CAPÍTULO 38: "Trono de oscuridad"
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Capítulo 38:
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Alma muerta y Samael inconsciente, Jilaiya completamente roto en llanto de sangre y yo sin ganas de luchar. Así había acabado todo, viendo como el cuerpo marionetado de mi padre luchaba con aquella bestia gigante. Mi madre había dado la media vuelta y se había ocultado en la oscuridad de un trono creado por sus sombras y sus cenizas.
— ¡Abigor levántate, sálvala! —Jilaiya gritaba desconsolado.
— ¡Ya basta, Jilaiya, Alma está muerta!
— ¡No, no lo está, no puede estarlo!
— ¿QUÉ NO LA VES? —Me levanté sin fuerzas volteando a verlo mientras le señalaba el cuerpo de mi pequeña sin vida — ¡Esta muerta, Jilaiya!
— ¡No! —él se levantó y corrió hacia mí dejando a Samael recostado a una pared antes de golpearme a puño limpio.
— ¡Ah! —Gemí por el dolor y lo mire, el me miraba agitado, asustado y enojado —No seas un cobarde, no puede estar muerta... tiene que haber una manera de salvarla ¡Abigor por favor!
Sus palabras hicieron que mis ojos se llenaran de sangre y mi pecho doliera. No supe en qué momento empecé a llorar por ella, no aguantaba más, no podía ser fuerte, yo tampoco quería que estuviera muerta. Pero era imposible que estuviera viva.
—Abigor...
—Soy un idiota, no pude protegerla a tiempo...
Jilaiya me miraba llorando a mi compás y luego me abrazó con fuerza. Envolví mis brazos a su alrededor y lloré llenándome de impotencia y envidia hacia mi madre, quien podía tener a su ser amado mientras mi mujer estaba atada por raíces totalmente muerta.
—Hay que matarla... —Susurro Jilaiya y agarró mis hombros separándose y mirándome fijamente a los ojos —Si Alma no nos volverá a besar al menos hay que vengar su muerte a todas dar... ella lo hubiera hecho.
—Ella era una caja de sorpresas... por eso nos enamoramos perdidamente de ella.
Ambos asentimos y el rugido de la bestia que luchaba con nuestro padre llamó nuestra atención, viendo como un árbol arrancado de raíz venía hacia el cuerpo muerto de Alma. Ambos saltamos cubriéndola del golpe, agarramos el árbol tirándolo entre la bestia y nuestro padre. Jilaiya corto las raíces que sujetaban el cuerpo de alma para luego cargarla en sus brazos con su cabello y brazos caídos.
La bestia y mi padre se voltearon hacia nosotros y mis cuernos, colmillos y garras salieron erizando mi cabello con gran poder. Estaba preparado para proteger su cuerpo sin vida y mis hermanos pasara lo que pasara.
Jilaiya salto hacia atrás recostando a Alma a un lado de Samael para luego volver conmigo, a él le salió un cuerno de la frente y todos sus dientes se volvieron colmillos enormes y filosos como una bestia hambrienta y devoradora de carne. Su coleta se soltó y su cabello creció aún más hasta su cintura erizado por poder, de su guadaña y manos salieron cadenas de rosas y espinas.
El recuerdo de Alma en el árbol del jardín invadió mi mente, aquel primer beso que ella me robó y que siempre me robaba. Su voz encantadora que empapaba mi corazón de amor y que ahora no volvería a oír. Lleno de odio y venganza estaba seguro que a Jilaiya le pasaba lo mismo, viendo en sus ojos el recuerdo del cuerpo desnudo de Alma entre sus brazos que lo llenaban calma, como a mí y a Samael, que de haber estado consciente también la vengaría junto a nosotros.
—Por Alma... —Dije en susurro y mire a mi hermano quien también volteó a verme asintiendo con la cabeza
—Por nuestro ángel de la muerte... —Dijo él y ambos volteamos a ver a la bestia y nuestro padre.
Ambos saltamos sobre ellos atacando con todo lo que teníamos. Jilaiya se transportaba entre las sombras que habían en el suelo, mientras yo sin espejos para hacerlo debía correr por los muros y esquivar con movimientos ágiles los ataques de nuestros enemigos.
Jilaiya atacaba con su guadaña logrando cortar a la bestia en más de una ocasión, mientras yo lograba golpear a nuestro padre con cada movimiento que hacía con las garras de mis pies y manos, pero ellos no eran oponentes fáciles. En ocasiones recibíamos los impactos de sus golpes y los cortes de sus garras, tirándonos contra las paredes. Eso sí... no dejábamos que se les acercaran ni a Alma ni a Samael y nuestro padre no dejaba que nos acercaba ni a cinco metros de nuestra madre.
La pelea se estaba volviendo difícil sin nuestro hermano mayor, además de que por las piedras de las paredes empezaban a entrar rayos de luz que nos quemaba la piel si tan solo rozabamos con uno.
Un de las piedras en la pared se tambaleo y cayó al suelo dejando entrar un gran rayo de sol del amanecer, rayo que quemó a la bestia haciéndola caer con un gran estruendo al suelo, justo en el momento en el que Jilaiya le cortaría la cabeza con su guadaña.
— ¡Jilaiya! —Grite su nombre y él se distrajo terminado siendo tocado en la cara por los rayos.
Su grito de dolor me asustó y tras patear a mi padre en la cara fui corriendo donde mi hermano cargándolo y saltando a la oscuridad.
— ¡Mi cara! —Jilaiya gruñía por el dolor, la mitad de su cara estaba completamente quemada y uno de sus ojos había pedido el color.
Maldita sea.
Un gran estruendo de piedras caerse hizo que el sol del amanecer entrara en gran cantidad quemando y torturando a la bestia hasta que la silueta de una mujer se paró desde ahí, mirando a mi madre. La bestia salió corriendo a la oscuridad y mi padre saltó paseándose hasta quedar al lado de Elizabeth.
Recosté a Jilaiya contra la pared junto a Samael y Alma protegiéndolos a los tres.
—Abigor... —La voz de Samael me sorprendió y sentí su agarre en mi pierna.
—Ahora no Sam... —Dije entre gruñidos.
—Alma está sangrando mucho... —sonó preocupado y ahogado en lágrimas.
—Cállate, Samael —Jilaiya hablo entre quejidos.
—Se va a morir joder... —Su voz salía muy temblorosa casi sin fuerzas.
—Ya está muerta... entiéndelo... —Dije yo.
—No... No puede estar muerta —Samael gruño y volvió a hablar —Una persona muerta no respira...
Mis ojos se abrieron como platos y voltee a verlos, pero en esencial a verla a ella. Alma estaba respirando pero su corazón no latía ¿Qué? Su cabello estaba creciendo sin parar y algo sobresalía de su frente. Una sonrisa se adueñó de mis labios y volví a soltar lágrimas de sangre, pero esta vez de felicidad. Limpie mis lágrimas rápido antes de que alguien más notará mis emociones y me pare de espaldas a ella nuevamente para que nadie notara lo de su respiración.
La mujer parada de espaldas al sol miraba a mi madre sentada en las sombras, ambas guardaban completo silencio hasta que Elizabeth abrió sus labios.
—Hermanita...
—La mataste... —La voz de aquella mujer se escuchó como el eco de un Dios por todo el lugar, haciendo que el suelo temblara.
—Y la bestia ya me obedece —Elizabeth se levantó de aquel trono y camino hasta los últimos centímetros de sombra —El castillo me pertenece...
—El castillo solo tiene una reina, y volverá a renacer en 250 años hasta que te acabe cortando la cabeza, hermana...
—Pura envidia —dijo la reina a carcajadas —Ni mis propios hijos pueden conmigo ¿Oh no lo ves?
Aquella silueta volteó a verme y vi sus ojos resplandecer en un verde oscuro. Nos observaba a los cuatro y aunque yo ya estaba algo cansado me pare en posición de pelea. El sonido de la guadaña de Jilaiya se escuchó en eco sombre el suelo y en segundos lo vi pararse con uno de sus ojos cerrados por la quemadura.
Voltee a verlo y él se puso a la defensiva conmigo, luego sentí a Samael parearse a mi lado aunque la espalda no dejaba de sangrarle. Todos sacamos fuerzas de donde no teníamos por protegerla.
—Tus hijo no han utilizado ni la mitad del poder que poseen, porque son incapaces de matar a su propia madre —Las volvió a mirar —No como tú, que de tantas ansias de poder ya no recuerdas ni el verdadero objetivo que teníamos juntas.
—Un objetivo que con el paso de tiempo se empezó a volver estúpido, hermanita...
—Esto aún no se ha terminado. El rey solo te protege porque su mente aún gobierna el infierno y la bestia que realmente sigue preocupándote la va a proteger a ella aun estando muerta.
La sonrisa de mi madre se esfumó y sus ojos miraron a aquella silueta con odio y malicia. Aquella silueta caminó hasta pararse delante de mi madre donde daban los últimos centímetros de sol mirándola fijamente, revelando su cabellera color plateada.
—Ya no pareces tan feliz —Sonrió y miro a mi padre — El rey protegiendo a la reina que lo traicionó, nunca sabiendo la verdad... —Volvió a mirar a mi madre —O eso crees tú, el rey tal cual sabe toda la verdad Elizabeth... ¿Que pasara cuando su alma recupere su cuerpo?
—Estúpida Perséfone...
Aprovechando que estaban distraída tome impulso contra la tierra y salte en los aires para atacar a la reina, sin embargo mi padre hechizado saltó sobre mí haciéndonos caer hacia atrás golpeando mi espalda contra los columpios. Sentí un crujido y míos ojos se llenaron de dolor.
— ¡Maldita sea Abigor! —Samael grito mi nombre.
Mi madre giró su cabeza hacia mi mirándome con incredulidad. Las manos de mi padre luchaban por enterrarme sus garras en el cuello mientras yo luchaba sosteniéndolo de las muñecas. El rugido de la bestia se volvió a sentir y se levantó del suelo cuando ya parecía muerto, saltando hacia Elizabeth también.
—Idiotas ¿no ven que son muy poca cosa para mí? —La reina levantó su mano y de su mano salieron raíces que lo atravesaron.
La bestia volvió a rugir por el dolor agonizante, poco a poco fue perdiendo las fuerzas y empezó a quedar inconsciente hasta que sus ojos rojos se apagaron.
— ¿Ves hermanita? —Dijo mi madre riendo —Nadie puede conmigo.
—Oh hermanita... ahora si despertaste a la bestia...
—La bestia está muerta —dijo ella negando y miro a su hermana — ¿A caso estas ciega?
—No... Solo que tu aún no logras entender a qué bestia me refiero.
Un pálpito retumbó por todo el jardín hasta llegar a mi madre a quien se le erizó cada pedazo de piel después de eso. Un rugido aún más fuerte que el de la misma bestia resonó en el aire con gran potencia y poder.
Mis ojos como reflejo instantáneo miraron hacia mis hermanos para saber que ellos estaban bien, pero terminé llevándome una gran sorpresa cuando vi a mis hermanos con sus mentones alzados al techo mirando a Alma elevada en el aire, como una diosa de la muerte, incomparablemente hermosa y tenebrosa. Sin embargo aún no podía oír su corazón.
Sus colmillos y garras estaban completamente afuera, su cabello había crecido más abajo de sus pies volviéndose blanco por completo y de su frente llena de sangre sobresalía un enorme cuerno de demonio. Sus ojos estaban blancos llorando sangre y la cortada de oreja a oreja le daba una sonrisa siniestra, capaz de espantar al más valiente, incluso a mí y a Samael nos había puesto la piel de gallina.
La reina Elizabeth... mi madre volteó a verla lentamente mientras desenterraba las raíces del pecho de la bestia, dejándolo caer y empezando a retroceder a la oscuridad. Jilaiya la miraban admirándola con una sonrisa tenebrosa y poco cuerda.
—El más bello ángel del maldito infierno —fueron las palabras que salieron de su boca haciendo latir mi corazón con mucha fuera.
Esto se iba a poner demasiado bueno, incluso para nosotros que ya la habíamos visto antes llena de sangre con miles de cuerpos muertos a sus pies, pero eso era algo de lo que aun ustedes no debían enterarse...
... Porque los secretos que esta familia guardaba eran aún más tenebrosos de lo que se podía contar en tan solo un libro...
Anónimo
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nota de la autora; HOLA MIS ANGELITOS, ya el capitulo que viene es el capitulo final de Alma ¿Cuáles son sus teorías? ¿Qué creen que pase? soy todo ojos. Ya 8k no me lo creo, los amooooo.
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