CAPÍTULO 19: "La tobilleras de la amistad"
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Capítulo 19:
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Aún me encontraba en ese mismo pasillo oscuro y engañoso, frente a la silueta de esa niña que se escondía en la oscuridad, tan solo dejándome ver la pequeña caja de música en sus manos. Quería ir, quería agarrarla pero el hecho de que Jilaiya me hubieras advertido que podría ser una trampa me mantenía al margen de la situación.
¿Qué debía hacer?
Esa era mi pregunta. Mire a Jilaiya quien aún sostenía mi muñeca apretandola ligeramente para que no pudiera ir hacia ella. El la miraba atónito ¿A caso sabía quién era?
Volví a mirarla y sentí que debía actuar rápido o se iría. Mire a Jilaiya nuevamente.
—Suéltame —Le dije suavemente.
—Alma, no es seguro
—Eso no lo sabemos, necesito esa cajita por favor...
Me quedé mirándole a los ojos y aunque su mirada se mantuvo firme aflojó su agarre haciendo que pudiera soltarme.
—Alma...
—No pierdo nada con intentarlo...ya he perdido todo lo que me importaba.
Él se quedó callado y yo me volteé a la niña, caminé lentamente hacia ella y con cuidado, me agaché para quedar a su altura, aún no podía ver su rostro pero unos ojos grises me reflejaron con deslumbro haciendo que toda mi piel se erizada como si hubiera tenido un dejabu.
Ella me dio la cajita y yo la tomé desde sus manos, y cuando estas quedaron libres de cualquier objeto las estiro acariciando mis mejillas, sonrió y desapareció.
Yo aún me había quedado en esa posición, no sabía que carajos debía hacer pero lo que más me sorprendió fue alzar mi mirada y encontrarme con tan solo un espejo ¿Ella había salido de ahí?
Mire la cajita en mis manos y mire a Jilaiya, él estaba igual de perplejo que yo. Unos minutos después, luego de que el castaño me devolviera a mi habitación, estaba acostada en mi cama mirando la cajita de música sonar gracias a la llave de mi cadenita, que permanecía en su cerradura.
No me interesaba que luciera vieja y descuidada. Tan solo escuchar esa hermosa melodía me tranquilizaba haciéndome sentir en paz conmigo misma, algo que hace mucho ya no conocía. Jilaiya estaba arrodillado junto a mi cama mirando la cajita.
—Si Abigor se entera que no estas descansando o Samael, voy a tener graves problemas, Angelito...
¿Porque tenían que mencionar tanto a Abigor, acaso era el rey del universo o algo así? Es verdad, me gustaba, pero odiaba esa parte de él que me ignoraba o se burlaba de mis acciones.
¿Qué pasaba si solo me vengaba un poco? Yo era su debilidad ¿No? había notado muchas veces como aparecía de la nada mientras Samael intentaba coquetearme. Lo mismo que sucedía si se sentía celoso o amenazado por uno de sus hermanos.
—Jilaiya... —Lo miré mientras la musiquita seguía sonando — ¿Puedo darte un beso?
— ¿Que? —Mi pregunta lo sorprendió —¿Por qué me quieres besar, Alma?
—Los tres lo desean... —Mire sus ojos rojos que me miraban con locura — ¿No quieres?
—Todo esto lo haces para llamar la atención de Abigor ¿Cierto? —Soltó una risa. Tenía razón así que no se lo iba a negar — ¿Puedo pedir otra cosa?
Su pregunta me sorprendió a mí, pero me quedé mirándolo y asentí.
—Dejame morderte...
— ¿Morderme? —Fruncí mi señor y me senté levemente mirándolo — ¿Bebes sangre de verdad?
—Y mientras más asustada está la dueña o dueño de la sangre más deliciosa es... —Su mano despojó mi cuello de cualquier mechón de cabello.
—Pero yo no estoy asustada...
—Pero está llena de dolor y eso es mucho mejor —Sus labios rozaron mi cuello y su lengua fría y húmeda también.
Cerré mis ojos con fuerza por la sensación que eso provocó en mí. Apreté las sábanas de mi cama y sentí su aliento calentarse.
— ¿Entonces... —Susurro rozando sus colmillos en mi cuello —...Puedo?
Abrí levemente mis ojos y los suyos me miraban muy de cerca.
—Yo... —Lo dude un poco pero sentí esa mirada... miré al espejo de la habitación y ahí estaba él, mirándonos con sus ojos dorados llenos de ira.
》No lo hagas Alma《
Su voz llegó a mi mente, se veía molesto, más serio que nunca, pero la ignoré por completo, mire a Jilaiya y asentí, él sonrió enseñándome sus colmillos y de un momento a otro tapó mi boca en cuanto grité de dolor.
Sentí como absorbía mi sangre como se agitaba con cada gota, sentí su corazón latir con fuerza, al principio era demasiado doloroso para mí, pero luego sentí como si me llenara de fuerza y lujuria.
Sin darnos cuenta nos dejamos llevar tanto que cuando sentí que moriría por desangramiento el espejo de la habitación exploto en pedazos provocando un ruido que solo el castaño sabía lo que significaba. Jilaiya desapareció, Francella abrió sus ojos, al verme llena de sangre en mi cuello y cama empezó a gritar por ayuda.
Yo cerraba mis ojos lentamente mientras miraba al espejo hecho trizas en el suelo, donde podía ver a Abigor irse arrastrando a Jilaiya inconsciente.
¿A caso pensaba matarlo? No, no sería capaz, pero el hecho de que Jilaiya iba a ser castigado si era un acierto. Intente levantarme pero un maldito mareo solo termino haciéndome caer al suelo.
En la mañana siguiente en enfermería, recostada en una cama de hospital con un suero de sangre siendo transferido a mi cuerpo pálido, tenía a Francella sentada en una silla a mi lado mirándome con los ojos agudos.
— ¿Que me paso? —Pregunte con la cabeza atormentada.
— ¡Alma! —Ella me abrazo rápido a lo que correspondí luego de unos segundos de darme cuenta — ¡No me des esos sustos!
—Espera, me duele el cuello —Sonreí un poco y la separe mirándola a los ojos —ella lloraba mucho.
—Estabas llena de sangre y una mordida en el cuello ¿Que carajos está pasando alma? Siento que me ocultas información de lo que descubres.
—Francella cálmate...
— ¿¡Que si te pasa algo!? Alma no quiero que te mueras por favor.
— ¡Francella calma ya! —La detuve tomándola de los ojos, y miré a mí al rededor las hermanas encargadas nos miraban fijo por lo que tuve que bajar la voz —Cálmate...te lo voy a cortar todo pero cálmate ya...
Ella me miró y asintió, yo me senté con cuidado y miré el suero, tomé un espejo en la mesita y miré mi rostro estaba muy pálida.
— ¿Cómo termine aquí? ¿Qué les dijiste a las enfermeras? —tocaba mis mejillas estirando un poco mi piel mientras miraba mi reflejo.
—Yo grité y las hermanas que estaban de guardia vinieron corriendo, ellas al verte te sacaron rápido a al pasillo...pensé que te habían matado como a Roxana la que estaba con Tamara y la otra chica...
Yo me le quedé mirando y recordé ese detalle tan importante. Era cierto, nunca lo había pensado, la forma de las muertes de las chicas ese día coincidían con la personalidad de cada uno de los hermanos Reapher.
La mordida en el cuello de Roxana, estando crucificada y desnuda.
Paula sentada delante de un espejo, degollada.
Y por último... Tamara colgada con la manzana en su boca y sin sus ojos como si fuera la mismísima Eva en el paraíso
De nuevo todo lo que ya pensaba haber descubierto se había desmoronado ¿Ellos serían capaces de eso? Pues claro, ellos eran demonios, pecados, hijos del mismísimo rey del infierno y seguro los responsables de todo lo que estaba pasando.
— ¿Alma? —Francella pasó su mano por mi cara, yo solo pude ver como las enfermeras salían dejándonos solos.
No podía hablar, había bajado la cabeza recordando cada uno de sus rostros. Me sentía decepcionada, ya no podía aguantarlo más ¿Por qué todo se complicaba?
—Ayúdame a salir de aquí... —le dije a Francella y me quité el suero yo misma.
— ¿Que? No, espera, debes descansar, perdiste mucha sangre —Francella intento detenerme pero yo solo me levanté casi callándome al suelo por un fuerte mareo —Alma espera —Ella me sostuvo.
—No me entiendes Francella
— ¿Y qué es lo que tengo que entender? ¿Que no me cuentas? —Me sostuvo mirándome a los ojos.
Y ahí es cuando venía la gran pregunta; ¿Cómo le cuentas a tu mejor amiga que te gustan tres demonios que podrían ser la causa de todo lo malo que está pasando en el convento y que te besaste a uno, te casi besaste al otro y te dejaste morder por el del medio?
Si no hacía que me mandaran al hospital psiquiátrico me iba a matar a bibliasos, rezando por mis pecados.
Abrí mis labios para decir algo, pero vi a la madre superiora pasar por la puerta de la enfermería en dirección a la biblioteca, lo que me resulto algo extraño. Me solté del agarre de Francella y caminé hacia la puerta.
— ¡Alma! —Ella protestó y yo la miré y le hice seña de que hiciera silencio y me asomé en la puerta.
En efectivo. La madre superiora observo su alrededor buscando estar sola, a lo que tuve que esconderme un poco más, pero sin perderla de vista. Luego entró a la biblioteca cerrando la puerta, miré rápido a Francella.
—Apúrate
Camine rápido a la puerta de la biblioteca y Francella solo le quedo seguirme aunque no paraba de regañarme.
—Alma por favor, dime que está pasando y deja de correr cuando debes descansar.
—Francella cierra el pico, ya...
Entramos a la biblioteca y la agarré de la mano jalándola a detrás de un estante llenos de libros quitando un de ellos para poder ver donde estaba la madre superiora. Ella abrió el pasadizo y los ojos de Francella se abrieron tanto como este al ver esa escena.
—Santa Biblia de dios...
Ella estaba sorprendida y era lo normal ante esa situación pero yo solo tenía una preocupación. Si la madre superiora puede abrir los pasadizos también, significaba que ocupaba una joya de las extrañas. Mire a Francella de nuevo.
—Quédate aquí y vigilando que nadie más entre.
—Pero alma...
—Pero nada, es peligroso, este convento no es lo que nosotros pensábamos, hay monstruos horribles Francella... —Baje una parte del vestido enseñado uno de mis hombros, ahí estaba la mordiada.
Francella me miraba horrorizada.
—Hagas lo que hagas NO, ME, SIGAS —Hable pronunciando lentamente las últimas palabras —Y menos ahora que sé que ellos tal vez...
— ¿Ellos? —Francella estaba muy confundida pero yo tuve que callarme pues noté que la puerta iba a cerrarse, y sin mis malditas cosas no iba a poder entrar si eso cerraba.
—Solo has lo que te digo —Le dije volviéndola a mirar y salí corriendo metiéndome en el pasadizo justo cuando la entrada se cerró a mis espaldas.
Cerré mis ojos por un momento, mis manos temblaron por primera vez, sentía miedo, mucho miedo, pero no podía quedarme ahí, debía averiguar todo lo posible antes de la menor cantidad de tiempo.
Camine tropezando por culpa de la oscuridad, oía los pasos de la madre superiora caminando más alejada de mí. Tenía momentos de claridad donde tras esconderme detrás de columnas podía observarla, pero de un momento a otro desapareció.
¿Dónde se metió?
Salí al jardín y miré a mí alrededor pero no había ni una gota de aquella mujer. Las ramas de los árboles se movían con la brisa y un pequeño riachuelo transmitía un sonido lleno de tranquilidad. Y decir que aquí había empezado una pesadilla la noche que Susan murió.
Camine entre los arbustos llenos de bellas flores y los viejos columpios buscando algún rastro de la madre superiora pero simplemente no estaba. Un destello proveniente de uno de los árboles cayó en mis ojos haciendo que me quejara, teniendo que interponer la palma de mi mano para poder observar que era.
Mis pasos me llevaron con cuidado hasta el árbol donde cuando más me acercaba, más podía ver que se escondía entre sus abundantes hojas verdes. Lo cual resulto siendo algo que conocía bien.
Mis labios temblaron y tomé el objeto cerrando mi puño. Me arrodille en el suelo y recordé las palabras de tres niñas pequeñas de hace 10 años atrás.
— ¡Tamara! —Una pequeña niña de ojos grises y cabello castaño oscuro abrazó a una de sus mejores amigas. Esa niña era yo — ¿Qué haces?
— ¡Oye no mires, es sorpresa! —Chillo pero yo no dejaba de abrazarla ocultando algo entre sus manos.
—Oigan ¿Podrían dejar de jugar y ayudar a recoger la habitación? —Francella se inclinaba en puntitas para poder alcanzar a limpiar los estantes de las paredes que tenían algunos libros.
—Francella ven, Tamara trama algo —Le dije mirándola y riendo.
— ¿Ha? —Francella se volteó hacia nosotros y Tamara se sonrojo.
—Es que yo...encontré unas piedras muy lindas en el río cuando fuimos a ayudar a lavar la ropa de las hermanas... —Tamara nos miró —Me ayude con una Lima y unos hilos e hice esto...
Sus manos se abrieron y había tres tobilleras tejidas las cuales eran decoradas con unas hermosas piedras que brillaban en colores como el rojo, el verde y el dorado.
—Serán nuestras tobilleras, de la amistad y además nos protegerán y dejaran que nos encontremos en la oscuridad...
Dijo y nos sonrío, pero aquella noche no lo hizo. Aquella noche estaba asustada como yo lo estaba ahora.
Abrí las palmas de mi mano poco a poco y vi la tobillera color rojo, la tobillera que le pertenecía a Tamara. Así que era cierto, los hermanos Reapher estaban detrás de esto.
Samael...
Jilaiya...
Y...
— ¿Qué haces aquí? —Su voz me sorprendió haciendo que me volteara escondiendo la tobillera a mis espaldas.
—Abigor... —Mi voz temblaba.
—Te hice una pregunta, Alma.
Estaba sin su sudadera, con sus músculos llenos de sangre con sus garras afuera. Mis piernas temblaron y di un paso hacia atrás. Si ellos eran los asesinos de Tamara ¿Por qué me ayudaban?
¿A caso querían divertirse conmigo?
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NOTA DE LA AUTORA:
uyyyyyyyy un giro inesperado ¿Sera que si son los asesinos de esta historia? ¿Qué dicen ustedes amores? nos vemos pronto en una próxima actualización.
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