CAPÍTULO 29: "Verdades que duelen"
Esto fue doble actualización, si no te has leído el capítulo que va antes de este dale Pa arriba.
.
.
.
Capítulo 29:
.
.
.
El ruido de la madera siendo quemada por el fuego en la chimenea me trasmitía paz y armonía, la poca que me quedaba después de resolver todos los misterios que me habían estado atormentando. Acostada boca arriba mirando hacia el techo me sentía agotada, estaba muy débil a pesar que Samael y Jilaiya me habían alimentado
SENTIA MUCHA HAMBRE
Podía oír sus voces desde afuera de la cabaña, al parecer estaban discutiendo cómo hacer para decirle la verdad a Abigor, nunca los había visto tan preocupados por algo pero yo solo quería poder salir y tomar aire fresco.
Como pude me senté y un espejo envolvió mi reflejo, acaricié mi rostro sorprendido, podía ver como pequeñas marcas blancas recorrían mi cara como si de relámpagos se trataran. Mi estómago rugió y sentí sangre en mi boca a lo que a su vez escupí en mi mano dos dientes.
— ¡Chi-Chicos! —Grite algo asustada mientras veía los dientes en mis manos.
Jilaiya abrió la puerta entrando rápido a la cabaña, Samael entro detrás. Voltee a verlos.
— ¿Que carajos me pasa?
—Tranquila es normal —Samael fue conmigo arrodillándose delante de mi poniendo sus manos sobre mis piernas.
Ya estaba vestida tenía con un vestido hecho de sábanas blancas que Jilaiya había confeccionado para mí con ayuda de unas sogas.
—Yo no veo esto normal —Le enseñe mis dientes — ¿Que me está pasando, Samael?
Los chicos se miraron y Jilaiya se sentó a mi lado tomando mi mano y los dientes.
—Te sigues transformando, tu cuerpo apenas está aceptado tu poder, mi angelito —Dijo y acaricio mi cabello con su mano libre —Estos dientes no significan nada, mira —Señalo al espejo y me mire en él.
Sonreí ligeramente pero no me faltaba ningún diente solo que donde estaban mis colmillos normales habían otros un poco más filosos. Abrí más la boca y estos se alargaron de forma amenazante, me asusté y cerré mis labios cortando uno de ellos.
— ¡Ash! —Gruñí y alce mi mano para tocarlo, mire mi dedo y vi sangre en ellos — ¿Son...?
—Tus colmillos, amore —Samael se acercó y limpió mis labios acariciándolos. Yo me quedé mirándolo y el me sonrió —Todo estará bien.
Asentí levemente y él se levantó, todos sentimos los pasos de alguien acercarse entre el lodo, afuera de la cabaña. Jilaiya solo me miraba y yo acaricie su mejilla, Samael olfateó en el aire.
—Es Abigor... se está acercando —Dijo y miro a Jilaiya, Jilaiya lo miro a él y bajo la cabeza avergonzado.
—Estoy aquí —Le dije y tome su mano nuevamente.
La puerta de la cabaña se abrió sonando aquel chirrido incómodo por el óxido, Abigor entro gruñido pero se detuvo en seco, creo que al sentir mi olor, pues poco a poco giró su cabeza hacia mí. Yo lo miré y me puse muy nerviosa, tenía frente a mí a mi primer amor, el más grande amor, mi primer te amo y mi primera vez, a esos ojos que me habían mirado alguna vez como si fuera su más hermoso tesoro, pero que ahora solo me miraba de forma seca y fría con la palabra MENTIROSA plasmada en sus pupilas.
Ambos estábamos en silencio, mirándonos, pero él se veía sorprendido.
— ¿Qué haces aquí?
—Abigor deja que te explique —Samael camino hacia él, pero Abigor lo empujo apartándolo y me miro a mí.
—Te hice una pregunta, Alma.
—A-Abigor... —mis ojos se aguaron con sangre y sus ojos se abrieron.
—Tus... tus lágrimas...
—Eres un imbécil, Abigor —Samael suspiró y le hizo darse la vuelta hasta sacarlo de la cabaña saliendo junto con él.
—No llores, Angelito —Jilaiya seco la lágrima que había escurrido por mi mejilla —El solo no sabe la verdad, no comprende...
—Lo sé... —Dije tonta y mire a la puerta. —Llévame afuera, los cuatro necesitamos hablar.
— ¿Segura?
Asentí y él se levantó ayudando a levantarme. Mis pies descalzos tocaron el suelo y puede levantarme apenas un poco ¡Demonios! ¿COMO ENFRENTARIA A MIS ENEMIGOS ESTANDO ASI DE DEBIL? Jilaiya me veía preocupado, estaba poniéndome muy pálida y mis ojeras aumentaban con el paso de las horas.
Camine hacia la puerta con ayuda de mi castaño hasta salir de la cabaña, ahí Samael y Abigor estaban teniendo una fuerte pelea de palabras.
— ¡Nos dejó solos, Samael!
— ¡Eso no fue lo que pasó, escúchame Abigor!
Yo los miré a ambos mientras sentía que mi corazón no paraba de bombardear mi pecho con sus latidos acelerados.
—Chicos... —intente hablar pero no me dejaban.
— ¡Es una mentirosa, ella no ha podido recordarlo todo! —Gritaba Abigor poniéndose la mano en el pecho — ¡No ha podido, porque si no, no tendría cara para mirarnos después de habernos abandonado!
— ¡Abigor, Por el amor que le tuviste una vez, para ya!
—Chicos... por favor... —Jilaiya también intento detener la discusión cuando noto mi mirada triste en Abigor
¿Que decían las palabras de Samael? ¿A caso ya Abigor no me amaba? ¿Me odiaba?
— ¡Y ahora volvió a abandonarnos! —Grito nuevamente Abigor y Samael no tuvo más opción que soltarle un puñetazo en la cara que lo hizo caer de culo al suelo.
— ¡Cállate, tú no sabes nada! —Las garras y colmillos de Samael habían salido por la furia y sus ojos estaban brillando en poder — ¡Alma no tiene la culpa de nada, Jilaiya la...!
Se detuvo mirando los ojos asustados de Abigor mientras al mismo tiempo lo miraba sorprendido. Samael miró a Jilaiya que solo me sujetaba con firmeza mientras asintió levemente para que le contara la verdad, pero Samael se quedó callado, no podía decirlo en voz alta, porque a él también le dolía recordar el momento en el que encontró a su hermano lleno de sangre y tirado en el suelo frente a lo que quedaba de mis huesos.
— ¿Jilaiya que? —Abigor pregunto.
Samael solo cerró los puños encajando sus propias garras en la planta de sus manos para calmarse.
— ¡Habla Samael!
— ¡Yo la maté, Abigor! —Jilaiya hablo y yo lo miré. Su voz se quebró — ¡Yo la mate!
— ¿Que...?
— Hace más de 230 años la mate...
Abigor se nos quedó mirando, pensé que ya la pelea había terminado, pero los ojos dorados de Abigor se pusieron muy intensos. De su cabeza salieron cuernos y sus uñas se convirtieron en garras, se levantó y salió corriendo hacia Jilaiya.
— ¡Te voy a matar!
— ¡No, no harás eso! —grite y me solté de Jilaiya corriendo hacia Abigor, lo agarré de las mejillas y le planté un beso en los labios.
Abigor se detuvo de repente quedando completamente petrificado, sus ojos se abrieron como platos pero yo cerré los míos. No separe mis labios de los de él, solo baje mis manos a su cuello abrazándolo para no caerme. Las garras y cuernos de él desaparecieron y sus manos cayeron a sus lados. Me separé poco a poco y miré sus ojos.
—Cálmate... por favor, vamos a entrar los cuatro, no todo es cómo estás pensando, Jilaiya no me mato por que quiso...
—Alma yo...
—Yo, te amo... —le dije y el solo me abrazó con fuerza escondiéndose en mi cuello.
Las horas pasaron y estábamos todos dentro de la cabaña mirándonos unos a otros, Jilaiya le había contado todo. Pero Abigor se rehusaba a creer que su propia madre he había hecho eso y que me había intentado desaparecer hace unos días también.
—Nuestra madre debe pagar, Abigor —Samael lo miraba serio.
Samael lucia realmente serio y dominante como el rey que fue y siempre será para mí. Su carácter hablaba mucho de sí mismo, pero me las iba a tener que pagar por haberme tratado tan grosero cuando aún no tenía mis recuerdos.
— ¿Cómo he podido ser tan ingenuo? —Abigor en cambio solo podía sostenerse la cabeza y negar mientras se jalaba el cabello.
—En serio lo sentimos por ocultarte esto tanto tiempo... —Jilaiya le paso la mano por encima del hombro —Teníamos miedo de tu reacción, más que no sabíamos si la profecía que papá le dio a mamá antes de morir se volvería verdad.
— ¿Qué profecía? —Abigor miró a su hermano y Jilaiya sacó de sus bolsillos aquel papel que la había robado a la reina.
—"Si la princesa muere, su alma encarnará en otra y volverá sin recuerdos. Si la princesa muere, sus príncipes la esperaran y mataran por ella"—Recordé la profecía y mire a los chicos quienes me miraron confundidos y sorprendidos —"Si la princesa muere sin recuerdos volverá, pero si recuerda, la perdición de la reina será."
Todos nos quedamos en silencio y yo miré al fuego que ardía en la chimenea.
—El rey Arturo me mostró sus últimos recuerdos antes de morir y acabar gobernando el tren del infierno —Dije sin que nadie preguntara nada pero necesitaba soltar esta información. Tal vez el rey no era tan malo como yo pensaba... por algo me ayudo a recordar.
—Joder Alma, eres jodidamente hermosa e inteligente ¿Cómo pudiste recordar todo eso? —Samael acarició mi pierna de forma coqueta yo me puse como tomate y miré su mano poniéndome nerviosa.
—No es momento para coquetear, Samael —Abigor gruño celoso mirándolo con el rabillo del ojo.
Mi barriga sonó y sentí como mis colmillos salieron, un fuerte dolor se apoderó de mí tumbándome al suelo.
— ¡Ahaaa!
— ¡Alma! —Abigor se lanzó hacia mí levantándome ligeramente entre sus brazos — ¿Qué carajos le pasa? —Su mirada asustada se bailó entre sus hermanos.
—No sabemos, la hemos alimentado ya con todo lo que solía comer y el hambre no se le quita, es cono una sensación que la quema por dentro... —Jilaiya se detuvo en seco recordando algo —El hambre de un demonio... Carne humana...
—No pienso comer eso —Proteste.
—Si no te alimentamos rápido vas a convertirte en una bestia, Alma. Por favor
—Pídeme lo que quieras pero jamás comeré carne humana, Abigor —Grite nuevamente por el intenso dolor en mi estómago y cuerpo.
Los chicos se miraron preocupados mi transformación estaba consumiendo muchas de mis fuerzas dejándome débil e indefensa.
— ¿Que se supone que debamos hacer? —Abigor se levantó cargándose en brazos.
—Hay que llevarla al castillo, sin que nos vea nuestra madre —Dijo Jilaiya —En la sala de tronos, dentro de la habitación sellada tienen todos los cadáveres de las chicas que hemos matado... Hizo una sala de congelación ahí y...
— ¿Que? —Samael lo miraba confundido — ¿Cómo que...? ¿Por qué no nos dijiste nada?
—Lo descubrí apenas hace unos días mientras buscaba a Alma, no le creía eso de que alma se hubiera ido...
Es verdad, mis monstruos y los chicos habían estado matando doncellas y hermanas en la oscuridad de la noche, pero aunque lo de mis monstruos había llegado a la conclusión de que solo querían protegerme, aún no entendía porque los Reapher habían matado a tantas personas si no se las iban a comer inmediatamente.
Era una duda que no podía darme el lujo de preguntar en estos instantes, necesitaba saciar mi hambre antes de que la misma me convirtiera en algo peor. Tan solo podía quedarme con la imagen de Tamara sonriendo en mi mente para no imaginarla muerta.
—Iremos al Convento esta noche... —Dijo Abigor apretándome contra su pecho —Salvaremos a Alma y la protegeremos hasta que ella sea capaz de poder moverse.
Jilaiya y Samael asintieron.
—Ahora solo hay que averiguar cómo meterla sin que nadie nos descubra —Dijo el castaño.
—Con eso ya te gané yo... —Dijo Samael y fue hacia la mesa de donde agarró un papel envuelto.
— ¡El mapa! —Dije señalándolo y Samael sonrió de oreja a oreja achicando los ojos mientras lo sacudía.
—Exactamente mi lady...
—Joder, ahora si la formamos, haber sido el rey tiene sus ventajas... —dijo Jilaiya viendo como Samael abría el mapa de los pasadizos.
—Hay una entrada justo aquí —Señalo el un lado del castillo —Esta entrada nos lleva a la biblioteca también, de ahí abría que caminar al estilo espía secreto hacia la sala de tronos que tienen sellada desde adentro, pero dado que hay espejos Abigor podría entrar fácilmente y abrirnos la puerta.
—Vale todo bien, pero no tenemos ninguna joya extraña con nosotras —Dije mirándolos — ¿Cómo se supone que se activen las puertas?
— ¿Quien dijo que no? —Samael mi miro y sus hermanos sonrieron.
— ¿Por qué sonríen así? —Me sonroje, se veían jodidamente sexy sonriéndome de esa manera.
Samael saco de los bolsillos de su pantalón aquel anillo con sus diamantes, verdes, dorados y rojos. El anillo con el que los tres me pidieron la mano en matrimonio esa noche tan perfecta de nuestras vidas.
—Chicos...
—Cuando todo esto acabe, Alma... —Hablo Samael.
—Y recuperemos nuestro castillo —Dijo Jilaiya.
— ¿Te gustaría volver a retomar nuestras vidas y gobernar nuestro propio pueblo los cuatro juntos? —Abigor me miraba con amor y tristeza. Los tres los hacían.
A pesar del dolor en mi cuerpo mi corazón reposaba de alegría por volver a estar junto a ellos. Había tenido tantas dudas al inicio de esta historia que luego de responder todas mis preguntas sentía como si estuviera soñando, como si estuviera teniendo el sueño más bonito y no quisiera despertar.
Había peligros afuera y tal vez las cosas empeorarían, pero ahora en este momento todo era perfecto de no ser por el hambre insaciable que me consumía. Los miré a los tres y una sonrisa se formó en mis labios.
—Acepto...
Los chicos sonrieron aún más y Samael deslizo el anillo en mi dedo. Estaba tan orgullosa de ellos que por un momento podía olvidar que en la noche nos adentraríamos en el lugar donde toda la tragedia empezó.
La sala de tronos.
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro