CAPÍTULO 27: "TRAUMA"
nota de la autora: Psssss capitulo altamente sensual, advertidos están, pero sobre todos les deje ahí arribita cancioncita para leer.
.
.
.
Capítulo 27:
Narra Alma
.
.
.
¿Cuál era la sensación que me envolvía? Eso era un poco extraño de explicar, por un lado estaba feliz con un anillo de tres diamantes distintos plasmado en uno de mis dedos mientras miraba por el ventanal gigante de la habitación de Samael ¡Me iba a casar con los hombres de los que me había enamorado después de todo! Pero por otro lado había una sensación de peligro que no me dejaba dormir bien.
Había pasado casi un mes desde que me había vuelto la prometida de Samael, Jilaiya y Abigor pero esa noche después de los besos y risas mi Jilaiya simplemente desapareció del palacio y al día siguiente la reina nos avisó sobre su ida hacia una misión de mensajeros a un pueblo muy lejano. Era como si algo no encajara, mi Jilaiya nunca salía de su preciado cementerio lleno de sus tumbas perfectas que cavaba con tanto empeño y esfuerzo. Ese era su lugar seguro y especial, tal vez si hubiera sido Abigor el que hubiera aceptado ir me hubiera tranquilizado un poco más, pues él era más aventurero y se sabía los bosques que nos rodeaba mejor que nadie.
— ¿En que está pensando mi sexy prometida? —los brazos de Samael me envolvieron desde atrás sobresaltándome y sacándome de la gran laguna de preguntas en mi cabeza.
Mis manos bajaron desde mi pecho hasta las manos de Sam posándose sobre ellas y entrelazando nuestros dedos.
—Pensaba en Jilaiya... —Dije casi en un susurro —Lo extraño —El recostó su cabeza en mi hombro.
—Lo sé, ya ha pasado un tiempo desde que se fue, es muy extraño que no nos haya dicho nada, ese idiota debía haber escrito una carta al menos, pero ya sabes cómo es el... —dijo y puso sus manos en mi vientre a lo que me sonroje y reí al mismo tiempo.
— ¿Por qué pones tus manos ahí? No atraigas bebes tan temprano a la familia pervertido.
Él se río y me miró.
— ¿Y eso qué? —Su lengua lamio mi rostro —Podríamos estar haciendo uno ahora mismo.
—Aún no estamos casados Samael, bastantes miradas tengo ya por no haber guardado mi virginidad... —Me volteé hacia él y abracé su cuello mientras él me tomaba por la cintura con delicadeza.
—Odioso Jilaiya que no llega, ya estuviéramos en la realización de un heredero para nuestro trono, mi futura reina.
—Ay Sam —Reí y lo bese de forma dulce pero bueno el pecado de la lujuria no se conformaría con ese besos, el bajo sus manos a mi trasero y lo apretó apegándome a el — ¡Mmm! —me separe — ¡Ey, manos confianzudas!
Reí mirándolo y él me sonrió coqueto a lo que me le quedé mirando a los ojos encantada por ese verde tan intenso que bien podría ser un hermoso campo lleno de flores con un gran cielo despejado, pero no, esos ojos eran el infierno mismo que me atraía a desnudarme y a darle mi cuerpo mientras lo contraía con placer sobre el suyo. Sus manos alzaron mi vestido queriendo acariciar más descaradamente pero un ligero toser desde la puerta nos interrumpió.
Mire en esa dirección y ahí estaba Abigor alzando una ceja y cruzado de brazos, a simple vista se veía como los celoso se lo comían vivo, el brillo de su mirada lo delataba, siempre lo había estado pero se las aguantaba bastante y en cuanto podía se desquitaba completamente en mi cuerpo.
—Samael, te buscan en tu oficina —Dijo mirándolo solo a él.
— ¿Otra ves?
—Eres el rey, nadie te mandó a ser uno —Dijo sarcástico y rodio sus ojos mientras sacaba de su pantalón un dorado reloj de bolsillo para ver la hora —Y en veinte minutos tendrás que dar una charla al pueblo con nuestros tíos.
—Mierda —gruñó y soltó mi vestido alzando sus manos y pasándolas por su rostro de forma frustrante.
—Anda ve... —Le dije arreglando su traje de rey color rojo de rasgos dorados mientras captaba su atención.
—Vuelvo en unos minutos ¿Si? —tomo mis manos y con suavidad dejo un beso sobre ellas antes de irse de la habitación, dejándome a solas con Abigor.
PELIGRO
Un silencio se apoderó del lugar pero por muy poco tiempo, pues los pasos del pelinegro se empezaban a acercar poco a poco hasta tomar mi mano llevándosela a los labios desesperados por limpiar los besos de Samael con los suyos.
— ¿A caso piensas pasar todas las noches con él? —Su voz sonaba algo triste y ronca mientras se acercaba lentamente a mí acariciando mi rostro detallando cada centímetro de mis facciones.
—Es mi rey —me limité a decir, estaba algo nerviosa teniéndole tan cerca, pero no solo era eso. Su mirada me estaba devorando.
—Y yo tu príncipe... —Dijo y me agarró desprevenida apegándome a su cuerpo con una de sus manos libres —Y como se nota que no necesito magia para hacer que se te derritan las piernas...
Una sonrisa traviesa salió de sus labios mientras agarraba mi barbilla alzando mi mirada hacia él pues intentaba no mirarlo directamente a los ojos, una vez atrajo mi atención rozo nuestros labios. No mentía, tan solo con sus roces y miradas ya sentía el cuerpo temblando y palpitando por él.
— ¿A si? —dije y sonreí coqueta para no demostrar debilidades.
Vamos alma no te dejes intimidar.
— ¿A caso intentas hacerte la fuerte, mi amor? Sabes que no vas a lograrlo —empezó a caminar haciéndome retroceder a pasos tortuosamente lentos hacia el tocador de madera blanca y gran espejo dorado, hasta que mi trasero chocó contra la esquina quedando acorralada.
—Tal vez —Dije y el solo sonrió aún más coqueto.
Un viento cerró la puerta antes de que mi lindo vestido verde callara hechos pedazos por las garras de Abigor, me había dejado completamente desnuda delante de él en solo un movimiento. Mis mejillas se habían encendido en un sonrojo notorio como si del fuego se tratase y mis labios resecos y temblorosos perdieron toda la saliva que en algún momento habían tenido.
—Tus pechos como piedra y aún no he hecho nada —Susurro a mi oído mientras su garra acariciaba desde el punto más sensible de mi cuello, bajando entre mis pechos hasta por debajo de mi ombligo donde detuvo su mano y sonrió ladino —Que niña más traviesa, quiere ser castigada.
—Eres un depravado —Dije y el volvió a subir sus manos hasta mis pechos agarrándolos y masajeándolos suave mente con esas manos tan delicadas pero de dedos enormes y tentadores.
—Hare que te arrepientas de decir eso —Dijo y lamio sus labios inclinando su cabeza hasta meter uno de mis pezones a su boca.
Mi piel fue recorrida por una sensación escalofriante, la otra mano libre bajaba y subía deliberadamente por mi espalda hasta agarrar mi cabello y enredarlo entre sus dedos.
Un ligero suspiro salió entre mis labios mirando sus ojos dorados mirándome con deseo mientras su lengua y dientes hacia maravillas, la otra mano que estaba en mi otro pecho bajó nuevamente por mi obligo acariciando muy cerca de mis lugares más húmedos.
Empecé a gemir cuando tan solo apretó mi muslo y sus dedos rosaron en partes sensibles jugueteando. Mordí mi labio y aun jugando con mis pezones como si fuera un bebe hambriento por leche susurro:
—Ya siento como me esta llamando tu olor, no te resistas a pedirme más, mi amor
—Abigor... —Mi voz temblorosa lo llamaba mientras sus manos se metieron más allá de lo profundo. Sentí uno de sus dedos empezar a tocar aquellos lugares donde no llegaba el sol de una manera completamente deliciosa a decir verdad.
—Eso preciosa —Sus labios soltaron mis pechos y su lengua subió a mi cuello besándolo de forma húmeda, dejando varias marcas a su paso.
—Ahaa, si... —Gemí sobre su oreja y tímidamente baje una de mis manos posada en su abdomen hacia donde una erección poderosa se marcaba en su pantalón —Mierda —revire levemente mis ojos y lo apreté un poco a lo que lo oí gruñir ronco en mi oído.
— ¿Tocando cosas indebidas? —Su voz se había vuelto muy ronca — ¿Quieres más?
—S-si por favor... —Dije y él sonrió separándose de mí, cerré mis ojos nerviosa esperando ansiosa al sentirlo desnudo contra mí, pero de un momento a otro solo sentí el toque de su dedo en la punta de mi nariz.
¿HE?
Abrí los ojos y él me sonreía burlón. OH NO ¿Me estaba tomando el pelo? Mi mirada confusa lo recorrió.
— ¿Ahora quién es la depravada, ha? —Alzo la mano que había estado jugando indecorosamente en mi intimidad a sus labios y lamio sus dedos sacando sus colmillos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al entender que solo había jugado conmigo.
—Eres un idiota ¿Sabes? —Tome las telas de mi vestido roto en el suelo tan rápido como pude y mis piernas temblorosas me dejaran agacharme.
—Ey no te enojes... —Me pidió él acercándose de nuevo a mí, pero yo lo separe
—Te quiero matar —Dije mirándolo y agarre un adorno tirándoselo pero él lo esquivo.
—Calma fiera
— ¡Ay, te odio Abigor! —Seguí tirándole cosas.
—Mentiras —Desapareció y apareció desnudo detrás de mí mordisqueando la punta de mi oreja, algo que me congelo en el tiempo —Me amas tanto que es imposible dejarte así sin oír antes como gritas mi nombre.
—Y-ya no quiero nada —Dije sintiendo todo lo suyo pegado a mí.
—No te noto muy segura de ello —dijo pero yo me separe encarándolo y lo agarre de las mejillas besándolo con ferocidad, su mano se encargó de agárrame bien mientras con otro viento mando a tirar todo lo que estaba sobre el tocador.
Seguimos besándonos como si se fuer acabar el mundo hasta que el aire se nos agotaba y nuestros labios se separaban llenos de saliva. Me voltee de espaldas nuevamente y su mano se posó en mi espalda inclinándome hacia delante bruscamente, poniéndome completamente desprotegida contra él. Sentí sus manos acariciar mi figura mientras yo solo podía sujetarme del tocador mirándolo por el puto espejo.
—Además... que se piense Samael que tu primer hijo será de él, me debes muchas noches aún —Me dio una fuerte nalgada a lo que un gemido salió de mis labios. Su cuerpo se inclinó hacia mí y sus colmillos se encajaron en mi cuello mordiéndolo.
Un dolor inmenso se apoderó de mi pero luego la sensación de calidez de su entrada en mis cuevas me llenó de lujuria haciéndome temblar hasta los pelos.
Abigor podía ser frío y seco en muchas ocasiones, pero cuando se trataba de tenerme para él se volvía el más detallista y noble hombre, capaz de hacerme gemir su nombre más de siete veces en un día.
—Mataría a un pueblo entero... aha... —Sus gemidos eran jodidamente sexys —Tu solo pide por esa boca.., —Dijo mientras sacaba sus colmillos y agarraba mis caderas moviéndose en lo que una de sus manos subió por mi cuello apretándolo —Prefiero ser un reí sin pueblo que un rey sin su reina.
—Ahaa Abigor —Gemí alto mientras rasguñaba la madera y mi cuerpo se mantenía en pie de milagro...
—Alma aha...
...
Pasaron las horas y tras varios intensivos contra la cama y el tocador del cuarto de Samael me encontraba en una bañera siendo mimada por el causante de míos dolores de cadera.
El sonido del agua hacia eco en las paredes mientras yo mantenía los ojos completamente cerrados. Mi cuerpo estaba lleno de chupetones y marcas de los colmillos de Abigor apenas y podía mover mis brazos para tocarle la mejilla pues ya estaba chillando.
Abigor reía entre dientes sin dejar de mirarme.
— ¿De qué te ríes?
—Creo que hoy me lucí —Dijo Abigor y yo abrí los ojos mirándolo.
— ¿Tanta gracia te da verme en estas condiciones? Sinvergüenza, dios debería castigarte.
—Ey no digas esas tonterías —dijo algo serio a lo que yo sonreí.
Lo había hecho enojar de nuevo pero cuando vio mi sonrisa negó y volvió a sonreír. Su mirada enamorada hacia que mi corazón se disparase en mil pedazos.
—Te amo... —Sus palabras me tomaron por sorpresa tanto que solo, me quede mirándolo en silencio —No quiero que me abandones nunca Alma, ya ninguno de nosotros tres sabe vivir sin ti —sus palabras me llegaron como una bomba —Quiero que lo sepas siempre.
—Siempre volvería a ti, a ustedes... volvería a donde tu estés, así seas frío y sereno, nunca me alejaría, aun sin memoria te amaría con mi alma. Yo también mataría por voz... —Susurre acariciando su pecho desnudo pues solo traía pantalones —Mi héroe...
—NO...—Sonrió —Tu villano
Se acercó lentamente y me beso sujetando mi cabeza mientras se sacaba el pantalón para luego entrar a la tina y meterse entre mis pechos escuchando los latidos de mi corazón.
En la noche luego de disculparme con Samael fui a dormir donde mi pelinegro pero mientras estábamos abrazados sentí la voz de Jilaiya llamándome. Mis ojos se abrieron lentamente sin creer lo que habían oído y mi cuerpo más que adolorido se sentó en la cama esperando volver a oírlo.
— ¿Jilaiya?
Puro silencio me consumió, pero cuando pensé nadie respondería lo volví a sentir, esa inconfundible voz.
''Alma''
—Jilaiya —Dije en susurro y me levante prendiendo una vela para iluminarme entre la oscuridad.
Voltee a ver a Abigor pero el solo dormía profundamente así que decidí salir de la habitación y buscar a Jilaiya por mí misma... Pero solo caí en la trampa de la reina cuando la oscuridad y la noche me traicionaron en la habitación oculta de la sala de tronos, cuando al encontrarlo con los ojos más que rojos completamente descontrolado por el hambre el solo sabía susurrarme perdón.
Morí con su guadaña en el pecho y su hambre desgarrando mi cuerpo ya débil. Mientras para los demás yo solo había desaparecido... Jilaiya ocultaba su peor pecado y más grande trauma bajo sus bromas y sonrisas siniestras. La bestia de Jilaiya había acabado conmigo mientras su parte humana quería matarse por cometer tan acto.
''Perdóname angelito, perdóname mi amor''
.
.
.
ACTUALIDAD
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro