CAPÍTULO 31: "Se Amaban"
.
.
.
Capítulo 31:
.
.
.
¿QUE HACIA FRANCELLA AQUI? ¿Por qué no había escapado como acordamos? El corazón se me había acelerado aterrada de que algo le sucediera estando sola. Malditos diablos con esa pelirroja terca y cabezota.
Mis ojos se alejaron de ella y miré a la madre superiora nuevamente esperando que no nos hubiera visto, pero misteriosamente desapareció y al voltear a ver a Francella ella tampoco estaba, como si el piso se las hubiera tragado.
— ¿Qué carajos está pasado, Abigor? —Mire al peli negro quien miraba junto a mí lo que estaba pasando.
—No tengo ni la más mínima idea, en la mañana habían carruajes afuera pero no sabía que...
—El tiempo se nos acaba Alma debemos irnos para que te alimentes —dijo Samuel rápido y yo negué.
—No, no puedo ir a la sala de tronos y dejar a mis amigas solas, ellas lo son todo para mí.
—Oye nosotros también estamos aquí
—Dijo Abigor serio.
—Pero ellas también lo están y no dejaré que nada les pase, son mi familia, igual que ustedes... la pequeña Estefi no tienen culpa de nada y menos Francella.
Abigor gruñó, era normal. Para ellos siempre habíamos sido solo nosotros cuatro pero luego de mi reencarnación yo había hecho otra vida, con nuevas personas importantes para mí. Tamara había muerto, no iba a dejar que le pasara lo mismo a ellas dos.
Jilaiya dio un paso al frente y apoyó su mano en el hombro del pelinegro atrayendo la mirada de este.
—Se lo debemos... por nuestra culpa perdió a una de sus amigas —Jilaiya y Abigor se miraban a los ojos —No podemos ser egoístas, hermano.
Abigor lo miraba en silencio y aunque Samael tampoco estaba de acuerdo se cruzó de brazos y asintió dándole la razón a Jilaiya.
—Abigor... te lo suplico...
El me miró y suspiró asintiendo, en su mirada había miedo ¿Por qué le temía tanto a su madre? Ellos eran demonios y ella era una simple humana... bueno ahora que lo pensaba bien ¿Cómo era que la madre... la reina mejor dicho, había vivido tanto tiempo siendo solo humana? Esa duda se clavó en mí como aquella frase que dijo en la biblioteca justo antes de descubrir que tenía conexión con los chicos;
"Esa niña es lo único que nos puede salvar"
¿Por qué habría dicho eso si su intención era matarme?
En silencio salimos de ahí y gracias al olfato de los chicos nuestros pasos nos guiaron hasta un lugar en el que nunca había estado en mi vida; una habitación gigante llena velas y estatuas.
— ¿Que se supone que es este sitio? —Pregunte y mire a Samael quien miraba el mapa.
—Parece que estamos en el salón del arte... levantó la mirada y de repente un fuerte sonido se escuchó por todo el salón.
El sonido de un jarrón romperse contra algo... o alguien.
— ¡Suelta a mi amiga maldito monstruo!
La voz de Francella y un ligero hilo de sangre correr por la frente de Abigor nos hizo voltear a ver a una Francella completamente asustada detrás de nosotros con lo que quedaba del jarrón en sus manos.
—Francella... —Susurre sorprendida.
Abigor la miraba con un ligero tac en el ojo mientras sus colmillos sobresalían entre sus labios.
—Esa no era la mejor manera para recibir a tus cuñados rosita fresita —Dijo Jilaiya ladeando ligeramente su cabeza, mirándola con incomodidad.
—Abigor, evita matarla —Samael la miró serio.
Francella dio un paso atrás mirándolos completamente asustada y confundida.
— ¿Qué demonios son ustedes? Suelten a Alma, no le hagan daño.
—Bueno ya lo dijiste, querida —Dijo Samael acercándose a lo que ella lo amenazó con el filoso jarrón roto en sus manos
—Aléjate, no te acerques a mí.
—Somos demonios, pero tranquila no nos tienes por qué temer... no te haremos nada
—Habla por ti —Abigor gruñía amenazador con sus colmillos pero chilló en cuanto le jale la oreja.
Francella solo retrocedía asustada mientras yo no podía decir ni una sola palabra mirándola.
— ¿Alma? —Sus ojos me miraban confundida.
Mire a Abigor y el me bajo con cuidado, mis piernas temblaban mucho casi no podía mantener el apoyo en el suelo, pero con esfuerzo caminé hacia la pelirroja frente a mí.
—Francella, calma...
— ¿Estas con ellos? —Pregunto mirando a los chicos tras de mi quienes me miraban preocupados.
—Es una larga historia...
Tropecé y caí en sus brazos abrazándola a lo que ella soltó el pedazo de jarrón roto y correspondió con fuerza rompiéndose en llanto.
— ¡Pensé que estabas muerta! —chilló llorando y metiéndose en mi cuello —yo lo vi todo, yo vi como la madre superiora te...
—Calla no hables... estoy muy molesta contigo, tenías que escapar, te lo dije...
—No, no podía dejar que ella se saliera con las suyas... además... —Salió de mi cuello aun llorando a lo que acaricie sus mejillas para limpiar sus lágrimas.
—Tiene a Estefany... —Dije y ella asintió.
—Tenía mucho miedo, Alma... aún lo tengo.
—Lo sé, yo también tengo mucho miedo pero ellos me protegen... —Dije y mire a los chicos quienes me sonrieron ligeramente para luego volver a mirar a Francella.
— ¿Quiénes son?
—Bueno... —Me sonroje pero me separé y estire mi mano hacia Abigor quien la tomó y la besó acercándose y abrazándome por atrás.
Francella se sonrojó a más no poder y tras Abigor se acercaron Samael y Jilaiya quienes me miraban con amor.
—Joder... no mames Alma ¿Los tres?
—Este...
Jilaiya se echó a reír y dejo un beso en mi cuello haciéndome sonrojar aún más.
Unos aplausos resonaron por todo el salón junto aún pesado taconear que se acercaba lentamente tras nosotros y luego aumentaban todavía más. Los chicos y yo nos volteamos separándonos mientras yo puse a Francella tras de mi protegiéndola.
La madre superiora se acercaba lentamente aplaudiendo junto a las hermanas, cual una de ellas cargaba a Estefi inconsciente con su cabello extendido al suelo.
—Bravo, bravo, que escena tan bonita, dios mío —Dejo de aplaudir y sonrió juntando sus manos y entrelazando sus dedos.
Abigor, Jilaiya y Samael hicieron una barrera delante de nosotras protegiéndonos.
—Bellos mis hijos... aunque creo que a ti te había matado y desechado en el bosque, no entiendo que haces acá —Elimino su sonrisa mirándome directamente.
—Nunca perdonare lo que le hiciste a Alma, madre —Abigor lucia realmente molesto mientras alzaba su tono de voz —Me mentiste.
— ¿Mentirte, yo? Tú sacaste tus propias conclusiones cariño.
Los escuchaba hablar mientras sentí que otro dolor se empezaba a acumular en mi vientre y mis colmillos salían poco a poco.
— ¿Alma? —Francella me abrazo por atrás sujetándome para que no me cayera.
—Debemos salir de aquí...
Dije y mire a los chicos quien miraban a su madre, completamente serios, mientras sacaban sus garras. Jilaiya me miró de reojo y gracias al reflejo de sus ojos asustados de un momento a otro me di cuenta que tras de mi habían dos hermanas acercándose. Las cuales nos separaron a Francella y a mi inmovilizándonos por el cuello y la cintura.
— ¡Alma! —Jilaiya intentó correr hacia mí, pero las mismas enredaderas que lo atraparon aquella vez en la sala de tronos empezaron a subir por sus piernas haciéndolo soltar su guadaña y deteniéndolo en el proceso.
Abigor y Samael voltearon a vernos e igualmente hicieron el intento de correr pero las enredaderas ya lo agarraban desde la cintura metiéndoseles por la ropa para que no se pudieran mover ni siquiera un poco.
— ¡Alma! —Abigor me miró asustado y sentí como algo filoso se clavaba en mi cuello volviendo mi vista algo borrosa.
Voltee a ver la mano de la hermana que me sujetaba la cual tenía una jeringa con un tipo de líquido morado que seguramente era veneno. Mire a Francella que caía inconsciente al suelo luego de también ser pinchada, pero en su jeringa solo había un contenido transparente que seguro era un somnífero.
Voltee a ver a la madre superiora acercárseme mientras me agarraba de las mejillas bruscamente.
—Espero tengas un lindo sueño, maldita perra... —Su sonrisa se ancho mientras que sentí mi cuerpo desplomarse en el suelo, todo se me puso lento y sentí mi corazón dejar de latir mientras en mis oidos solo escuchaba los gritos de los chicos llamándome por mi nombre.
Todo se volvió oscuridad y silencio por unos segundos o tal vez minutos... o incluso horas. Poco a poco sentí como si mi corazón empezara a latir lentamente y un frío enorme se adueñó de mi cuerpo. El aire entró en mis pulmones de repente sintiendo unos labios contra los míos que intentaban traerme de vuelta y unas manos que hacían presión contra mi pecho.
Abrí los ojos y me senté de golpe torciendo como nunca, tumbando a Francella hacia el suelo sin querer. La pelirroja me miraba asustada mientras de su boca salía humo congelado y se abrazaba por el frio. Tenía el cabello suelto y apenas estaba en ropa interior.
— ¿Dónde carajos estamos? —Dije asustada mirándola pero ella solo empezó a llorar sonriendo —¿Francella?
— ¿Que eres Alma?
Me quedé callada y miré a otro lado dándome cuenta que estábamos dentro de la caja refrigerada de la que hablaba Jilaiya. La reina nos había encerrado aquí.
— ¿Por qué haces esa pregunta?
Era incapaz de mirarla pero entendía el porqué de su pregunta. Donde yo estaba acostada había sangre y mi cuerpo se encontraba nuevamente desnudo lleno de cortes.
Ambas nos quedamos en silencio y yo me levanté como pude pero volví a caer.
—Joder
— ¡Alma! —Ella se agachó a mi lado y me ayudo a sentarme.
—Si tú sabes la respuesta ¿Por qué sigues a mi lado? —Pregunte y la mire.
—Porque eres mi familia, Alma... —Sus ojos me miraron con tristeza —La familia nunca se abandona.
—La familia no se ocultan las cosas, y yo lo hice... deberías alejarte de mí, ahora mismo soy un peligro.
—No, no eres la única que ocultaba algo, Alma.
Mi mirada se alzó poco a poco hacia ella.
— ¿Que podrías esconder tu que se comparara con lo mío?
Ella quedó en silencio y me apoyó de espaldas a la pared, camino a la esquina de la habitación la cual olía a sangre congelada por la cantidad de cuerpos muertos, pero ya podridos que habían tirados y agarró unas cuantas telas antes de ir conmigo y cubrirme con ellas.
—Ay algo que te he escondido... bueno, algo que Tamara y yo nunca le dijimos a nadie...
La miraba callada mientras sujetaba mi estómago y vientre por los dolores. Ella se cubrió también por el frío, los labios se le habían puesto color violeta y temblaba mucho.
—Francella no me asustes...
Ella se quedó callada unos segundos como si pensara si decirme o no. Tal vez tenía miedo al rechazo. Yo estire una de mis manos y agarre la suya entrelazando nuestros dedos. Sus ojos miraron nuestras manos y luego las apretó con seguridad.
—Yo... —Su voz tartamudeo, pero encontró el valor necesario y dijo algo que me dejó sorprendida; —Tamara y yo nos amábamos... ella y yo estábamos juntas.
Sus ojos miraron directamente a los míos y sonrió con tristeza mientras lagrimas se acumulaban en sus ojos.
Yo estaba en shock, para mi había sido completamente una sorpresa, pero entonces entendí aquellas visiones en el tren del infierno, aquellos recuerdos de Tamara. Francella era aquella persona a la que Tamara besaba y tocaba con tanta pasión... se amaban... realmente se amaban.
Me sentí culpable, yo que pensaba que había sido la más dolida de ambas, cuando a ella le habían matado a la persona que amaba. A mí mente se vino la imagen de Samael ¿Cómo le diría la verdad?
¿COMO HARIA PARA QUE FRANCELLA NO ME ODISE?
—Francella yo... —Mi voz se volvió temblorosa intentando hablar pero el ruido de algunos quejido nos interrumpió.
—Ayuda... —El susurro de una voz conocida llamó nuestra atención desconcentrándonos de nuestra conversación.
Francella y yo volteamos a ver hacia una esquina donde alguien yacía tirada en el suelo. Unas criaturas extrañas salieron tras de una lona en la pared y empezaron a agarrarlas de las piernas.
— ¡Ayuda por favor! —Rubí alzó la mirada y gritó con fuerza antes de que esas criaturas se la llevaran inmediatamente dejando un rastro de sangre y el bolso donde estaban las cosas tirado en el suelo, junto a unas cuantas ropas.
.
.
.
Narra la reina...
.
.
.
💋💋💋
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro