CAPÍTULO 14: "El juego del rey"
''ELLA, ella fue su perdición, el desborde de su locura, la odio, por su culpa mis propios hijos me mataran, por su culpa esos demonios mataron a mi esposo. TODA LA CULPA RECAE EN ELLA.''
Anónimo
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Capítulo 14:
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Las ruedas del tren chillaban en el metal de las villas que hacían de su camino, el humo brotaba en el fuego del paraíso infernal y las luces del vagón pestañaban dando un ambiente escalofriante que me ponía los pelos de punta.
Estaba en el infierno...
Y está ves no eran los labios de Samael.
—Alma... —Tamara estaba parada frente a mí, aún mientras pensaba en qué hacer para despertar de esta pesadilla, yo no podía haber muerto.
Simplemente no podía.
—Debo salir de aquí...
—Alma es imposible... Si estás aquí es porque...
—No lo menciones, Tamara...
—Estas muerta...
No
Yo no estaba muerta
Esos idiotas no me dejarían morir tan fácil.
No otra vez, esta sensación de no saber que me pasaba no podía estar pasándome nuevamente.
—Aunque... Aún puedo ver tu alma atada a tu espíritu... Puedes salvarte...
— ¿A qué te refieres?
—Sigues viva, desde aquí oigo tu corazón, pero al parecer el rey te quiere aquí en el infierno...
—Joder, no entiendo nada
Ella miró a los lados y agarro mi muñeca.
—Ven, nadie debe verte...
Caminamos por los pasillos de los diferentes vagones del tren para poder encontrar alguno donde nadie pudiera ver mi existencia en este lugar. No entendía que me había querido decir Tamara, pero igual la seguí, cruzamos por varios vagones hasta por fin llegar a uno donde todo estaba oscuro y la gente de los asientos, parecía estar en un profundo sueño.
Cuando la madre superiora nos habló del infierno alguna vez nos dijo que era un lugar aterrador donde las almas pagaban un precio por todo lo que habían hecho en su pasado.
Pero este lugar era lo contrario, todo era tranquilo... ¿Por qué?
— ¿Que es este lugar?
—Esto es el tren del infierno —respondió algo que ya sabía, no era eso lo que quería oír pero luego argumento; —Aquí viajamos los muertos a los que les comieron el alma y nos mataron cruelmente... El tren tiene varios vagones, donde apareciste tu es el vagón de los muertos sin alma... El mío fue, las muertes injustas...
—Tamara ¿Quién te mato?
—Alma no recuerdo nada... Mi muerte se borró de mi cabeza en cuanto llegue aquí... —suspiro y se sentó mirándome.
—Pero algo debes recordar.
—Lo único que recuerdo es haber descubierto algo importante y justo cuando volvía al convento para decirle a la madre superiora...todo negro
—Mierda —Suspire y mire a mí alrededor intentando buscar una salida. — ¿Cómo puedo salir?
—No tengo la más mínima idea... Pero sé a quién preguntarle...
La mire rara y se levantó caminando hacia la esquina de la habitación, donde una niña muy pequeña se encontraba parada mirándome fijamente, un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver sus ojos tan grises como los míos y su cabello tan oscuro como el de Abigor.
Por un momento llegue a pensar que era mi reflejo, pero la niña volteo su mirada hacia mí amiga de una manera repugnante.
— ¿Qué quieres de mí? —Su voz sonaba como un eco en el fondo — ¿Acaso no ven que me molestan?
Otro escalofrío recorrió mi cuerpo cuando la tenue luz del lugar parpadeó con fuerza como si el tren actuara junto a los sentimientos y expresiones de aquella niña.
—Mal, Necesitamos que nos ayudes con algo.
La niña miro a Tamara y suspiro, asintió y la pelinegra se agachó para susurrar algo que al oírlo la niña me miraría fijamente.
Con pasos lentos caminó hacia mí, estirando su mano para tocarme, mire a mi amiga y ella solo nos miraba a las dos. Una fuerza absurda me hizo arrodillarme frente a la pequeña de cabello castaño oscuro como si de una princesa se tratase.
—Joder —Gruñí por el dolor de mis rodillas al toparse con metal que conformaba el suelo del tren.
La mano de la niña toco mi frente y mis ojos se reviraron en blanco, un montón de imágenes llenas de sangre empezaron a destaparse entre recuerdos que nunca había conocido. La imagen de los tres hermanos vino hacia mí, los tres en tronos de hueso y oro con trajes de novios colores blancos, llenos del líquido rojo derramado de las personas muertas arrodilladas frente a ellos.
Una presión se apodero de mi cuerpo y de repente sangre de la nariz.
—Mal, para —Sentí la vos de Tamara algo preocupada.
—No, ella debe recordar...
—Pero no así ¡PARA!
Más imágenes pasaban frente a mí; Abigor agarrándome de la cintura con una ligera sonrisa en esos labios que hasta ahora solo había visto con una línea sin expresión, luego mis manos llenas de sangre y el cuerpo de una mujer frente a ellos, una corona en el suelo. Samael, el desnudo frente a mí mirándome con sus ojos llenos de lujuria y una oscuridad de donde provenían las risas de Jilaiya.
¿Quién era?
Mis ojos sangraron y escuche unos pasos, la niña se separó de mí y mis ojos volvieron a la normalidad, mi cuerpo cayó al suelo y mis ojos comenzaron a ver unos zapatos de hombre caminar en mi dirección.
—Señor... —Tamara intento decir algo pero el sin decir una sola palabra se agacho y me levanto en brazos, un cabello rubio como el de Samael fue lo único que pude ver cuando me escondió en su cuello.
— ¿Quién eres? —Pregunte de forma débil, quería que me dijera que era él, que me había venido a buscar, pero toda esperanza se desvaneció cuando se quedó en silencio.
...
No sé cuánto tiempo paso, ni siquiera supe en que momento perdí la noción de lo que pasaba a mí alrededor, pero cuando pude abrir mis ojos estaba en un vagón diferente. Había guardias en la puerta y yo usaba un vestido color rojo como las paredes que me rodeaban.
Seguía en el tren, era obvio y esos malditos idiotas aun no venían a por mí. Sentía rabia y confusión, mis sentimiento últimamente estaban entre el miedo de descubrir algo que no me gustaría y arriesgarme a encontrar pistas de mi pasado.
La pregunta del qué había significado aquellas visiones y por qué se mostraba tanta sangre en mis manos me hacían pensar de que tuve que haber cometido algo terrible que no recuerdo, pero ¿Qué es lo que no recuerdo?
Toque mi cabeza sintiendo un leve mareo.
—Deberías dejar de pensar un poco —Una voz me hizo levantar la cabeza, observando a un chico rubio de ojos rojos y sin expresión alguna.
—Aléjate —Le dije desconfiada.
—He visto que Mal te ha enseñado algunas imágenes que puede que te hayan dejado confusa...
—Yo no tengo por qué hablarte a ti, ni siquiera se quien santo dios eres.
— ¿Dios? —Se rio sarcásticamente —Si tanto dios te quisiera no estuvieras en el infierno ¿No crees? Deja de mencionarlo, pecadores como tú no merecen nombrarlo.
Yo solo lo miraba de manera desconfiada, él tenía algo que los hermanos nunca me habían hecho sentir, no me daba confianza para nada, sin embargo su físico se parecía demasiado a esos tres idiotas, en especial a Samael.
Él se acercó lentamente y agarro mi mentón mirando mis ojos.
— ¿Por qué te pareces tanto a ella? —sus manos estaban frías y ásperas,
—No sé a qué te refieres —Dije y bofetee su mano, a lo que él me agarro de la muñeca de una forma dolorosa. — ¡Ahaaa!
— ¿Acaso sabes con quien hablas? No eres más que una simple alma perdida en el infierno que va a morir en cualquier momento...
—Mierda yo solo quiero salir de aquí
—Tú no vas a salir de aquí —Sonrió y bajo su tono de voz —Aunque podríamos jugar...
— ¿Jugar? —Pregunte entre gruñidos ya que él no soltaba mi muñeca.
De un jalón me bajo de la camilla donde me encontraba sentada para casi pegarme a su cuerpo, pero me soltó antes de hacerlo.
— ¿No te gusta jugar a los detectives? Todo esto no te hubiera pasado si solo no hubieras querido meter las narices en un asunto tan maquiavélico... Alma... —Sentí como de repente el tren se detuvo y eso me puso nerviosa.
— ¿Qué está pasando?
—Oho... hemos llegado —Sonrió y abrió la cortina que no dejaba ver la ventana ni el paisaje, topándome con una infinita oscuridad —Bienvenida a la primera parada de tus recuerdos... deja que te explique.
Dirigió sus pasos hacia una pequeña mesa en el centro de la habitación o vagón en el que estábamos.
—Te vas a morír, Alma... —Tomo un pequeño reloj de arena en sus manos —Pero yo te daré una oportunidad como rey del infierno... quiero ver si eres digna de seguir viviendo... solo tienes que ganar en mi juego.
— ¿Ósea que si gano en tu estúpido juego me dejaras libre y podre volver al convento?
—Si —Afirmo —Pero no te lo pondré fácil, pues deberás encontrar tres objetos antes de que el tiempo se te agote, Alma —le dio la vuelta al reloj y lo puso sobe la camilla —Pero tampoco te diré exactamente que tienes que buscar.
— ¿Qué, pero entonces cómo?
Esto no podía ser verdad ¿Entonces como encontraría los objetos si no me decía lo que debía encontrar?
—Es muy fácil, te daré unos acertijos que deberás resolver y la repuesta es justo el objeto que debes encontrar.
— ¿Pero qué tal si no lo logro?
—Si no lo logras tendrás que adaptarte a pasar el resto de los milenios de años aquí encerrada, luciendo preciosa para mí
—Eres un asqueroso.
—No, solo soy un buen amante de lo bello —Sonrió y se sentó en un sofá en forma de trono, sirviéndose de una botella de vino que tenía al lado en una copa en forma de cráneo con joyas negras y de oro —Tic tac, Alma... no debes desperdiciar tu tiempo —Me dijo mientras señalaba con su mentón el preciado reloj de arena sobre la cama —Y recuerda...''Los recuerdos más preciados se guardan en la antigüedad''
Fruncí mi seño ante sus últimas palabras ¿Acaso había sido su primer acertijo? Los guardias abrieron las puertas del tren y caminaron hacia mí.
—Oigan aléjense, ni se les ocurra tocarme, yo se caminar sola —Dije evitando que me pusieran un dedo en cima.
Los guardias miraron al rey buscando una opinión a lo que este solo asintió y los guardias me hicieron espacio para pasar, los mire y mire el reloj, debía apresurarme si quería seguir con vida para descubrir quien había matado a Tamara, pero sobre todo descubrir una manera de matar a esos monstros y recordar quién era yo.
Mire la oscuridad nuevamente y solté un largo soplido de aire.
·Tú puedes Alma· pensé para mí misma y mis piernas caminaron hacia la oscuridad.
—BUENA SUERTE, ALMA —grito él mientras alzaba su copa, brindando por mí mientras yo solo alce una de mis manos sin dejar de caminar enseñándole el dedo del medio, para que se fuese a tomar por culo.
''Los recuerdos más preciados solo se guardan en la antigüedad''
Hasta ahora era solo un acertijo sin resolver, uno de tres objetos que debía encontrar, sin saber con qué me toparía de ahora en adelante, pero no me iba a quedar cruzada de brazos, resorbería esos estúpidos acertijos y ganaría su estúpido juego para salir de aquí, demostrándole a él y a Abigor que no soy débil, soy mucho más fuerte de lo que ellos piensan. No debería afectarme solo un juego para niños...
¿O sí?
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