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Capitulo 19 .. En Francia

Alma Velasco

Después de conducir por largos minutos. Miguel se estaciona en el hangar del aeropuerto, justo al lado de un hermoso jet, el cual me deja impresionada cuando mis ojos lo visualizan.

Bajo del auto con emoción, acercándome hasta él y deleitando mis ojos con esta maravillosa nave, la cual es blanca con líneas azules, toda una belleza. Es mi primera vez estando tan cerca de una, en realidad solo había visto en películas y justo esta noche me subiré en ella.

—Olvidaste esto. —Miguel me hace apartar la mirada del jet, apareciendo en mi campo de visión y extendiendo con su mano mi mochila, la cual había olvidado en su lujoso auto deportivo.

Me deje llevar por la emoción y baje del auto sin ella. Debo de hacer el esfuerzo de no distraerme esta noche y estar más concentrada, para no pasar vergüenza delante de él.

—Lo siento. —recibo la mochila.

—Debes dejar de disculparte por todo. —observa mi rostro por varios segundos, los cuales se hacen eternos.

—¿Señor está listo?. —la voz de una chica rubia uniformada, lo hace apartar la mirada de mí y enfocarla en ella.

Debo de reconocerlo, es hermosa y por su uniforme, puedo deducir que es una azafata.

—Si estamos listo. —le responde y enfoca su mirada en mi otra vez—. Sube, ya nos vamos.

Obedezco y paso por su lado subiendo las escaleras adentrándome al jet, puedo escuchar subir detrás de mí.

—Es hermoso. —hablo para mi sola, observando lo increíble que luce por dentro.

Puedo ver sus asientos diseñados en cuero, un mini bar a la derecha y quedó más impresionada cuando al fondo veo una pequeña cama.

—Señor ya vamos a despegar. —la azafata aparece otra vez.

—Sí... Necesito un poco de whisky.

—Si señor, ya se lo preparo.

Puedo ver cada uno de los movimientos de ella, se acerca hasta el mini bar, toma un vaso en cristal y vierte una pequeña porción de whisky en él.

Se acerca hasta Miguel y le entrega el vaso. Puedo ver cómo se lo come con los ojos antes de verla marcharse.

Ya me cae mal...

Mis ojos ahora lo observan al él, puedo ver como se sienta en uno de los asientos de la derecha, cruza sus piernas y le da un sorbo su vaso de whisky.

Luce tan sexy en esa pose...

Lo detallo completo por primera vez en esta noche y no está vestido formal como acostumbra a vestir. Tiene unos jeans, los cuales se le ajustan muy bien a sus piernas, combinada con una camisa en color negro, la cual destaca sus brazos musculosos.

Sus ojos me encuentran y puedo ver cómo sus pupilas viajan por todo mi cuerpo.

—¿Te quedarás todo el viaje de pie?.
—me pregunta y acabo de recordar que estoy de pie en medio del jet—. Si gustas puedes acostarte y dormir un poco.

Asiento, sintiéndome un poco avergonzada porque siempre quedo hipnotizada cuando estoy con él y hago muchas estupideces. No lo pienso más y me acuesto sobre la cama, me acomodo y despacio cierro mis ojos, mientras siento como el avión empieza a despegar.

                                ***

Siento como unas manos tocan una y otra vez mi hombro, despacio abro mis ojos, encontrándome con el rostro de la azafata. Me levanto de forma rápida, busco con la mirada a mi acompañante donde se había sentado antes de acostarme y quedarme dormida, pero no está. Además noto que el avión no está en movimiento y que desde acá puedo ver la puerta abierta del jet, lo que significa que llegamos.

—El señor te espera afuera. —me dice la azafata con una gran sonrisa en su rostro.

Me espera afuera. ¿No puedo él venir a despertarme?. Tuvo que mandarla a ella.

—Gracias. —es lo único que respondo.

Me levanto, tomó mi mochila y me encamino afuera del jet. Encontrando con mis ojos una puesta de aterrizaje muy diferente a la de Madrid, veo donde esta mi acompañante, se encuentra hablando con alguien al lado de una camioneta de lujo. Bajo las escaleras y camino en dirección a él.

Llegó y me posó a su lado, puedo observar más de cerca con quién habla. Es un hombre pelinegro, está vestido en color negro completo, su mirada se conecta con la mía, pero sin parar de hablar con Miguel, por cierto no entiendo nada de su conversación, porque están hablando en Francés.

—Avec plaisir. Mon nom est André Le Brun. —me dice, mientras me extiende su mano sin apartar la mirada de mis ojos.

.

—No...

—Ella no habla francés. —le aclara Miguel y a la vez detiene mis palabras.

—Lo siento. Mi nombre es André Le Brun. —continúa con la mano extendida.

—Soy... —recuerdo que soy una farsante, porque en realidad no puedo decirle mi verdadero nombre—. Laura Vega.

Estrecho su mano, aún haciendo contacto visual con el guapo francés.

—¿Nos podemos largar ya?. —la pregunta del malhumorado de mi acompañante, logra que André aparte la mirada de mí.

Siempre está de mal genio.

El francés abre una de las puertas de atrás de la camioneta, Miguel me hace una señal para que me suba, acato su orden y luego de estar dentro, puedo ver como el francés intenta cerrar la puerta, pero mi acompañante no se lo permite, observó cómo se sube a mi lado y luego el mismo cierra la puerta.

Nos ponemos en marcha y el Francés es quién conduce...

Minutos más tarde se estaciona en el aparcamiento de un edificio, no demoramos en salir del vehículo y en tomar el elevador. Segundos después llegamos al destino, atravesando las puertas de un apartamento y las cuencas de mis ojos se quieren salir cuando observan lo lujoso que es.

Escuchó a Migue hablar con André en francés, lo cual no entiendo nada. Mientras yo aprovecho para ver lo increíble que es este lugar.

Minutos más tarde, después de recorrer todo, desde la cocina, baños y todos los dormitorios, me detengo en la última habitación, esta es la más grande de todas, por cierto mucho más grande que mi casa completa. La decoración es hermosa en blanco y negro, tiene una cama enorme en el centro, en la cual pueden dormir todos los Arango y aun así sobraría bastante espacio. Me encamino hasta los closets, son dobles y están vacíos, se necesitaría una tienda completa para poder llenarlos. Sigo hasta lo que me imagino que es el baño.

—Oh por Dios... —quedó con la boca abierta, cuando mis ojos encuentran el jacuzzi, es en forma circular, tiene varios escalones para subir y entrar. A la derecha está la ducha, la cual está diseñada en cristales y se puede ver a la perfección quien esté tomando una ducha dentro.

Continuó desde el baño hasta unas enormes cortinas en negro, las cuales se toman toda una pared de extremo a extremo.

—¿Quien se le ocurre poner unas cortinas para cubrir una pared?... ¡Oh por Dios!

Quedó anonadada cuando levantó una de las cortinas y noto que hay un cristal, no demoró en abrirlo, para mi sorpresa me encuentro con un enorme balcón y lo más increíble que se puede apreciar la hermosa ciudad.

Salgo hasta el balcón y apoyo mis brazos de la baranda de acero, cierro mis ojos, mientras respiro profundo sintiendo la brisa golpear mi rostro, los vuelvo abrir y observo con atención la hermosa ciudad, son muchos edificios, la vista es preciosa por todas sus luces y...

—¡Ostia!. —exclamo—. ¡Joder!. Pero... Es... ¡Es la torre Eiffel!.

—Sí, es la torre Eiffel. —su voz y su cuerpo pegándose de forma rápida al mío mientras envuelve sus brazos a mi cintura, me hace dar un brinco de susto, porque no me lo esperaba.

—¿Miguel me quieres matar del corazón?.

—¿Quieres que te envié un correo antes de acercarme?.

Que genio...

—¿Te gustó el penthouse?. —me pregunta.

Es un penthouse... Por eso todo es tan elegante y sofisticado.

—Sí, he quedado impresionada.

Me giro en sus brazos, quedando frente al él, cerca de su rostro.

—¿Por qué siempre estás de mal humor?. —la pregunta me inquieta porque es la verdad. Mi nariz pueden sentir su exquisita fragancia.

—Es algo normal, pero ahora no lo estoy.

—Hace minutos atrás si lo estabas. En la pista de aterrizaje, junto al francés. —me acercó más a su pecho, a la parte que está descubierta por los primeros botones que no están puestos. Inhalo... Sintiendo su rico aroma, todo con disimulo, que no lo noté.

—Estabas coqueteando en mis narices. ¿Quieres que lo tome normal?.

¿Qué?. No estaba coqueteando.

—¿Eso es lo que piensas de mí?. —sigo concentrada en oler su fragancia—. ¿Crees que teniendo la dicha de tener semejante hombre a mi lado, tendré ojos para mirar a otro?.

Cierro los ojos, perdida en lo rico que es su aroma...

Aparta sus brazos de mi cintura y sube sus manos hasta mi rostro.

—Eso espero. De lo contrario tu pequeña vagina sufrirá las consecuencias. Porque te cogeré tan duro que por el resto de tus días recordarás que yo soy el único hombre por el que debes babear.

Trago grueso.

—¿Eso sería un castigo?. —asiente, mientras yo sigo concentrada en su fragancia—. Porque yo lo veo como un premio.

Toma de mi boca con posesividad, arrasando con mis labios en un beso necesitado. Mis manos se envuelven a su cuello y mi lengua se enreda a la suya, enviando una hipnosis a todo mi sistema cerebral, olvidando todo y solo deseando estar siempre pegada a su boca.

Porque sus besos son fuego y yo quiero en su infierno arder.

Unos de sus brazos se envuelve a mi cintura, me levanta y no demoró en envolver mis piernas a su cintura, porque estoy perdida en su éxtasis y mi cuerpo se impulsa solo. Camina conmigo saliendo del balcón sin apartarse de mi boca. Siento como mi cuerpo choca contra la cama en el momento que me deposita encima de ella, su cuerpo queda encima del mío y me siento segura cuando posa ambos brazos al lado de mi rostro.

Se aparta de mi boca.

—¿Terminaste de olfatear toda mi fragancia?. —me pregunta muy cerca de mis labios, haciéndome sentir avergonzada.

—¿Cómo te diste cuenta?. —me llevo ambas manos a mi rostro.

—No sientas vergüenza. —deja un pequeño beso en mis labios—. Me la puse para ti.

Une nuestras bocas sin esperar una respuesta alguna, sabe a whisky y menta, sus labios me encanta y aún sin un sabor específico saben deliciosos. Sus manos recorren mi cuerpo, haciéndome sentir propiedad de él. Baja hasta mi cuello dejando de esos besos húmedos que me hacen sentir su mujer, cada caricia suya me hacen perder más en él, sus manos y su boca pegada a mi cuerpo controlan mis pensamientos.

Las caricias se vuelven más profundas, chupa de mi cuello con fuerza, sé que dejara más marcas en mí, pero eso me importa poco, por el escote de mi vestido saca uno de mis pechos con facilidad, gracias a que no traigo brasier porque el vestido no lo lleva y además nunca me ha gustado usarlo. Muerde de mi pezón logrando arrebatar de mi boca un quejido, duele... Pero soy una sádica y me excita aún más su agresividad en el sexo.

Saca mi otro pecho y juega con ambos, llevándolos hasta su boca, lamiendo de ellos y chupando con hambre de mí.

Una de sus manos viajan debajo de mi vestido, toma mi braga y...

—No la destroces. —le pido perdida en la excitación.

Se sonríe y sin importarle mi súplica, la arranca de mi cuerpo, rompiendo de ella como las otras dos.

—Te dije que no... Uiii... —mis palabras se detienen, cuando su mano pega de mi coño y empieza hacer movimientos en círculos en él.

—Estás muy empapada. —susurra contra mi boca.

Aparta la mano de mi intimidad, mete dos dedos completos en mi boca y luego los lleva de regreso donde estaban, pero esta vez uniéndolos en mi coño. Logrando tensarme más por lo bien que se sienten allí.

Empieza a penetrarme con los dedos, es todo un experto, mientras se posa a mi lado y yo abro las piernas bien a cada extremo. Busco de su boca y lo beso con ansias, con sed de él y me corresponde con el mismo o aún más deseo que yo. Mueve sus dedos con agilidad, estoy demasiada cohibida de la excitación, no puedo ni siquiera pensar.

—Tus dedos son increíbles. —se me escapa.

—Tu coño, me tiene mal. —me confiesa.

Aumenta la velocidad de los dedos, siento que estoy cerca de llegar, su boca continúa unida a la mía y sus dedos siguen dentro de mi vagina, en unos movimientos insanos, que daría lo que fuera porque este momento no acabe, porque quiero llegar al clímax, pero al mismo tiempo no quiero dejar de sentir esa sensación que me causa él y que aunque nunca he estado con ningún hombre, sé que jamás la sentiría.

—Correte en mis manos. —demanda contra mis labios, sin dejar de mover sus increíbles dedos en mi vagina.

Obedezco y siento como todo mi cuerpo se tensa, tiembla por el delicioso orgasmo que acabo de sentir y sonrió pegada a los labios del hombre que es el único dueño de ellos.

Saca los dedos de mi intimidad, haciéndome sentir vacía, no tarda en llevarlos hasta su boca y lamer de ellos con hambre.

—Quiero tu polla en mi coño ahora.
—exijo.

Como obediente que es, puedo ver cuando se desviste, de forma rápida abre los botones de la camisa, se saca el pantalón y el bóxer. Dejando fuera su potente y grande miembro.

Se acerca hasta mí, toma del vestido que llevo puesto por el escote y para mi sorpresa, tira de él con fuerza, rompiendo y abriéndolo en la parte delantera.

—¡¿Por qué hiciste eso?!. —me enoja, porque es el vestido de mi hermana. Me asesinará por no cuidarlo.

Sin importarle mis quejas, continúa en lo suyo y por el momento me olvidó de inconveniente del vestido.

Me deleitó cuando pone su verga en mi entrada, lo frota contra mi clítoris, haciéndome tensar aún más, porque me acabo de correr y sigo con las mismas ganas de él.

—Metémela ya. —me desespera.

Se desliza en el interior de mi canal despacio, muy despacio, hasta dejarlo por completo dentro. Me sorprende, su paciencia. Su invasión duele porque es bastante grande, gorda y venosa, pero el dolor se convierte en excitación porque mi vagina se amolda a él. Se queda sin moverse dentro de mí, toma de mis pechos y come de ellos de forma muy despacio. Con su lengua sube hasta mi cuello, lamiendo de él todo el recorrido y llega hasta mi boca besando mis labios de forma lenta y tortuosa.

—Rompeme la vagina. —más que pedirlo se escucha como una súplica.

—¿Mi polla te desespera?. —me pregunta con una sonrisa pícara.

—No hables... Solo follame. —me desconozco.

—Ninfómana. —lo dice como de burla.

Comienza a moverse dentro de mí, aumentando la velocidad en cada estocada hasta que su fuerza, agresividad y velocidad están a nivel cien por ciento... Como me encanta.

Arremete contra mi canal, mientras lo escucho soltar palabras sucias, las cuales me ponen aún más extasiada de él. Los sonidos de las estocadas son música para mis oídos porque amo como se escucha cuando su miembro impacta contra mi canal…

Se pone de rodillas encima de la cama, pone mis pies en su hombro izquierdo, hunde sus manos en mis caderas y comienza a follarme.

—¡Santo, cielos!. —exclamo por lo rica que se siente esta nueva posición y desde ahora será una de mis favoritas, porque mientras me folla su mirada azulada está conectada con la mía.

Cada estocada es más fuerte que la anterior...

—¿Te gusta?. Mmm... ¿Te gusta?. —me pregunta aún con nuestras miradas conectadas.

—Me estás volviendo loca. —confieso.

Mi cuerpo se contrae, mis pezones duelen de tan duros que están y mi vagina palpita por la fuerza de cada embestida, siento que me correré otra vez...

—¡Esto es sorprendente!. ¡Más fuerte que me voy a correr!. —error... Error gritarle eso.

¿Qué me sucede?. Me desconozco cuando estoy con él.

Cumple mis súplicas... Arremete contra mi canal como un salvaje, puedo ver cómo corren las gotas de sudor por su cuerpo musculoso, sus gruñidos son perfectos y se remoja los labios de vez en cuando.

De repente, de forma inesperada, me voltea dejando mi cuerpo de espaldas contra él, sin sacar su polla de mí. Apenas me da tiempo para posicionarme sobre mis brazos y rodillas, cuando empieza a embestirme con más fuerzas.

Me matará... ¡Sí!. ¡Me mola!.

Sus manos viajan a mi pelo, desamarra la cola... Ahora recuerdo que no le gusta verme con el pelo recogido. Aun así, sostiene mi pelo en una cola con una de sus manos y la otra está sujetando mi cadera, mientras se hunde en mí con más fuerzas.

¿De dónde una persona saca tanta energía?...

Mis gemidos no se detienen y sus gruñidos tampoco, cada estocada cocha con mi útero por la inmensidad de su tamaño, aun así pienso que no cabe dentro de mí completa.

—¡¿Quieres aún más rápido?!. —me pregunta—. ¡Pues te daré más rápido!.

Se responde él mismo la pregunta y tiene razón, ha aumentado la velocidad.

Me matará...

¿Duele?... Sí, duele, pero el dolor lo reemplaza con chupetones, porque ahora está pegado a mi espalda chupando de ella, tener su polla invadiendo mi canal al mismo tiempo que sus labios a mi cuerpo, me aceleran aún más la respiración, porque este hombre acelera todo en mí. No me importaría morir de un paro al corazón, si es provocado por las arremetidas de este hombre... Al contrario, moriría feliz.

—No puedo más... —confieso, pero es tarde porque me corro, el orgasmo se apodera de mí como nunca.

Mis piernas y brazos se debilitan, entonces caigo acostada sobre la cama, aun así, el hombre que tengo dentro de mi interior sigue, arremete un pal de veces más y siento como gruñe, al mismo tiempo que se corre dentro de mí, haciéndome sentir su polla palpitar en mi canal. Se acuesta sobre mi cuerpo, sin salir de mi interior, mezclándose su sudor con el mío y sintiendo su acelerado corazón pegado a mi espalda.

Nos quedamos largos segundo así... En silencio. Él encima de mi cuerpo.

Sale de mi interior y cae acostado a mi lado. No dice nada, yo tampoco lo hago, porque en realidad no sé qué decirle. Todavía no tengo la menor idea de que significa esto y creo que es un buen momento para confesar la realidad de quién soy.

Debo hacerlo... Tengo que hacerlo.

—Miguel...

—¿Tienes hambre?. —no permite que termine mis palabras con su pregunta.

Pues... Cene en casa temprano y ya casi está amaneciendo.

Asiento.

—Vale. Pediré que traigan pollo frito y papas... Es lo que te gusta. —me dice, mientras se levanta, toma su pantalón y saca el móvil de él.

—¿Podrías pedirme una hamburguesa también?. —le pregunto, logrando que aparte la mirada de su móvil y la centre en mí.

—¿Te comerás una hamburguesa también?.

—Sí. ¿Por qué te sorprende?.

—¿Dónde te cabe tanta comida?.

Su pregunta me causa gracia, me levanto de la cama, voy hasta él y dejó un pequeños besos en sus labios.

—Pide la hamburguesa también.

—Esperame en la ducha, te daré otro orgasmo. —confiesa contra mi boca.

—Solo piensas en sexo. —mis palabras, lo sorprenden.

—Tú solo eres una ninfómana cuando lo tienes adentro.

—No me llames así. —lo regaño.

Me encamino hasta el baño y escuchó cuando su móvil suena, me volteó a verlo y puedo ver cómo se lleva el teléfono a la oreja y sale de la habitación. ¿Quién será?.

Sigo mi camino hacia el baño, mi vagina palpita y duele, una rica dueña me hará sentir mejor.

                                ***

Sus labios se sienten subes sobre los míos, unidos escalofrian todo mi sistema, sus manos sobre mi rostro acarician mi piel y se siente también tenerlo junto a mi.

—Ábrelos. —susurra junto a mi boca—. Déjame ver esos ojitos lindos.

Despacio los abro, encontrando su hermoso rostro y en automático su mirada azulada se conecta con la mía.

—Te has quedado dormida. Ya la cena esta aquí. —se aparta de mí y pone las bolsas de comida sobre la pequeña mesa que está a nuestro lado.

—¿Qué hora es?. —le pregunto, aún soñolienta.

—Las 4:30 am.

¿Es en serio?.

Me levanto despacio del mueble, me siento agotada... Después de una larga ducha, salí hasta el balcón, tome asiento en este mueble para observar la hermosa vista de la ciudad de París desde aquí, pero me he quedado dormida.

Estrujó ambas manos en mis ojos. Me siento con sueño y ahora que lo pienso bien, hoy ha sido un largo día.

Justo hoy fue que regrese después de tantos días a la universidad y terminé discutiendo muy temprano con Lucia, también fue hoy que Samuel y yo tuvimos ese momento sobre el piano, donde nos besamos, me deje llevar por sus suaves caricias y Mia nos encontró, lo cual no está bien porque a ella le gusta él.

También fue justo hoy que me encontré a Miguel fuera de la universidad, termine marchándome con él antes de que Samuel nos viera, hoy conocí la inmobiliaria Arango, mis camiones favoritos, descubrí el secreto de la madre de Miguel y también fue hoy cuando estaba anocheciendo que folle en la construcción de ese hotel, con el hombre que acaba de sentarse a mi lado y entregarme la cena que pidió para mí en mis manos. El mundo da tantas vueltas, hoy mismo, él regresó por mí, me busco y aquí estamos en Francia.

Subo las piernas sobre las suyas con miedo de su rechazo, pero no le molesta, al contrario continúa en lo suyo empezando a comer de su pollo frito. Lo observó y no puedo aún creer todas las emociones que causa en mí, como me hace sentir cuando está dentro de mí. Hoy lo hicimos en esa construcción y hace menos de una hora cogimos aquí. He tenido bastantes orgasmos hoy, tal vez sea una novata por estar tan cansada, pero la realidad es que esto es una nueva etapa en mi vida y me estoy acostumbrando al sexo.

Le doy un mordisco al muslo de mi pollo frito, mientras miro la hermosa vista de París y de reojo lo observó a él, comemos en silencio. Miguel es un hombre muy reservado, tal vez sea solo  conmigo, pero la mayoría del tiempo cuando no estamos follando está callado.

—Gracias por la hamburguesa.
—rompo el silencio en el momento que le doy un mordisco, con la excusa de buscar conversación con él.

No responde.

Continuó devorando mi cena, si no quiere hablar no lo voy a presionar. De seguro piensa que hablar temas personales conmigo, no es necesario.

Observó la torre Eiffel desde aquí. La había visto en la TV, pero en personal es aún más hermosa.

—Te emocionaste mucho cuando por primera vez viste la torre. —me habla, tomándome por sorpresa porque es algo extraño en él.

Debería de quedarme en silencio, no responderle por siempre ignorarme, demostrarle que no puede ser así conmigo, pero me desenfoco cuando aparto la mirada de la ciudad y me encuentro con su rostro, con ese precioso azulado, entonces termino respondiendo.

—Sí. Tal vez pienses que me emociono por todo.

—En realidad si te emocionas por todo. —como de sus papas—. Pero, luces hermosa cuando te emocionas, porque te sonrojas.

Una sonrisa se me escapa de los labios.

—Vez. Justo ahora estás sonrojada, porque te emocionaste por lo que acabo de decir, entonces luces hermosa.

Me observa y yo le doy un mordisco a mi enorme hamburguesa, la cual se está terminando.

—Hasta devorando esa hamburguesa te ves hermosa... Siempre estás hermosa.

Este hombre es un encanto. Es primera vez que me dices estas cosas, así tan sereno y tranquilo porque no está de mal humor como siempre, ahora luce diferente.

—Gracias. Tú también eres hermoso.

—Dime algo que no sepa.

¿Es en serio que acaba de responder eso?.

—Sí, alimenta tu ego. ¿Crees que no note como te pusiste cuando la azafata te tenía los ojos encima?. —los reclamos salen solos.

Está mal... Muy mal, no soy su novia para reclamarle estas cosas.

Aún, aún no soy su novia...

—No sería nada extraño que fuera ella quien te llamará cuando terminamos de follar.

Me observa con rostro sorprendido.

—Me demore en la ducha un montón de tiempo esperando por ti, hasta termine aquí sentada en espera y fue en vano porque nunca apareciste.

Se ríe a carcajadas...

Primera vez que lo veo reír así.

—¿Estas celosas?. —me guiña un ojo—. Amor trata de que esos celos no te hagan una mala digestión.

Continúa riendo.

—No es gracioso.

Segundos después se detiene de reír y por lo visto ha terminado su cena, porque puedo ver que ya no queda nada.

—Estaba hablando con mi padre. —me explica—. Llamo para hablar de la reunión de mañana, se demoró con el tema de lo que trataré con los franceses.

¿Reunión?. ¿Cuál reunión?.

—¿De cuál reunión hablas?.

—Tuve que venir hasta aquí para reunirme con los franceses, vamos a expandir nuestra empresa a diferentes lugares y estamos empezando aquí en Francia.

¿Entonces el motivo de este viaje es por una reunión?. No porque quería pasar tiempo conmigo.

—Toda está idea ha sido de mi padre. Él era quien debía asistir a esa reunión, pero como sigue en Londres me toca ami encargarme.

—Ya veo. —respondo.

Quisiera preguntarle por qué me trajo. ¿Por qué no solo vino a su reunión y listo?.

—¿Por qué me trajiste?. —necesitaba preguntarlo.

Queda en silencio por varios largos segundos.

—No sabía que fumabas. —saco el tema, recordando el aroma a cigarro cuando fue por mí a casa.

Otra vez no responde...

—¿Qué se siente ser un gran ingeniero tan joven?. —cambio el tema, para aliviar la tensión, ya que no quiso responder ninguna de las dos preguntas anteriores.

—Amo lo que hago. —responde al fin—. Me apasiona esto, pero mis padres son un dolor de huevos. En especial con mi madre, ella siempre está encima de nosotros, dando órdenes, lo cual me molesta, porque no me gusta que me ordenen nada.

Tan perfecta ella. La infiel...

—¿Cómo es la relación entre ella y tu padre?. —la pregunta sale sola. Debe estar pensando que es algo que no me importa, pero tengo curiosidad en saber que impulsa a esa mujer a engañar a su esposo.

—Bien. —responde—. Siempre su relación ha estado bien, mi madre es quién da las órdenes y mi padre quien las apoya. Siempre ha sido así.

Es una mujer dominante...

—Mi madre tiene una de mis hermanas obligada, ejerciendo una carrera de modelo y ella odia eso.

Michelle, la he visto en las revistas y TV.

—Con la que es más flexible es con Mia y es porque ella nunca se ha negado a sus órdenes. Deberías conocerla, mi hermana menor es un amor.

¿Cómo le explicó que ya la conozco?. Su hermana es un encanto.

Termino de cenar, colocando el plato vacío sobre la pequeña mesa que está a nuestro lado.

—¿Y tu familia como es?. —su pregunta me toma desprevenida.

Sería extraño hablar de mi familia, donde él no tiene idea de quién soy en realidad.

—Hablame mejor de ti. —le respondo—. Cuéntame de la empresa, algún día cuando sea toda una arquitecta profesional trabajar allí.

Sonríe por mis últimas palabras. Mientras yo levanto los pies de sus piernas y me muevo del lugar, quedando sentada sobre su regazo.

—Yo estaré esperando por ti, cuando seas una profesional para que seas mi arquitecta personal. —susurra para nosotros, cuando acomodó la cabeza sobre su hombro.

—Eso será muy pronto. —respondo.

Empieza hablar sobre los términos de la empresa, desde trabajos en las oficinas y construcciones, mientras yo lucho por mantener mis ojos abiertos, estoy agotada y estoy que muero de sueño.

Sus palabras se empiezan a escuchar lejos, en realidad ya no entiendo nada de lo que me dice, poco a poco mis terminan de cerrarse.

                                  ***

Separó mis párpados despacio, a mis ojos le molesta la luz de los rayos del sol que pasan atrevés de los cristales. Recupero los sentidos y acabo de darme cuenta de que estoy a su lado, mi cabeza está sobre su pecho, sus brazos me tienen envuelta y nuestras piernas están entrelazadas.

Mi mente viaja a horas antes y recuerdo nosotros sentados en el mueble del balcón, él me hablaba sobre la empresa y yo me quedé dormida sobre su regazo, con la cabeza en su hombro, entonces resulta que no recuerdo cómo llegue a la cama. Lo que significa que él trajo de mi cuerpo hasta aquí y se quedó dormido a mi lado.

Sonrío de solo imaginarlo trasladarme del balcón a la cama.

Me aparto de él con cuidado, me levanto de forma silenciosa que no se vaya a despertar. Me encamino al baño, lavo mi rostro, recuerdo que no traje cepillo de dientes, busco en una de las gavetas y encuentro sin usar, cepillo mis dientes por largos minutos y cuando termino salgo del baño, en dirección a la cocina.

Busco un vaso de cristal, vierto agua fría en él y lo tomo despacio sintiéndose muy bien cuando baja por mi garganta. De repente, me espanto con el sonido del timbre derramándose parte del agua que quedaba en el vaso sobre mí, el sonido es insistente, porque continúan tocando el timbre con desesperación.

Dejo el vaso en la cocina y me encamino hacia la puerta para ver quién toca con tarta urgencia.

Abro la puerta y mis ojos encuentran el rostro del francés. Su mirada me repara, en especial en mis pechos, porque gracias al agua que se derramó encima de mí, la camisa se mojó y marca mis pezones, los cuales están erectos por el frío del agua.

No dice nada, solo entra sin invitarlo a pasar, me pasa por el lado como si mi presencia no importará.

—Ve por Miguel. Dile que estoy esperando por él. —me ordena, como si yo fuese la sirvienta.

Sus ojos vuelven a observarme, me repara por completa y eso me hace sentir incómoda, gracias aque tengo la camisa de Miguel, no traigo bragas porque alguien anoche se encargó de destrozarlas, el pelo alborotado y se me nota en el rostro un letrero que dice: Estoy follada.

—Llegaste temprano. —la voz de Miguel nos hace espantar, logrando que el francés se tense y aparte la mirada de mi cuerpo.

Empiezan hablar en Francés, lo cual me molesta un poco, porque no entiendo nada.

—Ve a prepararte. —Miguel me habla sin mirarme—. En una hora es mi reunión.

Está enojado, lo puedo notar desde acá. No respondo nada y me encamino hacia la habitación para alistarme.

Tomó una ducha y uso el vestido en color rosa, el cual me ha prestado Laura, uso las mismas bailarinas en los pies de ayer. El pelo lo recojo en una cola y ya con eso estoy lista.

Miguel no subió a vestirse, me imagino que hizo uso de otro baño, como está enojado de seguro no quiere verme. Me camino en dirección a la sala, mis ojos encuentran a mi acompañante junto al francés y es lo que supuse, él ya está listo. Siento un escalofrío en mi cuerpo cuando su mirada helada se conecta con la mía, está muy molesto puedo notarlo. Luce un traje en color negro, el cual le queda perfecto, su pecho, brazos y piernas musculosas le resaltan.

—Nos vamos. —ordena y al mismo tiempo aparta la mirada de mí, se gira para caminar hacia la puerta y mis ojos viajan a su sexy trasero.

¿De verdad estoy disfrutando de todo eso?... ¡Qué delicia!.

Miguel Arango.

Mis ojos escanean a la mujer que regresa a la sala luego de demorar un montón de tiempo vistiéndose, odio esperar... La reparo por completa y es toda una obra de arte. Trae puesto un vestido en color rosa, es de tirantes dejan visible sus brazos, hombro y parte de sus pechos. Mis ojos bajan hasta sus piernas y se detienen allí, las tiene libre gracias a que el puto vestido que lleva puesto es muy corto, me hacen recordar la falta que usaba ayer cuando la encontré en la universidad, por lo visto le encanta andar mostrando demás.

Puedo sentir aunque no lo esté mirando, como el francés que se encuentra a mi lado se la come con los ojos y no se me ha olvidado la escena de hace un rato, cuando los encontré compartiendo miradas, ella con mi camisa mojada y los pechos marcados, pero para empeorar el asunto estaba con el coño al aire. Le gusta provocarme, eso es...

—Nos vamos. —les ordenó y camino en dirección hacia la puerta para largarnos antes de que estalle.

Atravieso el umbral de la puerta y luego ella sale detrás de mí, me detengo y puedo ver como el francés sale detrás de ella con los ojos mirándole el trasero.

Paciencia, paciencia...

Lo tomo del brazo y me acercó hasta su odio.

—¿No te cansas de mirar las mujeres ajenas?. —le susurró—. Aparta tus ojos de ella, si no quieres quedarte sin piernas.

Ella se queda mirando a cierta distancia, observando como dos buenos amigos tienen una plática.

—No puedo evitarlo, es imposible. —confiesa—. C'est une très belle femme.

.

Si, la maldita hechiza a los hombres con la mirada.

—Protege tu vida y aléjate de ella.

—¿Tanto te importa?. —me pregunta.

No le respondo, sigo mi camino en dirección al elevador pasando por el lado de la mujer que me ha descompuesto la mañana, sin hablarle y ni mirarla.

Minutos más tarde llegamos al restaurante, mis ojos viajan a la mesa del centro, en la cual ya están sentados los franceses esperando por mí.

André se posa a mi lado y en francés me recuerda las palabras de mi padre, que yo debía llegar primero que ellos y esperar yo por ellos, no ellos por mí. Pero la vida es así, lo bueno se hace esperar...

—La réunion devrait commencer maintenant. —me dice André.

.

Le ordenó que se adelante a la mesa y ponga a los franceses al tanto de que ya estoy aquí. La mujer que perturba mis pensamientos aprovecha que André se aleja para acercarse.

—¿Me estás evitando?. —me dice en el momento que se posa frente ami.

—No estoy de humor.

—¿Para qué me trajiste?. Para que tenga que liderar con tu mal genio, pues yo tampoco estoy de humor. —se cruza de brazos.

—¿Tengo que recordarte lo que hiciste?. —le pregunto, acortando nuestro espacio y quedando muy cerca de su rostro.

—Yo no quería... Pues, se derramó agua en la camisa y...

—No llevabas bragas. —no espero que termine sus palabras.

—Eso es tu culpa. —me apunta con su dedo índice—. Tú la destrozaste.

—¿No trajiste más?. La mochila la traes de lujo, sin nada dentro.

—Si traje más bragas. —posa ambas manos a su cadera—. Eres el único culpable de lo sucedido, porque anoche decidí no usarlas, me quedé esperando por ti en el sofá del balcón y nunca apareciste.

André regresa eufórico de que la reunión ya debe de empezar haciéndonos apartar, los franceses están cansados de esperar. Laura rueda los ojos cuando lo escucha porque no entiende nada de lo que dice.

—Tú te sentarás por haya. —le señaló una mesa personal, que está situada a la izquierda.

—¿Sola?. —pregunta sorprendida.

Vuelvo acercarme hasta ella, esta vez hasta su odio.

—¿Quieres que el francés te acompañe?. —me volverá loco está mujer—. Sé obediente, ve y siéntate tranquila, puedes pedir todo lo que quieras para comer.

Me aparto de ella con el miembro ya duro de solo tenerla cerca y llegó hasta la mesa, sentándome con los franceses y dando inicio a la reunión.

Los minutos pasan, desde aquí puedo observar a la mujer que ha pedido un servicio, el cual cubre toda la mesa. ¿Dónde le cabe tanta comida si tiene abdomen plano?. Mientras nosotros seguimos acordando todos los términos y reglas de la empresa.

Han pasado dos horas, la reunión ya está por finalizar, nosotros también pedimos para comer porque se extendió demás la reunión, no he estado muy concentrado, ya que no puedo apartar la mirada de la mesa donde se encuentra la mujer vestida de color rosa. Por cierto, ese color le asienta muy bien, lo que no comprendo es ¿Por qué no le gusta lucir su hermoso pelo?

Ruedo los ojos cuando unos de los meseros le lleva una copa grande de helado. ¿Seguirá tragando?... En pocas ocasiones su mirada se encuentra con la mía, debe estar molesta porque está sola en una mesa y no acá conmigo, pero no podía sentarse con nosotros porque esto es una reunión confidencial.

La reunión culmina, reparó la hora en el reloj de mi muñeca y ya son las 3:00 PM. Mis ojos se encuentran con los de Laura y le hago una señal de que nos vamos.

Salimos del restaurante y cuando estamos por abordar la camioneta ella no se sube.

—Quiero que me lleves a conocer la torre Eiffel. —me pide con sus ojos avellana conectados a los míos.

—Ya la conociste.

—No, solo la vi de lejos, yo quiero acercarme hasta ella y tomarme fotos. —rodea mi cuello con sus brazos, me gusta cuando hace eso... Pero aún sigo molesto.

Besa mis labios y como la maldita me tiene mal, termino envolviendo mis brazos en su cintura, metiendo mi lengua en su boca y magreando su trasero.

—¿Me llevarás?. —me pregunta cuando termina el beso.

Termino asintiendo, nos subimos a la camioneta y André es quién conduce.

Minutos más tarde... Llegamos hasta la torre, el francés aparca el vehículo un poco retirado, pero no muy lejos del lugar, caminamos en dirección hasta ella y puedo percibir como algunos hombres la observan, entonces tomo de su mano y la sostengo para que así tengan claro que no está sola.

Son unos imbéciles...

Puedo ver lo emocionada que está, sonríe y sus ojos demuestra que aún no cree que estemos aquí.

—¡Quiero fotos!. —exclama al mismo tiempo que posa al lado de la torre, lo que me hace recordar que ella no tiene móvil y que está a la espera de que saque las fotos con el mío.

Llevó las manos al bolsillo de mi chaqueta, saco el móvil y termino haciéndole fotos, posa de diferentes maneras con una sonrisa en su rostro.

—Tomate una foto conmigo. —me dice aún emocionada.

Le ordenó al francés que sostenga el móvil para que tome las fotos, me acercó hasta ella quedando a su lado mientras André acata mi orden.

Sin darnos cuentas termino abrazándola, con mis brazos envueltos a su cintura posando para la cámara y por impulso atrapó su boca en un beso, mientras André sigue con las fotos.

—¡Quiero algodón de azúcar!. —grita con emoción y se dirige hasta ellos.

En mis pensamientos se me acaba de ocurrir una idea, entonces le ordenó al francés que vaya a realizar lo que necesito, mientras sigo a Laura.

                                 ***

Atravesamos las puertas del penthouse después de demorarnos más de una hora comiendo algodón de azúcar, palomitas, helado, nunca había ingerido tantas cosas dulces juntas, llevo una dieta balanceada y desde anoche estoy comiendo con grasa.

André cumplió con la orden que le di, luego de dejarnos en el aparcado del edificio se marchó, pero regresara por nosotros en una hora.

—¡Me encanta París, quiero quedarme a vivir aquí!. —grita con emoción, mientras se tumba en el sofá de la sala.

—Iremos a cenar, sobre la cama te espera un regalo de mi parte. Ve por él.

—¿Regalo?. —me pregunta confundida.

—Si, algo que mande a comprar para ti... Debes usarlo esta noche, te quiero ver con el puesto.

Se levanta y camina en dirección hasta ami.

—No debiste hacer eso, tengo otro vestido que traje conmigo y puedo usar esta noche.

—Ese es el que quiero verte puesto. ¿Puedes complacerme?.

Dejo un pequeño beso en sus labios y luego los muerdo de forma suave.

—Vale. Te voy a complacer, pero que no vuelva a suceder.

¿A qué se refiere con que no vuelva a suceder?

—¿Nos duchamos juntos?. —me pregunta.

—No, porque terminaríamos follando, entonces no iríamos a cenar y la reservación que hice sería en vano.

Se aparta de mí, gira para marcharse y le doy una nalgada cuando está por irse.

—¡Así de duro quiero que me nalgues mientras me follas!. —me grita mientras sigue su camino hacia la alcoba.

Esta mujer acabará con mi cordura...

Me dirijo hacia una de las otras alcobas para tomar una ducha y vestirme, quiero darle su privacidad y estoy seguro de que si estoy muy cerca de ella en una habitación no resistiría y terminaría cogiéndola contra una de esas paredes.

Me quito el traje, quedando solo en bóxer para irme hasta la ducha, pero me detengo cuando la puerta se abre de golpe y entra la mujer de ojos lindos enojada.

—¡¿Qué es esto?!. —me pregunta con el artículo en mano.

—Es un regalo para ti. —es obvio, estaba en una funda de regalo. André realizó mis órdenes al pie de la letra.

—Me dijiste que el regalo era un vestido, para qué usará está noche.

—Y ese también... Era una sorpresa, no entiendo por qué tanto drama.

—No lo puedo recibir. —lo deja sobre cama y se encamina hacia la puerta para irse, pero la detengo cuando sostengo su brazo.

—¿Qué demonios te sucede?.

—¡No puedes venir a regalarme un móvil tan costoso así como si nada!.

—¿Qué tiene de malo?. Es un regalo.

—¡No lo quiero!. —intenta apartarse de mi agarre, pero no sé lo permito.

—¿No te gusta?. Es un iPhone último modelo, salió hace apenas semanas. ¿Si quieres puedo mandarlo a cambiar?.

—Me conoces muy poco. Las cosas materiales no me interesan.

—Necesitas un móvil, no tiene nada de malo que te compre uno.

—¡Si lo tiene!. No tengo como pagarte un regalo como este.

—Me pagas en la cama tranquila.
—bromeo.

Se saca de mi agarre y su mano impacta en mi rostro y el sonido de la cachetada se escucha por todo el lugar.

—¡No necesito que me pagues por sexo!. ¡No soy una puta!.

Solo bromeaba...

—Vale, estuvo mal lo que dije. Solo quise hacerte ese regalo porque sé que no puedes comprarte uno.

¿Qué mierdas acabo de decir?. Eso sonó peor.

—Si tienes razón, pero en realidad nunca me ha hecho falta.

La tomó de los hombros y uno nuestras bocas, pero ella me aparta.

—¡¿Por qué eres tan complicada?!.

—¡Tú eres el complicado!. —me señala—. ¡Eres quien se la pasa molesto todo el tiempo y esto... No tengo idea de que significa eso. ¿Por qué no viniste a tu reunión solo?. ¿Por qué me trajiste hasta acá si ni siquiera tenemos idea de que somos?.

Yo tampoco tengo idea de que es esto... Solo sé que la quiero a mi lado.

—¡Responde!. —me grita y a la vez impacta sus puños en mi pecho!—. ¡¿Qué significa esto?!. ¡¿Es solo sexo verdad?!. ¡Estas conmigo solo para saciar tus ganas!.

¿De dónde saca eso?.

—¿Eso es lo que piensas de mí?.

—¡¿Por qué no respondes mi maldita pregunta?!. —empiezan a salir lágrimas de sus ojos, está furiosa y es primera vez que la veo así.

No sé qué responder, todo es muy confuso. Me gusta estar con ella, la deseo a mi lado, pero antes de responder esa pregunta tengo que dejar las cosas claras con Lucia, las cuales empeoran cada segundo que pasa con la molesta de mi madre recordándome todo el día sobre el compromiso.

—¡¿No vas a responder?!. ¡¿Qué es esto?!. ¡¿Qué quieres conmigo?!.

Las respuestas no salen.

Pasa sus manos por su rostro limpiando las lágrimas, intento acercarme a ella otra vez, pero no me lo permite.

—¡Quiero regresar a Madrid ahora!.
—me exige y pasa por mi lado, la veo salir de la habitación y no soy capaz de detenerla.

Soy un cobarde...

Nota de la autora

Mis hermosos lectores. Los he premiado esta semana con doble actualización. ¿Qué les ha parecido?.

¿Cómo les ha caído el regreso de Laura?.

Alma y Miguel en Francia, la ciudad del amor. Nunca podremos olvidar este viaje...

No olviden dejar su voto y lindos comentarios. Esperen el próximo capítulo.

DCLEBRON.




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