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III

– Lau que bueno que llegaste acá ¿ Como te va en la escuela?

– Muy bien Mary, hoy hicimos una prueba, pero todo salió perfecto, sabes que yo estudio además vine porque hace rato no veía a esta niña preciosa que es tu hija. ¿ Como va todo?

Realmente ya hace unos días que no venía a ver a Mary y aproveché que el coche me había dejado antes de la casa, ella era como mi otra hermana, Tata estaba en Estados Unidos pero Mary estaba a unos pocos minutos de la casa, además que ver a Emily era una cura para todo lo que me atormentaba. Mientras hablábamos le contaba lo que recién había ocurrido y ella me aplaudió, ya se le pasaría el berrinche y encontraría a alguien más a quien molestar. Llegue a casa y le pedí a Mami que hiciera algo rápido para la comida, a ella le encantaba la idea de que saliera según ella un hombre no podía amarrarme y menos uno que me tratara de esa forma. Realmente en el fondo estaba asustada pero trataba de disimular, ya había elegido la ropa para salir y mientras me bañaba me imaginaba caminando toda la familia junta por las calles llenas de nieve de New York, la posibilidad de que Tata y yo tuviéramos un negocio propio entre las dos.

Después de la comida mi mamá me acompañó hasta la puerta dándome un beso en la frente y dándome la bendición, la luna estaba hermosa y yo estaba en conjunto con ella. Ya estaban frente a la casa los chicos, todos luciendo sus mejores galas, obviamente la fiesta no era la gran cosa, pero pensándolo bien era una de las últimas fiestas que estaría junta a ellos y si merecía la pena estar arreglados y pasar la mejor de las noches. Apenas llegamos el ambiente se notaba, todos bailaban sin parar junto a esa música que hacía mover el cuerpo hasta el que tuviera dos piernas izquierdas, mientras tomábamos un poquito nos divertíamos solamente como sabíamos nosotros.

– Chicos un brindis por esta chica, que se nos va del país, así que posiblemente está sea la última vez que estemos todos juntos, Laura que todo lo que venga en adelante sean éxitos.

Todos gritamos la palabra salud, queriendo aferrarnos en que todo lo que vendría en adelante sería bueno, la noche prometía ser única y lo estaba siendo. Todo era tan perfecto, bailabanos como locos, cantábamos como borrachos apesar de no estarlo, ninguno podría ganarse la vida como un cantante profesional, eso lo sabíamos, la noche nos pertenecía a nosotros, éramos los dueños de la pista, reí como nadie, esto era vida, así era como quería todos mis días de aquí en adelante.

– Estoy aquí afuera, ven ahora mismo para acá, no lo voy a repetir– dijo una voz turbia cuando cogí la llamada en mi teléfono.

Mi rostro cambio en cuestion de segundos, pero trate de no hacerle caso y seguir bailando, le pedí a las chicas que me acompañaran un momento al baño y les conté lo que me había acabado de decir, ellas me aconsejaron que ni caso, el al ver que no le hacía ningún caso y no respondía a su llamado, acabaría aburriendose y se iría. Antes de salir del baño mi amiga me abrazo y me dijo que todo estaría bien, que haber terminado todo con el había sido lo mejor que había hecho, volvimos a la pista y seguimos con nuestras coreografías al mejor estilo borracho sin conocimiento. Allí nos pusimos hacer competencias de todo tipo, hasta de modelaje, estirando todas las chicas las piernas como si fuéramos bailarinas para caminar, luego le siguió la de doblar cantantes famosos, sobre todo la interpretación de Luisi de esa nueva canción de Shakira, sin dudas el animador estaba haciendo la noche con todos nosotros, a esa hora nadie le importaba hacer el ridículo tan solo reírnos de nosotros mismos y disfrutar. Era yo esa que estaba disfrutando, había dejado atrás eso que me amarraba, que me tenia cautiva y eso me hacía alguien valiente y es que está palabra no significa no temerle a nada, sino a enfrentarse a todo lo que le temiamos y eso lo había hecho yo.

– ¿ Eres Laura?– me preguntaron a lo que afirme y pregunte que quien quería saber.

– El señor de la camisa roja me dijo que fuera hacia donde usted estaba, está muy borracho tenga cuidado porfavor.

Todos los chicos estaban muy borrachos como para acompañarme, aunque ya era hora de no temerle, pero no me atrevo hablar con él, tengo que ir a la policía para que me protejan, allí levantaré una denuncia ya no me importa nada. Salí del grupo de chicos, todos se quedaron extrañados al verme salir de la multitud, en ese momento le pedí a todos los santos, a Jehová que me protegieran, cogí a escondidas por la esquina que estaba oscura al salir de la plaza y cuando iba a dirigirme hacia allá, el me agarró fuerte el brazo.

– Chiquilla te dije que no me ibas a dejar, primero te mato, antes de que tú me dejes por otro.

Su brazo me apretaba lo suficiente como para dejarme una marca, pero me logré escapar de él y en medio de sus palabras incoherentes yo le pedía que se calmara, en vez de tranquilizarse saco de la parte de atrás un machete afilado. Mi corazón se paró al ver su cara cuando desenvainó el arma y comenzé a correr, yo corría por mí vida mientras los demás escuchaban musica y bailaban el último tema de la fiesta, el aire frío me despeinaba y mis piernas corrían por si solas, mi grito pidiendo ayuda eran como cuchillas que iban rasgando mi garganta, todo fue tan rápido solamente sentía sus gritos, estaba tirada en el suelo, aún mi cuerpo se sentía caliente y mi vida se me iba por un hilo, a lo lejos y mientras todo se hacía frío sentí un tiro, acto seguido un quejido, le habían dado a el los oficiales.

– Seguiré soñando hasta que vuelva a estar con todos juntos.

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