Capitulo 10 .. Primer beso
Alma Velasco
-Luces hermosa hoy -Samuel me dice con una hermosa sonrisa en sus labios, mientras estamos en camino a nuestros respectivos salones en la universidad.
Samuel se anotó en las clases de comercio y esas son las que imparten en el salón que está al lado del mío.
Llevo puesto un vestido veraniego en color rojo que tiene como diseño pequeñas rosas blancas, tiene escote v y su largo es a más arriba de las rodillas. Lo combinó con una chaqueta Jeans. En los pies tengo bailarinas negras y el pelo tejido en una trenza como siempre.
Me encuentro igual que todos los días. Pero debo de reconocer que los piropos de Samuel me hacen sonrojar.
-Gracias -le respondo- Tu también luces muy bien.
Samuel lleva puesto unos jeans negros con una camisa azul, tiene los primeros botones desabotonados dando una pequeña vista a su pecho. En los pies unos zapatos del mismo color de la camisa y su hermoso pelo riso que algunos flequillos le caen en el rostro.
Llegamos hasta la puerta de mi salón, pero antes de entrar y de que Samuel se vaya al suyo:
-Samuel quiero agradecerte por la bonita amistad que me has brindado desde que llegué aquí -le sonrió- Digamos que conocerte es una de las mejores cosas que me han pasado.
-No tienes que agradecerme -me mira fijamente a los ojos con su hermosa mirada verde oscura- Alma tengo que decirte algo -se acerca a mi acortando nuestro espacio.
-Samuel ya tenemos que entrar a clases, mejor me dices en hora del almuerzo.
-No -responde- Hace días que he querido decírtelo y no he tenido el valor, pero ya si ciento que es el momento.
No se porque me estoy empezando a poner nerviosa.
-Eres hermosa -continua- El verde de tus hermosos ojos no sale de mis pensamientos -levanta su mano derecha y la posa en mi mejilla izquierda- Alma tu me.......
-Alma -una voz femenina no le permite a Samuel terminar sus palabras. Él se aparta de mí y fija sus ojos en la persona que acaba de llegar. Yo volteo para ver de quién se trata....
Mia Arango.
La hermosa chica de ojos verdes, que lleva puesto un enterizo en color rosa. Le queda divino.
-Mia que bueno verte -dice Samuel acercándose a ella y estrechándola con un pequeño abrazo- ¿Cómo te sientes?
-Estoy bien -le responde con una gran sonrisa y lo mira como si fuera un ángel caído del cielo- Gracias por las hermosas rosas que enviaste a la mansión cuando regrese del hospital.
¿Le mando rosas?
¿Por qué no me lo dijo?
-Yina me comentó sobre los planes que tenían para hacerte un pequeño recibimiento. Por esos las envié -le responde.
-¿Pequeño? Mi habitación estaba lleno de rosas por todas partes, de todos los familiares y amigos -No aparta su mirada de él, tampoco quita la gran sonrisa que dibujan sus labios. Es más que obvio que le gusta, no disimula ni un poco.
-Samuel -interrumpo la mágica conversación- Ya voy a entrar a clases. Nos vemos en hora de almuerzo ¿Vale?
Él asiente, volteo para entrar al salón, pero una mano me detiene cuando sostiene mi brazo.
Mia
-Alma espera -volteo- Me regalas unos minutos, es que necesito hablar contigo.
No tengo ningún problema en hablar con ella, solo pensé que ya todo había quedado claro entre nosotras.
-Si, te escuchó -le respondo.
-Yo si me iré a clases para que hablen tranquilas -nos dice Samuel.
-No -le responde Mia- Quédate Samuel, puedes escuchar a ti nunca te escondería nada.
¿Está tan enamorada de él que no puede dejarlo ir?
Samuel cómo bobo obedece quedando parado a mi lado.
-Alma no quedamos bien aquel día que fuiste por última vez al hospital
-Mia sostiene mis manos con su mirada puesta en mí. Ya que por fin le quitó los ojos de encima a Samuel.
Nunca le comenté a Samuel lo sucedido en el hospital.
-Gracias a ti estoy aquí hoy -continua-Quiero que seamos grandes amigas, no quiero que haya ningún tipo de indiferencias entre nosotras.
Hace una semana atrás había tomado la decisión de alejarme de ella y aún sigo pensando que es la mejor decisión que he podido tomar.
-Mia yo......
No me deja terminar.
-Se que no seremos amigas tan rápido, pero deberíamos intentarlo poco a poco. Estudiaremos la misma carrera y vamos a estar en el mismo salón. No tenemos que ponernos barreras.
-Alma -interviene Samuel, poniendo su mano en mi hombro- Mia tiene razón, no tienen porque estar alejadas. Solo deben empezar de cero y darse la oportunidad de conocerse.
Solo no quiero tener problemas.
-Tal vez si podemos intentarlo
-respondo, pero todavia sigo pensando que no es buena idea.
-Solo quiero hacerte una pregunta
-me responde Mia- Por favor se sincera conmigo.
-¿Sí?
-¿Tomaste el dinero que te ofreció mi madre? ¿Si o no?
¿Qué demonios?
Le dije aquel día en el hospital que no.
-Alma ¿De cual dinero habla? -me pregunta Samuel?
Tampoco le había comentado a Samuel nada de lo que hablé con la Sra. Verónica ese día.
Los dos tienen su mirada puesta en mí. Están en espera de una respuesta.
-Alma responde -continua Mia.
-Esa respuesta ya te la di.
Estoy segura de que su madre le dijo que si tome ese dinero y por eso duda de mí.
-Solo quiero estar segura -me responde.
¿Estar segura?
-¿Le preguntaste a tu madre?-tengo muy poca paciencia y se me está agotando.
-Si lo hice y me respondió con un si
-me dice- Me juro que le pediste el doble de lo que ella te ofreció.
Maldita hija de puta.
¿Pero que se cree? Mi madre me enseñó valores, no tomó dinero que no me he ganado.
Su madre mintió y ella es una tonta que no sabe la escoria que tiene como madre.
-¿Alma tomaste ese dinero? -me pregunta Samuel y su mirada es de decepción.
¿Cómo puede pensar eso de mí?
-Alma porque es tan difícil para ti responder un simple si o no -insiste Mia.
Jodanse todos.
-¡Si lo hice! -respondo cabreada- ¡Si lo tomé! ¡¿Contenta?!
-La clase va a empezar -es la voz de la maestra que sale hasta la puerta del aula- Mia Arango y Alma Velasco ya deben entrar.
-¡¿Qué?!
No es la voz de la maestra, tampoco de Mia y menos Samuel. Fijo mis ojos en la rubia que acaba de llegar. Aquella que me insultó y me echo del hospital, la amiga de Mia.
Lucia.
-¡¿Está delincuente va a tomar clases con nosotros?! -grita tan fuerte que los estudiantes que están dentro del salón empiezan a salir.
No estoy de ánimos para discutir con ella. Así que la ignoró, giro sobre mi cuerpo para entrar al salón, pero siento como unas manos aprietan fuertemente de mi brazo, empujándome y estrellándome contra el suelo.
¡Está loca!
-¡No vas a entrar allí, no perteneces aquí!
Samuel ayuda a levantarme.
-¡Lucia! -Mia trata de intervenir- Debes de tranquilizarte.
-¡No me pidas eso! -continua Lucia gritando como una desquiciada- ¡Debería estar tras las rejas! ¡Ella intento matarte!
-¡Me salvó la vida!
-¡Es una farsante! -continua- Todo eso fue un teatro para sacarte dinero, un teatro en el cual casi pierdes la vida.
-Lucia eres mi mejor amiga y te adoro, pero no afirmes sin pruebas.
-¿Pruebas? -sonrie en forma de burla- Claro por eso le quitó dinero a tu madre.
-¡No voy a permitir que me sigas agrediendo! -me defiendo.
-¡Lucia ese comportamiento aquí no está permitido! -le dice la maestra y ella la ignora totalmente.
-¡Las clases de personas como tú las conozco! -sigue gritándome y apuntándole con el dedo índice- ¡Mi amiga casi muere por tu culpa! ¡Planeaste todo para sacarle dinero a los Arango!
-¡¿Tienes pruebas de eso?! -la encaró.
-¡Lucia basta! -Samuel intenta acercase para tranquilizarla, pero ella no sé lo permite.
-¡Por eso estás aquí ahora, porque aún no tenemos pruebas para encarcelarte! -continua con la cantaleta. Miro a nuestro alrededor y tenemos un gran público, el área está llena de estudiantes mirando el Show que tiene está loca.
-¡Lucia para! -le grita Mia.
-¡No! Ahora mismo todos sabrán la clase de persona que es -Se pone en el centro de todos y empieza a gritar a un más fuerte- ¡Alma Velasco es una pobretona, está aquí por una beca! ¡Vive en uno de los barrios más peligrosos de España llamado las Luciérnagas! ¡Y es la culpable del intento de asesinato de mi amiga Mia Arango!
Todas las personas que están en nuestro alrededor empiezan hablar entre todos al mismo tiempo.
-¡No puede estar dentro de esta universidad, una delincuente! -continua Lucia- ¡No es seguro para nosotros! ¡Griten todos conmigo! -comienza agitar el brazo haciéndome una señal de que me vaya mientras grita- ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
Todos los que están a nuestro alrededor la acompañan a gritar moviendo el brazo, excepto Mía, Samuel y la maestra.
-¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
Duele, duele un montón.
Mi madre me enseñó hacer fuerte, pero en momentos como estos no puedo contener las lágrimas y siento como bajan por mis mejillas.
Todos a mi alrededor mirándome con cara de desprecio y gritándome que me largue. Solo me dan deseos de tirar la toalla, olvidar y alejarme de todos.
-¡Silencio! -la voz que hace que todo el lugar quede en silencio. Es el director- ¿Qué está pasando aquí señorita Ferrel?
Le habla a Lucia.
-¡Todo esto es su culpa! -le responde- ¿Cómo se le ocurre becar a gente como está? -me señala.
-¡Tenga mucho cuidado como me habla! -la encara- ¡No puedes hacer un escándalo aquí y no tengo porqué darte explicaciones de lo que decide el ministerio!
-¡Claro que sí! -le responde Lucia con el mismo tono- ¡Nuestros padres deben estar al tanto de todo, porque son socios en la cooperativa!
-¡Si tus padres, no tú! -el director mira su alrededor y ve que está llenos de estudiantes- ¡Todos ustedes lárguense a su salón! ¡Ya!
Todos los estudiantes empiezan a irse a su salón, incluyendo nuestros compañeros.
-No voy a entrar a ese salón con esa delincuente -continua Lucia con lo mismo- Si ella entra pues yo me largo de esta universidad.
-¡Haga lo que le dé la gana! -le grita el director- Regresaré en varios minutos y espero no ver a nadie en el pasillo-
El director termina de irse.
-Samuel -le dice Lucia acercándose a él- ¡No te quedes hay parado! ¡Has que se largue! -me señala- Por algo eres hijo del director.
¿Qué? ¿Cómo que hijo del director? ¿Porqué no me lo dijo?
La mirada de Samuel encuentra la mía.
-Alma escúchame ....
Intenta hablar, pero no lo dejo terminar.
-¿Por qué no me dijiste que eres hijo del director? -le preguntó.
-Boba para que no le saques dinero -responde Lucia.
¿Y si tiene razón?
No me contó nada porque piensa que soy una mala persona.
-Alma.......
Samuel intenta acercarse a mi pero no sé lo permito, ya que salgo corriendo de allí. Corro y corro por los pasillos hasta bajar las escaleras lo más rápido posible sin mirar atrás.
Llego al primer nivel que está lleno de estudiantes y siento unas manos sostener mi brazo haciéndome detener.
Es Samuel.
-Alma tienes que escucharme por favor -me dice mientras sostiene mi brazo.
Me suelto de su agarre y me volteo hacia él encarándolo.
-¡¿Qué me quieres decir?! -le grito- ¿Qué escusas me vas a poner?
-Yo te lo iba a decir.......
-No mientas -le respondo- Tenemos semanas compartiendo juntos, te he contado todo sobre mi y no pudiste decirme que tu padre es el dinero de esta universidad ¿Es porque piensas que te puedo hacer daño, solo por ser de donde soy? ¿Verdad?
No responde nada, solo me mira fijamente con su rostro avergonzado.
-No me interesa el dinero Samuel, porque sea pobre no significa que quiera acercarme a los demás para hacerles daño.
-Alma escucha -se acerca mucho más a mi- Discúlpame pero me gustas mucho y no te lo dije porque quería estar seguro de que no eres como las demás.
-¿A si? ¿Y como son las demás?
-Todas las chicas que se acercan a mí en esta universidad es porque soy hijo del director y saben que mi familia tiene dinero -pasa las manos por su cabellera risa- Yo quiero una persona a mi lado que me quiera por lo que soy, no por lo que tengo.
-Samuel -le respondo- Yo nunca te he pedido nada. Aquel día que nos conocimos tu pagaste la botella de agua porque quisiste.
-Lo se, pero al darme cuenta en el problema que estás envuelta con los Arango y ver en el barrio que vives solo quería.......
No puedo creer lo que acaba de decir.
-A Mía solo le salve la vida ¿Y que tiene de malo el barrio donde vivo?
-Alma tu sabes lo malo que tiene. El barrio las luciérnagas es uno de los lugares más peligrosos de España. De ese lugar solo se habla de drogas, asesinatos, violaciones, robos y muchísimas cosas peores.
-¿Entonces piensas que cómo vivo allí también soy así? -le pregunto.
-Alma se que no eres mala persona pero......
No lo dejo terminar.
-Permíteme decirte que en ese barrio también hay buenas personas. Luchadoras y trabajadoras como lo es mi madre. Un lugar puede estar lleno de atrocidades pero no todos los que estamos allí dentro somos malos.
-Lo siento -puedo notar lo avergonzado que está- Alma me gustas, me gustas mucho y eso era lo que estaba por decirte hace un rato. Me gustas y quiero que seas mi novia......
No lo dejo terminar.
-¿Crees que es un buen momento para pedirme que sea tu novia?
-Alma perdóname. Yo no quiero que pierdas la confianza en mí.
-Samuel tranquilo -le respondo- Yo te perdonó, pero no quiero que te vuelvas acercar a mi.
-¡No! -me dice- Me niego a eso, eres una persona muy importante para mí y yo te quiero a mi lado.
Retrocedo dos pasos atrás.
-Tendrás que hacerlo porque no volveré más a esta universidad.
Intenta decirme algo, pero no sé lo permito.
-Samuel olvídate de mí, no me sigas ni te atrevas a buscarme.
Salgo de la universidad en llanto y con el corazón en mil pedazos.
¿Por qué tengo que pasar por esto?
Esas humillaciones que acabo de vivir quedarán para siempre marcadas en mí. En mis pensamientos perdurará el recuerdo de todos esos estudiantes gritarme que me largue porque para ellos soy una criminal.
Me acercó hasta la parada del bus para tomarlo y regresar a casa, pero la encuentro vacía y recuerdo que faltan más de 3 horas para que pueda pasar el siguiente. Así que me toca caminar, porque la pasta que llevo conmigo no me alcanza para tomar un taxi.
Si encontrará alguien que me diera un aventón, pero con la mala suerte que tengo dudo que me suceda ese milagro.
*
Ha pasado más de una hora, aún sigo caminando de regreso a casa y todavía falta un montón por llegar. Pare de llorar porque las personas en el camino se me quedaban viendo extraño pero aún sigo sin dejar de pensar en lo sucedido.
Todavía sigo sin creer que he perdido la bonita amistad que tenía con Samuel, no llegue a pensar que él tenía esos pensamientos sobre mí. Yo sería incapaz de hacerle daño.
Voy por la carretera y miro a mi alrededor. La única que está caminando por esta área soy yo. Todo lo demás que veo son vehículos que vienen y van por su vía.
Me toca cruzar al otro lado de la calle, reparo la carretera percatándome de que no vengan vehículos antes de cruzar.
Noto la calle limpia, no viene nada, así que procedo a cruz lo más rápido que puedo. Voy a la mitad de la calle y vuelvo a voltear la mirada para ver a mi derecha.
¡Jodeeeer! Viene un carro deportivo a toda velocidad.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa....... -grito con todas mis fuerzas, cuando está casi encima de mí.
*
Separó los párpados de mis ojos despacio, mientras se van acostumbrando a la luz. Noto mi alrededor y estoy acostada en una cama, a mi derecha puedo ver un mueble pequeño en color negro, al frente una puerta cerrada y a mi izquierda unas máquinas a las cuales estoy conectada. Ya no tengo puesta mi ropa si no una bata en color blanca.
Estoy en un hospital.
¡Maldición! ¿Qué hago aquí?
Intento levantarme, pero es en vano, me duele la cabeza muy fuerte y acabo de darme cuenta al tocarme que tengo una venda en el lado izquierdo de mi frente.
Intento hacer un pequeño recuerdo en mis pensamientos de lo sucedido.
Estaba camino a casa, no encontré el bus y tuve que optar por caminar ya que faltaban muchas horas para que saliera el siguiente que me acercaba al barrio.
Recuerdo que Cuando iba por la carretera decidí cursar la calle, pero justo cuando iba a la mitad de ella, un carro deportivo en color negro apareció a toda velocidad, atropellándome sin ninguna compasión.
Este ha sido el peor día de mi vida.
¿Quién me hizo esto? Y la pregunta más importante ¿Cómo llegue aquí?
Noto como alguien gira la manilla desde el otro lado de la puerta, haciéndome salir de mis pensamientos. Pongo toda mi atención en ella, en espera de que alguien entre.
La puerta se abre, dándole acceso a la persona que no duda en entrar y quedó mucho más que asombrada con lo que mis ojos están viendo.
¡Santo Cielos!
Es él. El hombre que adorna mis sueños, el de mis pensamientos todos estos últimos días.
Miguel Arango.
Hoy luce un traje en color negro sin corbata. Se acerca hacia la cama con su mirada fija en mí, trae una cara de malhumorado y aún así se ve tan hermoso.
¿Qué hace el aquí?
¡Oh no! Fue él. Miguel Arango fue quien me atropello.
-¿Cómo sigues? -me pregunta con voz cortante.
Todavía estoy en shock, de tantas personas que hay en el mundo ¿Por qué tuvo que atropellarme justo él?
-¡Te hice una pregunta! -me grita.
-¡Casi me matas! -le respondo en el mismo tono- ¡No se ¿Dime tú cómo debo estar?!
-¡Es tu culpa, te metiste como una loca salvaje en el medio de la calle!
¿Cómo tiene el descaro de decirme eso?
-¡Tú estabas manejando a toda velocidad! Eres un imprudente.
-Perdón por interrumpir -la voz del doctor interviene al entrar a la habitación- ¿Cómo te sientes? -me pregunta.
-Me duele mucho la cabeza doctor.
-Es normal. El golpe fue muy fuerte -me responde mientras revisa una carpeta que trae con él- En los estudios que te realizamos, los resultados indican que no tienes ningún tipo de complicaciones.
-¿Eso significa que estará bien? -pregunta Miguel.
Gracias a Dios que después de este animal atropellárme sigo viva. Pero esperen un momento....
-¿Me realizaron estudios? -pregunto- ¿Qué tiempo llevó aquí?
-Hace casi más de 9 horas, ya es de noche -responde Miguel.
-¿Queeeeeeeee? ¿De noche?
Mi madre debe estar preocupada por mí, hace tiempo que debía estar en casa.
-¡¿Por qué dormí tanto demonios dormí tanto?!
-Tranquila señorita -me responde el doctor- Los medicamentos son muy fuertes y aún estas aturdida por el golpe.
-¡Me tengo que ir!-intento levantarme, pero no puedo por el dolor de cabeza- Auuuushhhhh -me quejo.
-¡No te puedes mover! -me grita Miguel.
Es un animal.
-¡Me tengo que ir ya! -insisto.
-¡Qué no te puedes ir joder! -vuelve a gritarme- Doctor digale a la Mensa está que no se puede ir.
-¡No me digas así! -lo regaño.
-Joven tiene que tratar de tranquilizarse -dice el doctor- No tienes ningún daño causado, pero no te puedes ir porque el golpe está muy resiente. Por esta noche debes permanecer aquí y ya mañana te vas a tu casa.
Esto era lo último que me faltaba.
-¿Esto es un hospital o una cárcel que no me puedo ir a mi casa?
-Es por tu bien -me responde el doctor y me señala el teléfono que está cerca de la cama- Tienes que comunicarte con tu familia y ponerla al tanto de lo que está pasando- Antes de retirarme tengo que hacerle una pregunta.
-Lo escucho.
-Tenemos que llenar su expediente médico sobre lo sucedido y para ser sincero con usted. La justicia le gusta intervenir en casos como esto. ¿Va a poner la denuncia contra el joven que la atropello?
¿Denunciarlo?
-¡Ella no puede denunciarme! -le dice Miguel- Esto fue un accidente, yo sería incapaz de hacerle daño a alguien.
-Esa decisión debe de tomarla ella -le responde el doctor- Joven también necesitó que me diga su nombre.
Miguel y el doctor tienen su mirada puesta en mí, esperando una respuesta.
Miguel es un patán, pero están lindo. Me atropello pero de todos modos no me dejó morir y me trajo al hospital o eso creó.
-No voy a poner ninguna denuncia -respondo y Miguel respira profundo- Fue un accidente doctor.
-Ok -responde el doctor- Me retiro.
El doctor se va y quedamos solo él y yo.
Miguel se sienta en el mueble, pasan segundos y minutos sin ninguno de los dos decir absolutamente nada ni mirarnos.
Hay tantas cosas que quiero decirle, quisiera gritarle todo lo que me hace sentir, pero para eso hace falta valor.
-¿Tu me trajiste aquí? -rompo el silencio.
-Si -responde sin mirarme.
-¿Por qué no me dejaste allí? -pregunto.
No responde, solo hace un gesto como si lo estuviera molestando.
-¡Responde! -le grito- ¿Por qué no me dejaste allí tirada?
-¡No quiero tener esa conversación ahora!
-¿Por qué eres tan cruel?
-Cállate -lo dice en susurro.
¿Me mandó a callar?
-¿Qué dijiste?
-¡Cállate! -me grita.
-¡¿Por qué no te largas?! -me mira- ¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡No sientas pena por mí y vete!
-¡Eres una loca! -me responde.
-¡Tu eres un imbécil que conduce como un maniático!.
Se levanta del mueble y se acerca a mí encarándome.
-¿Cuál es tu maldito problema conmigo? ¿Qué más quieres de mí? Te traje al hospital y no te deje morir allí.
-¡Yo no te lo pedí!
Su mirada ha cambiado totalmente, abre la boca para decirme algo, pero después se arrepiente y no dice nada. Da media vuelta para marcharse mientras se dirige a la puerta.
¡No! No quiero que se vaya. Sólo me cabrea lo duro que es conmigo.
Toma la manilla de la puerta, la gira hasta abrirla pero antes de salir:
-¡Miguel! -lo llamó
¡Joder! ¿Qué acabo de hacer? Lo he llamado por su nombre.
Miguel se detiene y se devuelve hacia a mi, después de estrellar la puerta.
-¿Cómo sabes mi nombre? -me pregunta- Yo no te lo he dicho.
Tengo que decirle la verdad de quién soy.
¿Y si me rechaza igual que todos?
-Por Dios -bufeo- Todos en la ciudad saben quién eres. Eres uno de los propietarios de la inmobiliaria Arango, una de las empresas más famosas de la industria.
No responde nada, solo se quita el saco del traje, lo pone encima del mueble y vuelve a sentarse donde estaba. mientras se inclina hacia delante y apoya sus codos sobre las piernas. Quedando con la cabeza baja y las manos en el rostro, como si estuviera estresado.
Me preguntó si todo el tiempo está de malhumor. No entiendo porque no termina de irse de una buena vez.
Lo observó detalladamente por unos segundos, esos brazos se ven tan musculosos por encima de su camisa. Este hombre me encanta y solo hemos pasado pocas palabras.
Está hay sentado en silencio sin decir nada y mucho menos mirarme. Solo se queda hay como si me estuviera cuidando.
-Lo siento -Hablo haciendo que levante su rostro y enfoque su mirada en mí- Siento mucho como te estoy tratando. Me trajiste hasta aquí, si fuera otro me hubiera dejado allí tirada, pero me ayudaste y aún sigues aquí.
-No tienes que disculparte -me responde.
-Si tengo que hacerlo -continuo- También siento mucho haber destruido tu móvil aquel día en el hospital, no quise hacerlo, solo.......
-Fue un accidente -No me deja terminar, mientras se levanta del mueble y se sienta en el borde de la cama quedando a mi lado.
¿Qué está haciendo?
-Discúlpate tu a mí por como te he tratado en cada encuentro que hemos tenido -continua- También disculpa por atropellarte. No quise hacerlo, estaba siguiendo a mi hermano y me entretuve un momento con el móvil cuando lo perdí. De verdad lo si......
-Fue un accidente -esta vez lo interrumpo yo y le regaló una sonrisa, la cual él intercambia conmigo.
Su sonrisa es hermosa.
Es primera vez que lo veo sonreír y nunca imaginé que lo haría conmigo, porque siempre está molestó.
Su sonrisa desaparece. Su hermosa mirada de ojos verdes encuentra la mía y esta vez es una mirada muy diferente a las demás. Es una mirada que no logro descifrar, pero no es de odio ni desprecio.
Se acerca a mí acortando el espacio que nos separa y posa su mano derecha en mi mejilla izquierda. Sin apartar la mirada de mis ojos, acaricia mi mejilla con su pulgar.
¡Santo Cielos! Estoy que me muero de los nervios.
Se me eriza la piel al tenerlo tan cerca y sentir su tacto.
Se acerca mucho más a mi rostro, sin apartar la mirada de mis ojos en ningún momento y quedando muy cerca de mis labios.
-El verde oliva de tus ojos es hermoso -me susurra en los labios.
No se qué decir, estoy en estado de chock.
-Tienes una mirada cautivadora -vuelve a susurrarme.
Quita sus manos de mi mejilla, posando sus dedos en mis labios.
-Tus labios -acaricia mi labio inferior con su pulgar- Tus labios me piden a gritos que los bese.
Este hombre me va a matar de la emoción.
-No me gusta cuando te quedas callada -continua.
-Yo, yo.... Yo pues -tartamudeo- Miguel yo no sé qué decir......
Interrumpe mis palabras cuando besa mis labios en un corto beso de repente. No dice nada solo encuentra mi mirada, quedándonos unos segundos en silencio. Hasta que de repente vuelve a pegar sus labios con los míos en un beso profundo.
Posa ambas manos en mis mejillas mientras besa mis labios. Su lengua no pide permiso al entrar en mi boca y yo complacida la recibo.
Es un beso húmedo, lleno de deseo y necesitado.
Adiós dolor de cabeza.
Separa nuestros labios y baja hasta mi cuello, repartiendo besos humedos, haciendo que se me escape un jadeo.
Muero de deseo por él y se que él lo está notando.
Vuelve a subir hasta mis labios, besándome como si no hubiera un mañana, como si nos conociéramos desde hace un montón. Acaricia mi pelo, mis mejillas, sin apartarse de mis labios, haciéndome gemir a cada momento en su boca.
-Joven se me había olvidado......
Es la voz del doctor que entra sin tocar otra vez haciéndonos apartar de una manera rápida.
-Disculpa por interrumpir. Yo no imaginé que.....
-No tienes que disculparse -le respondo.
-¿A qué vino? -le pregunta Miguel molestó.
-Nesecito el nombre completo de la joven para el expediente. Hace un rato olvidé preguntarlo.
¿Mi nombre?
Miguel aún no sabe que soy la chica que le salvó a la vida a su herma.
Temo por la reacción que va a tener. Mucho más ahora que su madre se encargo de vociferar que yo le acepté aquel dinero.
Pero es mejor hablar con la verdad. Si callo ahora como quiera algún día lo sabra. No tiene nada de malo que le diga soy Alma Velasco.
-Mi nombre es Laura -miento- Laura Vega.
Pero que mentirosa soy. Deberían de llevarme a la guillotina y cortarme en dos.
Laura Vega es el nombre de mi mejor amiga que se fue a México con su madre después que sus padres se separaron.
-Ok Laura Vega -dice el doctor mientras lo anota en su carpeta- Me retiro.
El doctor se va y queda el ambiente mucho más tenso que ahorita. Miguel vuelve a sentarse en el mueble y pasan varios segundos y los dos en total silencio.
Yo solo quiero gritarle que se pegue a mis lados para siempre.
-¿Tienes hambre?
Esta vez es el que rompe el silencio.
-¿Qué te gustaría para cenar?
Me vuelve a preguntar y recuerdo que es de noche y hace varias horas debería estar en casa.
-Miguel yo me tengo que ir a casa.
-¿Otra vez con lo mismo? -se enoja- El doctor te dijo muy claro que tienes que pasar la noche aquí.
-No puedo quedarme. Mi madre debe estar muy angustiada pensando en donde debo estar. Hace horas debería estar en casa.
-Pues llámala -me responde mientras señala el teléfono que tengo serca- El doctor te dijo que podías marcarle -entra la mano en el bolsillo de su pantalón y saca su móvil- Toma llámalo del mío si quieres. Pero esta vez sin romperlo.
Muy gracioso
Me río y el también ríe conmigo.
-No sabía que tenias ese lado gracioso -le digo.
-No me conoces -extiende su teléfono otra vez, entregándomelo, el cual no recibo- Toma llámala.
No puedo llamar a mamá porqué el barrio queda un poco lejos de aquí para venir a estas altas horas de las noches donde mí (es un peligro). Además a estas horas debes estar preparando los tamales que va a vender está noche.
-Miguel mi madre no puede venir. Vivimos muy lejos de aquí y ella tiene que trabajar.
-Esta bien -responde y se sienta en el mueble- Yo me quedaré a cuidarte toda la noche.
Me va a dar algo. Si no me mató el accidente me matará él de la emoción.
-Estas siendo muy bonito conmigo, pero de verdad debo regresar a casa. Tu puedes hacer que me despachen hoy mismo......
-¿Qué quieres que soborne al doctor? -No me deja terminar- Ya el doctor dijo que no.
-No nadie hablo de sobornó. Yo sé que si hablas con él y le pides ese pequeño favor no te dirá que no -junto mis manos en forma de ruego- Por favor.
Rueda los ojos
-Vale. Voy hacer el intento, no te prometo nada -se levanta del mueble para irse pero lo detengo.
-¿Miguel podrías pasarme mi ropa para vestirme miestras vienes?
-Estas muy segura de que me dirán que si. No debes cantar victoria antes.
-Se que lo vas lograr -sus hermosos ojos encuentran los míos, en una pequeña mirada profunda- Además se que con ese rostro nadie te dirá que no.
Dura varios segundos sin apartar la mirada y sin decir nada, me pasa la ropa que estaba arriba de un pequeño estante y se marcha.
*
Minutos después regresa Miguel y yo ya estoy sentada en el mueble con la ropa puesta, tuve que sacar fuerzas para hacerlo porque aún me duele mucho la cabeza.
-¿Te quitaste la ropa del hospital y te desconectaste de las máquinas sin yo traerte una respuesta? -me pregunta con los ojos como plato por el asombro de verme sentada en el mueble con la ropa puesta.
-No exageres -le respondo-Tu escuchaste el doctor, no tengo ningún daño. Solo debo dormir un poco y estaré como nueva ¿Dime qué te dijeron?
-Te puedes ir
Yupiiiiiiiii
-No fue fácil convencer al doctor -continua- Pero me hubiera constado que la respuesta sería no para verte poner la ropa del hospital y conectarte a las máquinas otra vez.
-Ja -me burló.
Toma su saco que está a un lado en el mueble, se lo pone y yo me quedo como boba mirando cada detalle de lo que hace.
-Ya podemos irnos, pague todos los gastos del hospital Vamos te llevaré a casa -me dice señalándome la puerta.
¿Llevarme?
No me avergüenzo de donde vivo, pero le mentí donde quien soy. No es bueno que sepa dónde vivo.
-Yo puedo irme sola.
-No dejaré que te vayas sola. Estas así por mi culpa, mi deber es llevarte hasta tu casa y dejarte sana y salvo.
-Te dije que no tengo nada grave Migue. Sólo debes decirme en qué parte de la ciudad estoy y yo puedo tomar el último bus de la noche que estoy segura que está casi por salir.
-¿Bus? -me pregunta- No puedes mantenerte de pie por el fuerte dolor de cabeza y quieres montarte en un bus. Te llevaré a casa y no quiero que insistas más.
-No de verdad puedo irme sola.
-No se porque siento que escondes algo.
-¿Qué? Yo.... No.. no estoy escondiendo nada -tartamudeo.
¡Joder!
-Entonces explícame ¿Porque no quieres que te lleve a tu casa?
-Te dije que no escondo nada y esta bien puedes llevarme a casa.
Miguel se acerca hasta mi, me pasa su mano y yo la estrecho, mientras me ayuda a levantarme del mueble.
-¿Te sigue doliendo mucho la cabeza?!-me pregunta.
-Estoy mucho mejor -le respondo.
Miguel me sostiene, con una mano en la cintura y el otro brazo en mi cuello. Así salimos los dos del hospital. Abrazados Como si fuéramos casados.
Vamos al estacionamiento, nos acercamos a un Porsche en color negro, haciéndome recordar cuando me atropello hace horas.
Me abre la puerta del asiento del copiloto. Yo no dudó en entrar y.......
¡Waoooo! Este carro es hermoso, nunca me había montado en algo así.
Se pone el cinturón y emprendemos el camino, le indicó por donde es todo y si que estaba bien lejos de la casa.
En menos de una hora estamos en mi casa. Todo el camino fue silencioso, ninguno de los dos hemos tocado el tema del beso que nos dimos.
El carro está parado frente a mi casa, nos quedamos hay dentro los dos sin decir nada por varios segundos.
-Ya debo bajar y entrar -le digo.
-Yo bajaré contigo, hablaré con tu madre para que ella vea que fui quién te atropello y que estás bien.
-No, suficiente has hecho ya.
-Estoy haciendo lo que me corresponde. Pude haberte matado.
-Miguel, ya hiciste demasiado -insisto- Si fuiste quién me atropello, pero también eres quien pago los gastos del hospital, me cuido y me trajo a casa.
Nuestras miradas se vuelven a encontrar, me gusta tenerlo cerca y fue un sueño hecho realidad sentir sus labios.
-Gracias por pagar los gastos del hospital -continuo- Por traerme y cuidar de mi.
-No tienes que agradecerme nada -me responde entre susurro- Disculpas otra vez por atropellárte.
Nuestras miradas no se apartan, muero por besarlo y no despegarme de sus labios toda la noche pero tengo que entrar a casa, antes de que mi madre salga por las noticias preguntando por mí.
-Ya tengo que bajar -aparto la mirada de sus ojos, me acerco hasta él y deje un pequeño beso en su mejilla- Otra vez gracias por traerme.
Cuando voy abrir la puerta para salir me detiene.
-Que te mejores -me dice en susurro y se acerca a mí y esta vez es el que deja un beso en mi mejilla- Volveré pronto a visitarte.
-Aqui te esperaré -le respondo.
Termino de bajar del Porsche y me encamino hacia la puerta para entrar a casa, giro la manilla hasta abrirla y antes de entrar giro para verlo por última vez antes de irse.
Tiene los vidrios abajo y está observándome, le regaló una pequeña sonrisa y levanto mi mano en señal de despedida. Él hace lo mismo y puedo leer desde donde estoy las palabras que sus labios acaban de dibujar.
<<Qué te mejores>>
Sube los cristales y acelera su automóvil y yo me quedo hay como boba observando hasta que desaparece.
Termino de entrar a casa.
-¡Dios que día este! -digo para mis adentro.
Pase de ser la más humillada a la chica que Miguel Arango le comió los labios.
No me dejó allí tirada después del accidente y hasta me trajo a casa para que no viniera sola.
No me quiero hacer falsas ilusiones pero el Miguel que conocí, es muy distinto aquel con el que tuve dos encuentros.
En el hospital, pude ver que tiene un buen corazón. Un corazón limpio y transparente. Muy distinto al de su madre.
Si antes me gustaba y no salía de mis pensamientos, ni mis sueño. Estoy segura que desde hoy que probé sus labios me encanta mucho más.
-¡Alma! Estas no son horas de llegar -me grita mamá cuando se acerca a la sala y alcanza verme- ¿Donde y conquien estabas?
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