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CAPÍTULO 34: "Corazón"

SE LOS PROMETI :)

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Capítulo 34:

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La sangre derramada en el suelo y los ojos sin vida de mi mejor amiga me tenían temblorosa con los ojos llenos de sangre. Estaba muerta, Francella estaba muerta ¿En qué momento había pasado? La amiga que me había dado fuerzas cuando más necesitaba estaba muerta a manos de la persona en la que más confié al llegar a este maldito convento, sin recuerdos ¡Mi mejor amiga estaba muerta! Ella confió en mí, me dijo que yo la protegería y no pude hacerlo cuando debí haberlo hecho.

El nudo en mi pecho me hizo gritar con fuerza su nombre, raspándome la garganta mientras aquellos pasos que hacían temblar el suelo se aproximaban. Me intentaba levantar con mis brazos temblorosos pero solo caía de nuevo y golpeaba el suelo con los puños cerrados. Estefi estaba horrorizada sus ojos no dejaban de mirar el cuerpo que yo miraba intentando imaginar que se movería y que todo estaría bien

Pero no era así.

Su risa rebotó en el eco de cada rincón del salón lleno de ventanales hermosos. La odia con cada carcajada mientras tras de ella están los hombres a los que amaba con locura, hechizados en mi contra. Los pasos retumbantes se detuvieron y un frio impregnó la habitación con un olor desagradable a sangre seca. El suspiro poderoso de la bestia tras de mí retumbó el suelo mientras yo lo arañaba para evitar romperme en llanto.

—Débiles y estúpidas niñatas ¿Creen que pueden conmigo, con su reina? —Elizabeth agarro a Estefi por el cabello, llevándola al círculo y recogiendo la daga del suelo, la misma que Francella había querido usar para matarla — ¿No entienden que así solo me la ponen más fácil? Ya tengo lo que necesitaba, la sangre de una pecadora y la sangre de una pequeña virgen...

— ¡Alma ayúdame! —Estefi lloraba muy asustada.

— ¡Eres un monstruo! —grite y la reina se detuvo para voltear a verme.

— ¿Un monstruo? Ja, soy una reina, cariño. Cosa que tú nunca llegarás a hacer. Tu eres el monstruo que engatuso a mis hijos bajo tu falda —Aparto el cabello de Estefi de un lado de su cuello y fue acercando la daga a su piel —Yo solo hago lo mejor para mis hijos... y para mí rey —Dijo y alzó su vista hacia la bestia.

¿A CASO ESO ERA...?

La daga cortó el cuello de Estefi y la sangre rápido empezó a gotear por su pecho embarrando el vestido de dormir rasgado y sucio que tenía puesto.

— ¡No! —Grite y Estefi cayó al suelo extendiendo sus manos y su sangre junto a la de Francella empezaron a llenar el círculo dibujado en el suelo.

—Oho mi rey —Dijo la reina extendiendo sus brazos al techo mientras la bestia pasó por uno de mis lados hacia el círculo.

Una gran luz roja empezó a salir del círculo y el pelo que cubría a la bestia empezó a desaparecer, pero eso no era el rey, lo supe por una marca en forma de atadura en sus brazos, como una persona esclavizada. No podía permitirlo, volví a intentar arrastrarme como pude sin que se dieran cuenta y deshice con una mano el círculo arruinando su poder.

— ¡No! —Grito la reina al ver la luz desvanecerse y me miro con un gran odio — ¿¡Qué hiciste!?

La bestia delante de ella se le lanzó encima arañando su bello rostro. No sabía si la mataría, pero no podía quedarme ahí para averiguarlo estaba demasiado débil, gatee como puede detrás de los asientos y con las fuerzas que me quedaban invoque un pequeño monstruo que apenas llegaba a mis rodillas. El me miraba con curiosidad olfateándome y pasando su babosa lengua por mi rostro como si intentara consolarme por mi pérdida. Alce mi mano para acariciarlo y evitando romperme en llanto moví mis labios para hablar en susurros.

—Necesito vallas a por mí caja de música...

El ladeo su cabeza confundido y yo le acerque la llave en mi cuello para que la olfateara a lo que rápido se paró recto y se fue. Un nuevo dolor se adueñó de mi cuerpo, sentí mis colmillos y garras completamente afuera junto con algo quemando cada parte de mi sangre, me estaba convirtiendo en un monstruo de verdad.

Sola y con miedo no sabía que más hacer hasta que el pequeño caza almas me trajera la pequeña caja de música. Pero algo tocó mi mano en cuanto las puse en el suelo para apoyarme. Asustada retiré mi mano que se había embarrado de sangre. Mis ojos voltearon a ver lentamente hacia mi izquierda encontrándome con un corazón. Mis ojos se paralizaron abriéndose como si fueran a explotar, y lo primero que me vino a la cabeza fue la raíz de la reina entrando por el pecho de Francella ¿A caso era de ella?

Tome el corazón con ambas manos mirándolo comprimido y muerto, como lo estaban todas las personas que prometí salvar en algún momento ¿Que se supone que debía hacer? Me había quedado sola.

"TU NUNCA ESTARAS SOLA ALMA"

La voz de Tamara llegó a mis oídos como un eco lejano. Cerré mis ojos sujetando el corazón con firmeza y susurre;

—Por mi culpa están muertas...

"NO ES TU CULPA, NO FUISTE TU QUIEN LAS MATO"

—Pero fui la que las guie hacia esto...

"FRANCELLA SOLO TE SALVO LA VIDA, EVITANDO QUE FUERAS TU EL SACRIFICIO, PARA ESO TE QUERIA LA REINA"

—Hubiera preferido haber sido yo... tal vez entonces ella...

"ALMA, ACEPTA TU DESTINO, ELLA DEBIA MORIR PARA SALVARTE Y AHORA LO VA A VOLVER A HACER"

— ¿A qué te refieres? —Abrí los ojos mirando el corazón en mis manos.

"NECESITAS COMER... COME ALMA, COME..."

La voz desapareció y sentí que mis manos temblaban mientras me acercaba el corazón a la boca. No podía hacerlo, era mi mejor amiga ¡Joder! Cuanto habría deseado volver el tiempo atrás y poder haberla sacado del convento en cuanto pude. Alejarla de toda esta mierda, a ella y a Estefi que ahora también estaba...

Sentí el quejido de la voz de Estefi, a lo que me asomé por una pequeña esquina viendo como la herida había dejado de sangrar. Al parecer había sido solo superficial, pero la reina y la bestia ya no estaban. Estefi estaba viva. Intente levantarme pero no pude y volví a sentir otro dolor intenso recordando las palabras de Tamara.

...NECESITAS COMER... COME ALMA, COME...

Cerré mis ojos con fuerza y gruñí maldiciéndome, si no lo hacía con esa bestia y la reina suelta iba a volver a por mí y por Estefi en cuanto se enterara que no está muerta. Trague saliva con fuerza y deje salir el demonio abriendo dentro de mí. Con amor y cariño arranque cada pedazo de tejido llenándome los labios y el rostro de sangre. Sentía poder, un inmenso poder corriendo por mis venas. Los huesos rotos empezaron a curarse y las heridas abiertas a cerrarse, mi cuerpo rejuvenecido y mi piel más pálida se volvió. Termine chupándome los dedos y levantándome con fuerzas, limpiando la sangre mi boca con el antebrazo.

Estaba satisfecha y para mejor mi pequeño amigo llegó tapándome por la espalda hasta darme la cajita. Mire a mí al rededor pero ellos tampoco estaban. Camine hacia el cuerpo de Francella y me quede mirándola.

—Es increíble cómo hasta después de muerta... —Cerré sus ojos que aún estaban abiertos y una lágrima de sangre corrió por mi mejilla —...aún sigues cuidando de mí.

La cargué y por primera vez algo que tenía que ser completamente pesado, para mí era una pluma. La recosté en una esquina segura y bese su frente.

—Prometo darte el entierro que te mereces cuando todo esto acabe... —Dije e invoque dos enormes monstruos que me sobrepasaban en tamaño —Protejan su cuerpo, que nada la toque —Ellos asintieron y me hicieron reverencia.

Di media vuelta hacia Estefi y la cargue en brazos saliendo de la sala de rezos y caminando hacia la enfermería para poder coserle y vendarle la herida abierta que gracias a una casualidad el corte no había llegado a tocar ninguna vena o arteria importante.

—Alma... —Ella susurró con dolor y yo solo la acurruque aún más.

Al llegar a la enfermería la recosté en la camilla y empecé a curar y tratar sus heridas de la forma adecuada. Pase más de una hora en silencio encerrada en aquel lugar para no ser descubiertas. Si la reina estaba viva lo más seguro que se habría dado cuenta de que Estefi no estaba y yo tampoco.

Estefi seguía inconsciente pero al menos estaba respirando con normalidad, yo cerraba la pila de un lava manos ahí mismo luego de enjuagar me la cara y humederserme el cabello, cabello que a pesar de haber vuelto a mi color natural había quedado con un pequeño mechón de color blanco.

—Debo encontrar la manera de sacarla de aquí —Dije con la mirada en las cosas al lado del lavamanos observando por el reflejo de un frasco un conjuntos ojos violeta que se asomaron tras de ella, unos ojos que tenían que ser dorados.

Rápido me volteé y el salto hacia mí para atacarme a lo que lo esquivé y corrí donde la cajita agarrándola para luego insertar la llave y hacerla sonar. La pequeña melodía inundó mis oídos y los de el quien alcanzo a agarrarme del cuello. Sus ojos se paralizaron y el color violeta desapareció completamente de sus pupilas. Volviendo tener ese color dorado por el que tanto me moría.

—Alma...

— ¿Sabes que me prende que me ahorquen así? —sonreí ligeramente coqueta y el sonrió besándome para luego tirar todo lo de una pequeña cómoda tras de mí y subirme en está metiéndose entre mis piernas y agarrando mi cintura.

Mordí su labio sacándole la sudadera ahí mismo metiéndome en su cuello mordiéndolo, marcando lo como mío. El bajo sus manos a mi trasero y lo apretó con fuerza robando de mis labios un gemido del cual agradecí que Estefi aún siguiera inconsciente.

—Te vez hermosa como demonio... —Sentí que acaricio mi cabello con una mano y saqué mis colmillos lamiendo su herida para sellarla. Lo miré a los ojos —Pero estoy jodidamente loco por cómo te vez siendo humana.

—Perdí a mi mejor amiga, Abigor... —Susurre y junté nuestras frentes.

—Lo sé, estaba hipnotizado pero aún así... podía ver lo que pasaba —Dijo y acaricio mis mejillas —Lo siento mucho, mi pequeña...

—Tuve que comerme... su corazón —lo abracé y empecé a llorar lo que no había podido.

Abigor no podía decir nada al respecto más que abrazarme y acariciar mi cabello controlándome. Era difícil aceptarlo aún, lo había hecho porque aún había esperanzas de que la muerte de Francella no fuera en vano, de poder sacar a Estefi viva de esto y recaer mi vida junto a ellos.

—Prométeme que cuando todo esto acabe estaremos los cuatro como una familia —dije y lo mire, el asintió.

—Lo que desee mi reina —Dijo y me dio un beso posando sus manos en mi vientre —Aún hay que empezar por el primero...

Una ligera sonrisa se asomó en mis labios y lo bese dulcemente, capturándolo con mis piernas.

—Oye... ¿me secuestraste?

—Tal vez me gustaría practicar eso contigo...

— ¿Hablas en serio Alma? —Pregunto mirándome a los ojos y asentí —Sus manos se posaran en mis mejillas y un beso tierno y lleno de amor rebozo mi corazón agitado.

El vestido que tenía puesto cayó al suelo y de un momento a otro Abigor se encontró sobre mí con las manos a mis costados besándome para luego separar nuestros labios y mírame.

—Abi... la niña —Susurre y él sonrió, no sé cómo una de esas cortinas quirúrgicas llegó hasta tapar la vista que nos daba hacia Estefany inconsciente.

—Listo... —Susurro y se metió en mi cuello besándolo.

Mis pies se contraían y acalambraban por el placer y mis uñas salieron para rasguñar su espalda en cuanto la vieja alma volvió a sentir esos volcanes de fuego que revivieron más su vieja yo y aquellas caricias que sacaron de mis labios melodioso sonidos de complacencia mientras el sudor y las miradas no nos faltaban.

Mi vieja yo estaba de vuelta y no pararía hasta vengar cada cosa que esa maldita bruja me había hecho pasar.

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