CAPÍTULO 11: ''LA MENTE''
''La mente es algo engañosa, pero a veces en los peores momentos nos suele salvar la vida haciéndonos recordar algo que muchas veces pensamos que no tenía importancia, creo tener la solución a todo...''
Anónimo
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Capítulo 11:
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Truenos y relámpagos; así se llaman esos rayos de luces que impactan contra la tierra causando aquellos estruendos, estruendos que nos asustan a la mayoría de las personas y que vienen acompañados por lluvias que desbordan los ríos y hacen que los vientos sean demasiados peligrosos como para estar afuera.
Truenos eran los que caían iluminando cada pedazo del convento con esos rayos de luz que se colaban por lo vidríales de figuras religiosas y coloridas. Yo aún seguía detrás de la misma pared, tapando los hermosos ojos azules de Estefany, que al ser tan pequeña e inocente no sabía que estaba pasando. Tampoco podía moverme con tantas hermanas en el pasillo o seria descubierta y si eso pasaba ya no sabría de qué sería capaz aquella mujer. Yo solo quería llegar a mi habitación, pero esta se encontraba a tan solo dos puertas después de la de Rubí y aunque vieran a la pequeña a mi lado, dudarían de porque no estaba en donde debía, de porque estaba afuera a estas horas.
Con la lluvia tan pesada apenas podía pensar, su sonido me desconcentraba y aunque sé que para algunos podría llegarlos hasta relajar... yo sentía que me iba a estallar la cabeza, pues el eco de los pasillos lo empeoraba todo, haciendo que quisiera tirar todo a la mierda de una buena vez. Necesitaba silencio absoluto, necesitaba pensar con claridad, está era mi gran oportunidad de poder terminar lo que había empezado, pero solo tenía un problema y uno muy importante al que debía proteger.
—Alma tengo miedo —me dijo la niña, lo cual llamo mi atención —No me gusta la oscuridad.
—A mí tampoco peque pero nada malo te va a ocurrir si yo te estoy cuidando —le dije y la vire de espaldas para destapar sus ojos y que no pudiera ver aquella escena —Ven te voy a llevar a mi habitación —Dije estirando mi mano cual ella tomo enseguida para luego empezar a caminar detrás de mí por los pasillos.
—Alma pero tú cuarto está hacia el otro lado —Caminaba y señalaba hacia atrás mientras me miraba.
—Lo sé, pero tomaremos un atajo secreto —Le dije guiñándole un ojo y entramos a la biblioteca.
—Pero Alma...
— ¿Confías en mí? —Me detuve y voltee a verla sin soltar su mano.
—Claro que sí... pero tengo miedo ¿Y si las hermanas nos castigan por no estar dentro de nuestras habitaciones?
—Eso no va a pasar porque no nos van a descubrir... —Me agache frente a ella y sobe sus brazos sonriéndole levemente —Te lo prometo pequeña.
Ella me miro con esos grandes ojos de precioso color celestes llenos de sueños y esperanzas.
—Mira vamos a hacer algo —Acaricie su mejilla —Te vas a subir a mi espalda y vas a cerrar los ojitos, así todo va a pasar rápido y veras como en chasquido de mis dedos llegamos con Francella ¿Oky doky? —Le propuse haciéndola reír.
—Oky doky —Dijo y dio la vuelta subiéndose a mi espalda.
Yo me levante con cuidado y ella beso mi mejilla antes de cerrar sus ojitos.
—Lugo de esto te daré todas las golosinas que tengo escondidas en mi habitación.
—Wiiiiiiiiii —Dijo y soltó una risita.
Aproveche ese momento para ponerle en su manita la pulsera de las serpientes que Abigor me había dado.
— ¿Qué es lo que me pusiste, Alma?
—Solo es algo que te va a proteger de la malvada oscuridad.
—Está bien...
Sujete a la pequeña de las piernas y camine al fondo de la biblioteca donde la pared se abrió para mí, envolviéndome en la gran oscuridad del pasadizo. En mi caminata por aquellos engañosos lugares solo podía hacer dos cosas; estar alerta o pensar demasiado y como era de esperarse no fue estar alerta en lo que ms centre, pues eran demasiadas preguntas en mi cabeza como para que todas no quisieran ser resueltas.
Como; ¿Cuál era la razón para que las hermanas ocultaran los acontecimientos que ocurrían en este lugar?...
Ellas habían hablado sobre lo que pasaría si todas descubrían, lo que pasaba, pero no pude entender a quien se referían con "ellos" ¿Estarían hablando de esos monstros?
No, ya hubieran mencionado a los caza almas en algún momento. Creo que estaban hablando de algo peor, algo mucho peor.
Caminaba con tranquilidad, absurda en mis pensamientos, ya me conocía este pasadizo de memoria, pero aun así debía tener cuidado con algunas piedras y hoyos en el suelo. Casi llegaba al jardín secreto en el momento en el que algo pasó por detrás de mí asiendo un ruido muy extraño que hizo que me detuviera para voltear a ver... pero no había nada, sin embargo estaba segura de que la pequeña niña de diez años y yo no estábamos solas, al contrario, algo o alguien nos estaba siguiendo.
—Estefi no abras los ojos para nada pase lo que pase y sujétate bien —Le dije y ella sintió sujetándose mejor de mis hombros y enrollando mejor sus piernas a mi alrededor.
Metí mi mano a dentro de la bolsa y saque la daga empuñándola con mi mano derecha, con firmeza. Devolví mi mirada hacia delante y caminé con cuidado intentando hacer el menor ruido posible. Mis manos temblaban ligeramente, pero debía ser valiente, por Tamara, por Francella, por Estefany y por mí
Abandone la oscuridad y la luz de la luna que se colaba por las grietas de los muros donde se enrollaba coralillo que apenas florecía me ilumino.
¿Acaso este jardín era eternamente hermoso?
Estábamos en pleno invierno y las flores, plantas y árboles de este jardín parecían intactos por la época del año... Aquí siempre era primavera... era un jardín eterno.
Caminé entre las plantas y la hierba asegurándome siempre que lo que sea que me estuviera siguiendo no fuera más que una simple ilusión que el miedo dentro de mi hubiera creado en mi cabeza para asustarme aún más. Buscaba a cualquiera de los tres hermanos, necesitaba su ayuda para volver a mí habitación, pero de casualidad ninguno de ellos estaba ahí.
¿Es en serio? Se la pasan aquí metidos y cuando vengo casi a rogarles que me ayuden simplemente no están ¿Acaso me juegan una broma pesada?
Suspire y el ruido de las ramas crujir detrás de mí hizo que me volteara de manera rápida pero nuevamente no había absolutamente nada.
— ¿Quien anda ahí? —Pregunte y sentí que Estefany se abrazó más a mí.
—Alma ¿Qué pasa? —Su voz sonó preocupada.
—No es nada, no abras tus ojos —Le dije intentando calmarla.
—Tengo miedo.
—Tranquila, todo estará bien —Le asegure y me lamí los labios resecos por el temor que sentía en ese momento
Observe el lugar pero tan solo veía los árboles y plantas moverse con las ligeras brisas de frío, sin embargo esa desconfianza de adentro de mi crecía con cada gota de silencio. Algo no estaba bien, lo presentía. Busque por todo el lugar algún otro pasadizo y aunque no encontraba nada pude encontrar la llave de rubí que Samael me había quitado aquella vez en el cementerio. Justo en ese momento aparecieron tres puertas frente a mí.
— ¿Y ahora? —Me pregunté a mi misma mientras miraba las puertas de metal color rojas.
Abrí mis labios ligeramente intentando decidirme por una, en el momento en la que mi sobra reflejada en la puerta del medio fue cubierta por una más grande y deforme perteneciente a uno de esos caza almas.
¡Mierda!
Esa cosa estaba detrás de mí, sentía su respiración en mi cuello cuando un hilo de baba cayó sobre mi brazo deslizándose hasta mis dedos. Me voltee dándole la cara, no podía dejar a Estefany indefensa y vaya que esa cosa sí que era horrenda y su aliento apestaba a sangre podrida.
— ¿Alma...? —susurro Estefi a lo que rápido opte por callarla.
—Sssshhh todo está bien.
Sí ¡Todo estaba perfectamente bien! excepto por el hecho de que había un monstro de dos metros parado delante de mí, sin telas en su cuerpo y con la piel podrida esperando a que diera tan solo un paso equivocado para atacarme.
El olía mi miedo y cada vez soltaba más baba de sangre de su boca, estaba hambriento y si no pensaba rápido posiblemente yo y la niña seríamos su cena. Mire a mi alrededor esperando encontrar algo con lo que poder defenderme pero tan solo me quedaba la daga que en mis manos sostenía junto a la llave.
¡Joder! ¿Dónde estaban esos hermanos cuando más los necesitaba y donde estaba mi valiosa valentía en estos momentos?
—Esto tiene que ser una broma de mal gusto —Dije negando levemente con mi cabeza y sin pensarlo mucho termine clavando el filo de la daga en el cuello de esa cosa, por lo que soltó un gran aullido como si de un lobo se tratara, saque la daga y abrí la maldita puerta del medio empezando a correr por mi vida y la de la pequeña, pero no contaba con que esas largas piernas y brazos trepándose por las paredes a grande velocidad me perseguían, tal parecía que no eran tan fácil de matar como Jilaiya me había hecho ver en algún momento y el pasillo estrecho no me ayudaba, a veces me tropezaba con las paredes aun siendo tan delgada como era, algo que a esa cosa le daba ventaja.
Cargue a la pequeña bajándola y poniéndola delante de mí, no hacía nada con huir y dejar que nos matara a las dos si una se podía salvar.
— ¡Corre y no mires hacia atrás!
—Pero Alma... —Intento voltearse pero no la deje.
— ¡Dije que corras Estefany, corre!
A ella no le quedo más opción que hacerme caso y empezar a correr por su valiosa vida. Yo me detuve y me di la vuelta para atacar a esa cosa nuevamente pero sin previo aviso esa monstruosidad salto hacia mí tumbándome al suelo mientras rugía, mostrándome esos cientos de grandes colmillos afilados. Puse mis manos en su cara empujándolo mientras él hacia presión hacia mi cuello, quería morderme.
— ¡Joder Imbéciles ayúdenme! —Grite mientras que luchaba contra ese monstro.
Mi mano se resbaló y mordió mi muñeca por lo que grite con un agudo dolor, esta no tardo en empezar sangrar. No quería morir, no podía morir. Con mis débiles fuerzas estire mi mano herida hacia donde se me había caído la daga, pero esa cosa volvió a morderme esta vez en el hombro a lo que volví a gritar aun con más fuerza, sin embargo el dolor no me detuvo y de una manera inexplicable agarre la daga clavándola en su espalda más de una vez donde debería haber estado su corazón, pero él no soltaba mi hombro y yo había empezado a sentir mucho frio.
Pensé que esa cosa nunca moriría hasta que alguien de repente y con un movimiento rápido metió su mano en la espada de aquella atrocidad, arrancándole el corazón, provocando que la bestia soltara un gran aullido antes de caer muerto sobre mí.
Yo grite del horror y del dolor mientras que mi pecho se veía descontrolado por culpa de mis latidos y respiración, pero este mismo se fue calmando según mis ojos me revelaba a mi salvador.
Ya parecía que él era mi ángel de la guarda.
Observe las botas y los pantalones de tela manchados de fango hasta la camisa negra que una vez me había cubierto del frío y luego llegue a su rostro, el rostro de Abigor lleno de salpicaduras de sangre y una pequeña sonrisa ladina. El agarro el cuerpo de aquella Criatura y lo tiró hacia un lado eliminando aquella sonrisa para mirarme serio.
— ¿Estás loca? —Me levantó y agarro mi muñeca.
— ¡Ay, mierda! —Grite cuando clavo sus dientes en mi muñeca sesionando mi sangre — ¿¡Que haces!? —Me intente zafar, pero él me agarro de la cintura apegándome completamente a su cuerpo.
— ¡Quédate tranquila, mierda! —Dijo sin despegar sus dientes de mi muñeca.
Joder como dolía. No entendía porque carajos estaba haciendo eso, pero mientras lo hacía sentí de momento un dolor muy fuerte de cabeza, cual hizo que un pitido se apoderara de mis oidos y con la vista nublada observara a Samael y Jilaiya venir hacia mí corriendo en lo que llegaban dos preguntas a mi cabeza.
¿Habían escuchado mi grito?
Corrieron cuando me escucharon en peligro, como si yo fuera lo más importante para ellos, pero ahora... ¿Qué carajos me estaba pasando?
— ¿Alma? —Abigor soltó mi muñeca y rápido agarro mis mejillas sosteniéndome la cara mientras sentía que su voz se alejaba mucho.
Mis ojos parpadearon de una forma muy lenta y todo se empezó a poner negro, sabía que los chicos me estaban hablando porque veía sus labios moverse mientras me sacudían, pero yo apenas oía susurros en mis oidos.
—Abigor... —Lo llame casi inconscientemente.
El mordió mi muñeca nuevamente y sentí a Samael encajar sus dientes en mi hombro mientras que Jilaiya agarro mi mano mientras me llamaba intentado que reaccionara, pero ya ni siquiera sentía una gota de dolor y mis ojos terminaron de cerrarse quedando atrapada por la oscuridad que ya se había vuelto mi amiga, una oscuridad en la que pase horas en soledad.
¿Había muerto?
No lo creo, de ser así estaría llegando al cielo o lo más seguro al infierno, en cambio solo estaba en un trace entre la vida y la muerte, donde la mente nos encierra en nuestros recuerdos, como si quisiera que tomáramos la decisión entre lo correcto y lo incorrecto. Pensaba que la oscuridad era mi única amiga aquí, pero de repente no sé si la mete me quería engañar o hacerme pensar que me estaba volviendo loca cuando voces e imágenes se empezaron a reproducir en mi cabeza.
—Corre —Una voz me empezó a susurra en mi subconsciente mientras pequeños rayos de luz me hacían molestias que mis ojos no soportaban —Mierda corre.
Mis pies pequeños como los de una niña corrían descalzos por el bosque siendo empapados de lodo.
—Alma mierda
Una oscuridad inmensa y tantos tormentos persiguiéndome.
— ¡Hermanita!
El grito de un niño llego a mi mete y luego su cuerpo muerto tirado en las escaleras.
—Alma bienvenida a casa
La madre superiora me tomaba entre sus brazos.
— ¿Tu siempre me protegerás?
Mi voz de la infancia resonó como un eco en mi cabeza mientas me veía en los brazos de alguien alto y cabellos negros.
—Siempre...
Respondió esa persona y luego todo se volvía a repetir una y otra vez en la oscuridad sintiendo que todo giraba a mí alrededor, los sonidos se hacían más fuertes e insoportables, quería gritar, pero mi voz no salía. Estaba sola y ni siquiera sabía si estaba viva o muerta.
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