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CAPÍTULO 20: "El dibujo"

"...Ese era su nombre, sin maldad, pero sin bondad...sin tanta luz y sin tanta oscuridad... pero cuando se trataba de ellos todo cambiaba..."

Anónimo

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Capítulo 20

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—Te hice una pregunta, Alma.

Estaba sin su sudadera, con sus músculos llenos de sangre y con sus garras afuera. Mis piernas temblaron y di un paso hacia atrás, él me miraba serio respirando como si hubiera tenido una gran batalla.

—Yo... —Titubee un poco sin saber que decirle.

— ¿Que tienes detrás de la espalda? —Pregunto tomándome por sorpresa.

¡Joder! debía pensar algo absurdamente rápido o me descubriría.

— ¡Vine a ver a, Jilaiya! —Dije de un tirón haciendo que su mirada sería se empeorara.

Perfecto, lo había hecho enojar aún más.

Sus pasos caminaron hacia mí de manera firme a lo que escondí rápidamente la tobillera poniéndomela en una de mis manos y bajando las largas mangas de mi bata de dormir.

Yo di más pasos hacia atrás pero en algún momento llegué a chocar de espaldas contra uno de los árboles, dándole la posibilidad de acorralarme con sus brazos posándose a mis costados.

— ¿A caso estás loca, Alma? —Su voz sonaba furiosa — ¡Te podía haber matado!

—P-pero no lo hizo —baje mi mirada a su pecho, a lo que agarro mi mentón con fuerza y volvió a alzar mi mirada a sus ojos.

— ¿A qué juegas? —Me miraba como si fuera el criminal más grande que pudiera existir — ¿A caso quieres llamar mi atención, es eso?

Debía tomar el control de la situación ¿Que me estaba pasando?

—No te creas tan importante —sacudí mi cabeza haciendo que me soltara.

— ¿A no? —Sus brazos me agarraron de la cintura y se apegó a mí con sus labios muy cerca de los míos —Niégamelo —Su mirada era intensa sentía su corazón latir con fuerza y sus músculos contraerse.

Yo estaba con las piernas al punto de casi volverse gelatina ¡Joder que algo me liberase de volver a caer en la tentación! Su cuerpo se encargaba de emanar un tipo de calor que atraía al mío con grandes fuerzas.

—Anda, niégamelo, Alma —una sonrisa sádica se asomó en sus labios —Niégame que quieres toda mi atención en ti.

—Yo...

Sentía su aliento cada vez más cerca pero luego vi como Samael venía arrastrando a un Jilaiya golpeado, en solo pantalones lleno de sangre y algo débil ¿Que carajos le habían hecho?

— ¡Eres un maldito idiota! —Lo empuje con fuerza apartándolo y corrí a Jilaiya, pero Samael se metió en mi camino, él también estaba sin playera, lleno de sangre de Jilaiya — ¡Quítate Samael!

—No —Dijo y me miro serio.

— ¡Que te quites, carajo! —Le grite raspando mi garganta y empujándolo a un lado, estaba como loca — ¡Jilaiya!

Me agaché con él y miré a los otros dos muy enojada.

— ¡Ni se les ocurra acercarse! —me arrodillé recordándolo en mis piernas, manchando mi bata blanco de un rojo oscuro.

—Alma... no...No te metas... —El castaño débil y sin casi aire me habló casi sin poder y luego soltó una risa —Idiotas...

—Debí haberle partido la mandíbula —Dijo Samael intentando ir hacia el con sus puños cerrados pero Abigor se lo impidió.

—Déjalo, lo está disfrutando... —Abigor me miró a mí y miró a Jilaiya —Samael, tráele agua del riachuelo...

El rubio miró a Abigor y gruñó, fue al riachuelo y llenó una hoja con un poco de agua. Yo los miraba muy molesta mientras acariciaba el cabello de Jilaiya. Samael dejó caer el agua sobre los labios pálidos del castaño a lo que este la bebió.

Jilaiya como pudo se sentó recostándose al viejo columpio y me miró torciendo soltando un coágulo de sangre y escupiéndolo a otro lado.

—Tranquila angelito... estoy bien.

Yo los miré y suspiré.

—Malditos hermanos, están locos todos —les dije y me levanté.

No sé por qué me había preocupado tanto si posiblemente ellos eran los culpables de la muerte de mi mejor amiga. Mire a Samael con odio al recordad que el en concreto podría ser el que a Tamara había matado pero también los mire a los demás, en mi mirada se veía desconfianza.

— ¿Alma? —Samael se quedó mirándome y camino hacia mí pero yo me alejé lo que hizo que su mirada seria se confundiera — ¿Tanto me odias ahora?

—Debería hacerlo, debería odiarlos a los tres —me di la vuelta para irme de ahí pero lo que dijo Abigor me hizo pensar las cosas.

—Pero no lo harás... nunca podrás hacerlo, porque eres peor que nosotros.

— ¿Que? —Me volteé a verlos pero habían desparecido.

El jardín congelado en el tiempo había vuelto a su tranquilidad, pero la sangre de Jilaiya había marchitado una parte de este ¿Que querían decir con eso?

Entonces recordé el objetivo verdadero por el que había venido aquí; la madre superiora ¿Que había pasado con ella y donde se había metido?

Busque y busque entre los pasillos que daban al jardín y en ninguno había un rastro de ella, se había esfumado como el alcohol cuando se evapora. No había dejado huellas, pistas, ni un miserable aliento que me dejara seguirla.

Así que me rendí.

Camine a la salida y la puerta apareció sin más a lo que me sentí rara, sentí los pasos de alguien y me oculte detrás de una columna. Era ella, la mire de arriba a abajo buscando la joya en su cuerpo pero no veía nada, solo pude notar una hoja cayendo de su bolsillo la cual no notó y salió del lugar.

Me apresuré a agarrarla mientras me agachaba y al observarla mejor me di cuenta de lo que se trataba ¡Una de las hojas del diario! Si ella llevaba esta lo más seguro tenía otras más.

Me levanté del suelo y rápido caminé a la salida antes de que fuera a desaparecer, la cual al cruzar se cerró al instante y solo me quede dándole la espalad. Camine con cuidado pero no veía absolutamente a nadie ni siquiera a mi mejor amiga.

— ¿Francella? — algo se retorcido dentro de mí — Joder no me asustes.

Por un momento pensé lo peor a mi cabeza venia la idea de que la hubieran matado o incluso descubierto pero no tardó ni menos de 5 segundos a que sus manos se posaran en mis hombros pegándome un susto de muerte.

— ¿Descubrirte algo?

— ¡Santo dios Francella! — sostuve mi pecho...

La cabeza me di vuelta unos segundo la falta de sangre en mi cuerpo ya me estaba afectando demasiado. La miré y ella solo hizo una mueca de lo siento a lo que solo puede preguntar;

— ¿Sabes a donde se fue la madre?

— No... Ella no ha salido aún —Dijo dejándome confundida.

— Pero si yo la vi salir...

— ¿Eso son otras hojas del diario? —Pregunto de forma rápida tomándola y leyéndolas.

—Si... La madre superiora la dejó caer antes de salir, tal vez no se dio cuenta.

—Dios mío...

— ¿Qué pasa?

—Alma mira esto... —Señalo una hoja en especial.

Yo me acerqué parándome a un lado de ella para poder ver realmente aquella hoja. Mis ojos se abrieron y mis pupilas se dilataron era un dibujo pero no de cualquier cosa u objeto. Era un dibujo de Abigor besándose con alguien en el jardín congelado en el tiempo.

—Es...

Yo casi no podía hablar, sentía que el aire no llegaba a mi cerebro. Mi corazón se aceleró y por un segundo sentí que...

—Eres tu... —Francella termino la frase por mí y ambas nos miramos sorprendidas.

—Busca la fecha del dibujo —Dije rápido y ambas empezamos a buscar algún tipo de fecha.

—El dibujo no tiene.

—Pues revisa las páginas —Las agarré y empecé a hojearlas.

—Alma espera, hay que volver a enfermería, se darán cuenta que nos fuimos.

—Dios, es cierto —suspiré y le di las hojas a Francella —Guárdalas

— ¿Yo?

—Si...será lo mejor, quiero que las leas y averigües que fecha es esa página y por qué salgo yo besando a Abi... —me detuve rápido antes de meter la pata —A ese tipo...

—Ok, tranquila, yo me encargo —Dijo y metió los papeles entre sus pechos.

—Ey

—Ahí estarán a salvo

—Más te vale

Ambas reímos y me quejé de la mordida de mi cuello y un leve dolor de cabeza que vino junto a una escena confusa en mi memoria.

Parecía escuchar la música de mi cajita y sentir los brazos de un hombre tomarme de la cintura. Una fresca brisa refrescó mi rostro y los labios de alguien se plasmaban con los míos en un tierno beso lleno de romance, escuchaba risas y voces, y el sonido de un riachuelo.

— ¿Alma? —La voz de mi amiga me sacó de mi estado paralitico.

— ¿Ah?

—Anda vamos

—Si...

Asentí con mi cabeza y mire a la entrada del pasadizo ¿Qué había sido ese recuerdo? Digo...si es que había sido uno. Era imposible, yo ni siquiera había nacido cuando esos tres demonios lo hicieron.

Y no es como que yo fuera otro demonio para tener su misma edad.

Seguí a Francella por los estantes de salida al pasillo cuando sentí que alguien me observa, mire a todos lados pero no había absolutamente nada. Sin embargo antes de salir algo desplazo hacia mis pies la bolsa que había perdido el día que esa cosa me había mordido.

—Mierda —Dije sin más y rápido mire hacia al lado, Samael estaba ahí parado, en la oscuridad, donde los rayos de luz y claridad que entraba desde el ventanal no lo tocaban.

— ¿Alma? —Francella me miró — ¿A dónde miras?

Su mirada se giró hacia esa esquina sombría pero ya no había nada.

—Adelántate, yo iré ahora —le ordene intentando ganar algo de tiempo.

—Vale entonces voy a la habitación directamente a guardar las hojas para luego pegarla al diario.

Yo asentí y ella se fue, me agaché con cuidado y tomé el bolso, lo abrí, ahí estaba todo lo que había pedido incluso la pulsera que me dejaba abrir algunos pasadizos.

Metí mi mano adentro y tome la daga, está estaba cubierta de la sangre de esa cosa y aun así lograba reflejar mis ojos. Suspire y rápido la guardé pero mis ojos notaron algo más, era un anillo.

—A ti no te deje aquí... —Dije y me quedé mirándolo me resultaba algo familiar, tenía una joya dorada incrustado.

Los pasos de alguien hicieron que tomara precauciones, a lo que rápido me metía a esa misma esquina sombría. La madre superiora entró de momento buscando algo desesperadamente por todos lados.

Algunas hermanas entraron con ella siguiéndola s todos lados.

—Madre ya buscamos por todos los lados del pasadizo, no aparecen.

—No puede ser, solo un maldito descuido y perdí esas hojas, hay que encontrarlas, revisen cada rincón del castillo si yace falta. Nadie del convento debe leer eso.

—Madre lo encontraremos.

Ella licia muy alterada, como un criminal cuando sabe que lo pudieran agarrar con las manos en la masa.

— ¿Cómo esta ella?

Pregunto de repente, una de las hermanas la miro.

—Alma está descansando en enfermería, perdió mucha sangre.

—Más les vale, esa niña es lo único que nos puede salvar.

Yo me quedé confundida, incluso más que hace un rato.

—Iré a verla ¿Saben si fue una bestia lo que la mordió?

—No creo... tal vez fue...

—Ni lo pienses, ella no debe saber de ellos.

¿A caso se referían a los hermanos Reapher? Quite un libro y me asome para poder ver mejor. Las expresiones de su rostro mostraban miedo y desesperación.

—Ustedes saben que ellos han causado todo esto por ella. Hay que evitarlo y si es necesario la encerraremos en el cuarto rojo.

—Pero madre, no lo soportaría.

—Haré lo que tenga que hacer para que este lugar deje de tener tantas muertes.

Yo me quedé inmóvil y volví a poner el libro en su lugar. Debía encontrar la manera de salir de ahí sin que me vieran, aunque no me dio mucho tiempo a pensar, sentí los pasos de alguien dirigirse con rapidez hacia mí.

¡Mierda, mierda, mierda!

Chille y cerré los ojos apretándolos pero ellas solo salieron del lugar aunque todo estaba muy silencioso para mí subconsciente. Detecte un latido de un corazón desesperado y la respiración de alguien alterada.

Aún seguía ahí, sabía que estaba esperando el momento exacto a que yo saliera.

—No sé quién seas... pero puedo sentir tu miedo desde aquí y más te vale salir de ahí o yo iré s por ti... a la cuenta de 1...

Sus pasos lentos y precisos se empezaron a acercar.

—A la cuenta de dos...

Gruñí y en el proceso de echarme para atrás tropecé con una estantería tumbando unos cuantos libros al suelo.

Estaba acabada.

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DISCULPA LA TARDANZA!!! ESTA ESCRITORA ES UN DESASTRE PERO AQUI ESTA SU ACTUACIÓN. LOS AMOOOOOO

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