°Prólogo°
Advertencia
Esta historia está bajo todos los derechos reservados del autor, ósea los míos. Fue una historia inspirada en hechos ficticios, cualquier coincidencia con alguna otra historia es pura casualidad. La historia está Completa, siendo editada por ahora y tiene contenido adulto. Si leyeron todo esto y les valió madres ya pueden seguir con su lectura .
.
.
PRÓLOGO
.
.
Con tan solo 8 años de edad y sin recuerdos, llegue a un convento en medio de un bosque donde había un pueblo fantasma, donde la abundante vegetación causaba fuertes brisas de viento en una colina con acantilado. Un hombre que suponía ser mi padre me había dejado en un lugar desconocido, donde unas señoras de largas faldas y cruces en el pecho me acogieron.
Esa sería la nueva vida para una niña que ni su nombre recordaba y a la que la madre superiora llamo Alma nomás al ver su rostro desamparado que solo tarareaba una melodía y de su cuello guindaba una pequeña cadenita con una diminuta llave dorada.
Sola, con la Biblia en la mano y el crucifijo en el cuello empecé a crecer conociendo a quienes serían mis compañeras de cuarto y hermanas sin tener la misma sangre. De rodillas rezando a un Dios que me imponían y siempre juzgando al demonio, que decían ser el antagonista. No short, no top, no ropa apretada, no cabello suelto, no hombres, no sexo, no a nada y no a todo.
Esa fue la vida que me había tocado y a la que me había adaptado, sola y con Dios. Pero a pesar de mi aburrida vida que no me sorprendía en lo absoluto no me quejaba de lo que tenía. Era la misma rutina todos los días; pero todo cambiaría en un momento, supongo que de eso se tratan las historias: los cambios en la vida de los protagonistas.
Y de los antagonistas.
El cambio de mi vida ocurrió una noche en mi 18 cumpleaños cuando el cielo se había decidido por llover y gritar relámpagos en la tierra. En el convento existían miles de reglas pero era ese extraño toque de queda que nos exigían a las 10:00 pm el que siempre me había causado intriga sin embargo pensaba que solo era algo por etiqueta hasta esa noche. Todas teníamos prohibido salir de nuestras habitaciones luego de esa hora y era algo completamente normal y extraño a la vez, porque nunca nos habían dado una explicación exacta del porqué existía esa regla.
— ¡Alma, apresúrate! —decía Francella mientras caminaba por los pasillos con apuro, de forma incómoda, gracias a la larga falda gris que debía sostener con una mano mientras la otra sujetaba la biblia.
— ¡Ya voy! —Intentaba seguirle el paso de forma agitada, sujetando mi falda hasta el punto de revelar mis rodillas.
Faltaban menos de dos minutos para las 10:00 y las fuertes brisas en el pasillo habían apagado las antorchas y velas que lo iluminaban. Sentía escalofríos en mi espalda como si alguien me observara, quería correr más rápido, pero no estaba en forma y mis débiles piernas se tambaleaban cada vez que tropezábamos, cuando pensé sentir unos pasos detrás de nosotras como si nos siguieran, sin embargo no me volteé a verificar.
La campana de la iglesia normalmente sonaba a las 9:30 pm para que todas nosotras nos metiéramos a nuestras habitaciones y cerráramos las puertas, pero por algún motivo no sonó y todas las doncellas ahora corrían a sus habitaciones. Muchas ya habían llegado, pero las que estábamos hasta las últimas torres del castillo no habíamos podido bajar a tiempo. Veíamos como todas las puertas empezaron a cerrarse y escuchamos como le ponían seguro.
— ¡Joder, no vamos a llegar! —gritó y sin darse cuenta tropezó con una piedra que se había desprendido de la pared cayendo al suelo inmediatamente.
— ¡Francella! —Me detuve y me volteé para ayudarla.
— ¡Joder, ahora sí no vamos a llegar! —gruñó mientras se levantaba y sacudía su falda.
— ¿Puedes correr?
—Creo que sí —Dio un paso adelante y sentí algo escalofriante.
Alcé mi mirada hacia atrás de ella y vi unos ojos tan dorados como nunca los había visto, resaltando entre la oscuridad, sin dejar ver su rostro o su silueta.
¿Qué era? ¿Acaso el diablo? ¿Un vampiro? ¿O solo parte de mi imaginación?
Sus pasos empezaron a avanzar y rápido salí de mi estado de shock, sujete a Francella y la hice caminar con cuidado pero lo más rápido que pudiéramos. Ya faltaba poco, nuestra habitación era la única abierta; supongo que al final Tamara nos estaba esperando como una buena compañera de cuarto.
Apresuramos los pies sintiendo como mi corazón latía como nunca y al cruzar por la puerta agarre la manilla y la cerré con seguro haciendo un gran sonido por los aires de la habitación.
—Pensé que no... —Francella hablaba con dificultad por la falta de aire— lo lograríamos...
—Todo gracias a Tamara —Volteé hacia su cama y me encontré con absolutamente nadie arriba de esta — ¿Tamara?
Francella y yo nos fijamos en toda la habitación, pero estaba completamente vacía. No había rastros de ella solo su rosario y su biblia.
—Tal vez logró llegar a otra habitación —Dijo mi amiga visualizándome a mí.
—Si...
—Vamos a cambiarnos, oramos y nos vamos a dormir, anda —Sugirió, a lo que asentí.
Ya recostada en mi cama, terminando de rezar despegué mis manos, las cuales estaban sobre mi pecho y me vinieron a la mente esos ojos dorados que por un momento sentí familiar con un electrizante escalofrió.
—Francella...vi algo en el pasillo —Dije mirando al techo —Creo era un demonio...
Voltee a ver a mi amiga, pero ya estaba hablando sola, pues ella dormía plácidamente sobre su almohada. Suspire y despejé esa imagen antes de apagar la vela que estaba encendida sobre la mesita de noche, era mejor dormirse porque mañana seria día de recoger la leña que se usaría en el invierno.
...
En la mañana, el Sol entraba por el ventanal, iluminando cada habitación. Todas las doncellas seguían dormidas, excepto yo, que aprovechaba unas pocas horas para leer libros de romance que escondía bajo mi cama antes de que sonaran las campanas para que las doncellas se levantaran.
—Joder. ¿Por qué siempre tiene que haber un pero en medio de un momento romántico? —Hablaba conmigo misma mientras realizaba la horrible costumbre de morder mis uñas.
Todo era silencio, Francella apenas acababa de despertar en el momento en el que se escuchó un profundo grito proveniente de la sala de rezos. Mis dientes se quedaron anclados a mi uña y Francella se levantó de forma rápida aun con sus ojos medio pegados.
— ¿Oíste lo mismo que yo?
La miré y ambas salimos corriendo hacia donde había provenido el grito, para luego encontrarnos con una multitud de doncellas aterrorizadas que también habían despertado y corrido a ver que estaba pasando
— ¿Qué está pasando? —Pregunté a una de ellas y me miraron.
—Las han matado, fueron los demonios, las han matado.
Todas empezaron a orar cerrando sus ojos y yo sin entender aún nada me hice espacio entre la multitud, llegando hasta la cosa más horrible que había visto en mi vida.
Tres doncellas muertas de diferentes formas; Una era Roxana, quien estaba desnuda y crucificada igual a Jesús con agujeros en el cuello que chorreaban sangre. La otra se llamaba Paula y estaba de rodillas frente a un espejo roto con la garganta cortada. Pero por último estaba...
—Tamara... —Mis ojos se abrieron como platos al verla colgada del techo con una manzana en la boca y sin sus ojos.
Tragué saliva y caí sentada al suelo, era algo completamente sacado del infierno. Las hermanas mayores y la madre superiora llegaron a la escena, caminando a pasos rápidos, apartando a las damiselas y empujándolas para que se fueran de ahí.
— ¡Todas a sus habitaciones y que nadie salga! —ordenó una de ellas y todas obedecieron corriendo en sus batas blancas de dormir.
Yo no podía levantarme, estaba en shock, la madre superiora llegó hasta mí y se agachó a mi lado, haciendo que la mirara.
—Alma, sé que Tamara y tú eran mejores amigas, pero necesito que vayas a tu habitación y te encierres en ella hasta que podamos solucionar todo esto —Ella intentaba persuadirme, pero mis ojos no dejaban de abrirse con terror
—Madre, yo lo vi, vi al demonio. —Fue lo único que pude decir ante tal situación.
Todas ellas me miraron y se miraron de una forma extraña que no pude entender en ese momento y no lo entendería hasta que mi historia no avanzara un poco más. Hasta que no empezara a conocer a los tres motivos por el que mi vida se convertiría en un dolor de cabeza
¿Quién las mató?
¿Qué fue eso que vi?
¿Y qué era lo que estaba por venir?
Ni Dios podría alertarme
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro