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CAPÍTULO 23: "Desnuda"

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Capítulo 23:

Narra Samael

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Si algo me hacía feliz era molestar a mi hermano más pequeño; Abigor. Pero debo admitir que más que nada sentía envidia por el al ser el favorito de mamá, después de todo... él era eso...el pecado de la envida. Por eso desde que me enteré de que a mi querido hermano le gustaba nuestra prima, además de verlo asqueroso, lo vi como una oportunidad de hacerlo sentir esa preciosa envidia de la cual el tanto lucia en sus ojos.

Lo había vigilado días y noches, esperando una oportunidad a poder empezar mi plan en marcha y después del largo y lujurioso beso que vi en el jardín eterno, me di cuenta de que por fin había llegado mi oportunidad. Le enamoraría hasta los pelos y luego cuando ya me hubiera acostado con ella la desecharía.

Era un plan estupendo ¿Que podría pasar?

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Habían pasado horas desde lo ocurrido en la habitación de Abigor y mientras mi padre y mi tío discutían yo me concentraba en ir a enfermería, nunca había estado a su lado como Abigor y lo más seguro me trataría como el asco más grande por andar de chismoso.

Debía ganármela como amiga antes que todo y enamorarla antes de un mes. Entre a enfermería y ella estaba en la camilla sentada mirando por la ventana de cristal mientras un vendaje cubría su cabeza.

— ¿Tan pensativa por alguien que ni vale la pena?

—Lárgate Samael, no quiero verte.

—Solo te hice un favor, Abigor no te conviene...

—Tú no sabes lo que me combine... si quería estar con él no era tu problema —Dijo y se volteó mirándome directamente a los ojos, sintiendo yo una extraña electricidad que me corrió por el cuerpo.

No había dado cuenta que tan hermosa era hasta que sus ojos no me miraron de esa forma.

Concéntrate Samael

Me quedé mirándola y solté una de mis sonrisas coquetas activando inmediatamente mi poder lujurioso.

— ¿Y si te dijera que eres demasiado hermosa para él? Sabes cuál es su poder, les roba la belleza y juventud a otras personas para seguir vivo y joven ¿Que te hace pensar que no eres una de sus víctimas? Tal vez solo se quiere aprovecharse de ti —Camine lentamente hacia ella y acaricie su suave cabello mientras ella se había quedado mirándome —Después de todo eres una belleza muy joven aun... y debo admitir que hasta yo me vuelvo loco por verte en mi cama desnuda...

Me acerqué quería besarla la tenía justo donde yo quería, con sus labios ligeramente abiertos, pero por su parte lo único que recibí fue una muy fuerte cachetada.

— ¡Maldita, zorra!

—Vete a la puta mierda tú y tus ligues baratos.

Se recostó en la camilla y se cubrió rápidamente con la manta. Yo saqué mis colmillos venenosos y mi piel se puso escamosa, juro la iba a matar en ese momento de no haber sido por Jilaiya que entró en la enfermería.

— ¡Samael, te llama nuestro padre! —gritó ya que estaba hasta la última camilla, rápido volví a mi estado humano mirándolo serio.

— ¡Ya voy! —Grite y la miré de reojo pero luego avance a la puerta saliendo de ese lugar dejándola completamente sola.

Salí de la enfermería mientras sujetaba mi mejilla con fuerza. Jilaiya me miraba con burla aguantando sus carcajadas para no derrumbarse ahí mismo.

— ¿Que pasó, Sam? —Jilaiya me miró mientras yo permanecía serio — ¿Primera que se te niega a tan solo un beso?

—Ella va a caer... —mire a Jilaiya dándole una mirada de muerte — Y si le dices una sola palabra a Abigor o nuestro padre prometo quemarte vivo.

— ¿Ahora por qué tanta obsesión con ella, si ni siquiera te interesaba?

—Exactamente... —Dije con una pausa llevando mi mirada al frente y viendo a Abigor siendo golpeado con un látigo en la espalda al asomarme por uno de los balcones que daban al patio real —No me interesaba... —Sonreí con maldad y diversión —Ahora me interesa mucho...

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Pasaron los días y noches, me habían ordenado vigilar a Abigor y Alma para que no se juntaran algo que me ayudaba mucho con los planes que tenía. Caminaba por los pasillos de piedra del castillo pensando en mi siguiente paso a dar, cuando de repente la vi salir de su dormitorio a escondidas, casi no me dio tiempo pero logre ocultarme rápidamente detrás de una columna para que no me viera. Luego de revisar varias veces a sus lados ella decidió caminar rápido hacia la biblioteca.

Transforme mi cuerpo en escamas de serpiente y la perseguí en la oscuridad brindada por cada esquina o sombra hasta llegar al jardín eterno, donde la vi correr a los brazos de Abigor quien la cargó en sus brazos besándola rápidamente mientras ella se rompía a llorar.

Sentí algo en mi pecho, algo que nunca había sentido como si mi sangre hirviera y mis colmillos se afilaran aún más, me enrede por el tronco de uno de los árboles justo al lado de una manzana y los mire atentamente.

— ¿Estas segura que nadie te vio? —Preguntó mi hermano separando sus labios con delicadeza para mirarla y ella negó.

—Nadie me vio, mi amor.

— ¿Cómo está tu herida? ¿Ya sano?

—Si... ¿Pero y tú?

Él se quedó mirándola y se dio la vuelta levantando la camisa blanca que lo cubría mostrando grandes cicatrices en su espalda.

—Sanaran...

—Abigor...yo... lo siento...

—Ey no es tu culpa —Dijo el rápidamente y dejo caer su camisa para volver a voltearse y mirarla,

—Si lo es —Ella lloraba.

—No son nada, ya casi no me duelen —levanto su mano y acaricio su mejilla —Lamento lo que paso.

—Yo no —Dijo ella y acaricio sus labios —Lo haría cien veces más por repetir esa noche aunque en otro sitio... —Entre lágrimas soltó una risa coqueta

Él le sonrió y la besó apegándola a su cuerpo y acorralándola contra un árbol mientras la besaba con amor, pero ese beso se fue tornando según los segundos pasaban de una forma muy lujuriosa y posesiva.

Mi hermano llevó sus manos a la parte de atrás de su corset desabrochándolo y tirándolo a un lado para luego bajar con delicadeza las mangas de su vestido hasta dejarla desnuda ante él.

¿COMO EXPLICAR LO QUE HABIAN VISTO MIS OJOS EN TAN SOLO SEGUNDOS?

Nunca había visto tanta lujuria en un cuerpo tan hermoso como el de Ella desnuda. Sus pechos que saltaban según las embestidas DE ABIGOR, ni tan grandes ni tan pequeños que convidaban perfectamente con su cintura y su trasero siendo apretado por las sedosas manos de él.

Y cuando de su boca empezaron a salir tan hermosos sonidos de placer...

OH DIOS MIO

Sus gemidos resonaban por todo el jardín mientras su cuerpo sin ropa se contraía bajo los músculos de Abigor que la tomaban haciéndola suya ahí mismo.

Envidia

Era lo que sentía mientras los veía gemir cuando el entraba y salía de ella y ella rasguñaba su espalda y hombros.

Me fui de ahí para que la lujuria no me consumiera aún más de lo que ya mis instintos masculinos habían absorbido.

Desplazándome de vuelta a la habitación me propuse verdaderamente en dejar a Abigor fuera de este juego en el que solo alguien podía quedársela, yese alguien era yo, por lo que me hacia falta una pequeña ayudita. Entre a mi habitación y ahí estaba Mal desnuda sobre mi cama esperándome a mí.

—Demoraste mucho... —Sus ojos bajaron a mi pantalón — ¿Que carajos estabas haciendo Samael?

—Vengo a hacerte una propuesta...

Me empecé a sacar la ropa de poco a poco mientras la miraba a los ojos recordando esas imágenes del cuerpo de Alma desnuda y gimiendo. Ella no se contenía de mirar cada pedazo de piel que yo le revelaba.

Mal siempre fue nuestra mejor amiga y aunque siempre estuvo tras Abigor enamorada de él hasta los tobillos, pero él nunca le hizo caso por estar detrás de Alma como bobo... Aunque al llegar a una edad adolecente Mal y yo empezamos a tener deseos que solo el uno al otro nos lo podíamos quitar. Seguía habiendo amistad, esto no había cambiado para nada solo que ahora con 21 años la amistad estaba más que reforzada.

— ¿Ahora que me iras a pedir he? —sonrió coqueta.

— ¿Tú quieres a Abigor para ti no? —Pregunte subiéndome encima de ella y metiéndome entre sus piernas.

—Sabes que siempre es lo que he querido Sami... —Río y acaricio mi cabello sacándolo de mi cama.

—Entonces me vas a ayudar... —Me acerqué besando su cuerpo de forma húmeda y lamiéndolo con mi lengua de serpiente.

— ¿Exactamente qué debo hacer y por qué tan repentino esto? Pensé que no me querías compartir.

Era verdad me daba asco tocar las cosas que mis hermanos ya habían tocado pero ahora era diferente, la quería a ella, a Alma en mi cama desnuda gimiendo mi nombre y no el suyo.

Saque mi cara de su cuello y la jale por la pierna acercándola y acomodándola a mi comodidad

—En respuesta a tu primera pregunta solo debes hacer que el caiga en una trampa... —la miré y empecé a besar su abdomen bajando poco a poco por su vientre.

— ¿Y-y en la segunda? —Su voz empezó a sonar agitada.

—Digamos que sería solo un simple intercambio...mientras tú te quedas con Abigor... —Bese cerca en sus dotes femeninos a lo que ella gimió arqueando su espalda —Yo me quedo con la primita...

— ¡Ahaaa joder...! no sé qué le ven pero... —Volvió a gemir luego de meter mi cara entre sus piernas — ¡Acepto!

—Ni siquiera te lo pensaste

— ¡Ahaaa! —Volvió gemir y yo sonreí satisfecho sin parar —Tu a lo tuyo y... ¡Ahaaa!... yo a lo mío.

—Eso... —Dije y termine hundiendo mi cara entre sus bosques prohibidos.

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Pasaron los días y tras una trampa que Mal y yo estuvimos pensando durante días, ahora tras una pared en el jardín eterno la pelinegra y yo observábamos como la pareja clandestina discutía con fuerza.

Alma tenía los ojos hinchados por las lágrimas y Abigor no sabía que iba a decir más que negar con la cabeza.

Mal había estado coqueteándole a mi hermano e incluso una vez lo beso frente a mamá, lo cual hizo que no la pudiera separar para no abrir sospechas sobre su relación con nuestra prima.

Alma lo había visto y aunque luego de no hablarle una semana entera ella lo perdonó sabía que habíamos abierto la puerta de la desconfianza entre ella y Abigor, por eso mal y yo tuvimos que tomar medidas fuertes y hacerle pensar a Alma que Abigor se había acostado con otra mujer.

En este caso; Mal

— ¡Sínico desvergonzado! —Alma golpeaba su pecho en su mano había ropa interior de mujer — ¿Aún vas a seguir negándome cuando mis oídos escucharon tus gemidos resonando en la habitación de Mal? ¿Y luego esto en la tuya? —Le tiró la ropa interior a la cara.

—Alma en serio no fui yo tienes que creer en mi por favor, mi amor —Abigor intento acercarse a ella pero un fuerte cachetada lo detuvo.

— ¡No me digas mi amor! —Sus ojos lo miraban con dolor —! No me vuelvas a tocar, esto se terminó! —Alma sujeto su pecho algo que me preocupo.

¿Le dolía? ¿Se sentía mal?

— ¿Alma? —Abigor intento tocarla pero ella dio un paso atrás

—Vete a la mierda, se feliz con ella.

Alma dio la vuelta y salió de ahí con la mano en su pecho, Abigor había quedado ahí parado sus ojos se habían vuelto oscuros como los de un humano ¿Eso hacia el amor? ¿Acaso te volvía tan débil al punto borrar nuestros poderes demoniacos?

No, no podía pensar en eso, estaba a punto de lograr mi objetivo. Sin embargo la preocupación me invadía.

En un rato caminaba por los pasillos buscándola, quería ver como estaba pero terminé encontrándola en la enfermería mientras una de nuestras enfermeras medios sus latidos y presión.

—Alma —Fui con ella rápidamente, la enfermera ya se iba.

— ¿Tu otra vez?

—Ey solo me preocupo por ti... Hace un rato te vi sujetándote el pecho ¿Estas bien? —Tome su mano y la bese como un caballero.

Ella se quedó mirándome algo extrañamente confundida.

—Solo fue un mal disgusto —Ella volteó a ver hacia la puerta y tras los reflejos de sus pupilas pude ver a Abigor parado en el marco, sujetando una flor con los puños algo cerrados, pero luego me miró a mí y me sonrió.

QUERIA PONERLO CELOSO

Una sonrisa salió de mis labios si me iba a utilizar la dejaría gastarme todo lo que quisiera.

— ¿Pero ya estas mejor?

—Si tranquilo

—Alma... —Me quedé mirándola.

— ¿Si?

—No sé si te has dado cuenta pero he estado tras de ti todas estas semanas...—Sentí la mirada seria de Abigor en mi espalda pero la mirada encantadora de Alma me daba las fuerzas suficientes para morir si así pasaba — ¿Me darías una oportunidad?

—Oh valla... Samael...

—Anda no te vas a arrepentir

Sus labios se abrieron mientras sus ojos parecían confundidos no sabía si aceptar o no, así que yo tomé las riendas del asunto, me acerqué lentamente a ella.

— ¿Samael?

—Calla y déjate llevar

Junte mis labios a los suyos y sentí como su cuerpo se tensó pero al mismo tiempo puso sus manos en mis mejillas sintiendo como mi corazón latía como loco. Ahí lo había entendido todo, me había enamorado de ella aunque no lo quisiera creer, ella cerró sus ojos y yo abrí los míos que brillaban en un verde esmeralda intenso, los sabia pues tras de alma había un pequeño espejo.

El rostro de Abigor apareció ahí en lo que seguía besándola con deseo y lujuria el me lanzo una amenaza de muerte con la mirada algo que provoco mucha diversión en mí, a lo que yo sonreí cerrando mis ojos y disfrutando de ese beso.

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Narra Jilaiya

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