CAPÍTULO 8: "El diario de Elizabeth Reaper"
''Él es el más apuesto, sus rasgos son como los de un demonio seductor, tan solo tiene 5 años y las sirvientas solo hablan de quien podría ser su esposa cuando cumpla la edad suficiente. Me da miedo que la lujuria de sus ojos rompa su inocencia...''
Anónimo
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Capítulo 8
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¿Les ha pasado que escuchan algo de repente que los impacta pero al mismo tiempo se lo esperaban? Bueno... justo eso me ocurrió a mí en el momento en el que escuche al pelinegro decir esas palabras.
''Te quiero a ti''
Sabía que iba a pedirme algo, obviamente no me ayudaría sin tener nada a cambio, pero nunca había pasado por mi cabeza el hecho de que me pidiera a mí como pago por su ayuda ¿Qué se había pensado él?
Una cachetada impacto contra su rostro justo segundos después de haberme dicho tal atrocidad, resonando por el lugar con tanta fuerza que mi mano quedo roja por el golpe, dejando su marca en la mejilla del hombre parado frente a mí.
— ¡Que nunca se te ocurra pedirme tal cosa pervertido! —Le grite mirando como su expresión no cambiaba ante tal acto, seguía siendo fría y distante.
Por un momento sentí miedo de lo que había acabado de hacer, pero no me arrepentía, mi cuerpo no era moneda de cambio mucho menos mi alma.
Mis manos se apresuraron en quitar la camisa negra que tapaba mi cuerpo del frio para luego lanzársela a la cara mientras estas temblaban, quedándome en una bata blanca que todas las doncellas usaban para dormir, las cuales habían repartido hace pocas horas.
—Puedes pedir lo que sea pero yo no soy una opción —Dije y lo vi levantando su mano para agarrar la tela que tapaba su rostro y quitarla de ahí despeinando aún más su cabello.
Su lengua remojo sus labios y una leve sonrisa siniestra se asomó por ellos, antes de que metiera la mano desocupada en su bolsillo y se diera la vuelta para seguir caminando.
Yo no podía moverme, mis pies no me lo permitían ¿Por qué no me había dicho nada? Se había merecido esa bofetada, pero... si hubiera sido yo, ya estuviera muerta...
En cambio...Sonrió...
Camine detrás de él silenciosamente, como si mi vida dependiera de eso, lo lógico era que me diera la vuelta y me fuera por donde mismo había llegado, pero luego de ver lo que vi en tan solo minutos, me daba pánico salir y que ella estuviera esperándome en la entrada de la biblioteca para silenciarme. No había visto mi rostro, sin embargo sabía que alguien la había visto a ella y seguro estaría revisando cada habitación para saber quién había sido.
— ¡Por dios! —Exclamé al darme cuenta de lo que estaba pasando.
Me di rápido la vuelta para irme, cuando alguien agarro mi muñeca deteniéndome.
— ¿Te vas sin ni siquiera saludar?
—Abigor no puedo tengo que... —Me vire encontrándome con Jilaiya y Samael.
—Mhm decepcionante —Dijo Jilaiya soltando mi brazo, para luego acercarse a mi cuello oliéndolo, yo quería alejarme pero no podía pues una de sus manos me agarro de forma fuerte por la cintura.
— ¡Suéltame pervertido!
—Así que Abigor te trajo hasta aquí —Susurro Samael mientras me miraba de arriba abajo con cierta curiosidad — ¿Qué le diste para que te ayuda, ah?
— ¿Qué? No, yo no le di nada —Dije sin dejar de forcejear con Jilaiya para que me soltara.
—No mientas —Dijo el castaño de ojos rojos mientras se separaba de mi rebasándome con su altura —Hueles a él por todas partes.
— ¿Te le entregaste, Alma? —Samael me miro serio.
—NO —Dije dando dos pasos atrás alejándome de ellos.
— ¿Entonces, por qué demonios tienes su olor? —Sus ojos color verde se intensificaron como los de una víbora al cazar a su presa.
¿Acaso estaba molesto? Yo no tenía que demostrarle nada a nadie y mucho menos a él.
—Piensa lo que tú quieras, no voy a perder mi tiempo con ustedes dos.
— ¿Pero sí lo piensas perder con él, no?
— ¿Y qué si se entregó a mí? —Abigor volvió con algo en sus manos que no podía distinguir, pero parecía ser una especie de libro empolvado al que le faltaban muchas páginas — ¿Miedo a no ser el primero que la tenga como suya?
—Maldito idiota —dijo el rubio casi abalanzándose sobre él, pero Jilaiya lo detuvo en seguida.
—Lo está haciendo para molestarte, no se acostó con ella —Dijo el castaño mirando al menor de los hermanos caminar hacia mí con el libro en sus manos y sonriendo burlón hacia Samael.
—Toma —Me dijo Abigor mientras me entregaba lo que llevaba en sus manos de porcelana, que hasta eso envidiaba, sin callo ninguno que arruinaran la suavidad de sus manos.
— ¿Qué es? —Pregunte curiosa mientras lo recibía en mis manos.
—Si quieres averiguar qué es lo que está pasando en este lugar, deberás leer y completar las páginas que le faltan a este libro, una vez que lo hagas entenderás todo por tu cuenta.
— ¿Y por qué no lo completan ustedes?
—Las paginas están muy bien escondidas por alguien que no le conviene que se descubra la verdad, y tú la conoces.
— ¿Qué?
— ¿La viste matando a la enfermera, no? —Preguntó y yo trague saliva sintiendo esa presión en mi pecho.
— ¿Qué tiene que ver la madre superiora en esto?
—Eso te toca resolverlo a ti.
—No es justo —Dije bajando la mirada y volviéndolo a mirar demasiado confundida — ¿Por qué no me lo pueden decir ustedes?
El solo se quedó callado no me iba a responder, así que mire a Samael y a Jilaiya en busca de respuestas, pero el castaño solo negó y el rubio no dejaba de mirarme serio, mientras acomodaba el cuello de tortuga de su prenda negra y apretada que resaltaba su figura masculina.
—Solo podemos hacer esto por ti —Habló Abigor nuevamente atrayendo mi atención hacia él y luego se giró hacia Jilaiya —Llévala de vuelta a su habitación, antes de que la madre superiora se dé cuenta de quien fue la que la vio hace unos minutos.
—No me des ordenes Abigor, se lo que tengo que hacer —Dijo serio —Y ponte la maldita camisa ¿Fue con eso con lo que le impregnaste tu olor, no? Te encanta jugar sucio, nos querías engañar.
No entendía que pasaba pero los minutos se estaban contando y si no volvía la madre superiora se enteraría de todo.
— ¿Podrían dejar de discutir por estupideces y llevarme de vuelta? No tengo todo el tiempo —Dije y ellos dos me miraron. Jilaiya sonrió y soltó una de sus risitas.
—Claro que si...—Dijo mirando de reojo a Abigor como si le dijera algo con la mirada, para luego completar la frase —Angelito.
Y con eso se puso la capucha de su chaqueta mientras volteó para caminar hacia mí. Mire a Samael y Abigor por última vez y luego di la media vuelta caminando detrás del castaño, quien me haría de guarda espaldas hasta llegar a mi habitación.
Acostada ya en mi cama, me había puesto a revisar cierto libro que termino siendo un diario de una mujer llamada Elizabeth Reapher, al parecer la esposa de uno de los tres reyes nobles que habían vivido en este gran castillo, llamado el rey Arturo Reapher.
Tan solo tenía algunas páginas, pero el primer escrito que encontré en el diario decía algo sobre una joven y hermosa campesina que había sido elegida para ser la esposa del mayor de los hermanos Reapher; el rey Arturo y el como sus manos de trabajadora se habían vuelto tan suaves como la nieve, llenándose de brazaletes de oro y anillos de diamante pero nunca pudiendo obtener lo que más deseaba; un hijo del rey.
Luego de eso, todo estaba desordenado por las páginas que faltaban, pero no entendía que tenía que ver esa historia con lo que estaba pasando en el convento. Quise intentar seguir averiguando algo, pero sin esas páginas no entendía absolutamente nada.
Estaba tomando pequeños apuntes en una hoja de papel aún en la madrugada, cuando sentí unos pasos que se dirigían hacia mí. Me apresure a guardar el diario bajo mi almohada junto a las notas y me recosté en mi cama, tapando hasta mis hombros con las sábanas blancas que me ayudaban a cubrir mi mentira.
La puerta se abrió ligeramente en el momento en el que cerré los ojos y sentí una mirada y unos pasos que recorrieron la habitación hasta después irse y cerrar la puerta. No me digne a abrir mis ojos nuevamente, sabía que podía estar dentro de la habitación aún, esperando que Francella o yo abriéramos los ojos con el sonido de la puerta al cerrar. Solo me quede quieta y fingiendo estar dormida hasta quedarme en un sueño poco profundo, pero de verdad.
Lo que no sabía era que no había sido la madre superiora, sino algo completamente peor, algo que de haber abierto los ojos me hubiera devorado la piel y luego el alma.
Las horas pasaron como pájaro en vuelo, tan rápidas que de un momento a otro ya habían pasado más de dos días en los que no había querido salir de mi habitación, pero hoy había tenido que hacerlo pues empezaban las clases de literatura y las demás con las que solían educarnos.
Caminaba por el pasillo con mi vestimenta de invierno la cual era idéntica a la otra solo que las mangas de mi camisa eran más largas y las faldas también. Había trenzado mi cabello como de costumbre dejándolo reposar en mis hombros y sujetaba mis libros mientras me dirigía al salón de clases
Cada imagen que había vivido hace más de dos días llegaba a mi mente como flashback haciéndome pensar de cierta manera a veces si de verdad debía continuar metiéndome en la boca del lobo o si debía empacar todas mis cosas he irme de este lugar.
¿Pero a dónde? No tenía a donde ir, ni siquiera una mísera moneda para pagar algún transporte que me sacara de este lugar, la única opción que tenía era la vieja carrosa con la que las hermanas salían a veces a buscar suministros que no tenían en la granja del castillo, como medicamentos y ropa nueva para las recién llegadas.
— ¡Alma! —la voz de una niña pequeña de siete años llamo mi atención haciendo que volteara a vela correr hacia mí con su largo cabello rubio suelto, llamada Estefany
Era idéntica a su hermana mayor, aunque gracias a dios ella no tenía nada que ver con la personalidad de Susan, la mejor amiga de Rubí y su compañera de cuarto. Las dos hermanas habían llegado al convento algunos años después que yo, y aunque Susan era de mi edad, Estefany tan solo era una bebe recién nacida, pues ambas perdieron a sus padres en un incendio o al menos eso fue lo que nos dijeron al verlas llegar.
—Estefany... —Mencione su nombre en forma de saludo y le sonreí levemente mientras me agache para quedar a su tamaño en cuanto se detuvo frente a mí.
Ella me abrazo de forma cálida a lo que yo correspondí, pero de repente sentí su travesura cuando los mechones de mi cabello fueron liberados de su peinado.
—Ey ¿Qué haces, niña traviesa?
Ella solo soltó una risa y se separó mirándome.
—Te ves hermosa con tu cabello suelto, no entiendo porque lo escondes en esas horrendas trenzas —Dijo agarrando uno de mis mechones y oliéndolo —Además huele a chocolate.
—Creo que esas son las ganas de comer chocolate que tú tienes pequeña —Conteste tocando su nariz mientras que ella rio —Si me entero de que fuiste una muy buena niña te conseguiré una barra entera para ti.
— ¿En serio? —pregunto mostrándome esa sonrisa a la que le faltaban los dos dientes principales.
Yo asentí y ella salto de la felicidad.
—Ahora corre, ya va a sonar la campana —Le advertí para que se fuera y ella asintió dándose la media vuelta para luego salir corriendo por donde vino.
Lentamente me levante y puse los libros sobre uno de los estantes del pasillo para poder volver a trenzar mi cabello. Ya cuando casi amarraba las puntas con mis ligas color blancas sentí la campana sonar para advertir que comenzarían las clases, así que me apresure en terminar mi peinado para volver a tomar mis libros y dirigirme a la puerta de mi salón en el momento en la que una voz que antes pensaba que pertenecía a un ángel me detuvo paralizándome en ese instante.
—Alma...
— ¿Si? —Giré a ver a la madre superiora, teniendo esos flashback repentinos donde la veía asfixiando a la hermana que había curado alguna vez mi tobillo torcido.
—Necesito hablar contigo —Dijo haciéndome tragar saliva y como si la vida hubiera querido empeorarlo más, agregó; —A solas.
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Nota de la Autora:
Holaaaaaa demonios míos, paso por aquí para decirles que los que se quieran unir a el grupo de WhatsApp de este libro puede escribirme al privado, ahí puedes ganarte hasta una dedicatoria para los siguientes capítulos además de participar en el desarrollo de la historia con todos los demás.
También quería saber si te está gustando esta historia y Si es así me gustaría que me lo hagas saber con tu gran voto en cada capítulo y un comentario diciendo lo que piensan.
No olviden que los amooooo.
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