II
No había nada más bello que despertar en casa en mi cama, sentir el olor de mi almohada y la luz de sol entrar a la habitación, pero mucho más ese olor a café con leche que indicaba que ya el desayuno estaba listo. Rápido me levanté y fui directo al baño, mientras me duchaba iba cantando como loca esas canciones que me encantaban mientras mi cuerpo se encargaba de hacer bailes a lo Lady Gaga, me encantaba mi nuevo corte de cabello, era algo que me daba fuerzas y aunque suene ridículo, un cambio tan pequeño como este me hacía sentir segura de mi misma, me sentía bella y fuerte, eso era lo que necesitaba, claramente luego de la necesidad imperiosa de ponerle orden a mis cabellos despeinados.
– Ya la niña bella de la casa se despertó, que bueno ¿ Será que quiere desayuno?
– Te juro que si no como algo me desmayo, además desde la cama me despertó este cóctel de olores que tienes aquí en la cocina.
Sonreí al ver su cara que me decía que era una exagerada, enseguida me puso en un plato unas tostadas con mantequilla y mi tasa de café con leche, sencillamente delicioso y es que no había otras palabras para describirlo, a mi madre le salía todo delicioso, hasta el agua con azúcar. Rápidamente agarre la mochila con todas las cosas de la escuela, recordando que hoy tocaba examen de Español Literatura con la profesora Oliva, esa asignatura era fácil, lo complicado son las matemáticas. Antes de que llegara el coche con mis demás compañeros que me esperaban todos los días para ir juntos hacia la escuela el llegó.
– Ven acá corazón, usted no pensaba llamarme.
Cogió la mochila de mis manos y la puso en su espalda y me señaló indicándome que me montara con él en su scooter y de paso ir hablando por el camino, la cara de mi mamá al fondo de la casa observando silenciosa lo decía todo. Al aceptar ir junto a él sonrió como queriendo decir que había conseguido lo que quería y a medida que íbamos avanzando una de sus manos dejo el volante y comenzó a tocar mi muslo con una tosquedad capaz de romper la piel.
– Agarra bien el timón, concentrate en el camino por favor.
–¿ Pero que te pasa mami ? Aún estás bravita por lo del otro día, ese día tome mi amor y sabes que me vuelvo medio loco, dale vuelve a ir por la casa.
– Leodan tu y yo tenemos que hablar, las cosas se han ido poniendo feas y ninguno de los dos estamos para aguantar malos tratos, además....
– ¿Laura Baxil me estás dejando?– su voz se había tornado violentamente alta mientras el freno de la motorina era escalofriante.
– Mi papá me reclamo y en pocos días Yoeni y yo nos vamos, es imposible aguantar más esto, si una relación juntos se ha vuelto insoportable, lejos será mucho peor.
Aunque no miraba su rostro podía jugar que su cara era totalmente roja y juraría que sus latidos iban a mil por hora, tanto como para sentir miedo, todos en el camino a la escuela que nos veían a esa velocidad nos miraban queriendo gritarnos locos, pudimos haber atropellado a alguien fácilmente.
– Detente no ves que ya estamos en la escuela.
El freno en seco frente a mi centro de estudios, todos alrededor se quedaron mirándonos, ya que realmente era espantosa la velocidad con la que íbamos, y aunque en un segundo no dijo nada, yo haría lo mismo, frente a mi estaban mis amigos. Yo iba a ir hacia ellos además de que ya había sonado la campana para entrar a clases, pero el me agarró por el brazo y me dio un beso, de esos que podrían romper labios y hasta dientes, fue un beso con furia, todo su cuerpo temblaba de la impotencia de no molestar su fuerza en este momento conmigo.
– Tu no eres capaz de abandonarme, no lo vas hacer.
Eso serviría para volar mi cabeza, Sheyla se pasó todo el rato preguntando sobre lo que había sucedido, pero le decía que nada, mientras nos preparábamos para entrar al exámen, el cual fue más fácil de lo que pensaba, todos salimos enseguida del aula, pobres aquellos que tengan mucha falta de ortografía porque si uno queria aprobar tenía que escribir bastante. Ya a la hora de almuerzo estábamos en la sala de vídeo, todos estábamos llenos de hambre porque era preferible comer cualquier pacotilla que almorzar en el comedor, nos entreteniamos contando malos chistes y cantando con nuestras voces, algunas más desafinadas que otras.
– Chicos a mi papá le aprobaron la reclamación y el vuelo es el próximo diez.
En cuestión de segundos luego de un silencio impactante, comenzaron los brincos y gritos, eso es a lo que yo llamo tener amigos hacían reaccionado de la misma manera que yo al saber la noticia. Todos comenzaron a imaginarme cómo toda una chica americana y desde ya bromeaban sobre las necesarias compras que tendría que hacer para traerle a ellos todo lo que necesitaría, claramente sin olvidarme de las recargas.
Ya a la hora de irnos nos esperaba ahora sí el coche y ya casi con todos montados sentí su voz nuevamente, mis piernas temblaron automáticamente, me acerque a él, está vez por debajo como si fuera un perrito enfermo me pidió que lo acompañará para hablar, que era necesario arreglar las cosas, que aún el me amaba. Era increíble que el pensará que yo creería algunas de sus palabras, cuantas veces en dos años el me había que iba a cambiar y cuando tomaba tan solos una copa se volvía loco y su monstruo renacia cuando se drogaba para poder pegarme y hacerme suya de la manera más cochina y desagradable posible.
– No voy a ir contigo Leodan.
Y me fui con los muchachos, todos nuevamente preocupados, para ellos era enfermizo el nivel de obsesión según ellos hacia mi, no quería pensar en eso ahora, quería estar tranquila.
– Laura, hoy hay una fiesta por la noche en la plaza, te animas a venir y así te olvidas de ese payaso.
– Si.
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