque ha quitado su mano de mi intimidad, aparto mis ojos del cielo y lo concentro en él de forma rápida, para reclamarle por detenerse. Pero me sorprendo, porque ya no está cenando, ahora me observa mientras se lleva los dedos que estaban en mi sexo hasta su boca, los cuales se mojaron aunque solo me estaba dando placer por encima de las bragas. Su mirada indican deseo y mi respiración se vuelve más rápida por lo que acaba de hacer. Lame de sus dedos con hambre, quitando todo el residuo de mi humedad de ellos... Lo veo acercarse hasta mí, quedando muy cerca de mi rostro.

Bésame. Quiero gritarle que lo haga, así como nada más él sabe hacerlo.

No me besa, se aparta de mi rostro y se acerca hasta mi oído.

—Todavía sigo con hambre. —me susurra.

Aún no ha terminado de cenar, todavía le falta más de la mitad.

—Sigamos cenando. —le respondo y mi voz es ronca porque el momento ha secado mi garganta.

Sigue pegado a mi oído... No se aparta. Lleva otra vez su mano hasta mi sexo, haciéndome tensar aún más cuando me toca.

—Todavía sigo con hambre, pero esa hambre es de ti. —susurra, mientras mueve sus dedos—. Quiero chupártela.

¡Santo..! Cielos!... Siento como bajan flujos en mi sexo de la excitación.

Este hombre va a acabar con mi cordura. ¿Qué acabo de decir?... Mi cordura la dejé en Madrid.

Aparto su mano de mi intimidad y como rayo me levanto del asiento, bajo mis bragas, sacándolas por completo de mi cuerpo. Sin pensarlo, barro la mesa con mis manos creando un espacio en ella y logrando que algunas bandejas de comida caigan contra el suelo. Con hambre de sexo al igual que él, me subo sobre la mesa y me abro de piernas completas frente a él, lo más abiertas posible, invitándolo a que coma de mi sexo.

Su mirada se conecta con la mía, puedo ver cómo se remoja los labios, se sonríe y se levanta de su asiento. Mueve los sillones a un lado de forma rápida para que nada lo estorbe y... ¡No lo puedo creer!. Se arrodilla ante mí. Acerca su rostro a mi intimidad y mi corazón tienta en salirse de mi pecho. Pasa su lengua muy lentamente por mi coño, haciendo que tiemble y jade por sentirla allí. Vuelve a lamer y su mirada está fija con la mía, el azul de sus ojos me enloquecen y ahora más desde esta posición.

Se lleva mi sexo hasta su boca, cubriéndolo por completo, mientras su lengua hace movimientos increíbles en mi clítoris, logrando que mis piernas tiemblen y yo me ahogue en un gemido.

—Se siente muy rico. —confieso.

Chupa de mi coño con devoción, comiendo de él con necesidad, tragándose todos mis fluidos porque parezco un mar de tan empapada que estoy. Se aparta y por sorpresa impacta su mano en mi sexo una, dos y tres veces, leves golpes que me hacen arquear la cabeza hacia atrás, pero de nuevo vuelvo a mirar porque ahora remplaza el dolor de sus golpes, volviendo a chupar de él otra vez.

No lo voy a negar... Soy una sádica, me gusta su agresividad, me excita aún más toda su rudeza.

—¡Jodeeer!. ¡Sí!... ¡Justo así!. —chillo porque ha metido su lengua en mi intimidad, sus manos ejercen fuerza en mis piernas y su mirada está conectada con la mía.

Me folla con su lengua, puedo ver cómo está arrodillado ante mí, metiendo y sacando su lengua una y otra vez, a toda velocidad en mi interior.

Vuelve apartarse de mi vagina y otra vez hace lo mismo, con la palma de su mano golpea mi sexo una, dos, tres, cuatro y cinco golpes leves. Regresa su boca de nuevo hasta ella atrapa mi clítoris y lo chupa con la misma intensidad que chupa de mi cuello cuando deja marcas en él.

¡Me volverá loca!.

Continúa repartiendo chupetones, lamiendo y moviendo su lengua por todo mi sexo. Siento una corriente por todo mi cuerpo, me siento débil, es la primera vez sintiendo un sexo oral y... ¡No puedo creer que me haya estado perdiendo de esto!. ¡Es demasiado delicioso!. Me acuesto, sintiendo la mesa pegada a mi espalda, muevo mi cabeza, me llevo ambas manos hasta mis pechos y empiezo a tocarlos por encima de el vestido.

Cuando estoy con él no tengo límites, no me reconozco, soy una persona impulsiva que hace las cosas sin pensarlo. Cómo justo ahora que él me está comiendo el coño sobre la mesa de un restaurante y yo me encuentro gimiendo como loca, porque soy una ninfómana.

Soy su ninfómana.

—¡Maldición!. —levanto mi rostro para volverlo a observar, porque ha entrado en mi interior dos dedos, entonces ahora me folla con ellos mientras chupa mi clítoris.

El azul de sus ojos se conecta con los míos, puede ver lo tensa que estoy y sentir como muevo mi cintura porque me gusta lo que estoy sintiendo. Aumenta la velocidad de los dedos y la presión del chupetón en mi clítoris.

—¡Lo haces jodidamente bien!.

Llevo mis manos a su cabeza y ejerzo fuerza pegándolo aún más ami coño, él continúa chupando y follándome con sus dedos mágicos. Gimo con fuerza al sentir esa corriente de sensaciones, tiembla todo mi cuerpo al atraparme el orgasmo... Intento apartarlo, porque siento el área sensible, pero no lo logro. Se queda pegado a mi vagina bebiendo y tragando todo, saciándose de mí.

Se aparta de mi sexo y se pone de pie, puedo ver como corren gotas de sudor por todo su rostro, mientras yo estoy agitada, sensible y sin fuerzas por el maravilloso orgasmo que este hombre me ha dado.

—Ahora voy a follar esa vagina. —me apunta con el dedo—. Te partiré ese rico y delicioso coño.

                                  ***

Atravieso la puerta del Penthouse, él hace lo mismo entrando detrás de mí y lo observó... Puedo ver cómo de forma desesperada abre los botones de su camisa mientras se saca los zapatos al mismo tiempo.

—Te esperaré en la habitación. —le hablo con coquetería y me saco el vestido y al mismo tiempo me quito las bailarinas de los pies, quedando solo en bragas de hilo.

Me giro para marcharme hasta la habitación, pero me detiene al sostener de mi brazo.

—¡No!. ¡Te follaré aquí mismo!. —demanda y me lleva hasta la puerta de la entrada.

Mi espalda golpea la puerta y su boca atrapa mis labios, me besa con esa posesividad que siempre emana. Llevo mis manos hasta sus hombros desnudos y se sienten tan bien sentir sus músculos bien formados.

—Date la vuelta. —susurra sobre mis labios.

Como niña obediente me giro, quedando de espaldas hacia él y con las manos sosteniéndome de la puerta. Un gemido sale de mi boca, cuando la palma de su mano impacta duro sobre mis nalgas y luego me arranca las bragas, destrozándolas al igual que las demás y lastimando mi intimidad por la fuerza en que lo hace.

—Me cobraré la bofetada de esta tarde. —murmura pegado a mi espalda, mientras siento como se desliza su miembro en mi interior.

Mi vagina se siente dolorosa, pero es soportable porque cada vez que lo hacemos se amolda a su polla.

—Éntrala toda. —le suplico.

Lo saca sin avisar.

—¿Amor quieres que la entre toda?. —me pregunta con su voz ronca.

Asiento.

—Pídelo. —aprieta mis glúteos—. Pídeme que te entre mi miembro entero.

Las palabras salen solas.

—Métela toda. La quiero to...

Un grito se sale de mi boca deteniendo mis palabras, cuando entra en mí de una sola estocada.

Empieza a penetrarme con su mayor velocidad, sus manos están hundidas en mi cintura, se sostiene de ellas con firmeza. Arqueo mi pelvis hacia atrás y puedo sentir sus bolas golpear mi vagina. ¡Me encanta!.

Sigue arremetiendo con mi cuerpo, mis uñas se entierran en la puerta porque estoy anonadada, este hombre folla jodidamente bien, se podría decir que es todo un profesional, por sus arremetidas. Pero en vez de reconocerlo, me pongo a pensar con quien ha practicado todo esto.

¿Qué acabo de pensar?. Es obvio que la primera vez que estuve con él no era virgen... ¡Debo de controlar estos celos!.

—¡Puta madre!. —palabras sucias se escapan de mi boca, cuando siento la palma de su mano impactar en mis nalgas.

Una y otra vez golpea mis glúteos sin dejar de penetrar mi intimidad, estoy segura de que su mano quedará marcada, pero me vale mierda. Su pene se siente malditamente bien dentro de mi coño.

Lleva sus manos hasta mi pelo y los envuelve en una cola, pero ahora me folla más duro, mientras ejerce fuerza en el agarre de mi pelo sin importarle que me esté lastimando, pero en realidad no me lastima, al contrario, me excita más, me gusta lo perverso que es.

—Esto es por la bofetada que me diste, cada vez que quieras pasarte de lista y me toques, te castigaré de esta forma. —una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces impacta su mano en mis nalgas con fuerza mientras que con su otra mano jala como bestia de mi pelo, domando su potra a su antojo.

—¡Eres un maldito!. —le grito.

—¡Un maldito que te encanta!. —sale de mi interior y gira mi cuerpo, atrapando mi boca con urgencia al estar de frente.

Rodeo su cuello con mis brazos, mientras él me alza y yo no tardo en envolver mis piernas a su cintura sin romper el beso. Camina conmigo no tengo idea de a cual dirección, porque mis ojos están cerrados y yo estoy perdida en él, me importa poco lo que suceda a nuestro alrededor, si quiere que me lleve afuera del edificio, hasta la calle y me folle en plena carretera...

No me reconozco...

Mis nalgas se sienten frías cuando pegan sobre algo duro, toma mis piernas y las abre de par en par, lo más abiertas posible. Se aparta de mi boca obligándome abrir los ojos cuando siento su polla deslizarse en mi interior, se hunde por completo en mí y con lentitud comienza con movimientos tortuosos mientras estoy sobre el mesón de la cocina. 

—Mira... Mira con esos ojitos lindos que rico entra mi miembro en tu coño. —me indica con su respiración agitada y deja un beso húmedo sobre mis labios.

Obedezco, llevo mi mirada hasta allí, observó lo jodidamente bien que luce su polla mientras entra y sale con lentitud de mi interior, así mismo como se ve se siente. Demasiado delicioso.

Pega su boca de uno de mis pechos y los chupa con mucho deseo, justo igual como hace poco chupaba de mi clítoris en aquel restaurante. Se lleva mi otro pecho a la boca y muerde mi botón erecto.

—¡Auch!. —me quejó, haciendo que aparte su boca de mi pecho y se detenga de moverse.

—¿Qué sucede?. ¿Lo hice muy fuerte?. —su rostro muestra preocupación.

—No. —respondo perdida en el hermoso azul de sus ojos—. Me gusta así, continúa.

Lleva una de sus manos hasta mi rostro y sostiene mi mentón.

—Escucha ojitos lindos. Si en algún momento soy muy agresivo. Debes detenerme, alertarme para que me detenga.

Sus palabras me hacen recordar su comportamiento de temprano, fue muy agresivo, destrozó una lámpara así como nada...

—Ojitos lindos. —vuelve hablarme—. Prométeme que lo harás. Si me pasó de agresivo me detendrás.

—Me gusta así, todo esto me lo has enseñado tú y me encanta. —aprieto mi vagina, apretando su polla, la cual está en mi interior—. Quiero que me folles duro contra este mesón, hasta que me corra.

Una sonrisa se escapa de su boca, mostrándome su preciosa dentadura. Sonríe muy lindo y muy pocas veces lo hace.

Vuelve a llevarse una de mis tetas a la boca, mientras que la otra la magrea con su otra mano. En tanto, empieza a embestirme de nuevo, pero ahora lo hace a toda velocidad, a ese nivel que ami tanto me encanta, haciendo que se escuchen las estocadas en todas la cocina.

Su lengua hace remolino en mi pezón, su otra mano exprime mi otro pecho intensificando el sadismo que llevo dentro con cada estocada, la cual pienso que me sacara el alma. Mis manos se sostienen de sus hombros, pero mis uñas no tardan en clavarse en su piel, importarme herirlo o dañarle la piel.

—Estás malditamente estrecha. —confiesa mientras sube hasta mi cuello.

Chupa y muerde mi pecho, mientras golpea mi vagina con su pelvis. Mis piernas no pueden estar más abiertas, incluso no tenía idea de que era tan flexible. Sus movimientos son eficaces a la hora de entrar hasta lo más profundo de mi interior, tocando mi útero por la inmensidad del tamaño de su polla.

Se aparta de mi cuello y besa mi boca, un beso rígido y salvaje, su lengua compite con la mía en un campo de batalla. Mis gritos están mezcladas por sus gruñidos, siento que me partirá, de seguro no podré caminar, me está cogiendo demasiado fuerte, pero se siente demasiado bien, no hay palabras para explicarlo.

Mis uñas se clavan en su cuello con rudeza, muerdo su labio inferior al sentir una corriente por todo mi cuerpo, flaqueo por la dificultad de mi respiración al sentir un orgasmo que invade todos mis sentidos. Sus brazos me rodean en un abrazo inesperado y me siento débil pegada a su pecho.

Sale de mi interior cuando se aparta de mí, me ayuda a bajar del mesón, siento mis piernas temblorosas, pero hago un gran esfuerzo por permanecer de pie. Mis ojos viajan a él, por todo su cuerpo corre sudor... ¡Luce tan sexy así!. Veo su polla más dura que nunca.

—¿Por qué..?

Detiene mi pregunta, cuando pone su mano sobre mi boca.

—Quiero correrme mientras te cojo en el balcón de la habitación. —me sonríe—. ¿No te parece buena idea?. Follar mientras miras la torre Eiffel.

Asiento feliz y aún con ganas.

Toma de mi mano y nos encaminamos desnudo hacia la habitación. Al llegar, con prisa nos encaminamos hasta el balcón y siento como la brisa golpea mi rostro.

—¿Y si alguien nos ve?. —pregunto, esto luce como algo publico.

—¿Es que no te has dado cuenta lo alto que estamos?. —se acerca y toma mi cintura—. Nadie nos verá, además en el restaurante si podía vernos alguien y no te importo que alguien nos encontrara comiéndote el coño.

Amo sus palabras sucias... Me alzó de puntillas y dejó un pequeño beso en sus labios.

Me aparto de él y me acercó hasta la barandilla del balcón, me asomo de ella y echo el trasero hacía, separando mis piernas, lista para él.

—Ven. —lo invito y lo miro sobre mi hombro, tiene la mano sobre su miembro y la desliza hacia delante y atrás—. Cógeme mientras observó la torre Eiffel.

—A sus órdenes hermosa.

Siento como entra en mi interior con facilidad por lo humedad que estoy, porque aunque haya tenido un orgasmo hace minutos, aun así sigo deseosa de él.

Sostiene mi pelo en una coleta como él sabe hacerlo y como ami me encanta, me coge con agresividad, ejerce fuerza de lo que sostiene sus manos mientras mis ojos observan la hermosa ciudad de París.

Mis gemidos son cada vez más fuertes, es que con sus arremetidas me desespero, mis manos tocan mis pechos, pellizco mis botones erectos pérdida en el momento, en esta escena de lujo que estamos dando. El choque de su pelvis en mis glúteos debe escucharse en el Penthouse completo por la fuerza que aporta en cada una de sus embestidas.

Pega su boca de mi espalda y chupa de ella con apetito, debo de tener más de cuatro marcas en ella, pero no importa, que continúe, que siga haciendo con mi cuerpo lo que se le antoje, no pierdo nada, al contrario, son un premio cada una de sus estocadas, así como estamos entra de forma deliciosa. Por cierto, esta es mi posición favorita.

Se aparta de mi espalda e impacta su mano en una de mis nalgas, mi cuerpo tiembla cada vez que lo hace, una, dos, tres, cuatro palmadas sobre ellas, mientras su polla entra y sale con agilidad, además de suma rapidez del interior de mi vagina.

Me levanta pegando mi espalda de su pecho y lleva una de sus manos hasta mi clítoris, sin dejar de penetrar con rudeza mi sexo.

—Ojitos lindos escúchame bien. —se pega ami oído, no detiene sus embestidas.

Continúa masajeando mi ese botón.

—Te estoy hablando. —aumenta la velocidad de su mano en mi clítoris robándome un gemido fuerte.

—Te... Te escucho. —respondo a medias, mi cerebro no tiene tiempo para asimilar en estos momentos.

—Soy el primer hombre que ha estrenado esa rica y estrella vagina. Quiero que tengas presente que seguiré siendo el único, nadie más tiene derecho a tocarte, porque tú eres mía. ¿Entendido?

Sus dedos hacen círculos y su miembro se siente como la gloria en mi interior.

—¿Entendido?. —aumenta la velocidad de su mano en mi clítoris.

—En... Enten... Me voy a correr... —tartamudeo. Se siente demasiado... No hay palabras para explicarlo.

Aumenta la velocidad aún más de sus estocadas, no tengo idea de dónde saca tantas fuerzas, más rápido ya no se podría porque creo que este es el límite de velocidad. Siento una ráfaga por todo mi cuerpo, no paro de pellizcar mis pezones y mi sexo palpita de forma extraña. Me aparto de su pecho sosteniéndome de la baranda otra vez, obligándolo a quitar su mano de mi clítoris, pero él no se detiene con las arremetidas y yo siento que perderé el aire, la estabilidad en mis piernas estoy a punto de perderlas, siento unas ganas inmensas de usar el baño. Pienso que lo mejor es pedirle que se detenga, pero no quiero hacerlo, debo de llegar a ese punto... ¡Si!. Justo a ese punto...

Entra y sale su polla dos veces más, siento su miembro palpitar y soltar ese líquido tibio en mi interior indicándome que se acaba de correr, al mismo tiempo que de mí sale una inmensa cantidad de líquido caliente, bañando por completo todas mis piernas y a él su miembro. Se aparta de mí al salir de mi interior, me sostiene porque por poquito me voy hasta el suelo, el cual mis ojos ven que está mojado como si me hubiera orinado.

—¡¿Qué demonios fue eso?!. —pregunto desesperada porque no entiendo nada.

—Cálmate. —me dice con una sonrisa en sus labios.

—¡¿Por qué te ríes?!. ¡¿Te estás burlando de mí porqué me orine?!.

Se acerca y me rodea con sus brazos en un abrazo.

—Mírale el lado positivo yo hago hasta que te orines. —se ríe a carcajadas.

—¡No es gracioso!. —me aparto de él enojada y me encamino dentro de la habitación.

                                 ***

Terminó de recoger mi pelo en una coleta, es media noche y nos regresaremos ya a Madrid porque Miguel debe estar en la empresa a primera hora. Tomamos una larga ducha juntos, mientras él me explicaba lo que sucedió, fue algo que me causo mucha vergüenza porque pensaba que me había orinado, pero no, se le llama squirting, fue extraño, pero si muy rico y delicioso, no me arrepiento para nada.

Sus brazos rodean mi cintura, observó sus manos y puedo ver qué trae con él la caja del móvil.

—Esto es tuyo. —me dice y deja un casto beso sobre mi cabeza.

Estar así abrazada con él, me llena de muchas emociones.

—Quiero que lo tengas. —continúa—. Quiero poder charlar contigo cuando no estemos juntos.

—No puedo recibir algo tan costoso.

—¿Por qué te importa que sea costoso?.

—Mi madre me enseñó que las cosas hay que ganárselas.

—¿Nunca nadie te había hecho un regalo antes?.

Niego.

—Pues vete acostumbrando, porque este es solo el primero de muchos regalos y no acepto un no como respuesta. —me entrega el móvil en mis manos.

—Miguel yo...

Detiene mis palabras cuando une nuestras bocas en un beso de esos deliciosos que arrasan con mis labios y su lengua se une con la mía.

Se aparta...

—Ojitos lindos escucha. —nuestras miradas se unen—. No sé qué signifique esto, pero quiero descubrirlo. Solo vamos a dejar que las cosas fluyan y el tiempo hablé.

Besa mi nariz.

—Lo siento. Siento mucho si te asuste con mi comportamiento de hoy temprano. No debí ponerme así.

Le regaló una sonrisa.

—Toma tu mochila que nos vamos, son las 2:00 am y en minutos debemos estar en la pista de aterrizaje. —me ordena y al mismo tiempo se aparta de mí.

Obedezco, entro el móvil en la mochila y la cuelgo de mi hombro, mientras él se encamina hasta la puerta, mis ojos viajan al suelo y la lámpara destrozada sigue allí.

—¿No tienes que pagar la lámpara que rompiste antes de irnos?.

—No, este Penthouse es mío. —lo veo terminar de salir de la habitación.

¡Santo, cielos!. ¡Qué increíbles sorpresas me da el millonario!.

Mia Arango

Una mano fría recorre por mis pies de forma suave y lenta hasta llegar a mis piernas, las aprieta con fuerza logrando que me remueva un poco incómoda. Siento como su mano se desvía por mí entre pierna hasta llegar a mi intimidad y tocar con mis bragas, pero como es un impedimento, para cumplir su objetivo, siento como las aparta a un lado, dejando mi sexo al aire y totalmente disponible. Pega su mano de mi sexo y su tacto me obliga apretar las piernas privándolo de que continué, pero siento como de manera brusca separa mis piernas y vuelve a poner su mano, pero esta vez estruja mi sexo de forma violenta, alertando todo en mí y obligándome a separar los párpados de mis ojos...

Mi corazón da un vuelco tan fuerte a punto de detenerse. ¡Esto debe de ser mentira!. ¡Debe ser una pesadilla!... y no, no es una pesadilla. ¡Esto es real!.

Mis pensamientos viajan a recuerdos de aquel día que jamás olvidaré, en el cual casi pierdo la vida por culpa del enmascarado que tengo frente a mis ojos estrujando mi sexo. Me encerró e incendió el lugar conmigo dentro, quería quemarme viva. ¡Es un sicópata!, y por lo visto violador también, porque continúa con la mano metida en mi intimidad.

¡Está loco!... Se ha colado en mi habitación a media noche, sin importarle que haya cámaras por toda la mansión.

¡El hijo de puta tiene agallas!. Y yo, yo siento mucho temor de lo que está noche me puede pasar...

Nota de la autora

Y como dice Alma... ¡Santo, cielos!, Pero ¡Qué capítulo!.

Este capítulo nos ha dejado sin estabilidad emocional, a Alma sin poder caminar y a Mia casi muerta del miedo.

Esperen el próximo capítulo... Lo que se viene es fuerte.

No olviden votar y dejar lindos comentarios

Gracias por leer.

DCLEBRON.

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