Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 9: "Caer en sus pecados"

.

.

Capítulo 9:

.

.

Con el corazón en la garganta caminaba hacia la sala de rezo donde la madre superiora se encontraba esperándome. Quería salir corriendo, pero debía mantenerme fuerte. Era imposible que me hubiera visto el rostro aquella noche ¿O sí? La inseguridad me estaba comiendo por dentro, pero no podía demostrarlo, debía mantenerme firme, para que no notara mis nervios.

Al llegar a la gran puerta mis pies se detuvieron viéndola de espalda a mí, arrodillada frente a la estatua que había sido quemada y ya remplazada de Jesús crucificado, rezando con el rosario en sus manos.

¿Qué le pedía?

¿Sería tan baja como para pedirle al hijo de nuestro señor que la perdonara después de lo que hizo?

Apreté mis puños perdiendo cada gota de miedo, luego de ver tal cosa no debía sentir miedo de una persona tan repulsiva. Me acerque en silencio y me pare detrás de ella mientras miraba a la estatua relajando los músculos de mi cuerpo.

Sentí su mirada por un momento antes de que terminara de rezar haciendo la señal de la cruz en su frente y hombros para luego besar su rosario y levantarse mientras miraba el rostro de Jesús ensangrentado por la corona de espinas.

—Es impresionante como él perdona hasta el más oscuro pecado, si así se lo pides —Dije mientras seguía su mirada.

—Pero debes pagar un precio muy grande, si así es el pecado —Mencionó antes de voltearme a ver — ¿Sabes tú acaso el pecado que cometió uno de los reyes de este catillo hace muchos años?

— ¿Uno de los reyes nobles cometió pecado? —Pregunte —No es así como nos han contado la historia desde que llegamos, Madre.

—Es cierto, pero hay muchas cosas que es preferible no contarlas por el bien de los demás.

¿A qué se refería con eso? Pensé mientras me quede callada escuchándola.

— ¿Sabes el porque te llame? —Preguntó y yo solo me limite a negar mirándola a los ojos —Bueno ya faltan pocos años para que puedas convertirte en una de las agradecidas esposas de Dios, cariño —Se acercó con intención de tocar mis mejillas cuando mi instinto me dijo que me alejara y eso hice — ¿Pasa algo?

—No...—Negué, no tenía que haber hecho eso, pero el tan solo recordar que con esas manos había matado a alguien ya me ponía los pelos de punta —Es solo que... aún no sé qué es lo que hare con mi vida, quiero convertirme en esposa de Dios, madre, pero muchas cosas pueden pasar de aquí a tres años...

—Entiendo —Dijo y bajo sus manos dándome una leve sonrisa — ¿Me dejas abrazarte?

—Claro madre —Dije para luego sentir sus manos llenas de una vida que no le pertenecía abrazándome cariñosamente.

Yo correspondí poniendo mis manos en su espalda y escondiéndome en su cuello, tomando la decisión de no cerrar mis ojos, cosa que hizo que viera algo que atraparía mi atención. Se separó de mí y yo le regale una sonrisa de simpatía.

—Que dios te bendiga hija mía.

—Igualmente, madre.

Ella se fue de ahí dejándome sola en aquel lugar y yo la observe hasta que la vi desaparecer por los pasillos, para luego voltearme hacia la estatua y caminar hacia ella. Me había relajado el hecho de no haber sido descubierta, pero aún habían cosas que me atormentaban.

No sabía cómo no lo había visto antes, pero había algo debajo de la estructura de madera que aguantaba la estatua y no dejaba de brillar. Me agache de rodillas y me incline metiendo mi mano debajo de ese pequeño espacio entre el suelo y la estructura, cuando de repente...

—Ash —Me queje y saque mi mano, viendo una gota de sangre brotar de mi dedo índice.

Me incline más adelante hasta que logre ver en la oscuridad y el polvo, tres hojas viejas y una extraña daga.

—Joder... tengo que tener más cuidado —Susurre para mí misma y volví a meter mi mano sacando ambas cosas llenas de polvo y pedazos de telaraña.

Me senté arrodillada en el suelo y observe con cuidado las páginas color amarillentas ya por el tiempo.

— ¡Bingo! —Sonreí victoriosa para mí misma cuando me di cuenta que estas pertenecían al diario incompleto que Abigor me había entregado hace solo unas noches.

Estaban algo deterioradas, era verdad, pero sabía que eran del diario gracias a las firmas debajo de las esquinas de cada escrito.

La campana sonó anunciando la hora de rezar, así que debía apresurarme a guardar las cosas que había encontrado antes de que alguien las viera. Los papeles fue fácil doblarlos y meterlos dentro de mi sostén pero con la daga no sabía exactamente que debía hacer.

Mire a todos lados y alcé mi falda mostrando mi muslo, para luego introducir la daga en mis medias, ocultándola al dejar caer la tela sostenida. Ahora solo debía tener cuidado con cada movimiento, pues sentía la punta afilada de la daga rozar tentadoramente por mi piel.

Me senté en las últimas banquetas y segundos después las doncellas empezaron a entrar una tras otra hasta que todas las banquetas se llenaron. Francella se sentó a mi lado mirándome de reojo.

—Es extraño que ya estuvieras aquí al yo llegar ¿Hay algo que deba saber? —Preguntó de forma desconfiada mientras me miraba con dudas.

—Solo vine porque la madre superiora pidió hablar conmigo, solo eso —Le respondí, ocultando ciertos detalles — ¿Por qué preguntas?

—Se me hace extraño que no te vea investigando sobre lo que paso...el incendio...tal vez...

—Solo fue una vela que se cayó, la madre superiora lo dijo ¿No recuerdas? —La mire de reojo mientras sostenía mi rosario entre mis manos para rezar.

—Estas extraña Alma —Suspiro mirándome.

Yo solo devolví la vista a mis manos mientras rezaba, pidiendo descanso eterno para las chicas que habían fallecido, entre ellas Tamara y también para la hermana que atendía la enfermería.

Perdón Francella, pero no debes saber nada de esto, debo mantenerte a salvo ahora antes de que sea tarde y no me pueda arrepentir.

Cuando el rezo terminó todas nos empezamos a levantar mientras que hacíamos la señal de la cruz. La punta de la daga roso mi pierna haciendo un ligero corte por lo que chille.

— ¿Alma? —Francella me miro preocupada.

—Estoy bien, creo que me hinqué con alguna estilla de madera —Me justifique y salí de ahí rápido hacia la habitación.

Estando adentro saque la daga de mis medias y mire el pequeño rasguño, aunque no era peligroso tenía algo de profundidad y estaba segura que dejaría una cicatriz.

—Lo que me faltaba —Dije soltando un suspiro cansado y fui al baño para lavar mi herida y vendarla.

Caminando por el pasillo sentí la mirada de alguien, pero al voltearme solo veía a las doncellas caminar hacia la biblioteca o a ayudar a las hermanas con las labores dentro del convento. Pensando que solo era mi imaginación seguí con mis pisadas hasta entrar a mi habitación y encerrarme.

Mi ropa cayó al suelo y mi figura se vio reflejada en el espejo del baño mientras preparaba la bañera para tomar un baño y de paso lavar mi herida.

La daga descansaba a mi lado y mientras dejaba que mi cuerpo se relajara en las burbujas del agua, tomaba las páginas viejas en mis manos para poder leerlas.

Estas páginas eran de cinco meses después de que la campesina y el rey Arturo se casaran. Pensaba que no encontraría nada interesante, pero no fue así. En cierto punto de la escritura encontré el siguiente texto que decía;

...Hoy fuimos a verla, mi esposo le pagó por su trabajo. Tengo 3 meses de embarazo. Ella dice que van a ser varones, eso me hace feliz, lo que no entiendo es porque nos miró con esa cara de lastima ¿Nos habrá tenido pena por nuestra situación? La gente de este pueblo es tan rara, aún no las llego a comprender...

¿El rey Arturo había tenido tres hijos? ¿Pero cómo? En el cuento que nos hicieron al llegar los tres reyes nobles se casaron con varias hermosas mujeres y aunque la mayoría de las parejas tuvo un par de hijos hermosos que se convertirían en sus herederos, el rey Arturo no había podido tener ninguno.

¿Pero entonces?

¿Cómo era que aquí insinuaban que la esposa del rey estaba embarazada y a quién se refería la reina cuando dijo que habían ido a ver a alguien y que le había pagado por su trabajo?

¿Brujería tal vez?

¿A eso se refería la madre superiora cuando dijo que el rey Arturo había cometido un pecado?

Una pequeña ventisca apagó las velas que iluminaban mi habitación y debido a que ya empezaba a anochecer esta quedo ligeramente oscura. Levante mi mirada de las páginas y salí de la tina envolviéndome en una toalla. Observando la habitación.

Pero no había nadie.

Mi mirada recorrió cada esquina solitaria, pero al no ver nada saque algunos fósforos de las gavetas de mi mesita y volví a prender algunas velas para luego vendar mi muslo y salir del baño para vestirme mientras secaba mi cabello humedecido por el agua.

Camine hasta el escaparate de madera y lo abrí tomando la bata blanca de dormir. Cuando termine de vestirme camine a la cama en el momento en el que el mismo viento me volvió a dejar en la oscuridad y algo se enredó en mis piernas, paralizando mis movimientos.

— ¿Pero qué?

Abrí mis ojos como platos cuando vi una serpiente que mientras más crecía en tamaño tomaba aspecto humano con ojos verdes y cabello rubio envolviéndome en sus brazos y apegándome a su cuerpo.

— ¿Así que mujer de Dios? —Preguntó serio, mientras sus ojos verdes me miraban con deseo y lujuria.

—Samael suéltame —Susurre por lo bajo ya que si gritaba lo iban a descubrir.

—No lo creo linda, estas destinada a ser mía —Dictaminó mientras intentaba zafarme de su agarre.

—Yo no soy de nadie y menos tuya Samael —Lo mire directamente a los ojos con la misma expresión seria.

Pero sin darme cuenta me quede mirándolo tanto que sentí como si algo de calor subiera por mis mejillas, haciendo que sus ojos brillaran con maldad mientras una sonrisa ladina cubría sus labios rojizos, como los de un niño a punto de hacer una travesura.

Mi piel se erizó, no solo por el frio que hacía, también por una sensación extraña, una que había sentido por el pelinegro con tan solo un rose de sus dedos.

Samael se inclinó hacia mí y aunque mis labios rosaron los suyos no me beso. No los entendía ¿Acaso estaban intentando incitarme a que cayera en sus brazos y fuera víctima de sus pecados? Si era así debía resistir ¿Pero dónde se fue mi voluntad cuando mis labios se abrieron soltando un suspiro?

Oh... Verdad...

Se fueron a la mierda en el mismo momento que su lengua pasó lamiendo cada pedazo de piel de mi cuello, haciendo que mis piernas temblaran.

—Sama...

— ¿Tanto me deseas que ya no puedes hablar? —Susurro contra mi oreja.

¿Deseo?

No, no era eso, era otra sensación más fuerte que el deseo, una que me decía que me dejara tocar por él, como si siempre lo hubiera hecho, como si ya hubiera tenido esas caricias alguna vez.

— ¿Qué crees que haces Samael? —Una voz seria y molesta interrumpió al rubio que se separaba de mi cuello tras dejar una leve marca.

—Abigor... —Sonrió y se separó de mi dejándome caer arrodillada en el suelo sintiendo mi cuerpo arder — ¿Te unes a la fiesta?

—Que bajo caes...

Camino hacia mí y estiro su mano para que la tomara, pero yo solo la golpee.

— ¿Qué carajos piensan que soy? —Dije al salir del trance en la que me había sometido la lujuria.

—Alma...

—Alma una maldita mierda —Dije y los mire a ambos —Si se quieren hacer bromas pesadas entre ustedes elijan a otra chica a mí no me metan en sus asuntos profanos. ¡Lárguense los dos!

Abigor miro a Samael de forma seria.

—No hace falta que digas nada —Dijo dando la media vuelta y luego se fueron.

Me quede ahí tirada en el suelo, no sabía que me había pasado, pero entonces recordé esas palabras de la primera vez que vi a Samael.

— ¿Q-Quién eres?

Dije asustada y él solo sonrió, dejándome ver sus labios cuando se acercó a mi oído y susurró.

—Para unos, el pecado de la lujuría. Para ti, solo SAMAEL

.

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro