Capitulo 15 .. La mejor noche
La emoción recorre por todo mi cuerpo, además de los nervios. Tener el hombre que perturba mis sueños y pensamientos en la puerta de mi hogar, pasando por mí para salir a cenar, es lo mejor que me ha podido pasar.
Está noche luce muy diferente a todos los días, no tiene puesto esos trajes elegantes que siempre acostumbra a usar. Ahora lleva una camisa jeans, con unos pantalones en la misma tela. Combinados con zapatos Sport, que por su apariencia se puede notar que cuestan una fortuna. Además del reloj que trae puesto en su muñeca izquierda, está forrado en pequeños diamantes y estoy segura de que nunca ha mirado la hora en él. Detalló su rostro y está recién afeitado. En definitiva está hermoso.
Puedo ver cómo sus ojos recorren todo mi cuerpo de forma muy despacio, como si estuviera detallando cada ángulo de mi cuerpo.
¿Será que le gustó cómo me arregle para él?
Encuentra mi mirada, observándome con esa mirada azul fría. Separa los labios muy despacio.
¡Me va a decir que luzco hermosa!
-Nos vamos.
Después de sus labras frías, camina hacia su Porsche, el cual está estacionado en la entrada de mi hogar. Y con una de sus manos abre el asiento del copiloto
-Sube -me dice, al mismo tiempo con su cabeza, me hace una señal de que debo entrar.
No respondo nada, solo me subo a su auto de lujo. Él cierra mi puerta, luego puedo ver desde adentro como le da la vuelta al carro. Se sube en su asiento y no tarda en ponerse el cinturón de seguridad.
-No olvides ponerte el cinturón.
-me habla a la vez que enciende el Porsche y se pone en marcha.
¿Es en serio?
Me arreglé para él y no fue capaz de decirme nada. ¿Tan mal me veo?
No le respondo nada, tampoco me pongo el cinturón. Estoy muy enojada en estos momentos, lo mejor es que no hable con él, por ahora. Solo volteo mi rostro hacia la ventana, para mirar a través de ella.
Espero que no me arrepienta de salir con él.
***
A través de la ventana mientras el auto corre, puedo ver cómo se pierden los edificios, casas, arbustos y muchos lugares hermosos que jamás había visto. Pero, lo que más me está preocupando, es que Miguel tiene 5 horas conduciendo y aún no se detiene.
Todo el camino hemos estado en silencio, no he hablado absolutamente nada porque estoy enojada, por no decirme nada sobre cómo me veo está noche. Él tampoco ha dicho ni una sola palabra, todo el tiempo se la ha pasado con la mirada puesta en el camino, sin mirarme ni un segundo. Además, el radio ha estado apagado lo que está provocando que me desespere.
Justo ahora puedo ver cómo dobló hacia la derecha por una calle solitaria.
¿A dónde cojones me lleva?
Se detiene en la entrada de una casa, la cual tiene las luces apagadas. Apaga el auto, se abaja, luego rodea el mismo y abre la puerta de mi asiento.
-Llegamos, bájate.
-¿Dónde estamos? -le preguntó.
-Bájate del auto.
-¡No me voy a bajar! No tengo idea de dónde estoy, pero de lo que si estoy segura, es que estamos muy retirados de mi casa. Me invitaste a cenar, no me dijiste que me querías secuestrar.
-De acuerdo -me responde, al mismo tiempo que se encamina hacia la casa, alejándose de mí.
Puedo ver cómo se detiene en la entrada, abre la puerta, entra y cierra la puerta detrás de él.
¿Cómo se le ocurre dejarme aquí sola?
Salgo del auto, luego reparó el alrededor. No hay señales de más casas y mucho menos de personas y está en total oscuridad.
No voy a quedarme sola aquí parada.
De forma rápida, corro hacia la casa y con mucha velocidad entró dentro de ella, encontrándome con las luces encendidas, además de un ambiente de esas casas que son para vacacional, con un estilo rústico.
-¿Por qué no te quedaste afuera? -las palabras de Miguel, me asustan en el momento, por estar concentrada mirando todo el alrededor de la casa.
-¿Cómo te atreves a dejarme sola?
-Eras tú, quien se negaba a venir.
-Me dijiste que íbamos a cenar, solo mira dónde me trajiste, aparte ya es media noche y muero de hambre.
-¿Quieres dejar de quejarte? Pareces una niña pequeña.
¿Niña pequeña?
-¿Cómo te atre...?
-Señor Arango que bueno que ya están aquí -una voz masculina, no permite que termine mis palabras. Quien por su apariencia luce entre los cuarenta y trae puesto un uniforme en color azul.
-¿Hiciste lo que te pedí?
-Si señor Arango, ya todo está listo.
-Dime Miguel y ya vamos a iniciar, la niña muere de hambre.
Pero... ¿Qué le pasa a este idiota?.
-Síganme por favor -dice el señor uniformado, luego se encamina hacia unas puertas de cristal, las cuales están oscuras y no se puede ver nada hacia el otro lado. Miguel sigue detrás de él y a mí solamente me toca seguirlos.
Nos detenemos justo al frente de las puertas, a esperar que el señor uniformado termine de abrirlas, ya que se está demorando algunos segundos. Estoy parada al lado de Miguel, quien no trae buena cara como siempre y además puedo sentir el aroma de su exquisita colonia desde aquí.
El señor por fin termina de abrir las puertas y.......
-¡Santos cielos! -son mis palabras de exclamación, por la impresión de lo que mis ojos están viendo.
Es que no lo puedo creer. ¿Es una realidad o estoy en un sueño?.
La imagen que estoy mirando está de película. Una piscina enorme de forma cuadrada se encuentra en el centro, el alrededor tiene luces por doquier, además de la hermosa decoración con palmas. Pero lo que más tiene pasmada es........
-¡La playa! -grito de felicidad por ver el mar ante mis ojos.
Sin pensarlo más, llevo las manos hacia mis tobillos y me quito las bailarinas de ambos pies. Luego corro hacia ella, rodeo la piscina y sigo mi camino, logrando que mis pies se encuentren con la arena por primera vez. En realidad se siente un poco extraño, además de sentirse la arena muy fría. Pero, me gusta la sensación.
Sigo corriendo hacia ella, hasta quedar en la orilla y tener mis pies mojados. Puedo ver el tamaño de las olas, escuchar el sonido de ellas y sentir el viento por todo mi cuerpo.
Estoy tan emocionada por este momento, que camino un poco más hacia delante, hasta que el agua llega a mis piernas y gracias a las olas se moja parte de mi vestido. Comienzo a saltar, jugar con mis manos en el agua, como si fuera una niña pequeña.
Giró mi cuerpo sobre mí y alcanzo ver a Miguel en la arena, está de pie justo al frente de mí, observando lo que hago, con los brazos cruzados en el pecho, junto al señor uniformado quien está a su lado, ambos con cara de sorprendidos.
Con toda la energía que tengo, salgo corriendo hacia él y sin pensarlo, lo atrapo con un fuerte abrazo, además de plasmar un pequeño beso en su mejilla, acompañado con muchos gritos como: ¡gracias por traerme! ¡Eres genial! ¡No me lo puedo creer!.
La emoción se ha apoderado de mí, tanto que pasan varios segundos y yo me encuentro aún gritándole: ¡La vista es hermosa! ¡El agua es especial! ¡Este es mi lugar favorito desde ahora! ¡No me quiero ir nunca! ¡La arena! ¡Si hablamos de la arena...
Detengo mis palabras en el momento que reaccionó y me doy cuenta, de que estoy haciendo el ridículo. Miguel continúa con los brazos cruzados sobre su pecho, observándome en silencio, con una mirada helada, como si estuviera acabando con su paciencia.
El señor uniformado permanece a su lado, mirando en silencio todo el show que acabo de dar.
-Lo siento. -son las únicas palabras que salen de mí.
-¿Señor Arango podemos pasar a la mesa? Se va a enfriar la cena. -le dice el señor uniformado, ignorando mis disculpas por completo.
Miguel no ha apartado su mirada de mí, por un solo segundo. Me observa con mucha atención y solo responde a su pregunta: Sí, vamos.
***
-De entrada tienen croquetas de carabineros, además el plato fuerte que es pulpo á feira y Puntillas de calamar con pimientos del padrón. También preparé una tarta de santiago para el postre y lo más importante, un vino blanco exquisito. -son las palabras del uniformado, al mismo tiempo que levanta las tapas de las bandejas para mostrar lo mencionado.
Estamos en el comedor de la casa. Por cierto, es bastante grande tiene diez sillas. Miguel se encuentra sentado a mi lado. Yo estoy muy avergonzada, ya que tengo la mayor parte del vestido empapado de agua, además de permanecer descalza, porque no recuerdo a donde lance las bailarinas cuando me las quité, por lo emocionada que estaba.
Miguel comienza a servirse una porción de todo un poco, mientras el uniformado termina de servir el vino en copas.
-Señor Arango ¿Necesita algo más?
-No. Puedes retirarte.
Él uniformado se retira y Miguel empieza a comer con los cubiertos, mientras yo me quedo observándolo.
Segundos después...
-¿No vas a comer? ¿Te quedarás Mirándome toda la noche?
-No tengo hambre. -con mis palabras, logro que aparte la mirada de su comida y la ponga sobre mí.
Miento. Si tengo mucha hambre, el problema en estos momentos, es que soy alérgica a los mariscos. Además, no sé comer con cubiertos.
-¿Qué cosas dices? Hace un rato me dijiste que tenías hambre.
-Solo estaba bromeando.
No responde nada, solo empieza a servir de todo un poco en mi plato, hasta llenarlo.
-Buen provecho -me dice, después de poner mi plato lleno de comida donde estaba y volver a concentrarse en el de él.
Otra vez vuelvo a quedar en silencio, además de tener mis ojos puestos en él.
Todo se ve muy rico, pero no puedo comerlo.
-¿Vas a cenar si o no?. -me pregunta y a la vez poniendo su mirada sobre mí.
-De verdad, no tengo hambre.
-¿Por qué eres tan extraña?
Aussssshh....... Eso dolió.
Soy extraña para el hombre que me gusta. Pero, él tiene razón. Desde que llegué he estado haciendo estupideces.
-Miguel lo siento. Yo no quería dañar la noche, solo mira como estoy. Mi vestido se arruinó y estoy toda sucia de arena.
-Escucha...
-Nada más déjame terminar. -detengo sus palabras- Gracias por traerme a conocer la playa, jamás olvidaré está noche y muchas gracias por esta hermosa cena. Todo se ve muy rico, es solo que... Yo soy alérgica a los mariscos.
El semblante de su rostro, cambia por completo.
-No tenía idea. Lo siento.
Luego acerca su asiento del mío, acorta el espacio que nos separa, quedando muy cerca de mi rostro, tan cerca que puedo sentir su respiración y me pregunta.
-¿Quieres que pida pollo o pizza?
Su exquisito aroma inunda mis fosas nasales. Además de ponerme nerviosa en el momento.
-¿Harías eso por mí?
-¿Con una condición? -me susurra muy cerca de mis labios.
-¿Cuál? -pregunto con un poco de curiosidad y miedo a la vez.
-Dame el permiso de comerte los labios.
Mi corazón da un vuelco en el instante que escucho esas palabras. Este hombre me pone muy nerviosa. Por eso, de mi boca solo salen las palabras:
-No me preguntes, solo hazlo.
Pega sus labios con los míos como un torbellino, en un beso desesperado y a la vez necesitado. Lleva una de sus manos hasta mi cuello, para pegarme aún más sus labios y no perderse ni un momento de mi boca. Sus labios se sienten suaves, además de cálidos, enviando una ráfaga de calor por todo mi cuerpo y provocando que se erice mi piel.
Me levanto de mi asiento y sin pedir permiso, tomó asiento sobre sus piernas, quedando de frente a su rostro y con las piernas abiertas, junto a sus caderas, sin despegar nuestras bocas ni por un segundo. Posiciona ambas manos en mis glúteos, apretándolos con fuerza, mientras yo rodeo mis brazos en su cuello y me pierdo en sus exquisitos labios.
Se aparta de mi boca y reparte besos húmedos al prenderse de mi cuello, lo acaricia con apetito, mientras siento su lengua lamerlo logrando robarme un gemido en el momento. Sube encontrándose con mis labios otra vez y puedo sentir su agitada respiración, además de los latidos de su corazón.
-Espera -susurro en sus labios con voz agitada, en el momento que me aparto de su boca.
-¿Qué sucede? -me pregunta en el mismo tono.
Soy una estúpida por interrumpir este momento. Él gusta mucho en todos los sentidos, mis deseos son perderme entre sus brazos. Pero, no tengo idea de cuáles son sus intenciones conmigo.
Colocó ambas manos sobre su pecho musculoso y pego mi frente con la suya.
-¿Qué es todo esto? ¿Por qué me has traído hasta aquí? No... No, entiendo nada.
Sus ojos están conectados con los míos, puedo notar esa mirada fría y helada de siempre como si sintiera miedo de mostrar sus sentimientos. Coloca una de sus manos en mi mejilla izquierda, con su pulgar acaricia la piel de mi rostro hasta llegar a mi boca para comenzar a dibujar la forma de mis labios. Provocando que el latir de mi corazón sea más veloz a cada segundo.
-No lo sé. -me responde, sin parar de acariciar mis labios con su pulgar- De algo si estoy seguro. ¿Quieres saber?.
Asiento, porque no me salen las palabras.
-Deseo perderme en tu boca y acariciar tu cuerpo hasta lograr que se estremezca en mis brazos. No tengo idea de nada, solo quiero intentarlo.
Con esas palabras es suficiente para tomar la iniciativa, juntar sus labios con los míos como respuesta a sus palabras. Esta vez es diferente, nuestras lenguas compiten como si estuvieran en una guerra campal. Mis manos acarician su pelo, mientras chupo sus sabrosos labios con sabor a vino.
Nuestras bocas se entienden a la perfección, como si se estuvieran acostumbradas desde siempre. Puedo sentir la erección que se encuentra detrás de su pantalón, es muy dura y me gusta sentirla. Por eso, muevo mis caderas con movimientos seductores hacia delante y atrás, mientras disfruto del momento sin despegarme de su boca. Siento sus manos acariciar mi trasero, además de mi espalda completa y aunque traiga el pelo tejido en una trenza, se pierden en ellos.
-Levántate. -habla entre mis labios.
Obedezco, levantándome de sus piernas. Él también se pone de pie, vuelve a secarse a mí y besa mis labios en un beso corto. Me susurra cerca de mis labios: Ya regreso.
Puedo ver como se aleja caminando en dirección a la parte trasera de la casa. Hacia la playa.
Pocos minutos después, regresa por el mismo camino que se marchó. Toma de mi mano y jala de mí hacia fuera, mientras lo escucho decirme: Ven conmigo.
-¡Oh por Dios! -exclamo con emoción, al regresar a la playa y mis ojos deleitarse con tremenda sorpresa.
-¿Te gusta lo que vez? -me pregunta con una hermosa sonrisa en su rostro. Lo que es extraño, porque sonríe muy pocas veces.
-¡Me encanta! Es... Es una hermosa fogata.
Mi impresión es porque nunca había visto una fogata, solo en las películas. Pero, personal es mucho más especial.
Puedo ver cómo Miguel se sienta sobre la arena, frente a ella y yo no pierdo tiempo para hacer lo mismo, quedando sentada justo a su lado. Un silencio se apodera de nosotros por varios segundos, mientras yo observé de ella con atención.
Él acorta el pequeño espacio que nos separa, se acerca hasta mi rostro consiguiendo que gire mi cuello, quedando nuestras caras muy cercas y nuestras miradas conectadas.
-¿Cómo te sientes? -me pregunta en un tono de voz bajo, muy cerca de mis labios.
Soy la mujer más feliz, en estos momentos.
-Gracias. Muchas gracias por cumplir mi sueño de conocer la playa y por hacerme disfrutar de esta hermosa fogata.
-Si, la playa es muy linda, la fogata también. Pero, más hermoso es tu rostro. -con sus nudillos acaricia mi mejilla- Tus labios me encantan, además de tu hermosa mirada en verde oliva.
Antes de que pueda responder a sus bonitas palabras su boca está unida a la mía. Pero, está vez es muy diferente a todas las anteriores. Es un beso suave, tierno y delicado, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Me aferró a su cuello envolviendo mis brazos en él, mientras puedo sentir como los suyos rodean mis caderas.
Minutos después nos encontramos sobre la arena. La parte de arriba de mi vestido está envuelta a mi cintura, mientras Miguel está sobre mí sin camisa. Chupa mis tetas, las chupa con devoción y dedicación. Puedo sentir su dura erección pegada a una de mis piernas, así como lo húmeda que estoy en estos momentos. Muerde mis botones consiguiendo un gemido de mi boca, me gusta lo que siento y no quiero que el momento termine por todo esta noche.
Sube hasta mi cuello con caricias húmedas, repartiendo besos por doquier, llegando hasta el lóbulo de mi oreja pasando su exquisita lengua por él. Haciéndome gemir muy fuerte y provocando que le susurré: -No aguanto más.
-Tienes que resistir -me responde en el mismo tono.
Luego se aleja un poco de mi cuerpo, puedo ver y sentir como una de sus manos viaja por una de mis piernas de forma muy despacio, causando escalofríos en mi piel. Al llegar al inicio de mis piernas levanta mi vestido, dejando visibles mis bragas en color negro. De manera muy despacio logrando alimentar mis nervios, toma del borde de su elástico y las echa a un lado.
Un gemido se escapó de mi boca en el instante que sus manos hicieron contacto contra mi sexo. Empieza a frotar de forma muy lenta sus manos sobre él, ocasionando emociones en todo mi cuerpo por ser la primera vez que un hombre me toca de esta forma. Mi clítoris puedo sentirlo sensible e hinchado gracias a los movimientos de sus dedos sobre él. Arqueo mi cabeza hacia atrás porque me gusta lo que siento, estoy muy caliente, jamás imaginé sentirme así.
Todos esos sueños que tuve con él, además de todas esas veces que me masturbe pensando en él, no tienen semejanza a lo que estoy sintiendo ahora.
Su mano aumentó de velocidad y mis caderas se alzaron, mientras tomo de mi boca con ansias, desesperación y avaricia. Sentí mis piernas temblorosas por la sincronización de su mano en mi sexo y la adaptación de nuestras bocas. Chupo mi labio inferior sacándome un quejido, el cual quedó atrapado en su boca. Enredo nuestras lenguas en modo sensual, sin bajar la velocidad de sus manos ni un segundo.
Podía sentir el calor elevarse en mi interior, la velocidad de su mano estaba como un torbellino podía percibir como el clímax se iba a apoderar en cualquier momento de mí. Me aparté de su boca con el latir de mi corazón acelerado.
-Debes parar. -susurre entre sus labios.
Se acercó hasta mi oído sin obedecer.
-No lo quiero hacer.
Esta vez aumento la velocidad tanto, tuve que sostenerme de sus hombros. Sus ojos se fijaron con los míos y pude ver el deseo de mí a través de su mirada, ya no podía resistir un segundo más. Mis piernas estaban abiertas a cada extremo para darle mayor facilidad a los movimientos de su mano. En este momento una electricidad se apoderó de mí, gemí tan fuerte y todo mi cuerpo se sacudía por la sensación de sentir el clímax. Clavé mis uñas en su piel sin importarme dejar una marca mañana, además de correrme en su mano. La retiró de mi sexo, luego de forma inesperada se la llevó hasta boca y lamió de ella con devoción. Pude leer, además de escuchar lo que sus labios acaban de decir:
-Estás deliciosa.
Sin esperar una respuesta de mi parte, llevó sus manos hacia mi vestido el cual está envuelto en mi cintura y retiro de él, después hizo lo mismo con mis bragas dejando mi cuerpo libre para él por completo. Se separó de mí para quitar su pantalón junto con el bóxer permitiéndome ver su grande y dura erección.
Es la primera vez que veo un hombre desnudo en toda mi vida, si tenía idea de cómo se veían. Pero, nunca llegue a pensar que sería tan grande. ¿Acaso esa cosa tan grande podrá caber dentro de mí?
Regresa a mi cuerpo quedando desnudo sobre mí. Sella nuestras bocas en un beso despacio y sensual, tomo su cara entre mis manos disfrutando de sus exquisitos labios. Baja a mi pecho llevándose una de mis tetas a la boca, succionando y lamiendo de ellas. Quiero más de él, necesito sentirlo dentro de mí.
Baja hasta las puntas de uno de mis pies llevándolos hasta su boca. Pasando su tersa lengua por él, así como también arrastra su lengua desde mi pie hasta el inicio de mi pierna provocando un gemido de mi boca.
Me abro de piernas en el momento que se posa en mi centro, sostiene su miembro erecto y restriega el glande contra mi sexo por unos segundos.
-Estás empapada para mí. -son sus palabras al sentirse empapado por mi excitación.
Está preparando la entrada para invadir mi intimidad. Puedo ver como se remoja los labios, está a punto de hacerlo...
-¡Espera! -exclamo interrumpiendo el momento.
-¿Qué sucede? -me pregunta con una confusión en su rostro, sin despegar su cuerpo del mío.
-Es...es... yo... -las palabras no salen de mi boca.
Él toma mi mentón con una de sus manos, mientras el azul de sus ojos se encuentra con el verde de los míos.
-¿Es tu primera vez?
Asiento en modo de respuesta. Me gusta estar con él, solo siento un poco de miedo.
-Si quieres podemos parar.
-¡No! -respondo si instante- No quiero parar.
-Yo tampoco quiero parar.
-¿Me dolerá?
Una pequeña sonrisa se crea en la comisura de sus labios.
-No voy a hacerte daño, solo voy a explorar cada parte de tu cuerpo, además de hacer que está sea la mejor noche de tu vida.
Sin esperar una respuesta alguna vuelve a unir sus labios con los míos, apoderándose de mi boca con besos apasionantes, mientras entraba en mí lentamente expandiendo mi canal, robándome un jadeo el cual se perdió en sus ricos besos. Es doloroso, incómodo y a la vez tolerante. Se pierde en mi cuello con su boca húmeda, relajando todo mi cuerpo por las sensaciones que me provoca, recorre su lengua hasta mis tetas, atrapándolas y lamiendo la punta de uno de mis botones, en tanto continúa introduciéndose de forma muy despacio.
Con ambas manos acaricia mi cuerpo mientras que yo enredo las mías en su cabello, con su hermosa mirada dominante puesta en mi rostro. Besa mis labios en el momento que ejerce un empujón que duele un montón dentro de mí, provocando un mordisco en su labio inferior por el impacto.
-Tranquila. -susurra entre mis labios.
Sus manos continúan recorriendo todo mi cuerpo. Apoya su frente con la mía, en tanto nuestras miradas se conectan.
No siento miedo, con él me siento segura.
Vuelve a empujar su polla en mi canal, pero ahora me empieza a embestir de manera lenta, mientras yo relajo mi cuerpo al sentir el dolor convertirse en placer. Me aferró a su cuello envolviendo mis brazos en él, apegándolo más a mi cuerpo porque me gusta lo que estoy sintiendo.
Todo mi cuerpo está erizado por él, puedo sentir el latir de su corazón como si fuera una locomotora. Nuestras respiraciones y gemidos están al compás bajo la luz de la fogata y los sonidos de las olas del mar.
Mis piernas están envueltas a sus caderas para darle mayor facilidad y poder sentir esa increíble sensación de él invadiéndome. Sus increíbles movimientos cambiaron de ritmo a un nivel más alto, haciéndome gemir aún más fuerte y dándome a entender que me voy a correr por segunda vez.
Continúa moviendo sus caderas mientras besa mis labios, reparte caricias pasionales por mi cuello y lame mis tetas, dedicándome esa mirada intensa y helada que me quemaba. El sudor de su cuerpo se mezclaba con el mío y mis uñas arañan su espalda al sentir la adrenalina que causa su cuerpo junto al mío.
-Estás exquisita. -murmura a mis oídos.
Se mueve con cuidado dentro de mí, en tanto me llena de besos por todas partes. Cada embestida desata adrenalina pura y se siente tan bien sus nudillos en mi rostro como si me estuviera contemplando.
-Luces aún más hermosa bajo la luz de la luna. -susurra sin apartar su mirada de la mía y sin parar de acariciar mis mejillas mientras mueve sus caderas.
Es jodidamente placentero sentir su polla en mi sexo por primera vez. Él si sabe como hacerlo, podría decir que es un profesional, como penetra mi interior, la forma de sus caricias para que no sienta dolor, lo contrario de todo. Que no sienta nada más que excitación.
¿Me pregunto dónde adquirió tanto conocimiento?
Puedo sentir ese rico aroma, ese que es propio de él. Desde el primer día que lo vi en aquel hospital se grabó en mi memoria.
Sube la velocidad de sus embestidas, nuestros gemidos se comienzan a escuchar por toda la playa, las respiraciones se tornan aún más agitada. Lo abrazó aferrándolo a mi cuerpo para no perderme ni un segundo de su cuerpo. Él besa mi boca con besos fuertes y profundos, ejerciendo más presión contra mi sexo.
Sus caricias se tornan salvajes, magrea, chupa y muerde mis pechos. Mis gemidos se pierden con sus gruñidos varoniles mientras entierra la polla en mi canal, lo está disfrutando al igual que yo, continúa moviendo sus caderas, trabajando con su pelvis. Es demasiado, la sensación se siente demasiado bien. Me embiste con furia, las caricias no paran ni por un segundo. Se nos espaca un fuerte jadeo en el momento que tiemblo entre sus brazos por sentir esa increíble sensación al estallar los dos al mismo tiempo arrastrados por el orgasmo.
***
-Se siente delicioso en mi boca. -son mis palabras mientras devoró la bolsa de pollo frito que pidió Miguel con el servicio a domicilio. Por cierto, se demoraron un montón en traerlo.
-Sí, extrañaba esto. -me responde el galán de ojos azules que se encuentra a mi lado, comiendo de su bolsa de pollo frito al igual que yo. Todavía estamos sentados sobre la arena disfrutando de la luz que nos brinda la fogata, además la increíble sensación que nos regala el sonido y el viento de la playa.
-¿A qué te refieres con que extrañabas?. ¿Llevabas mucho tiempo sin comerlo?. Digo... No es que me sorprenda, incluso hace varias horas llegue a pensar que eras vegetariano.
Se sonríe.
-Permíteme adivinar. ¿Lo dices por la enorme mesa llena de mariscos que mande a preparar para ti? De la cual no probaste ni un solo bocado.
-Miguel lo siento mucho. Se veía todo muy hermoso y yo... Yo solo lo arruiné.
-No digas eso, eres vegetariana y no tenía idea de eso. Discúlpame tu ami por atentar contra tu vida.
Ambos reímos por su comentario.
-Sobre tus preguntas, si llevaba mucho tiempo sin comer pollo frito. En mi casa está totalmente prohibido comer estos tipos de comida.
-¿Dijiste prohibido?. -pregunto con la boca llena de papas fritas.
-Sí. Mi madre dice que no es saludable, se la pasa al pendiente del menú de cada día.
¿Qué le pasa a esa señora? ¿Por qué quiere ser siempre demandante en todo?
-Las veces que logro comerlo es cuando salgo con Leonardo y Pablo hasta tarde de la noche.
-¿Quiénes son ellos?.
-Son mis mejores amigos, los mejores amigos que me ha regalado la vida.
Ahora que menciona esas palabras, recuerdo a mi mejor amiga, la extraño un montón. Es muy triste que un ser querido se aleje sin saber cuándo lo volveremos a ver otra vez, ella se fue y no tengo la menor idea de cuando regresara. También acabo de recordar que debo de contarle toda la verdad a Miguel, debe de saber que mi nombre no es Laura Vega, si no Alma Velasco y este es el mejor momento para hacerlo.
-¡Acabe!. -exclama al terminar de comerse la última pieza de pollo que le quedaba, dejando su bolsa completamente vacía-. ¿Me das un poco de la tuya?.
-¡No!. -grito en el momento que intenta meter sus manos dentro de mi bolsa de pollo, pero no se lo permito.
-Miguel tengo que confe...
Mis palabras quedan a medias, en el instante que de manera rápida lleva uno de sus brazos detrás de mi espalda, al mismo tiempo que el otro lo posiciona debajo de mis piernas, ejerciendo fuerza al levantarse conmigo entre sus brazos.
-¿Qué estás haciendo?. -le pregunto toda calmada por estar entre sus brazos. Pero, mi tranquilidad desaparece cuando él empieza a correr en dirección al mar. -¡Bájame ahora!. ¡¿Qué parte no entiendes de que me bajes ahora?!.
Mis gritos se los llevo el viento, no le importó en lo más mínimo ningunas de las palabras que salieron de mi boca. Continúa con lo que es un juego para él, porque puedo ver la sonrisa que tiene en el rostro, se está divirtiendo. Llega a la orilla y sin preguntar tira de mi cuerpo dentro del mar como si fuera un saco de papas, sin darme tiempo a protestar.
Mientras que de mi parte no sé nadar ni un poco, no está hondo en el lugar que estamos, pero al tirarme de repente bebo un montón de agua salada.
Segundos después siento cuando sus manos toman de mi cuerpo levantándome y no pierdo tiempo para envolver mis piernas a su cintura.
-Cof, cof... -comienzo a toser por toda el agua que acabó de beber por la boca, nariz y oído. Cuando me estabilizó reaccionó, al percibir de que siento su duda erección entre mis piernas y...
-¿Acaso estás desnudo?.
-¿Eso te molesta?. -me pregunta, en tanto besa mis labios en un beso corto.
-No, no me molesta. Es...es solo que aún no puedo creer que esté aquí contigo.
Puedo ver como aparece en sus labios una sonrisa pícara.
-¿No te lo puedes creer?. Pues te mostraré que esto es real.
Une su boca con la mía arrasando con mis labios, quemándonos por la intensidad de nuestras lenguas. Sus manos viajan por toda mi espalda y al bajar aprieta mis nalgas con fuerza, mientras mis manos están a su cabeza. Rompe el centro de mi vestido para liberar mis tetas y no pierde tiempo en prenderse de ellas, ya podía sentir el pálpito de la excitación en mi sexo otra vez. Unas de sus manos viajo hasta mis bragas, tomó de ellas con tanta fuerza hasta arrancarla de mi cuerpo.
-Oye... ¿Por qué hiciste eso?.
-pregunto con voz aguda por mi rápida respiración.
Toma de mi mentón logrando que me concentre en el hermoso azul de su mirada.
-Desde hoy tienes prohibido usarlas.
Sus deseos son órdenes.
Vuelve apoderarse de mi boca con besos fogosos, mientras siento la invasión de su miembro apoderándose de mi interior. Ahora se siente menos doloroso y mucho más excitante.
-Querías conocer la playa. ¿Verdad? Pues que mejor manera de bañarte por primera vez mientras te cojo.
-susurra entre mis labios.
No respondo nada, solo disfruto del momento.
Reparte caricias que me podrían hacer enloquecer. Nuestros gemidos se ahogan en nuestros besos. Las olas del mar son tan fuertes que nos arrastran de un lado a otro, mis piernas continúan envueltas a su cintura aferrándome a él como si únicamente existiéramos nosotros, mientras me embiste enviando ráfagas por todo mi cuerpo bajo las estrellas y la luz de la luna.
***
Separó mis párpados muy despacio por la molestia de los rayos del sol en mi rostro. Me encuentro a su lado y está completamente dormido, estoy sobre su pecho mientras sus brazos me abrazan y nuestras piernas están entrelazadas. Todo parece un sueño, remojo mis labios en el momento que recuerdo el magnífico orgasmo que ambos tuvimos al mismo tiempo cuando follamos en el mar.
Reparó nuestro al rededor y estamos a la orilla del mar, sobre la arena húmeda. Pasamos la noche completa follando y terminamos dormidos justo aquí hasta el amanecer.
-¡Aaaaaaahhhhhh!. -gritó fuerte, levantándome de forma rápida y despertando a Miguel-. ¡Ooooh por Diooos!
-¿Qué sucede contigo? ¿Acaso intentas matarme de un susto?. -me pregunta aún soñoliento, mientras se pone de pie.
-¡Me estás viendo! ¡Santo cielo te estoy viendo también! ¡Date la vuelta!.
-gritó como loca en el momento que percató, sobre que estamos completamente desnudos. En tanto tengo una mano cubriendo mis pechos y la otra mi sexo.
-¡Para de gritar!. -exclama en el mismo tono que yo, con ambas manos en su cadera como si fuera de lo más normal no llevar ropa.
-¡Por favor!. -sigo insistiendo.
Por primera vez obedece, girándose al darme la espalda.
-Eres una patética, los dos ya nos hemos visto desnudo.
-¡Es diferente estaba de noche y ahora es de día!
-¿Por qué continúas gritando como una loca?.
-¡¿No te has dado cuenta?! ¡No podía amanecer aquí, mi madre debe estar preocupada por mí! ¡Además, estoy desnuda, te imaginas si alguien me ve así! ¡Por cierto, ¿Dónde está mi ropa?!
-continuo gritando, mientras hablo con su espalda y observo su bonito trasero.
-Hasta ahora te preocupas porque las personas te vean desnuda. Acaso no has visto que está playa es privada.
Tiene razón, no hay nadie más que nosotros.
-¡Tengo que irme a casa ya! ¡Hice una pregunta! ¿Dónde está mi ropa?.
-¿De verdad no recuerdas que pasó con tu ropa?
Ahora que lo pienso, se me viene a la mente la imagen de Miguel rompiendo mi vestido y destrozando mis bragas. En ese momento me encontraba muy feliz y satisfecha.
-¿Cómo se supone que me iré a casa desnuda?. -esta vez pregunto con un tono más calmado, gracias a la preocupación por mi ropa.
Él se da la vuelta sin mi consentimiento, se acerca ami y me estrecha con un abrazo.
-Voy a solucionarlo, te conseguiré ropa y te llevaré a casa. -luego de sus palabras alentadoras deposita un pequeño beso en mi cabeza.
***
Acabo de tener una larga ducha en el baño, me encuentro frente a un gran espejo de la habitación principal de esta casa, envuelta en una toalla con mi larga cabellera suelta después de lavarla. Me observó con atención y me impresionó al darme cuenta de que tengo dos chupetes en el cuello, además de los otros dos que percibí al lado de mis pezones cuando me estaba duchado.
¡Qué salvaje!
Hace más de una hora que Miguel salió por algunas cosas, no me especifico cuáles, pero estoy segura de que está incluida mi ropa.
Reparó la habitación en que estoy, percibo que es mucho más grande que mi casa. Tiene una cama enorme en el centro, además de sus diseños en cristales los cuales la hacen lucir hermosa. Con una espléndida vista hacia la playa detrás de la ventana.
-Estoy de regreso. -son las palabras de Miguel al entrar de repente a la habitación. Trae en una de sus manos una bandeja llena de frutas, en la otra tiene una bolsa pequeña, además de traer colgado en el hombro algo que me alegra la mañana, la ropa.
-Tardaste un montón y debo de regresar a casa.
No responde nada, solo se queda observándome con atención durante varios segundos.
-¿Por qué me miras así?.
-Tarde porque fui por frutas para el desayuno. -lo dice mientras ubica la bandeja arriba de la cama-. Aquí tienes la ropa, es de mi hermana menor. La olvidó aquí cuando vinimos a pasarnos un fin de semana.
Extiende la ropa para que la tome y no dudó en hacerlo. Es un mini short jeans y una camiseta en color rosa, la cual en la parte delantera dice: amo las Vegas. Además de tener la firma de...
¡Santo cielo!
-¡Está firmada por Taylor Swift!
-Así es. Fue en nuestro viaje a las Vegas en las vacaciones del verano pasado, asistimos a un concierto de Taylor y como mi herma es su fan número uno, pudo conseguir su autógrafo.
-Eso es increíble. Te la devolveré, lo prometo.
Continúa observación mi rostro con atención otra vez por varios segundos. ¿Qué le sucede?.
-¿Por qué me miras así? Por cierto, que traes en esa bolsa pequeña. -le preguntó al darle un vistazo a la bolsa.
-Son las píldoras.
-¿Píldoras?.
-Si las píldoras anticonceptivas, debes tomarte una ahora para que no va...
-Miguel. -detengo sus palabras- Tengo conocimiento de que es, no debes explicarme nada.
-Solo debes tomarte una después del desayuno y luego ponte la ropa, mientras tomo una ducha para llevarte a casa ¿De acuerdo?.
Asiento y puedo ver cómo se dirige al baño.
Me siento sobre la cama a desayunar, todas las frutas lucen ricas. Espero que Miguel no se demore porque mi madre debe estar muerta de los nervios, al ver que estoy desaparecida desde ayer.
Minutos después llevo el plato a medias de las frutas, recuerdo que Miguel de seguro no ha desayunado y lo recomendable es que comparta con él un poco.
Lleva varios minutos largos en el baño. ¿Por qué se demora tanto?.
Se me ocurre la brillante idea de ir a observar, solo serán unos segundos para ver si aún le falta mucho por terminar. Camino hacia el baño, la puerta no tengo que abrirla porque está entreabierta, me detengo bajo el umbral y mis ojos viajan hacia él.
Esta bajo la ducha, tomando de lo más relajado su largo baño, puedo ver como el agua cae sobre sus hombros músculos, es tan fuerte y sexy. De repente mis ojos viajan a la parte de abajo...
¡Santos cielos! ¡Puedo ver como su polla está dura y erecta desde aquí!
Mi respiración empieza a latir más rápido, no tengo la menor idea de porque me remojo los labios, además de empezar a sudar. Tiro de la toalla que llevo puesta y comienzo a tocar mis tetas, una de mis manos viaja hasta mi sexo, sin la otra dejar de tocar uno de mis pechos. De pronto llegan imágenes a mis pensamientos de anoche: yo acostada sobre la arena de piernas abiertas, mientras él me embiste. Regreso a la realidad, siento mis pezones endurecerse, además de ya estar húmeda y lista para él.
No tengo que seguir tocándome si lo tengo justo en frente, además podemos demorarnos un poquito más.
No lo pienso más, termino de entrar al baño sin pedir permiso alguno. Muestra una sonrisa pícara al verme al verme desnuda.
-¿Sabías que es de mala de educación espiar a las personas?
-No lo hacía. -siento el agua de la ducha caer sobre mi cuerpo, está muy fría. Así que la cierro.
Además, no quiero que nada nos desconcentre.
-¿Por qué interrumpes mi ducha?.
-pregunta sin desaparecer esa sonrisa pícara de su boca.
-Solo vine a preguntar si te vas a demorar mucho. Es tarde y debo irme a casa.
Acorta el espacio que nos separa y puedo sentir como su grande erección roza en mi piel al acercarse.
-¿No fue suficiente para ti el maratón de anoche?. -me pregunta muy cerca de mis labios.
-¿Estás cansado? ¿Ya no das para más?. -mis palabras de provocación.
-¿Me estás subestimando?. No juegues con fuego.
-Si eres fuego, no me importa que me arrastres al mismo infierno.
Intenta unir sus labios con los míos, pero no sé lo permito.
-Ahora la que tiene el control soy yo.-demando.
Me pongo de rodillas ante él, tomo su grande polla erecta en mis manos y rozo mi lengua en el glande por varios segundos, luego abro mi boca deslizando la potente verga hacia dentro de ella, hago lo posible por cubrirla completa, pero es demasiada grande. Nunca pensé llegar a esto, pero quiero hacerlo y se siente exquisita dentro de mi boca. Empiezo a mover mi boca de forma muy rápida como me imagino que debería hacerlo.
-Espera, espera... -me interrumpe, pero solo me detengo no la saco de mi boca-. Debes hacerlo un poco más suave.
Es mi primera vez haciendo esto, lo siento si no soy una profesional. Comienzo otra vez a mover mi boca desde su inicio, hasta la punta, pero está vez más suave.
-Los dientes... -me reclama por segunda vez, pero ahora sale del interior de mi boca y se inclina hasta mí-. Tranquila, es normal que por ser tu primera vez no tengas mucho conocimiento sobre esto.
Se sienta por completo en la ducha, con su potente erección y me dice: -Ven súbete.
Como niña obediente me siento sobre él, tomó su polla, la coloco en mi entrada y siento como se desliza en mi sexo húmedo, cada vez duele menos que antes. Reprobé en la mamada, pero ahora lo tengo que hacer bien. Empiezo a mover mis caderas hacia delante y atrás como si estuviera toda una profesional, puedo sentir su agarre fuerte en mis nalgas. Mis senos rebotan por los saltos que doy sobre su polla mientras lo monto, hago diferentes movimientos que ni yo misma tenía idea de que podía hacerlo.
-¡Mierda!. -gruñe echando su cabeza hacia atrás, dejándose llevar por el increíble momento.
Con más rudeza sigo saltando sobre él, me gusta lo que estoy sintiendo, incluso podría pasar el resto de mis días así, mis gemidos son tan fuertes y estoy segura de que son música para sus oídos.
-Ven... -me dice en el momento que me hace levantar y él hace lo mismo-
Date la vuelta.
Me ordena y como siempre obedezco. Me pongo de espalda con las rodillas separadas y me inclinó hacia delante. Un gemido muy fuerte se escapaba de mi boca en el instante que invade mi sexo de una sola estocada entrando por completo su tallo. Se sostiene de mis caderas mientras me embiste con todas sus fuerzas, me sostengo de la llave de la ducha porque siento que va a partirme en dos, hunde sus manos en mi pelo haciendo una coleta sin parar de arremeter contra mí, nuestros gemidos no paran por la estasis de nuestra adrenalina.
No tengo idea de que significa todo esto, pero nada más quiero dejarme llevar por el momento, somos personas de mundos diferentes y estoy segura de que para él esto solo es sexo.
El sonido de sus estocadas se escuchan por todo el lugar, es un vaivén de forma despiadada, se sujeta de mi pelo jalando muy fuerte de él y ejercicio un fuerte agarre sobre mi cadera, pero no me molesta. Al contrario, me encanta. Cambia de velocidad a una más fuerte, próximamente caminaré en sillas de ruedas. Golpea uno de mis glúteos con una fuerte nalgada, tomando de mi pelo aún con más fuerza y sin bajarle al nivel de cada estocada.
-¡Me..! Me voy a co...
Mis palabras quedan a medias porque mi aviso fue parte. Un fuerte gruñido se escucha de su parte al mismo tiempo que mis gemidos, además de sentir su polla palpitar dentro de mí. Nuestras respiraciones son tan rápidas como una locomotora, me encanta este hombre. Tuve el cuarto orgasmo en menos de cuatro horas.
***
Miguel estaciona su Porsche en la entrada de mi casa después de conducir por más de ocho horas. Traigo la camiseta rosa de las Vegas además de una gran sonrisa en mi rostro. Miguel se ha portado muy lindo conmigo, todo el camino sostuvo mi mano de la suya, incluso se ofreció a pararse en un restaurante para almorzar, pero mi respuesta fue no, mi madre debe estar preocupada por mí y es justo que regrese a casa.
Nunca llegue a pensar que mi primera vez sería a la orilla del mar, al lado del caliente de la fogata y bajo la luz de la luna. Además, mi parte favorita de todo fue el pollo frito, yo diría que está fue la cita perfecta.
Me quito el cinturón de seguridad, pero antes de bajar nuestras miradas se encuentran por unos segundos. Me está observando con mucha atención otra vez.
-Ya dime... ¿Por qué me miras así?.
-Es tu pelo, luces hermosa con él así. Me pregunto ¿Por qué siempre lo traes amarrado? ¿Por qué lo escondes?
-No me gusta, nunca me ha gustado desde que era muy pequeña.
-Me podrías hacer un favor. ¿Siempre que vayas a salir conmigo puedes llevar el pelo así?
-¿Volverás a salir conmigo?. -le pregunto.
-No.
Me lo imaginé, una persona como él nunca se fijaría en alguien como yo. Soy una tonta.
Se acerca hasta mi asiento y acaricia mi mejilla con sus nudillos.
-¿Cómo se te ocurre preguntarme eso después de todo lo que pasó entre nosotros? Claro que volveremos a salir. Me gustas mucho.
El corazón me salta, no puedo creerlo. Le gustó a Miguel Arango.
Une nuestros labios en un beso corto y profundo.
-¿Me pasas tu número?. -me pregunta.
-No tengo móvil. De la única forma que te puedes comunicar conmigo es a la antigua, viniendo a verme.
-Te prometo que regresaré pronto.
Vuelve a pegar sus labios de mi boca, en un beso arrasador de despedidas.
-No me vayas a olvidar. -susurro entre sus labios.
-Eso sería imposible. -me responde en el mismo tono.
Dejo en su boca un beso corto y me aparto de él, bajo de su auto y me quedo hay parada hasta verlo terminar de marcharse.
Esta fue una increíble noche, los recuerdos de ella perdurarán en mi memoria y sus caricias en mi cuerpo. Esta fue la mejor noche de mi vida.
Nota de la autora
¡Oh Dios mío que calor!
Hola mis amados lectores. ¿Qué les pareció este hermoso capítulo?
¿Cuál fue su parte favorita?.
¿Cómo creen ustedes que serán las cosas entre Alma y Miguel de ahora en adelante?
Esperen el próximo capítulo que vendrá cargado de muchas más emociones.
DCLEBRON
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