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9-Códigos de la mente

La consciencia escapó de mí, y mis sentidos huyeron tan lejos que se me hizo imposible retenerlos. Ryan Ford está aquí, en la misma habitación que yo, y tendré que acostumbrarme, a partir de ahora, a sentir su presencia cada día.

—Espero que reciban con buenas vibras y excelente comportamiento a su compañero —exigió el maestro, firme frente a todos.

Señaló un lugar próximo a mí, indicando que sería su nueva ubicación en la clase.

—¿No piensas darme la bienvenida o no me recuerdas? —preguntó Ryan, entusiasmado, con un toque de sarcasmo en sus palabras.

—Espero verte marchar por esa misma puerta. En ese momento te dedicaré todas las despedidas que mereces —respondí, retomando mi posición para evadir su presencia.

—Detrás de ese físico hay una chica con fuerza y seguridad en sus palabras. No eres una simple niña de casa y estudiosa —afirmó con confianza.

—Nunca me conocerás. Ahorra motivos y respuestas. He necesitado tiempo para conocerme, no pretendas hacerlo tú.

—Paren la conversación allá detrás. Comencemos con la clase —interrumpió el maestro, rompiendo la tensa charla que comenzábamos a crear.

Durante el resto de las clases no compartimos palabra alguna. Éramos polos opuestos, demasiado cercanos, pero con caras completamente diferentes.

—¿Cómo te regresas a casa? —preguntó mientras organizaba mis materiales para salir al encuentro del chófer.

—Me están esperando afuera —intenté evadirlo, pero fue en vano. Él agarró mi mano, impidiéndome avanzar.

—¿No puedes resistirte a un minuto a solas conmigo?

—No seas idiota, Ford. Debo irme —intenté liberar mi brazo de su resistencia, pero no cedía.

—No permitiré que te vayas sin antes responderme algo.

Su insistencia colmó mi paciencia. En tres pasos forzados, logré soltarme, lastimando su mano en el proceso.

—No me interesa jugar a los rompecabezas. Fue un día, una vez. Sobrepasaste el límite —dije, dejando que mi fuerte carácter tomara ventaja entre ambos.

—La última pieza del rompecabezas te pertenece. Lo armaré con dedicación, y no me alejaré hasta descubrir quién eres realmente —respondió, sus ojos viajando directamente hacia los míos.

—Línea. Distancia. Eso somos —sentencié, apuntando hacia él, mientras su mirada transmitía una honestidad inquietante.

Recogí mi mochila y me marché decidida a dejar atrás todo lo sucedido.

—Buenas tardes, señorita —dijo el chófer, con su acostumbrada gentileza.

—Podemos irnos —respondí, subiendo al auto.

Durante todo el trayecto de regreso a casa, dediqué mi tiempo a escribir en mi diario secreto. Aunque se tratara solo de lápices y unas páginas inanimadas, para mí representaban seguridad. Era un refugio de confianza que no encontraba en las personas que me rodeaban.

"Si pudiera resumir las emociones de mi vida en dos palabras, serían estas: profundos vacíos. En lugar de sentir culpabilidad por mis actos, no me permito llenar mi mente con ningún sentimiento. Actúo como una hoja en blanco, sin reglas, limitaciones o pensamientos contra mí misma.Han sido largos años buscando un culpable para todos los problemas de mi vida, evitando mirarme en el espejo para no encontrar a la verdadera causante de mis reacciones, buenas o malas, ante las situaciones que intento evadir a cualquier costo."

—Por fin llegas —suspiró mi madre, caminando hacia mí con un sobre en la mano.

—¿De qué trata esa carta? —pregunté, desviando mi atención hacia el sobre.

—Tiene tu nombre como destinatario. Después tendremos una conversación acerca de esta persona desconocida y el por qué de tanto misterio.

—¿No la abriste, cierto? —mi tono se llenó de sospecha.

—Estuve tentada, pero elijo escuchar tu versión.

El hombre desconocido que me ha estado enviando todas estas señales conoce cada vez menos sobre límites. Sus mensajes en clave me están involucrando en problemas graves.

—Debería agradecer tu discreción, aunque todo lo que venga de tu parte merece una respuesta a cambio —dije, tomando la carta.

Ella me dejó a solas. Quise abrir la nota, pero me contuve y subí a mi habitación.

"Respirar cerca de ti,
estar próximo a tu presencia,
hablarte o poder tocar tu piel.
Me perteneces sin conocer mi rostro,
me descifras mediante letras.
Sabes quién soy y sientes quién debería ser,
la tormenta constante de perseguirte,
la obsesión de crearte solo para mí."

Códigos escritos en recortes de papel han estado llegando hasta mí, confundiendo mi realidad sin ofrecerme un futuro claro. Solo pequeñas señales de confusión y arrepentimiento acompañan esas palabras. Conoce mi vida, mi tiempo, mi rutina... incluso maneja mi mente.

—Kaia, debemos conversar —escuché la voz de mi madre desde el exterior de mi habitación. Rápidamente oculté la nota debajo de mi cama.

—Dime —reaccioné, nerviosa.

—Quizás te has preguntado acerca de tu abuela: sus llamadas sin respuesta y el no recibir señales de ella.

—¿Qué hiciste con ella? Te creo capaz de cualquier cosa, incluso contra tu propia familia. Todo aquello que me haga bien, lo destruyes en pequeños pasos, sin esfuerzo.

—Tomó un vuelo hace pocos días y salió del país. Tengo su teléfono conmigo. Me aseguré de confirmar todos los mensajes y llamadas que le dejabas diariamente.

—Eres una mujer sin escrúpulos. ¿Cómo la convenciste de hacerlo? ¿La amenazaste? ¿Qué le dijiste esta vez? —mi ira sobrepasaba mis límites.

—Decidió alejarse de nosotras. Pienso que es lo mejor.

—Todo aquello sin vida, sin amor y carente de felicidad siempre será la mejor opción para ti.

—¿Sabes qué, Kaia? Hasta aquí dejamos esta conversación. Cumplí con compartirlo contigo. —Comenzó a caminar hacia la salida de mi habitación.

—¿Sabes qué? —tomé su mano para impedir que se fuera—Soy tu hija, tu réplica. No hay peor dolor que el sufrimiento más cercano, el de aquello que tú misma creaste con algo más que tu propio cuerpo.

Forzó su mano para liberarse de mi agarre y se fue sin decir una sola palabra más.


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